46. You can run away with me, anytime you want.

. . .

Abrió los ojos de a poco.

Se sentía mareado con un fuerte dolor de cabeza, ardor en los ojos y además de que sentía un fuerte dolor en casi todo su hombro, torso y brazos.

Intentó acomodarse dónde fuera que estuviere recostado, pero el más mínimo movimiento hizo su brazo doler con fuerza.

Soltó un quejido, otra persona no tardó en levantarlo un poco con cuidado. Alzó la mirada, había estaba él.

—¿Estás bien?

Edgar no podía ver con claridad pero si podía sonreír, esa voz tan varonil suya que adoraba escuchar era tan clara en sus oídos. Con su mano sana, se aventuró a tomar al mayor de la mejilla con una sonrisa tonta en su rostro...

—S-sí. ¿Acaso estoy en frente de un ángel?

El chico no podía notarlo, tanto por la oscuridad como por su borrosa visión, pero el rostro de Byron se cubrió de un cálido rojo tras oír aquella sentencia.

El mayor rió, y correspondió el agarre en la mejilla poniendo su mano encima de la del chico de cabello largo.

—Gracioso...

Edgar rió e intentó acercarse a él para darle un beso, pero su cuerpo no pareció soportar el esfuerzo y automáticamente cayó encima de su pecho. No sabía dónde estaba específicamente, pero era un lugar bastante oscuro, y se encontraba acostado encima del jefe del consejo...

Intentó mirar alrededor, pero su cansado cuerpo no se lo permitía.

—¿Edgar? ¿Estás seguro de que estás bien?

No, la verdad no se sentía nada bien, pero estaba intentando hacer el esfuerzo para mantenerse de pie -cosa que, bueno, ni siquiera podía hacer-. Byron obviamente notó esto y tomó al muchacho de debajo de los hombros para jalarlo y ayudarlo a levantarse.

Lo sentó en su regazo, viéndolo preocupado. Con su mano se aproximó al menor y tentó su cuello y frente. Seguía ardiendo, ¿esto era un especie de síntoma a causa de una herida de bala?, creyó haber oído algo hace hace tiempo.

—Estás ardiendo... Debería llevarte al hospital...

Miró a través de la ventana que se encontraba varios metros lejos. Aunque quisiera, se sentía bastante inseguro de su plan, pues sentía que su padre se encontraba buscándolo aún. Salir implicaría el riesgo de que los encontrara, y posteriormente que lo asesinara.

Si habían podido detenerlo antes había sido gracias a que Edgar estaba bien, y la adrenalina del momento le dió ese empujón que necesitaba para atacar... Pero ahora se encontraba enfermo, con una herida de bala, incapaz de mover el brazo o siquiera la cabeza por el riesgo de volver a sangrar. Aunque temía que siguiera sufriendo, también temía que se aventurara demasiado pronto a salir, y que su padre lo asesinara frente a sus ojos como siempre ha hecho.

Tal vez podía esperar un poco más, hasta poder regresar al coche que rentó y escapar... Aunque sospechaba que los hombres de Gabriel ya se lo habían llevado o lo había escondido.

—... ¿No es muy riesgoso?

Habló Edgar con un tono de voz muy calmado, tal vez demasiado para él. Tan mal estaba que incluso se le hacía raro oírlo así.

Suspiró.

—Tienes razón, y no quiero que nada malo pase. Pero también me preocupa que estés así...

Edgar rió en voz baja.

—Estoy bien... P-podemos esperar... Además, Brock ya debería venir.

¿Brock?

Oh mierda, es cierto. Le había dicho que en caso de una emergencia -como lo que pasó con Gabriel- llamara a Brock y le pidiera que lo recogiera. Sinceramente esperaba y hubiera preferido más que la emergencia se tratara de que Gabriel se lo llevó y Edgar fuese recogido sano y salvo por Brock, antes de que recibiera un balazo.

Entonces le sonrió, y comenzó a acariciar su rostro.

—¿Hace cuánto le hablaste?

