[08]
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—Estuvo bueno el evento, pero me gustaría asistir a la fiesta, ¿sabes?
—Ouh, pero que guapa... por cierto, ¿qué eres?
—Soy una flamenca, imbécil, lo sabrías si no hubieras ido en busca de tu cazador del amor en cuanto amaneció —le regañó ella quitándose los tacones.
—Tengo una excusa, y una muy buena —la sonrisa de Hedo no le daba buena espina.
El moreno señaló hacia las escaleras y ella comenzó a subirlas poco a poco mientras sujetaba sus zapatos en una mano.
Lo siguiente que se escuchó fueron sus zapatos chocar contra el suelo.
— ¡Ay, dioses! ¡Beaux, te voy a matar!
— ¿Qué? Yo pensé que te alegraría, es un buen obsequio, ¿no? —bramó el contrario apareciendo en su cuarto.
De inmediato sintió un latigazo en el cuello, algo que la anunciaba que nada bueno pasaría.
Toda la energía positiva que se había acumulado ese día de repente desapareció, en su cabeza se formó una nube negra y sus ojos se opacaron.
—Beaux, qué hace, el prefecto de Pomefiore, inconsciente... ¡¿en mi maldita cama?! —gritó llena de cólera, provocando que las paredes crujieran y el edificio temblara. Debía controlarse, lo sabía, pero la situación la superaba.
—Pues es el encargo de la abuela, ¿no? Ella lo quiere —Dioses, dioses, dioses, malditos dioses y su complejo de yo soy el dueño de todo.
— ¿Y no crees que será sospechoso si Vil Shoenheit, desaparece de repente? Dime que fuiste cuidadoso al menos y no hubo testigos...
Imploró ella sintiendo como la vena de su cuello se tensaba y parecía querer reventar.
Pero de repente otra preocupación la invadió.
— ¿La invocaste? Dime que no la invocaste, por lo más sagrado, por los cabellos de Eris, dime, que no, la invocaste.
—Todavía no, te estaba esperando —ella sintió que ahora sí podía respirar.
— ¿Y entonces? ¿Qué esperas para devolverlo? ¡Ándale, llevátelo!
—Pero Afro—
—Afrodita entenderá, que se va a quedar sin nieto, si tú no me obedeces... o es que acaso debo darte a probar la p—
— ¡No, no, no! No es necesario —Beaux tragó grueso al escuchar la mención de la poción prohibida—. Pero, era mi primer Dulce o Truco, yo quería que te disfrazaras de él en Halloween.
— ¿Cuáles cabras? —fingió demencia.
—. Yo no necesito ningún otro disfraz, ya tengo el mío, ¡oleee!
Agitó su abanico y movió la falda del vestido para hacer una pose de flamenco.
—Pero, pero—
—Beaux, debes entender que los humanos no manejan las cosas así, tal vez en nuestros tiempos era normal hacer este tipo de cosas, pero todo ha cambiado, ya no somos bárbaros, incivilizados, no señor, pasé como 20 años entre ellos y para nada viven igual que nosotros... no podemos simplemente tomarlos como posesiones y hechizarlos para que hagan lo que nos plazca, eso está muy mal —lo sintió bajar la guardia, eso quería decir que había comprendido—. Ahora, qué le diste que el pobre chico más que dormido parece un muerto.
—Esto... tal vez lo toqué con la roca, solo un poquitín —murmuró muy bajito.
A Hedo le entraron unas ganas de encogerse, desaparecer y esconderse en el lugar más recóndito de la tierra, pero sabía que tarde o temprano ella lo encontraría.
—Ya va —respira, Peito, respira—. A ver si oí bien, ¡¡¿usaste el poder de la mismísima roca de Cronos en un, humano?!! ¡¿TE VOLVISTE LOCO ACASO?!!
Le Celestine chasqueó los dedos, mandó a algún lugar muy lejos de ahí a Beaux, mientras se acercaba al cuerpo inerte de la Reina de Pomefiore.
