116. ¿Quién es este hombre?

Mi corazón late con fuerza por los nervios ¿Quiénes son estas personas que van a matarnos? ¿Terroristas? Sabía que iba a morir algún día, pero no así. Es mi fin y mi mala suerte me acompaña, la primera vez que estoy tan cerca de un chico tan atractivo y voy a morir, voy a llorar. Por favor que sea rápido.

—Sh —vuelve a decir y lo miro a los ojos, ese intenso azul calma a cualquiera.

Menos a mí.

—¿Voy a morir? —Mis ojos se humedecen.

Sonríe de lado.

—Claro que no.

—Me estás mintiendo.

—Sh —repite y se inclina de sobre mí para espiar —. Creo que se han ido —Se levanta y camina hasta la puerta.

¿Quién es este hombre?

Me inclino al borde de la cama a verlo, parece bastante atento a lo que sucede y a la vez tan relajado, no lo comprendo ¿Quién hace esas dos cosas a la vez? Bueno, yo no porque soy una pesimista, perdedora.

Me sobresalto cuando vuelve, se tira sobre la camilla y se cubre con la manta.

—Oiga doctora, ¿Me guarda un secreto? —Sonríe.

—¿Qué... ¿Qué secreto?

—Sigo inconsciente —Cierra los ojos y me levanto del piso.

—¿Qué? Espera.

La puerta de repente se abre y entran el doctor en jefe con la enfermera, que se acercan hasta mí.

—¿Y? ¿Qué ocurrió? —pregunta el hombre —¿Sabés cual es el problema con las máquinas?

—¿Eh? Yo... —Miro al chico que sigue fingiendo no haberse despertado y me impresiona lo bien que lo hace. Ese no es el punto, concéntrate —. No, aún no he visto los datos.

—¿Te encuentras bien? Te ves pálida.

—Siempre está pálida —Se ríe la mujer.

La miro mal.

—Estoy bien —Cambio la vista a mi jefe —solo necesito más tiempo, le daré un informe detallado.

—Bien —Asiente y se retira junto con la enfermera.

Me acerco hasta el morocho que sigue con sus ojos cerrados.

—Disculpa —lo llamo y sonríe, entonces me sobresalto.

Sus ojos se abren y me observa.

—Te daré un cinco por el esfuerzo.

Frunzo el ceño.

—¿Se puede saber qué fue todo eso? Exijo una explicación.

—¿Y por qué iba a decirte?

—¡Porque casi muero! —me quejo —¡Y acabo de mentir por tu culpa! —Me lo pienso y me altero —¡Oh Dios voy a perder el trabajo por tu culpa!

Se ríe.

—Hay cosas peores que perder el trabajo, no te preocupes.

—Voy a morir, lo sabía, los terroristas van a volver.

—Tú te fumaste algo ¿cierto? Y después dicen que a mí es al que drogan.

—¿De qué hablas? —Quedo confundida.

—Nada, cosa mía —Pone las manos en la nuca y cierra los ojos —. Buenas noches.

—Es la mañana —lo corrijo.

—Entonces buenos días.

Definitivamente me quieren volver más loca de lo que estoy. Demasiado estrés en unas pocas horas y eso que soy una persona ya estresada.

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