23. Bringing our hearts closer as the leaves fall.
. . .
Y bien, así es como una nueva banda había nacido.
Penny como la baterista, Bea como la tecladista, Colette como la bajista y Edgar como el guitarrista y además, él cantante principal.
No iba a mentir, se sentía como Gerard Way, al lado de sus ahora mejores amigas y su hermana. Se sentía vivo. Se sentía acompañado.
Tendrían prácticas de banda casi todos los días en casa de Brock, todas las chicas abrieron espacio en sus agendas para poder estar presentes... Edgar por su parte... Bueno, nunca tenía nada que hacer así que eso no era problema.
Y de paso, la primera junta de equipo sería al día siguiente, así que de momento podría relajarse y idear cosas nuevas para sugerir en la junta.
Sonrió y acomodó su larga bufanda mientras seguía caminando, viendo un pequeño tupper que llevaba entre manos. Colette había salido de su castigo hace poco, y ahora aprovechaba que podían volver a pasar más tiempo juntos para llevarle almuerzo que la señora Birdie hacía para él.
—¿Hoy te sientes feliz, ah?
Edgar asintió viendo felizmente a su mejor amigo. Este simplemente compartió su sonrisa y, por fin después de mucho tiempo, guardo sus trabajos en su mochila. Al fin no estaría trabajando veinticuatro horas al día.
Acomodó su mochila y levantó la vista.
—Me siento muy feliz de saber que ahora eres más feliz...
Su corazón comenzó a saltar de forma inevitable, y una larga y boba sonrisa se dibujó en su rostro.
—Gracias... La verdad... Me has ayudado mucho desde que nos conocimos.
Byron rió enternecido y pasó su brazo sobre los hombros de Edgar dándole un pequeño abrazo mientras seguían caminando.
—¿Has estado comiendo bien?
El chico asintió un tanto emocionado.
—Colette me ha ayudado en ese aspecto. A veces me invita a su casa a comer, y en mi casa suelo llevar cosas para preparar ya que... Ya sabes... Mi mamá o mi papá nunca cocinan.
—¿No son chucherías verdad?
Edgar rió y negó con la cabeza.
—La señora Birdie y Colette decidieron enseñarme a cocinar y creo que lo estoy logrando. Anoche comimos sopa en mi casa.
Con un rápido movimiento de brazo, Byron sacudió suavemente al menor, aún sonriente.
Ver el progreso que estaba teniendo Edgar lo ponía realmente muy feliz. Saber que había influido a que el muchacho decidiera comenzar a mejorar su vida y volver a tener orden en ella lo hacía sentir orgulloso. Y más porque Edgar siempre se lo recordaba...
"Me has ayudado mucho desde que nos conocimos."
Oh... Y es que Edgar no sabía lo mucho que lo ha ayudado a él también.
Era...
Cómo un rayito de sol que iluminó su oscuro día a día.
—Estoy muy orgulloso de tí, muchacho.
—Gracias, abuelo.
Ambos rieron antes de que Byron le soltara un suave golpe en la cabeza.
Después de ya vario rato caminando por los pasillos de la escuela, salieron a la parte trasera de la escuela, lugar donde estaban los comedores al aire libre, seguía sin haber mucha gente ahí, así que era un lugar perfecto para tener paz luego de una larga tormenta.
Edgar se aproximó a una mesa redonda cerca de las máquinas expendedoras y puso su mochila en los asientos. Silenciosamente comenzó a sacar algo de ahí.
Byron solo lo siguió lentamente antes de tomar asiento en la misma mesa que él. Una vez descansando después de caminar todo el día, sacó su laptop y la dejó sobre la mesa un rato, sin abrirla.
Edgar también se sentó, y dejó su libreta favorita sobre la mesa.
—¿Eres multi-pasiones?
Edgar levantó la mirada, a decir verdad estaba un poco confundido por la pregunta.
—¿Cómo así?
