Lección cuatro: Honor

Líen se sentía un tonto, por primera vez había salido al recreo a buscar a Nayla para conversar y para su sorpresa la muchacha ese día faltó a clases. «Changos, todos lo notarán» se dijo a sí mismo tras dar un recorrido a los pasillos del piso superior rodeado de miradas que le resultaron extrañas, y luego volver a su aula sin quitar nunca las manos de los bolsillos y la mirada del suelo.

No solía salirse fácilmente de sus casillas pero esta vez sus sentimientos lo desbordaban, estaba furioso consigo mismo y realmente preocupado por la muchacha: ¿qué le habría ocurrido? Probablemente todos los murmullos que lo acompañaron durante su recorrido por el colegio tendrían que ver con el bienestar de su amiga a la cual rápidamente habían asociado a su persona (concepto que de alguna manera, aunque él lo consideraba un imposible, realmente lo fascinaba) de modo que suponer que algo extraño había acontecido en torno a ella no era ir demasiado lejos.

El chico buscó con la mirada a Sara, conocida por ser la mayor chusma del salón y cuando la encontró se paró frente a ella y su mente quedó en blanco, sin saber cómo empezar a hablar.

***

—¿Entonces no te hicieron caso?

—Pues no. Dijeron que estaba alucinando.

—¿Y por qué?

—Según el forense: «Silvio Arón Eliseo falleció de muerte natural por un paro cardíaco, y la señora Hilda fue víctima de "un accidente lamentable". Por lo tanto, especular que haya gente detrás de esto sería no menos que absurdo» —remedó la castaña agravando su tono de voz hasta parecer un mono con una papa en la boca, hecho que no logró generar dejo alguno de diversión en su amiga de pelo violeta—, siendo además una completa incoherencia creerle a una jovencita que inventa cuentos fantasiosos con luces que se apagan solas y organizaciones criminales disfrazados de linyeras a los cuales nadie vio, y todo por un cuaderno que predice muertes —completó ahora con su voz normal, aunque algo exaltada.

—¡Pero qué pusilánimes! ¿Y no dijeron nada de la agenda?

—Nada. Me dijeron que podrían tomarla para evaluar los demás nombres como posibles accidentes a futuro y me fui pegando un portazo que casi les tumba todos los vidrios.

Chiara le colocó una mano en el hombro. —¡Genial!... Momento, ¿la comisaría tiene puertas con vidrios ahora? Nunca las vi las veces que me llevaron.

—Una sola que estaba completamente abierta, y yo la golpeé. Me retaron mucho.

—No, hermana, que mala suerte ¡Te dije que no fueras! Mirá si ese tipo te violaba, ¿no te pusiste a pensar en eso?

—Los policías también hablaron al respecto.

—¿Qué te dijeron?

—Me preguntaron cómo iba vestida.

—Pero qué manga de pelotudos.

—Totalmente amiga.


***

—Chariot, Cyumbi, Kyon Ye.

La clase comenzó como de costumbre a pesar del evidente gesto fruncido entre las cejas del Sabom. En eso, Natan entraba en calor distraído mientras pensaba «Correr, trotar, correr, veinte flexiones de brazos. Correr, treinta más. Correr... ¿cincuenta más? Definitivamente se desquitará con nosotros de lo que fuera que lo tiene mal. Siempre hace lo mismo.»

Tomó una bocanada de aire antes de atravesar con el cuerpo pegado al piso unos obstáculos que Líen había improvisado poniendo varas verticales con cuerdas atadas que impedían que los alumnos caminaran erguidos y al salir de aquel laberinto prosiguió con su reflexión.

«Desde que Dana se fue, Líen tomó por costumbre el intensificar al triple los ejercicios cada vez que viene nervioso a las clases, y siempre los hace él también acompañando a los alumnos e ignorando a los que no pueden seguirle el ritmo... Me pregunto si ahora el profesor tendrá problemas con la muchacha que siempre conversa con mi prima.»

Recibió un golpe de su profesor con un palo de goma espuma por no prestar atención a lo que hacía, pero eso no impidió que sus pensamientos siguieran divagando.

«Quizás se dio cuenta que ella también es lesbiana y está furioso por lo contundente de la noticia... Si, debe ser eso, ¿y quién no lo estaría? Ella faltó, así que se podría decir que discutieron.»

Esquivó tres conos corriendo en zigzag, saltó formando un patrón con los pies sobre una escalera de cuerdas extendida sobre el tatami y luego golpeó diez veces a toda velocidad la bolsa sin dejar de pensar.

