La Leyenda Del Hada Y El Mago

Existe una leyenda, una sobre magia y amor.

Mis letras contarán la historia de un hada que me amó.

He vivido entre las profundidades del bosque, en un castillo que ha sido de mis ancestros, desde pequeño aprendí a usar mi magia, pero a pesar de ser poderoso no había podido encontrar el amor.

La luna que es mi única amiga, me daba fuerzas para soportar todo el dolor que sentía por culpa de mi larga soledad.

Sé muy bien que en mi existir nunca debía salir del destino que me ha tocado, me lo he repetido hasta el cansancio.

Pero todos, sin excepción alguna necesitamos de la compañía que sólo una pareja nos puede ofrecer, nadie puede soportar una vida así, más yo no encontraba a esa otra mitad que me faltaba.

Empecé a resignarme a no amar, mi pecho dolía, jamás sería poseedor de tal sentimiento y sin poder evitarlo, las lágrimas libremente corrían por mis mejillas convirtiéndose en escarcha.

Lancé un conjuro para mantener siempre el invierno en el bosque, la primavera jamás volvería a éstas tierras, no cuando yo era infeliz.

Me refugié en mi castillo, entre libros y hechizos, sin ser consciente si era de día o de noche.

¿Cuantas lunas habían pasado?

Cinco, seis, siete, ya no tenía la cuenta exacta.

El tiempo siguió avanzando, mi carácter se volvió frío, hostil y mi corazón lo rodeó el más crudo de los inviernos.

Mi madre alguna vez dijo:

"Si alguien te tiene que amar ya lo sabrás, sólo tendrás que saber reconocerlo".

¿A qué se refería con esas palabras?

No lograba comprender el mensaje, tal vez porque no reconocía el sentimiento.

La palabra podía salir fácilmente de los labios pero todo cambia de perspectiva cuando hay alguien que ocupa tus pensamientos.

Cerré con fuerza el libro que tenía entre mis manos, mi humor en ese momento no era el mejor, si seguía encerrado en mi habitación terminaría por romper cualquier objeto que se encontrara a mi alcance todo por la frustración que me invadía cada día al recordar las palabras de mi madre.

Decidí dar un paseo por el frío y nevado bosque, sólo así lograría apaciguar mi naciente furia.

En los alrededores sólo podía observar blanco, por todas partes era el mismo color.

Pero algo en mi lateral izquierdo captó mi atención, algo se movía de entre los árboles, rojo, no del mismo tono que mis hebras, éste era diferente, es como si representara la pasión.

Por curiosidad me acerqué más, escuché claramente que una voz masculina cantaba una tonada nostálgica, era hermosa, me sentí identificado con la letra.

Preso como si de un hechizo se tratase, lo fui siguiendo dos metros más alejado para que no se percatara de mi presencia.

En un momento dado se quedó quieto en su sitio, yo me recargué en el tronco de un árbol para seguir deleitándome con aquella voz que me cautivó.

Cerré mis ojos disfrutando del agradable momento, no supe los minutos que habían transcurrido pero todo se hundió en un sepulcral silencio.

Abrí mis ojos y grande fue mi sorpresa cuando mi vista cruzó con la más dulce mirada que jamás en toda mi vida conocí, de cabellos rubios largos y alborotados, curiosas las pupilas turquesa me observaban.

Su sonrisa fragmentó la primer capa de hielo que mantenía frío mi corazón, jamás había sentido aquella sensación, algo cálido comenzaba a instalarse en mi pecho y el temor hizo que me diera la vuelta, evitando ver a aquél bello ser de alas doradas.

Caminé lo más rápido que pude, pero su voz jovial y alegre me detuvo.

- ¿Cuál es tu nombre mago de los hielos eternos?.

Volteo sólo lo suficiente para verlo y me reprendí mentalmente por lo que haría.

- Camus.

Seguí caminando en dirección a mi castillo, escuché que me gritaba:

- ¡¡Mi nombre es Milo!! ¡¡Es un placer conocerte Camus, eres apuesto como todos dicen!!.

Sonreí por lo último, jamás me he sentido alguien que alardea de su belleza, puede que sea un poco diferente a otros magos, mi cabello y ojos son del mismo tono que la sangre fresca, soy consciente que mis dotes masculinos no pasan desapercibidos para nadie, antes fui elogiado hasta el cansancio llegando al punto de hacerme enojar, pero las palabras de aquel hada no lograron tal efecto.

Me la pasé encerrado por dos días enteros, no quería ver a aquel bello ser de alas doradas, lo que me hizo sentir en el mismo instante que nuestras miradas cruzaron.

