I
Incluso detrás de las puertas se podía escuchar el fuerte sonido de las teclas de un computador siendo presionados con fuerza. Toda la casa se encontraba a oscuras pues ya eran pasadas las diez de la noche.
Y ahí estaba, una pequeña de cabellos rozados y rizados, abrazando una cobijita con estampado de Hello Kitty mientras recargaba su espalda contra la puerta con un cuaderno y lápiz frente a ella. Poco a poco comenzaba a cabecear pues ya había pasado su hora para dormir que solía ser a las 8:30 en punto.
En sus ojos agotados que luchaban por quedarse abiertos se notaba una latente preocupación, ¿Qué causaba esos sentimientos en una niña de cinco años?
Justo cuando ya se había rendido ante los brazos de Morfeo aquella puerta fué abierta de golpe, provocando que la infante se cayera de espaldas frente a la persona que abrió la puerta con ese nulo cariño.
— Trish — La voz hizo eco en la habitación y por todo el pasillo, causando que la piel de la niña se erizara, procediendo a levantarse y tomar su cobija y útiles con rapidez, aterrada.
Cuando ya tenía todo acomodado se colocó frente a frente, tomando con todas sus fuerzas aquél cuadernito que tenía su nombre y el de su escuelita.
— Ma-Mamá... Yo-
Sus temblorosas palabras fueron silenciadas por un fuerte estruendo provocado por un golpe.
Diavolo había chocado su palma contra la puerta.
— ¡Mocosa idiota! Siempre desobedeciendo y desobedeciendo y desobedeciendo... Sólo te pedí que te durmieras a tu hora y que no me molestaras ¡Y mira que estás haciendo!, Eres... ¿Eres estúpida o qué? — Se notaba la furia en su voz, era horroroso ver cómo un adulto le gritaba de esa manera a literalmente un bebé.
Trish tembló y retrocedió unos pasos cuando lo escuchó gritar, estaba asustada, tanto que abrazaba con todo lo que podía su cobija favorita.
— Es... Es que no entiendo mi tarea... Y... Y q-quería que me ayudaras... — Sus grandes esmeraldas se habían comenzado a humedecer, la pobre quería llorar.
Trish era una pequeña muy inteligente para su edad, casi nunca pedía ayuda a su tío Doppio, quien siempre la consentía y apoyaba en lo que fuera, sin embargo seguía siendo una niña de cinco, y para su pesar le era muy difícil aprenderse algunos kanjis para leer y escribir.
Diavolo con total disgusto la tomó del brazo y siendo un tanto brusco la llevó casi a rastras a su habitación.
— No sabes cuánto trabajo tengo, además mira la maldita hora, para la otra llámale a Doppio para que te ayude, no me causes problemas que no tengo tiempo para tí — Y cuando ya había metido a la pequeña en su habitación tomó la perilla de la puerta y se la cerró con un fuerte azote.
— Arréglatelas sola, Trish.
Su vida se había convertido justamente lo que había jurado jamás ser, una basura.
Cuando su hermano menor se enteró de su situación le contó a mundo y medio, su familia. Entendía que no lo hacía con malas intenciones, pero gracias a eso lo terminaron privando de todo, impidiéndole titularse en lo que tanto deseaba.
Apenas a escondidas y con los ahorros que tenía pudo estudiar algo similar en línea, pero sabía que eso nunca sería suficiente ni siquiera para tener un puesto como gerente, quería llorar.
Tanto que luchó por defender su nombre como Omega para terminar preñado en su primer celo de alguien que nadie conocía... Más que él.
Durante toda su vida no había tenido un celo, ni siquiera en su edad de madurez, fué llevado múltiples veces con varios doctores pero ninguno encontraba anomalías en su cuerpo. Para su familia de cierto modo eso era preocupante, una tragedia, pero a él no le importaba, incluso pensaba aprovecharse de eso creyendo que jamás tendría que pasar por los trágicos y dolorosos celos que los Omegas comunes sufrían periódicamente.
Hasta que finalmente, ese día que pensaba jamás aparecería llegó.
