2. What a coincidence.

. . .


-Qué zorra.

Fué lo único que alcanzó a oír en cuanto se dió la vuelta...

-¿Con quién hablas, idiota?

Y entonces Edgar se regresó sobre si mismo para buscar a la voz que recién había hablando dentro del salón... Ahí había un chico, sentado sobre el escritorio del profesor.

Lo miraba a él, y luego dirigía su mirada a su celular. Así consecutivamente...

-Contigo. Y habló de tu ex, la Charlotte. Es una zorra.

Los hombros de Edgar se tensaron, no evitó sentir miedo, ansiedad... Nervios. Se volvió de vuelta al extraño alumno que había comenzado la plática, y se le acercó un poco más.

-¿Y qué con eso?

Su voz tomó un tono agresivo, hasta amenazante si lo oías bien. El otro muchacho, entre risas, simplemente miró burlón al de la bufanda.

-Cuídate las espaldas. Es una niña mimada, asquerosa y muy vengativa. Creo que planea algo contra tí.

-¿Y por qué mierda te gustaría advertirme? ¿No preferirías dejar que me golpeen frente a todos como cualquier otro haría?

El chico negó con la cabeza.

-No es mi negocio. No me entretiene ver cómo golpean a los emos o edgys... Además, Charlotte también es mi ex.

Entonces una carcajada salió de la boca de Edgar que se extendió desde arriba hasta abajo... Para después mirar completamente ingenuo al desconocido.

-¿Por qué no me sorprende?

-¿Qué esperabas? Seguro que ha cogido con toda la escuela a este punto.

El chico todo los ojos.

-¿Qué buscas de mí? ¿Para qué quieras ayudarme?, tú... Sin nombre...

-Brock, llámame Brock. Soy buena onda, cálmate. Simplemente quería decirte que esa tipa la tiene mucho contra tí estos días... No entraré a detalle, pero en serio, cuídate.

Edgar movió su mano de arriba hacia abajo consecutivamente para restarle total importancia a lo recién dicho. Brock no pudo evitar hacer una mueca de disgusto ante la desagradable actitud del menor.

El moreno se levantó y se dignó a marcharse.

-Cualquier cosa, estoy en el club de arcade. Si necesitas mi ayuda, cuentas conmigo.

Ni siquiera sabía si creerle, pues en realidad nunca antes alguien había sido así de atento.

Apenas el chico, Brock, se marchó, Edgar se quedó completamente solo en el salón, pensando, analizando. Sus sentimientos de ansiedad comenzaban a fluir, no podía evitar ahora el sobrepensarlo todo.

¿A qué se refería con que cuidara sus espaldas?

Muy probablemente se refiera a que Charlotte podría mandar a cualquier idiota que la idolatre a golpearlo, incluso más de uno. Pero ya había pasado una vez, y no fue tan horrible.

¿Y sí es algo peor?

¿Y si planea arruinarlo de por vida más allá de los golpes?

Sin desearlo, comenzó a hacerse miles de ideas en la cabeza con miedo, incluso con horror. A este punto su ansiedad le decía que temiera por su vida...

Tal vez estaba exagerando.

Sería mejor irse a casa ya, la peor parte quedaría para mañana.

. . .

-¿Quién? ¿Brock? ¿El jefe del club de arcade, el de tercero?

-Supongo, nunca había oído de él.

La voz en la otra línea rió para sí misma mientras Edgar se acomodaba en su cama.

-No me sorprende. Tú no sabes nada de nadie que no sea yo.

-Cierto.

Ambos rieron juntos.

Continuaron platicando un rato sobre el mismo tema completamente en paz, sin tener a nadie que los molestase. Colette de vez en cuando cambiaba el tema solo para hablar de lo deliciosos que estaban los postres de su madre. Edgar... Bueno, solo se moría de hambre de oír a Colette comer y disfrutarlos.

Así pasaron el rato, casi hasta la madrugada, e incluso pasadas las doce seguían hablando.

Edgar no pudo evitar contarle sus inseguridades a su amiga, pues lo estaban carcomiendo muy adentro de él. Ella, bueno, hizo su magia y logró hacerlo sentir tranquilo en un par de segundos.

Ya era la una de la mañana. Colette ya se estaba cayendo del sueño y Edgar simplemente no quería parecer dormir.

La chica finalmente se atrevió a decir.

-Edgar, deberías mejorar tu sueño, tal vez así te sientas mejor.

El joven solo se quejó amargado. Se acomodó los audífonos rápidamente antes de recostarse debidamente en su cama, cama que por cierto estaba hecha un caos.

-Aunque quiera no podría. Ya sabes, por mis padres.

-Ugh, ya sé, pero siempre puedes hacer el intento. ¿Hazlo por mí, sí?

De nuevas cuentas el chico se quejó y solo permaneció mirando al techo con un semblante serio.

-Lo voy a intentar pero no prometo nada.

La voz en la otra línea chilló de alegría.

-Así me gusta, entonces buenas noches, descansa y sueña muy bonito, cuídate y cuidado con el coco.

Edgar sonrió aún un tanto ansioso.

-Igualmente. Descansa.

Y un "beep" dió por finalizada la llamada.