Byron solo rió y apartó la laptop un segundo solo para poder recargarse debidamente en la mesa.
—Te gusta cantar, te gusta tocar la guitarra, te gusta dibujar... Eres un muchacho talentoso en el mundo del arte.
Su rostro de nuevo, como si fuese una maldición puesta sobre él por una bruja, se sonrojó fuertemente mientras cubría la libreta con sus brazos.
Y es que Byron había estado notando lo bien que Edgar se desarrolla a través del arte, ya sea musical o artístico. Le agradaba la idea de apoyar esa idea e impulsar los sueños del joven chico.
Tal vez podía darle más esperanza y algo en lo que distraerse cada vez que se sienta mal, para que no se hiciera daño cada vez que su mundo se tornará negro.
Y, bueno, ya conocía las mejoras de su pequeño amigo, era conciente de que cada día que pasaba su vida mejoraba, pero aún así seguía teniendo en mente que a pesar de eso, a pesar de las metas logradas, a pesar de todo lo bueno que llegue a sacar de eso, en cualquier momento podría tener ataque de ansiedad, en cualquier momento podría recaer en la depresión que lo rodeaba, en cualquier momento, cualquiera, podía querer matarse de nuevo mientras él no veía.
Le aterraba pensar que Edgar ha intentado o pueda seguir intentando matarse mientras el no veía y no estaba presente para ayudarlo.
Quería protegerlo. Quería cuidarlo de los idiotas de los alumnos, quería protegerlo de sus propios pensamientos destructivos.
Oh, y ahora parecía ser él el que se perdió en su propia mente.
Apenas volvió a reaccionar, pudo ver a un pequeño Edgar viéndolo fijamente con un rostro preocupado...
Realmente era un rayito de sol... Incluso si nunca ha demostrado tener problemas, aún así se preocupaba por él.
—¿E-estás bien?
Le sonrió y asintió regresando de su viaje astral.
—¿Seguro? ¿No quieres hablar o algo?
¿Por qué repentinamente le preguntaba si quería hablar? De nuevo, Byron siempre intentó ocultar las cosas que lo atormentaban todos los días en su mente para no preocuparlo, para no abrumarlo más de lo que ya estaba.
Tal vez quería que le tuviese más confianza...
¿Estaba siendo demasiado cerrado con el muchacho? ¿Acaso ya comenzó a sospechar de su problema con su padre, o por esa necesidad de trabajar todo el tiempo de manera exhaustiva?
Cerró los ojos y suspiró, borrando su sonrisa sin quererlo.
Entonces le hizo una seña al chico para que se acercará. Este mismo obedeció acercándose a él tímidamente, con su mochila, su tupper y su libreta favorita entre manos...
—Siéntate aquí.
Dió un par de palmadas en el lugar que tenía libre a su lado mientras que con la otra mano tomaba su laptop nuevamente y la abría, prendiendola al instante. Entonces Edgar se sentó.
Era... Relativamente cerca... Siempre se habían sentado uno frente a otro, pero nunca en ese mes y cacho conociéndose se habían sentado juntos, a la par. Era lindo pero...
... Tal vez era demasiado cerca...
¿Qué planeaba Byron...?
Fue entonces que el cuerpo de Edgar se tensó cuando sintió como el mayor deslizaba lentamente su brazo por su espalda hasta sujetarlo de la cintura. Su corazón se descontroló por completo en ese preciso momento, y sus fases de sonrojo alcanzaron su forma final.
Sus manos comenzaron a temblar, sus piernas se juntaron la una a la otra como instinto y... Su rostro... Más rojo imposible. Casi como aquella vez en la que casi besa al mayor.
Ese día quedó guardado en la lista de días en los que casi se muere de un ataque cardíaco, y ahora el día presente tal vez entre en la lista también, pues su respiración comenzó a agitarse por completo... Byron había acercado más al muchacho hasta él...
