33. Digging into the heart of the problem.

. . .

"Necesito hablar contigo, sweetheart".

Tres de la tarde. Todos los alumnos estaban de camino a sus respectivos clubes mientras algunos otros convivían con sonrisas en sus rostros. Una tarde cualquiera, en un colegio cualquiera.

Había pasado todo el día hablando con su hermano mayor, Billy (al que llamaba Bull de cariño) sobre cosas... Cosas que él, como capitán del equipo de fútbol americano, había descubierto. Misterios, secretos... ¿Probablemente que el jefe del consejo fuese bastante corrupto?

Ninguno de los dos lo sabían con certeza, pero ella comenzaba a sospecharlo de tan solo ver cómo el jefe defendía a capa y espada a Edgar... Aún conociendo de lo que era culpable.

La escuela estaba sufriendo una crisis monetaria... Y eso no es algo reciente, peor aún.

Bull le sugirió amablemente la simple idea de... ¿Por qué entonces habían alumnos bastante adinerados en una escuela abierta para cualquier persona de la ciudad?

Ella y su hermano mayor habían pasado por muchas cosas... Demasiadas realmente. Apenas él cumplió la mayoría de edad tomó cargo de ella y ambos cambiaron de escuela, así como consiguieron trabajos y una casa para si mismos.

Billy le prometió que nadie más la lastimaría... Y ella se prometió a sí misma el volverse alguien fuerte...

Para defender a quienes hayan sufrido lo mismo que ella.

Bajó la mirada y acomodó su chaqueta, viendo su celular fijamente.

Se sentía muy inútil por no poder defender debidamente a Charlotte por lo que pasó.

Al final, por eso es que la escuela los había aceptado, a ella y a su hermano menor. Necesitaban alumnos que pagarán sus cuotas y participaran en sus eventos. Aceptaban gente ridículamente pobre como Edgar, o gente extremadamente adinerada como Byron.

... Gente... Superior... Que ayudó a la escuela a seguir adelante, con maestros y buenas instalaciones, pero ahora el director debía pagar todas esas deudas. Ahora también, demandas.

Volteó a ver a un costado. Un salón vacío casi por completo.

Era un salón de reuniones para padres de familia... Y en una de las paredes había una mancha de sangre.

La escuela poco a poco se preocupaba menos por cómo estuvieran las instalaciones con tal de pagar deudas y demandas.

Suspiró.

Byron es un joven de dinero, ¿acaso no podría aportar para pagar esas cosas?

Eso era lo que Bibi pensó cuando se detuvo a analizarlo todo cuidadosamente, hasta que su hermano le tuvo que explicar.

"Si no aporta el mismo, es porque su padre es a quien la escuela le debe."

Tenía bastante sentido.

Entonces... Eso podría explicar aquello que no la dejaba dormir por las noches.

¿Por qué ahora todos estaban actuando tan normal ante la presencia de Edgar? Era un violador, era un maldito criminal, y ahora nadie decía nada.

Eso era simplemente porque trataban de esconder el escándalo, y no tener que pagar investigaciones o demandas de parte de nadie. Byron no protegía a Edgar porque lo quisiera como amigo...

Sino, para que no tuviesen que pagar nada en consecuencia.

Sentía asco... Repulsión.

Ver cómo nadie consideraba la palabra de Charlotte, viendo cómo nadie le creía por su propio beneficio.

Sabía perfectamente lo que se sentía.

Sentía náuseas de tan solo recordar.

Entonces lo vió a él, a lo lejos... Caminando con una sonrisa en su rostro al lado de su mejor amiga, ambos con estuches para guitarra en sus espaldas.

Caminando como si nada, como si fuese inocente de su atrocidad.

Quería conseguir aquel bate de nuevo para golpearlo hasta su patética muerte. Ese bate se había vuelto parte de ella ahora.

Pero no podía, por más que quisiera.

No podía arriesgarse a pasar otro mes de castigo y dejar a Charlotte sola con los asquerosos hombres que habían en toda la escuela.

Edgar y Colette... Iban de camino al teatro, justo de donde ella venía.

