32. The first kiss of freedom.
. . .
Las hojas volaron por el aire... Al ritmo del viento de otoño.
Y entonces, un par de botas amarillas cayeron sobre una gran montaña de hojas rojas y anaranjadas.
Todas las hojas salieron volando en todas las direcciones, acompañado de las sonoras risas de un joven alegre...
-Hace tiempo no venía aquí, gracias Byron.
Byron aún con la vista cansada, volteó a ver con una sonrisa en el rostro a su pequeña bola de ansiedad... No había que ser un genio para saber que otoño era su estación favorita del año, junto a la festividad de Halloween.
Le encantaba verlo feliz y sonriente todo el tiempo. Era feliz viéndolo feliz.
A veces sentía que no necesitaba más que a Edgar para recuperar las riendas de su vida, pero en el fondo sabía que tenía que hacer ciertos sacrificios para conseguir su felicidad propia.
La suya, y la de su amado.
Pues sabía de lo que era capaz su padre, y vivía con el miedo de que hiciera con Edgar lo mismo que hizo con su madre.
Estiró las piernas para dar un gran salto sobre las hojas que habían amontonadas cerca de ambos, y Edgar solo rió contento.
Si algo le pasaba...
No lo perdonaría.
Deslizó su mano suavemente por la espalda del más joven, viendo el montón de hojas caer de los árboles.
Edgar correspondió este abrazo, mirando de un lado a otro.
Su único deber ahora era hacerlo feliz, y era la única cosa que lo mantenía en pie... No iba a fallar en hacerlo sentir dicha alegría.
Tras un rato más de caminar por la acera, bajo los arboles de aquél hermoso parque, Byron tomó su celular y miró con atención el chat que tenía con su padre... Con extrema detención. Miró de un lado a otro mientras seguía caminando, quería asegurarse que no hubiese algún coche de gama alta a los alrededores del parque, pero con suerte, no vio ninguno.
Suspiró más aliviado que de costumbre, pero entonces se dió cuenta...
Había perdido a Edgar de su lado.
Volteó a ver atrás, y efectivamente, el muchacho se había quedado quieto, viendo de frente a un par de viejos columpios bastante maltratados, que se llenaban con polvo a lo lejos.
Sonrió para sí mismo, y se acercó al más joven.
-Oí por ahí que en esos columpios un pequeño niño quiso columpiarse alguna vez...
Edgar volteó a verlo. Su expresión mostraba sorpresa, como si no se hubiese esperado oír eso en absoluto, pero Byron sabía que en realidad le estaba pidiendo con todo su corazón que por favor fuesen a esos columpios.
Byron solo sonrió, y saltó sobre la pequeña cerca que había rodeando el parque.
Entonces volteó, y le extendió la mano al joven de la bufanda. Un muy fuerte e intenso sonrojo se mostró en su rostro, antes de tomar la mano de su superior y cubrir su rostro con su bufanda, como si estuviese sintiendo frío.
Cruzó aquella cerca de poco menos de un metro. Y el viento sopló con fuerza en su rostro...
Columpios. Una palabra que por mucho tiempo había sido un dolor en el pecho que nunca parecía sanar, ahora parecía una palabra que podría curar su alma.
Siguió caminando de la mano del mayor, que de nuevo miraba siempre al frente mientras él sujetaba su mano con firmeza. Podía sentir su corazón latir a gran potencia pues ver a Byron en ese ángulo, mientras el sol chocaba con su figura y las hojas anaranjadas caían a su alrededor...
Era hermoso.
Edgar podía darse cuenta que de verdad quería pasar el resto de su vida a su lado... Un sentimiento profundo del que estaba más que seguro.
Podía contar con que Byron nunca lo juzgaría, nunca lo forzaría a nada, sabía que lo protegería a pesar de todo. Y Edgar quería que su amado sintiera lo mismo que el sentía.
Quería que se sintiera protegido y seguro a su lado.
Poder ayudarse mutuamente sin esperar nada a cambio.
Podía sentirlo, en aquél fuerte golpeteo que no dejaba de sonar en su pecho. Dios, es que... Era imposible no pedir hasta en sueños que Byron se quedara con él para siempre.
Lo deseaba profundamente.
Deseaba que fuese duradero lo suyo...
Tal vez era momento de dar el siguiente paso, ¿no?
-Está más oxidado de lo que creí...
