48.⚠️A little bunny and a big bad wolf.
[Este capítulo contiene contenido un tanto delicado. Leer con precaución.]
. . .
Ver aquel vídeo... Le generaba repulsión.
Sentía sus manos temblar en rabia, ira, furia, cualquier definición que sirviera para describir un odio descontrolado... Estaba en su interior.
Él sabía, el estuvo ahí, pero no hizo nada... Había olvidado por completo que Edgar era el mismo chico tomado y drogado de hace un año, e ignoró esa verdad por mucho tiempo al no saber ni sentirse interesado. Si hubiera hecho algo más que sospechar tal vez pudiera haber prevenido algo así pasando.
Edgar realmente no recordaba que hubiera sido tan grave, pero porque estaba drogado y tomado, ni siquiera podía ver su propia nariz y sus pensamientos estaban a flote.
En el vídeo podía oírse como balbuceaba frases entre risas, haciendo insinuaciones a qué en algún momento cometería suicidio sin pensarlo demasiado... Todo mientras Charlotte se encontraba al borde del llanto mirando a la nada, preguntándose qué sucedió, cómo llegó a esos extremos...
Al menos sabía que la maldita tenía corazón. Podría intentar justificarla, pues ambos chicos estaban drogados y ebrios... Pero todos sabían que ella estaba conciente de lo que hacía.
Los demás acompañantes de Charlotte solo se burlaban del estado deplorable del muchacho que simplemente reía entre lágrimas sin ser capaz de formular una oración coherente... Grabaron la mitad de lo que ocurrió riéndose de como Edgar, aunque drogado, intentaba detener la situación pues no se sentía cómodo.
Byron sentía la sangre hervir, quería salir en ese momento, buscar a Charlotte y torturarla de tantas formas posibles.
—... Te dijimos que tal vez no era buena idea verlo ahora.
Susurró Darryl desviando la mirada con disgusto lejos del vídeo.
—C-cállate...
El mayor solo apretó sus manos en puños, aún con el celular de Brock entre manos... Se sentía tan, pero tan, pero tan rabioso, tan molesto, tan triste e impotente. Todos abrieron los ojos de golpe cuando oyeron un ligero 'crack' proveniente de las manos empuñadas sobre el teléfono móvil en manos.
El chico vocero del grupo estuvo apunto de protestar asustado por el bienestar de su teléfono cuando Bea lo retuvo... Debían preocuparse antes por el bienestar del jefe... Pues su estabilidad mental parecía estar cayendo en picada hasta lo más profundo del vacío.
Con manos temblorosas, intentó dejar de la manera más pacífica el celular sobre la mesa, a pesar de muy probablemente haber roto la pantalla del enojo... Todos solo se dignaban a mirar preocupados cada gesto que Byron hacía, aún con esa mirada vacía.
Su cabeza no dejaba de reproducir una y otra vez el mismo video en su cabeza... Desde el momento en el que los amigos de Charlotte entraban burlones a la habitación o sala en la que estaban, hasta el momento en el que todos juntos comenzaron a tocarse... Los balbuceos de Edgar, y el momento en el que le dieron a probar aún más droga.
Sentía una rabia profunda de no poder regresar al pasado y quedarse con Edgar en ese sofá platicando, tal vez incluso llevarlo lejos de la fiesta antes de que Charlotte si quiera pudiese acercarse con esos brownies. Sabía que Brock podía lidiar con esos problemas solo, debió haber ido con el chico de la bufanda antes.
Cerró los ojos, apartando el celular de un empujón...
Y con sus manos hechas puños, golpeó la mesa una vez.
Luego otra.
Luego otra...
Y luego otra más.
Para poco después comenzar a llorar en rabia silenciosamente, mientras todos seguían viendo incómodos, sin saber qué hacer.
Pasaron unos segundos dónde lo único que era audible en ese frío lugar eran los sollozos silenciosos del gran y temido jefe del consejo estudiantil, al que todos temían y respetaban, y ese que todos concordaban, era el chico más fuerte que hubieran conocido.
A excepción de que ahora estaba quebrado, y ya no parecía haber nada que pudiera arreglarlo.
