17. After a few days...

. . .


Ah... Tranquilidad.

Han pasado varios días desde el cumpleaños de Colette, y aunque su castigo no ha acabado su felicidad fue constante en aumento desde entonces.

El libro de recortes se volvió su tesoro, lo ha puesto a prueba y todo, era un libro de cobertura gruesa y seguros por doquier, era perfecto para defender a Edgar ahora.

Siempre aprovechaba para reírse de la situación y de su viejo y frágil libro... Defender a Edgar era una de las cosas favoritas de Colette.

Y era gracioso, pues años atrás había sido completamente al revés...

Edgar en su infancia era un niño realmente fuerte, alto, con un cuerpo muy sano capaz de defenderse y vencer a cualquiera que no superase su peso.

De hecho, así es como él y la chica terminaron siendo tan, pero tan cercanos. Una costumbre habitual de sus compañeros de clase era agreder física y verbalmente a la albina, y Edgar hacía todo lo que estaba en sus manos para defenderla.

A veces lo arrastraban contra la tierra mientras Collete huía, pero siempre regresaba con una sonrisa en el rostro y banditas de colores y figuritas listo para curarse a sí mismo.

Era adorable. Y Colette realmente estaba agradecida por ello, por lo que también se quedaba con él cuando ocurrían las peleas... Defendiendose el uno al otro.

No dejaban que nadie se metieran con ellos, y todo era así hasta que, al rededor de quinto a sexto año, la vida de Edgar comenzó a ir en picada. Edgar ya no podía defenderse, no era fuerte ni física ni mentalmente.

Por ello Colette lo primero que hizo fue ver si su libro aguantaría recibir golpes para proteger a su amigo.

A ambos les daba risa eso, incluso si en el fondo Edgar se sentía inútil por no poder defenderse a sí mismo...

Pero...

Estaba tan agotado mentalmente...

Se sentía mal. No tenía fuerzas para nada.

Casi dos semanas habían pasado desde el cumpleaños de Colette.

En todo ese tiempo Edgar había pasado los tiempos libres con Byron, y Colette se sentía contenta por eso. No sentía celos, no sentía represalias. Simplemente era feliz de saber que Edgar había conseguido establecerse un poco más en la sociedad.

También se había enterado de que Edgar había comenzado a pasar las tardes después del colegio en el club de jardinería para ayudar con la caridad para salvar animales callejeros, juntos a los otros dos que habían empezado con la iniciativa.

Habían hecho un buen avance. Edgar se comprometió a conseguir dinero después de clases para ayudar a la causa.

De hecho, por ese pequeño proyecto en el que Edgar estaba metido, su nuevo mejor amigo Brock se dispuso a "promocionar" la caridad con su club y los externos. Después de todo, Brock era ese especie de influencer de la escuela al que todos adoraban y seguían a dónde fuera. El chico buena onda que todos amaban (y tenía suerte, pues cualquiera que fuese racista con él se ganaba el odio de todos los alumnos en conjunto).

Brock formaba ahora parte del equipo de recaudación, y aunque la gente odiaba a Edgar, se metían para poder hacer feliz a su querido influencer personal.

Suspiró dejando de lado la libreta con los exagerados trabajos diarios que le habían puesto ya completamente terminados. Miró por la ventana.

No muy lejos de ahí pudo ver a Edgar y a Byron hablando en las escaleras que llevaban a la piscina... Se veían tan felices juntos.

Sonrió para si misma y volteó a mirar a Bibi, que estaba a varios metros lejos de ella, solo para poder ampliar su sonrisa de forma exagerada una vez cruzaron miradas.

-Mi inocente amiguito está pasando un día de perlas y tú por creer que era un violador sin pruebas sigues aquí.

Se rió de forma burlona, solo esperando pacientemente a que a la asiática se le saliera el tornillo de la rabia.

-Me importa un comino. Ese hijo de puta no será feliz por mucho.

-Shhh...

Las callo el profesor encargado de la hora de castigo de ambas chicas... Y las dos se miraron con rivalidad. Una con una gran sonrisa cínica y la otra con una mirada de rabia.

-Uy, pero que lastima que estés castigada...

