Pasión

Entró a su habitación y me empujo hacia dentro. Había dos camas, una de ellas totalmente hecha en el lado izquierdo, donde había algunos posters, bufandas de equipos de Quiddittch y varias fotos de los dos gemelos. Lo miré con ternura. No había conocido mucho a Fred pero seguro que su ausencia dejaba un vacío más grande que el de sus pertenencias. Delante de mí había otra cama, desecha, con las mismas sabanas y mantas de color granate que la otra. La ventana se encontraba encima de esta, por la que pasaba la tenue luz de la luna. El lugar estaba iluminado por una pequeña lámpara en una de las esquinas, lo que hacía que el ambiente resultase acogedor. Olía a canela, a mandarina y un poco a sudor. Pero no de una manera desagradable, sino más bien excitante. 

George cerró la puerta de su habitación y le escuché utilizar la varita para asegurarla. Además, oí como susurraba un conjuro para insonorizar la sala. No se que pretendía hacer, pero esa situación me estaba acalorando demasiado.

- Siéntate - dijo con voz ronca a mi espalda.

Obedecí, poniéndome en el borde de la cama. Él continuó de pie, mirándome fijamente con esos ojos castaños que se oscurecían poco a poco. Su semblante estaba serio y su pelo brillaba con destellos provocados por la lámpara. Su cicatriz en la oreja estaba muy marcada, lo que le daba un toque más atractivo aún si era posible. Me quedé callada, esperando que me dijese que quería de mí tras mucho tiempo sin dirigirme la palabra.

- ¿Por qué haces esto?

- ¿El qué? - pregunté desconcertada.

- ¿Por qué insistes en tontear con todos los chicos que te rodean? ¿No era suficiente con el estúpido de Blaise?

- Yo no... - contesté tartamudeando - Espera, yo no hago eso. Además, tu no eres nadie para decirme lo que tengo que hacer.

Gruño, sorprendido por mis palabras. Imagino que pensaba que no le iba a contestar, pero no pude evitarlo. Estaba harta de que todo el mundo me dijese lo que tengo que hacer, ya estaba bien. Empezó a dar vueltas por la habitación llevando una de sus manos a la cabeza, lo que hizo que su camiseta se levantase y dejase a la vista la parte de su torso que llevaba hacia su... Empecé a sentir bastante calor.

- Además, ¿a ti que te importa? Llevas dias, semanas ignorándome. Y Harry no lo decía en serio, solo estaba borracho. Y Blaise - mi voz empezó a quebrarse, pero tragué saliva y reuní fuerzas para continuar - Zabinni me utilizó, ya lo sabes. No tengo que darte explicaciones, pero mi vida sentimental es una puta ruina y los chicos solo me quieren para apuestas, o por que han bebido demasiado, o...

No pude continuar por qué George se había acercado sin que me diese cuenta y se había agachado a besarme. Me cogió de sorpresa, pero enseguida correspondí a su gesto. Sus besos eran desesperados, como los míos. Sabían un poco a alcohol, pero los dos éramos totalmente conscientes de lo que estábamos haciendo. Rodee su cuello con mis brazos mientras él me levantaba por la cintura. Rodeé su cintura con mis piernas y acabamos tumbados en la cama. Se movía encima de mí mientras no parábamos de besarnos. 

Se separó un poco, quedándose de rodillas entre mis piernas mientras se quitaba con rapidez la camiseta. La visión de su torso musculado hizo que sintiese un cosquilleo en mi vientre. Bajó mis pantalones cortos con furia, llevándose con ellos también la ropa interior. Tomó mis rodillas con las manos y abrió mis piernas, dejándome totalmente expuesta.

- George...

- Solo tienes que decirme que pare - dijo mientras me miraba con lujuria.

Como no contesté lo recibió como una invitación a continuar. Colocó su cabeza entre mis piernas y sentí su aliento en mi sexo ya húmedo. Un gemido escapó de mis labios, el corazón me iba a mil por hora. 

De repente comenzó a mover su lengua, muy despacio, con pequeños toques alrededor de mi clítoris. Mientras hacía esto, sus dedos largos y rudos comenzaron a recorrer todos los pliegues con suaves caricias. Poco a poco aumentó el rito, lamiendo mis zonas más sensibles con rapidez mientras, sin esperarlo, noté como introducía dos de sus dedos dentro de mí. 

