VI
Al escuchar tal pregunta Diavolo intensificó su mirada, ya comenzaba a imaginarse de qué iría la plática pero preferiría que el mismo profesor se lo aclarara.
— ¿Qué quieres decir?
— Si Trish tiene problemas en casa... Ella vive sólo con usted, ¿Cierto?
Sin esperar una respuesta, Bucciarati comenzó a colocar en dirección de Diavolo varias ilustraciones notoriamente echas por niños. Casitas y árboles mal hechos, gatos y personas coloreadas con crayones y demás cosas.
— Esos dibujos han sido hechos por niños de la misma clase de Trish. — Musitó dejando que el ajeno mirara aquellos papeles.
— ¿Eso qué tiene que ver? Me gustaría que fueras al grano, Bucciarati.
Luego de una suave pausa el mencionado tomó un par de hojas que no había mostrado, observandolas primero con bastante preocupación.
— Les había pedido que en estas hojas plasmaran el cómo eran sus familias. Cada niño lo interpretó de una manera distinta y eso está bien.
En ese momento mostraría los dibujos que tenía en sus manos, dejando que Diavolo viera aquello.
— Cuando le pregunté que estaba haciendo... Me dijo que estaba dibujando a su madre junto a ella, pero verlo de esta manera... realmente me preocupa. No creo que sea normal en alguien de su edad.
Las ilustraciones de la pequeña parecían representarse a ella misma junto a Diavolo, todo con colores bastante vibrantes, con una casita y árboles de fondo coloreados torpemente. Eso sería normal, hasta que observas bien a las personas que quiso plasmar en ese papel.
— La persona que tiene cuernos dice que es usted.
.
.
.
Me describe como si fuera el mismo Diablo.
— Sé que solo es un dibujo, sin embargo sigue siendo una niña de cinco años, y no sólo me he topado con esta situación. Trabajos y tareas tan simples como sumar, restar y leer algunos kanjis básicos... Ella no los realiza, es una pequeña bastante inteligente y astuta, pero me preocupa que no esté recibiendo una atención adecuada en casa.
Para ese momento en Diavolo ya era perfectamente visible la molestia en su mirada, siempre fué un tipo al que se le complicaba demasiado controlar su ira.
En ningún momento fué a ese lugar con intenciones de escuchar cómo otro Omega se quejaba de la conducta de su pequeño parásito rosa Trish. Su mente estaba completamente cerrada a buscar un lado positivo o empático si el tema tenía que tener a la niña de por medio.
— Con el trabajo que tengo no tengo tiempo para Trish, y actualmente no puedo darme el lujo de buscar algún empleo que se acomode a mi condición como su... Tutor.
Diavolo ya no quería estar más tiempo conversando con Bucciarati a pesar de que hace no más de diez minutos había entrado a esa instalación, estaba cansado, pero más que eso irritado y enojado con aquella niña.
— Eh, entiendo su situación, es por ello que-
— Aún así intentaré mejorar su rendimiento con los trabajos y hablaré con ella para averiguar cuál es el problema. — Vinegar se levantó de su asiento dejando con las palabras en la boca al ajeno.
— Pero...
— No hay ningún problema con Trish, Bucciarati.
Hizo todo lo posible para desviar el contacto visual con Bruno, de ese modo se daría la vuelta para caminar hacia la puerta.
Sabía muy en sus adentros que estaba equivocado consigo mismo, que quizá escuchar al contrario serviría para mejorar su tortura diaria con la niña. Talvez lo único que necesitaba para acabar con sus pesares eran unas simples e insignificantes palabras, un corto consejo de alguien que no fuera su hermano y Donatella, sin embargo, ese hombre tan grande y que alguna vez tuvo un empoderamiento absurdo estaba cansado, agotado de esa vida tan común que el destino lo obligó a mantener.
.
.
.
No deseaba escuchar cosas nuevas que, aún para su bienestar, provocaran nuevos nudos y problemas entre su corrompida estabilidad mental.
— Trish siempre ha dibujado con cuernos a su madre. — Musitó posando su mano sobre la perilla, abriendo la puerta en el acto. Recurriendo a las mentiras para que Bucciarati no buscara algún movimiento nuevo del cuál aferrarse para mantener la conversación. — No olvides que estás cuidando la hija del Diablo, Bucciarati.
El azabache no insistió con mantener al pelirrosa dentro de la conversación, estaba consiente de que si lo hacía terminarían habiendo problemas tanto con sus superiores cómo con los mismo padres de los otros niños a su cargo. Aún así, aquella preocupación que tenía desde un inicio aumentó con ganas, hablar y corregir a un infante no iba a ser la solución de todos los problemas y estaba consciente de que eso se haría ver en un futuro no muy lejano.
Trish ya sabía porqué su madre había sido citado con su profesor, estaba consiente de que algo había hecho mal en sus trabajos y que no era correcto entregar sus tareas incompletas, estaba bastante consciente de ello, y eso mismo era lo que le aterraba. Siempre que estaba al tanto de algo que había pasado y tenía a Diavolo como el tema principal ya sabía que las cosas en casa estarían terriblemente mal.
