131. Adiós, Aleshka

Nick

Caminamos por los pasillos de la C.E.E.R sin que nos vean, como todo unos espías ¡Esperen! Lo somos. Corrección, solo dos. Una alarma suena, lo que cálculo debe ser por nuestros perseguidores de antes. Se oye un tiroteo y nos escondemos. Veo que Yerik se mueve y termina empujándome, por tanto un tiro le da en el brazo.

—Pero ¿Qué? —digo cuando veo quién dispara y grito enfadado —¡¡Aleshka!! ¡¿Quién te crees qué eres?! —me quejo.

—Más respeto que estás hablando con la directora de la C.E.E.R —Uno de los hombres que está a su lado me aclara y nos quedamos perplejos.

—Además, le di a quién quería dispararle —exclama la robot y me enfurece más.

—¿Estás bien Yerik? —dice Alexandra que le revisa el brazo mientras él está agachado en el suelo.

—Ya estoy bien —Sonríe mi hermano que va a levantarse pero ella se lo impide.

—¿Y qué pasa ahora? —expreso molesto —¿Vas a matarnos? ¿Entregarnos a la CIA? ¿O qué?

—Sigueme y cállate —ordena Aleshka y comienza a caminar dejando a todos atrás.

Ya que no me queda otra más que hacer lo que dice porque estamos rodeados, la acompaño al despacho del director, o sea el suyo. Allí, apoya una especie de chip sobre la mesa y cierro la puerta detrás de mí. Estamos solos, pero eso no me quita el odio que tengo.

—¿Ahora vas a decirme? —insisto —Te recuerdo que has dejado a mi hermano ahí afuera desangrándose —Sonrío molesto —. Ah no cierto, tú lo querías muerto, desde antes —exclamo con ironía.

—Mejor, debe manchar el suelo lo suficiente para que sea creíble ¿no? —dice sin expresión y yo la observo confundido.

—¿Qué?

—Esta información me la dió un agente de la CIA —Apoya el dedo en el chip —. Un tal Brandon ¿No te lo nombró la doctora? Alexandra es su nombre ¿cierto? —Se lo piensa.

—¿Qué con eso?

—La borraré —Se gira a mirarme —¿No necesitan eso? ¿Protección? Una vez que la borré y finjamos la muerte de Yerik, todo estará arreglado ¿no?

—¿Qué pretendes con esto?

—Si te refieres a que quiero algo a cambio, la respuesta es sí, quiero que se vayan, limpiaré sus nombres y nunca volverán ¿de acuerdo?

Frunzo el ceño.

—Eres una manipuladora.

—Lo sé, que bueno que te hayas dado cuenta, aunque esperaba un gracias.

—¿Por qué haces esto? ¿Echandonos así? Ni hablar —Ruedo los ojos —Ahora ya sé que clase de persona tengo en frente.

Sonríe y la miro desconcertado.

—Una robot.

—¿Así lo aceptas?

—No tengo tiempo para tus problemas Kovalev —Borra su sonrisa —. Tengo asuntos más importantes, y si eso es todo, adiós.

Bufo y me giro molesto, abro la puerta con fuerza.

—Adiós.

Se oye el portazo y son las últimas palabras que nos decimos al fin.

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