La reina del drama
Al día siguiente tenía fuerzas renovadas. No sabía ya las veces que durante los meses que llevábamos de curso que había pensado que todo iría bien a partir de ahí y después la vida (así de zorra es) me volvía a golpear con dureza. Pero estaba empezando a tomármelo todo mejor. Mi plan de centrarme en las clases y mi futuro seguía adelante, Blaise estaba siendo un apoyo muy grande y ¿quién sabe? podía convertirse en algo más. No se en que momento comenzó a verme de esa manera, no soy el tipo de chica con el que siempre le había visto. Pero me estaba gustando la forma que tenía de tratarme estos días y... bueno, me estaba sirviendo para olvidarme de cierto pelirrojo.
Fue un día duro de clases. Los alumnos estaban demasiado revolucionados con todo el cambio de tiempo, sobre todo los más mayores. Hay que recordar que a muchos de ellos solo les sacaba 3 años y les costaba verme como una figura de autoridad. Es más, algunos de ellos se creían que sabían más que yo de la asignatura, aunque estaban totalmente equivocados. No suelo tirarme flores, en cualquier otra asignatura seguro que eran mejores que yo, pero en pociones... poca gente viva sabía más que yo. Hasta Snape me alababa, con eso lo digo todo.
Esto hacía que mi trabajo fuese más difícil, pero estaba siendo muy satisfactorio en general. Algunas veces me daban ganas de agarrar del cuello a más de uno, pero se pasaba enseguida. Y no me gustaba pero creo que mi apellido ayudaba a eso.
Acabé al final de la tarde, sin haber tenido tiempo ni para comer. Fui al gran comedor, estaban todos ya concentrados en su comida y empecé a devorar unos palitos de queso frito que me encantaban. Irían directas a mis michelines, pero que narices. Necesitaba calorías. Me tomé mi tiempo, hablé un rato con Neville sobre los árboles del jardín que estaban floreciendo, prometiéndole que ese fin de semana iría a visitarle y a ayudar con la poda (tenía unas cuantas heridas en las manos que seguramente se había hecho por su torpeza con las herramientas muggles)
Después, con el estómago lleno, fui para nuestra sala común. Llevaba un libro de plantas aromáticas para añadir a pociones que me había dejado Neville y quería relajarme un poco leyendo. Esperaba también ver a Blaise, no habíamos estado junto desde que me acompañó a las mazmorras por la mañana y me dijo que estaría hasta la noche por el castillo viendo las localizaciones más adecuadas para la búsqueda del tesoro de el Torneo, que sería la primera prueba. Así es que no sabía si iba a aguantar hasta que volviese, pero lo intentaría.
Me senté en uno de los sofás, viendo a algunos de mis compañeros que ya estaban allí. Saludé a Herms, que salía de su habitación. Sin decir nada me sonrió, se sentó a mi lado y puso su cabeza en mis piernas, tumbándose cómodamente y sacando una novela muggle que estaba leyendo en ese momento. La sala estaba muy tranquila, con el calor del fuego arrullándonos y la luz tenue haciendo que el ambiente fuese aún más cálido. Sin quererlo, me sumí en un sopor que no pude controlar, llegándome a quedar dormida.
- Ni se te ocurra huir otra vez de mi, Weasley!!!
Me desperté asustada, mientras Hermione se incorporaba también sorprendida por el grito que inundó la sala. Habían entrado Angelina y George en la sala común y este último intentaba subir a su habitación, pero Angelina había lanzado un hechizo que hizo aparecer un muro invisible en las escaleras. Por lo que al pelirrojo no le quedó otra que quedarse ahí plantado con los brazos cruzados, pues la chica estaba cortándole el camino con la varita en alto. Tenía la cara desencajada, el pelo revuelto y gotas de sudor perlaban su frente. Me recordó a la noche que discutieron en esta sala, cuando rompieron, pero esta vez parecía que Angelina estaba más enfadada aún.
- Angelina, no puedes usar la magia para pelear con tus compañeros. Tendré que dar parte ...
- No te metas, Hermione - dijo George mientras no apartaba su mirada de Angelina - No te preocupes, vamos a solucionar esto de una vez por todas.
- Pues si. Estaría bien que fueses sincero por una vez - contestó Angelina, un poco más relajada y bajando la varita, viendo que George estaba dispuesto a hablar con ella.
