Lucas, 3.

Los llevaron a una jaula de dos puertas, ambas en lados contrarios. Una daba al pasillo de afuera, otra, a un cuarto enorme de techos abovedados que media al menos tres pisos de un edificio normal. Había enormes hombres (no tan grandes como para ser gigantes, pero lo suficiente como para romper el cuerpo de Lucas en pedazos si quisieran) sentados en sillas de bar, descansando, hablando entre ellos.

De pronto, sonó un timbre y el hombre frente a Lucas tomó una llave enorme, abrió con ella la jaula, sacó de ella un niñito rubio que se resistía, pero no afectaba al hombre en lo más mínimo. Lo llevó a una mesa con dos barriles a cada lado los cuales tenían estampas extrañas.

El hombre ató fuertemente al niño a la mesa con unas cuerdas, levantó un gran cuchillo para carne y, con un corte limpio, le cortó a cabeza. El gran hombre empujó con el cuchillo la cabeza del niño hacia uno de los botes, la cual calló con un ruido sordo, similar a un saco de papas. Los demás niños en la jaula se hicieron hacia atrás, hacia la puerta que daba al pasillo, golpeando los barrotes y llorando, habían descubierto su destino. Lucas, sin embargo, continuó mirando lo que el hombre hacía, horrorizado al ver como cortaba al niño en pedazos cuadrados que le hacían recordar a su madre cocinando verduras, separaba los genitales de los niños y los ponía en un bote aparte y echaba los pedazos restantes a un bote a su izquierda.

El hombre dejó el cuchillo en el suelo y se acercó a la jaula, los niños, incluyendo Lucas, trataron de alinearse al lado contrario a la puerta, el hombre rebuscó con su mano y tomó a un niño que gritaba que sus padres lo harían pagar si moría.

-¡MIS PADRES LO VAN A ENCONTRAR Y LO VAN A MATAR!-gritaba aquel niño una y otra vez, mientras las lagrimas resbalaban por su rostro, cuando el chico llegó a la mesa, el hombre lo ataba sin hacer caso a los golpes que propinaba, tratando de salvarse sin dejar de gritar. 

-¿No puedes callarte pequeño cretino?-susurro el hombre al oído del niño después de atarlo, para luego sonreír macabramente, levantar el cuchillo encima del estomago del pequeño y cortarlo por la mitad. Un grito desgarrador se escuchó en toda la sala, Lucas cerró los ojos. El niño seguía gritando, se escuchaban múltiples golpes junto con los gritos hasta que con uno de ellos, el niño finalmente se calló y los gritos cesaron. Lucas abrió los ojos, notó que no eran los únicos ahí. Había un largo pasillo lleno de jaulas, niños...mesas, gritos.

El hombre arrojó los restos del niño a los botes, volvió a la jaula, todos los niños se fueron hacia atrás de esta, Lucas cerró los ojos de nuevo hasta que escuchó...

-¡Luke!-gritaba su hermana entre sollozos desde afuera de la jaula. Lucas abrió los ojos, no podía hablar, solo se pegó a la puerta de la jaula, inútilmente tratando de salir e ir por su hermana. El gran hombre la ató mientras lloraba desconsoladamente, Lucas golpeaba la jaula gritando, el hombre levantó su cuchillo. Lucas cerró sus ojos de nuevo, escuchó un golpe, ya no habían mas gritos. 

Abrió los ojos como si hacerlo le causara dolor, vio el bote de las cabezas con amargura y no dijo una palabra. Se miró las manos, estaban sangrando, al golpear los barrotes se había hecho daño. 

El hombre terminó su trabajo y volvió a la jaula, los niños volvieron al fondo de esta, menos Lucas, quien se había sentado frente a la puerta y observaba al hombre con odio. El hombre abrió la jaula y lo miró extrañado.

-¡Eh! ¿niño que haces?-dijo el tipo que se ponía en cuclillas para mirarlo a los ojos.

-¡MÁTEME! ¡MÁTEME COMO A ELLA!¡ERA MI HERMANA MALDITO!-Gritó Lucas con todas sus fuerzas, su voz resonó por todo el pasillo haciendo que los demás hombres y niños voltearan hacia su dirección. 

-Vaya Ernest-dijo un hombre dirigiéndose al que Lucas tenía enfrente-tienes uno.

-Ven niño-Le dijo Ernest con dulzura mientras lo tomaba del brazo. El hombre cerró la jaula y rebuscó debajo de la mesa, donde había una gran manta, que lograba cubrir a Lucas casi por completo y se la tendió al niño, quien lloraba silenciosamente. Lucas la tomó y se la puso. 

El hombre volvió a la jaula y sacó a Albert, el niño le imploraba a Lucas que lo salvara, pero Lucas no podía oírlo. Lloraba con tanta tristeza que no podía escuchar, parecía que sus sentimientos se habían perdido en su interior. En ese momento parecía imposible volver a ser feliz, volver a reír o sonreír, volver siquiera a dejar de llorar.

-Hijo-dijo Ernest refiriéndose a Lucas, el cual lo escuchó muy lejos- ¿Cómo te llamas?

-Lucas-respondió inexpresivo.

-Bueno Lucas ¿Quieres vivir?

-No

-Jah-el hombre soltó una risotada, Albert sollozaba de fondo-eso se te quitará pronto. Puedes preguntar cosas si quieres.

-¿P-por qué hacen esto?-preguntó Lucas mirando a Albert, quien estaba siendo examinado por Ernest.

-Bueno, nos pagan, nos dan hogar y un trabajo fácil-respondió Ernest- Demonios, este no está bueno-exclamó refiriéndose al tipo que tenía a sus espaldas, quien desató a Albert y lo llevó a una puerta aparte.

-¿Qué le hacen? ¿A dónde va?-preguntó Lucas de nuevo, pero no con preocupación, si no, por curiosidad.

-No lo se, creo que lo llevan a la escuela, pero respondiendo tu pregunta de antes, hacemos comida para clientes de "paladar selectivo"-Ernest se dirigió de nuevo a la jaula.

-Caníbales- Ernest soltó un grito ahogado

-No les decimos así, preferimos llamaros clientes, es menos incomodo.

-¿Y entonces los cortan y se los comen?

-No, vendemos comida enlatada.

-Ah ¿Qué se supone que venden?-cuando Lucas dijo esto, Ernest (quien seguía haciendo su trabajo) lo miró extrañado.

-Pues carne de cerdo-respondió.

-¿En que bosque estamos?-preguntó Lucas

-¡Vaya Ernest! te has conseguido uno bueno, te dará un aumento.-dijo un hombre que se encontraba a un lado de Lucas, cortando a una niña pequeña que lloraba.

-No puedo decirte eso niño-respondió el gran hombre sin hacer caso a su compañero-pero te has salvado de ser comida.

-¿Tu comes esto?-preguntó Lucas

-No niño, soy vegetariano.

-Me alegra-dijo Lucas, sin dejar de llorar, con la mirada fija en el suelo-¿Me darán mi ropa?

-No, esa ropa no, te darán otra.

-¿Qué harán conmigo?

-Pues te enseñarán a ser como nosotros, serás nuestro reemplazo.

-Vale-dijo Lucas, mientras se acostaba en el suelo, lleno de sangre a dormir, con los gritos de agonía de fondo.



1068 palabras chicos!!

Voten y comenten


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top