De fondo pudo escuchar los quejidos de Edgar desde la habitación de Bea... Brock no tardó en levantarse y correr, aprovechando la ocasión para escapar, pues no sabía cómo ayudar al albino que permanecía llorando contra la mesa.
Era curioso que Byron no fuese el primero en levantarse y correr hacia él... No parecía querer hacerlo...
La sala siguió en silencio a pesar de eso.
Incluso entre tanto silencio, la puerta no se contuvo de hacer ruido al momento en que alguien desde afuera comenzó a abrirla. Todos en la sala se llevaron un susto pero este no duró mucho pues enseguida supieron que se trataba de alguien con el acceso a la casa debido al sonido de las llaves. El padre de Bea había llegado.
Mientras Byron permanecía silenciosamente impotente, Bea se encaminó a la entrada a paso rápido para recibir a su padre, quien siempre llegaba a altas horas de la madrugada por su trabajo.
Todos permanecieron en sus lugares, incómodos, viendo la llegada del señor que por si mismo se veía agotado. Bea le ayudó a abrir la puerta cargando su mochila para dejarla donde siempre dejaban las cosas al entrar. El señor, aunque cansado, miró a todos en la sala un tanto confundido.
Entonces, rompió el silencio.
—Todos ustedes... ¿Participaron en esto?
Los adolescentes se miraron entre ellos sin saber a qué se refería el señor Brown.
—Sí, entre nosotros ayudamos a Byron y Edgar y, y... Los demás recién llegaron a apoyar.
El hombre, aún con esos ojos de cansancio, asintió con una sonrisa, antes de dedicarle la mirada al muchacho que se encontraba sentado frente a la mesa, cubriendo su rostro.
Caminó a través del oscuro y frío ambiente hasta dar con el chico recién mencionado, que parecía estar cubierto de una aura pesada y deprimente... Y aunque con una actitud un tanto tímida, se atrevió a tomarlo del hombro en busca de darle reconforte.
Byron no respondió, de nuevo, solo permaneció así, mientras el hombre le daba palmadas en su espalda...
—Está bien muchacho... Estás lejos de él ahora, hiciste bien luchando.
Habló en voz baja con una sonrisa, aún intentando apoyar al muchacho que lloraba molesto contra la mesa. Mientras que el ambiente parecía tornarse más pesado para los demás, y la incomodidad comenzaba a ponerlos ansiosos, el señor Brown realmente parecía estar haciendo un excelente trabajo... Y por su parte Byron parecía estarse calmando un poco más.
Pues poco a poco el albino comenzó a relajar sus tensos hombros, a la vez que su respiración comenzaba a regularse de nuevo.
—Hiciste un buen trabajo chico. Siéntete orgulloso de eso.
Habló el señor una vez más palmando su espalda en señal de respeto y orgullo ante lo logrado. Todos comenzaron a verse extrañamente sorprendidos ante esa rara hazaña... Nunca nadie antes esperó que algo así fuese a funcionar.
Pero en el fondo también sabían que ese no era el único problema, pues ahora Byron sabía que la persona que más había querido y protegido en su vida entera había sido violado por su ex, y no se vio capaz de protegerlo en ese entonces.
Todos sentían impotencia tras el más reciente descubrimiento de Mortis... Penny incluso se sentía sucia por haber ayudado a descubrirlo... Y por haberlo visto completo solo para sacar pruebas en contra de Charlotte. Por suerte era acompañada por Darryl y Tyler que la ayudaron a buscar y excavar entre toda la mierda que había hecho Charlotte pruebas para inculparla de regreso.
Mientras que el mayor de toda la casa mandó a Bea a prender la luz principal de la sala para no depender únicamente de las luces tenues que habían sobre los muebles, los adolescentes comenzaron a ordenar la mesa para compensar el acogedor recibimiento que tuvieron. Darryl fue el primero en mandarles señales a los demás para que ayudaran también.
La luz pareció volver al alma de Byron cuando este levantó la cabeza respirando realmente profundo, sin ningún rastro de lágrimas alguna... Excepto en sus mangas, claro.
El señor sonrió y siguió dándole palmadas en la espalda para hacerlo sentir seguro en ese lugar. Byron volteó a mirarlo, aunque un tanto confundido por el gesto, le regresó la sonrisa.
—¿Mejor?