Exclamó el mayor, viendo un tanto inconforme aquellos columpios que se movían al ritmo del viento.
Pero Edgar sólo rió y se aproximó a esos columpios sin pero alguno.
Se sentó, sintiendo como si su alma se estuviese recargando de sentarse en ese lugar... Y miró a Byron, invitándolo a sentarse en el lugar que seguía.
Este le sonrió de igual forma, y se aproximó a sentarse a su lado.
-¿Sabes usarlo?
-Puede que nunca haya tocado ninguno en toda mi vida, pero sé cómo funciona.
Byron rió.
-¿Y bien? ¿Qué estamos esperando?
Edgar le sonrió, con la sonrisa más contenta y feliz que pudiese haber visto nunca, y comenzó a impulsarse con la tierra que había bajo aquel juego infantil. Byron lo acompañó, simplemente admirando la belleza de su sonrisa resplandeciente...
Una vez estuvo de puntas aún sentado sobre el columpio, suspiró, dejó salir cada trauma que estuviese cargando consigo... Y entonces se soltó, dando la primer columpiada de su vida.
No pudo evitar reír, mientras movía las piernas de atrás para adelante.
Y mientras sentía el aire moviendo su cabello y bufanda.
Byron ni siquiera pudo soltarse, pues su corazón latía fuertemente de ver al otro disfrutar tanto de un simple juego infantil. Se veía tan feliz, tan libre, tan contento. Su sonrisa era como un regalo para el alma del joven Wayne... Podía sentir como un par de lágrimas de felicidad querían salir sin pedir su permiso.
Ni siquiera pensó en empezar a columpiarse, solo miró al joven disfrutar de estarse columpiando sin necesidad de hacer nada.
Estaba feliz, realmente muy feliz.
Ambos pasaron un largo rato así, uno columpiándose, el otro simplemente disfrutando del clima.
Eso hasta que Edgar comenzó a frenar de a poco, y volteó a ver al otro con una sonrisa en su rostro.
-Perdón, me emocioné de más... ¿Aún quieres hablar?
Byron le sonrió amistoso, y volteó a ver al suelo bajo sus pies.
-No importa, me hace feliz que te emociones tanto... Pero agradezco que aún consideres el hablar de mis problemas incluso cuando estás tan feliz.
Edgar le sonrió, y se acomodó en el columpio para poder ver mejor a su compañero.
-Bien, suéltalo todo.
Y Byron solo suspiró, preparándose para comenzar a hablar...
-Primeramente, quiero hablar de Charlotte un momento... ¿Estás bien con eso?
Edgar asintió, frunciendo un poco el ceño.
-Bien. Ya sabes que tras la horrible acusación que puso en tu contra he estado viviendo investigando cada cosa que pueda probar tu inocencia, o al revés, que pruebe tu culpabilidad. El punto es que, tras investigar demasiado dentro del tema, me di cuenta de muchas cosas que creo que... Han estado afectando demasiado mi estabilidad últimamente.
El menor se acomodó junto a la cadena para poder mirar mejor al otro, prestándole toda su atención...
-Sabes lo de mi madre, te lo conté en el hotel... Lo que no te conté es que ella fue asesinada por una persona... Persona que ha estado siendo buscada hace tiempo por las autoridades.
Entonces, Edgar comenzó a atar cabos un tanto angustiado...
Byron miró al suelo de nuevo y comenzó a jugar con sus manos. Se veía nervioso, cosa que era rara para Edgar... Pues nunca lo ha visto haciendo algo como eso.
-Esa persona es Martin McCall, hermano de Charlotte... Y si recuerdas, te conté también que cierta chica fue mi pareja durante ese periodo, donde mi madre fue asesinada.
-... N-no... No me digas que...
Lo miró, y el otro correspondió su mirada. El menor se veía en shock, confundido, nervioso. ¿Acaso es que...?
-Charlotte es mi ex. Lamento no habértelo contado antes. No creí que fuese importante, pero ahora no puedo dejar de pensar en eso...
Realmente Edgar estaba hecho piedra frente a su superior. Ni siquiera se podía disponer a decir algo. ¿Significaba que todo fue un plan? ¿O esa era solo una idea que se estaba haciendo?
No. Porque si fuese una idea que se hubiese estado haciendo el mismo, Byron no se lo hubiese contado de esa forma.
