Sintiendo la brisa de esta hermosa playa, el mar en calma y arena dorada.

Arena que brilla con gran esplendor a causa de los rayos del astro mayor.

Astro que desciende con gran lentitud luego de haber alcanzado su máxima plenitud.

Te ciega la belleza de su majestuosidad, ya que mientras baja, brilla más que una estrella fugaz.

Es un delirio al que admiras con locura, deseando que no llegue su lamentable final.

Eso es el ocaso...

Principio y fin. El inicio del color azabache el cual reina los cielos mientras que la amante del Sol se alza imponente, demostrando con solemnia su poderoso resplandor.

El inicio de la noche estrellada.

Y el final del imperio gobernado por el astro rey, el cual en estos momentos desciende orgulloso y satisfecho de haber otorgado su cálida luz a su reinado.

El final del día soleado.

Mientras que el naranja se fusiona con el amarillo, dan un hermoso brillo.

¡Qué hermosa combinación!

Esos colores que pintan el cielo, que se reflejan en el mar.

Son más potentes que el fuego.

Y desapareciendo poco a poco, irradia una belleza inigualable en sus últimos rayos, la cual cautiva completamente el alma de los desolados.

Esa, amigo mío, es la belleza del Ocaso...