Por la ventana observé el exterior, todo lucía igual que antes, me sentí tranquilo de no ver a cierto ser mágico merodeando en el bosque.

Decidido salí de mi habitación, bajé las escaleras y abrí la puerta de entrada, me quedé congelado en mi sitio por lo que veía.

- Hola Camus.

No podía creerlo, frente a mí estaba el hada de ojos turquesas.

- Hola.

Fue todo lo que pude decir casi en un susurro, me tomó desprevenido la "visita" de Milo.

Luego de asimilar la situación en la que me encontraba muchas preguntas asaltaron mi mente.

- ¿Qué haces aquí hada del fuego?

Éste se encogió de hombros y me dedicó una sonrisa inocente.

- Siempre he sentido curiosidad por éste castillo y su dueño.

Volvió a sonreír juguetonamente, sus pestañas doradas moviéndose grácilmente.

Solté un suspiro y me hice a un lado.

- Puedes pasar.

¿Qué carajo estaba haciendo?

Lo hecho, hecho estaba y tampoco soy maleducado para correr al curioso hada que admiraba todo como si fuesen reliquias.

Hablaba sin parar el rubio, era tan enérgico y sonreía fácilmente, cosa que yo no lo hacia normalmente, aunque podía seguir el hilo de la conversación más tranquilamente.

Por primera vez me sentí a gusto en presencia de alguien más, me olvidé de la soledad por un momento.

Mi día a día se volvió menos solitario, Milo me visitaba desde muy temprano y se retiraba cuando la noche empezaba a caer.

Al principio me mostré receloso, pero con el tiempo fui aceptando su compañía.

Solíamos pasear por el frío bosque, me acostumbré a su cálida presencia, a sus bromas, aprendí a sonreír con más frecuencia debido a él.

La última capa de hielo que cubría mi corazón empezaba a derretirse.

"Si alguien te tiene que amar ya lo sabrás, sólo tendrás que saber reconocerlo".

Las palabras de mi madre cobraron sentido para mí una noche donde mi amiga la luna era testigo de ésto que comenzaba a sentir.

"Amor" entendí el significado de la palabra y la sensación cuando nuestras miradas se cruzan.

Amo a Milo y sus lindos sonrojos, lo tímido que luce cuando estoy cerca de él.

El destino me reservó a un bello ser para amarlo eternamente y mi corazón me pedía no dejarlo ir de mi lado.

Saberme correspondido fue una alegría inmensa, la primavera había llegado a mí, por esa razón retiré el conjuro que mantenía siempre el invierno en el bosque.

Nuestro romance empezó con las primeras flores abriendo sus pétalos con los rayos del sol que se colaban de entre los frondosos árboles haciendo que su dulce aroma impregne el ambiente y el canto de las aves armonizando el lugar.

Milo, su nombre no me cansaba de repetir a cada momento, finalmente había encontrado el amor en un bello ser que me roba el aliento.

Sus labios sabor a manzanas eran mi total adicción, él desprendía pasión pura, me arrastraba cada vez más profundo a ese fuego dónde yo no oponía resistencia con cada caricia dada sobre mi blanca piel.

Sus besos fueron el incentivo a continuar más allá que sólo un tímido contacto, la ropa cayó al pasto y ahí en medio del bosque nos amamos en cuerpo y alma, su piel morena se estremecía ante mi toque, estar dentro de él, unidos de esa manera se sentía maravilloso.

No quería separarme nunca de mi bello hada, el lecho nos recibió como una pareja, el castillo ya no sólo era mío sino de él también.

Nos amábamos siempre y en todo lugar, no había nada que nos separara o eso pensé.

Todo había transcurrido con normalidad, nos gustaba dar largos paseos por el bosque, la dulce voz de Milo cantaba ésta vez una melodía sobre el amor, nuestro amor.

Cuenta la historia de un mago que un día en su bosque encantado lloró porque a pesar de su magia no había podido encontrar el amor.

La luna su única amiga le daba fuerzas para soportar, todo el dolor que sentía por culpa de su tan larga soledad.

Sí, le había contado todo, el cómo me sentía estando sólo, sin nadie a quien amar, las lágrimas que había derramado de amargura.

Es que sabía muy bien que en su existir, nunca debía salir de su destino.

Si alguien te tiene que amar ya lo sabrás, sólo tendrás que saber reconocerlo.

Fue en una tarde que el mago paseando en el bosque la vista cruzó con la más dulce mirada que en toda su vida jamás conoció.