Quería acercarse, ahorcarlo, hacerlo asfixiarse lenta y dolorosamente mientras oía los gritos desesperados de él y su estúpida amiga.

Quería acabar con cada maldito abusador que hubiese en el mundo.

Pero se retuvo.

Solo pasó al lado de ellos sin entrometerse mucho más.

Sin embargo, su oído se agudizó de tal forma, que le fué inevitable no escuchar...

—Si Byron va a nuestra práctica mañana... Me... Me g-gustaría tocar Demolition Lovers... Ya sabes, dedicarle esa canción...

Bibi se detuvo un segundo, aún con el celular en su mano, leyendo el mensaje que Charlotte le había mandado hace unos minutos.

Pero Edgar y Colette continuaron su camino.

Hablando felizmente.

—¡ESO ES TAN ROMÁNTICO~! ¡Ya quiero ver su estúpida expresión de enamorado de siempre!

Edgar rió nervioso empujando a Colette, en seguida recibiendo un abrazo de su parte... Y mientras ellos vivían en su mundo, Bibi volteó a verlos, con un rostro confundido y angustiado.

Acaso...

¿Acaso Byron y Edgar en realidad tenían una relación? ¿Eran... Pareja?

Si Edgar era gay entonces... ¿Charlotte?

No... No tiene sentido. Edgar había salido con chicas antes. Rocío y Charlotte, son las únicas que recordaba.

¿Debería hablar con Rocío sobre Edgar? Probablemente sea bisexual o alguna mierda así.

Pero entonces, ¿será esa la verdadera razón por la que Byron protegía tanto a Edgar?

Le daba miedo pensar ahora.

—Mi vida...

Se dió la vuelta, exaltada. Charlotte estaba ahí viéndola fijamente.

Salió de su propio mundo al fin, y se acercó a ella muy rápidamente, abrazándola con firmeza.

—¿Otra vez tu padre?

Charlotte se veía genuinamente triste, tanto así que no tardó nada en corresponder el abrazo de la más chica, dejando salir un par de lágrimas.

—Es una mierda... Siempre trató horrible a mi madre, siempre fue un machista horrendo, siempre me trató mal a mí... ¿Y ahora se atreve a decirme que doy asco?

Bibi se aferró a ella mientras la rubia lloraba entre sus brazos, intentando contenerse de seguir llorando.

—Tantas inseguridades que tengo y todavía se atreve a decirme que doy asco... ¿¡Tanto me obliga a verme bien para que al final me diga eso!?

—Charlotte...

Bibi susurró sobre el pecho de la otra, abrazándola aún muy fuertemente...

—Eres la chica más jodidamente hermosa que he conocido... Sabes que todos aquí te aman y eso me incluye a mí. Tu padre no sabe lo que dice, y no sabe apreciar tus esfuerzos...

Charlotte poco a poco comenzó a quebrarse entre sus brazos, mientras jalaba lentamente a la otra consigo a uno de los salones vacíos del lugar...

Abrió la puerta, y ambas entraron.

Bibi solo pudo ver cómo su amada se dejaba caer contra el suelo y cubría su rostro con sus delgadas manos.

Cerró la puerta, y se tiró al suelo a su lado.

—No importa lo que diga de tí... Eres hermosa... Y yo... T-te amo tal cual eres...

Nadie podía verlas ahora. No había nadie ahí que pudiese ver el llanto de la rubia. No había nadie más, que ellas dos.

Charlotte levantó la mirada, mientras lágrimas tintadas de negro caían por sus mejillas.

Se abalanzó contra Bibi y la abrazó con muchísima fuerza, tratando de mantenerse juntas.

—No s-sé que sería de mi sin tu amor, mi vida...

Un cálido rosado pintó muy suavemente el rostro de la chica de rasgos asiáticos, antes de corresponder el abrazo y así poder entregarle todo de sí a la otra.

Bibi sabía cosas que nadie más sabía.

Charlotte también había pasado por tanto, tanta gente le había dicho fea, tanta gente le había ignorado... Su propio padre generó inseguridades horribles en su propia hija.

