49. I don't know how to reach the light of your heart.
. . .
¿Dónde estaba Byron? Era una pregunta que ahora todos se estaban haciendo.
Él había dicho con voz cansada que planeaba quedarse en la sala de estar a pesar del frío y la tristeza, ninguno quiso protestar contra ello pues el albino no se veía para nada bien. Lo único que los alarmaba era el hecho de que no quería ver a Edgar.
Normalmente y según todo lo que ya había pasado, él habría sido el primero en correr en dirección a su adorado joven de la bufanda apenas escuchado sus quejidos mientras soñaba.
Definitivamente había algo mal con él... Tal vez la revelación de que Edgar había sido genuinamente abusado.
La primera en darse cuenta de que Byron no estaba en la sala como había dicho fue Colette, quien de inmediato tomó cartas en el asunto buscándolo por toda la casa de la chica abeja. Nadie mencionó nada, nadie supo nada sobre a dónde iría y por qué saldría a las casi cuatro de la mañana incluso después de concordar en que no abandonarían la casa de Bea bajo ninguna circunstancia.
Edgar no pudo hacer mucho para buscarlo... Solo estaba recostado en cama acompañado de Bea, con moretones en todo el rostro y sangre seca bajo su nariz.
Brock, Penny y Colette se dispusieron a buscar.
Y después de varió rato, Colette logró dar con Byron...
... Fuera de la casa, sentado en el jardín tan colorido de la familia Brown.
Mirando en lo alto a la brillante luna. Siempre tan imponente, siempre tan especial.
En medio de la noche, él miraba. Solo. Pensante.
Colette torció un poco la cabeza antes de salir al jardín a paso lento.
-¿Todo bien, jefe?
Preguntó la albina con una sonrisa en su rostro preocupado. El jefe no contestó, solo siguió viendo la belleza de la luna creciente.
Normalmente habría esperado una respuesta extremadamente rápida y profesional, más sin embargo las cosas que habían pasado ese día parecieron haber armado una bomba, la cual estaba a punto de detonar.
Tenía que calmarlo... O en el mejor de los casos, hacerlo soltarlo todo sin que hubieran daños colaterales.
Colette no se sentía capaz de eso... Pero sabía que intentar calmarlo no sería la respuesta. Solo haría al joven Wayne ahogar aún más sus penas.
Se acercó tímidamente al mayor, procurando mantenerse tranquila consigo misma...
-Es por lo de Edgar, ¿cierto?
Preguntó en voz baja, sentándose a su lado mientras la oscuridad los abrazaba.
Él mayor no dijo nada, pero su seño se frunció aún más y eso sirvió de respuesta para la chica.
-¿Qué pasa? Normalmente eres el primero en ir corriendo a buscarlo...
Rió en voz baja.
Byron negó con la cabeza y permaneció viendo a la luna.
De ahí, ninguno de los dos albinos se digno a preguntar o responder nada más. Permanecieron ahí, sentados, acompañándose el uno al otro.
En el silencioso silbido que causaba el viento al soplar contra las flores.
Una luz tenue detrás de ellos hizo acto de presencia. Colette volteó a buscar a quien fuera que generó esa luz, y pudo ver entonces a Brock y a Penny mirando por la ventana, abriendo muy ligeramente las cortinas.
Colette les sonrió y en seguida volteó a ver de nuevo a Byron.
Su rostro molesto no daba más pista de qué podría hacer para ayudar. Cada brisa helada que chocaba con su rostro se volvía más y más intenta, sus ojos comenzaban a humedecerse por el frío aire.
Se acercó un poco, y miró la luna a su lado.
No sabía qué decir... Pero quería seguir insistiendo cuidadosamente para que Byron sacase todo lo que lo molestaba...
Pensó.
Pero después de un rato el solo comenzó a hablar.
-Colette, no quiero ir a ver a Edgar ahora.
La albina alzó la mirada, eso la había tomado por sorpresa.
