52. All is forgiven baby, come on get dressed!
. . .
Todo estaba acabado.
Se sentía como un personaje mal desarrollado que no tenía autocontrol de sus emociones.
Miraba sus manos aterrada, oía los susurros de los demás al fondo... Susurros que la llamaban violadora.
¿Acaso Edgar sintió esto todo ese tiempo, así de aterrado se sentía?
A pesar de sentir que ella era quien merecía un perdón, no podía perdonarse a sí misma lo que hizo aquella tarde, lo que permitió a sus amigos hacer.
Siempre fue dura con sus exs pero nunca a tal desnivel.
"Pero se lo merece", su cabeza le decía muy al fondo de sus pensamientos... ¡Claro que no!, Charlotte respondía de vuelta.
"Él te hizo daño y te trató tan mal como tú lo trataste... Ambos estaban a mano, y fue su culpa el querer ensuciar tu imagen, ¿cierto?", su cabeza protestó de vuelta exclamando culpa sobre Edgar... Era cierto, desde que terminaron lo único que Edgar hacia era llorar en redes sociales usando su nombre, ignorando el hecho de que nadie le creía o que todos adoraban a Charlotte... El lloriqueaba en una búsqueda patética de reconforte... Y su mejor amiga lo apoyaba.
El se merecía todo lo malo, ¿verdad?, pensaba Charlotte, a pesar de que su cabeza estuviese dividida en dos... Pensamientos horribles llegaban a su mente, pensamientos que no dejaban de decir...
"Ellos tienen la culpa".
"Ellos no entienden".
"Ellos son los villanos aquí."
No sabía en qué lado de su mente creer, no sabía si considerar que debía aceptar la culpa y entregarse, o si debía huir y esperar a que su padre pagará la fianza por el silencio de los policías...
"Tú querías hacerlo igual."
La mente de Charlotte estaba separada... Su lado normal exclamaba que lo que hizo estaba mal, mientras que el otro justificaba sus acciones.
"Siempre le lloraste por un poco de afecto, ahora que lo tuviste... ¿Por qué arrepentirte?"
Pero Charlotte ya no sabía si su lado "normal"... Era en realidad el que se justificaba, y no el otro.
"Me dió su "afecto" cuando estaba drogado, no cuenta."
"Lo que a ti te importaba era el título de haberte follado al chico más difícil de la escuela, ¿no? Qué importa si estaba drogado, esto sucede todos los días y nadie hace nada por detenerlo. ¿Por qué contigo sería diferente?"
Su lado cuerdo se veía consumido por su lado más corrupto de si misma. Ya no sabía si alguna vez fue cuerda en realidad... A pesar de saber las consecuencias nunca antes se retuvo de las cosas que hizo.
Mandar a matar gente, mandar a ajustar cuentas con sus exs, generar accidentes y drogar gente... Acusar gente que alguna vez amo de algún crimen...
No sintió remordimiento cuando Amelia murió bajo las manos de su hermano.
Y aunque quisiera convencerse de lo contrario solo era una versión alterada de su sentido de la justicia.
Charlotte no tenía cordura.
Su padre la terminó orillando a tomar decisiones terribles que sonaban bien... Fue criada bajo la idea que arruinar a otros estaba bien... Creció bajo la idea de que sus malas acciones podían ser escondías y todo estaría bien.
Porque la mala influencia y el dinero podían crear personas horribles.
No había un transfondo profundo en su historia... Creció en un ambiente equivocado con la educación equivocada.
Ahora Charlotte solo podía pensar...
"Todos tienen la culpa menos yo", esa era la idea que tenía metida en la cabeza.
Diecinueve años, y su lado corrupto solo era contenido por un falso sentido bondadoso.
Y cuando su nombre fue repetido en la bocina de la escuela, fue que sintió su punto de quiebre partirse en mil pedazos...
—Charlotte McCall de tercero B, tercer nivel educativo, favor de presentarse en la oficina del director, AHORA.
La voz de su ex novio, Byron Wayne, resonó por toda la escuela con extrema potencia... Y podía oírse incluso con cierto odio en su interior.
Charlotte comenzó a sentir un tic en su ojo y su mandíbula temblar. Tenía un odio guardado en su interior, tenía tanto que gritar en ese instante, tenía ganas de atacar con todo a todos los que estaban ahí.
Tenía ganas de acabar con la escuela que le había dado la espalda en el peor momento.