Charlotte comenzó a salir con él durante el periodo antes del asesinato de la señora Wayne, distrayéndolo, causando aquella "mala influencia" que haría a Byron vivir en su propio mundo mientras que Martin era mandado a asesinar a su madre.
Edgar bajó la mirada, se sentía bastante confundido, su cerebro no era capaz de guardar tanta información en solo una plática...
-¿Le has dicho a tu papá?
El ceño del otro se frunció en molestia... Incluso podía apostar que se veía rabioso...
-Sospecho que él lo planeó todo en primer lugar.
Ok, ahora sí que Edgar estaba hecho piedra en serio.
-Mira. Todo esto fue un plan. Mi padre tiene seguridad en todos lados, y tienen además una muy grande rivalidad con los McCall, si hubiese querido proteger a mi madre no hubiese dejado a nadie entrar. Ese día tuvo una reunión, convenientemente, nunca nos dijo de qué era... Y convenientemente, Martin burló cada guardia de seguridad que había y hay al rededor de la casa... ¿Cómo es posible que nadie lo viera llegar?
Podía imaginar la cantidad de rabia que Byron estaba comprimiendo dentro de él. Su rostro y cada gesto que hacía con sus manos hacía aún más obvia su necesidad de meterle treinta apuñaladas a su propio padre.
Edgar desvió la mirada, y permaneció así intentando procesarlo todo...
¿Eso tendría que ver en parte con sus sospechas sobre el padre de Byron?
-Cuando ocurrió lo de tu padre, que llegué a las tres de la madrugada a casa... Mi padre me habló para ir a su oficina, y ocurrió algo ahí dentro que me hizo darme cuenta de todo lo que está ocurriendo a mi alrededor. El punto es que... Todo esto ha estado en mi mente durante un largo tiempo y cada vez... M-me... Siento más agobiado... Brock intentó saber qué sucedía, Piper, incluso Colette, pero no quiero hablar de estas cosas con nadie más... Es... Raro, incómodo. No sé-...
Silencio...
Byron no se atrevió a mirar a los ojos al otro, en seguida Edgar se dió cuenta que se estaba comenzando a sentir mal...
El viento sopló... Edgar no sabía que decir al respecto, no sabía que recomendación dar, no sabía que debía hacer...
Entonces, si no podía expresarse con palabras, lo haría a su modo.
El muchacho se levantó de su lugar en silencio, tomando desprevenido al otro... Se acercó, un tanto tímido de lo que estaba a punto de hacer, pero por la voz temblorosa de su enamorado le hacía actuar sin pensarlo demasiado.
Se sentó en las piernas de Byron aún sobre el columpio, y lo abrazó cariñosamente...
Byron se vio realmente sorprendido por esto.
-... De... Todas las formas en las que podías abrazarme, decidiste usar esta.
De respuesta no obtuvo más que un golpe en la espalda, cosa que en vez de molestar a Byron, lo hizo reír.
-Lo aprecio mucho igual...
Y correspondió muy amorosamente el abrazo al menor, quien comenzaba a respirar pesado por la situación. Descaradamente aún viendo los nervios del menor, el mayor puso sus manos en la cintura ajena, y acarició lenta y amorosamente, acercando todo lo que le era posible el cuerpo de otro al suyo.
Podía... Sentir su respiración nerviosa en su pecho, no dejaba de mover las piernas de arriba a abajo y, su pequeño cuerpo temblaba de ser sujetado de esa forma.
Con poner las manos en su cadera, ya tenías un Edgar caído a tus pies.
Sonrió, y pensó muy dentro de sí.
Tener a su lado a Edgar era una de las cosas más maravillosas que pudieron pasar nunca. Y aunque no quisiera entrometerlo en este problema, sabía que si se lo pedía Edgar aceptaría sin dudarlo. Contaba con ello.
Mientras acariciaba amablemente la espalda de su amante, se puso a pensar con más tranquilidad y menos rabia en sus venas el cómo poder detener a su padre. No solo por su insaciable deseo de venganza por lo que hizo con su madre, sino también para liberarse de sus garras.
Sabía que su padre era un manipulador de primera, si. Lo sabía él mejor que nadie, y ese era un gran problema si su idea principal era escapar de él. Si huía, incluso siendo mayor de edad y teniendo el derecho, su padre pagaría hasta el abogado más caro para que la ley determine que no puede estar lejos de él...
Sabía que podía hasta inventarle una enfermedad mental para que el juez diga que no es capaz de vivir por su cuenta.