¿En serio perdería así de mal el control? ¿En serio Byron causaba ese sentimiento tan intenso en su corazón? Las mariposas revoloteaban de un lado a otro sin parar, mientras que su corazón casi se salía de su pecho...
Mierda... Parecía ser que en serio estaba profundamente enamorado del mayor...
Muy, MUY profundamente.
Edgar simplemente se dedicó a mirar al suelo... Mientras el mayor lo miraba enternecido completamente.
Su corazón... También había comenzado a latir con fuerza... Y más viendo lo tierno que era Edgar cuando recibía un poco de cariño de su parte...
Y... Byron había notado que reaccionaba así solo con él, cosa que lo ponía feliz.
Él era el único ser humano capaz de causar ese tipo de actitud tímida de parte del menor. Era el único ser humano capaz de ver esa parte de Edgar.
Sonrió. Muy seguramente ya se le había olvidado de lo que estaban hablando momentos antes.
—¿Quieres ver algo?
El chico no levantó la mirada pues seguía jugando con sus temblorosas manos intentando que Byron no viera su notable sonrojo, pero ya era demasiado obvio.
Quería...
Rozar...
Sus labios...
Puso su mano libre sobre el mousepad de la laptop y abrió una pestaña, que llevó a una página de una marca de ropa que... Se veía muy cara a decir verdad.
—Hace tiempo he estado trabajando con mi padre en una línea de ropa nueva, debido a una gran decaída en las recientes ventas de nuestros productos.
Edgar asintió aún mirando al suelo, nervioso...
—He estado muy estresado últimamente por ello, si es lo que querías saber... Me ha regañado todos los días para que hiciera algo para que la gente comprara más... Han sido los peores días de mi vida si te soy sincero, y... Bueno... Eres la primera persona a la que le cuento esto.
Lentamente, mientras que Byron entraba poco a poco en confianza, Edgar levantaba el rostro ahora un poquito, un poquitito más confiado...
—Pero ahora, con ayuda de los mejores modistas que mi padre pudo contratar, tenemos una nueva línea de ropa... Aún no está a la venta, pero creo que después de esto puedo descansar después de días de trabajo. ¿Estarás tranquilo sabiendo que ya todo está bien?
Edgar no dijo nada... Pero a decir verdad el silencio del comedor al aire libre era tranquilizador. Incluso si no recibía respuesta, el albino se sentía bien de saber que probablemente haya respondido la duda del chico.
Pero su corazón estuvo a nada de salirse de su pecho en cuando sintió como el chiquillo lo abrazaba con fuerza, y cubría su rostro ardiente contra su pecho.
A eso solo respondió poniendo sus manos sobre la espalda del chico, mientras acariciaba entre tanta calma, sonriente.
En serio adoraba a ese chico.
Pasó un rato. Edgar al fin se había calmado y había tomado control de su desesperado corazón, mientras que Byron seguía revisando la página de ropa en silencio.
Sus sentimientos ahora eran más obvios, y Edgar lo notaba. La forma en la que cayó rendido ante el aroma del perfume que Byron llevaba fue increíblemente tranquilizadora. Mantener su rostro contra el pecho del mayor, mientras se ahogaba en ese dulce pero fuerte aroma, a su vez que escuchaba los mismos latidos de su superior... Fue la experiencia más grata que ha tenido en mucho tiempo.
Ya no podía negarlo, ahora solo le quedaba aceptar y admitir que estaba perdidamente enamorado de él y que ya no tenía control de sus emociones una vez estaba a su lado.
Adoraba abrazarlo, adoraba hablar con él, adoraba estar a su lado y adoraba el simple hecho de que Byron existiera en este mísero planeta. Y la forma en la que lo trataba, en la que lo abrazaba por la cintura, esa manera en la que de acercó a su rostro días atrás... Lo tenía loco.
