38. Snowy days without both of them.

. . .

Los gritos de los adolescentes se oían por todo el teatro, lugar donde siempre daban avisos importantes para la escuela.

Los alumnos estaban confundidos, algunos incluso asustados por lo que haya sucedido con su jefe del consejo favorito. Pasaban horas y nadie sabía dónde estaba.

Nadie sabía si estaba bien.

La pobre chica intentó calmarlos a todos, pero era difícil cuando todos gritaban entre ellos y algunos hasta peleaban. Incluso se podían notar dos bandos, separados por las nuevas acusaciones de Charlotte y los rumores sobre la verdadera vida de Byron y Edgar.

Ahora en la escuela, todo se trataba sobre rumores de esos tres.

Piper entro en desespero y sujetó su cabeza intentando contener el dolor que la estaba gobernando. No entendía cómo Byron podía soportar eso, pero ahora no dejaba de admirarlo por ello. Ella no se veía capaz de hacer eso ni en treinta años en el futuro.

Mientras él no esté, ella tenía que ser la jefa del consejo, y según sus propias palabras, desaparecería un largo tiempo.

Gruñó, y cubrió sus ojos. Quería llorar.

Fue entonces que alguien habló a su izquierda, gritándole para que pudiera escucharlo entre los miles de gritos de los adolescentes.

Piper volteó a mirar y ahí estaba de pie Mortis, haciéndole señales de que lo dejara tomar control de la situación. Ella estaba desesperada, así que aceptó sin titubear demasiado.

Así, el elegante hijo del director Elijah Stone hizo aparición en el escenario del teatro, con varios papeles y una computadora en mano. Todos guardaron silencio cuando vieron a Piper alejarse y a Mortis tomar el lugar del podio.

Él sonrió.

-Buenos días, queridos alumnos y alumnas. Es un placer tenerlos aquí.

No tardó ni un segundo de que dijo aquello cuando recibió gritos insultandolo. Mortis ni siquiera se inmutó cuando conectó la laptop al cable que salía del podio. Normalmente usado para eso mismo, y hacer presentaciones.

El proyector que había en el techo del lugar se prendió y rápidamente una luz blanca en forma rectangular cubrió la pared del escenario.

Todos guardaron silencio. Mortis aclaró su garganta.

-¿No creen que es un poco estúpido buscar respuestas y no permitir a nadie darlas?

Exclamó, haciendo incapié en los gritos que habían abrumado a Piper y que lo habían insultado a él. Con su esquelética mano hizo un gesto para recalcar aún más el dolor de cabeza que Piper estaba intentando ocultar, no muy atrás de dónde Mortis tenía toda la atención.

Ahora el silencio e incomodidad habían caído como un balde de agua fría encima de todos.

Y eso hizo la sonrisa de Mortis extenderse, soltando una pequeña risa.

-Byron está bien, puedo confirmarlo gracias a Edgar que bien sabemos escapó junto a él. Desde el día de ayer no hemos sabido nada de ellos, pero lo último que yo ví fue literalmente a Edgar corriendo detrás de él.

Los murmuros entonces hicieron acto de presencia.

-Esto es información confidencial que no tengo deseos de compartir si el jefe no me otorga el permiso, pero quiero dejar en claro que él no se autolesiona. Lo conozco desde que éramos niños, es imposible que ese sea el caso. El resto de información queda en completo secreto.

Aún más murmuros se hicieron presentes, en especial entre el bando que estaba a favor de los dos chicos. Comenzando a teorizar que se trataba de abusos de parte de su padre, y que Byron se había hartado cuando ocurrió todo.

Mortis comenzó a buscar en la laptop, a la vista de todos, información que parecía tener extremo valor. Con completo descaro mostró de repaso cosas como el artículo de la muerte de la señora Wayne, o incluso un archivo que mostraba todas las deudas y demandas que Martin McCall había hecho durante su época de mandato.

Varias personas voltearon a ver a Charlotte apenas leyeron el nombre de su hermano mayor, y ella simplemente se cruzó de brazos gruñendo.

-... Byron huyó... No solo para descansar de tanta presión, sino por otras cosas que lo han estado perturbando estos últimos meses. Porque, sí, todo este tema lleva meses, incluso años si somos más objetivos. Y una cosa que descubrí es que nada de esto hubiera pasado si... Charlotte McCall, no hubiera decidido salir con el jefe del consejo.

Ahora todas las miradas se posaban sobre ella, y entre más susurraban, más molesta se ponía.

Se notaba que quería huir, y todo el mundo lo podía ver. Pero su única opción en ese momento era permanecer tranquila. Salir corriendo del teatro haría las cosas peor para ella...

-Me gustaría hacer un breve repaso a las... Tragedias... Que le han ocurrido a los exs más reconocidos por la escuela. Shall we?