Preguntó, tal vez había esperanza en la situación, tal vez no tendrían que esperar demasiado para que llegase. Si los recogían directamente desde ahí y en seguida escapaban y se escondían en una casa hasta que las cosas se calmaran, podría no solo darle paz a Edgar para recuperarse, sino también tiempo para que Gabriel no los encuentre, y la policía -probablemente- lo arreste.

—Hace... Eh...

Intentó contar. Se veía demasiado mal para pensar y recordar, aparentemente.

—No sé... ¿Desde que todo empezó?

Ok, eso tenía al rededor de casi dos horas. Edgar había dormido vario rato desde entonces y aparentemente se despertó por una pesadilla.

Byron sonrió, inconscientemente todo estaba saliendo como él quería y eso implicaba la seguridad y bienestar de Edgar. Se sentía salvado.

—No deben tardar, tal vez en unos minutos estén aquí.

Edgar correspondió su sonrisa y volvió a recostarse cómodamente en su pecho...

—S-saca mi celular... De mi bolsillo... Para que sepas cuando venga.

Maravilloso, al fin algo salía bien en todo ese tiempo juntos.

Mientras Edgar cerraba sus cansados ojitos de nuevo, Byron se aproximaba a tomar el celular del muchacho de alguno de los bolsillos del pantalón. Reviso los de los costados, y no iba a negar que fue un poco raro revisar en los traseros, pero no tardó más en encontrarlo.

Lo sacó, y lo encendió sin mucho más lío.

... 8:19, tenía varias notificaciones sin abrir...

Tal vez no debía, pero inconscientemente se puso a revisarlas...

Todo empezó con mensajes bonitos, diciéndole que su arte era muy bueno y que volviera a abrir su cuenta de Twitter o Instagram para que siguiera subiendo su arte. Se alegró de ver eso como primeras notificaciones... Aunque fue un tanto molesto ver qué algunas de las siguientes eran mensajes privados de odio. Con suerte eran un tanto menos que los mensajes de disculpas y apoyo.

Frunció el seño. También entre las notificaciones habían videos de gameplays de YouTube, miles de mensajes de Colette, y correos que escribían cosas como "MCR 2022 come back!". Aparentemente estaba suscrito a una página para saber cuándo esa dichosa banda favorita volvería a tocar en vivo...

Cuando estén libres de problemas, ¿podrá llevarlo a verlos en vivo? Solo podía imaginarse su cara de felicidad, gritando y cantando las canciones de la banda, mientras lo tomaba de la mano y saltaba con euforia.

Sonrió para si mismo.

Quería que regresaran pronto para poder consentirlo con ir a la fila VIP con pase a camerinos incluído.

Apretó a Edgar contra su pecho. Era un sueño profundo que tenía.

Desbloqueó su celular sin mucho problema, pues ya le había hablado sobre su clave un día cuando le prestó su más confiado tesoro. No la había cambiado, y eso lo hacía sentir un poco... Bien, pues Edgar confiaba en él por si necesitaba usar su celular en alguna ocasión importante, como lo era ahora.

Aún así se sentía culpable de haberse puesto de metiche, no era que no confiara en Edgar... Más bien parecía una mala maña que no sabía quitarse, solía hacer eso con el celular de Piper.

Al menos se enteró de que aparentemente ya media escuela había dejado de odiarlo. Era bueno saber eso.

El chat de Brock se abrió... No revisó la conversación debido a que ya se sentía lo suficientemente mal por haber indagado en su privacidad, solo lo dejó abierto, mirando si en algún momento de ponía online...

En algún momento.

Mirando ese "desconectado" abajo del nombre de Brock...

En algún momento...

"Llegamos en 20 minutos, ¿dónde los encontramos?"

Bingo.

. . .

—... Muy bien. Luces delanteras bajas, velocidad lenta, luces internas apagadas. Colette, Bea, les recomiendo agacharse.

Todas esas cosas que Brock mencionó automáticamente se cumplieron, apagando cada luz posible y bajando la velocidad del coche.

