5. Let's play baseball with Mr.Bat!
. . .
-¿Entonces?
-Me siento asustada por ella.
Ambos jóvenes mantuvieron un silencio mortal mientras que la chica de rasgos asiáticos trataba de procesar todo lo que había oído, mientras trataba de acomodar sus emociones.
Pero el odio era relativamente más fuerte que ella.
-Tal vez debas pensarlo. No hay pruebas que comprueben que Edgar haya violado a Charlotte...
-¿Qué clase de forma de pensar es esa? ¿Sí sabes que hay que apoyar a la víctima, no?
Brock negó con la cabeza un tanto decepcionado de la opinión de su compañera de trabajo.
-A la POSIBLE víctima. Conoces a Charlotte, ella solo sale con los chicos por sexo, no me sorprendería que Edgar se lo haya negado y desde entonces le tenga rencor y por ello lo quiera destruir.
-¡Ella ha cambiado!
-Eso es lo que tú quieres creer, Bibi.
Los dos chicos guardaron silencio nuevamente...
Y lentamente la mirada vacía de Bibi comenzó a llenarse de odio al ver el teléfono móvil de Brock aún encendido.
Sus dientes comenzaron a rechinar, para poco después mascar su chicle con rabia...
-¿Con quién hablas?
Brock se sorprendió y miró su teléfono. Aún tenía el chat de Edgar abierto, y había pasado la tarde hablando con él antes de que Bibi llegara para organizar su participación en el evento de halloween...
-Nadie, no te incumbe.
Pero la chica no se quedó de brazos cruzados y arrebató de golpe el chat del moreno.
Este solo frunció el seño molesto pero no le hizo pelea para no empeorar las cosas. Bibi no desperdició ni un segundo, y leyó cada renglón, cada burbuja de chat.
En seguida azotó el celular contra la mesa.
-Protegerlo... ¿Protegerlo de qué? ¿De la policía? ¿De su acto atroz?
-Bibi, por dios, te estás dejando llevar por el odio. No tomes decisiones precipitadas...
-¿Precipitado por qué? ¿Por querer proteger a la chica que quiero de un violador? Por que si es así, entonces prefiero que el odio me consuma antes de dejar que ese idiota le vuelva a hacer daño.
Brock simplemente se levantó rodando los ojos en molestia y se acercó a la ventana tratando de ignorar la actitud infantil de su compañera.
-¿¡Por qué mierda me ignoras!? Edgar es un VIOLADOR, ¡NO MERECE SI QUIERA QUE LE HABLES!
-Yo no puedo hablar contigo así. Yo conozco a Charlotte más que tú. He sido el que logró mantener una relación más duradera con ella y no sabes lo mucho que te está manipulando para su gusto.
-¡DEJA DE HABLAR MAL DE ELLA!
Y sí, el problema de Bibi ya era notable pues había comenzado a endiosar a Charlotte sin tener duda y sin tener prueba alguna. Ahora no era cuestión de ser precavidos para cuidar a la posible víctima, ahora era odiar al posible violador porque te habías obsesionado con una chica linda.
Aquí entraba la pregunta. ¿Acaso las hormonas curiosas habían hecho a Bibi caer enamorada ante la telaraña de la rubia?
La chica no aguantó más y tras golpear la mesa se levantó.
-Haré que pague... Me encargaré de que la gente lo haga pagar por la mierda que hizo...
-Bibi, mejor detente a hablar eso con el consejero o alguien del consejo estudiantil. Pueden arreglar eso mediante diálogo. Si Edgar realmente es un violador te juro que te voy a apoyar pero no te lances así al precipi-...
-Cállate, negro de mierda.
Ella le dijo con mucho odio, visible gracias a la forma en la que sus dientes y manos se apretaban al hablar... Y sin decir nada más puesto a la rabia que sentía, Bibi salió casi volando fuera del salón de arcade mientras marcaba a alguien con su teléfono...
