"Despertar"
Doy una gran bocanada de aire abriendo los ojos sobresaltada. La habitación blanca me ciega, con cuidado saco primero una pierna y después otra, dejó atrás la cama saliendo a un gran pasillo. Camino hasta que llego a una gran sala, en la cual se encuentra varios Dioses y Príncipes reunidos: Hass, Wissen, Freude, Kirsche, Natur y Wind, miro fijamente a la última.
—《Recuerda, aquí nadie sabe que Wasser aun muerto rige el nexo entre mundos, ni que soy tu madre》 —habla en mi mente la Diosa.
—Klarheit, ya has despertado —Hass salta de su asiento acercándose, agarra mi mano con delicadeza. Sonríe y tira de mí hasta la mesa, tomamos asiento. Suelta mi mano, enseguida busco la suya de nuevo, estar en contacto con él relaja mi corazón, Hass rápidamente entrelaza nuestros dedos.
—En tu ausencia Klarheit, los Dioses del Odio han escapado del exilio, sospechamos que alguien los liberó, pero no sabemos quién ha podido ser. Hass su hijo, liberado de acuerdo con la profecía ha sido sometido a un estricto interrogatorio, por ello no es sospechoso. A pesar de los miedos infundados por los Príncipes aquí presentes —explica Wissen.
Aprieto la mano de Hass y pienso en mi mente:
—《¿No les has contado la verdad?》
—《Solo a Wind, ella es la que ha decidido mentir, sabía que si los demás sabían la verdad acabaría encerrado y no podría protegerte》 —responde sin quitar su vista del frente.
—《¿De quién me tienes que proteger? Tus padres prometieron dejarme en paz》 —pienso aún con más fuerza.
—《Luego hablamos, en privado》 —da un pequeño apretón a mi mano.
—¿Klarheit, estás ahí? —Eis intenta llamar mi atención.
—¿Eh? Sí ¿Por? —pregunto dirigiéndome hacia ella.
—Parecías distraída —responde mirándome fijamente.
—No, es solo que aún me siento desorientada —excusa regalándole una falsa sonrisa.
—En ese caso deberías de volver a la habitación, podemos deliberar sin ti. Hass, acompáñala, no sea que se pierda, estos pasillos cambian dependiendo de los deseos de quien los cruza –explica Wind excusándonos.
—Claro —asiente el Príncipe levantándose.
Lo obligo a soltar mi mano y camino detrás de él hasta la habitación en la que he despertado.
—¿Dónde estamos? —pregunto nada más cierra la puerta.
—Estamos en "El Castillo Sagrado" —enfrenta mi postura—. Te desmayaste a mitad camino, has estado dos días dormida. Con ayuda de Bieder te traje hasta aquí. Es un buen lobo —relaja sus hombros, no queriendo discutir
—¿Tantos días? —pregunto algo confundida. Cuando estaba en el nexo el tiempo no parecía pasar, ha sido tan efímero...
—Sí. Quisiera preguntarte que has estado viendo estos días, pero, imagino que no lo puedes decir, los viajes astrales son muy raros, pero cuando existen profecías de por medio... —Has intenta desviar la conversación.
—¿De qué me tienes que proteger? Tus padres... —ataco.
—Hay un espía en el castillo —corta mis palabras, agarra mi mano.
—¿Y eso que tiene que ver conmigo? —pregunto alejándome.
—Mis padres aún no saben que les he traicionado, piensan que estoy recopilando información para ellos, pero si el espía te ve aquí, ellos mismos se darán cuenta de que he cumplido la profecía y roto el sello que me retenía en el inframundo. A estas alturas se suponía que ya me había deshecho de ti, y tengo miedo de que puedan hacerte daño estando tú aún aquí —agachando la cabeza.
Siento una punzada en mi pecho, no esperaba que se ofendiera por mi pregunta tan severa.
—Oye, lo siento, desde que desperté en Leben, no hago más que escuchar las palabras magia, profecía, Dioses, Príncipes... Y yo tan siquiera sé quién soy, Klarheit no es más que un nombre que Eis me puso en el momento, ¿cuál es el de verdad? ¿Y mi edad? ¿Existe alguien en la tierra buscándome? No lo se, y es aterrador, que estando tan perdida lo único que me importe es esta extraña marca que llevo dentro de mí que nos une... No sé quien soy, solo... —Quiero decirle que me acabo de enterar de que soy una especie de Princesa sin poderes, hija de dos Dioses, pero no puedo. Las lágrimas me ganas escapándose de mis ojos. Froto con las palmas de mis manos las mejillas secando el agua salada. Hass se aproxima para frotar mi nuca.
—Y yo lo siento aún más, estoy enfadado conmigo mismo —vuelve a agachar la cabeza. Ahora soy yo quien le acaricia la cabeza a él, su flequillo semilargo cae sobre sus ojos.
—¿Por qué?
—Al principio cuando te vi en el prado pensé en matarme ahí mismo, es lo que mis padres hubieran hecho, pero me pareció mejor marcarte y hacerte sufrir, sin embargo conforme pasó el tiempo comencé a sentir que toda la rabia que sentía desaparecía cuando estábamos juntos, por eso siempre que estabas sola prolongaba mi conciencia hasta ti. Y ahora no sé como vivir sin tu presencia, temo volver a caer, no estoy orgulloso de lo que hice en el pasado, estaba lleno de furia e ira y tan solo escuchaba la voz de mi madre ordenándome —explica alzando por fin la cabeza, coloca sobre mi hombro su barbilla.
Me gustaría seguir indagando, pero sin duda ambos somos dos seres rotos y torturados por nuestros propios padres. Sus ojos que habían adquirido un subtono rojizo regresan poco a poco al marrón. Profundizó los dedos en su pelo, cierra los ojos suspirando.