Tenía que hacer algo... Simplemente matarlo no parecía buena idea, menos sabiendo la cantidad de horribles cosas y personas que caerían sobre él apenas lo hiciera. Si llegaba a ser una opción el hacerlo, debía hacer que los mejores aliados de su padre se fueran en su contra.
Pero... ¿Qué podría hacer un simple adolescente que apenas podía cuidar a una simple escuela y a un joven emo?
¡Ja! Es graciosa la pregunta.
No es como si Byron fuese un chico genio, ¿o sí?
Con pensar todo eso, una sonrisa se dibujaba en su rostro inconscientemente. Apretó el agarre que estaba empleando sobre su compañero de aventuras y lo miró un tanto pícaro.
¡Pero claro que había algo que el increíble y magnífico Byron Wayne podría hacer, era un chico genio! ¡Listo, intelectual y prudente -aunque lleno de rabia, lo que le baja puntos- pero sin miedo a detenerse!
Edgar lo miró, un tanto confundido.
-¿Qué tanto sonríes así...?
Byron lo observó más fijamente.
-Nada, solo pienso en lo inteligente que soy a veces.
Edgar rió, aún sin comprender el extraño comportamiento del otro.
Se acomodó sobre él, aún con ese tierno sonrojo en sus mejillas, y lo miró.
-¿Y a qué se debe eso?
-A que fui tan inteligente para lograr enamorarte.
Evadir el tema Wayne, ya sentía que así decía su acta de nacimiento.
El sonrojo del menor inconscientemente aumentó aún más haciéndolo cubrirse con sus manos casi de inmediato, mientras Byron reía y comenzaba a columpiarse muy suavemente con aquel juego infantil.
-¡Oh, cállate tú... T-tonto! Solo te encanta evadir el tema...
-Efectivamente.
La luz acaramelada que pasaba a través de las cálidas hojas de otoño hacía del ambiente algo aún más... Sentimental, tierno... ¿Romántico?
El corazón de ambos inevitablemente latía con fuerza, mientras las hojas comenzaban a volar por una brisa que removió el cabello de Edgar...
Haciendo brillar aún más sus ojos.
Byron dejó el tema anterior de lado, solo para poder admirar mejor su rostro.
Lo deseaba... Deseaba comérselo a besos, poder decorar su rostro y cada rincón de su cuerpo y alma con la luz de sus labios... Quería probar cada rincón de él.
En serio lo deseaba.
Pero había algo que deseaba aún más, y era la felicidad del chico más joven. Su sonrisa valía más que miles de besos, su risa significaba más que cincuenta noches de mero placer... Su bienestar... Valía más que todo en el mundo.
Y Byron estaba dispuesto a esperar lo necesario solo para hacer a Edgar sentirse seguro...
Ese sentimiento... Era tan satisfactorio...
Aunque...
Por la forma en que ambos permanecían viéndose el uno al otro... Ya dudaba mucho que la espera fuese a ser más larga.
Miró sus labios. Soltando suaves suspiros, mientras su cuerpo permanecía relajado entre sus brazos, sobre su regazo. Sus ojos seguían brillando, había un extraño brillo ahí que solo podía admirar.
Comenzaba a notar... Cómo Edgar lo miraba un tanto deseoso.
Y cuando este se dió cuenta de que Byron se percataba de este extraño deseo, retrocedió un poco...
Edgar desvió la mirada.
-Perdón, tal vez... E-es demasiado cerca...
Y Byron rió enternecido, viendo aún cada mínima expresión del menor, puesta solo para su deleite...
-Nunca es demasiado cerca...
Y tras dicha esa frase, el muchacho lo miró con los ojos bien abiertos. Su cabello ya estaba bastante alborotado, por el viento, por jugar como un niño pequeño... Se veía adorable.
Pasó sus blancas y grandes manos por entre los mechones de cabello del más chico, y echó su cabello para atrás.
-Es más... Entre más cerca... Más puedo apreciar tu hermoso rostro...
Definitivamente sentía que ya podía escuchar los latidos de su corazón yendo a máxima potencia ahora, y bien podía asegurar que no era el único corazón que latía desbocado.
... Lentamente, Edgar deslizó sus manos por las mejillas de su superior, mirando inconscientemente sus labios sin detenimiento.
Y suavemente los acarició con su pulgar.