Susurró lo suficientemente alto solo para que la otra pudiese oírla. Ella comenzaba a echar humo.

-Tú igual estás aquí, no sé de qué te burlas.

-Sí pero yo estoy aquí con mucho gusto de haber defendido a mi mejor amigo, y tú acabas de perder gran parte de su tiempo en lloriquear.

Bam.

La chica se levantó y casi se le lanzaba a Colette sacando las garras, mientras que los otros alumnos castigados se apartaron de golpe tras oír tan fuerte estruendor.

Entre ellos, un chico de piel morena clara y con parte de su cabello desarreglado hecho trenzas, que se apartó bruscamente y cayó al suelo casi de espaldas.

El profesor azotó su borrador contra la pizarra haciendo un ruido tan fuerte que hizo a Bibi volver a la realidad.

Apenas el hombre se acercó, Colette hizo lo posible para aguantar sus risas.

Otro regaño más para Bibi... Colette no podía hacer más que reír internamente.

Se hizo la tonta y volteó de vuelta hacia donde estaban Edgar y Byron pretendiendo no formar parte de la rabia de Bibi... Ambos seguían ahí, aunque el albino se había acercado un poco más al azabache, solo para mostrarle algo en su computadora.

Colette no pudo evitar sorprenderse por notar como Edgar se ponía nervioso y desde lejos podía ver su increíblemente notorio sonrojo. Una vez Byron volvió a verlo a él, Edgar solo sonrió y asintió desesperado cubriéndose con la bufanda.

Oh, y la parte más graciosa fue que el mayor miró confundido al menor y en seguida puso su mano sobre su frente, probablemente preguntando si tenía fiebre o porqué estaba tan rojo.

Eso no hizo más que poner AÚN más nervioso al pobre chico.

Colette rió, miró de nuevo rápidamente hacía Bibi, quién ya estaba en la esquina del salón puesta ahí como castigo por su violencia.

Le sonrió, le mostró la lengua, y enseguida abrió su libro para ponerse a dibujar.

Entonces, susurró algo para si misma.

-Se nota que esos dos van a terminar juntitos.

. . .

El sonido de la televisión siendo cambiada lo sacó de su mundo.

-¿En quién piensas?

Pudo oír la voz de su mejor amiga preguntando pícaramente mientras cambiaba los canales en busca de algo interesante.

-¿Eh? No... En nadie.

Ella volteó a verlo, aún sin dejar de cambiar los canales.

-No me mientas... ¿Hay alguien verdad?

Edgar sacudió la cabeza un momento para poder prestar atención a su amiga.

-No... No hay nadie, estaba haciendo cálculos de cuánto dinero nos falta para llegar a la meta.

Oh.

Bueno, era un poco decepcionante pero al menos no estaba preocupado por algo más que sus fuertes problemas que lo atormentan todos los días.

-Ah, bueno... Entonces no te interrumpo.

Y los canales siguieron cambiando...

Hasta que Colette lanzó el control con violencia contra el sofá, casi gritando al momento. Edgar se levantó del susto, de igual forma casi gritando.

-¡Okay! Tengo una mejor pregunta y más te vale responder, gay.

-¿Por qué gay?

-Suena chistoso.

Y el narrador concuerda con eso.

-Ya, ¿qué necesitas?

Una vez más como si fuese por un llamado, su sonrisa apareció de forma salvaje, dejando ver sus malas y pícaras intenciones.

-¿Te gusta Byron?

Bang, directo al grano.

-¿¡Q-qué!? ¡N-no, espera! ¿¡QUÉ!?

Y aquí venía la parte donde Edgar comenzaba a ponerse nervioso mientras su rostro se sonrojaba de sobremanera.

Y mientras que el intentaba responder tartamudeandose sin parar, Colette aumentaba su sonrisa al punto de que parecía la de una psicópata.

-¡Si te gusta!

-¿¡Quién!?

Gritó desde la cocina la adorable mujer Birdie que llegaba de regar el jardín en el patio trasero.

-¡NO, NADIE! ¡NO ME GUSTA NADIE!