Ahora Brock temía lo peor. ¿Acaso Bibi llamaría a un montón de gente para golpear a Edgar? ¿Acaso haría que el rumor se volviera peor al punto de hacer a personas ajenas golpearlo por decisión propia? ¿Acaso lo haría ella misma?
No sabía que hacer y la desesperación comenzó a consumirlo lentamente. No sabía si recomendarle a Edgar ir a un grupo abundante de personas o si recomendarle que se alejara lo más posible de ellos.
Tampoco quería delatar a Bibi por si ella planeaba que alguien más lo golpeara sin que se supiera que ella los mandó, al final del día, con todo e insultos hirientes, Bibi era su amiga más cercana.
El problema también era que ella era la jefa del club de deporte, una de las chicas más atléticas y adoradas de la escuela, tenía cierto nivel de poder sobre la opinión de los alumnos promedio.
Sin darse cuenta, la escuela comenzaba a volverse una red mafiosa, poco a poco.
No le sorprendería si de repente se desataba una tragedia por miles de balas azotando estudiantes.
Tomó su teléfono móvil y gruñó molesto al hacerlo. La pantalla estaba rota por la fuerza con la que fue azotado contra la mesa, le había costado muchos ahorros comprarlo y ahora estaba roto.
Sin embargo, ese no era el tema ahora. Debía advertir a Edgar ya, antes de que termine en el hospital...
. . .
-¿Qué crees que haya pasado?
La chica rubia mantuvo un silencio mortal al ver a su mejor participante así de asustada huyendo de ahí. El pánico fue fácil de transmitir, más aún con esos gritos.
-No lo sé, pero no suena muy bien...
Byron desvío la mirada hacia los papeles y comenzó a acomodarlos y encriptarlos con folders.
-¿Crees que deba ir a ver? Tengo el presentimiento de que Edgar se metió en una pelea.
Continuó su trabajo, mientras ponía los folders pertenecientes a Piper en el archivero blanco que tenía al rincón del club. Piper se sentó sobre la silla frente a su escritorio y suspiró profundamente viendo ahora su teléfono.
-Creo que mejor es mejor no suponer cosas, habrá que esperar una señal de los vigilantes de los pasillos para saber si haremos algo. Eso está en sus manos.
Byron asintió dándole la razón a su buena amiga, terminando su trabajo tras cerrar el archivero cubierto con pegatinas.
-No me sorprendería si Max es la primera en ver todo, siempre encuentra los peores problemas más rápido que los demás.
Piper rió.
-Es muy veloz. Quisiera llegar así de rápido a las reuniones nocturnas.
-Bueno, si dejaras de usar esos tacones creo que podrías intentar...
Byron recibió una mirada molesta de parte de su amiga, quién obviamente no se tomó bien aquel simple comentario.
-Mis tacones son mi parte favorita de mi outfit. Ni de broma me los van a quitar así me tuersa los pies con cada paso que dé.
-A veces me sorprende lo determinada que eres cuando algo te gusta mucho...
Pasaron un rato más así, hablando más relajados a comparación de antes. Piper a veces se tomada fotos y le tomaba fotos a su amigo para molestarlo. Byron por su parte se limitaba a escribir cosas sin parar en hojas vacías. Al parecer sus planes para extender las atracciones fuera del gimnasio.
-Tal vez debas cortarte esa barba...
Byron levantó la vista un tanto confundido por la extraña y repentina sugerencia de la rubia.
-¿Por qué debería?
-Eres muy joven, te verías mejor sin ella.
-Mi espejo no opina lo mismo. Además, tengo 21...
Ella negó con la cabeza en señal de desaprobación.
-Y pensar que yo tengo 19, vaya que es raro tener a alguien mayor que tú en tu mismo grado...
-... Ya sabes que odio hablar de ese tema...
