George (Segunda parte)
«La cámara de los secretos ha sido abierta.
Enemigos del heredero... temed»
Mareado, George había acompañado a Hermione hasta el pasillo donde aún estaban congregados algunos de sus compañeros. Según le había contado la subdirectora, la pintada había sido descubierta por un alumno de tercero de Ravenclaw que había avisado rápidamente a Luna. Los que no lo habían visto ya conocerían la historia pero cuantos menos curiosos rondaran por la zona mejor podrían llevar el problema.
Los alumnos estaban en sus habitaciones. La directora Mcgonagall se encargaría de vigilar mientras Hermione conseguía reunir a todos los profesores y hacían una reunión de emergencia. Así es como se había dado cuenta de que no encontraba a Black y nadie la había visto desde la mañana.
Las letras, el color, la posición en la pared. Todo era exactamente igual que hace unos años, cuando...
—¿Dónde está Ginny? —preguntó preocupado el pelirrojo.
—En su habitación —contestó Ron que había aparecido de repente a su lado—. La he dejado con Harry. Está bien, solo un poco conmocionada con todo esto. Cuando vayamos a la sala común pasaré a preguntarle si quieren bajar.
George asintió mientras seguía mirando la frase que tantos estragos y miedo habían causado. Seguramente fuese una broma de muy mal gusto. Cualquiera que hubiese vivido en Hogwarts cuando la cámara fue abierta sabría que con eso no se podía jugar.
—¿Es una broma? —dijo con seriedad sin dejar de mirar la pared.
—Eso espero —respondió Hermione—. Lo que de verdad me preocupa es no encontrar a Marta. Es muy raro en ella desaparecer si tiene obligaciones. Nunca lo había hecho.
—A lo mejor ha tenido un mal día.
Mientras decía esta frase, Ron miraba a su hermano con los ojos entrecerrados. Este se dio cuenta y le dio una rápida colleja sin que la chica se enterase. El pequeño ahogó un quejido y, disimuladamente, volvió a su pose original con los brazos cruzados.
—No lo se, pero esto no me da buena espina —dijo Hermione—. Vamos a la sala común, ya deben estar todos allí. A lo mejor alguien la ha encontrado o ha aparecido ella sola con todo el revuelo. Tenemos que hacer la reunión rápido para decidir lo que vamos a hacer y comentárselo a la directora para ver si está de acuerdo.
Los tres se dirigieron con paso rápido y firme. Ninguno dijo nada durante el trayecto hasta que tuvieron que darle la contraseña a la estatua de la puerta. Cuando pasaron a la sala ya estaban allí todos sus compañeros reunidos. Unos de pie, otros en los sillones, algunos cuchicheando cerca de la chimenea. Harry y Ginny estaban en una de las esquinas. La pelirroja debía de haber estado llorando porque tenía marcas de lagrimas y los ojos hinchados, pero cuando les miró había determinación en estos.
Todos se quedaron en silencio cuando Hermione carraspeó. Algunos tenían expresión preocupada, otros nerviosa y unos pocos divertida pues no se tomaban en serio que algo grave estuviese pasando.
—Compañeros, esto es serio —comenzó Granger con voz alta y grave—. Parece una obra de vandalismo, seguramente perpetrada por alguien que no tiene ni idea de todo el dolor que causo ese episodio en el pasado. Nuestra labor es encontrar al o los culpables para poder tomar las decisiones pertinentes.
Neville levantó la mano, asustado. Desde el incidente con Pansy había vuelto a ser el chico callado y nervioso que era antes de salvar a toda la comunidad mágica con valentía. Su regresión no sería permanente, varios de sus compañeros habían tratado de hacerle ver que no hacía falta que continuase con esa actitud. Incluso Malfoy había intentado decirle que todo estaba bien, que no tenían que hablar más del tema. Pero su vuelta a la normalidad estaba siendo muy lenta.
—Her...Hermione —dijo tartamudeando cuando esta le señaló, dándole permiso para hablar—. ¿Y si no es una broma? ¿Y si de verdad ha vuelto a ser abierta?
—Aunque así fuese, Neville —contestó Harry mientras se acercaba a los demás con los brazos cruzados— no hay nada en la cámara de los secretos. Matamos al basilisco, destruimos el diario. No es más que un lugar donde va todo el agua sucia del castillo.
Potter tenía razón, no eran más que unos pasadizos llenos de agua y mugre en los que el único peligro existente era coger perderse o coger alguna infección. Ninguna criatura volvería a acechar desde allí la seguridad de los magos.
