9. Phosphorescent lights in the midst of despair.

. . .


-¿Estás mejor?

Lamentablemente a pesar de los intentos de Byron por hacerlo hablar fueron totalmente en vano. Edgar se había limitado a llorar en el suelo en silencio total, sin querer responder la anterior pregunta de su superior...

"¿Qué tan cierto es eso de que Charlotte abusó de tí?"

Edgar pensaba que no había sido nada grave, pues fueron solo roces y forzadas en su contra. Consideraba que Colette había ido muy allá diciendo "abusadora".

No creía que Charlotte hubiese abusado de él. Si lo había hecho sentir incómodo y a veces frágil, pero no era un abuso.

Según él.

Además, era muy vergonzoso pensar que una chica pudo abusar de él, un chico. Nadie creería su palabra si hubiese pasado, y mucho menos después de que Charlotte hizo la acusación primero.

Estaba destinado a ser destruído sin que pudiera defenderse.

Él no podía defenderse. Era débil, demasiado débil, y muy inestable mentalmente. La cantidad de cosas que pasan a su alrededor lo ponen fuera de sus cavales... Y no sabía cómo había aguantado tanto sin romper en llanto en medio de la escuela.

Sin embargo, a pesar de todo eso...

Byron seguía a su lado, incluso si él se había rehusado a hablar.

Y seguía ahí, haciendo gestos dulces con su mano sobre su espalda... Gestos que lo hacían estremecer nervioso, completamente avergonzado.

No le pidió que parase, pues se sentía tan jodidamente bien... Recibir un poco de cariño, al fin...

Llevó ambas manos a sus ojos y limpio sus lágrimas.

-Sí... Mejor.

Había tardado mucho en responder, pero aún así Byron esperó pacientemente y le sonrió apenas recibió su respuesta.

-Me alegro mucho.

Byron esperó a que Edgar levantara la vista para poder ponerse de pie. Apenas hecho esto le extendió la mano, el muchacho solo lo vió desde el suelo... Y aceptó la oferta tímidamente.

-Sé que tienes clase ahora mismo, pero, acompáñame rápidamente al comedor, ¿sí? Será solo un momento.

Justo en ese momento supo que Byron empezaría a seguirlo a todas partes, y que querría que él lo siguiera de vuelta. Ese era el momento en el que empezaría su vigilancia.

Edgar asintió con la cabeza, confundido, sin saber qué rayos planeaba. Así fue como el mayor comenzó a caminar a lo largo del pasillo, con el pequeño estudiante yendo detrás de él.

Byron no dijo nada más por el resto del camino.

Y tenía sus razones. A pesar de haber mimado un rato a Edgar y haberle sonreído, estaba muy molesto por el cargo tan repentino que le dieron, sin siquiera tener la oportunidad de prepararse para poder dejarle su trabajo a alguien más en quién pudiese confiar.

Se sentía doble estresado, tendría que vigilar, aka cuidar a Edgar a dónde sea que fuera, mientras hacía sus trabajos del consejo, plus sus tareas y deberes escolares.

Ya de por sí le costaba mantener notas altas con tantos trabajos encima, en serio se sentía terrible de saber que tendría otro problema más encima.

Y no era por qué despreciara a Edgar. Le tenía debido respeto, aunque a veces quisiera ahorcarlo y hacerle obedecer a la fuerza. Era más que nada por que sabía en el tipo de problemas en los que Edgar podía meterse, o en lo que lo meterían, sin contar la cantidad de veces que puede tener quiebres emocionales una vez tuviese la confianza de llorar en su hombro.

Quería por lo menos prepararse mentalmente para la carga de estrés que tendría encima, pero ni siquiera pudo hacerlo... Fue un fuerte golpe en el estómago.

Tomó las perillas de las enormes puertas del comedor y las abrió, dejando ver un enorme lugar con un montón de mesas completamente vacío...

Edgar se quedó pasmado un segundo... Las manchas de sangre aún estaban impregnadas en el suelo. Tal vez había desarrollado un trauma con ese comedor, pues volver ahí lo hizo sentirse incómodo...

Byron siguió su camino hasta una mesa cerca de la barra de comida y dejó su mochila ahí. Mientras que el otro solo lo miraba desde la entrada, él sacaba su laptop, un lapicero y un par de libretas.

Tenía un plan de emergencia creado en apenas segundos: Acomodaría todos sus trabajos rápidamente en un archivo en su computadora, sacaría de entre todas sus obligaciones las tareas más fáciles y se las entregaría a Piper, ya que aunque ella también tenía sus obligaciones, tenía muchas menos que él.

Cualquier cambio que quiera hacer le tendría que notificar a Byron primero, y así solo se encargaba de elegir rápidamente mientras cumplía con sus deberes más pesados, como lo son el dinero, las decisiones mayores como cambios en el mobiliario de la escuela y cosas así.