Aunque, siendo sinceros, le aterraba la idea de algún día besarlo. Por alguna razón no se sentía listo para eso y no creía poder intentarlo algún día cercano.
La última persona que beso fue Charlotte, y terminó de la peor manera posible. Le aterraba... De alguna forma su ansiedad le hacía sentir que apenas le diera un beso se desataría el caos y todo terminaría mal.
Era muy dependiente de la presencia de Byron, sabía que si algo pasaba entre ellos terminaría sufriendo más de lo que había estado haciendo antes de conocerlo.
A veces también se odiaba por ser así, dependiente de las personas. Pero, ¿qué haría contra eso, si sabía que si en realidad no tuviese nadie de quién sujetarse, habría muerto hace tiempo?
Se separó.
Entonces Byron, aún sujetándolo de la cintura, lo miró curioso.
—¿Mejor?
Edgar asintió aún con la mirada baja.
—Perdón por tanto drama... Últimamente... M-me he estado preocupando mucho por tí... Tipo...
Respiró hondo. No podía evitar sentirse nervioso de hablar de eso.
Realmente le preocupaba que Byron también fuera feliz, sentía que sería muy hijo de puta de su parte el ser el único que disfrutara de la vida mientras el otro se ahogaba en trabajo. Genuinamente, quería hacer a Byron ser feliz, de cualquier forma posible.
—Sé que me has dicho que no me preocupe, pero... B-bueno... Si me preocupa, pensar que tal vez tú también tienes problemas, y... Se me hace egoísta aceptar tu ayuda pero no ayudarte si alguna vez lo necesitas... Me preocupa que... También te sientas mal o algo.
Bueno... Sabía que Edgar era adorable a su vista a pesar de ser tan oscuro y actuar como un criminal... Pero... Joder, que eso había sido lo más tierno que le han dicho en mucho tiempo.
Sentía su pecho ser ablandado por las palabras del más joven, y entonces rió enternecido.
—Eres un increíble chico Edgar, gracias por preocuparte por mí, lo aprecio demasiado.
Dijo, mientras acariciaba su cabello como si de un perrito se tratase. Edgar solo sonrió y se dejó llevar por la situación.
Y bueno, Byron no se detuvo de seguir adelante con ese gesto, pues Edgar parecía disfrutarlo de verdad.
Mucha calma.
Demasiada a decir verdad.
Disfrutaría de ella tanto como pudiera antes de que algo destroce esa calma.
Entonces se detuvo, y volvió a mirar a la computadora.
—Bueno, ahora sí, aquí está lo que quería mostrarte.
Edgar miró a la pantalla en silencio mientras su superior viajaba entre los productos que tenían una marca de "próximamente". Sin decir nada, admiraba lo increíblemente bien que se veían esas prendas mientras pasaban frente a sus ojos rápidamente.
Entonces se detuvo en cierta línea de ropa.
—Siempre que meto mis manos al trabajo de mi padre al lado de los modistas, ellos me dan prendas gratis de casi todas las líneas, así que me preguntaba si no querías acompañarme a darte a probar nuestros nuevos productos cuando estés libre.
... Eh... ¿Eh?
Se quedó procesando un momento.
¿Acaso quería darle ropa nueva?
Bueno, Edgar a decir verdad quería aprovechar la oportunidad de tener nueva ropa, ya que su armario tristemente se basaba en tres camisas, dos pantalones y una sudadera -sin contar la bufanda-, que era lo único que podía usar.
Entre más pasaba el tiempo, sus padres menos le compraban ropa, hasta el punto de ni siquiera pensarlo.
Le deprimía eso, sinceramente.
Pero es que tampoco quería aceptar debido a lo mucho que Byron hace y sigue haciendo por él. El simple hecho de ser su amigo ya se sentía demasiado para él, ya Edgar sentía que le debía la vida, el alma, la existencia entera.
Byron aún así lo miró pacientemente esperando una respuesta.
Pero tras pasar el rato y ver que el otro no respondía, habló.