- ¿Sincero? Angelina, estos días nos hemos llevado muy bien. Creía que volveríamos a ser amigos. Nunca te dije nada de volver y me entero que vas diciendo que estamos juntos de nuevo. Tenía que cortar los comentarios por lo sano y si no puedes aceptarlo, mejor que no compartamos ni la amistad.
- Bien! - dijo ella gritando - No te necesito! Pensaba que estábamos juntos de nuevo, que te habías divertido tonteando con gente como esa...
Lo dijo señalándome, lo que en otro momento habría hecho que bajase la cabeza avergonzada, pero ya estaba harta de que me pisotearan.
- Eh! - contesté enfrentándola desde mi asiento - tengo nombre. Y no me gusta lo que estas insinuando.
- ¿Qué insinúo? Lo estoy diciendo. Llevas todo el año pavoneándote por el castillo, os he visto a George y a ti hablar a escondidas. Lo pensamos todas - su cara estaba totalmente desencajada y se iba acercando amenazadoramente hacia mi - Esta claro, las gordas como tú solo conseguís ligar siendo unas guarras.
Eso me había dolido, iba a levantarme para irme corriendo a la habitación. Mi momento de valentía fue breve, pero al menos lo había tenido. Ahora solo tenía que aprender a la dar la réplica a los comentarios hirientes, sonaba fácil pero sabía que no lo era. Justo cuando me puse en pie y notaba la mano de Herms intentando sujetarme, apareció Draco.
- Johnson, pídele disculpas a Marta - dijo con voz muy seria.
- No me da la gana - contestó ella, mientras se alejaba junto a Cho - No he dicho ninguna mentira. Si no, por qué de repente le interesa a los chicos cuando antes ni la miraban cuando pasaba?
- Eso es lo que tú te piensas, que nadie se fijaba en ella - dijo casi gritando, pues Angelina ya estaba saliendo de la habitación - Como vuelvas a meterte con ella...
- Tranquilo.
Lo cogí de la mano y entrelacé sus manos con las mías. Era un truco que usaba desde pequeña con él, cuando se enfadaba. Le hacía tranquilizarse y a mi también. Nos había funcionado para mantener la calma cuando nuestros padres nos gritaban, nos decían que les decepcionábamos, no podíamos cumplir sus expectativas... es decir, en muchísimas ocasiones.
Tomados de la mano, en silencio, me guiñó a su habitación. El pelirrojo nos miró, mientras seguía al pie de la escalera, pero aparté en seguida la mirada. Estaba harta de acabar metida en discusiones y situaciones desagradables por su culpa. No sabía si le había contado nuestro encuentro a Angelina, si lo había hecho estaba en su derecho puesto que yo también se lo había contado a Draco, pero no me apetecía seguir con esto.
Llegamos a su cuarto y cerró la puerta. Me senté en la cama, espectante, dándole su tiempo mientras caminaba con la cabeza gacha por la habitación. Seguramente estaba pensando en que decirme.
- Draco...
- Espera, Marta - suspiró y paró de andar, sentándose a mi lado - mira, he sido un idiota y un amigo horrible. Es que... tu eres mi mejor amiga, siempre has estado allí y cuando me contaste lo que había pasado con esa comadreja... Me asusté, no quería que te hiciesen daño. Sabes que mis compañías nunca han sido las mejores y me pienso que todos los tíos van a ser como yo...
- Draco, tu no eres...
- Si soy - dijo con una sonrisa triste - pero ese no es el tema. Tienes que buscar tu propio camino y te prometo que te apoyaré. La próxima vez que me cuentes algo no lo cuestionaré de esa manera, te apoyaré y aconsejaré... Si quieres.
- Claro que quiero - contesté sonriéndole - yo también lo siento. Tenía que haber sabido que solo querías protegerme.
- No es tu culpa - dijo pasando su brazo por mis hombros - Ahora vamos a lo importante, ¿ya nos hemos cansado del pelirrojo y estamos con el pijo de Blaise?
Le di un pequeño golpe en el hombro y los dos comenzamos a reírnos. Hablamos durante más de una hora, contándonos lo que había pasado estos días. Me fui a dormir muy feliz, sabiendo que había recuperado a mi mejor amigo.
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