Se levantó... Ya no había rastro de su usual imagen intimidante y atractiva que mantenía a Charlotte entre los estándares más altos, ahora solo había una chica mirando al suelo, con la espalda encurvada y el cabello desarreglado. Su mirada perdida causaba que los alumnos apartaran la vista asustados al hacer el más mínimo contacto visual con ella... La profesora ni siquiera respondió a aquello, y con una expresión desaprobadora solo le pidió que se marchara de su clase.
La rubia tomó entre sus garras pintadas de un rojo muy intenso su interesante mochila rosada, guardando sin remordimiento los utensilios que tenía fuera... Las hojas de sus libretas se rompían al entrar a esta misma pero a Charlotte no le importó.
La rubia solo mantenía su vacía mirada clavada en la nada, mientras que sin siquiera dignarse a cerrar el cierre de su mochila, se la cargó en la espalda y comenzó a caminar afuera del salón.
Apenas cruzó la puerta su estómago se infló de sentimientos odiosos cuando al fondo logró escuchar a quien alguna vez fue un compañero muy querido suyo...
—¡Maldita araña!
—¡SEÑOR WONG, NO PERMITO ESA CLASE DE PALABRAS EN MI CLASE!
El joven rió, y Charlotte se quedó de pie en medio del pasillo, esperando que alguien la defendiese...
Pero nadie habló.
Y el pasillo cayó en completo silencio hasta que decidió caminar de nuevo, causando que las paredes vacías generarán eco con el sonido de sus tacones.
Caminó, caminó, y caminó... Tras algunos pasillos más y toparse con alumnos que la miraban con burla o desprecio, finalmente llegó a la oficina...
Abrió la puerta.
Ahí estaban todos... Desde la víctima hasta quienes alguna vez fueron sus aliados... Incluso aquellos que ayudaron a cometer el crímen.
"¡Denle más mari, que se ponga loco!"
El vídeo se reproducía frente al rostro del director, quien miraba con asco a la pantalla de la computadora...
Caminó con lentitud y temor... Vio a Bibi sentada en el centro del sofá acompañada de su hermano quien permanecía a su lado... Pero apenas Charlotte se acercó a este lugar, Bull se levantó y en reacción a su atrevimiento invitó a su hermana a moverse al otro lado del sofá...
La rubia no tuvo más opción que sentarse en el otro lado del sofá al lado de Bull, evitando toda posibilidad de poder dirigirle la palabra a la otra chica.
Miró al suelo, aún perdida.
—... Parece que todo fue al revés.
Exclamó en voz baja el director quien ya había apagado su computador, y se levantaba en silencio... Pero aún así llamando la atención de todos los alumnos presentes.
—Señor Cottsweld... ¿Podría contarme acerca de los hechos?
El recién mencionado ni siquiera pudo responder a aquello pues parecía estar en un estado de shock desde hace bastante rato. Las emociones que manejaba en ese momento parecían ser indescriptibles...
Esas eran las emociones de una verdadera víctima de abuso sexual.
—Comprendo que no deseé hablar... Supongo que después de toda la falsa demanda que levantó McCall contra usted debe sentirse... Agotado, ¿o me equivoco?
Sugirió el hombre mayor dirigiéndole una mirada cómplice a su alumno de confianza en la habitación.
Byron respondió a la mirada cómplice de igual forma y se aproximó a la entrada para cerrar las puertas con una elegante violencia.
—¿Señorita Bellerose?
Colette alzó la cabeza, su ojos permanecían cristalinos, había llorado bastante esos últimos días.
—Y-yo intenté advertirles...
Bibi solo soltó un resoplido antes de esconderse en el rincón del sofá.
Charlotte estaba completamente atrapada.
La plática siguió durante un largo rato entre silencios incómodos, confesiones delatadoras y llantos incontrolables. A pesar de todo, la limpia imagen que Edgar había creado de sí mismo pareció haberse ido por el caño en solo un par de segundos.
Él no debía recordar. Nadie debió saberlo. Todos estaban drogados, ¿quién fue el estúpido que le reveló el vídeo a Mortis?... Sabía que fué a él, el vídeo estaba censurado, y ese cabrón era muy cuidadoso con lo que hacía.
Los otros chicos que estuvieron presentes en la fiesta, sus amigos, todos ellos estaban ahí en la oficina también, intentando cubrir sus espaldas pero fallando en el intento, pues también habían participado en la violación.
El director Elijah parecía decepcionado, más que nunca.
Y Byron solo tomaba del hombro a ese Edgar roto, mientras intentaba mantener su imagen formal lo más que podía.
La discusión no estaba llevando a ningún lado, más que para culpar a Charlotte y compañía de sus crímenes. Podía oír reclamos de Colette, insultos de Bull, indirectas de Brock, nadie ahí le tenía compasión, y Charlotte ya no podía aguantar más.
