V





Diavolo también perdió ese disgustado carácter cuando sintió su teléfono vibrar y timbrar en su saco, no entendía quién y porqué lo llamaría justo cuando estaba en medio de su trabajo, y luego con su superior encima.

Movió varias veces sus ojos, viendo repetidamente al rubio y a su saco con el celular, pensando en si era buena idea contestar el asunto con el Alfa presente, temía que aquello afectara su trabajo.

Entonces con poca valentía dirigió su mano a su bolsillo y tomó el teléfono, observando el número en el acto. Tras hacerlo un gesto de desagrado y obligación se formó en su rostro por unos instantes.

— Lo siento... Esto es muy imprudente de mi parte, pero de verdad necesito atender la llamada — Dijo el pelirosa observando al nipón, esperando que aquello no le disgustara... Pisando su mismo orgullo por aquella tontería.

Yoshikage no lo había visto a mal, era demasiado atento y paciente con las personas, entendía que fuera del trabajo tenían una vida completamente distinta, la cual terminaría creando situaciones que no se podrían mantener en discreción en el área laboral.

Así que con unos suaves ademanes aclaró que estaba bien contestar y para no incomodar se terminó alejando del Omega, un poco derrotado al no conseguir lo que había planeado en un principio, pero también bastante curioso por quién lo estaría buscando en su tiempo laboral, el tipo no parecía ser muy bueno para relacionarse con alguien como para hacer importante un contacto por medio del teléfono.

Cuando Diavolo observó al rubio alejarse inmediatamente respondió la llamada, colocando su teléfono en el oído mientras poco a poco regresaba a tener su vista en los documentos.

— Buen día, discúlpeme por llamarle tan repentinamente... Es el tutor de Trish Vinegar, ¿Cierto? — Una voz que el pardo ya conocía sonó del otro lado del teléfono. - Soy Bucciarati, el profesor de Trish.

Bucciarati era un Omega, pero también un buen amigo de Doppio (quién se las había arreglado para conseguir un buen círculo de colegas que provenían de esas mismas tierras, Italia). Era uno de los encargados de los infantes en la escuela de la pequeña pelirosa, reconocido por siempre ganarse el cariño de los niños y ser bastante precavido con cada uno de los pequeños que estaban bajo su responsabilidad.

— Sí, ¿Esa niña hizo algo? — Cuestionó casi confirmando lo que decía, imaginando que Trish habría hecho alguna travesura que atentara contra los otros niños... Aunque realmente la pequeña no fuera así.

— Bueno... No realmente, pero como es obvio el tema es sobre ella. Así que me gustaría hablar con usted en persona después de clases, es muy importante y estoy muy preocupado por la pequeña... — Se le podía escuchar firme y decidido, pero detrás de eso también bastante nervioso y con pendiente.

El pardo automáticamente frunció el seño y miró la hora, la pequeña siempre salía muchísimo antes que él de su trabajo, así que Donatella iba a recogerla cuando tenía oportunidad, en ese momento la furia se podía notar por cualquier lado de su ser porque Doppio no haya conseguido quedarse con la tutoría de Trish en su momento.

— Entiendo que puede estar ocupado... Pero el tema con su hija es de suma importancia, al menos si no puede hoy podríamos ponernos de acuerdo para acomodar una ci-

— Iré hoy.

— ¿Eh?, ¿De verdad?

— Llegaré un poco tarde de la hora de salida, eso es todo.

Quizá Bruno tenía pensado comentarle algo más sobre el tema, pero el pelirosa no lo permitió, en cuanto había hablado colgó la llamada, dando por finalizada y organizada esa situación.




Problema tras problema




.

.


¿Qué tiene en contra mía esa niña?





Volvió a guardar su teléfono en el bolsillo, frustrado por la decisión que acababa de tomar. No sabía qué problemas se darían si pedía la autorización para salir antes por una urgencia, deducía que en su posición casi esclavizada no debía pedir tales privilegios, sin mencionar que no estaba trabajando en una cafetería o tienda de bienes, estaba ofreciendo sus habilidades para una empresa estricta y muy desarrollada.

¿Por qué aceptó entonces hablar presencialmente con Bucciarati? Simplemente porque no podía encargarle eso a alguien más, Doppio y Donatella trabajaban arduamente en un restaurante de lujo que ellos mismos levantaron, por lo que estaban ocupados durante todo el día, la Omega sólo salía a recogerla y dejarla en casa porque en esos tiempos tenía un pequeño descanso que le permitía esa oportunidad, sin mencionar que ellos realmente no tenían legalmente nada que ver con la niña al no estar consultados como contactos de emergencia o segundos tutores.

Y también porque Diavolo odiaba dejar cualquier cosa para otro momento, eso era de gente huevona, y él sabía que no era eso.









Ya eran las 3:45 p.m., iba una hora más tarde de lo que había prometido, le había sido difícil tener el permiso, pero al menos lo había conseguido y eso era lo que más importaba.

Su trayecto fué completamente incómodo, no sólo porque estaba en las horas que más tráfico y gente había, si no por las miradas y feromonas corrientes que eran lanzadas hacia su persona.



Asqueroso


En esos tiempos todo lo negativo que viera en el camino terminaba opacando lo positivo en clara señal del mal humor que se estaba cargando. Era sorprendente que no tuviera arrugas con esa cara tan fruncida.

Entre tantos gruñidos y deseos de muerte en su cabeza llegó a la escuela de Trish. Tras las rejillas podía divisar a algunos niños jugando en una jardinera, riendo y corriendo bajo la supervisión de un adulto, en una banca del lugar se encontraba Trish, sentada mirando sus pies mientras los movía rítmicamente.

— Usted es Vinegar, ¿Cierto?

Aquellas palabras lo sacaron de ese trance en el que poco a poco se iba induciendo por aquella distracción. Al dirigir su mirada se encontró con ese lacio y azabache cabello tan característico de Bucciarati.
Tardó unos segundos el procesar aquella pregunta dicha, pero justo después de hacerlo asintió con la cabeza.

Bruno abrió una puerta del mismo material de las rejillas, esperando que Diavolo pasara por esta.

Al adentrarse nuevamente llevaría su vista a la niña, pero esta vez se toparía por unos segundos con los verdosos orbes de la infante, quién al percatarse que era su "madre" el que estaba ahí y no Donatella, palideció.


— Mientras conversamos Trish puede quedarse... Jugando con los otros niños, están bajo la supervisión de mi esposo, al menos que prefiera que ella esté con usted — Aquella pausa entre palabras provocó algo de curiosidad en el pardo, ¿Acaso el convivir tenía que ver con el problema de Trish?


Después de tener ese incómodo contacto visual con su hija procedió a desviar su mirada hacia Bruno.


— Será mejor que se quede allá, no quiero más problemas.


Entonces sin molestarse por decir algo más ambos se introdujeron en el colorido edificio, dirigiéndose a las oficinas de los maestros.










— Bucciarati... — Los Omegas estaban dentro de una pequeña oficina, sentados uno frente al otro junto a una modesta mesilla con varias carpetas encima. — Dime porqué me has llamado.


El azabache guardó silencio por un rato más, mostrando en su cara un bajo gesto de disgusto por la forma en el el pelirosa le hablaba. Igualmente suspiró y relajó su rostro, procediendo a abrir algunas de las carpetas para sacar varios papeles.


— Lo que está pasando con Trish... ¿Están teniendo problemas en casa?


Poto.

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