Miedos e inseguridades
- ¿Draco? ¿Estás aquí? - anuncié mientras entraba en la sala, para no asustarle.
La torre de astronomía era muy amplia y diáfana. Seguía exactamente igual que hace unos años, con el gran telescopio apuntando al cielo en su ventanal, la escultura estrellada en medio y una sensación de tristeza y decepción inundaba la sala. Había sido reconstruida tras la gran batalla, pero lo que los mortífagos no consiguieron eliminar fue el poderoso recuerdo que residía en ese lugar.
Mi amigo no había subido allí desde hace muchos años. Desde aquel fatídico día donde se rompió. Se encontraba mirando por la gran balconada con las manos en los bolsillos. Su cara... no se como explicarlo. Mientras me iba acercando veía en ella una expresión de dolor, de tristeza. Miles de sentimientos cruzaban en ese momento por su pensamiento y habría dado lo que fuera porque él, al fin, se abriera completamente y pudiera comenzar a sanar.
- Draco...
Me coloqué a su lado mientras él continuaba mirando al horizonte. Decidí seguir en silencio hasta que se decidiese a hablar. Las vistas eran magníficas desde la torre más alta del castillo. Abracé mi cuerpo, el frío primaveral era más patente a esa distancia del suelo.
- Llevo tiempo queriendo volver a este sitio - dijo el rubio con voz ronca.
No le contesté. En ese momento era lo mejor, sentí que necesitaba desahogarse. Permanecimos unos minutos en silencio. Vi como disimuladamente se limpiaba una lágrima que caía por su rostro, solitaria. Pero su expresión no cambió.
- Aquí cambió todo, aquí dudé. Muchísimo. De que todo lo que me habían enseñado podría no ser verdad. Fui consciente de mi cobardía, de mi estupidez durante años. Después de esto lo intenté ocultar, no quería que vieseis mi debilidad.
Me acerqué a él sin cambiar mi postura y apoyé la cabeza en su brazo. Noté que estaba tenso, su enfado vibraba en todos los poros de su piel. Si había algo que Draco no soportaba era la deslealtad. Qué ironía. Él, que había engañado a los dos bandos en algún momento. Puede que esto fuese la causa de su actual personalidad, el saber los estragos que podía hacer no ser fiel a tus principios.
- Tú siempre me advertiste de Pansy.
- Draco, yo...
- Es verdad, Black. No quería verlo. Después de la decepción que acabé siendo para mi padre, para todo por lo que el luchaba, pensé que había encontrado alguien con quien vivir tranquilo. Pansy me adoraba, o eso pensaba yo. El poder y el nombre de mi familia le harían ser leal, alguien de quien no me tuviese que preocupar.
Se apoyó en la pared, haciendo que perdiésemos el contacto. Me giré para quedar en frente de él, con los brazos cruzados aún por el frío. Llevó su mano a la cara, frotándola con pesadez. Su rostro había cambiado, ahora expresaba un cansancio infinito. Ni aunque viviese mil años podría llegar nunca a tener esa misma expresión.
- Tendría que haberte insistido más con el tema, Draco. Siempre lo traté con demasiado recelo, por miedo a que te alejaras de mi si ella te ponía en mi contra.
- Nunca me alejaría de ti, Marta. Eres mi roca, eres la persona que ha estado siempre ahí. La única que me conoce de verdad y, aún así, nunca me ha dejado. Me intentaste ayudar y fui un necio. No estuve a la altura, ni te hice caso. Y a pesar de ello...
Esta vez sus lágrimas comenzaron a brotar. Miró hacia el ventanal, intentando disimular. Me acerqué hacia él y lo abracé por la cintura. Su olor a menta me embriagó por un segundo, haciendo que mi estómago volviese a cosquillear como siempre lo hacía cuando tocaba a Draco. Rodeó mis hombros con sus brazos, apoyando su barbilla en mi cabeza. Dejé de tener frío, la calidez que me transmitía me hizo olvidarlo.
- Tranquilo. Lo que ha pasado no es tan malo si ha conseguido abrirte los ojos. No merece que llores por ella.
Sentí unos pequeños temblores procediendo de su cuerpo. Se estaba riendo.