Su sonrisa tan tranquila hacía estremecer a la rubia... Se veía tan tranquilo, pero tan cínico a la vez...

En el gran recuadro de luz que se plasmaba en la pared del escenario entonces mostró una pequeña lista, que aunque no era exuberante, era demasiado morbido que fueran más de cinco.

-Empezando con Rico Simmons. Cuando terminó con Charlotte tuvo un misterioso asalto que casi terminó con la vida de su hermana menor.

Todos voltearon a ver a Rico. Quien se sujetó del brazo, desviando la mirada. Todos sabían que era "mudo", así que no era sorpresa que nunca se hubiese atrevido a mencionar algo al respecto.

-Colt Lancer, el vigilante de pasillos favorito de todos. Llegó a faltar al rededor de diez días luego de terminar con Charlotte. Rumores dicen que su padre casi fallece.

Todos recordaban eso. Esos diez días en los que uno de los mejores vigilantes de pasillos faltó, fue un completo caos. Peleas, guerras, recordaban incluso a la rubia entrometida en eso.

-Stephen Robinson. Con todo respeto al admirable superviviente que acaba de regresar a nuestra institución, quiero hacer incapié en su terrible accidente de moto en el que perdió la capacidad de caminar y dejó de asistir a la escuela por casi dos años. Es un milagro que haya vuelto con vida, y lo admiramos por eso.

Gran parte de los alumnos comenzó a aplaudir. Stu permanecía sentado, abrazando a varios amigos que se acercaron a él en forma de apoyo. Todos querían a ese chico.

-Mortis Stone, su servidor. ¿Quieren que se los recuerde? Todos sabemos el caos qué sucedió, casi pierdo a mi adorado padre ese día... Brock Rogers, fue acusado de posesión de drogas, y el racismo hizo a muchos creerlo... Ash Garcom, desapareció una tarde y reapareció en la basura el día siguiente, ni el mismo Ash recuerda qué sucedió.

Vamos, ahora estaba más claro que el agua.

La mirada de Charlotte viajaba ansiosa por todo el teatro intentando evadir no solo una, sino varias, cientos, miles de miradas que la veían en completo silencio.

Los cabos parecían unirse una vez Mortis comenzó a mostrar pruebas.

Pero aún no acababa.

-Edgar Cottsweld... Acusado de violación y expuesto en redes sociales. Acosado en sus mensajes privados hasta el cansancio por gente que ni siquiera estudia aquí. Tuvo que borrar la mayoría de sus cuentas, y dejó de subir dibujos a internet por el acoso. También violentado por alumnos de cualquier grado... Todos recordamos perfectamente el día en el que el comedor se llenó de sangre, ¿cierto?

Los recuerdos seguían presentes y nadie podía negarlo. Ese escenario fue uno extremadamente perturbador para muchos alumnos sensibles ante la sangre, otros quedaron con el recuerdo y de gratis se llevaron una cicatriz.

Se miraron entre ellos. ¿Habían sido demasiado malos con Edgar? Nadie podía decir nada, ya que desde antes había sido alguien desagradable para muchos. Nunca fue un alumno admirable, sus notas eran una basura, su actitud con todos era horrible, y la cantidad de groserías y obscenidades que decía cuando estaba harto o cansado eran alarmantes.

Un vídeo comenzó a reproducirse, inmediatamente abriéndose paso en el teatro con sollozos. Sollozos que muchos conocían bien.

Los alumnos que más lo molestaban, reconocían esos sollozos.

Y en seguida la voz de Charlotte hizo acto de presencia.

"Agradece que no te mandé a matar."

Todos quedaron extrañamente perplejos.

Pero el vídeo no tardó nada en ser interrumpido por el mismo Mortis.

-No sé ustedes, pero me parece una, MUY, extraña coincidencia. ¿No es así, mis camaradas?

Exclamó, aún con ese cinismo que de alguna forma era de admirar, todos los recién mencionados levantaron la mano haciendo cualquier gesto, solo para responder la pregunta de Mortis.

Todo se detuvo cuando la rubia se levantó de su asiento azotando sus rojos tacones.

El teatro quedó en silencio, mirándola...

Mortis le sonrió.

Y Charlotte solo frunció aún más el ceño.

-¿¡Y eso que tiene que ver con que Byron haya desaparecido!?

Mortis entonces soltó una de sus extrañas, pero tan clásicas carcajadas.

-¡Oh! También me preguntaba lo mismo... Pero créeme, hay mucho que hablar sobre el qué sucedió cuando tú y Byron terminaron... ¿Puedo empezar?

. . .