Ambas chicas sin saber por qué, obedecieron la orden de Brock, aproximándose a sentarse en el suelo del coche, Bea en el asiento delantero y Colette en el trasero... Probablemente era debido a que habían visto explícitamente como Gabriel disparaba al hombro de Edgar, gracias a las grabaciones filtradas de las cámaras del hotel y enviadas automáticamente a los periodistas.

No sabían que había pasado, pero según los reporteros, el audio grabado de las cámaras de seguridad indicaban que hubo una pelea entre Edgar y Gabriel, con un tubo de metal de por medio y Byron... Parecía simplemente estar en shock porque se alcanzaba a ver un poco como permanecía de pie, viendo a su novio pelearse con su papá.

Fue un horror para Colette ver cómo Edgar caía al suelo debido al disparo mientras se escapaba. No sabía dónde le había dado pero esperaba que no fuese nada grave. Byron por lo menos, lo había salvado.

Tenía tanto que agradecerle.

Ambas chicas sintieron entonces desde lo bajo del coche como este avanzaba tranquilamente y pasaba por enfrente del hotel a una velocidad tortuosamente lenta.

Podían ver y oír sirenas de patrullas...

Y cuando leyeron la noticia de Edgar herido, gracias al cielo oyeron una más.

"Gabriel Wayne está siendo buscado por las autoridades".

Sabían que lo estaban buscando pues parecía haber escapado apenas la policía llegó, justo en el auto en el que Byron y Edgar se habían escapado días atrás.

Aún así, no sabían que tan lejos o cerca estaba... En los planes de Brock estaba tratar de no llamar la atención de nadie, escapar sin que nadie los viera, y probablemente esconder a Byron y Edgar hasta que la cosa se calme.

Un policía detuvo su coche por un segundo, y tras asegurarse que no se trataba del señor Wayne, lo dejó pasar.

Brock comenzó a pisar un poco más el acelerador.

—¿Pizzería abandonada, cerca de un parque?

Preguntó volviendo a subir el vidrio de su puerta, mirando enfrente con ambas manos en el volante, ansioso. Bea alzó su mano y levantó el pulgar, indicándole que así era. La pobre se sentía tan nerviosa que no podía hablar, solo aguantaba las ganas de llorar.

Colette miraba a través de la ventana desde el suelo del coche... Las luces de los faroles eran tan débiles... Esa ciudad parecía abandonada a decir verdad.

Avanzaron... Lentamente, sin causar estragos, asegurándose de que ni Gabriel o uno de sus hombres estuviera cerca... Y tras pasados los minutos, vieron un parque, no muy lejos de ahí encontraron un local pintado con graffitis y ventanas rotas.

Miró de un lado a otro, pisando el acelerador un poco más profundo mientras tomaba la palanca de velocidades.

—Colette...

Habló... La chica se asomó un poco.

—Si Edgar realmente está herido, necesito que abras la puerta trasera y los ayudes a entrar rápido, ¿bien?

Ella aceptó la propuesta, mientras Brock se acercaba hasta aquél local.

Se detuvo. Luces apagadas, y el silencio de los grillos. La oscuridad de la noche y la poca luz que iluminaba el lugar hacía de esa escena casi una de terror.

Todos nerviosos... Una vez Byron y Edgar subieran, debían escapar sin que los vieran, ¿había una forma?

Colette se asomó un poco, mirando de un lado a otro. Debía abrir la puerta derecha, lo tenía anotado.

Miró a Brock, y este dejó su celular de lado.

—Ya les hablé. Bea, ve preparando cualquier venda o medicina. Apenas suban, arranco y nos vamos, ¿bien?

Ambas chicas asintieron, mientras Colette veía por la ventana...

Esperando...

En la oscura noche...

Apenas y podía ver algo.

Pero definitivamente si podía ver cómo esos dos salían discretamente de ese lugar abandonado.

—¡Ahí están!