- No estoy llorando por ella, Black. Estoy así porque te siempre la cago, no te hice caso. Tanto tiempo perdido con ella, por mi cabezonería. Por no luchar y estar con alguien que de verdad me importase. Por pensar que no merecía estar con nadie, que Pansy me daría estabilidad y tranquilidad.
- No te preocupes por mi, Malfoy - dije mientras me apartaba un poco para poder mirarle, pero sin soltarme de su abrazo - Estoy acostumbrada a tu cabezonería y contenta de no tener que aguantar más a esa mujer tan desagradable.
Sonrió mientras apartaba un mechón de pelo de mi frente y me lo colocaba detrás de la oreja. Sus mejillas aún estaban enrojecidas y húmedas por el paso de las lágrimas, pero sus ojos grises brillaba con una divertida felicidad. Dejó su mano en mi mejilla y me apoyé en ella, cerrando los ojos. Las mariposas incontrolables que comenzaron a visitarme hace años volvieron. Draco era mi familia, mi hogar.
- Marta... - comenzó a decir el rubio, pero un golpe nos interrumpió.
George estaba en la puerta, mirándonos con los brazos caídos y los puños ligeramente apretados. En su rostro se veía una expresión que podría pasar por indiferencia, si no llega a ser por un pequeño brillo en su mirada y la vena que se le marcaba en la frente. Se estaba conteniendo.
Me separé de Draco, para acercarme al pelirrojo y preguntarle si había pasado algo. Pero cuando comencé a andar hacia él comenzó a alejarse.
- Perdonad la interrupción - dijo con voz neutra - me han dicho que había una cría de acromántula en la torre. Pero veo que o se ha ido o me han engañado.
Salió dando un portazo. Fui detrás de él, pero antes de salir me acordé de Draco. Mi amigo acababa de tener un desengaño amoroso y parecía que algo más profundo que eso. Lo miré indecisa, debatiéndome internamente. Pero me sonrió cálidamente mientras se cruzaba de brazos y me hacía un gesto con la cabeza señalando la puerta.
Le lancé un beso, dándole las gracias y corría hacia las escaleras. Casi me tropiezo con George tras unos peldaños, se ve que él no había tenido necesidad de salir corriendo. Cuando sintió que me encontraba detrás se dio la vuelta, con los brazos cruzados y mirando al suelo.
- ¿Ha pasado algo? - pregunté preocupada.
- Ya te lo he dicho, solo hacía mi trabajo.
- Tu cara no dice lo mismo - contesté, sin entender el por qué de su actitud.
Resopló con chulería y se apoyó en la pared, con una sonrisa irónica que destilaba agresividad. Me estaba poniendo nerviosa que en el tiempo que llevábamos hablando no me hubiese mirado a los ojos.
- Da igual. Siento haber interrumpido lo que tú y tu amiguito - esta última palabra la pronunció mientras dibujaba unas comillas con sus dedos - estuvieseis haciendo.
- George, ¿qué estas insinuando? - pregunté poniéndome a la defensiva.
- Nada. Solo estoy describiendo la situación, no tienes que darme explicaciones.
- Ni pensaba dártelas
Mi desconcierto inicial estaba empezando a tornarse en enfado. No entendía que narices estaba diciendo. ¿Estaba enfadado?¿Celoso?. Me daba igual, pero no iba a permitir que me hablase en ese tono por estar a solas con mi mejor amigo.
- Exacto. Ahora, si no te importa, voy a preparar las clases. Te dejo con Malfoy para que podáis seguir intimando, pero tened cuidad. Algún alumno podría pillaros haciendo cosas indebidas y, aunque se que estas acostumbrada a ese tipo de exhibiciones en público, puede que...
ZASSSSSS
No lo pensé. Ni un segundo. Mi mano impactó con fuerza en su mejilla, haciendo que se quedase sin palabras. Su expresión no cambió ni un ápice, no se movió. Pero en ese momento, al fin me miró a los ojos. Y no vi nada, estaban impasibles. Vacíos. Lo que había pasado estos días, estos meses, no podía verlo.
Tras unos segundos manteniendo la mirada, lo aparté y comencé a bajar las escaleras.
No quería darle la satisfacción de verme llorar.
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