«Pobre Sabón, son cosas que pasan. Siempre los mejores nos enamoramos de las lesbianas.» Concluyó el skater al tiempo que sujetaba un foco con cada mano y se preparaba a recibir los golpes y las patadas de sus compañeros. «¡Mil demonios! ahí viene Líen. Seguro va a patear fuerte y me va a dar vueltas el muy desgraciado»

Dicho y hecho, las patadas de su sabóm eran devastadoras. Aún con veinte centímetros de acolchado en medio, los brazos le quedaron doliendo. 

Muy bien muchachos, basta de entrada en calor gritó el chico de risos castaños cuando vio que todos estaban jadeando y les costaba mantenerse erguidos—. Ahora a entrenar técnicas básicas. Antes de que cuente hasta cinco quiero que todos estén de a dos y enfrentados. Uno, dos, tres...

No hizo falta que terminara la cuenta, todos sabían que las consecuencias de su lentitud serían una cantidad de flexiones de brazo imposible de soportar.

Vamos a aprender un concepto básico, los que vienen hace tiempo lo manejan muy bien, no es nada que les pueda generar algún conflicto y es el clinch. Es simplemente abrazar al oponente para frenar el combate..., no lo pueden agarrar, de manera que deberán tener las manos abiertas a donde el árbitro las pueda ver.

»Bastará con que se paren de frente empujando a su oponente con el pecho y los brazos extendidos a los lados del cuerpo del adversario para impedirle ejecutar técnicas con los pies por acortar distancias. No les sumará puntos pero hay árbitros que al ver el clinch inmediatamente cortan el combate para separarlos porque bien saben que es en esta instancia donde ocurren la mayoría de las faltas que en taekwondo se puedan ver. Tengan cuidado con los puños, a diferencia del boxeo nuestro clinch no impide al oponente golpear sino únicamente con los pies.

»Ahora van a intentar dos escenarios que son los más comunes a la hora de entrar en clinch: primero ustedes están avanzando y ya sea porque quedaron mal parados después de un ataque o porque están cansados, usarán una patada para quedar al lado del adversario y entrar en clinch. Luego, será el oponente el que esté pateando y ustedes no lo dejarán acorralándolos con sus clinch. Usen mucho Chiggo chagui (patada descendente) ya sea para afuera o para adentro para entrar en esta maniobra, eso les facilitará el acomodamiento de los pies. Empiecen.

Mientras sus alumnos buscaban la mayor comprensión posible de la técnica a aprender y se turnaban para intentarla Líen se puso a patear la bolsa haciendo retumbar todo el lugar. Parecía un caballo con la fiereza de un depredador. Tras unos cuantos minutos giró a ver como iban y buscó con la mirada a los alumnos más avanzados para estar seguro que ellos estaban brindando ayuda a los que recién empezaban a fin de que pudieran comprender las técnicas que acababan de practicar.

Hasta ahora van bien, nos queda ver un asunto más —prosiguió el profesor—. Les mencioné hace poco que es en el clinch donde ocurren la mayoría de las faltas, pero ¿cuáles son esas faltas? 

Los chicos esperaron unos segundos antes de contestar y luego algunos se aventuraron a responder.

Las faltas en el taekwondo son golpear a la cara con las manos o debajo de la cintura con cualquier parte del cuerpo, también agarrar al oponente, empujarlo, escupirle, insultarlo, morderlo, pegar cabezasos, rodillazos o codazos, salirse del área de combate o caerse al suelo ya sea por iniciativa propia o por acción del adversario —No fue sólo uno el que le contestó, sino más bien toda la clase la que aportó cada una de las faltas que recordaban mientras que Líen los observaba con gesto concentrado.

Bien, esas son, pero deben tener el cuenta que sólo ocurre una falta cuando el árbitro la ve, de manera que si cometemos una falta a escondidas probablemente no nos ocurra nada malo. Por ejemplo, en el clinch nuestro cuerpo está parcialmente tapado por el de nuestro adversario, no nos costaría nada meterle un rodillazo en el muslo a manera de paralítica del lado opuesto al que se encuentre el referí y así tendríamos cierta ventaja en el combate ¿No les parece? Podemos disfrazarlo como si se tratara de otra patada y listo, o usar los puños para golpear sus hombros  sobre las clavículas y así debilitar su defensa, o empujarlo con los brazos al momento de hacer el clinch solo girando el cuerpo, sin agarrarlo con las manos para que pierda estabilidad y poder entrar algún punto a la cara y desbalancear el combate a nuestro favor e incluso presionar con la planta del pie contra la pechera de nuestro adversario como si intentáramos treparnos en el en caso que tengamos equipos electrónicos, para que se marquen puntos sin necesidad de pelear. ¿No les parece fantástico?