—No te mueras, no te mueras, no te mueras, no te mueras, no te mueras, no, te, mueras, por, favor.
Revisó sus signos vitales y notó que a pesar de tener el pulso débil y respirar con dificultad, vivía, pero el chico no despertaría aun así. Había sido expuesto a una cantidad de magia y radiación inmensurable, tenía suerte de estar vivo. La roca que Cronos vomitó tenía el poder de dejar fuera de juego a cualquier Dios, los adormecía hasta el punto de la inconciencia y no despertaban hasta pasados varios días, cansados y débiles, casi mortales, si se atrevía a decir.
Ya tenía una solución pensada, solo debía llevarla a cabo.
Habían pasado 20 minutos de búsqueda sin resultado cuando recordó algo.
—Poción, poción, la poción, ¿dónde guardé la poción? ¡Beaux! —Gritó chasqueando otra vez los dedos y haciéndolo aparecer, él la miraba todavía temeroso—. ¿Dónde está la poción que te dio Atenea, la que lo cura todo...?
—En mi cuarto, frente al televisor, junto a—
—Genial, gracias —volvió a chasquear haciéndolo desaparecer e invocó la poción que necesitaba—. Ambrosía, sangre del lado derecho de una Gorgona y lágrimas de una diosa; no me fallen.
Se acercó a Vil y lo hizo beber unas cuantas gotas de la poción, el muchacho recuperó el semblante de inmediato, pero sabía que no despertaría, aún.
— ¡Beaux! —gritó, este apareció sin que ella chasqueara los dedos.
—Tú te vas a encargar de cuidarlo y borrarle la memoria en cuanto despierte, mientras yo... yo... ay, no puedo creer que esté haciendo esto —murmuró por lo bajo, virando los ojos y luego sujetándose el puente de la nariz con molestia—. Yo tomaré su lugar en el evento de Halloween.
El gritito de emoción de Beaux le hizo doler la cabeza.
—Será pan comido, ya verás que es súper fácil suplantar a un humano, yo lo he hecho al menos una docena de veces...
—Sí pero yo no recuerdo cómo hacerlo, ¿sabes? —le dio leves golpecitos en la frente como si así pudiera hacerlo entender.
—Será fácil, además tengo material grabado de él, así mimetizarlo no será complicado.
—Mate-rial—, grabad—, ¿qué haces cuando te dejo solo Beaux? —Peito sintió miedo por los intereses amorosos de su sobrino. Ay, pobrecitos.
Por un momento pensó que Hedoné tenía todo aquello planeado y solo estaba fingiendo inocencia, tal vez le estaba subestimando; quizás era más inteligente que ella y solo lo ocultaba. O tal vez solo era suerte de principiante. Como sea, ahora se andaría con mas cuidado...
—Instalé una microscópica cámara en la capa de mon chasseur d'amour y filmé cada detalle, cada mínima muestra de interacción entre él y otros estudiantes del Night Raven College, teniendo ese conocimiento previo será fácil para ti leerlos y—
—Microscópica, cámara, filmaste —lo interrumpió—. Eres peor que Hefesto, que lo sepas, que actitud.... Ve al psicólogo, tienes problemas amigo.
Ella prefirió ignorar la explicación de su asistente y prosiguió a hacer la parte que más problemas le daba, la metamorfosis.
—Recuerda que si no lo logras a la primera puedes seguir intentando hasta conseguirlo —la animó Hedo, con una sonrisa inocente.
Ella estaba preparada para aquello cuando el suelo bajo sus pies comenzó a moverse y segundos después se escuchó un golpecito en la puerta de la habitación, la cual estaba abierta, se giraron hacia el marco y Peito sintió que devolvería lo que había comido hace poco. Su suerte no podía ser tan mala, ¿verdad?