Por más que escuchara todo el tiempo los gritos, regaños e insultos que le lanzaba el Omega ella jamás se acostumbraba, al contrario, le iba acumulando un terror que le haría orinarse encima en el momento más inesperado.
La pobre sólo se mantuvo en su mismo lugar, tensa y nerviosa por lo que estaría pasando entre Bruno y Diavolo. Con frecuencia giraba su rostro hacia las puertas de las oficinas, temiendo que en cualquier momento su progenitor saldría para a continuación desahogarse lastimando psicólogicamente a la misma.
Leone, quién se encargaba de supervisar a los niños se dió cuenta de esa actitud que había tomado la niña. Él también estaba al tanto de las cosas que le preocupaban a Bucciarati sobre la niña, por lo tanto aquello le había picado en su curiosidad, con aquello en mente decidió acercarse a Trish con intenciones de calmarla y si se daba la oportunidad, de sacarle algo de información también.
Aquél albino tan amargado, tosco y en ocasiones arrogante tenía un don para llevarse bien con los niños, por eso terminó trabajando ahí en lugar de ganarse la vida como policía.
— Hey Trish, ¿Todo bien? — Cuestionó Abbacchio cuando ya estaba cerca de la pelirrosa, disponiéndose a sentarse junto a ella en la banca.
Trish se sorprendió cuando el adulto se le acercó, ella siempre lo veía teniendo su distancia, observando cómo ayudaba y jugaba con sus compañeros, algo en lo que le gustaría participar algún día aún sabiendo que por su timidez sería casi imposible.
Ante la pregunta sólo asintió, alejando su mirada de las oficinas para poderla mantener agachada.
— Entiendo — Suspiró. — Y bien, quien entró con Bucciarati era tu mamá, ¿Cierto?
Con su última frase sintió que dió en el blanco, pues pudo notar un cambio en la pequeña, pues por un corto periodo la notó más tensa.
— Sí — Susurró con un suave toque de tristeza. En efecto, Diavolo era su madre, eso le enseñaron Doppio y Donatella, sin embargo le hacía sentir mal saber que el pardo jamás la aceptaría como una madre que quiere a su hija.
No existía ese sentido maternal en el pelirosa.
A Leone le lastimaba ver a la menor de esa manera, era notorio que la pasaba mal en casa y que cada vez más estaba agotada de ello.
— Oye Trish, aún hay algunos niños esperando a sus padres, ¿Por qué no intentas ir a jugar con ellos?
Desde que Abbacchio se acercó finalmente Trish levantó su mirada para observar con duda a este, seguido de ello dió una mirada al sitio, viendo a algunos niños distraídos y entretenidos entre algunas mesitas y columpios.
En ese momento Leone bufó y sin preocupación se levantó para tener una buena visión del sitio, ahí encontraría a otro niño solo en un arenero, entonces sonrió.
— Anda Trish, ve con Narancia, está jugando sin nadie porque sus amigos ya se fueron, ¿Por qué no lo ayudas a hacer un castillo?
Abbacchio movió su mano hasta la pequeña para poderle dar unas palmaditas en la cabeza para motivarla, quería sacarla aunque fuera por un rato de ese tormento y dolor que la tenían atrapada en su conciencia.
— Uhm...
— No tengas miedo, es un buen chico, anda.
Finalmente la pequeña cedió ante la tentadora propuesta, bajó de la banca y observó de pies a cabeza al albino y luego fijó su mirada en el arenero, dispuesta a ir hacia allá por más nerviosa que se encontrara.
Ahí fué cuando comenzó a caminar hacia el lugar en el que se encontraba aquél chico con una bandana naranja y cabellos negros laborados. Ahí todo estaría perfecto, jugaría con un niño y si las cosas terminaban bien conseguiría a su primer amigo.
Sin embargo nada terminó así
Hubo algo que la hizo detenerse a mitad de su camino, helada.
— Trish, ve por tus cosas.
Aquella voz que reconocía tan bien retumbó en sus oídos, no entendía cómo fué que se había olvidado por unos segundos de su realidad, la verdad que le esperaba al salir de su acogedora escuela.
Su mundo se detuvo en esos momentos. Como una muñeca, hizo movimientos erráticos para girarse, encontrando aquellos esmeralda que tanto la aterraban a unos metros de distancia.
— Ma...Mamá.
Ya es hora de ir a casa
.
.
.
Hola bonito día, espero que hayan tenido unas tranquilas fiestas decembrinas con muchísima salud😔💗💗💗
Me disculpo por no haber actualizado en este tiempo, pero estaba bastante tenso con cosas escolares, ya que estoy a nada de mandar a chingar a su madre las clases (graduarme).
Igualmente creo que aún tengo unos capítulos en borradores, si quieren que los suba comenten sin miedo, pero después de subirlos es probable que vuelva a tardar en subir otro capítulo.
Acá les subo una foto bien mamadora del Kira y el Diavolo, esa foto fué uno de los trabajos que hice en el semestre pasado, bien chingones los señores asies
Yapo ánimo, un beso en la cola y ahí nos vidrios
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top