Algunos alumnos se reían y hacían comentarios entre sí de situaciones similares que les ocurrieron durante sus entrenamientos pero Líen se mantenía serio.

Bien, entrenen eso. De a dos, estudio de combate. Quiero ver qué tan buenos son escondiendo faltas.

Motivados por la idea, los alumnos comenzaron a practicar combates con poco contacto y probando las diferentes maneras de cometer trampas que su Sabóm citó mientras este mismo los miraba casi sin poder creer lo que estaba aconteciendo. Lo soportó dos minutos antes de estallar.

—¡Paren todos!. Cincuenta flexiones de brazo, ¡ahora!

Sorprendidos por el repentino cambio de actitud, los alumnos cumplieron con las órdenes sin quejarse para luego escuchar a su profesor decir.

¿Por qué los estoy castigando?

Porque no gritamos al patear.

No.

Porque éramos muy evidentes al hacer trampa.

Casi.

—¿Porque estábamos haciendo trampa? —aventuró uno de los alumnos desde el fondo y aunque el comentario a muchos dio gracia Líen volvió a sorprenderlos al responder.

Exactamente, porque estaban cometiendo faltas voluntarias en un combate.

El barullo y las quejas no se hicieron esperar.¡Pero fuiste vos el que nos ordenó que cometiéramos faltas! —gritaron casi a tono.

¿Y eso les basta para acceder a cometer conductas reprochables? —El profesor no miró directamente a uno sino que dirigió su vista a todos los que habían estado entrenando abordándolos uno por uno— Ni yo ni nadie en este mundo tiene mayor responsabilidad sobre los actos que realicen que ustedes mismos. No importa quien se los ordene, las faltas son faltas precisamente porque generan posibilidades de lastimar a nuestros compañeros, y ustedes las cometieron sin cuestionarse si estaba bien o mal solo porque yo se los decía.

»El taekwondo es el producto de años de perfeccionamiento técnico y moral en búsqueda de proteger a las personas, la inmoralidad destruye las raíces del taekwondo —Líen pudo ver que algunos estaban furiosos por sus palabras, de manera que amansó el gesto severo que había tenido toda la clase antes de continuar—. Yo valoro mucho su compromiso conmigo, su fidelidad al no ir con otros profesores y la confianza que ponen en mí al seguir mis instrucciones por haber transitado primero este camino, pero olvidan los principios básicos que rigen a todos los que entrenamos este arte marcial. ¿Alguien se anima a enumerarlos?

 ¡Por supuesto! —dijo Natan adelantándose a los demás— Primero está la cortesía hermano, luego tenés la perseverancia, la integridad, el auto control y por último... hum... Bueno, lo último es lo primero: ¡el honor! —El chico sonaba muy confiado en lo que decía y Líen le quitó su triunfal sonrisa al responderle.

Casi, la última no es el honor sino el espíritu indomable. El honor está implícito en todas las demás. El espíritu indomable es lo que ustedes carecen; un espíritu que, atento al camino de lo correcto, opte por enfrentarse a cualquier adversidad con tal de que persevere el bien. Es también una muestra de honor como todas las demás.

»El honor es un sinónimo de la dignidad y hacernos dignos de algo implica respetar estos cinco principios: perseverar, ser cortés en tu trato con el otro y con tus propias debilidades a la hora de encarar tus metas, ser íntegro lo cual implica no tener doble moral integrando así todas las áreas de tu vida bajo la luz de una misma verdad. El auto control es el producto de todas las demás y el espíritu indomable es lo que nos vuelve hombres libres y no simples máquinas que repiten y acatan órdenes sin pensar. La suma de todas las partes nos da el honor, nos dignifica con nosotros mismos, con el universo y con los demás.

»Quiero que recuerden esto cada vez que entren al tatami, cada vez que enfrenten a algún alguien y sepan que respetar a esa persona sin importar su condición o los motivos que los ponen en calidad de adversarios es también una forma de dignificarse a ustedes mismos y eso es importante. Ahora sigan combatiendo, nos queda poco tiempo de clase y no quiero desperdiciarlo.