—No me digas, ¿crees que no lo mereces?
De nuevo Byron leyendo sus pensamientos, hijo de puta.
—Es que... Ugh, ya has hecho demasiado por mí, no sé cómo pagarte todo esto, además... ¿Qué haría un chico pobre como yo luciendo ropa gucci de cincuenta dólares?
—Cuarenta y nueve con noventa centavos.
Por mucho que Edgar quisiera ser serio, el comentario de Byron lo hizo carcajear sin desearlo.
—¡Así cueste diez centavos menos sigue siendo mucho!
—Pues... Creo que te verías "gucci", y nada tiene que ver tu clase social.
Edgar rodó los ojos.
—Además, son pruebas gratuítas para pagar mi buen desempeño en la empresa, no estaría gastando nada más que energías en intentar convencerte de que mereces un poco de apoyo.
Soltó un respingo y se cruzó de brazos. Aunque estuviera más calmado a comparación de hace un momento, su corazón seguía haciendole sentir nervioso.
—... Y-yo... Espera... Necesito ir al baño.
Ya se sentía al tope, explotaría en algún momento si Byron no dejaba de ser tan agradable con él.
Y así, dicho y hecho, Edgar salió corriendo en dirección de los baños que habían fuera de la escuela para que los clubes que trabajaban afuera no tuvieran que entrar al fondo de la escuela en caso de emergencias.
No había nadie ahí, los clubes no estaban activos ese día y al final del día lo agradecía.
¿Habrá dejado a Byron con la palabra en la boca? Tal vez se fue demasiado rápido.
Silencio.
Solo se oía su pesada respiración ahí dentro.
Se miró al espejo, levantando su flequillo y bajando su bufanda...
Sus mejillas estaban rojas, ardientes... Nunca se había visto debidamente frente a un espejo, odiaba verse a si mismo. Ahora que lo notaba, tenía algunas cicatrices en la nariz y en la comisura de los labios...
Ugh... Era tan horrible, ¿por qué Byron querría ser su amigo así? ¿Qué le hizo pensar que alguna vez, algún día aceptaría ser su pareja?
Se recargó en el lavabo antes de abrir la llave y dedicarse a remojar su cara.
En serio se odiaba a veces. Y su mente no quería dejar de recordarle lo horrible que era en momentos completamente aleatorios.
Echó su cabello para atrás, y suspiró, volviendo a recobrar la calma...
Ropa...
Byron tenía un negocio de ropa... Y según recordaba, su padre hace tiempo tuvo una reunión en el centro comercial gigantesco que había visto hace tiempo en la carretera de camino a casa.
Debía... Debía tener mucha gente que la compre para estar en un centro comercial enorme... ¿Acaso tendrá locales por el estado? O mejor aún, ¿en el país?
Eso explicaría como es que Byron pudo postularse para ir a Harvard.
Era realmente millonario.
¿Que hacía un chico tan adinerado en la misma escuela que un chico tan pobre?
Preguntas de la vida. Nunca lo comprendería.
Cerró los ojos y se echó otro montón de agua antes de cerrar la llave...
—¿Pensando en tu enamorado?
Edgar dió un brinco y volteó en dirección a la entrada, de dónde provenía esa voz.
Una voz que ha escuchado toda su vida...
—¡Colette! ¿Qué mierda haces en los baños de chicos?
Ella rió.
—Quiero ver pitos.
Entonces hizo una seña con la mano para recalcar que era una broma lo que decía.
—Me di cuenta que saliste corriendo hacia acá, y siempre que pasa eso es probablemente mala señal, así que vine... Igual, nadie usa estos baños más que mi abuelito así que no veo problema en entrar.
—¿Y que tal si yo estaba haciendo del baño?
—Como si no te hubiera visto vomitar antes, que fue mucho más asqueroso aquella vez.
—No... No me lo recuerdes.