Ella solo quería ser amada por alguien... Pero pasó al lado de tanta gente horrible que solo la hizo sentir peor.

Y estaba orgullosa de ella de que hubiese levantado la voz contra Edgar.

La rubia se tomó su tiempo para calmarse, y calmar su casi incesante llanto.

Fue entonces cuando se separó de ella y se limpió las lágrimas con las mangas de su gran abrigo rojo.

Levantó la mirada, y le sonrió.

—Gracias por estar conmigo, sweetheart.

Bibi le correspondió la sonrisa y desvió la mirada con un sonrojo en su rostro.

—Quiero estar contigo. Yo sé lo que se siente que abusen de tí y nadie quiera creerte...

Se detuvo un segundo de seguir hablando. Sus ojos se abrieron de golpe y cubrió su boca confundida...

¿Realmente había dicho eso?

Regresó su mirada a Charlotte, quien la miraba en shock... En frío.

Ninguna de las dos dijo nada.

Bibi sintió ansiedad entonces, e intentó huir de alguna forma, pero se detuvo antes de si quiera hacerlo...

—Tú... ¿Fuiste...?

Cerró los ojos y se alejó aún más de la rubia, conteniendo las lágrimas que querían escaparse de sus ojos.

Solo pudo ver de reojo a la otra, viendo cómo miraba sus manos con una expresión de... ¿Asco? ¿Suciedad? ¿Culpa?

Bibi levantó la mirada, y observó a Charlotte cuidadosamente.

—No quería decir eso... No quería que lo supieras, al menos no así.

Charlotte cerró los ojos y suspiró muy pesadamente.

... Ahora se sentía culpable de que Bibi la estuviese apoyando.

Desde su punto de vista todo era diferente a lo que Bibi veía. Ella simplemente la apoyaba ciegamente sin importar nada, y Charlotte estaba feliz con ello, pues de alguna forma no le causaba daño a ella.

Pero ahora que sabía que Bibi en algún punto fue abusada también por alguien... La hacía sentirse sucia consigo misma, pues le estaba mintiendo a alguien que realmente había pasado por algo tan horrible como una violación.

Se recargó en la pared, aún sentada en el suelo.

¿Debía continuar, ahora que sabía ese oscuro secreto de su amiga? ¿O debería detenerse antes de que las cosas empeorasen?

Pero ahora tenía toda la atención que quería, la gente, incluso si eran amigos de Edgar o si habían comenzado a quererlo más, seguían dándole el apoyo y cariño que ella quería.

Lo que ella buscaba en primer lugar.

Se abrazó a si misma.

Tanto tiempo... Tantos años sufriendo mierdas, con la autoestima en el suelo... Tanta lucha para llegar a esto.

Su madre se lo dijo, debía ser fuerte.

"Nadie en este mundo te va a querer tanto como yo."

Bibi solo sería una chica más en su vida, ¿cierto?

Bibi solo la apoyaría, solo lo haría por sus propios problemas mentales antes que por quererla genuinamente... Entonces apenas descubra que todo era mentira, incluso siendo verdad todo lo demás...

¿La dejaría, cierto?

La abandonaría, como cualquier otra persona en el mundo ha hecho.

Todos sus fieles seguidores se irían si confesaba abiertamente que la violación nunca fue verdad.

Y Bibi la abandonaría.

Solo era de su interés porque se veía reflejada en ella, ¿verdad?

Gruñó.

Y ella se acercó.

—Char... Si pasa algo dime, sabes que yo te apoyo.

Charlotte ahora trataba de convencerse a sí misma que lo que hacía no era malo, si lo único que buscaba era un poco de cariño.

Charlotte trataba de convencerse a sí misma de que la única razón por la que debía continuar era para darle un horrible final a Edgar, pues aunque fuese inocente no se exentaba de haber sido realmente tóxico en su momento.

Charlotte trataba de mantenerse firme ante su plan, sin importar si tenía que lastimar a una persona que de igual forma la abandonaría al final, solo para obtener su venganza...