Los chicos siguieron el entrenamiento mientras que Líen lograba al fin calmar su espíritu. «El auto control es producto del respeto. Yo no estoy respetando a Nayla al enojarme por su ausencia, ni a mis alumnos por descargar mi ira contra ellos, ni a mí mismo por permitirme padecer este estrés por simples suposiciones. Pero que tonto soy, qué rápido se me olvidan las cosas» se dijo a sí mismo mientras veía la belleza y los progresos que manifestaban sus alumnos al combatir. Algo de orgullo le hinchó el pecho por unos segundos mientras se desprendía a su vez de las sensaciones que lo mantenían aquejumbrado.

Al terminar la clase, tras cerciorarse de que todos sus alumnos se habían marchado, el chico se dirigió a las duchas y cerrando tras de sí una cortina oscura —que era su único aislamiento para impedir que lo vieran desde afuera—, comenzó a desnudarse.

Dejó que el agua cayera sobre su brazo hasta sentirla llegar a una temperatura agradable para luego entrar de lleno y quedarse unos momentos con la cabeza gacha permitiendo que el calor le inundara las cienes.

El jabón acariciaba con una presión profunda el relieve de su musculatura sutilmente marcada como las cerámicas de un piso antiguo, pétreo y elegante, su mano lo despeinaba formando una corriente de espuma mientras un solo pensamiento alborotaba su mente: ¿Qué habría pasado con Nayla?

Eran muchas las posibles respuestas: quizás tuvo problemas en su casa, alguna discusión con su mamá, algún pendiente que la mantuviera ocupada, quizás sólo no tuviera ganas de ir o se estuviera esforzando más en el estudio, o quizás ella había perdido el interés en este juego de patear focos de cuerina y goma espuma y ser acompañada por su profesor hasta su hogar. Quizás se había cansado de él... o quizás solo estaba dormida.

Las personas en el colegio parecían comentar cosas sobre ella cuando lo vieron pasar. Quizás le pasó algo, pero otra vez quizás solo lo estaba imaginando. Nayla era un misterio para él, como lo había sido todo en la vida desde que tenía memoria, aunque éste era en particular uno muy encantador y atractivo; un hermoso y sensual misterio que no paraba de regalarle su perfecta mirada de ojos verdes, ¡cómo disfrutaba de ver esa mirada tan cautivadora cada vez que la acompañaba al salir de las clases! Sería grandioso verla una vez más.

Líen cerró los ojos y dejó caer el agua de la regadera sobre su rostro al tiempo que imaginaba lo que podría haber sucedido si Nayla hubiera venido a la clase; la veía en su mente vestida con su atlética calza negra, sus remeras holgadas... ella no sabía mucho de moda... probablemente esto se debiera a que sin importar qué se pusiera todo le quedaría bien. La veía pateando, riendo, saltando de aquí para allá, la veía sonriendo y observándolo desde el espejo en el intervalo.

Luego, se veía a sí mismo en la regadera y de pronto la veía llegar, la imaginaba bajo el agua, los dos juntos, veía como sus manos se posicionaban sobre el perfil de aquella hermosa cintura, la recorrían y le arrancaban la ropa para luego sumergirla tras esa cortina oscura que les funcionaba a manera de puerta para que nadie los viera besarse. La veía desnuda, perfecta, mostrando bondadosamente su sonrisa una vez más mientras su pelo mojado cubría parcialmente su rostro, y las manos del muchacho bajaban junto con el agua acariciando cada centímetro de piel descubierta, abajo, más abajo, cada vez más abajo...

 De pronto, frenó abruptamente todo lo que venía imaginando. Había empezado a tocarse inconscientemente y al notar lo estúpido de su actuar sintió desprecio por si mismo. «Es una chica muy buena, jamás le voy a importar. Ella se enfurecería si supiera que la estoy pensando de esta manera... ¿Qué demonios estoy haciendo?» se recriminó a sí mismo en tanto que la cascada de espuma cedía su vertiente permitiéndole abrir los ojos y fregarse el rostro con sus manos.

Concluyó su baño a con la mayor prisa y tras cubrirse con una toalla abrió la cortina y del otro lado una persona cubierta en sangre lo esperaba con un martillo quebrado en la mano. «¡Vos!» le gritó el espectro, Líen retrocedió tan rápido que el grifo de la ducha se le enterró unos centímetros entre las escápulas obligándolo a cerrar los ojos y tras el pestañeo pudo constatar que el hombre fantasmal había desaparecido.

El agua comenzaba a caer nuevamente y el muchacho se encontraba sólo en las duchas del gimnasio, cubierto por una toalla mojada y por la lluvia de una regadera que sutilmente le permitía esconder sus silenciosas lágrimas.

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