Byron asintió... Se sentía extraño recibir cariño de un padre de familia... Nunca había podido experimentar aquello de parte de su propio padre sanguíneo. Pero no le molestaba, realmente apreciaba el gesto.
—Bien... Bea, mi vida, ¿dónde está el muchacho herido? Necesito asegurarme que esté bien.
—A-ah, está en mi cuarto, hice lo que pude con la información que me dió internet...
El hombre le sonrió, y revolvió el pelo de la chica con una sonrisa.
—Pues internet no está muy equivocado, buen trabajo abejita.
Y así, aunque casi cayendo al suelo de puro sueño, caminó a la habitación de su hija no sin antes recoger la mochila que había dejado cerca de la entrada.
Ah, sí... Ray Brown, padre soltero encargado de cuidar a una linda adolescente, trabajaba como doctor en el hospital central de la ciudad, lugar que Edgar había visitado con antelación después del día del bate. Poca gente había podido verlo en persona pues este mismo hombre trabaja casi todo el día y toda la noche, más sin embargo siempre fue un excelente padre con Bea, y se sentía profundamente orgulloso de ella.
El chico moreno finalmente salió del cuarto, diciendo que Edgar había tenido una pesadilla y que ahora se encontraba despierto. La única que reaccionó ante esta aclaración fue la chica de rulos quien se acercó a abrazar al muchacho.
Ahí fue donde Bea explicó a Brock que había hablado con su padre sobre lo sucedido y que tenían a los novios en casa con el propósito de esconderlos de Gabriel o aliados. La chica no quería que su padre llegara y se llevara una sorpresa desagradable al saber que ahora tenía que lidiar con todo ese tema, así que le avisó con antelación como una mínima señal de respeto ante su autoridad. Brock pareció no molestarle, y con una sonrisa replicó el gesto del señor Ray en el cabello de Bea, para que quedara tranquila.
Mientras el señor estaba revisando a Edgar para asegurarse que no hubiera ningún problema, Byron permaneció en el asiento viendo el celular de su amigo sobre la mesa, con una mirada vacía y oscurecida...
Alzó un poco la mirada... Hasta poder dar con una Colette demasiado angustiada.
La vio fijamente a los ojos, ella ansiosa al sentir la mirada del jefe sobre sí, comenzó a mirar de un lado a otro haciendo sus ojos bailar al ritmo de sus piernas.
Angustia era lo que había en el aire. Bea, Brock y Penny y sus amigos se encontraban ocupados en otras cosas... Nadie notaba la ansiedad creciente dentro de Colette... La mirada de Byron la ponía mal.
Y estaba apunto de llorar cuando este mismo calmó su rabia interna, cambiando su expresión imponente a una más comprensiva.
Entonces, susurró.
—¿Por qué no dijiste nada?
Las lágrimas comenzaban a derramarse fuera de los ojos de la chica albina.
—... Lo intenté... P-pero...
. . .
En medio de la oscuridad pudo abrir los ojos... Un agudo dolor hizo presencia mientras intentaba hacer que su mirada se pusiera en línea lo que tenía en frente.
Una luz tenue y cálida que parecía ser cubierta por una cortina rosada... Definitivamente no estaba en su casa, ni siquiera tenía cortinas. Este lugar era uno que reconocía pero no podía determinar cuál.
Su cabeza seguía doliendo, y su visión parecía cada vez más distorsionada.
Entonces gruñó, tal como una bestia adolorida -o un cachorro lastimado- haría. Intentó levantarse de aquella tan cómoda cama en la que estaba. Se sentía rodeado de algodón... O tal vez nubes.
Parpadeó un par de veces intentando que su visión dejase de estar tan distorsionada... Y apenas pudo ver de nuevo, sintió el corazón en la garganta al ver a una chica de ojos casi rojos, en frente de él.
Gritó, y dió un brinco sobre la cama, antes de sentir su cabeza chocar contra un techo de madera arriba de él. Todo ese dolor que ya de por sí sentía se intensificó, causando que las lágrimas casi saliesen de sus ojos ya de por sí ardientes.
Cubrió su cabeza desesperado, ¿por qué había chocado contra algo?
—¡Lo siento tanto Edgar! ¿¡Estás bien!?
Escuchó a la chica decir preocupada abrazándolo y sobando su cabeza mientras acallaba su llanto de dolor.