La rubia se levantó de golpe, mirando fijamente a Edgar quien, con una expresión mezclada de rabia y dolor, de miedo y horror, solo miraba sus manos con completo asco...
—Señorita McCall, tome asiento ahora.
La rubia no respondió, y tomó su mochila ignorando la petición del director, para poco después comenzar a caminar fuera de aquella oficina...
—¡Señorita McCall! ¡Ni siquiera se le ocurra!
Pero ella siguió caminando, ignorando cada palabra dicha por cualquier ser humano.
"Esto no se queda así."
. . .
—No puedo creer que sea tan zorra para irse así. Si sabe que ya la están buscando por violación, intento de asesinado y difamación, ¿entonces por qué piensa que es buena idea escapar?... Ugh, le debemos una disculpa al emo pendejo ese...
Había sido una mañana dura, y el resto de la tarde parecía una tortura.
Bull y Bibi se encontraban llegando a casa después del "juicio" que tuvieron en clases, se encontraban cansados pues casi todo el día estuvieron aclarando las cosas, y... Bibi en algún punto se encerró en los baños negándose a regresar a clases.
Ahora se encontraba mejor, pero sinceramente no parecía tener muchos ánimos de seguir adelante. Solo quería dormir.
Bull volteó a ver a su hermana quien apenas entró a casa se quedó plantada sobre el tapete frente a la puerta. El chico solo frunció el seño preocupado y se acercó a ella, sintiendo el miedo de perderla en cualquier instante.
La tomó por los hombros y se acercó a darle un fuerte abrazo... Las enormes ganas que sentía de salir a buscar a Charlotte eran incontrolables... Quería buscarla y asesinarla a golpes, quería hacer un pequeño "ajuste de cuentas" con ella.
Nadie se metía con su hermana y se salía con la suya, por eso estaba dispuesto a lo que sea por ella.
La menor simplemente se dejó caer sobre los brazos de su hermano mientras dejaba las lágrimas salir, manchando su camisa.
Permaneció a su lado, abrazándola.
—Quiero dormir.
Dijo en voz baja aferrándose a su hermano.
—Te acompaño a tu habitación.
Susurró el mayor casi la cargándola, no sin antes aprovechar y cerrar la puerta con llave.
La casa permanecía en completo silencio mientras era tragada por una oscuridad impenetrable. Los rayos de la luz de la luna apenas podían abrirse paso por todo ese ambiente pesado y helado, la casa estaba sumergida en la negrura de la noche.
Ocho y media, habían llegado a esa hora pues Bull intentó todo lo que estaba en sus manos para subirle el ánimo a su hermana, llevándola a comprar helado, algo que siempre la animaba luego de un mal día.
Logró un pequeño progreso, y tal vez no estaba completamente bien, pero un avance ponía contento al chico.
Y tras atravesar aquellos vacíos pasillos no amueblados debido a la condición económica de ambos, finalmente habrían llegado a la habitación de la más joven de los hermanos Blanco.
La chica se recostó mientras su hermano se disponía a buscar entre los muebles una cobija afelpada que solía usar para cubrir a la pequeña bola que era su hermana cuando se sentía mal... Una vez la consiguió, una sonrisa se dibujó en su rostro, y se aproximó a la otra. Bibi se sentó entendiendo las intenciones del otro sin mucho problema... Y este la rodeó con la cobija, antes de darle un fuerte abrazo.
—Iré a preparar chocolate caliente y por películas para ver hoy, ¿quieres algo más?
La chica negó con la cabeza, y Bull le dió un par de palmadas en la cabeza.
—Tranquila, todo va a estar bien.
Y con una sonrisa, se retiró a de la habitación.
Bibi simplemente se dejó caer de lado en la cama en lo que esperaba a que su hermano llegase de vuelta.
Una tenue luz de noche que había sobre el mueble al lado de su cama alumbraba una pequeña caja que reposaba ahí desde hace varios días...
Pastillas para dormir.
Las tenía debido a pesadillas, además de lo complicado que era para ella dormir a una hora adecuada cuando estaba pasando por un momento así, Bibi era una deportista y debía mantenerse en forma si quería se siguiera siendo así... Necesitaba dormir temprano. Su hermano era quien le suministraba las pastillas, y confío en ella lo suficiente para dejarle la caja...
No podía evitar prestarle especial atención a está misma debido a la luz que solo hacía la blanca caja relucir, como queriendo dar un mensaje a su frágil y manipulable mente.