Charlotte... De verdad trataba de no sentirse sucia por su más reciente descubrimiento.

—Perdón. Es que me siento tan mal que hayamos pasado por lo mismo, cariño.

Bibi sonrió comprensiva, poniendo su mano en su hombro.

Y ella le sonrió, acercándose lentamente a la menor para al final depositar un dulce beso en su boca.

Cosa que dejó a Bibi hecha piedra...

—Gracias por tu apoyo mi cielo...

La otra solo cubrió su rostro sonriendo como una colegiala enamorada...

Ni siquiera pudo decir nada, pues se notaba como su corazón latía con fuerza.

Todo esto por una estúpida venganza, contra Edgar y el mundo.

Entonces...

¿Charlotte podía sentirse culpable, si quiera?

. . .

Un suave toque se oyó en la puerta, haciéndolo sonreír.

—Vaya, me pregunto quién será...

Solo pudo oír una tierna risa del otro lado de la puerta, antes de que está se abriera lentamente.

—¿Cómo es posible que el gran y poderoso jefe del consejo estudiantil no sepa quién soy?

Ambos rieron y el joven de la bufanda se aproximó a entrar saludando tímidamente con la mano.

Byron solo correspondió el tímido saludo con un movimiento de mano, solo para hacer sentir a su pequeña bola de ansiedad más seguro.

Desde que habían dado el primer beso, Edgar había estado demasiado tímido con él. Como si no pudiese verlo de la misma manera que antes. No era desconfianza, solo timidez. Si comparaba al Edgar desconfiado del pasado, que no hablaba, gritaba y solo se escondía, con este... A decir verdad, este Edgar era mucho más tierno.

Pues se notaba que su corazón no podía dejar de latir con solo verlo.

Sonrió.

—Ven... Me hace falta una almohada.

Edgar abrió los ojos nervioso, y dejó de lado el estuche de guitarra que llevaba consigo en una de las paredes de aquel enorme salón, su mochila simplemente la dejó sobre la larga mesa.

Se paró frente a Byron. Este estaba sentado en su enorme silla giratoria... Se veía bastante cómoda.

Edgar se sintió aún más nervioso, pues sentía que sabía lo que vendría ahora.

Y efectivamente, Byron sonrió aún más travieso.

Aún desde su lugar, tomó al menor de la cintura y lo hizo sentarse sobre sus piernas. Con su brazo izquierdo sujetó su espalda y con su brazo derecho acomodó las piernas ajena sobre él.

Edgar entonces se maldijo mentalmente por no haberse preparado para aquello, pues ahora estaba ardiendo en vergüenza.

El otro solo rió igual de travieso que siempre.

—Me encanta estar en esta posición, por si no lo has notado.

Esas palabras solo hicieron al menor arder aún más de lo que ya estaba haciendo.

—¡Claro que lo noté no soy tonto!

Y aún sin poder borrar su sonrisa, abrazó con muchísimo cariño al otro comenzando a decorar con un millón de besos todo su rostro, mientras lo abrazaba con fuerza. Edgar solo carcajeó sintiendo los labios del otro en su rostro, haciéndole cosquillas.

—¡Basta!

Gritó entre risas, antes de apartar lo más amablemente que puso a Byron, poniendo sus manos sobre el rostro del mayor para detener su bombardeo de amor.

Ambos siguieron riendo un rato más, antes de que todo se calmara...

—Perdón, me eres irresistible... ¡Que diga! Me es irresistible no darte besos ahora que puedo.

Byron dijo de manera muy burlesca, no causando más que un enorme sonrojo en el rostro del menor quien en seguida usó su bufanda para cubrir su ya bastante rojo rostro.

Solo lo miró, con ojitos de enamorado, viendo cómo el corazón de su amado se volvía loquito de tan solo decirle "eres irresistible".

Lo abrazó, mientras sonreía como un tonto al hacerlo...

—Oye... No me dejas hacer nada a mí.

Byron se separó del menor mirándolo confundido, torciendo un poco la cabeza de lado. El menor solo le sonrió muy tímidamente y poniendo sus manos al rededor del rostro del otro, se dispuso a depositar un tierno beso en su boca.