Solo sintió el dolor intensificarse mientras pasaban los segundos, pero procuró mantener la calma...
—¿Estás bien? Estaba esperando a que despertaras para darte un ibuprofeno, ¿te duele mucho la cabeza? Perdón, te juro que creí que ibas a morir intoxicado...
Edgar respiró profundo y asintió... Entonces pudo poner sus pensamientos en línea. Estaba en casa de Colette, y su cama tenía un especie de mueble arriba no muy lejos del colchón... Normalmente la albina lo usaba para esconderse, ese lugar era como una guarida para ella... Pero había oído que pronto lo removerían debido a, exactamente, el mismo problema que tuvo el con estampar la cabeza contra este mismo.
Colette le extendió una pastilla y un vaso de agua... Edgar podía sentir bajo su nariz el agradable aroma a pan recién horneado... Definitivamente estar en casa de su mejor amiga era lo mejor.
Pero ahora tenía una duda más...
¿Qué había pasado ayer, y por qué se sentía tan mal?
Su vista volvió a estar en correcta sincronía tras el pasar de los segundos, y después de tomar una pastilla, pudo recargarse contra la cabecera para descansar. Su amiga le hizo en favor de poner ahí unas almohadas rápidamente para que no recargarse la cabeza contra una superficie dura.
Respiró profundo con cuidado... Y exhaló.
Solo tenía la mirada preocupada de Colette encima de él.
Debía preguntarle...
—¿Qué pasó...?
Dijo en voz realmente baja. Sentía que el mínimo sonido regresaría ese dolor.
Colette torció la cabeza, como queriendo llorar.
—El chico Brock te trajo anoche... Drogado y ebrio...
Susurró, guardando unos segundos de silencio al desviar la mirada...
—... Tú... ¿Tú fuiste a esa fiesta, verdad?
Preguntó con su voz agudizándose... Las lágrimas parecían querer escapar de sus ojos.
Entonces Edgar recordó... Pero no tanto como le gustaría.
Recordó cuando llegó a la fiesta de la mano de su novia, recordó cuando ese extraño pero apuesto chico albino se sentó a su lado... Recordó cuando se puso ebrio por el vaso de Charlotte.
Espera... ¿¡Había probado la hierba!?
A ese momento ya habría golpeado su rostro con la palma de su mano de no ser que realmente no se sentía para hacerlo. Gruñó y miró a Colette de nuevo.
Solo lo miraba asustada, con lágrimas al borde de sus rojizos ojos. Edgar no comprendía qué había de malo... Claro, si no hablaba sobre la droga y el alcohol.
—Lo siento... Realmente quería ir.
Colette suspiró profundo y frunció el seño.
—¿Tú querías ir, o ella quería que fueras?
Edgar alzó una ceja confundido.
Iba a bromear con el tema cuando notó que su amiga ni siquiera lo miraba, solo observaba a la nada con una expresión de enojo.
Usualmente cuando Colette no lo miraba a los ojos, era porque realmente estaba enojada.
—Lo siento... Es que Charlotte me hizo ver que realmente me falta relacionarme, me ayudó a hablar con un par de gente, es más, ¡creo que ya soy amigo de sus amigos!
—¿¡CREES!?
Incluso si Edgar había hablado en la voz más baja posible, Colette no se pudo contener a gritarle de vuelta.
Ella notó su dolor al momento de que el fuerte sonido llegó a sus oídos... Y aunque arrepintiéndose de haberle gritado, su mirada molesta permaneció en su rostro.
—¿De verdad crees que Charlotte te ayudó en algo?
Reclamó la albina con un nudo en la garganta... Recordando lo último que Edgar reveló entre balbuceos antes de caer dormido.
Colette sabía que no lo había llevado para ser más sociable.
Colette lo sabía.
Y ese silencio de Edgar solo la hizo enojar más.
Lo miró a los ojos... A esos ojos azules que había visto toda su vida...
Él solo desvío la mirada... Guardando un silencio afirmativo.
La chica volvió a desviar la mirada con las lágrimas deslizándose por sus mejillas. Molesta. Triste. Impotente.
—Aparentemente Charlotte tiene más razón e importancia que yo, ¿verdad?
Susurró al borde del llanto.