Además, aprovecharía el momento para avanzar una tarea que tenía desde hace tres días pendiente.

A veces se ponía a pensar que era un genio y merecía un premio Nobel por ello. Ya saben, cosas de gente con autoestima alta.

Después de un rato pensándolo el muchacho se acercó...

-¿En serio son muchos trabajos?

-Sí, muchos, como no te imaginas.

Byron ni siquiera lo miró cuando respondió y siguió con lo suyo. Sus manos se movían a un ritmo específico sobre las teclas de la computadora, y apenas la encendió y colocó la contraseña, comenzó a abrir sus libretas, dejando ver miles de trabajos bien hechos, ordenados, hasta con decoraciones elegantes.

Edgar se sentía intimidado ante tanta información y elegancia, sus libretas estaban rotas y tenían notas mal hechas y sin acabar, sin contar la cantidad de dibujos raros que había hecho sobre las hojas en las que tenía trabajos sin final.

Byron finalizó con lo suyo, acomodó todo rápidamente y en seguida se enderezó, para después darle una mirada rápida a la barra de comida. La puerta de la cocina estaba abierta, sabía que ahí habría alguien, tal vez el chef Mike, o tal vez su ayudante temporal, Penny.

El albino le dió una mirada rápida a su acompañante, quien seguía mirando muy confundido sus libretas. Esperaría un "woah, eres un estudiante genial, soy tu fan" de parte del chico, pero en su lugar, recibió algo un tanto inesperado...

-¿Y sí te ayudo con tus trabajos?

Eso lo tomó por sorpresa, sinceramente esperaba más a qué se enojara y le diera la espalda que eso.

-¿Qué? ¿Por qué quisieras hacer eso?

Era una respuesta simple, pero sí que ponía de nervios al pobre Edgar...

-Bueno... Estoy tomando parte de tu tiempo con este estúpido trabajo de cuidarme, y viendo todo esto creo que era tiempo muy valioso... No soy tan inteligente como tú, pero si hay algo que puedo hacer, por favor, déjame ayudar...

Las palabras del más chico lo hacían sentir enternecido... Sonaba agradecido, definitivamente era así. Sus ganas de reírse de lo tierno que sonó el chico "malo" eran grandes. Miró entre todos su deberes... Habían trabajos complicados, proyectos que serían mucho para un chico como él. Le costaría encontrar uno que pueda manejar sin que se quiera matar...

A su mente vino una idea.

Había visto durante años al chico en la escuela, casi nunca participaba en sus clases y eso lo sabía, pero cuando se lo proponía, era alguien realmente muy, muy creativo.

Lo sabía por que el profesor de educación física, mejor conoció entre el personal como "Bo", de confianza, una vez le había pedido un trabajo rápido para salvar su materia y Edgar salió con uno de los trabajos más creativos posibles. No fue algo de movimiento, por que todos conocían la tan mala condición que Edgar tenía, era una presentación de el tipo de cosas que la gente con ese problema podían hacer para comenzar a mejorar su condición física.

Toda la escuela quedó atónita ante lo increíblemente creativo que había sido el proyecto, definitivamente no esperaban algo tan genial de parte de él. Solo por eso pudo salvar la materia del profesor Bo.

Por esta razón, Byron le tenía debido respeto. Sabía que tenía malas notas y que siempre estaba a la defensiva de otros alumnos y profesores, pero era alguien inteligente y creativo, con un poco de apoyo de parte de la escuela podría sacar a relucir su mejor parte.

Todo eso concluía en una sola cosa: Le pediría ayuda para arreglar el tema de la luz y decoraciones para el evento de halloween... Para así reducir la cantidad de dinero gastada.

Confíaba en que se le ocurriría algo genial.

. . .

-Ahora qué mierda quieres, güerito...

Byron miró el interior del lugar un tanto sorprendido. La chica de cabello tintado en rosa era buena limpiando a pesar de hacerlo en contra de su voluntad.

-Nada, solo esperaba que me pudieras hacer un poco de comida...

-¿A esta hora? Pendejo, las clases apenas empezaron.

Y nunca se le quitaría lo vulgar. Ya podía oír venir un montón de gruñidos y tal vez insultos sin un fundamento fijo venir. Ni siquiera pelearía por eso, esa violencia ya era parte de la personalidad de la chica.

-Lo sé, lo sé. No es para mí, es para mí compañero.

-¿Y esperas que te la haga de a gratis? Mi único trabajo aquí es ayudar al viejo Mike hasta que acabe mi castigo... Ya tengo suficiente con soportar a Jacky pidiéndome comida gratis solo para joderme.

Byron soltó una pequeña risa.