Gritó Colette apenas los vió llegando, abriendo la puerta como si fuese flash... Entonces notó que Byron cargaba a Edgar y dos o tres mochilas que se veían bastantes pesadas, ¿deberían abrir la cajuela? Seguro estaba cansado y si las dejaban adentro no tendrían espacio.

Sintió que se le salía el alma cuando le dijo a Brock que abriera la cajuela y que metería el equipaje lo más rápido que pudiera.

Colette salió del coche de un salto, con el corazón en la garganta, dándoles espacio a ambos jóvenes para entrar. Casi que le arrebató las maletas al mayor, respirando pesado, lanzando todo el equipaje atrás. Cerró la cajuela de golpe, antes de saltar dentro del coche y cerrar con seguro.

Bang, Brock no tardó ni un solo segundo más en arrancar, dándoles indicaciones a todos de esconderse tanto como pudieran... Colette miró a Edgar con esos ojos temblorosos preocupados... Se veía moribundo, casi que muerto de no ser que daba suspiros débiles cada movimiento que Byron hacía.

Intentó no romper en llanto mientras escapaban lejos... Pasando por las calles vacías y oscuras de la ciudad desértica del sur... Viendo fijamente como su mejor amigo solo mantenía una expresión de dolor constante en su rostro.

Recibió una mirada de Byron...

Mientras abrazaba a su pequeña bola salvadora.

—Y-ya está todo bien...

Susurró el mayor de todos... En un tono lo suficientemente audible para que Colette se tranquilizara.

Pasando por alto los policías... Huyendo del sitio, todos ansiosos a más no poder.

Para poco después, caer en completo silencio, y en una oscuridad inminente.

Habían escapado.

. . .

—La herida de Edgar... N-no está tan mal, pero lo tiene resfriado... Hay que quitarle la camisa para cubrir bien.

Mencionó Bea sentada en el portabrazos que había en el centro en medio de los asientos delanteros, sacando vendas de la mochila de Colette que tenía de todo comprado.

Byron no tardó nada en hacer bola la vieja venda que había usado para cubrir el hombro del chico, dejándola de lado para así darse espacio y quitar su camisa manchada en rojo.

Había sido demasiada violencia por ahora. Necesitarían varios días de descanso.

Colette por su parte tomaba a Edgar del brazo abrazándolo, tratando de mantener este mismo firme para que su herida no sangrara.

Brazo derecho, no podría dibujar ni escribir un tiempo.

Bea se dispuso a comenzar a vendar la herida con cuidado tras ver qué Byron dejaba la camisa llena de sangre de lado. Ambos chicos albinos mantenían a Edgar firme en el asiento, mientras esté dejaba lágrimas salir.

Estaba muy adolorido. Recién le había prestado atención, la adrenalina no lo había dejado antes.

Apenas la chica de rulos terminó su trabajo, Byron tomó su abrigo de su mochila y se lo puso encima al menor... Abrochando sus botones con cuidado. Hacía mucho frío esa noche, no querían que la fiebre se agravase.

Bea entonces sonrió.

—Estará bien con un poco de descanso. La herida no es grave y la trataste con cuidado, Byron... Solo que la lluvia, el frío y no secarse ni tener abrigo causo que cayera fácilmente en una fiebre. Con unas pastillas para dolor y buenos cuidados debería estar bien.

Byron correspondió la sonrisa, pero solo por unos segundos.

Pues en seguida miró al joven preocupado, tomándolo de su mano sana.

Bea entonces se dedicó a tratar los golpes en el rostro del más joven. Ese ojo morado parecía que en cualquier momento dejaría ver sangre, pero con suerte solo era el miedo que Bea sentía. También intentó asegurarse de que su nariz -probablemente- rota no volviera a sangrar, y limpió cada rastro de sangre que había en sus labios.

En seguida se dedicó a revisar los nudillos del joven. Había peleado con ganas, estaban morados de los golpes. No habían sido capaces de verlo realmente, pero estaba segura de que había sido una pelea épica, Edgar había defendido victoriosamente al mayor.