Desde ese mismo momento el hada y el mago quisieron estar sólo los dos en el bosque amándose siempre y en todo lugar.

Compartimos un largo beso, mi historia, nuestra historia fue hecha una canción, eso fue un hermoso detalle por parte de mi hada.

Nuestro momento se vio interrumpido por una presencia que aplaudía caminando en nuestra dirección.

El bosque muriendo con cada paso que daba, todo marchitándose porque él traía muerte y desolación.

- Es sin duda una bella canción. Pero, en lo que no estoy de acuerdo es de quien te enamoraste Camus.

Su voz al principio fue burlona pero se volvió grave con decir lo último, sabía de quien se trataba.

El mal hecho un mago oscuro.

- Hades.

Cuando estaba por ponerme en posición de ataque lanzó una esfera negra que estalló dándonos de lleno.

Como pude me incorporé para enviar mi ataque, Milo se encontraba inconsciente en el suelo.

No le perdonaría haber lastimado a mi amado, una ventisca fría agitó mis cabellos y concentré mi poder en la palma de mi mano para lanzarlo hacia Hades.

Éste lo esquivó y con todo su odio siguió atacando sin parar, alcé un muro de hielo para proteger a Milo de la batalla entre el bien y el mal.

Estaba herido, cansado por gastar mi energía, pero mi determinación era mayor para no rendirme.

De nuevo lanzó dos esferas, ésta vez más grandes que las anteriores que pasaron por mi costado.

- Fallaste.

De nuevo concentré el aire congelado en mi mano, listo para atacar.

- Claro que no fallé.

Su sonrisa retorcida hizo que mi corazón dejara de latir por un segundo.

Entonces me percaté de cual fue su objetivo desde un principio.

Me armé de valor para voltear hacia atrás, la sola imagen me rompió mi corazón en miles de fragmentos.

Milo, mi Milo.

La carcajada de Hades se escuchó por todo el bosque.

Se burlaba de mí, lo sabía.

No soportó verme feliz con otro que no fuese él.

Prometió vengarse cuando lo rechacé, sus palabras las cumplió, me arrebató lo que más amaba.

Llegué donde mi amado se encontraba, con la esperanza de que aún se aferrara a la vida pero grande fue mi desilusión.

Mi hada cayó en el sueño eterno de donde nunca más regresaría.

No quería rendirme así de fácil, debía haber una solución que me pudiera devolver su amor, por eso decidí encerrar su cuerpo en un hermoso ataúd de hielo.

En mi castillo día y noche busqué el poder para que volviera mi bello ser de dulce mirada, no paré desde entonces buscando la forma de recuperarlo.

Existía sólo una forma, la cual no me agradaba además que estaba prohibido practicar la nicromancia, era una forma vil de hacerlo, se volvería una marioneta sin alma, yo no quería eso.

Tuve que despedirme de mi hada, me dolió profundamente hacerlo pero ya no había más opciones.

Ahoramuy bien qué es el amor y en nombre de ese sublime sentimiento restauré el bosque, debo tener las fuerzas necesarias para soportar el conjuro que nos ha separado.

Sé que un día veré a mi dulce hada, al final del camino de mi vida y para siempre se quedará conmigo.

Y el mal que siempre existió no soportó ver tanta felicidad entre dos seres y con su odio atacó hasta que el hada cayó en ese sueño fatal de no sentir.

En su castillo pasaba las noches el mago buscando el poder que devolviera a su hada, su amor, su mirada tan dulce de ayer y no paró desde entonces buscando la forma de recuperar al ser que aquel día en medio del bosque por fin pudo amar.

Hoy sabe qué es el amor y que tendrá fuerzas para soportar aquel conjuro, sabe que un día verá su dulce hada al final y para siempre con él se quedará.

Mi voz es melancólica al cantar ésta parte triste de mi vida.

He vivido mucho tiempo, me mantuve joven porque nunca perdí las esperanzas de encontrar a la persona que me amaría sinceramente, pero ahora que he perdido para siempre a Milo, creo conveniente reunirme con él de una vez por todas.

He lanzado un conjuro en el bosque, ésta vez no será un eterno invierno el que lo envuelva.

Será una protección para todos aquellos que se amen, nadie ni el mismo mal se interpondrá entre ellos, así como lo hizo Hades con nosotros.

Si el desconsuelo invade el alma de cualquier ser por la inevitable pérdida, podrán sentir mi nostalgia, pero la bella voz de mi hada les dará las fuerzas que necesitan para seguir adelante.