Al final Byron había sido salvado por la campana pues su teléfono comenzó a sonar con una extraña melodía. Piper estaba a punto de discutir sobre aquello con mucho enojo y ganas de regañar al albino, pero alguien había decidido marcar en ese momento, y Byron lo agradecía muchísimo.
-Es Max...
-Vaya coincidencia.
Presionó el botón en su pantalla y se llevó el teléfono a la oreja.
-¿Sí, bueno?
Piper miró a Byron hablar con tranquilidad por el teléfono.
Poco a poco, entre más segundos pasaban, el rostro de Byron se tornaba aún más en un tengo de preocupación...
-¿Una pelea? ¿Entre dos alumnas?
Ambos chicos no evitaron mirarse empezando a considerar sus sospechas sobre la pelea en la escuela. Lo único raro es que se trataba de dos chicas, y no de Edgar.
-¿Tan grave es el asunto?
Un nudo en la garganta comenzó a torturar al chico...
-Voy en seguida, dile a Colt y a Shelly para que las detengan, que tengan cuidado. En seguida llamo al profe de detención.
Y apenas se oyó la voz de Max aceptar la orden, Byron colgó.
-Hay sangre por todos lados.
-... ¿Qué?
. . .
El sonido del pequeño tacón de los zapatos del jefe del consejo estudiantil marcó su llegada...
Byron entró al comedor completamente atareado por la advertencia de su compañera vigilante de pasillos.
Apenas se abrieron las puertas del comedor, todos los alumnos voltearon a verlo y se alejaron completamente de la escena al notar de quién se trataba.
Una chica con curiosos lentes y una capucha que cubría toda su cabeza se acercó, muy nerviosa.
-Gracias a dios ya llegaste. No pueden contener a las alumnas.
Y mientras la abundante cantidad de alumnos se alejaban del camino de Byron, él se acercaba poco a poco al lado de Max. Shelly y Colt trataban de sujetar a dos chicas que intentaban darse con todo, pero al parecer Shelly había recibido un codazo y Colt y fuerte golpe en la cabeza.
Fue entonces que el estrés comenzó a apoderarse completamente de Byron, y molesto por la situación, se paró frente a las chicas y con una voz fuerte, firme y intimidante, gritó.
-¡USTEDES DOS, DETENGANSE AHORA MISMO!
Todo el comedor mantuvo silencio mientras que ambas chicas caían al suelo agotadas...
Eran Colette... Y Bibi.
Al fin Colt y Shelly lograron sujetarlas debidamente antes de que tratarán de destruirse la una a la otra de nuevo.
No había mentira, había sangre en el suelo, y parecía ser de varios alumnos que se vieron entromeditos entre los golpes sin desearlo.
Había una pequeña chica de rulos que sangraba de la nariz. Probablemente recibió un golpe sin querer de una de las chicas.
Sin embargo, si mirada se fijó completamente en el cuerpo que yacía al lado de las dos chicas. Bibi y Colette habían peleado, y era obvio por qué Colette estaba involucrada ahora.
Edgar había sido golpeado con mucha fuerza también.
Byron frunció el seño completamente rabioso mientras se acercaba a la chica de rulos que había sido golpeada.
-Tú, explícame que demonios paso aquí, ahora.
La chica se sorprendió por la petición y en seguida entró en pánico pues, Bibi le lanzó una mirada asesina de inmediato, como diciéndole que no la delatara.
Sin embargo Byron tomó ventaja de esto y tras sujetar la cabeza de la jefa del club de deporte, miró a la de rulos.
-No te preocupes, si alguien te hace algo, me encargaré de eso... ¿Cómo te llamas?
La verdad ella estaba muy nerviosa, se podía ver por como temblaban sus pequeñas y recorgetas manos.
-¡Bea, señor! Soy... Bea Brown... Eh...
-Bien, ahora dime qué pasó. A lujo de detalle si es posible.
Su sonrisa... La sonrisa del jefe la ponía muy ansiosa...
-Bueno...
Rápidamente limpio la sangre que derramaba de su nariz, lista para explicarlo todo.