Incluso ella corrió en dirección a los dos adolescentes y comenzó a soltar chillidos de colegiala emocionada s más no poder. Eso solo puso más ansioso al pobre de Edgar.

Colette no respondió a la pregunta de su madre, pues se concentró en reírse del pobre chico mientras este comenzaba a hundirse cada vez más en el sofá.

Pasaron vario rato así, emocionandose y viendo cómo Edgar estaba cada vez peor.

Fue entonces que Birdie tuvo un poco de compasión y dejó sus chillidos de lado un momento solo para acercarse al lado donde Edgar estaba sentado y darle un par de palmadas en la cabeza.

-Ya, ya, lo lamento... Respira con calma y no te fuerces.

Colette miró a su madre confundida y su sonrisa se borró lentamente.

Birdie le regresó la mirada de manera asesina.

Whoops, Colette olvidó por completo la obvia ansiedad que Edgar sufría.

Su hija imitó a su madre, y le dió un abrazo a su pequeño amigo.

-Perdón... ¿Quieres hablarlo?

Edgar guardó silencio, cubriéndose el rostro al borde del colapso.

No, Edgar no había tenido una cita con algún psicólogo en toda su vida por lo que no tenía un diagnóstico profesional, pero entre más crecía se hacía más obvio; el muchacho tenía ansiedad y cada vez se volvía más severa. Las únicas que se preocuparon por él fueron exactamente las únicas que lo han cuidado en años.

Las únicas que lo han notado.

Birdie no evitó sentirse mal, pues se dejó llevar por la emoción del momento al pensar que alguien había logrado hacer a Edgar sentirse bien, alguien que pudiese contenerlo y adorarlo con todos los problemas que cargaba con él.

Al final lo hecho hecho está, Birdie sabía que no podía solo pedir perdón y esperar a que todo se arreglase por lo que se encaminó a la cocina para servirle una taza de té al chico, para que calmara sus nervios y pudiese estar más tranquilo.

-No sé...

Colette levantó la mirada confundida una vez escucho la voz de su amigo responder.

-No quiero decir que estoy... Enamorado, de Byron... Porque sé que muy probablemente sea solo una mentira que mi cabeza creo para sentir esa sensación de amor... Para sentirme querido...

La chica cambio su expresión de una de confusion a una de tristeza, viendo cómo su amigo comenzaba a jugar con sus manos sin tener palabras con las que responder.

-Yo... Me pongo muy nervioso cuando está cerca... Y mi corazón late como loco, de eso estoy seguro... Me siento feliz de que sea mi amigo... Pero...

-¿Pero? Eso suena a todo lo que diría alguien que siente amor...

Edgar soltó un quejido al borde del llanto de nuevo.

-¡Ya sé! ¡Pero tengo miedo! Tengo miedo de ser el único que se esté ilusionando con algo así, tengo miedo de que Byron se de cuenta y me odie, ¡tengo miedo de que apenas le diga sobre mis sentimientos me use y me abandone como todos han hecho!...

Silencio. Colette no podía atreverse a decir nada al respecto, ya había oído eso antes, el miedo a ser usado y abandonado apenas pasará el tiempo era constante en el pobre muchacho y ella lo sabía de sobra... Más porque le ha tocado tener que ser su soporte cada vez que pasaba.

-Pero...

Lo miró atenta esperando a que continuara, dándole toda su atención para que se sintiese seguro.

-También tengo miedo a empezar una relación con él... Y usarlo solo para sentirme bien... Para tener alguien en quien sujetarme, y no dejarlo sujetarse a él.

-Ay... Edgar...

La mujer apareció de nuevo con un té humeante entre sus delgadas manos.

-Perdón... No sé explicarme...

-No, no, entiendo perfectamente. ¿De verdad crees que si llegas a tener una relación con él vaya a pasar alguna de esas cosas?

-Ni siquiera confío en llegar a tener algo con él... Ni siquiera confío en siquiera estar enamorado de él... Tal vez solo quiero sentirme aceptado por alguien.

-No digas eso cariño.

Dijo Birdie sentandose en la mesa de centro, tomando de las manos al muchacho, depositando la taza entre estas de forma cariñosa.