Era una tarde tranquila de invierno. Su cumpleaños número veinte estaba cerca y su adorable novia había decidido llevarlo a pasear, pues para el dieciséis ella no estaría.

Pasaron un día entero tranquilamente comiendo malvaviscos y chocolate caliente mientras veían la nieve caer.

Un 14 de Diciembre... De 2019.

Byron ya estaba decidido a volver a casa. Su madre le había prometido un pastel hecho a mano para celebrar su día especial por adelantado. En su cumpleaños todos iban a estar ocupados con cosas importantes, así que su madre quería que disfrutara lo más posible el día.

Sacó un cigarrillo de su bolsillo y lo prendió mientras esperaba por el bus. No era mucho de ir en transporte público en realidad, pero no estaba de tan buen humor para querer lucirse. Cuando se sentía así, simplemente prefería pasar desapercibido.

Había peleado con Charlotte. Aunque lo invitó a pasar un lindo día juntos ella insistía en que se quedará con ella un poco más.

Tenía una sensación extraña en su garganta... Quería regresar a casa, con su mamá, antes de pasar una rabieta más con Charlotte.

Dió una calada al cigarrillo y gruñó molesto.

Sintió el peso de alguien caer a su lado. Volteó un segundo y vió a un joven más o menos de su edad, portando una bufanda de rayas bastante sucia, maltratada y fea. Pudo hasta pensar que había sangre en ella.

No dijo nada, solo siguió fumando. Si era un alumno de la misma escuela a la que él iba, ¿qué importaba? Se notaba que estaba lo suficientemente ocupado en su mundo para notarlo.

Entonces escuchó un gruñido de su parte.

-... Ugh... ¿Podrías dejar de fumar? Que asco.

No respondió, solo alzó una ceja y puso la punta del cigarro contra el frío metal para apagarlo.

Su instinto le pedía gritarle al joven... Pero su razonamiento le decía que no debería llamar más la atención. Gruñó y cerró los ojos.

Silencio, mientras la nieve caía y sensaciones desagradables fluían fuera de él...

-¿Estás bien?

No tardó más en preguntar el otro, quien lo miraba en silencio. Byron abrió los ojos y lo vió de reojo, el chico tenía un moretón en la mejilla mientras su nariz sangraba.

Rió.

-Debería preguntarte lo mismo.

El más joven frunció el seño molesto.

-Yo no soy el que está llorando aquí...

... ¿Qué?

¿Llorando?

Pasó sus manos por sus mejillas y pudo notar lo humedecidas que estaban. ¿Habrá sido por la pelea con Charlotte? ¿O fue mera cuestión de las sensaciones extrañas que estaba sintiendo?

Tal vez su cuerpo ya no soportó el estrés y solo soltó lo que podía.

Byron negó con la cabeza y regresó sus manos a sus bolsillos.

-Sí, creo que es solo estrés... Voy de regreso a casa, mi mamá me está esperando.

Miró al frente... Viendo los carros pasar...

Por su lado el chico más joven lo miró confundido, torciendo ligeramente la cabeza.

-¿Tu mamá? Pero... Ella... Ella está...

Entre más hablaba más angustiado se veía.

Byron volteó a verlo frunciendo el ceño.

-¿Ella... Qué?

El muchacho lo miró con pena.

Y en seguida negó con la cabeza.

-... Nada, lo siento. Sigue con lo tuyo... Ahí viene mi bus.

Aquel misterioso joven de la bufanda se levantó, caminando en dirección al autobús que acababa de llegar. Subió, para en seguida perderse entre los asientos con poca gente...

Suspiró.

Aquella extraña sensación se volvió aún más fuerte de la nada, como una explosión en su cabeza. Mientras el autobús arrancaba, sintió una extraña necesidad de subir detrás de aquel chico.

Aquel chico que sentía que ya conocía.

Se levantó y detuvo al chófer de seguir avanzando cuando se adentró en el vehículo. Miró entre los asientos, no tardó nada en ubicar al tipo de la bufanda mirando a la ventana.

Sonrió y se acercó a él, sentándose a su lado.

-Hola Edgar.

El chico volteó, mirándolo confundido.

-¿Cómo sabes mi nombre?... ¿Y por qué me sigues?

Byron rió un tanto nervioso y tomó de la mano al otro.

-No sé. Creo que ahora mismo estoy soñando, siento que te he visto antes.

Edgar alzó la ceja.

Y regresó la mirada por la ventana.

-Claro que me conoces, vamos a la misma escuela.

El autobús comenzó a andar mientras Byron aferraba su mano a la de su joven compañero. Se sentía extraño, sentía que quería aferrarse a él y no dejarlo ir. No sabía que estaba pasando, y entre más veía a su alrededor más creía que era un sueño.

Miró el reloj que había al frente del autobús, no pudo descifrar nada, era difícil ver un número ahí.