- Ahh... George

La sensación fue imposible de describir, mi cuerpo comenzó a reaccionar y a buscar su boca con prisa. Mis gemidos inundaban la habitación mientras agarraba con fuerza las sabanas. Sus dedos se movían lentamente haciendo círculos en mi interior con facilidad, mientras su lengua castigaba a mi clítoris lamiéndolo con fuerza, sin parar ni un segundo para respirar.

Agarre su cabello con fuerza, mientras comenzaba a llegar a mi una sensación que nunca había experimentado con tanta intensidad. Levantó un poco la cabeza, para que pudiese mirarme a los ojos, mientras no cesaba en su labor. 

- Joder, voy a correrme.

Estaba desatada. No sabía si era por el momento, el alcohol o experimentar algo nuevo por primera vez, pero no podía dejar de gemir. Llegó a mi un orgasmo intenso, todo mi cuerpo empezó a temblar mientras George seguía perdido en mi sexo, alargando el momento de placer hasta que no pude más. 

Cuando terminó comenzó a besar dulcemente mis muslos, ganando intensidad y subiendo poco a poco hacia mi estómago. Quiso quitarme la camiseta, pero no le dejé. Mi instinto hizo que tirase hacia abajo para que no viese mi tripa. Gire la cabeza en la almohada, avergonzada, pero el no insistió. Volvió a besarme con pasión mientras me alzaba la cabeza. Cogió mi mano, llevándola hasta su miembro. Solté un gemido al notar lo duro que esta mientras el gruñía en mis labios, disfrutando el contacto.

Comencé a acariciarlo por encima del pantalón, pero no era suficiente. Tomo mi cintura, dándome la vuelta con fuerza, dejándome boca abajo. Levantó mis caderas y giré mi cabeza para ver como sacaba su duro miembro. Mientras con una mano lo agarraba con fuerza noté como con la otra acariciaba la entrada a mi intimidad, que ya estaba lo suficientemente mojada. Colocó la punta en mi entrada y, de repente, la introdujo con fuerza.

- Joder, Black.

Empezó a bombear dentro de mi, mientras mi interior se ajustaba perfectamente a sus embestidas. En esa posición su sexo rozaba partes de mi cuerpo que me enviaban oleadas de placer, haciendo que mis piernas temblasen en cada golpe de sus caderas. Agarró mis caderas con fuerza, clavando sus dedos en mi piel. 

- Ahhh dios, me encanta lo apretada que estás.

Nuestros gemidos se mezclaban mientras notaba como su miembro se hacía cada vez más grande en mi interior. Mientras aumentaba la velocidad mi cuerpo temblaba, creía que me iba a partir en dos. 

- George...

Justo en el momento en el que susurré su nombre sacó su sexo de mi interior y comencé a notar como su semen caía en mi espalda. Sus gemidos eran casi murmullos, mientras soltaba todo encima de mí. Cuando terminó mis piernas dejaron de sostenerme y caí derrotada en la cama. 

Había sido muy corto, pero intenso. Escuché como limpiaba mi espalda con un hechizo y comenzó a masajear mis piernas, en silencio. Esto hizo que volviesen a responderme y me relajase muchísimo más de lo que estaba. Cuando termino, me colocó los pantalones de pijama cortos que había llevado toda la noche. Me dispuse a levantarme para ir a mi habitación, esperaba que Hermione no estuviese o, en caso de que si, durmiese. Cuando me estaba incorporando, George me tomó del brazo.

- ¿Dónde vas? - dijo con voz ronca. 

Se había colocado en un lado de la pequeña cama. Su pelo estaba revuelto y sus mejillas sonrojadas del esfuerzo. Aún no se había puesto la camiseta, lo que hizo que me quedase embobada y tardase en responderle.

- A mi habitación.

- Quédate conmigo - dijo mientras sujetaba con firmeza mi muñeca - Por favor.

Dudé durante unos segundos, pero me di por vencida cuando vi la súplica que se apreciaba en sus ojos. Noté que esa noche no quería estar solo, así es que me tumbé a su lado. Nuestras cabezas estaban tan cerca que podía sentir su aliento en mis labios. Tiró de una de las mantas para arroparnos, bajando después su mano a mi cintura.

Con el tacto de sus dedos, describiendo suaves caricias en una zona de mi piel desnuda, me quedé dormida.

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