-Todos necesitamos sentirnos aceptados, y cuando lo logramos con alguien especial es cuando pensamos o directamente sabemos que es ahí. Es inevitable caer enamorado por más problemas que tengamos... Lo que debes aprender a hacer es enseñarte a amar... Y no específicamente a los demás, sino a tí mismo.

Edgar dejó escapar un par de lágrimas de sus ojos mientras sentía el cálido humo y aroma del té tocar su rostro de forma reconfortante.

-No es un pecado amar a quién sea que ames... Creo que debería ser pecado no poder amarte a ti mismo. Amate a tí antes de amar a los demás, ¿bien?

Edgar asintió y limpio sus mejillas suavemente.

-Gracias señora.

Ella sonrió y acarició su cabeza de forma maternal, Edgar por su parte le dió un sorbo al aromático té que tenía entre manos.

-Ya te he dicho que puedes decirme mamá, con confianza.

Él sonrió, aún con la taza acercada a su rostro...

-Gracias mamá...

. . .

-Edgar...

Sus ojos cansados comenzaron a abrirse poco a poco tras oír aquella angelical voz...

-Edgar, despierta...

Mmm, ¿si aparentaba seguir dormido, aquella voz seguiría diciendo su nombre? Era un deleite oír a esa persona llamarle.

-¡EDGAR, LA PUTA MADRE!

Incluso a punto de golpearlo, aquella voz... Le fascinaba oírla.

Abrió los ojos por completo una vez aquella persona, que ahora reconocía como Byron, comenzaba a gritarle para que despertase de una buena vez.

Lo vio, entonces le sonrió burlón al ver su rostro molesto.

Él solo rodó los ojos y se sentó de vuelva sobre el asiento del piloto.

Soltó un suspiro calmando sus nervios.

-Te estaba contando sobre cómo iba el asunto del evento de halloween pero te quedaste dormido. No quise molestarte hasta comenzaste a tener una pesadilla... Casi lloras. ¿Estás bien?

Ah, cierto...

La pesadilla.

Edgar se sentó bien en su lugar tallandose los ojos sin mirar a su superior, un tanto nervioso pero a la vez burlón.

-Solo soñé que tú y yo estábamos atrapados en un parque de atracciones y un monstruo nos perseguía. Ya sabes, típicas pesadillas que todo mundo tiene.

Byron rió.

-Yo una vez también tuve una similar. Solo que en vez de un monstruo era un ejército completo...

-A veces los sueños me confunden mucho.

Byron asintió, antes de volver a encender el coche.

-Te explico rápido antes de ir a tu casa, ¿bien?

Edgar aceptó.

-Sobre el evento de halloween, sabes que queda poco más de un mes para que suceda, y con suerte logramos reducir los gastos a lo que nos puso el director. Todo gracias a tí y tus brillantes ideas.

Un notable sonrojo comenzó a crecer en el rostro del más joven, mientras se disponía a reír nervioso...

-Ay... No, en realidad la mente maestra eres tú... Yo soy algo tonto, solo hago cosas que tú harías...

Byron se acercó un poco, a la vez que deslizaba su laptop en mano al asiento trasero, dejándola ahí para poder empezar a conducir. Edgar se puso más nervioso apenas el otro regresó su mano al frente y lo abrazó por los hombros, con el único propósito de avergonzarlo.

Edgar solo miró a sus propias manos mientras jugaba con ellas, tímido.

-Si crees que soy la mente maestra, y solo haces lo que crees que yo haría, ¿no te haría eso igual una mente maestra?

Su sonrojo se intensificó se sobremanera... Y Byron rió al notarlo, aunque pretendió no haberlo hecho.

-Vamos a casa, ya es muy tarde. Mañana va a ser un día cansado.

-Sí... Y perdón de nuevo por dormirme.

-No te preocupes. Me alegro que ahora confies lo suficiente en mi como para dormirte en mi presencia.

Aunque aún le costaba, había hecho un progreso y había avanzado en su relación de confianza con Byron.

¿Confiaría lo suficiente para que, cada que tenga sueño, duerma a su lado sin miedo?

