18.
Por la mañana, mamá me despierta y me planta frente a mi una bandeja llena de comida. Prácticamente no he comido nada desde la mañana de ayer pero no lo siento asi. Mi estomago suele protestar cada vez que necesita atención pero estas horas no lo ha hecho.
Digamos que está dejando descansar.
Rodeo los ojos y comienzo a comer lentamente el sándwich de mantequilla con mermelada. Miro mi celular y me doy cuenta de que son recién las 10:30.
Mamá ha decidido no enviarme a clases porque dice que aun estoy como impactado. He intentado protestarle porque eso lo único que hará es darle una ventaja al malito Jake pero me da igual.
Cuando termino de comer mi sándwich me ducho, y me alisto para ir a ver a Harry. Me monto en mi bici y al cabo de unos minutos estoy frente al portero.
-¡Hola! -me saludo espontáneamente. Pongo cara rara y luego sonrió. El ríe un minuto y me abre el portón.
-¡Gracias! -le grito mientras tomo impulso y me lanzo contra la calle.
Estas casas deben costar mucho dinero, y no solo lo digo porque son lindas, si no porque ocupan mucho terreno. Si no me equivoco, mamá había cotizado una de ellas pero se retractó de inmediato.
Me bajo de la bici y la dejo a un lado de un gran auto gris grafito. Camino por el caminito de entrada y me detengo frente a la puerta de madera. Respiro unas veces y me digo a mi misma que todo saldrá bien. Tendré que contar mi versión de los hechos que básicamente es la misma de Harry a sus padres. Sé que es muy difícil, porque las veces que he tenido que contarle algo a mi madre que he estado escondiendo por mucho tiempo, me han resultado un infierno.
Toco tres veces y la puerta se abre solo un minutos después el señor Styles aparece frente a mi. Está vestido con una camisa a rayas y unos jeans. Ya no tiene las cánulas ni la malla que afirmaba su brazo. Y dicho así, se veía bien. Era muy parecido a Harry. Ojos verdes pero el los tenía un tanto pardos. Tez blanca y cabello café.
-¡Erin! -grita y me toma de los hombros para estrecharme contra el. El cabello que tenía amarrado en una cola alta golpea su rostro y este se echa hacia atrás riendo. -Me da un gusto verte. Pasa.
-Igualmente, señor. Gracias. -le respondo pasando. El cierra la puerta a mis espaldas y yo me quedo esperando a que venga hasta mi.
-Ven, mi esposa quiere conocerte. -dice y apoya su mano entre mi omoplatos. Me conduce por el pasillo donde estaban las fotografías que vi la otra vez y gira en una pequeña sala sin puerta.
Es una sala de estar pero como con todos los hobbys de su familia, al parecer. Hay un gran librero en el fondo, un piano en el medio y en el lado contrario, hay un escritorio donde hay una mujer escribiendo algo en una computadora. Al escuchar que entramos, levanta la vista y sonríe. Se acerca hacia mi trotando en sus pantalones de yoga.
-¡Cariño! -grita y se lanza a mi brazos. Tiene el cabello lacio y de un color negro azabache. Su tez es tan blanca como la nieve. Huele como a rosas. -No sabes el gusto que me da conocerte. -dice al separarse de mi brazos.
-¡Puedo decir exactamente lo mismo, señora! -digo casi imitando la voz de la mamá de Harry medio bromeando, medio diciendo la verdad.
-Oh, vamos, no me digas así. Llámame Lynn. Si me dices señora me creo mas vieja de lo que soy. -comenta mientras se pasa una mano por su brillante cabello.
En realidad, dudo que lo que diga le haga sentir así. Harry me había comentado que su madre lo había tenido cuando tenía 23 años. Lo que significa, que ahora debe tener unos 40 años.
Y no los aparenta para nada.
-Bueno, me imagino que no haz venido a conocernos, si no, que a ver al niño mal herido. -dice el señor Styles. Empieza a caminar hasta la puerta y yo lo sigo. Pasamos por el pasillo nuevamente y se apoya en el inicio de la escalera. -Ya sabes donde está. Sube.
Asiento con la cabeza y comienzo a subir las escaleras. Cuando voy en la mitad, me volteo y los veo a ambos en el pie de la escalera. Se sonríen entre ellos y Lynn descansa su cabeza en el hombro de su esposo. Me obligo a mirar a delante y seguir.
Cuando llego a la puerta entre abierta de la habitación de Harry. Respiro pesadamente y paso mi peso a la pierna derecha. El me había dicho que estaba bien, y ya me había preparado para eso. Pero no para verlo. Me había dicho que estaba feo y eso solo significa que su cara está dañada.
Pongo el puño de mi mano sobre la puerta y golpeo. Espero unos segundos y empujó la madera.
Harry está acostado en su cama. El edredón lo tapa hasta la mitad del estomago. Está sin camiseta. Su estómago está marcado y mas flanco que su cara. Un cardenal (moretón) rodea la piel sobre sus costillas y tiene los ojos cerrados mientras escucha música.
Subo la mirada hasta su rostro y me dijo que tiene los labios partidos. Tiene un poco morado bajo el ojo derecho y una venda en la ceja. Se me llenan los ojos de lagrimas y me llevo la mano a la boca para evitar sollozar. Pero es demasiado tarde.
Harry abre los ojos de inmediato y se quita los auriculares. Sonríe y se acomoda en la cama.
