VII
Yoshikage seguía en su trabajo, encerrado en la comodidad de su oficina leyendo y realizando lo correspondiente en su área.
Por más concentrado que quisiera estar había algo que cada vez más lo distraía de lo que veía en la pantalla de su laptop, justo como hace unas horas atrás.
Diavolo
No dejaba de pensar en el pelirrosa desde que se le informó que había conseguido retirarse antes y como resultado curiosidad estaba al rojo vivo pues tampoco le llegaba nada a la cabeza que le diera una mínima razón o teoría sobre Vinegar que le ayudara a calmarse aunque fuera temporalmente.
Era frustrante no saber nada de aquél cuando más ganas tenía de acercarse a su persona, con esos pensamientos tan recurrentes comenzaba a sentirse como una especie de fanático o acosador.
La curiosidad mató al gato, Kira.
Al paso del tiempo sus horas de labor en la oficina habían concluido, en su reloj de mano tenía marcadas las manecillas en un 3:50, era la hora perfecta para salir del trabajo y tomar su rumbo hacia una panadería que vendía unos sandwiches que lo tenían embobado. Si no quería perderse el suyo debía comenzar a tener sus pies en marcha.
El pan es tan suave y esponjoso, seguro que a Vinegar también le podría gustar.
El pardo caminaba con un ritmo lento, casi arrastrando los pies, pareciera que estuviera bastante agotado (cosa que no era mentira) pero por encima de eso estaba terriblemente harto y fastidiado de Trish más que otros días.
Desde que salieron de la escuela ninguno de los dos se dirigió la palabra, Diavolo por mero reproche y Trish por miedo a que se le alzara la voz.
Aún cuando era el mejor punto del día el cielo era opaco y grisáceo a causa de una buena cantidad de nubes que amenazaban con soltar un aguacero encima de ellos.
Esa era otra razón para poner más negativo al Omega, que había ignorado el pronóstico del clima por haber visto el cielo despejado al inicio de su día, y por lo tanto, andar sin su paraguas.
"Turururu"
Su teléfono había comenzado a pronunciar ese timbre personalizado que reconocía fácilmente. El timbre lo había sacado un poco de esa nube mental llena de emociones negativas, ¿Y cómo no hacerlo? Si era Doppio quien lo llamaba.
— ¿Sí? — Habló luego de haber tomado el móvil para atender a quién lo necesitaba.
— Fuah, ¿Está todo bien? Donatella me dijo que no iría por Trish.
Oh, vaya.
Diavolo había imaginado que su hermano quizá podría decirle ese algo que necesitaba para proseguir con su día con una cierta normalidad, se sintió tan idiota y equivocado.
Era bastante obvio que el pelimorado pondría como prioridad a la infante después de haber sido solicitado por la escuela, era normal que dejara de lado a su hermano por el bienestar de una niña.
Sin duda eso le dolía, pero le dolía más saber que no podría enojarse con Doppio por ser así, era consciente de que no lo hacía con intenciones de hacerlo inferior o irrelevante ante otros temas, sabía que aquél siempre se preocuparía primero por quienes identificaba como los más susceptibles al daño, algo que de manera superficial no caracterizaba al pardo.
— ... ¿Hermano?, ¿Si me escuchas?
Por mero accidente el pelirrosa había vuelto a las nubes, pero gracias a la voz del contrario volvió a bajar de ahí enseguida.
— Ah, sí. No era nada importante, no tienes que preocuparte. Será mejor que dejes el teléfono ahora y sigas con tu trabajo, Doppio.
Su voz se escuchaba de ese mismo modo que su apariencia, destrozada. No quería que nada ni nadie lo siguiera molestando y tampoco quería molestar.
Y sabía que al menos eso se cumpliría, Doppio había dejado de reconocer el ánimo de su hermano con sólo su voz, pues desde hace ya algunos años el pelirosa había adoptado aquél acento tan decaído y rudo en sus palabras.
— Mejor pasa al departamento en algún día libre y ve a ayudar en la cocina antes de que escuche a Donatella apurándote de fondo.
Doppio rió nervioso, cuando duraba mucho usando el teléfono en el trabajo su linda esposa siempre se le acercaba para regañarlo y regresarlo al trabajo, pues también solía llamar a las personas para escapar un poco del restaurante. Cuando quería podía ser un flojo.
— No la invoques por favor — Susurró. — Pero entiendo, iré a verte el domingo, cuídate mucho — Tampoco tenía intenciones de insistir, sabía que el tiempo corría desde que la castaña notaba a su marido ausente.
— Nos vemos.
