35.

El timbre que marca el fin de la jornada escolar de hoy, sueña y retumba por todo los lu abres del instituto. Me apresuro a salir del salón, casi arrastrando mi mochila por el suelo mientras cruzo "volando" el pasillo. Abro mi taquilla y saco los libros de matemáticas, mañana hay un examen y no quiero reprobar.

-¿Estás bien? -pregunta una voz a mi espalda.

Aprieto aún más fuerte el borde de la puerta de metal con mis dedos y cierro los ojos mientras ruego por dios y todo lo que pueda que no sea lo que creo. Me volteo rápidamente y encuentro a Harry con las manos en los bolsillos de sus pantalón ajustados.

-Harry... Si, obvio que estoy bien. -digo y mi voz suena temblorosa. No he dicho ninguna palabra a nadie desde que nos separamos de la clase de filosofía con el chico de enfrente.

-¿Segura? -insiste. Se pasa una mano y se revuelve el cabello. Una pequeña sonrisa aparece en mi rostro y me volteo para cerrar la taquilla. Harry ya ha avanzado unos cuantos pasos de modo que me espera en la mitad del pasillo. Cuando lo alcanzo, me mira de reojo. -Sabes que no puedes mentirme, ¿Verdad?

Me detenido justo cuando llegamos a la puerta de salida. Miles de personas pasan a nuestro lado. Sé que estamos obstaculizando la salida pero no me importa. Me pregunto constantemente si esos ojos que ahora me miran preocupados, sin realmente tímidos.

-Claro que puedo mentirte. Que lo notes o no, es diferente. -emito y con una sonrisa me volteo y empujó la puertas para salir al exterior.

No es necesario voltearme para ver cómo ha reaccionado Harry ante lo que dije. Sé que se está riendo en silencio y que mientras lo hace, menea con la cabeza. Sé que está aguantándose todo lo que puede por no tomar mi mano y hacer que caiga en su pecho y poder estar totalmente unidos. Sé que se le hace totalmente difícil poder controlarse.

Porque ambos sentimos lo mismo.

(...)

Harry y yo estábamos discutiendo hace unos minutos por la música que resonaría a nuestro al rededor. Finalmente, el ganó y me quitó el cable auxiliar de las manos con la suya, mientras que con la otra, afirmaba el volante del auto de su madre.

-No me importa. Al fin y al cabo, solo escucharemos por un par de minutos. No vivimos lejos. -digo haciéndole caso omiso a su victoria. Harry sonríe de lado y se detiene en el semáforo en rojo.

-¿Quién dijo que iríamos a casa? -pregunta aun sin mirarme.

Enarco una ceja y me volteo rápidamente hacia él. Está sonriendo y aunque no me ve, sabe perfectamente mi reacción.

-¿Qué significa eso?

-Significa, que te llevaré a un lugar, Erin. -pronuncia finalmente apretando el acelerador bajo sus pies. En mi rostro comienza a crecer una sonrisa y que que trato de evitarlo, se me es imposibles. -Tranquila, no se secuestraré ni nada... Aunque probablemente, termines padeciendo el síndrome de Estocolmo.

-Eres demasiado horrible como para que me de eso, Harold. -emito y me obligo a no mirarlo. El, en cambio, lo hace y suelta una risa.

Alargo mi mano que descansa sutilmente sobre mi regazo y la pozo sobre la suya que está también sobre su rodilla. Harry, aún sonriendo, retira la mano rápidamente dejándola ahora en el reposa brazos. Frunzo el ceño y río fuertemente. Harry enarca una ceja y yo me apresuro en levantarme y lentamente, dejo que mis labios dejen un tierno beso en su mejilla.

Harry cierra los ojos unos segundos, y es como si lo disfrutara. Me alejo y vuelvo a mi posición inicial. Pero ahora es Harry quién no deja de sonreír.

Finalmente se estaciona frente a la entrada de un parque. Las rejas sin verdes y el gasas y están cubiertas hasta casi pasar desapercibidas por unos arbustos detrás de ella. Harry es el primero en bajar y levanta los brazos sobre la cabeza para estirarse. Yo aprovecho de bajarme corriendo y justo cuando está bajando sus brazos, lo rodeo con los míos por su cintura.

-Nunca te veo venir, eres... -dice el colocando su brazo sobre mi hombro y estrechándome contra el. -Eres impredecible, Erin.

Levanto la mirada y apoyo mi barbilla en su pecho, mirando su rostro. El sol cae directamente sobre él y sus ojos adoptan un todo diferente. Mira hacia abajo, a mis ojos, y me sonríe levemente.

-Supongo que eso es bueno, ¿no? -pregunto.

-Para mi es perfecto. -suspira él.