Soltó un suspiro, y sacó su mano fuera de su rollo de cobija... Hasta tomar la caja, temblando.
Las lágrimas que salían de sus ojos ahora caían descontroladamente.
Su cabeza comenzó a desarrollar ideas que no había pensado hace mucho, ideas que creía muertas. Nunca consideró volver a caer en eso, pero Charlotte la había destrozado, ella y sus estúpidas mentiras. No debió dejar a su hermano confiarle esas pastillas, nunca.
Entre más pensaba más imbécil se sentía. Culpable de tantas cosas, incluidas el darle cuerda a la maldita araña... Al punto en que ella fue cómplice de su mentira.
"Deberías matarte, arpía."
Bibi le dió la oportunidad a Charlotte de hacer lo peor que podía pasar de su mente... Y ella también hizo cosas horribles, como el día de la sangre en el comedor.
"Mira, un sedante."
Entre más pensaba más difícil se hacía alejar la caja de pastillas de su mano...
"Ven y únete a Charlotte en el infierno."
La abrió.
Y sacó la plantilla que tenía al rededor de ocho espacios, con tres de esos vacíos.
Y en medio de un ataque, aún recostada sobre la cama, comenzó a sacar una a una de la plantilla.
Ni siquiera se molestó en detenerse a pensar. Sabía que su hermano regresaría pronto a asegurarse que estuviera bien...
Se tomó una.
Se tomó dos.
Se tomó tres...
... Y el seguro de la puerta se escuchó.
Dió un saltó sobre su asiento y dejó caer las pastillas... En medio de la oscuridad se sentó sobre la cama aún con lágrimas en los ojos.
Miró de un lado a otro... La luz de noche no iluminaba suficiente para saber si Bull ya había regresado, y era raro, debería haberse acercado a ella ya de ser así.
¿El seguro se abrió, o se cerró? No sabía, estaba muy metida en su cabeza en ese momento...
Miró al suelo, las pastillas seguían ahí, ¿debería detenerse?... Fue interrumpida por el miedo en el momento correcto, quería tomar una pastilla más para asegurarse pero a la vez sentía que ese gesto fue un increíble milagro. No podía seguir, su hermano le confío esas pastillas y ella solo estaría defraudandolo.
Entonces en su mano notó una pastilla más que no había caído... La miró entre lágrimas, indecisa, enferma de no saber qué hacer...
—Sweetheart...
Pero esa voz...
—Sé que es descortés entrar a tu casa así... Pero tenía algo muy importante que hablar contigo...
Esa voz... Era la razón por la que había intentado matarse...
—Me abandonaste cuando más te necesitaba. ¡Pero no te preocupes bebé! Todo está perdonado~...
Ella apareció por entre las sombras, con una sonrisa intranquilizadora.
Ambas se miraron, hacer contacto visual con ella no era gratificante como lo fue alguna vez. Sus verdes ojos sombríos hacían sus manos temblar, hacían su rostro sudar... Mientras las lágrimas caían con más violencia...
Esa no era la Charlotte que conocía... Esa era... Una Charlotte completamente ida.
—Vístete, cariño~... Nos escaparemos juntas...
—¡Lárgate de mi casa!
Charlotte se acercó con agilidad... Cómo un leopardo al acecho de su presa mientras unas largas botas con tacón resonaban en la cabeza de la más joven. Su cabello se movía al ritmo de su caminar, y su miserable intento peinado solo rebotaba, dejando a plena vista lo enredado que se encontraba.
En un intento de huir, Bibi cayó al suelo viéndose atrapada por la cobija que la había cubierto, enredando sus piernas con esta... Gritó, y cuando Charlotte estuvo cerca sintió profundo horror de verla con una pistola en la mano.
—En nuestro largo viaje lejos de todos, haremos un plan para arruinar la vida de Byron y Edgar, ¿qué dices, cielo mío?
Bibi frunció el seño y sin titubear le dió un puñetazo limpio en la rodilla, haciendo a la rubia retroceder, quejándose.
Se deshizo con rapidez de la cobija que la tenía atrapada y corrió desbocada hasta llegar al cuarto de baño... Para en seguida encerrarse ahí.
En medio de la oscuridad.
Escuchó a la rubia gruñir.
—¡DEBERÍAS ESTAR MUERTA! ¡M-MALDITA-...! Maldita sea... C-cariño, ¡solo quiero hablar contigo!
Charlotte rió.
Carcajeó.
Gritó.
—¡Por favor, amor mío! Tú y yo somos como una sola... Nuestro amor podrá romper todas las barreras, ¡te necesito a mi lado, n-no puedo hacerlo sola!