—Entonces dime, ¿por qué ella no está aquí acompañándote y yo sí?
. . .
Ella nunca lo acompañó en sus peores momentos.
Ella nunca estuvo ahí, con él, cuando él lloraba y ella solo se iba molesta. Dejándolo solo pensando en qué hizo mal...
Para al día siguiente aparecer de nuevo, como si nada, hablándole a Edgar sobre lo divertido que fue pasar tiempo con sus otros amigos.
Edgar realmente no se veía mentalmente capaz de encajar con esos amigos, pero pretendía estar feliz de que ella se divierta... Para en seguida ser abandonado de nuevo por la misma razón.
Pero esa noche... Esa maldita noche de la fiesta, Edgar se quedó solo en ese cuarto llorando sin saber por qué. Charlotte se fue asustada después de lo que pasó.
Y es que solo tenía recuerdos vagos de lo sucedido esa noche. Recordaba las delgadas manos deslizándose por todo su cuerpo, con esas largas uñas rojas rasguñando su piel. Recordaba haberla empujado con todas sus fuerzas para detenerla pero su cuerpo se encontraba casi anestesiado por la droga que había consumido...
Después, vio a los amigos de Charlotte entrando a la habitación y mientras ella les pedía que se retiraran, ellos solo rieron y sugirieron tomar una droga un tanto... Diferente.
Charlotte dejó a Edgar en paz... Y luego esos dichosos amigos les ofrecieron droga.
Ahí fue donde vio a Charlotte descontrolada por primera vez, cuando volvió a rasguñar su frágil piel con esas garras besándolo sin control...
Después, Edgar no recordó nada.
Y solo abrió los ojos mientras lloraba solo en la habitación donde Charlotte lo había llevado para descansar.
Edgar no quería echarle culpas de nada, lo único que ocurrió fueron simples roces, eso... Eso no era abuso, ¿cierto?
Aunque Colette diga que pudo haber pasado algo más, Edgar no tenía pruebas de nada, así que no puede considerarlo violación, ¿verdad?
... Después de todo, Edgar también había sido un mal novio...
Gritándole y diciéndole que era una persona horrible cuando Charlotte se desahogaba... Manipulando a la rubia cada que él se sentía mal, para hacerla sentir igual de mal...
Aplicarle la ley del hielo cuando estaba molesto, aplicando una especie de violencia psicológica en ella... Aumentando a todo eso todas las veces en que le amenazó con suicidarse por no estar con él.
Nadie era completamente bueno en esta vida. Edgar no es y nunca será un santo. Edgar ha cometido errores que causaron todavía más daños en su ex novia de los que ya tenía.
Y... Bueno, el daño fue mutuo. Edgar no salió muy sano de aquella relación tampoco... Ahora no podía dejar de pensar que todo lo de Charlotte fue culpa suya, y que las cosas que pasaron eran karma por las cosas que él hizo.
Solo que en este caso, había una diferencia entre ambos;
Edgar ha intentado mejorar sus errores.
Charlotte usó sus errores y los de su ex para joderle más la vida.
Y Charlotte no ha dejado de usarlos a su favor... Cómo ese error que tuvo al tomar droga y salirse del control al mantener relaciones sexuales con un chico que no deseaba tener nada.
No podía sentirse culpable ahora.
Charlotte ahora debía hacer lo posible para que la inocente sea ella, y así no tendría que lidiar con Edgar otra vez...
Y aquí había otra diferencia entre ambos...
Y es que Charlotte pensaba en un plan para arruinar a su ex desesperadamente...
Mientras Edgar era abrazado por su amiga, una oscura noche luego de recibir una bala en su hombro.
Mientras Brock, Bea y Penny los acompañaban subéndole el ánimo.
Charlotte estaba sola, arruinándose a si misma por arruinar a otros.
Edgar estaba acompañado por la gente que amaba, incluso estando realmente enfermo.
Ahora solo quedaba una cosa pendiente.
¿Dónde está Byron?
. . .
Mi capitulo favorito, en definitiva.
Me sirvió bastante como un vent, y desahogué demasiadas emociones que traía atoradas ajsjs
Espero que les guste tanto a mí, ¡esperemos que mañana o pasado mañana haya otro capítulo!
Los quiere:
~Soul
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