-¿Por qué?
Preguntó en voz baja, viéndolo fijamente mientras él seguía mirando la luna.
-No... No lo sé. Creo que no quiero que me vea después de lo que descubrí y... Saber que pude detenerlo, pero no lo hice.
Colette comenzaba a comprender.
Y así poco a poco, se alejó unos cuantos centímetros para sentarse dándole la cara a él.
Byron se sentía mal consigo mismo y no quería que Edgar lo viera después de saber que no hizo nada para ayudar... Sentía vergüenza, como cuando ella no llegaba a una reunión importante en su club, y después no quería volver a aparecerce debido a la vergüenza.
Era un sentimiento que Colette sentía muy amenudo, pero estaba segura que no podía sentirlo a la intensidad en que Byron lo estaba sintiendo ahora.
Solo puso sus piernas contra su pecho, abrazándolas, recostando su cabeza contra sus rodillas.
-Ugh... No sé qué haces aquí en primer lugar, ni siquiera soy tu amigo o algo, sé que te preocupas por todo pero no tienes que preocuparte por mí, arreglaré todo esto por mi cuenta, solo... Ve adentro con Edgar...
La albina sonrió.
-Yo te considero mi amigo... Además, hace rato dijiste que hablarías de lo que sientes con nosotros.
La mirada del jefe comenzó a bajar poco a poco, dejando fuera de su rango de vista a la luna creciente, brillante...
El oscuro cielo no se veía más decorado que por nubes grises, ocultando las débiles luces que eran las estrellas. Colette no podía decir si Brock y Penny aún seguían viendo desde atrás, pero tenía que encontrar la forma de hacer a Byron soltarlo todo, con espectadores o no.
-No soy bueno hablando de lo que siento. Prefiero no hacerlo... Al menos no si estás aquí, cerca.
Y así, apenas lo dijo, Colette se alejó varios centímetros de distancia de Byron.
-¿Te sirve así, o necesitas más espacio?
Al voltear a verla, el mayor no pudo evitar soltar una carcajada.
Colette sonrió y se acomodó igual que antes, a excepción de que ahora era realmente alejada de él.
Y así, con el frío clima, el ambiente pesado y las sensaciones tensas en el aire, Byron volvió a desviar la mirada lejos de la de Colette, mientras la luna era lentamente cubierta por esas nubes grises...
Él respiró profundo.
-Me da vergüenza que Edgar me vea después de lo que descubrí sobre él.
Habló, en un susurro apenas audible para la joven Bellerose...
-No sé cómo llegar con él y pretender que no ví nada sin romper en llanto. Entonces me va a preguntar, "¿qué sucede, estás bien, necesitas un abrazo?", y entonces ¿cómo le voy a pedir un abrazo... Sin sentirme sucio después de lo que pasó hace un año?
Su tono de voz se volvía cada vez más agresivo, yendo cada vez más en aumento...
-Todo lo que hemos pasado juntos, y la forma en la que arreglamos sus problemas juntos, ¿no habrá valido nada apenas descubra que esos roces no frenaron ahí? ¿¡Cómo se supone que debo sentirme!?
Sus manos, uñas, comenzaron a clavarse lentamente en la tierra del jardín de vea. Colette entonces pudo notar que Byron no parecía conocer ninguna otra forma para liberar sus emociones que no fuera mediante violencia.
Pues sus manos tomaron un puño de tierra, para prosiguiente lanzarlo contra la valla que cubría los alrededores de la casa de Bea.
-¡Yo pude haber evitado que eso ocurriera, pero no hice nada, porque Edgar no era mi interés y tampoco quería relacionarme con Charlotte otra vez!... Yo sabía lo q-que ella pudo hacer...
Nunca le dieron la oportunidad de dejar ir sus emociones de manera pacífica... Toda su vida se vio atrapado y obligado a encarcelar cualquier tipo de tristeza o enojo en su interior, y dejándolo hacerlo solo cuando iba a explotar.