-El chico... Edgar, él había entrado al comedor hace poco y se sentó en una mesa lejos de todos... Entonces le marcó a alguien... Supongo que era su amiga.
Efectivamente, Colette había sido llamada apenas Edgar entró al comedor hace unos minutos. Mientras que él se hundía en su soledad, Bea lo miraba apenada por su situación.
Ella no creía el rumor del todo, incluso si sus amigos la querían convencer de que era verdad.
-Entonces la jefa del club de deporte entró... Con un... Bate en la mano.
Bibi, con todo el odio contenido en su interior, había entrado al comedor dispuesta a golpear a Edgar hasta llevarlo al hospital cómo toda una psicópata, cegada por el falso amor que sentía por Charlotte...
-Y comenzó a gritarle a Edgar antes de comenzar a golpearlo.
Batazo tras batazo, Bibi se había decidido a dejar el rostro de el joven Edgar marcado con cicatrices causadas por aquel bate de madera.
-Poco después llegó su amiga corriendo y usando cosas de su mochila le devolvía los golpes a la jefa del club de deporte... Como su lonchera, sus libros... Su libro de recortes.
Y así había comenzado la pelea. Mientras que Colette era tirada al suelo por el bate de Bibi, todos los demás comenzaban a levantarse y a gritar "pelea, pelea". Lamentablemente Bea iba a ayudar a Edgar a levantarse cuando recibió un batazo de parte Bibi. ¿Le rompió la nariz? Tal vez no, no fue con fuerza, solo se balanceo por un empuje de la albina.
Y varios alumnos que habían decidido acercarse salieron heridos...
-Después llegó la señorita... Max y... Trato de detenerlas pero no pudo.
-Muchas gracias, señorita Bea...
El silencio abundó todo el comedor, mientras que Byron miraba con muchísima molestia a ambas chicas.
-Las dos... Van a ir a detención ahora mismo.
-¡Pero-...!
La chica de rasgos asiáticos trató de reclamar, pero Byron fue más rápido.
-¡PERO NADA! ¡Miren todo el desastre que causaron! Cuántos alumnos hirieron, cuánta sangre hay en el suelo. ¿Saben que existen consecuencias por este tipo de situaciones, no?
Shelly y Colt levantaron a ambas alumnas dispuestos a llevarlas a la dirección para tratar ese tema más a fondo.
-Llevenselas... Y todos ustedes, vayan a clases ya, ¿no oyeron la campana? Los heridos favor de asistir a la enfermería, les haré una prueba de falta, pero muevanse ya de aquí.
Poco a poco los alumnos se marcharon del comedor, uno a uno, sin decir una palabra más.
Ambas chicas, aún sangrantes, comenzaron a caminar sujetadas hacia dirección.
No sin antes, Colette se detuvo un segundo delante de Byron, aunque fuese sujetada por Colt y forzada a moverse, se abrió paso para hablarle...
-Por favor... Cuida de él... Él no merece esto.
Recibió un jalón rápido que la hizo seguir el paso del pelirrojo... Ahora solo quedaban Byron y Edgar en el comedor...
Lentamente el albino se arrodilló sin preocuparse por los pequeños charcos de sangre que habían en el suelo.
-Edgar... ¿Me oyes?
Pasó su mano por en frente de su rostro... Este solo frunció el entrecejo y golpeó la mano de Byron con du brazo.
-S-sí... Idiota... N-no estoy muerto.
Byron suspiró un tanto hostigado y pasó su brazo por debajo de su cuello. El otro lo pasó por debajo de sus piernas.
-Tranquilo. Te llevaré a la enfermería, ¿bien?
El chico no respondió, pues se cubrió el rostro con su ensangrentada bufanda... Byron lo levantó sin mucho esfuerzo, el menor no pesaba casi nada, y a este punto no le sorprendía.
-Ya verás que todo se arregla, calma...
. . .
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