La otra solo cubrió su boca con una mano, conteniendo su pesada respiración... Los sedantes que tomó no tenían efecto, la adrenalina del momento la tenía aún activa y funcionando...
—D-dulzura~...
Susurró la rubia desde el otro lado de la puerta, acercándose peligrosamente a ella...
—Déjame entrar por favor...
Siguió susurrando mientras acariciaba la vieja madera...
—Amorcito...
Pero el terror que estaba sintiendo era aún más...
Cerró los ojos y comenzó a llorar descontroladamente... La maldita psicópata había esperado dentro de su propia casa hasta que llegara para hacer su pequeño teatro... Tenía miedo, Charlotte iba a matarla, ¿verdad? ¿Dónde estaba Bull?
Las lágrimas se deslizaban sin control mientras Charlotte seguía susurrando apodos melosos en busca de que la puerta se abriera... Mientras lentamente dejaba de ser una petición para volverse una orden.
—¿Bibi? ¿Estás bien? Escuché gritos...
Bull exclamó desde afuera de la habitación... Y pudo notar que Charlotte comenzaba a entrar en pánico y desesperación. Como si un ataque de furia la controlara, se puso a golpear la puerta del baño desesperada.
—¡Bibi, cariño, p-por favor abre la puerta!
Susurró, mientras Bibi sollozaba al punto de gritar...
—¡Esos cerdos te mantienen lejos de mí! Ellos... ¡Ellos merecen morir!
Su tono voz temblaba... Y se alzaba de a poco.
—¡Acompáñame y los mataremos juntas! ¡UN TIROTEO! ¡Vamos a acabar con todos, tú y yo, mientras nos abrazamos y los vemos sangrar HASTA LA MUERTE!
—¿¡BIBI!? ¡ABRE LA PUERTA!
Bull gritó una vez escuchó a Charlotte... Quién ya no sé molestaba en mantener la voz baja para no ser descubierta...
—¡Ya oíste a tu hermano, abre la puerta!
Soltó una carcajada mientras chocaba la punta de la pistola contra la puerta.
—¡BIBI! ¡ABRE LA MALDITA PUERTA!
Y finalmente gritó con odio, comenzando a patearla con violencia...
Patada tras patada... Mientras también Bull intentaba abrir la otra puerta por su cuenta.
—¡ALEJA TUS PUTAS MANOS DE MI HERMANA!
—¡ABRE LA PUERTA!
Un montón de ruidos se escuchaban en aquella casa. Gritos, golpes, madera quebrándose de a poco...
La puerta de la habitación estaba a punto de abrirse...
Bibi no abría la puerta...
Y Charlotte no tenía de otra, más que huir...
—Te buscaré, a-amor mío~... Acabaremos con todos, ¡JUNTAS!
Y finalmente Bull pudo tirar la puerta abajo.
Con el corazón en la garganta y un martillo en la mano, buscó por toda la habitación rastros de la maldita rubia que había escuchado adentro... Estaba seguro de haberla escuchado adentro.
Miró de un lado a otro, debajo de la cama, en el armario, en cada rincón disponible... Pero ya no estaba.
Fue un susto ver que la ventana estaba abierta, y cuando se asomó, solo la vió corriendo hacia un auto mientras reía como loca...
Si ella ya no estaba, entonces ¿dónde estaba Bibi?
Volteó a ver la puerta del baño y sintiendo el alma saliendo de su cuerpo corrió en dirección de esta. Tenía distintas abolladuras, había sido golpeada por los filosos tacones de la arpía que se había colado...
—Bibi...
Susurró.
—Ya no está aquí... Puedes abrir la puerta...
Dijo en el tono más tranquilizador que podía hacer su grave voz... Pero Bibi adentro no respondía...
Debía estar aterrada, pensó Bull, por lo que buscó en su llavero la llave de esa habitación...
Estaba temblando, y la oscuridad los abrazaba. Era abrumador estar en medio del silencio después de tal momento lleno de tensión... Estaba a punto de llorar.
Introdujo la llave en la cerradura, y susurrando palabras para tranquilizar a su hermana, la abrió.
Lentamente la puerta comenzó a rechinar... Mientras el joven la empujaba para salvar a su hermana del terror que sentía.
Pero en realidad, él fue quien comenzó a sentir el terror al ver a su hermana tirada en el suelo...
Sin respirar.
. . .
"I was meant to be yours, we were meant to be one!
I can't take it alone, finish what we've begun!
You were meant to be mine, I am all that you need!
You carved open my heart, can't just leave me to bleed!"
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