Ambos rieron tranquilamente, poco antes de que el coche arrancase y saliera del mirador.

. . .

Por alguna razón Byron había decidido tomar otro camino de ida a la casa de Edgar... Pero él no se molestó en absoluto, pues pasaban justo por dónde se encontraba la zona turística de la ciudad...

Eran los típicos edificios de costumbre, pero habían otras cosas que hacían a Edgar saltar de emoción.

Un gran museo histórico cubierto por la brillante luz de un par de reflectores. Una estatua enorme en medio de la carretera brillando en medio de la noche. Un centro comercial abismal que nunca había podido visitar antes. Un restaurante súper elegante cubierto por una cascada de luces... E incluso una gigantesca estructura similar a la Torre Eiffel.

Cada mísero centímetro recorrido por ambos hacía a Edgar gritar de la emoción. Y aunque al final se disculpaba completamente apenado, la sonrisa que crecía en el rostro de Byron lo hacía calmarse.

¿De verdad estaba enamorado?

¿O eran simplemente sus hormonas queriendo experimentar salir con un hombre?

Edgar no podía dejar de pensar en sus sentimientos cada vez que estaba al lado de Byron... Y aunque en realidad ya había experimentado emociones por un hombre antes... Le daba miedo que terminara igual.

Al final del día, Byron estaba por salir de la preparatoria, y Edgar apenas acababa de entrar... Se quedaría solo si no logra descubrir sus verdaderos sentimientos antes.

Se sentía diminuto a su lado... ¿Uno o dos años de diferencia? No se le hacía mucho para si quiera pensar en una relación, pero nunca había experimentado algo así con alguien de un grado superior.

...

Espera.

¿Cuántos años tiene Byron?

¿Y cuántas veces se lo había preguntado ya?

Edgar miró un tanto nervioso al otro... Ya habían salido de la parte más concurrida de la ciudad, e irían a la zona recidencial solo para dejar al menor en su casa.

¿Debía preguntar?

-¿Pasa algo?

Mierda, ni siquiera se había elegido y Byron ya lo había empujado a responder.

-Ah... Ehm... Solo me preguntaba... Cuántos... ¿Cuántos años tienes?

Byron le regresó la mirada un tanto confundido. A decir verdad no sé esperaba eso en absoluto...

Se tomó un largo rato en responder, pero finalmente lo hizo.

-... 21... ¿Por qué?

Entonces Edgar abrió los ojos en completa sorpresa tras oír eso...

-¿¡QU-...!? ¿¡CÓMO QUE 21!? ¿¡ME GANAS POR 4 AÑOS!?

Byron bajó la mirada un tanto hostigado.

-No me gusta hablar del tema... Simplemente tengo más de lo que debería para estar en tercero de bachillerato.

Edgar aún así siguió mirándolo confundido... Siempre había pensado que se veía muy adulto a su lado a comparación de los otros alumnos, pero nunca creyó que fuese tan en serio.

-No me mires así, maldición. Tu tienes 17, deberías estar en segundo ya.

-Hay chicos con 17 en primero...

-Chicos que acaban de cumplir 17, más bien.

-¿Y tú cómo sabes que no acabo de cumplir 17?

Byron rió.

-Justamente ayer me dijiste que cumples el 19 de diciembre.

Edgar se cruzó de brazos con una expresión de molestia en su rostro, volteando a ver directamente a la ventana del coche. Ya habían salido de la parte más concurrida de la ciudad, e irían directo a la zona recidencial que hospedaba a la mayoría de alumnos de la escuela.

Soltó un gruñido mientras tomaba los extremos de su bufanda y jugaba con ellos, fingiendo molestia.

-A mí tampoco me gusta hablar del tema... ¡Y aún así tú me superas el doble!

Dijo casi escurriendose por todo el asiento hasta casi quedar en el suelo. Byron solo rodó los ojos y encendió las luces, el camino comenzaba a tornarse oscuro.

-No hablemos de esto si a ninguno de los dos nos parece, entonces.

Y así siguió el camino en completo silencio entre ambos... ¿Lo había hecho enojar? Ojalá no fuese así, Edgar comenzaba a preocuparse de que por una pelea tan tonta y por juzgarlo tempranamente sin saber sus razones, él le dejara de hablar.

