"Quiere jugar"

Despierto en una habitación a oscuras y comienzo a caminar por ella en busca de luz o una salida, no la encuentro.

Un ciervo aparece en la lejanía saltando de un lado a otro como si volara. Cada vez se acerca más y una tenue luz empieza a golpear mi vista, sigue acercándose aunque apenas puedo verlo, la luz se ha convertido en un foco que me ciega por completo, solo oigo el sonido de pisadas aproximándose. Poco a poco, la luz se afloja y ante mis ojos se extiende un hermoso prado rodeado por un bosque frondoso. Fijo mi vista al frente donde se encuentra el ciervo a escasos metros de mí, es casi tan alto como yo y su pelaje de marrón azabache desaparece en su tripa convirtiéndose en un blanco nieve. Subo los ojos hasta su cabeza, la cual es adornada por una cornamenta enorme, el ciervo resopla y el aire roza mi pelo haciendo que se mueva. Lentamente busco sus ojos de un marrón claro. Su mirada es autoritaria e intimidante, como si fuera capaz de leer mis pensamientos.

Un fuerte viento empieza a azotar el bosque provocando que cierre los ojos, mi pelo vuela descontrolado y siento una respiración muy cercana. El aire que golpeaba mi cara directamente ya no lo hace, es como si algo o alguien estuviera delante tapándome el aire. Sigo sin ver nada, no puedo abrir los ojos, una fuerza extraña me obligará a mantenerlos cerrados.

—Escucha con atención porque será la primera y la última vez que te diga esto. ¡Márchate antes de que sea demasiado tarde! —habla una voz en mi oído. Pego un salto e intento correr, pero soy incapaz de moverme—. Tranquila pequeña, hoy no morirás, así que abre los ojos.

Siento una pequeña presión en mi pecho. Abro los ojos y lo primero que veo es a un joven no mucho más alto que yo, que me mira fijamente con odio. El miedo me invade por culpa de sus palabras aunque a la vez quiero saber dónde estoy y por qué estoy aquí.

—Eso fue un error, nunca debiste haber llegado aquí, solo eres un desliz en mi camino —explica el joven mientras se agacha, poniendo su rostro a escasos centímetros del mío. Siento un escalofrío recorrer mi espina dorsal de arriba a abajo. ¿Cómo puede saber lo que pensaba? ¿¡Acaso leyó mi mente!?—. ¿No es obvio? —dice con arrogancia—. Eres una niña necia, llegas a un lugar que no conoces y piensas que es como el tuyo. Si sigues pensando así tal vez mueras más pronto de lo que quiero. —Se separa levemente.

El nerviosismo me invade, soy incapaz de entender dónde estoy o cómo llegué, pero lo que más miedo me da es que el joven que tengo ahora mismo enfrente puede leer mis pensamientos.

—¡Tan ingenua eres, claro que me tienes que tener miedo! —grita acercando su rostro de nuevo al mío.

—¡Aléjate! —pongo mis manos en su pecho haciendo presión para alejarlo.

—Tranquila, ¿te crees alguien para vencerme? ¡No eres nadie, solo una simple cucaracha en mi camino a la cual aplastar —exclama agarrando mis muñecas.

—¡No, suéltame! —grito desesperada mientras forcejeo con todas mis fuerzas. Él en respuesta aprieta su agarre sobre mi cuerpo acercándome más a su rostro.

—De momento solo quiero divertirme contigo —roza la punta de su nariz contra la mía. Sus ojos marrones se empiezan a teñir de un rojo fuego provocando más miedo en mi ser. Sus labios rozan los míos, suelta mis manos y rápidamente agarra mi nuca, nuestros labios se funden. Lo empujo con todas mis fuerzas, pero no hay manera de alejarlo. Tras unos segundos se separa de mí y en su rostro se forma una sonrisa burlona.

Un fuerte dolor hace mella en mi pecho provocando que me desplome contra el suelo, intento levantarme aunque no soy capaz.

—Recuerda, aquí nada es lo que parece.

Elevo la vista del suelo para mirarlo sin embargo lo que mis ojos ven me deja atónita, el chico transformándose en el ciervo mientras que me mira fijamente.

—《Recuerda aquí nada es lo que parece.》 —Esas palabras resuenan en mi cabeza como si él estuviera hablando dentro de ella.

Mis párpados comienzan a pesar e intento mantener la vista en él, no soy capaz de aguantar así que cierro los ojos, oigo pisadas alejándose poco a poco, antes de que se dejen de escuchar por completo el habla en mi mente de nuevo.

—《Por cierto, me llamo Hass y pienso divertirme contigo.》

En cuanto termina la frase caigo en un profundo sueño del cúal soy presa. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top