Colgó la llamada pero no guardo el dispositivo en el momento, tenía varios correos basura y algunos mensajes por parte de su familia que obviamente borraría sin siquiera verlos, cómo siempre. Sólo observó por unos segundos esas notificaciones antes de quitarlas y entonces guardaría el teléfono.
— Hmm... ¿Era mi tío?
Una voz por debajo suyo se escuchó, era Trish, que había sido llamada por la curiosidad al verlo atender el teléfono.
— Sí, irá a casa el domingo — Contestó sin importancia hacia la fémina, que involuntariamente había formado una sonrisa emocionada en su rostro, siempre disfrutaba mucho las visitas de su querido tío Doppio.
Diavolo había alcanzado a percibir aquella felicidad en su hija, no podía evitar sentir asco por tal expresión.
O más bien... Lo que realmente sentía era envidia.
Envidia de observar cómo ese pequeño ser realmente le había arrebatado aquella poca felicidad que creía mantenerlo en pie.
Sus palmas sudaban desenfrenadamente en conjunto de sus dedos que no paraban de temblar.
Un sudor frío recorría su frente, no sabía cómo reaccionar al respecto.
Ahí, sentado en el baño, recargado en una de las pulcras y brillantes paredes; se encontraba un joven pelirosa, teniendo en sus manos lo que deseaba que fuera una pesadilla.
— No...
Su palma agitaba constantemente el objeto, queriendo imaginar que sus ojos lo engañaban, o que sólo era un error.
Sin embargo ahí estaba, con la cuarta prueba de embarazo que atinaba a un resultado positivo.
— Ah, No por favor...
Aún no lo quería creer, sería capaz de gastar todos sus ahorros en ir y venir en farmacia a farmacia hasta obtener una prueba que le diera un resultado negativo, pero bien sabía que eso no tendría más caso. Una prueba de sangre era su última opción, y si en esta daba también ese aterrador resultado sabía que su vida por parte de los Vinegar terminaría siendo completamente destruída.
Aquél recuerdo le provocó una sensación amarga, dejando seca su garganta por unos cortos instantes, realmente se había separado de la realidad durante ese tiempo tan desconcertante que no se había dado cuenta de que seguía caminando, tuvo suerte de no haber tropezado con alguien por su "inmadurez".
No eres inmaduro.
Entonces, ¿Qué soy?
[....]
ɐɓǝɯO uꓵ
No lo sé
.
.
.
A su izquierda podía ver automóviles yendo y viniendo, sólo en ocasiones como esas pensaba que realmente no era mala idea ahorrar para tener un auto al igual que Doppio, sólo como un enorme capricho.
Mientras tanto Trish seguía el paso de su madre, sin siquiera percatarse de las lagunas mentales de éste, la menor sólo tenía en su cabeza la visita que próximamente daría su tío en casa, ya hasta había olvidado ese tenso pensamiento de Diavolo regañándola cuando llegaran.
Ambos estaban metidos en sus mundos, pero en el caso del mayor estaba más al tanto de su alrededor que la chica, pero no era lo suficientemente intuitivo como para evitar lo que el poder del guión tenía previsto en su vida.
Unos metros más adelante debían detenerse por un cruce peatonal bastante transitado, cualquier persona que llegara a éste tenía claro que debía esperar un poco antes de que hubiese luz verde para cruzar.
Y ese fué el caso del pardo, quién se detuvo en la orilla de la acera.
Usualmente cuando éste iba a dejar a la pelirosa con Bruno siempre esperaban con precaución, pero al parecer las cosas no iban a poder ser así.
Como padre desarrollas un sexto sentido equivalente a ojos hasta en la espalda. Pero tristemente, Diavolo carecía de tal don.
Trish, al encontrarse entretenida en su imaginación había ignorado que debía detenerse antes de cruzar, se estaba pasando de largo y Diavolo ni siquiera se estaba dando cuenta. Ni siquiera las personas que estaban igualmente esperando se habían percatado de lo que la pequeña cometía, era una niña muy bajita para la vista de cualquier adulto.
Los automóviles no pasaban, por lo que aquello tampoco alertó a la menor, al menos no hasta que ya estaba en una distancia preocupante en el cruce peatonal.
— ¿Ah? Mira...
Hasta que comenzó a escucharse ése característico sonido que generaba un motor en función, los autos ya venían.
— Una niña está cruzando la calle sola, ¿Dónde están sus padres?
— Oh Dios mío, ¡Un auto se le está acercando!
Arremangala arrepungala arremangala arrepungala arremangala arrepungala arremangala arrepungala sí, arremangala arrepungala no, arremangala arrepungala sí, arremangala arrepungala no.
Q se le muere la pulga al Diavolo akaksjs k Loko
Sale bsos bai, yoren pq sepa la riata cuando vaya a actualizar akakkssk
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top