Sabía que Byron era alguien inteligente, y no le pediría que no le hablara nunca más por algo así... Pero aún así su ansiedad no lo dejaba estar tranquilo...

¿Debía disculparse? Por andar de metiche en su vida privada...

Tal vez no había tanta confianza como el creía... Tal vez Byron aún ni lo consideraba su amigo cercano para dejarle saber sus cosas.

Bajó la mirada y gruñó para si mismo, comenzando a sujetar su mochila. Estaban llegando a su casa, o más bien, su supuesta "casa".

El coche frenó, y Edgar comenzó a abrir la puerta sin decir ni una sola palabra más.

—Hey, espera...

Se detuvo, mirando al mayor desde afuera del coche, aún nervioso.

—... Nada, solo... Ten linda noche, ¿sí? Te veo mañana, me marcas por cualquier cosa, ¿de acuerdo?

Su corazón comenzó a latir extrañamente rápido...

Sus nervios aumentaron, aunque ahora por la mirada que Byron ponía sobre él... Hacía... ¿De verdad hacía su corazón latir con tanta fuerza?

Asintió tímidamente antes de cerrar la puerta del coche, y comenzar a caminar en dirección a su supuesta casa.

El coche avanzó, dejando al chico nuevamente solo.

En el silencio de la noche.

¿Acaso quería llorar de nuevo? Otra vez todos sus sentimientos extraños combinandose los unos con los otros hasta dejarlo con dolor en el pecho. Tanto cariño y compresión lo lastimaba, por más que deseara ese cariño.

Se fijó por última vez al lugar a donde Byron se había marchado, y una vez aseguró que ya no estaba ahí comenzó a caminar de regreso a su verdadera casa casi entre lágrimas.

Por otro lado...

Presionó el botón para cerrar todas las puertas con seguro y activar la alarma, para en seguida acercarse a un lugar donde pudiese ver a dónde se dirigía el chico después de llegar a su casa.

Y sí, tal y como había sospechado, Edgar ni siquiera entró a la casa que decía ser suya.

Se dirigió al lado contrario mientras parecía estarse tallando los ojos en medio de la oscuridad. Byron gruñó y una vez se aseguró que el coche estaba en un lugar que no resaltase demasiado, comenzó a seguirlo desde varios metros lejos.

Trato de no hacer ruido y de no parecer demasiado obvio. Pasaron por distintas casas con las luces encendidas y aún así, Edgar no llegaba a la que era su verdadera casa.

Fue entonces que poco a poco se adentraron a un barrio cada vez más peligroso... Byron sospechaba, más desde que compró las luces con la señora conocida del otro que él vivía en un lugar no muy digno en realidad. Siguió caminando... Hasta que Edgar se detuvo frente a una casa horrible.

Quemada, despintada, podía incluso notar que un vidrio estaba roto...

Y no quería ni saber que había en ese bote de basura.

El chico se quedó firme frente a su casa, se notaba desanimado de entrar ahí y por obvias razones Byron entendía.

Lentamente se acercó a la puerta, abriéndola con tenor...

Y no pudo ver nada más pues la puerta se cerró de golpe para entonces.

Salió de su escondite una vez no había nadie cerca, y se cruzó de brazos pensante.

¿Qué necesidad había de mentirle? ¿Qué pasaba si un día un problema grave hace a Edgar necesitar de ayuda y él para entonces no sabía dónde era?

Tenía miedo que un día su padre perdiese la cabeza y le haga daño a él o a su madre.

Suspiró. No dejaría a Edgar escapar al día siguiente.

. . .

¡Regresamos con LFTB!

Gracias por su paciencia por el siguiente capítulo. Por fin con Rooms Anxiety and Silence terminado puedo dedicarme plenamente a seguir con este fic.

Solo aprovecho para avisar que las actualizaciones ya no serán diarias como antes, sino que será cada dos días, osea un día sí y un día no. Todo para poder dedicarme a mis otros proyectos con tranquilidad.

De nuevo gracias por todo, los amo mucho y ojalá pasen un lindo día<3

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