Neville pareció relajarse mientras apoyaba su espalda en el sofá. Algunas caras seguían escépticas pero la mayoría había tomado una actitud más despejada. Con los nervios puede ninguno hubiese pensado en ello y creían que estaba la opción de que una serpiente gigante rondase por los pasillos.
—La pintada ya está siendo limpiada y si los alumnos preguntan se le dirá lo que es, una gamberrada que será castigada. No le deis demasiada importancia para que los rumores no corran como la espuma. También necesito que los jefes de las casas me deis los nombres de los que sean más sospechosos, para poder hablar con ellos.
—Ya sabéis, tranquilidad —dijo Ron poniendo cara de preocupación—. Aquí no ha pasado nada.
Hermione le miró mientras este asentía con seriedad. Espero unos segundos para cercionarse que su novio no tenía nada más que decir y sacudió la cabeza lentamente.
—Voy a buscar a la directora Mcgonagall por si tiene algo más que decirnos. Blaise y Nott, podríais ayudarnos a hacer las rondas mientras hablamos con ella —estos asintieron en silencio—. Viktor, Ivan, Fleur y Leonor, no digáis nada a vuestros alumnos a no ser que os pregunten. Estaban yendo a sus dormitorios fuera del castillo cuando se descubrió la pintada asi es que puede que no sepan nada.
Los aludidos hicieron un gesto de confirmación a Hermione. Viktor lo acompañó de una media sonrisa que hizo que la chica se desconcertarse durante unas milésimas de segundo, pero enseguida volvió a la normalidad.
—Una cosa antes de que terminemos —dijo mientras los demás empezaban a hacer corrillos, pensando que la charla había acabado—. ¿Alguien ha visto a Marta Black? No sabemos nada de ella desde esta mañana.
Nadie contestó. George repasó una a una las caras que había en la sala, buscando un rastro de que alguien supiese donde se encontraba y estuviese ocultándolo, pero no vio nada. Malfoy parecía preocupado y con ganas de salir corriendo, seguramente a buscarla. Se dio cuenta de que el pelirrojo estaba mirándolo y entrecerró los ojos con odio.
—Bueno, si alguien la ve decidle que la estoy buscando —concluyó Hermione.
—Puede que haya sido ella la de la pintada —dijo Ernie, que estaba apoyado en la chimenea con una sonrisa desagradable y las manos en los bolsillos.
—¿Qué tontería estas diciendo? —respondió Draco apretando los puños.
—Yo no lo veo una tontería —esta vez fue Angelina la que contestó desde el brazo del sofá en el que estaba sentada junto a Cho—. Le gusta mucho llamar la atención, es algo que sería capaz de hacer.
—Además, todo el mundo sabe que a los Slytherin les gusta mucho asustar a los demás...
Antes de que Ernie terminase de decir estas palabras tenía a Draco, Nott y Blaise rodeándole. Levantó las manos en señal de rendición mientras se alejaba de sus compañeros y se colocaba cerca de las escaleras que llevaban a su dormitorio. Los chicos le miraron con una sonrisa de superioridad, sabiendo que habían conseguido que se callase.
—Marta nunca hubiese hecho eso —dijo Hermione tajantemente— y bastantes rumores estarán circulando ya por el castillo como para que nosotros alimentemos nuevos. Espero que todos actuemos como adultos que somos.
Miró a todo el mundo señalándolos con en ceño fruncido. Dio la reunión por terminada y salió de la estancia seguida por Harry. Ron se quedó con su hermana mientras George contemplaba pensativo la puerta de la habitación de Marta.
—Voy a ir a buscarla. Necesitaré ayuda, comadreja.
La voz de Malfoy se escuchó a su lado, lo que hizo que se sobresaltase. El rubio estaba serio, con la mandíbula apretada. Parecía que le estaba costando horrores pedirle un favor a George, pero no tenía más remedio.
—¿Por qué me lo pides a mi? —preguntó el pelirrojo— Casi te mando a la enfermería esta mañana.
—Sigue soñando, Weasley —respondió con una sonrisa—. Sus amigos son el trío de oro y creo que estarán más ocupados en otras cosas. Tu hermana no creo que esté para dar paseos por el castillo y Zabinni... bueno, no creo que le apetezca encontrárselo más que a nosotros.
George seguía contemplando la puerta. Era muy raro que Marta no hubiese asistido a impartir una clase, aunque seguro que tenía alguna razón de peso. Más después de lo que había pasado esa mañana. Pero una parte de él estaba preocupado por si de verdad le había pasado algo malo. No haría daño a nadie dar una vuelta por el castillo, si la encontraba y no había pasado nada al menos se quedaría más tranquilo.
—De acuerdo, hurón. ¿Por dónde empezamos?
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