-Erin, dios. No te oí entrar. -dice entre risas. Bajo la mirada y me suelto el cabello para que no pueda ver que estuve llorando segundos atrás. Avanzó hasta el donde se mueve a un lado para dejarme un espacio en su cama.
-¿Cómo estás? -le pregunto mirandolo a los ojos. Está sonriente y asiente con entusiasmo. Hace una mueca d editor y se lleva una mano al cuello.
-Estoy bien. De repente me duele, pero nada grave. -dice volviendo a piense la mano sobre el edredón. -Solo quedan las marcas, nada mas.
-Mm-hm. -logro decir. Bajo la mirada de inmediato al sufrir de nuevo toda la culpa.
Noto que Harry se estremece y comienza a moverse. Toma mi mano y hace que lo mire. Frunce el ceño al ver mis ojos.
-Vamos, Erin. Te he dicho que estoy bien. No te preocupes.
-Es que no lo entiendes. -digo rompiendo en llanto. La culpa me consume y es peor que todo. -No puedo dejar de pensar en culparme todo el tiempo. Mira como estas.
Harry sonríe de medio lado y se lleva una mano al pecho.
-Vaya, haz herido mis sentimientos. No estoy taaaaaaaan feo, tampoco. -ruedo los ojos y hace que suelte una pequeña risita. -De verdad, ya pasó lo peor.
-No, aun no sabemos qué pasará con Jake.
-Ohhh... claro que lo sabemos. -dice acariciando mi mano. -Mamá conoce a la directora del instituto. Obviamente sabrán que esto no fue un accidente y me harán delatar a ese maldito. Lo expulsarán.
-¿Les dijiste ya? -le pregunto secando mis lagrimas con mi otra mano. El menea la cabeza y baja la mirada.
-Por eso te dije que vinieras. Tendremos que bajar en unos minutos y contarles todo. -suspira.
-Está bien. ¿tú estarás bien? -me levanto de la cama soltando su mano. -Digo, yo creo que es difícil, pero mientras tu estés tranquilo, yo te apoyaré.
-Estoy bien. -repite. Deja el reproductor de música a un lado y se destapa. Abro los ojos y el lo nota. Sale de la cama dejando ver unos pantalones de gimnasia. -Tranquila, no soy de los que duermen desnudo, pero si quisieras verme así algún día...
No dejo que terminar porque tomo una almohada de la cama y la lanzo contra el. El gime de dolor y yo reacciono después.
-Oh, dios. ¡Lo siento mucho! -le ruego. El levanta una mano restándole importancia mientras ríe pero yo sé que si le dolió.
Se encamina hasta su armario y saca de ella una camiseta gris. Se la pone lentamente y veo como sus músculos se mueven al hacerlo. Sacude su cabello y me mira sonriente.
-¿Listo? -le preguntó. El asiente con la cabeza y se adelanta para abrir la puerta. Me deja salir a mi primero y juntos bajamos las escaleras.
Harry se estremece y baja como un bebé las escaleras. Un pie, el mimo siempre. Yo lo único que tengo adolorido es el pecho. Es como si alguien estuviera apretándolo todo el tiempo, me hace sentir ahogada pero obviando eso, estoy bien. Llegamos a el living donde sus padres están cómodamente leyendo el periódico o algo así. Harry carraspea y me codea en las costillas.
-Amm. -digo y los señores se levantan rápidamente. Harry me mira de reojo y observo cómo se muerde los carrillos para aguantar la risa. Sin sus típicos zapatos es sólo un poco más pequeño de lo normal. Aun mide un metro ochenta fácilmente.
-Chicos, eh, siéntense. -dice su padre. le toco el estomago Harry para que deje de reír y nos sentamos en el sofá de color negro. -Y cuéntennos.
Y así fue. Les contamos todo y cada uno de los detalles. Obviando, claro, lo sucedido en el baño. Harry casi se pone a gritar con su padre al regañarle por no contarles nada. Quizás entendieron, quizás no, el caso es que nos dejaron ir. Subimos a su habitación donde el se volvió a recostar en su cama, de boca como una estrella.
Me río tan fuerte que el se tapa la cabeza con la almohada. Veo que bajo la espesa capa de cabello, justo en el espacio libre entre él y el cuello de la cabeza, se asoma un cardenal. Me acerco lentamente y siento que su respiración se ha suavizado. Se ha quedado dormido.
Con cuidado y con la intención de no despertarlo, poso mi mano en el cuello de la camisa y tiro de el. Mi boca forma una "o" porque el cardenal se extiende por toda la espalda. Tiene unas partes rojas y algunas costras lo cubren.
Me hago hacia atrás rápidamente y choco con la estantería. Harry salta pero solo es porque está demasiado dormido. Mis ojos se llenan de lagrimas y justo suena a sonar un celular. Camino hasta el cama y tomo el celular de Harry que descansa en el edredón. Lo volteo y leo el mensaje.
"¿Mejor? ¿O necesitas que te de otra patada?"
Y no es necesario que vea quien ha mandado el mensaje. Rápidamente busco la tecla donde dice borrar y hago exactamente lo que está escrito.
Y aquí les va otro. Espero que les guste y que me comenten y voten mucho. Aprovecho de decirles, que hoy he entrado a clases, un nuevo año (qué horrible) Estoy en 2do medio lo que podría ser segundo de secundaria? Bueno, lo que sea, eso significa que ya no tendré taaaaanto tiempo como antes, pero de todas maneras, trataré de subir capítulos lo mas pronto posible.
Un beso para todos!,
Monse.
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