Nunca pensó ver algo así, pero el gran e intimidante jefe, al que todos temían y adoraban ahora parecía estar rendido ante él.

Apenas se alejó, aún sujetando el rostro de Byron entre sus manos, pudo ver lo tranquilo que permanecía viéndolo... Cómo esperando otro beso o alguno más largo.

Sonrió enternecido y con su pulgar acarició sus labios con lentitud...

—Me... Preguntaba si mañana estarías ocupado en algo...

Byron aún, como extremadamente relajado, negó suavemente la cabeza y también se ocupó en poner sus manos al rededor del rostro del más chico.

Edgar se sintió acorralado por una extraña comodidad, y dándole un último beso repleto de amor a su superior, se deslizó entre sus brazos hasta acurrucarse sobre él.

—Quería saber si podías ir a la práctica de mañana... En el teatro.

Sintiendo como era acariciado muy amablemente por el otro, espero su esperada respuesta entre suspiros.

Byron echó la cabeza para atrás, soltando un largo y exhausto suspiro.

—Pero claro que puedo.

Se volvió lentamente a ver a su amado, tratando de sonreír a pesar de su cansancio.

Edgar no dejó pasar este detalle, y en seguida se reincorporó, poniendo su mano derecha sobre la cabeza del otro. Esto tomó desprevenido al jefe del consejo quien en seguida frunció el seño confundido.

—Recién lo noté... Te ves muy cansado. ¿Dormiste bien?

No tardó nada en que el lado cariñoso de Byron se regresara por la alcantarilla por la que salió, cuando su rostro molesto hizo acto de presencia.

Entonces, eso hizo que el chico de la bufanda también sacará su modo enojado.

—No me hagas esas caras, habíamos quedado en que intentarías descansar más, ¡lo intentarías por mí!

—¡Ya lo sé, por eso me molesta que lo notes, porque no he podido dormir bien!

Edgar se reincorporó por completo sentándose sobre las piernas del otro, molesto, viéndolo con su mirada más "angy" posible.

Permanecieron así un rato, viéndose el uno al otro, viendo quien ganaba aquella pelea de miradas.

Así fue como Edgar pasó de estar molesto a estar triste, causando que Byron comenzará a preocuparse.

—¿Puedes descansar ahora?

El albino desvió la mirada y alzó las cejas, mientras volvía a sujetar las caderas del menor.

—Tengo trabajo qué hacer...

Edgar volteó, y vió la computadora que permanecía aún encendida. Tenía tareas de la escuela en la pantalla, mientras que más al fondo, en alguna página web en incógnito, logró ver un documento con bastante información.

Y la foto de una mujer.

El cabello de aquella mujer era una tonalidad de naranja fresa bastante claro, lo tenía sujeto en una coleta de lado, estaba maquillada muy sutilmente... Mientras sus orejas y cuello eran decorados por joyería que parecía bastante cara.

Tenía un vestido rojo... Se veía muy hermosa, y amable.

Abajo fue donde alcanzó a leer...

"Amelia Wayne, 1987 - 2019."

—Estuve todos estos días recopilando información. Me he quedado hasta tarde, incluso sin desearlo... Lo siento...

Era la madre de Byron.

Un horrible sentimiento comenzó a invadir el débil corazón de Edgar, quien aún permanecía viendo la foto de aquella mujer sin poder apartar la mirada.

Entonces soltó un suspiro.

—Entiendo, lo siento...

Se quedó atrapado entre sus pensamientos un largo rato procurando entender, tratando de buscar la forma más sana para Byron de trabajar. Sus caminos se encontraban cerrados, el señor Wayne y sus aliados lo tenían en la mira, la escuela exigía demasiado de él, todo en ese lugar era simplemente un callejón sin salida.

¿Cómo se supondría que Edgar ayudaría a su amado?

Su gesto molesto se convirtió lentamente en uno triste. Byron no pudo evitar notarlo, y en seguida lo abrazó.