Y quién estuvo con él en ese momento para su desgracia no era un Alfa recesivo, sino su mismo jefe, Funny Valentine.
Diavolo sabía que fué él, pues aún cuando había limpiado cualquier rastro suyo de su cuerpo podía recordar todo borrosamente, sus gemidos, su sudor, los choques y ese aroma de alfa que no lo había dejado ni siquiera en el hospital.
Doppio fué llamado al hospital como el contacto de emergencia, al contarle la situación quería morirse de la preocupación, por más que el pelimorado fuera un Alfa poseía un corazón muy sensible.
Al entrar en la habitación en la que tenían a Diavolo se había percatado de inmediato de ese olor a alfa en el cuerpo de su hermano mayor, sin embargo, como nadie conocía la escencia del americano no podía intervenir mucho.
La insistencia por parte de Doppio y el resto de los Vinegar era demasiada, querían saber cómo y con quién había pasado todo ese alboroto, pero Diavolo era bastante orgulloso y simplemente se rehusó a decirlo excusándose de que no recordaba nada, primer error.
Cuando se enteró de su embarazo fué casi literalmente encerrado en su propia casa por el pelimorado, que al ser un Alfa se había vuelto muy sobreprotector con él, cosa que lo frustraba.
Sólo podía salir para ir a comprar alimentos e ir con el médico, quién checaba su salud y la del feto que tanto odio le estaba acumulando poco a poco.
Durante ese tiempo su hermano había entrado en una relación con una italiana que curiosamente también vivía en Japón, Donatella. Una Omega con carácter, pero bastante blanda y comprensiva. Era justo lo que necesitaba Doppio para complementarse, incluso se terminaron casando en un muy, muy poco tiempo.
Debía admitir que se sentía cómodo cuando la castaña venía a visitarlo junto a su hermano, su compañía y las pláticas que llegaban a tener eran bastante llamativas, hasta que hubo algo que ciertamente nunca le gustó.
— Aunque vaya... Diavolo, amigo mío, no sabes cuánto te envidio — Dijo la fémina mientras revolvía su vaso con agua mineral. — Tener un hijo... Vaya, es algo con lo que yo sólo puedo soñar, ser un Omega infértil es doloroso, ¿Sabes? Nunca podré ser madre biológicamente... Al menos no como me gustaría... Es como si fuera una beta, pero sin ese lujo de maternidad —
Doppio, quién se encontraba en la cocina preparando la cena sintió de inmediato el cambio de humor del pelirosa mediante sus feromonas, ahora estaba preocupado de que aquél explotara luego de escuchar aquellas palabras ciegamente afiladas que había soltado su esposa.
— ¡Ah! Vaya, vaya... Hermano, ¿Podrías venir a probar la cena? Tu paladar siempre es muy exigente y nunca falla — Mencionó Doppio esperando que de esa manera cortara la tensión.
Diavolo simplemente se levantó de su asiento recargando su mano en su abultada barriga de casi ocho meses, y en un profundo silencio se alejó de ahí.
— Estoy cansado, me iré a dormir... Tener a un parásito dentro me deja cada vez con menos energías — Susurró con el suficiente volumen para que la pareja lo pudieran escuchar, aquello hizo que tuvieran unas muecas de preocupación en sus rostros.
Diavolo por su parte cumplió con su palabra, se fué a su habitación y se encerró, yendo hasta su cama para poderse recostar, pero no se quedaría a dormir.
En un silencio mortal, un delgado sollozo sería liberado desde lo más profundo de su garganta, uno que era doloroso y lleno de ira, odiando aquella carga que se estaba desarrollando dentro de su vientre.
¡Hey! Acá el primer capítulo (?)
Ciertamente no tengo mucho que decir, pero espero que esto los esté enganchando más y que les guste un poquito. 👉👈
Todo llevará su calma en la historia, por lo que nuestro lindo Kira tardará unos capítulos en llegar. 💗
Yapoh, me despido con un besote en dónde más les guste y nos vemos dentro de una semana más. 💕
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