-Pero no hice nada.
Y entre más crecía, más sentimientos lo carcomían desde muy adentro.
-S-soy un completo idiota...
Dijo con la voz ya quebrada, cubriendo su rostro, sintiendo vergüenza de que lo vieran llorar... Como si intentara que alguien en específico no lo viera al rostro y no lo llamara maricón por ello.
Colette estuvo a punto de acercarse, pero temía que en cualquier momento la ira de Byron se desatara por ese acercamiento, por lo que permaneció en su lugar, dedicándole una mirada preocupada...
-No lo eres... No sabías que todo eso llevaría a un abuso, ninguno de nosotros habría esperado que Charlotte llegara a esos extremos y creo que ni siquiera ella misma lo pudo creer en su momento.
-P-pero tú... Tú estuviste con él cuando pasó...
-Yo estaba en casa cuando todo pasó, incluso le dije que no fuera a esa fiesta pero él me mintió... No quería creerlo al principio pero todo indicaba que fue así, ¡e incluso si tú hubieras estado ahí con él nada...!
Colette se detuvo muy abruptamente... Buscando las palabras correctas para continuar, y buscando el valor para decirlo sin romperse a llorar...
Cerró los ojos y dió un largo suspiro.
-Incluso si hubieras estado con él, no tendrías las pruebas suficientes para asegurar que eso paso... Ninguno podría saberlo con certeza si no estuvimos ahí, en la escena...
Byron lentamente, aún con gruesas y saladas lágrimas bajando por sus mejillas, volteó a verla más ampliamente.
-¿C-cómo lidiaste con ello...?
La albina sonrió, intentando evitar que sus lágrimas también escaparan.
-No pude...
Ella dijo... Con un tono de voz más apacible.
-En un principio no pude lidiar con ello, e incluso ahora de me dificulta... Yo... Solo t-tenía solo 16 años, necesitaba quién me guiara.
El viento lentamente dejó de soplar...
-Entonces mi psicóloga me hizo ver que... No puedo evitar que cosas malas pasen, y-, muchas veces... N-nunca podré salvar a Edgar de las cosas malas que lo rodean, cómo su propio padre, o el tuyo, p-pero...
Respiró profundo.
La tensión de hace unos minutos simplemente se desvaneció.
-Puedo acompañarlo para que esas malos momentos no pasen de eso, simples malos momentos.
Ambos entonces cruzaron miradas.
Los brillantes ojos de rubíes de la albina, y los ojos cristalinos color magenta del otro... Mirándose fijamente mientras las nubes cubrían en su totalidad la brillante luna.
Ella le sonrió a él.
-Entiendo perfectamente como te sientes... Pero la triste verdad es que... Ni tú ni yo podemos hacer nada para cambiar el pasado.
Comenzó a acercarse de a poco hacia él.
-Pero podemos cambiar su futuro, juntos...
Susurró, poniendo su mano en su espalda, mientras veía como lentamente su superior de quebraba cachito a cachito.
Le sonrió, mientras sus lágrimas comenzaban a asomarse de a poco.
Entonces Byron respiró profundo entre dientes, mientras que con sus sucias manos se tomaba del cabello con enojo.
La chica intentó acercarse a darle un abrazo pero, un movimiento brusco la detuvo; él se había hecho bolita en el suelo mientras sujetaba con violencia su cabeza... Comenzando a temblar y respirar pesado causando que la otra de alejase abruptamente del mayor... Dándole espacio.
No sabía si quedarse a su lado o dejarlo desahogarse solo, tampoco quería que se lastimara con esos movimientos bruscos que hacía... Tal vez pueda acompañarlo a una distancia segura.