—Trataré de descansar más a partir de ahora ahora... Lo prometo... Solo dame la oportunidad de acabar mis tareas y...

El otro aún así negó con la cabeza, tomando por desprevenido al mayor.

—¿Me dejas ayudarte en tus tareas? Para que puedas descansar más.

Sus ojos se abrieron en sorpresa y con un gesto un tanto gracioso lo observó con detención. Edgar parecía no estar bromeado, incluso parecía listo para tratar temas que aún no le tocaba aprender. Se quedó ahí, viéndolo fijamente sin desviar la mirada...

Efectivamente, Edgar estaba siendo serio.

Pero aunque lo amara demasiado sabía que Edgar no era el mejor haciendo trabajos complicados sin revolverse con sus propios pensamientos antes.

Si deseaba aceptar su oferta, y dormir abrazado a él, debería darle un trabajo que pudiera manejar sin sufrir un ataque de ansiedad.

Entonces con movimientos realmente lentos, Byron se aproximó a tomar una de sus libretas de apuntes buscando alguna página en específico. Tenía pendiente traspasar texto de ahí a un archivo para enviarlo a más tardar a las seis de la tarde.

Eso no debería ser problema para Edgar, ¿verdad? Incluso esperaba ver un trabajo bien elaborado al final, porque él no era tonto, solo se complicaba demasiado.

Rió, un tanto enternecido por la situación.

—¿Puedes hacer esto, en cualquier caso?

Con solo un gesto que señalaba la libreta y la laptop pudo entender entonces que lo que esperaba era que transcribiera el texto correspondiente.

Se vió bastante más aliviado tras oír eso. Edgar no parecía gustar de trabajos complicados.

—Claro, por lo mientras tú duerme algo por favor.

Asintió con una sonrisa pícara en su rostro, mientras sentía como Edgar se levantaba de su regazo solo para poder volverse a sentar sobre él ahora de cara a la mesa con la laptop encendida.

Soltó un largo suspiro enamorado, y con sus grandes brazos rodeó el cuerpo del chico de la bufanda.

—Gracias por todo...

Edgar volteó solo un poco, para poder ver el rostro de Byron en completa paz después de muchísimo tiempo... Se sentía logrado, y se sentía feliz de saber que ahora estaba mejor.

De verdad que sentirse útil lo hacía sentir tan bien.

. . .

El sonido de una mano chocando contra los casilleros se oyó, acompañado de un pequeño click que sonaba desde un celular.

Así, un vídeo comenzó a reproducirse...

—Ugh... Otra vez tú, ¿qué coño quieres ahora?

El chico más pálido sonrió picaron a Bibi, quien ahora se veía más rabiosa que nunca de tan solo sentir el frío metal de los casilleros en su espalda.

El otro por su parte solo acercó con brusquedad su celular, mientras lentamente los segundos avanzaban, al igual que las palabras en aquel vídeo...

"Justo quería hablar contigo."

Bibi pudo identificas aquella voz de inmediato...

"¿Podrías simplemente dejar de resistirte? Sabes que nadie va a creerte por mucho que intentes."

Era ella. Era Charlotte.

Entonces aquella mano huesuda con largas uñas puso pausa al vídeo...

Bibi lo miró, y el otro le devolvió la mirada, sonriente.

—¿Qué buscas probar con eso Mortis?

Y una sonora risa retumbó por los pasillos de la escuela.

—Me parece que esta cosita es de tu interés, querida.

Y otra vez se dispuso a darle play a aquel vídeo.

"No quería llegar a estos extremos, y te hubiera dejado en paz si tan solo no hubieras insistido en dejarme mal a mí también..."

Su vista pudo fijarse entonces en como aquel joven grababa desde lo lejos. Podía verlo bien, eran Charlotte y Edgar hablando... Y Edgar no se veía para nada cómodo.

"Yo no hice nada contra tí... Déjame..."

"Agradece a qué no recurrí a pedirle ayuda a mis padres, sino ya estarías muerto en un baldío, torturado."