Y si jamás han podido encontrar el amor, sentirán mi desilusión, el frío que alguna vez envolvió mi corazón pero como un susurro de esperanza les diré que no se rindan en su búsqueda.

Éstas son las últimas líneas que escribo, aquí está plasmado la historia de amor y magia.

Sé que al final me encontraré con mi amado Milo, puedo sentirlo, él espera por mi.

No dudo que el bosque con el pasar del tiempo será considerado un lugar místico.

Si alguien encuentra éstas hojas donde cuento lo que pasó hace siglos atrás, nacerá...

La Leyenda Del Hada Y El Mago.





La tinta puso la famosa palabra "FIN" y dejó a un lado su pluma, sus dedos punzaban por la velocidad vertiginosa en que continuó su ardua labor.

Jamás pensó que sería difícil terminar ese escrito narrado en primera persona, usar un nombre que no era el suyo sino el de su pareja, además de hacerlo alguien frío al principio de la historia, pero cuando se enamora del hada es todo cálido, amoroso, así como en la vida real lo es siempre, le dolió en el alma matarse a sí mismo pero sabía que ese era el final de su otro yo de cabellos rubios.

Fue complejo pero muy divertido experimentar algo que no era lo suyo, fue su primera vez escribiendo un intento de cuento de hadas que salió en base a una canción de rock de los 80 ó 90, las ideas no se fueron de su mente hasta que empezó a anotarlas en una hoja de papel.

Tenía planeado regalarselo a su amado, por eso se puso a escribir como un loco y poder culminarlo en dos días, lo veía imposible pero los dioses le favorecieron.

Aunque aún estaba indeciso de darlo como un obsequio adecuado a la ocasión especial que celebrarían.

Camus era un reconocido escritor y si no le llegase a gustar o le parecía muy bobo y cliché su historia de fantasía, si era poca cosa ese regalo.

Miles de inseguridades lo invadieron, tenía muchas preguntas sin respuestas.

Largo rato se quedó sentado, mirando a la nada, sin ser consciente que un hombre apuesto de cabellos aguamarina entraba a la habitación.

- ¿Que haces Milo?.

Curioso se acercó al peliazul que seguía perdido en su propio mundo pero que le respondió con un:

- Nada.

Se situó tras su espalda para saber qué era lo que lo mantuvo por semanas todo misterioso y ansioso, muchas veces lo escuchó cantar una canción en español.

Tal vez si le preguntaba a Shura que era todo un experto en bandas de rock y el máximo culpable de que Milo pareciera un rebelde sin causa por las chaquetas de cuero que usa todos los días.

Pero no, quería descubrir él mismo qué era eso tan valioso que escondía su travieso griego.

- ¿Y éstas hojas de qué son Mon Amour?.

Las vio con recelo ¿Serían cartas? Pero ¿A quién iban dirigidas?, sus celos se activaron de inmediato, será que ¿Había alguien más en la vida de Milo?

Pero la respuesta de su distraído heleno lo tranquilizó, a la vez que lo llenó de curiosidad.

- Tu regalo.

Tomó las hojas y comenzó a leer:

Escrito por: Milo Antares

La siguiente historia está dedicado a una sola persona, el que ha sido mi confidente, amigo y amante.

A mi precioso Camus Verseau, el dueño de mi corazón.

Nunca me he considerado un amante de las letras como tú lo has sido desde pequeño, pero éste trabajo lleva todo mi esfuerzo y dedicación para que saliera perfecto.

Te amo como el mago lo hace con su hada.

Pasó a la siguiente página y las letras le hicieron perderse en ese mundo de magia.

Por su parte el moreno volvió en sí al darse cuenta que no hablaba consigo mismo sino que era Camus quien le había preguntado lo que eran aquellas hojas.

Se levantó abruptamente de su silla y buscó con la mirada a su francés.

Lo encontró sentado en la cama leyendo su historia, se acercó temeroso y cuando estaba por decir su nombre los ojos violetas se alzaron para mirarlo con intensidad.

- ¿Tú escribiste ésto?.

Le mostró las hojas y tragó grueso el heleno.

¿Qué debería hacer?

Mentirle o decir la verdad, bueno que más daba.

- Si, yo lo hice.

Con orgullo lo dijo, de todos modos estaba firmado por él y no había forma de negarlo.

- Es hermoso, jamás una historia me había transmitido tantos sentimientos, meterte en el personaje y crear algo que tiene una profundidad inigualable. Jamás pensé que me superarías a mí como escritor, reconozco que has hecho un excelente trabajo Milo.