Entonces levantó la mirada, y vió a los ojos a su amado...
No podía hablar, estaba demasiado ansioso, nervioso, incluso extasiado para hacerlo.
Simplemente le mandó un mensaje con la mirada, y la sonrisa de Byron se agrandó aún más...
-... Conmigo siempre tienes permiso...
Silencio.
Solo se podía oír el silencio del parque... Mientras dos corazones latían a gran velocidad, juntos.
Realmente la espera había acabado, para cuando los delgados labios del joven de la bufanda rosaron muy, muy tiernamente los del otro.
Y apenas ambos se unieron en un beso, miles de emociones fluían sin detenerse. No podía verse, solo podía sentirse.
Con sus manos aún en las caderas ajenas, Byron acercó aún más al otro chico, mientras las deslizaba por toda su espalda, y se encargaba de hacer que aquel primer beso después de mucho tiempo fuese algo realmente especial.
En los columpios, en medio de la luz acaramelada del sol, mientras las hojas caían de los árboles...
No habían problemas ahora.
Solo... Habían dos pequeños corazones quebrados que querían estar juntos...
Y a este punto nadie los detendría.
. . .
Se sentía tan bien siempre dormir abrazado de él y de nadie más. Jamás creyó hacerlo en su propio cuarto por las estúpidas reglas que su padre tenía, pero ahora no estaba, y si realmente seguían habiendo reglas, por Edgar, Byron estaría contento de romperlas por completo.
Simplemente lo rodeó y besó su frente.
Habían dado un primer paso, y ese era el beso. Cualquiera que hubiese llegado a leer esta parte habría pensado que algo más habría pasado, pero no, realmente no fue así.
Edgar aún tenía traumas con ello y se alteraba un poco cuando lo tocaban en partes poco convencionales. Eso no iba a generar placer en Byron de ninguna forma.
Lo único que hacía feliz a Byron era ver como Edgar se preparaba a su propio paso para volver a amar de nuevo.
Ahora entraba una duda...
Esto... ¿Los volvería una relación oficial? De momento ninguno de los dos había dicho nada al respecto, y aún así no parecían haber intenciones de hacerlo. ¿De verdad era necesario preguntarle directamente por salir?
Tal vez sería mejor esperar para hacerlo oficial. Habían muchas cosas sucediendo a la vez y para Byron era complicado. Edgar de momento parecía bastante ocupado con el tema de la banda, para el evento de Halloween en la escuela...
El evento de Halloween...
Tal vez sea buena idea pedirle que sea su pareja oficialmente y sin juegos aquel día, después de todo, había cotizado fuegos artificiales al final del evento, tal vez tenga tiempo y espacio.
Ya lo planearía mejor con más calma. De momento debía asegurarse que nadie lastimara a su amado, ni siquiera...
"Toc toc toc..."
Ella.
Cerró los ojos y aparentó estar dormido, mientras se escuchaba como alguien abría la puerta de la habitación. Efectivamente, era Belle, quien lo buscaba con la mirada dentro de la habitación.
Lo encontró recostado en la cama, al lado de alguien...
Belle se adentró silenciosamente, cerrando la puerta detrás de ella procurando que nadie de afuera pudiese ver adentro de esta. Una vez estuvo a solas con aquellos dos chicos, miró su celular con una expresión de preocupación, y luego volvió a mirar a los chicos.
-Byron...
Se acercó lentamente hasta quedar al lado de la cama, y miró a ambos jóvenes descansando plácidamente. Levantó su mano libre, y la acercó lentamente a estos dos... De manera bastante sigilosa.
Pero ese acercamiento había sido suficiente para Byron, quien con una velocidad y casi violencia increíble tomó a su hermana de la muñeca y la mantuvo alejada de Edgar.
Belle gritó inconscientemente del susto que eso le dió, pero enseguida frunció el ceño molesta y apartó la mano de un golpe.
-Qué mierda te pas-...
-Shh, está dormido aún. Sé más considerada.
Belle rodó los ojos, y se cruzó de brazos.
-¿Qué es lo que querías?
"¿Y porqué te acercaste tanto a él?", era una segunda pregunta que Byron en serio quería hacer.
-Imbécil, solo quería hablar contigo, no había necesidad de ser tan pinche violento y celoso.
Byron cerró los ojos y soltó un gruñido, mientras volvía a abrazar a Edgar suavemente, quién aparentemente aún seguía dormido.