Miro sus ojos esmeralda y sonrío tan ampliamente, que una margarita se forma en mi mejilla. Harry con su otra mano, me estrecha el cachete y yo le saco la lengua con burla.

-Deja de ser linda y vámonos ya. -murmura, soltándose de mis hombros y dando un paso adelante. Quedo hacia atrás, y el me guía por el camino de entrada al parque.

Lo que ahora queda en frente a nuestros ojos, es un camino estrecho, delineado apenas y abruptamente por la hierba rebelde del bosque. La luz del sol, a estas horas, es tenue y traspasa y trata de colarse por entre las ramas.

Harry mira hacia atrás, comprobando de que aún sigo con el, a pesar de que tira de mi mano. Sonríe y yo lo imito casi por inercia. Cuando se vuelve, en vez de seguir y seguir, cambia de dirección hacia el este, donde pasa por entre los árboles.

Levanta sus manos sobre sus ojos, dejando todas las ramas sobre su cabeza. Sin soltar mi mano, espera que pase y por fin deja caer las ramas de los gigantes de nuestro alrededor. Vuelve a tomar el liderazgo y sin saber qué pasa, enarco una ceja sin detenerme.

-¿A dónde vamos, Harry? -pregunto mirando hacia todos lados. El olor a la naturaleza inunda mis fosas nasales a más no poder y puedo cerrar los ojos y sentir hasta el sonido del cantar de los pájaros más lejanos. Harry se voltea aun sin detenerse y solo sonríe.

Suelto un bufido y me acomodo el cabello tras las orejas. La capucha que me puse hoy es delgada y perfecta para hoy. Harry lleva su eterna remera blanca, que hace que se contraste con el resto del lugar. Él, se detiene al cabo de unos minutos, y mira hacia la derecha unos segundos. Finalmente, se vuelve hacia mi y tira de mi cintura, apoyando su espalda contra un árbol.

-Prométeme que no abrirás los ojos hasta que yo te diga. -me pide recargando mi cuerpo contra el suyo. Hago pucheros mientras achino mis ojos a lo que él rodea los ojos. -Deja de ser tan llevada a tus ideas, por favor.

-Está bien. -suspiro. Cierro los ojos y sonrío aun contra su pecho.

El suelta un bufido de felicidad y me voltea, cubriendo mis ojos con sus grandes manos. Siento su respiración tras de mi, justo sobre mi oreja y creo que no podré caminar mas, pero el da un paso hacia adelante obligándome a hacer lo mismo. Suspiro y el me guía lentamente, con seguridad.

Sé que debería sentir temor, ya que estamos en un bosque. Cualquier cosa puede pasar aquí, digo, no es que salga un oso de la nada o algo pero... ¿Quién sabe? El hace que todo sea seguro, el me cuidara y yo confío en el.

Sus pies siguen moviéndose tras los míos y siento que la punta de mi pie choca con algo. Una sonrisa surge en mi rostro y el me calma susurrando en mi oído.

-Ahora.

Lentamente, descubre mis ojos y tengo que permanecer con ellos cerrados unos momentos para que se acostumbren a la luz. Cuando finalmente consigo abrirlos, siento que tendré que desmayarme. Una risa de complicidad suena tras de mi y mis ojos se llenan de lagrimas cuando asimilo lo que está frente a mi.

Siento a Harry avanzar un paso achaca mi y rodea mi cintura con sus brazos.
Frente a nosotros, hay un claro. Hay una roca inmensa justo en el centro y lo que hizo mis ojos inundarse, no fue aquello, si no lo que estaba escrito en ella.

-Este solía ser mi lugar favorito cuando era pequeño, solía sentirme seguro, que nada podría pasarme si me sentaba en aquella roca. -musita y acerca sus labios un poco mas, de modo que puedo sentirlos. -Ahora que te he encontrado, no hay manera que me sienta indefenso a tu lado. Si estas aquí, en mi lugar, puedes hacer que ni el fin del mundo cruce el limite que lo excluye del bosque. Quiero que me hagas mas seguro, por eso, ahora no es solo mío, también es tuyo. Ayúdame a construir mi vida, quédate en la mía para siempre. Si logras hacer que esto funcione, entonces ya no sentiré dolor. Sé mía, Erin.

........

Okay, esto es realmente hermoso. Disfruto mucho escribiendo esta historia y mas aun sabiendo que ustedes la leen. Les comentaré una alegría que siento y que mañana se completa.

Hace unos meses compré un ticket para ir a ver a Ed Sheeran aquí en Chile, el 23 de abril. Resuelta que mañana es y me quiero morir. Digo, Dios mío, es increíble y estaré a metros de el. Subiendo un capítulo, estaré más que feliz.

Gracias por todo, hacen mi vida un paraíso.

Un beso y abrazo,

Monse.

Pd: ¡Deséenme suerte! 💕

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