Trató de hablar, pero para entonces Byron ya de encontraba golpeando la tierra que había bajo él con violencia, con ambos puños, rápidamente como si no tuviera autocontrol. Colette solo pudo hogar un gritó cuando lo vió usar su puño derecho para golpear con mucho odio el suelo, con mucha fuerza, tanta que tuvo que detener su velocidad reiteradas ocasiones.
Seguido de eso, lo vió detenerse, para después respirar muy, muy profundo entre dientes. Podía notar incluso su mandíbula temblar...
Y lágrimas salir violentamente.
Volteó a ver a la ventana de nuevo, no había nadie ahí, con suerte no parecía haber nadie afuera o despierto para ver cómo Byron se perdía a si mismo entre llanto.
Parecía querer soltar un largo grito, pero aún se notaba que no quería generar un alboroto...
Vamos, Byron, que te valga mierda... Has ese alboroto.
Grita.
El albino puso sus manos al rededor de su cuello mientras cerraba los ojos con fuerza, y con odio, dejaba su garganta desgarrarse en un muy intenso grito de rabia.
Pudo incluso notar como los pájaros que de encontraban reposando en los cables en lo alto de los postes de luz salían volando tras el grito del temido jefe del consejo estudiantil... Colette por un momento pensó que aquel grito parecía un llamado de auxilio.
Entonces calló, su voz se fue apagando de a poco al punto en el que solo se podían oír quejidos mientras las gruesas lágrimas salían de sus ojos... Temblando en el suelo, negándose a ser visto por alguien, no quería ser visto por nadie.
Como un miedo constante a ser juzgado por llorar y gritar solo por una "banalidad". Byron no parecía querer revelar sus emociones con nadie, a pesar de haber pasado tantas cosas buenas con Edgar.
Ahí fue donde Colette lentamente de acercó al mayor en un intento de hacerle saber que no necesitaba avergonzarse de ser humano y sentir como todos los demás. Llorar no te hacía menos fuerte, y Colette lo sabía mejor que nadie.
Apenas puso su mano sobre su espalda, Byron volteó a verla, asustado...
Ella le sonrió compasiva.
Y él no pudo responder más que con una mirada temerosa.
El desvió la mirada y trató de calmarse después todo lo que había soltado, Colette simplemente permaneció ahí a su lado dándole reconforte mientras le daba palmadas en la espalda...
Todo el lugar cayó en un silencio profundo, uno bastante cómodo a decir verdad, ya que a pesar de la oscuridad, la luz de la luna había vuelto a brillar sobre ellos con fuerza. Los grillos habían vuelto a cantar, y los pájaros regresaban poco a poco de vuelta a ese viejo cable de luz... Incluso con las manos sucias, Byron peino su cabello desordenado una vez pudo respirar con normalidad.
Volteó a ver a la chica, con una sonrisa muy pasiva.
-Gracias...
Ella le sonrió de vuelta y de acercó a darle un abrazo.
-Te volviste una persona muy importante para mí, Byron... Gracias a tí por cuidar a Edgar como nunca nadie lo ha cuidado, eres asombroso.
Respondió en susurró, alejándose un poco de él.
Colette a ese punto ya habría comenzado a levantarse del sucio suelo mientras sacudía su pantalón. De pie vio a Byron quien permanecía en el suelo pensante, tomándose su tiempo para poder volverse a poner de pie, y la albina no lo apresuró.
Pero entonces un extraño grito desde el interior de la casa hizo a la albina ponerse alerta... Escuchó ruido, cosas cayendo... Y también un...
-¡Edgar, espera!
Escuchó la voz de Bea gritar desde el primer piso, mientras Brock le acompañaba pidiéndome a Edgar detenerse.
Sin embargo, los gritos no parecieron calmarse hasta que la puerta se abrió, y un muy enfermo y asustado Edgar de asomó por esta.
El chico miró de un lado a otro en una posición a la defensiva, antes de encaminarse a paso rápido al jefe del consejo que se encontraba aún sentado en el suelo, pero ahora viendo en dirección al chico recién llegado.