Estaba agotado, de verdad lo estaba, pero no quería dormir.

No en ese lugar.

Estaba harto de oír todo romperse fuera de su habitación. Estaba harto de tener que soportar cada mísera pelea que tenían sus padres.

No quería soportarlo ni de broma.

Estaba cansado.

Solo quería dormir tranquilo una vez en su vida.

Solo una vez.

. . .

Tras despertarse concurridas veces esa mañana por los gritos de su padre y madre, llegó a la escuela.

Agotado, hecho un desastre.

Ni siquiera pudo desayunar algo de la prisa que tenía. Su padre lo obligó a irse así, destrozado y muerto del cansancio. Todo con la excusa de que debía ir a estudiar si o si.

Aunque ni siquiera se preocupe por revisar que tal le iba en la escuela. Era un hipócrita, buscaba lo mejor de él pero no hacía nada para ayudarlo.

A veces lo odiaba tanto.

Sabía que ya estaba en preparatoria, pero consideraba que aunque fuese casi un adulto, necesitaba su apoyo, más ahora.

Edgar solo quería el apoyo de alguien.

Quien sea...

No se detuvo en caminar por el pasillo principal de la escuela hasta que notó a miles de estudiantes mirándolo con repulsión... Murmurando cosas sobre él, mientras algunos simplemente corrían de su presencia.

Se mantuvo de pie un rato, viendo de un lado a otro, sin entender por qué lo miraban con tanto odio...

¿Qué había hecho ahora? Hombre, ni siquiera recordaba que una sola vez en su vida lo hayan mirado con tanta repulsión, nunca lo habían tratado así de mal.

Sujetó su mochila con mucha fuerza, ¿esto era obra de Charlotte? Tal vez sí debía tenerle miedo después de todo.

Siguió caminando ignorando completamente a todos los alumnos. No quería saber que chisme habían creado sobre él, o cuál era el secreto que habían revelado de su intimidad.

Cerró los ojos con fuerza. De todas maneras no importaba, toda la gente lo odiaba desde antes.

Solo continuó su camino en completo silencio, tratando de mantener su mente en blanco.

Abrió las puertas de su salón, no había nadie aún, solo a una persona que buscaba cosas entre los cajones del escritorio del profesor.

Oh, vaya, que coincidencia, era Brock.

El sonido de la puerta alertó al mismo chico quién volteó a ver a Edgar con calma.

-Oh vaya, hola. ¿Ya oíste el chisme que hicieron sobre tí? Ahora creo que debes considerar el cuidar tu espalda muy en serio...

-Cállate, no quiero saber qué mierda están diciendo de mí. Mejor no me digas nada.

Brock le sonrió y siguió buscando.

-¿Qué tanto buscas ahí?

-Materiales. Estamos organizando un evento los del club de arcade con el club de deporte, ya sabes, para celebrar la unión y la fuerza y esas cosas.

Oh, cierto, el evento. Hace una semana el jefe del consejo estudiantil había dicho que habría una organización de un evento en el que dos clubs debían unir fuerza y hacer una atracción -por así llamarlo- para atraer la atención de la gente que viniese a verlos.

En todo caso, Brock, el jefe del club de arcade habría hecho equipo con Bibi, la jefa del club de deporte.

Eso explicaría por qué ayer también estaba en el otro salón buscando más materiales.

Edgar estaba un poco perdido ya que él no pertenecía a ningún club. Tal vez lo consideraría un día pero, de momento le parecía imposible.

Solo aventó su mochila a un lugar lejano de la pizarra y se sentó apenas la mochila cayó.

-¿Tú no tienes club, verdad?

Edgar negó.

-Si un día te apetece, mi club está abierto para tí. Todos son muy amables y cools... A excepción de Rico, el da miedo sinceramente.

Brock rió en solitario y siguió buscando. Sacó un par de cartulinas y unas cintas de colores. Apenas hecho esto, se preparó para marcharse del salón.

No sin antes acercarse a Edgar y sentarse sobre la banca que había frente a él.

Brock tenía maña con sentarse arriba de las mesas.

-¿Te gustaría tener mi número? Te puedo mantener informado sobre lo de Charlotte.

-¿Eres su amigo o qué?

-Yo no, Bibi sí. Ella está muy cercana a esa rubia de repente. Podría decir que ya casi es su simp. Me tiene confianza ya que soy un amigo cercano suyo, por lo que me cuenta cosas que no debería de saber. Creo que te conviene.

Edgar rodó los ojos y sacó un papel de su mochila para que el mayor escribiera.

Poco a poco la gente comenzó a entrar al salón, de nuevo, miraban muy mal al joven de la bufanda.

Pero tanto él como Brock los ignoraban, y permanecían en su mundo hablando del mismo tema.

Charlotte ya lo estaba hostigando incluso en sus pláticas privadas. Estaba a punto de abrir la ventana y lanzarse al vacío.

-Bien, entonces me mandas mensaje y así guardo tu número, ¿va?

Edgar asintió sin mirarlo al rostro.

-Nice. Entonces aquí me despido, cuídate bro, nos vemos después.

Edgar asintió y se despidió del chico.

-Adiós.

Y entonces, la campana del inicio de las clases sonó.

. . .

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top