Su corazón lentamente comenzó a latir con fuerza. Mientras más tiempo pasaba en aquella barra de reproducción, más extraña se sentía... Entendía que Charlotte fuese la víctima y no dejaba de creer en eso, pero sus palabras... Eran demasiado, parecía como si... Se aprovechara de su abuso para su propio beneficio más que para arruinarle la vida a su abusador.

Frunció el seño, su vista se clavó en la pantalla del enorme celular que Mortis traía consigo, intentando ignorar la increíblemente incómoda sonrisa que ese cabrón tenía en su rostro.

Pudo ver entonces como Edgar quiso huir.

"Necesito ir a clases..."
"Oh, ahora te importa demasiado ir a clases, ¿no?"
"Charlotte... Me estás lastimando..."

Cada segundo que pasaba... Se volvía más tortuoso.

Y no específicamente para Edgar.

"¿Qué clase de lástima quieres darle a Byron, eh?"
"Déjame ir... Por favor..."

Podía oír explícitamente como el muchacho comenzaba a sollozar en silencio...

"Solo sabes hacer eso, dar lástima. Sentí pena por tí cuando supe que te cortabas e intenté ayudarte, ¿cómo me lo pagaste?"

Cortadas... ¿Acaso lo que oía era real?

"C-Charlotte... Ya..."
"Todo ese cariño que te dí nunca lo tomaste en cuenta..."
"P-por favor..."

Entonces no pudo más con sus propios pensamientos, y apartó el delgado brazo del otro que la mantenía retenida contra los casilleros.

De un empujón, así Bibi se alejó de Mortis... Este último por poco deja su celular caer al suelo, pero con suerte sus reflejos eran más rápidos... Pero no más que la chica, pues está ya lo había empujado contra los casilleros que habían al otro lado del pasillo.

Todo con una expresión de rabia en su rostro...

—Lárgate antes de que te destruya tu linda cara...

Mortis se alejó un poco mientras reía nervioso. La campana estaba por sonar y lo sabía, por lo que tomó eso a su favor y con la mirada le señaló como las puertas de los clubes más cercanos se abrían lentamente...

—Yo que tú no haría eso, a menos claro que quieras otro mes de castigo, preciosa.

Mortis solo pudo apreciar como el rostro de la otra se llenaba de rojo, y no específicamente por lo que le gustaría, sino que se trataba de mera rabia.

Ella alzó el puño, y Mortis se cubrió con ambos brazos antes de recibir algún golpe... Pero se notaba como la chica se encontraba vacilando, absteniéndose si quiera responder con violencia. Así, mejor prefirió alejarse del otro de forma bastante brusca, intentando contener su odio dentro de sí.

—Deberías pensar bien en quién ayudar, Bibi.

La chica ni siquiera se inmutó en voltear a verlo, pero el muy cabrón así como le encantaba estar metido en chismes, fue como tuvo los huevos de seguir reproduciendo el vídeo, en volúmen alto...

"¡Pero no había necesidad de acusarme de violación!"

Una risa se oyó en aquel vídeo...

"Mi rencor no tiene límites, y quiero que lo sepas... ¿Quieres que te recuerde qué pasó con Stephen, el chico motociclista?"

La paciencia de Bibi se estaba acabando...

"Eres patético."

Y sus ganas de seguir ahí de pie también...

Pero entonces, antes de dejar a Charlotte decir la última frase, Mortis volvió a sonreír mientras se dejaba llevar por la corriente, alejándose paso a paso de la otra.

—En buena onda, si fuese igual de simp que tú... Me aseguraría de pensarlo bien... Después de todo yo también fuí su ex.

"En serio... Te odio."

Fue lo último que escuchó junto al silencioso y patético llanto del chico de la bufanda, antes de que la campana sonara, antes de que los alumnos comenzarán a salir de sus salones y antes de que aquel ridículo hijo de puta de cabello morado se desvaneciera entre los alumnos como un maldito fantasma.

La luz acaramelada del sol de otoño comenzaba a entrar por las puertas y ventanas de la escuela... Mientras ella solo miraba al suelo.

Pensando.

Y sí... ¿Charlotte le estaba mintiendo?

. . .

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