52. No soy una robot

Aleshka

El frío aumenta, si no hago algo rápido voy a morir. Ya puedo ver mi aliento helado salir de mi boca. Visualizo la mesa y regreso hasta esta.

—Quizás pueda...

La volteo e intento quitarle la pata. Hago fuerza pero está demasiado pegada.

—Vamos... —Meto mi pie y tiro —vamos, sal... —Hago un poco más de fuerza y —¡Ay...! —la pata sale, pero me clavo un pedazo de madera en el proceso.

Un dolor frío e intenso se impregna en mi palma. Quito la enorme astilla y vuelvo a chillar. Mi mano que antes estaba blanca por el enfriamiento, se ha llenado de sangre y un horrible morado se forma alrededor de la herida.

—Esto se ve mal —opino pensando en voz alta, pero luego vuelvo a mi labor.

Agarro la pata y me acerco hasta la puerta. Intento anclarla para hacer fricción, pero mi mano herida me impide hacer mayor esfuerzo.

Como duele, maldita sea. Ya ni siento los dedos, entre la mezcla del dolor, el tacto y el frío, es frustrante.

Caigo al suelo cuando el palo de rompe. Miro la puerta, sólo la he movido un centímetro. Tardaría una eternidad en moverla de verdad y ese tiempo es el que no tengo.

De repente se escucha un intercomunicador desde el techo y levanto la vista.

—¿Y? ¿Ya cambiaste de opinión? Te queda media hora —oigo a Adrik desde el parlante —y no te ves muy bien en pantalla, en persona debes estar mucho peor, me imagino.

—Púdrete —me limito a decir y oigo como corta la comunicación, así que se me ocurre otra idea.

Levanto la mesa rota y la pongo en una esquina. Subo con cuidado sobre esta y me trepo, intentando agarrar el artefacto, por dónde él hablo. Una vez lo tengo, bajo y lo desarmo, buscando una pieza que me sirva.

—Bien —Sonrío cuando consigo un alambre y lo moldeo a gusto.

Uso el pequeño utensilio en la cerradura de la puerta, pero es más difícil de lo que creí y mis dedos no responden.

En la desesperación el alambre se rompe y he perdido la última opción que me quedaba para poder salir.

—No... no —Me abrazo a mí misma por el frío —tranquila Aleshka, vas a salir de esto —me digo a mi misma mientras tiemblo —sólo debo... —miro a todas partes nerviosa.

Este es el límite de mi entrenamiento, no tengo más opciones. Voy a morir. Me arrodillo en el suelo, sintiendo mis pies cansados. Estoy toda entumecida por el frío. Al final todos estaban equivocados. Mirando el lado positivo, yo tenía razón. Se me escapan unas lágrimas.

—No soy una robot.

Caigo rendida al suelo por completo y mi vista se nubla. Veo una luz a un costado ¿Acaso es la puerta abriéndose? No sé, pero yo cierro los ojos. 

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