Estuvieron en silencio gran parte del camino. Lo poco que se oía eran las débiles palabras de Edgar intentando mantenerse despierto y con ánimos... Casi nadie comprendía que estaba hablando, pero todos estaban atentos a él.

Se sentía bonito, aunque se estuviera muriendo. Brock conducía por sus casi tres horas consecutivas, Colette cuidaba que su brazo no se moviera, Byron lo abrazaba y acariciaba su cabello, y Bea curaba sus manos.

—Creo que tenemos que hacer una parada, necesito vendas para las manos.

Brock asintió, y miró el GPS.

—En unos minutos llegamos a la primer gasolinera.

Ahora, solo quedaba esperar.

Mientras viajaban en un ambiente desértico nocturno, la fría noche se volvía más una molestia que un clásico gusto para Byron. Veía a través de las ventanas en busca de meditar con calma, pero sus emociones seguían ahí.

Las estrellas esta vez no eran suficiente para calmar su rabia, su tristeza, su dolor. Tenía a Edgar a su lado, cierto, pero tampoco es que se sintiera tan bien por dejar que su padre lo golpeara. Tal vez si hubiera intervenido no hubiera sido tan grave, tal vez habría repartido los golpes entre los dos en vez de que se concentrarán en solo Edgar.

Se sentía estúpido. Sus piernas no lo dejaron moverse en todo ese rato...

Suspiró, y cerró los ojos, recostándose al lado de Edgar, tan apegado a él como le era posible.

El menor rió y con su mano sana acarició su rostro. Iba a decir algo pero solo hubo un balbuceo.

—¿Todo bien hermano?

Abrió los ojos de nuevo para mirar hacia Brock, quien le había hablado desde el asiento delantero.

Lo miraba preocupado a través del retrovisor...

—Si... Si. Solo estoy cansado.

Nadie respondió a ello. Bea comenzó entonces a trepar desde atrás hacia el lugar del copiloto, para acomodarse sin romper nada.

Miró la pantalla del GPS, y su cansado cuerpo solo se resignó al vez que quedaba hora y media para llegar a casa, sin contar los minutos extra que debían hacer para recargar el tanque. Se sentía hostigado, quería simplemente llegar a una cama y dormir por un día entero. ¿Qué importaba la escuela? ¿Qué importaba comer? ¿Qué importaba todo? Lo único que quería era recostarse al lado de Edgar, abrazarlo y esperar a que se recuperara. Un cansancio se apoderaba cada vez más de él, necesitaba dormir.

—Hey... Hiciste un buen trabajo.

Brock habló desde su lugar con una sonrisa en su rostro, conduciendo a través de la vacía carretera sumergida en oscuridad.

Frío inminente, en cualquier momento llegarían.

—Protegiste a Edgar mientras te encargabas de tu padre y escapabas de él... Eres un maldito genio.

Mencionó. Mientras Byron lentamente cerraba los ojos, sintiendo la mano de Edgar acariciando tímidamente su mejilla.

—Ni siquiera quiero volver a llamarlo mi padre...

Brock rió.

—Ya no necesitas hacerlo. Ahora todo está bien y puedes descansar, estamos aquí con ustedes... Te has preocupado tanto por nosotros, te debíamos el favor bro.

—¡Si! Me alivia tanto saber que ahora están bien... A-aunque... Tal vez la próxima vez puedas pedirnos ayuda, no queremos que te vuelvan a hacer daño...

Bea se unió a la conversación mientras lo miraba de frente asomándose por su asiento.

Tal vez...

Hubiera ido mejor si tan solo hubiera aceptado la ayuda de Brock hace tiempo...

Aunque seguía sin sentirse capaz de aceptar algo así, pues solía hacer todo por su cuenta.

Cerró los ojos, dejando un suspiro salir.

—¿Necesitas hablar?

Byron negó de inmediato.

—Me siento muy cansado ahora...

Cada vez se sentía más dormido.

—Tal vez... Luego...

. . .

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top