No podía creerlo, las palabras de Camus lo dejaron con la mente en blanco, había sido elogiado por él, ÉL.

Sin pensarlo dos veces, emocionado saltó encima de su guapo novio y lo llenó de besos.

- Gracias mi amor, estaba inseguro si te gustaría o no, ya que tú eres un experto en ésto y yo pues era mi primera vez tratando de escribir algo que no fuera la lista de la despensa.

Camus negó divertido, se acomodó en el pecho de su travieso griego, escuchando los latidos de su corazón.

- El mago de tu historia se llama Camus y es pelirojo, mientras que el hada, Milo es rubio, ¿Porqué le pusiste nuestros nombres y cambiaste el color de nuestros cabellos?.

Esperaba una respuesta, una que no tardó en llegar.

- Que lleven nuestros nombres es porque no tenía cabeza para pensar en otras opciones y bueno me he preguntado como te verías tú con el cabello rojo y yo de rubio, esa idea mejor la utilicé en mi escrito. En mi mente te imaginé y no sabes cómo me puse.

Se giró para acomodarse entre las piernas de Camus, sus manos una a cada lado de su cabeza.

Miradas llenas de amor se dedicaban, la distancia la acortó Milo para unir sus labios en una danza sensual.

La ropa fue cayendo al piso, sus pieles ardían en pasión, las caricias en puntos clave subían el libido.

Mordidas en toda la pálida piel del francés, los suspiros que salían de su boca al ser masajeado su miembro en una deliciosa tortura.

- Tómame Milo, deseo sentirte dentro, no me hagas esperar más.

Sus piernas las enrolló alrededor de la cintura morena, haciéndole ver su necesidad de ser poseído en ese momento.

Su erecto miembro palpitó con la súplica del de cabellos aguamarina, se posicionó en su mojada entrada y sin necesidad de preparación (Ya que no la necesitaban) se fue adentrando poco a poco.

Las apretadas y ardientes paredes anales le dieron la bienvenida, la sensación era tan abrumadora, se sintió extasiado y comenzó a moverse de forma lenta.

Besó con desenfrenada pasión a Camus que aferró su mano a la ancha espalda, cuando su próstata fue tocada clavó sus uñas y gimió entre el beso.

El ritmo lento fue tomando velocidad con el paso de los minutos, los jadeos roncos inundaron la habitación.

El choque de piel contra piel, el sudor bañando sus cuerpos, en el aire se mezclaban sus aromas, lavanda y narciso.

La cúspide estaba llegando a su fin, invirtiendo posiciones, Camus arriba de Milo, comenzó a moverse, meneando sus caderas de forma sensual haciendo enloquecer a su amado que con un gruñido había llegado a su orgasmo.

Sentir el semen bañando su interior fue todo para que también gimiera alto y su liberación manchara el vientre del heleno.

Agotado se dejó caer en el firme pecho y los fuertes brazos lo envolvieron posesivamente.

- Feliz cumpleaños Camus, ¿Te ha gustado mi regalo?.

Acariciando las largas y sedosas hebras esperó la respuesta.

- Si te refieres al libro ó que me hiciste el amor, ambas me han gustado, es el mejor presente que he recibido en mi vida.

Le dio un corto beso en los labios y volvió a refugiarse en sus brazos.

- No lo creo, falta uno más para que digas que fue el mejor.

Alzó la mirada nuevamente para saber a lo que se refería Milo, vio que su mano buscaba algo debajo de la almohada.

Cuando lo encontró la sacó de su escondite, una cajita cuadrada de terciopelo rojo, la cual abrió mostrando su contenido.

Un anillo de oro con una piedra amatista en medio, con los grabados de escorpio y acuario a cada lado.

Su boca se abrió de la impresión, ¿De verdad estaba pasando eso?

¡¡Milo le estaba proponiendo matrimonio!!

No salía de su emoción pero antes que su amado lograra decir las palabras para poder unirse en compromiso, gritó:

- ¡¡Acepto!! ¡¡Sí, sí quiero casarme contigo Milo!! Te amo.

Lo abrazó efusivamente para luego darle muchos besos.

Tenía razón su griego, ese era el mejor regalo de su vida, el más bello presente en el día de su cumpleaños.




♏x♒






Notas:
La canción que canta Milo y Camus si existe, se llama La Leyenda Del Hada Y El Mago del grupo Rata Blanca, por eso lleva de título el capítulo, de ahí me inspiré a escribir ésto que se supone debía dejarlo en modo sad.

Jajaja pero no soy tan mala después de todo y les dí un final feliz.

Saludos 🦂

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