-¿No lo harías de a gratis ni por tu jefe del consejo favorito?

-Yo ni siquiera voté por tí.

Ouch... Eso sí había dolido, pero Byron no se inmutó ni un poco.

Había tratado con la chica antes... Ella no daba nada sin recibir algo a cambio. Tenía carácter fuerte, eso era admirable de cierta forma, no se dejaba intimidar por nadie.

Y Byron lo sabía, por eso ya tenía un az bajo la manga.

-Y... ¿Qué te parecería dos días menos de castigo?

Sus palabras captaron la atención de la más joven...

-... Cinco, que sean cinco días.

-Eso es demasiado por una comida. Dos o nada.

-Entonces no hay comida.

Penny sonrió, Byron aún estaba listo para seguir negociando.

-Tres días.

-Cuatro.

-Insistes mucho, ¿sabías?

La chica soltó su curiosa risa antes de tomar el mechudo y comenzar a limpiar una gotera que había abajo del lavabo.

-Me lo han dicho.

Pensó un rato. Ni siquiera podía recordar bien por qué razón había sido castigada, tenía muchas cosas en mente y muchas cosas que arreglar.

Después de solo unos segundos, vino a su mente.

Penny Kenway... Alumna de tercero del segundo nivel educativo, osea secundaria... Había robado comida de la cocina durante mucho tiempo. Cuando fue atrada, ella dijo que lo hacía por que su mejor amigo, un pequeño chico sonriente a pesar de su miseria, siempre era molestado por los abusivos de su salón y siempre le quitaban su poco dinero para la escuela. Ni ella ni él tenían para comprar en el comedor, lo que concluyó en robos constantes hasta que atraparon a la más joven.

Byron sabía que tenían un amigo, Darryl, de segundo de preparatoria, iba en el grupo a. Recordaba que se ha metido en problemas con los abusivos de su pequeño amigo, y por eso ha terminado en detención un par de veces.

Un plan salió de entre sus pensamientos.

-Qué opinas de... Tres días, y resuelvo el caso de tu amigo ahora mismo.

Podría investigar rápidamente con Darryl, conocía su salón y su rostro. Con su ayuda llegaría rápidamente a los culpables.

La mirada de Penny se iluminó por sus palabras... Y se levantó del suelo en el que estaba limpiando la suciedad bajo la gotera...

Se quedó pensando un rato... Desviaba la mirada constantemente... Su amigo, "Tick" lo merecía, merecía un poco de apoyo pues no era su culpa vivir en la pobreza. Eran como hermanos, desde pequeños se hablaban por sus similitudes, y ambos eran cuidados por Darryl.

Eran una familia, una que se formó por culpa de lo irresponsables que eran los padres de los tres, y entre ellos se cuidaban las espaldas sin dudarlo ni un poco.

Penny estaba dispuesta a hacer todo para que la horrible vida de Tick se detuviera...

-... Vas. Tres días y problema resuelto. ¡Pero prometelo, animal!

Byron sonrió. Esa personalidad de la menor le recordaba tanto a lo mucho que Colette cuidaba de Edgar.

-Lo prometo. Y que sepas que yo no rompo mis promesas.

Dijo Byron mientras posaba su mano en la cabeza de la menor, para darle un par de palmadas en señal de juramento. Realmente esos dos también merecían un poco de paz.

Penny sonrió, y de nuevo rió de forma victoriosa. Apenas soltó el mechudo comenzó a caminar hacia la estufa de la cocina.

-Estará en un par de minutos, puedes irte en lo mientras.

El albino asintió, y se dispuso a marcharse.

Otro trabajo bien hecho.

. . .

-... ¿Qué mierda es esto?

El chico de la bufanda dijo con un nudo en la garganta...

-Comida.

Byron respondió con un tono satírico mientras escribía cosas en su computadora. Habían estado hablando un poco apenas Byron regresó de la cocina.

Edgar estaba encantado de ayudar con la decoración, y apenas el mayor salió, se le ocurrieron miles de ideas de las que estuvo hablando todo el rato. Más consigo mismo que con el jefe del consejo estudiantil.

Mientras que él contaba sus ideas, el albino se encargaba plenamente de terminar su tarea. Lo hizo rápido y de nuevo, de forma satisfactoria. Ahora solo quedaba acomodar el resto de sus deberes y hablarle a Piper para que le diera una mano.

Y apenas empezó con eso, la chica de cabello tintado salió de la cocina con una bandeja con comida en ella.

Al tratarse del jefe del consejo estudiantil era de ley preparar la comida especial que tenía para él y el resto del consejo, y Byron no hizo reclamo por ello, la comida que hacían para los estudiantes en general era lamentable y prefería que Edgar se fuera de ahí con el estómago lleno.