Byron estuvo apunto de reclamar cuando Edgar cayó en sus brazos abrazándolo con fuerza. Se veía asustado.
-E-Edgar... No debes salir de cama...
-¡Escuché un grito y me asusté! Lo siento, creí que algo malo había pasado.
Exclamó con una respiración pesada. Parecía que el dormir le había hecho bien pues a comparación de antes, se veía más estable. Sin embargo su voz rasposa y el hecho de que no podía respirar por la nariz daba a entender que seguía bastante enfermo.
Byron lo rodeó con sus brazos de vuelta, viendo cómo todos los demás llegaban a la entrada en busca de ese Edgar rebelde que de les había escapado.
El chico, aunque muy cansado, herido y enfermo, se alejó con una sonrisa en el rostro para sujetar al mayor de las mejillas.
Sintiendo húmedo al momento de juntas sus dedos con sus pómulos...
-... ¿Si pasó algo malo?
Preguntó limpiando sus lágrimas, para en seguida ver sus nudillos, los cuales tenían pedazos de tierra enterrados en la piel que se había tornado color rojo.
Edgar estuvo apunto de preguntar cuando vio la sonrisa del mayor...
Se apaciguó un poco.
-No te preocupes, Colette ya me ayudó... Ahora vuelve a la cama que necesitas descansar.
Susurró, tomando al muchacho entre brazos con cuidado de no lastimarlo debido a su herida, y mientras se levantaba con Edgar entre brazos, volteó a ver a la albina quien solo miraba atenta con una sonrisa.
Byron le volvió a sonreír... Ahora debían descansar.
. . .
Dentro de esa oscura habitación donde no había nada más que ella misma, comenzó a temblar.
Eran las cinco de la mañana, hora en la que normalmente ella de levantaba... La lluvia poco a poco cayó encima de su casa, podía escuchar las gotas chocar una tras otra contra su ventana. Podía oírlas como balas en su oído, mientras la luz de su celular apenas iluminaba su rostro moribundo.
Dejó el celular en el suelo, y con sus temblorosas manos se dispuso a quitarse esos aretes rosados que la rubia le había regalado, lentamente, simplemente oyendo desde la bocina de su celular los quejidos del chico a quien alguna vez mandó al hospital de un batazo.
Mirando al suelo, en el rincón más oscuro de la habitación, tomando los aretes con ambas manos, apretándolos con rabia, importándole poco si se lastimaba.
Los sujetó con su mano, y prosiguiente a eso los lanzó contra la pared con rabia.
Tomó su celular, deteniendo el vídeo que había sido filtrado, para poco después salir de la aplicación y borrar la app de Twitter.
Respirando pesado, queriendo llorar.
Entró a WhatsApp y buscó ese viejo contacto con el que casi no hablaba hace tiempo, Mortis.
Comenzó a escribir con los dedos temblorosos, pidiéndole perdón.
Mortis tenía razón.
Charlotte era una abusadora.
Bibi la defendió por meses de un abusador que no existía, para al final descubrir que ella era la verdadera abusadora.
Se enamoró de una abusadora, abrazó, besó, apoyó a una abusadora.
Se quería morir... Apenas apagó el celular haciendo la habitación caer en completa oscuridad, cubrió su rostro dejando las lágrimas salir como cascadas.
Pudo oír a alguien acercarse a la puerta lentamente...
Ese alguien tocó gentilmente, antes de abrir la puerta.
Entró.
Con un celular en mano, abierto en el mismo post que Bibi había visto... Con una expresión de pena profunda en el rostro.
El chico se acercó.
-¿Bibi... ? ¿... Te gustaría algo de compañía?
Su hermano mayor dijo, acercándose lentamente a ella.
Bibi solo asintió, ocultando su rostro, destrozada.
-H-hoy no quiero ir a clases...
. . .
Bibi, open the, open the door, please.
Bibi, open the door.
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