Ambos guardaron silencio. Edgar volvió a su antigua posición sobre el lavabo, la simple aparición de Colette le hacía recuperar las riendas de su intranquilidad.
Ella se acercó... Lentamente.
Oh, no, Colette, no se te ocurra.
Conocía esos movimientos, ya sabía que estaba planeando.
Volteó, y ella se detuvo.
Se quedaron así un rato, viéndose el uno al otro.
Sabía que si volteaba comenzaría a acercarse más, era como un juego muy habitual entre ambos.
Fingió voltear, solo para regresar la mirada inmediatamente... Sin embargo Colette había dado un salto que la llevo aún más cerca de lo que Edgar esperaba.
Entrecerró los ojos.
—Colette, no.
Y su sonrisa se expandió.
—A Edgar le gusta-...
—¡NO!
—By-...
—¡COLETTE NI SE TE OCURRA!
—... -yyyyyy-...
—Es que lo sabía, es que lo sabía, eres una mala persona...
Y entonces ella se acercó hasta abrazar al menor.
Y así, le susurró en el oído.
—...-ron.
—Te odio.
—¡A Edgar le gusta Byron, a Edgar le gusta Byron! ¡¡A Edgar le gusta Byron!!
Y así siguió abrazándolo firmemente mientras brincaba como niña chiquita intentando molestar a su hermano mayor.
Aunque claro, Colette era mayor que Edgar, aún así disfrutaba de hacerlo recaer en la realidad cuando esta misma era agradable.
Era mucho mejor cuando Edgar no lo aceptaba.
Finalmente se detuvo después de un rato y permaneció abrazando a su mejor amigo... Entre más pasaba el tiempo, parecía dejar de ser broma para volverse un consuelo.
—Me tuvo que gustar el jefe del consejo estudiantil, no mames...
Ella rió.
—¿Pero cuál es el problema? Yo veo que él también te quiere mucho.
Edgar volteó con una mirada asesina en su rostro.
—¿Hace cuanto llevas espiandome?
—Desde hace dos meses... Casi.
La miró ingenuo.
—Desde que empezó mi castigo te veía por la ventana paseandote con él.
Bueno, eso explica los casi dos meses.
Edgar se sentó ya cansado sobre el lavabo y su amiga se dedicó a comenzar a caminar de un lado a otro.
—Tal vez deberías aceptar lo que sea que te haya ofrecido. Si te lo quiere dar es por algo, por una vez... Edgar, por una vez acepta que algo bueno entre en tu vida.
Ambos se miraron silenciosamente, al mismo tiempo que Colette caminaba de un lado a otro frente a él.
Ella había salido de sus bromas constantes, y había dicho aquello seriamente.
Bajó la mirada...
—Ropa... Me ofreció ropa, del negocio de su padre, pero... ¿No sería aprovechado de mi parte?
Ella negó.
—Tienes menos ropa que un vagabundo, no mames Edgar. ¿De verdad crees que si lo aceptas te verá como un aprovechado? Además, piénsalo, si tiene la ropa que siempre quisiste usar, tal vez ahora te parezcas más a tu ídolo Gerardo Gay.
Él rió.
—... Tal vez... Lo pensaré un poco más...
. . .
Okay, que lindo día para crear una enemistad con una bolsa de doritos.
Espero que no vuelva a pasar tal evento desafortunado que fue tan específico que parecía chiste.
La bolsa culera me público el capítulo antes de tiempo, lloro. Esto quedará como un chiste para la posterioridad, lo juro.
De paso miren esta hija de su madre, se digno todavía a escribir algo antes de publicar el cap sin permiso.
XD
Ññññññññññññññ
Se digno a escribir una ñ antes de hacerme sufrir, bolsa puta.
Ahora sí me despido. Me encargaré de quemar a esa bolsa apenas este cap salga publicado.
. . .
Próximo fic:
Soul vs Bolsa de doritos; La profecía triangular.
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