Penny dejó la bandeja en la mesa frente al chico de la bufanda... Y este solo miró a ambos muy confundido.

Apenas la chica se retiró tras hacerle señas al mayor, Edgar reclamó.

Ahora tenía un nudo en la garganta que era muy notorio por fuera.

-¿Por qué?

-Me preocupa tu alimentación. En el hospital casi me hacen llevar un equipo de protección infantil a tu casa porque estás desnutrido.

La voz de Edgar se fue quebrando cada vez más.

-P-pero... Hoy sí desayuné, no es necesario...

-¿Qué desayunaste?

Obviamente el albino no creería una mentira tan básica, menos sabiendo que Edgar siempre trataba de estar a la defensiva.
Y efectivamente, el chico se quedó callado al no saber que responder a eso...

-Cereal...

Byron bajó la pantalla de la computadora un poco, para poder prestarle toda su atención al muchacho.

-Incluso si fuera cierto, eso no es un buen desayuno. ¿Sí te enseñaron que el desayuno es la comida más importante del día y que debes comer de todo un poco, verdad?

La insistencia de Byron lo ponía contra la pared... No sabía que hacer, no sabía que decir. Muy en su interior quería empezar a comer como si no hubiera un mañana, pero una voz en su cabeza le decía que no lo hiciera, que no lo merecía.

No merecía ser tratado con cariño, no merecía que otra gente gastara sus beneficios en él...

Las lágrimas volvieron a derramarse por sus mejillas.

-Yo... No puedo... No puedo aceptarlo... No lo merezco.

El mayor relajó su mirar un poco para poder acercarse un poco al chico... Puso su mano en su cabeza y sobó un poco, el menor solo tembló ante este acto.

-No digas que no lo mereces, Edgar. Eres un ser humano como todos nosotros, mareces eso y más... Por favor solo disfrútalo.

Realmente Edgar se lo estaba pensando demasiado a decir verdad. Se veía inseguro de comenzar a comer, le daba temor parecer desesperado por comida decente... Su estómago gruñía, y se revolcaba apenas el delicioso aroma acariciaba su nariz...

Cerró los ojos, dejando aún más lágrimas salir...

Y entonces, comenzó a comer un tanto nervioso, pero tratando de mantener orden en su interior. Disfrutaba cada mísero bocado, la comida era deliciosa para su paladar. La chica se había lucido con ese platillo... Y saber que la comida venía de Byron... Lo hacía mucho mejor.

Sentía que por fin tenía energías. Su cuerpo cansado y adolorido se sentía con más fuerza.

Mientras que Edgar seguía comiendo disfrutando de la comida como si fuese un platillo presidencial, Byron sonrió para sí mismo y siguió con lo suyo...

La soledad del comedor era un ambiente cómodo, por primera vez se sentía agusto. No había gente gritando, no había risas castrozas, no habían personas peleando...

Solo podía oír el suave sonido de un montón de teclas siendo tocadas rápidamente...

Paz.

Al fin un poco de paz. Y comida deliciosa.

Respiró profundo para calmar su llanto, y dejó de comer tan rápidamente para seguir un poco más relajado. Disfrutaría de eso como si fuera el último segundo.

Después de un rato en calma, Byron se dignó a hablar.

-Y... ¿Cuáles son tus planes para el evento de halloween?

Edgar levantó la mirada, dejando la cuchara sobre la charola

-Linternas fosforescentes... Tipo, de esas que mueves rápido y comienzan a brillar. Podrían darle ese toque de halloween al gimnasio, además de que cualquiera puede llevar una, e irían a la perfección con la decoración.

Se quedó pensando un rato... No era mala idea en absoluto, pero aún debían perfeccionarla, puede que algo terminé saliendo mal si no tenían cuidado.

-Con que dejemos la iluminación que ya tenemos en el gimnasio y la que hay fuera de él basta. El resto puede ser una fiesta con luces fosforescentes. No son muy caras y no son peligrosas, he comprado algunas cuando salía a pedir dulce o truco junto a Colette...

Bueno, Edgar había hecho la parte de perfeccionar la idea por él.

-Me parece una estupenda idea... Pero ¿crees que debamos hacer cambios en las luces del gimnasio?

-Tal vez, con un filtro de luz negra sería suficiente. Las luces brillan aún más con la luz negra, si conseguimos las suficientes linternas brillarán y iluminarán todo. Nadie podrá tropezar, o chocar con las mesas o decoraciones.

Edgar era un genio.

No necesitaba pagar por miles de linternas más para iluminar las zonas oscuras o el escenario. Tampoco iba a necesitar luces para la decoración...

Sonrió, y se dispuso a escribir sobre su laptop.

-Vamos a ver cómo termina esto.

. . .

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