Mientras el viaje avanzaba, más nervioso se ponía, y más se aferraba al chico de la bufanda.

Cerró los ojos, dejando lágrimas escapar.

Esto era un sueño, pero también un recuerdo.

Uno que aún tenía muy fresco en la mente... Comenzó a pensar, 2019, su cumpleaños, nieve... Recordaba hasta haberse encontrado con Edgar antes del terrible suceso.

Levantó la mirada.

Ya se encontraba en la entrada trasera de la mansión en la que vivía antes. Aún se encontraba aferrado a la mano de Edgar.

Él no decía nada, solo permanecía de pie a su lado.

Mientras que al frente veía a un... Chico. Rubio.

Recordaba aquel día, había regresado de casa después de escaparse de clases para acompañar a Charlotte. Apenas abrió la puerta fue que pudo verlo a él.

Y pudo oír el sonido de la bala.

Todo parecía un recuerdo fresco en su cabeza, con la única diferencia es que Edgar estaba ahí. Byron sabía que si lo había visto ahí, pero nunca le hablo. El que el joven estuviese ahí era solo su subconsciente que quería que Edgar estuviera a su lado.

En aquel momento tan horroroso cuando encontró a Martin frente al cadáver de su madre.

Sangre fresca en la alfombra, mientras aquel hijo de puta intentaba escapar. Pero los gritos de Byron habrían llamado a los guardias de la mansión.

Ni siquiera se inmutó cuando vio de reojo la imagen de su madre muerta a su lado. Quería llorar, pero su rostro permanecía inexpresivo. Estaba convencido de que todo eso era un sueño.

-Byron.

Escuchó a su costado. Volteó a ver a Edgar, a quien nunca soltó en todo ese rato. Ambos, en un sueño lucido... Que irónicamente Byron no podía controlar.

Pues pudo ver cómo ahora la hermana de Martin apuntaba un arma a la cabeza de Edgar.

-... Todo lo que tocas, muere.

Exclamó ella, jalando a Edgar consigo, apartandolo de su lado...

-Es una bala que siempre se dispara... Querido, ¿acaso no aprendiste de la bala?

Una bala.

El sonido de una bala que siempre se reproduce en bucle en su cabeza, como si no hubiera fin.

Y entre más disparos oía, más lo sentía cerca.

Una bala del pasado se disparó. No sabía cuándo llegaría a él... Cuándo llegaría a Edgar.

Debía detener esa bala, ¿verdad?

Antes de que...

-¡Bang!

Antes de que algo le pase a Edgar.

Antes de ver su delgado y frágil cuerpo caer al suelo... Mientras un charco de sangre se agrandaba con el pasar de los segundos.

Charlotte dejó el cuerpo de Edgar caer, y Byron cayó de rodillas frente a él.

Abrazándolo.

Entre lágrimas.

Mientras sollozaba desesperado, mientras su pecho era atravesado por miles de balas, mientras los recuerdos lo hacían caer.

Cuerpo tras cuerpo caía. Cada persona que amaba moría.

Y todo era culpa de su padre.

Y de ella.

No quería perder a Edgar.

No... Quería...

No...

-B-Byron...

Abrió los ojos lentamente, mientras la luz del sol atravesaba las cortinas blancas de aquella habitación... Levantó la mirada, sentía casi todo su rostro húmedo por los salados hilos de lágrimas que había dejado caer mientras dormía.

Entonces vio a su pequeño Edgar, el real, el que aún estaba vivo. Sentía un enorme alivio en su pecho en ese momento, de saber que todo eso sí que fue un simple sueño.

-¿... Estás bien?

Preguntó su amada bolita de ansiedad, tomándolo del rostro limpiando sus lágrimas con gentileza. Byron asintió y puso sus manos encima de las de Edgar, solo para poder acariciar estás con cariño.

-Lo siento. Creo que ya lloré demasiado...

Edgar negó, depositando un tierno beso en su nariz para en seguida abrazarlo gentilmente.

Byron no dijo nada, solo permaneció en silencio... Un poco incómodo por sus lágrimas.

-Está bien, apuesto que es la primera vez que lloras en años... Desahógate todo lo que puedas, ¿ok? Aquí estoy contigo.

No estaba seguro de si realmente si quería seguir llorando, se sentía incómodo con ello. Pero ya no sabía si podría contener las lágrimas al lado de un ángel como Edgar.

Correspondió el abrazo y se aferró a él, escondiendo su rostro en su hombro.

Quería decir gracias... Pero no sabía cómo...

... Pero Edgar pudo dejarle en claro que no tenía por qué pedir gracias.

Ambos estaban el uno para el otro.

. . .

"Darling, didn't you learn from the bullet?"

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