-Habla, antes de que me enoje.
Solo pudo oír un suspiro de hartazgo de parte de la otra, y en seguía oyó cómo esta tomaba la silla de su escritorio poniéndola al lado de la cama.
Esperó, aún con los ojos cerrados, pero preparado por cualquier cosa que su hermana pudiese hacer.
Puede que le haya ayudado, pero sabía de lo que era capaz, y sabía lo obediente que era ante las ordenes de su padre. Podría estar usándola para manipularlo, pare tener control sobre él.
Eso, o tal vez estaba siendo demasiado paranoico.
Respiró profundo, y Belle comenzó a hablar.
-¿Cómo está tu brazo ahora?
-Mejor.
Abrió los ojos de nuevo, y la vió ahí sentada, mirándolo con una expresión más calmada.
-El estúpido mayordomo mandó a vigilarnos a cada momento después de lo que pasó con papá. Creo que sospecha que estás haciendo algo en su contra.
Ella susurró. Byron solo frunció el ceño bastante molesto.
-¿Y qué mierda voy a estar haciendo contra él?
-No lo sé, y a decir verdad no estoy interesada en saber, no necesitas decirme tampoco... Solo quiero que...
¿Qué?
Byron después de pasar horas mirando molesto a su hermana, cambió su expresión a una más confundida, mientras que suavemente el viento que entraba por las ventanas comenzaba a mover las cortinas.
Belle desvió la mirada, ahora más nerviosa que calmada... Realmente...
Parecía no estar mintiendo.
Lentamente, el menor de los hermanos se comenzó a mover lentamente fuera de la cama intentando no despertar a Edgar, solo para poder ir a cerrar la ventana.
Comenzaba a hacer frío.
-¿Qué cosa?
Belle suspiró, y bajó la manga de su gran abrigo rojo.
Entonces pudo notarlo.
Ahora ella también era parte de esto.
-... Belle...
-Quiero que te deshagas de ese hijo de puta.
-Pero... No entiendo... ¿Por qué? Eres su favorita, a ti te adora, tú...
-Soy solo una simple mujer débil para él... No lo sabías tampoco, y no quería que lo hicieras. No quería estar rebajada a tu nivel, pero de todas maneras terminé aquí, después de mucho tiempo, hace poco comenzó a aplicar tu castigo en mí, antes de irse.
Byron se quedó de pie viendo las marcas en el brazo de su hermana mientras ella luchaba por controlar sus emociones de cualquier forma.
No dijeron nada, por un largo rato.
Hasta que la luna se asomó, y iluminó más aquella habitación, que solo era iluminada por una muy tenue luz...
-¿Por qué?
Byron dijo, ya harto de no entender el porqué su padre se la llevó contra ella también...
-Descubrió mis planes de conseguir el trabajo que tu estás forzado a hacer, y descubrió que yo no quiero ser solo una mujer que sepa tocar música y ser ama de casa... Me dijo que era inútil intentar ser alguien grande porque no nací para eso. Me llamó inútil a mí... Hijo de perra, maldito misógino...
La rabia se acumulaba de a poco en su rostro. Y entonces Edgar se removió sobre las cobijas.
Belle lo miró. Vió aquel rostro calmado, que parecía estar viviendo la vida de sus sueños... Pero también vio a alguien que estaba quebrado, y que luchaba por seguir siendo feliz.
Ella sonrió.
-Sé que no confías en mí y lo entiendo, también soy una hija de perra contigo... Pero... Realmente debes creerme cuando te digo que están planeando detener lo que sea que estés haciendo. Y, no sé... Realmente te recomiendo cuidar mucho de este niño. Aléjate de él un tiempo, no dejes que encuentren un punto débil en tí para atacarte. Si saben que es importante para tí, lo usarán en tu contra.
Bajó la mirada... Y cerró las cortinas en completo silencio.
-Lo sé... Ya había estado pensando en eso...
. . .
Planeaba que todo este capítulo saliera mucho antes de Halloween para poder subir el capítulo del evento ese día, pero todo se me fue de las manos y apenas pude terminar este XDD
Espero que me perdonen, y que el ambiente festivo siga presente para entonces.
De momento, perdón otra vez y espero que hayan disfrutado de este cap.
Besitos para ustedes y... Recuerden...
El primer beso no siempre implica que las cosas van a mejorar...
Soul~
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