—Perdón, no quería interrumpir —Wind llama nuestra atención desde la puerta.
—Tranquila, no pasa nada. ¿Qué quieres? —Hass recompone su postura fingiendo endereza.
—Querría hablar con Klarheit, ahora que la reunión se ha terminado —informa la Diosa haciendo un ademán con la mano indicándole a Hass que salga de la habitación. Hass se levanta sin rechistar aunque no aparta la mirada de mí. Una vez que ha salido Wind se sienta a mi lado dedicándome una sonrisa alegre.
—Estoy muy orgullosa de ti, romper una profecía no es simple, aunque el Destino esté de tu parte —agarra un almohadón colocándolo sobre su regazo.
—Yo no he hecho nada, solo he intentado no morir sin mucho éxito —respondo agarrando otro almohadón.
—Eso es culpa mía, para que Wasser pudiera traerte de vuelta de la Tierra tenía que dejar atrás todos tus recuerdos humanos... A sabiendas de que estabas vacía fui capaz dejarte tirada en el prado, sin embargo era necesario, el tiempo se agotaba y el chivatazo falso que infiltre entre los espías de los Dioses del Odio atraería a Hass en cualquier momento —se disculpa la Diosa.
—Cuando habláis del Destino, así como si de verdad fuera un ser con forma física, me siento extraña... Ese Destino ha elegido casi toda mi vida por mí, una vida que no recuerdo —muerdo mi labio incómoda.
—Yo puedo hacer algo con eso, puedo devolverte tus recuerdos de Leben, los que adquiriste cuando eras una niña y perdiste al lanzarte a la Tierra la primera vez —extiende una de sus manos colocando detrás de mi oreja un mechón de cabello rebelde—. Siempre he soñado con volverte a ver y abrazarte como antaño —la nostalgia tiñe su voz.
—La verdad es que lo agradecería —coloco su mano sobre mi mejilla y dejo caer peso contra ella.
—Si así lo quieres —fija sus ojos sobre los míos, sus iris negros se aclaran hasta formar un torbellino grisáceo, besa mi frente, un suave aire vuela mi pelo del un lado a otro.
En mi mente un chispazo prende la oscuridad, veo imágenes, recuerdos, vivencias, de una niña que era escondida pero amada, mi madre Wind y mi padre Wasser tuvieron que tomar la decisión más difícil de su vida... Alejarme.
Abro los ojos.
—¿Cuál fue el Dios que descubrió mi existencia? —pregunto tras asimilar la gran mayoría de recuerdos. Dos años no dan para mucho.
—El padre de Hass, uno de sus espías te vio cuando estabas conmigo, la mayoría del tiempo te manteníamos en el nexo, pero yo no podía estar mucho tiempo allí sin perder mi magia, así que de vez en cuando te traía aquí a Leben donde te escondía como mejor podía. Para Hassen tu existencia era muy peligrosa, hija de dos de los Dioses principales, era inimaginable los poderes que podías llegar a adquirir sin embargo estas vacía, como una ánfora. En un principio me culpé, pensé que era un castigo del Destino, aunque con el tiempo descubrí que no era posible, fue el mismo Destino el que nos guio a tu concepción, naciste sin poderes porque así tenía que ser. Una humana entre Dioses —vuelve a acariciar mi mejilla—. Para Hassen aplastarte era tan sencillo como mandar a unos cuantos Hombres Sombra y aunque soy poderosa un descuido podría ser fatal para ti. Wasser dedico semanas a convencerme de que la única manera de mantenerte a salvo era mandántote a la Tierra, y así lo hicimos finalmente —suspira cuando termina de contarlo todo.
—Pero ya estoy aquí —aprieto su mano y por un instante decido jugar a tragar mis sentimientos. Todo es demasiado abrumador.
—Si, sin embargo ahora tenemos una guerra a nuestras puertas. Parece que nunca llegará el momento perfecto para conocernos, como madre e hija —el tono de su voz vuelve a entristecerse.
—Todo llegará, a su debido tiempo —intento que la mueca en su rostro desaparezca.
—Espero que tengas razón —desvía sus ojos hasta mi cuello—. Será mejor que les des el colgante lo ante posible, a cada instante Hass está en peligro, el poder oculto en su interior le protegerá de poderes externos aunque pueden dañarlo en un cuerpo a cuerpo —roza un instante la pluma de cristal, brilla.
—Lo haré —asiento.
Wind deja el almohadón a un costado antes de despedirse. La veo salir lentamente.
—He estado esperando todo el rato en la puerta, pero no podía escuchar nada, creo que Wind ha bloqueado con algún hechizo la habitación. ¿Estás bien, te ha hecho algo? —Hass entra en cuanto la Diosa desaparece de su vista.
Ignoro sus palabras.
—Quiero darte algo —busco la cadena del colgante y lo saco por encima de mi cabeza—. Acércate —ordeno—. Para que estés protegido —extiendo los brazos y dejo caer el colgante por encima de su cabeza.
—No tienes qué dármelo, tú lo necesitas para protegerte —Hass agarra con una de sus manos la pluma verde.
—El Destino quiere que lo tengas tú —agarro su mano entre las mías impidiendo que se quite el colgante.
—Vale, pero solo acepto con la condición de que tú no te alejes de mí, es la única manera de que sigas segura... solo hasta que podamos devolverte a la Tierra —su voz se va apagando.
—No creo que vuelva a la Tierra, este es mi hogar ahora —sonrío avergonzada. No puedo darle más explicaciones, pero Hass no hace preguntas, está feliz con mis palabras.
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