— ¡Hermanita...! —gritó el Dios acercándose a ella y abrazándola con fuerza, su cabello purpura era algo nuevo, la última vez lo tenía de color verde. El contrario la apretó entre sus brazos con bastante fuerza mientras canturreaba alegre que por fin se veían luego de meses sin contacto—. No sabía que te gustara el rubio, aunque el rosa te queda mejor.
Alagó él. Pero ella seguía en shock. Peito ni se había dado cuenta de que cambió el color de su cabello.
El Dios la miraba con una enorme sonrisa en su rostro, con las mejillas sonrojadas y aquellas manchitas radiantes color oro adornando su nariz de botón como si fueran pecas, sus ojos dorados resplandecían como el sol y la miraban como si fuera la cosita más hermosa del mundo; por fin se decidió a saludarlo con la misma efusividad que él lo hacía, olvidándose un momento del inconsciente Vil, besando sus pronunciados pómulos con devoción y dejando besos también por toda su frente y su barbilla; sacándole varias risillas al Dios. Quien devolvía los mimos con el mismo ahínco, finalizando sus muestras de afecto con un dulce besito en los labios de su hermana favorita.
Peito le acarició las mejillas, le apretó las orejas y le haló el cabello, no pudiendo creer todavía que Eros estaba ahí y que la había encontrado muy fácil. Sin necesidad de seguir sus pistas ni nada. El Dios, solo unos centímetros más alto que ella, de cuerpo esbelto pero no tan musculoso, piel pálida y un perfil de infarto; era tan hermoso como la misma Afrodita.
— ¡Papi...! —se escuchó un nuevo grito, estaba vez proveniente de Beaux. Quien se abalanzó sobre ellos y fue llenado con tanto cariño como el que recibió Peito.
—Pero si estás precioso mi pequeño colibrí, casi te tengo envidia —y ahí estaba el ego de Eros... definitivamente estaba en sus genes—. Y tú, ¿estás más gordita? Te ves bien cariño.
Le dio un golpe en el hombro haciéndose la ofendida.
—Espera, ¿acaso, te estás burlando de mis curvas? —le riñó.
—Oh, claro que no hermanita, antes estabas tan delgada como un palillo de romero, era sumamente difícil encontrarte así, en cambio tu nueva apariencia te hace ver adorable, además provoca morderte los cachetes —Eros le apretó las mejillas y dejó otro besito en sus labios, ella hizo un puchero porque le dijo aquellas palabras y se cruzó de brazos con fingida molestia; a Eros se le iluminaron los ojos por aquel pequeño berrinche y no se resistió y la envolvió de nuevo en sus brazos, de verdad la había extrañado. Beaux en cambio se puso celoso de que su padre consintiera más a Peito que a él, hizo un mohín con los labios pero fue olímpicamente ignorado.
—. Ah, por cierto, ¡te traje té de montaña!
Anunció él dándole otro besito y haciendo aparecer la planta.
Ella rió y miró hacia su cama recordando el embrollo en el que Hedo la había metido. Eros notó su cambio de humor y miró en aquella dirección, sorprendiéndose al instante y uniendo cabos cuando notó aquel color de cabello rubio en su hermanita bebé.
—Vaya, es hermoso en verdad, ya entiendo por qué mamá lo quiere...
— ¡Eros!
El de cabello purpura dejó salir una carcajada mientras caminaba hacia la cama de su hermana y se recostaba en esta a acariciar la piel del prefecto de Pomefiore.
—Si juego un poco Psique no se va a enterar, ¿verdad? —preguntó el Dios con una sonrisa coqueta en su rostro, ignorando la presencia de su hijo.
— ¡Papá!
Ahora fue turno de Hedoné para reñirlo.
—Ya, es broma, es broma, ¿qué hace semejante belleza aquí? —ronroneó, ¿escuchó bien? Su hermano ronroneó. Peito y Hedoné se miraron con los ojos a punto de salir de sus órbitas.
—Aléjate de él, Eros —ordenó ella. Peinándose el cabello hacia atrás y sentándose en su cama en medio de ambos—. Tu "pequeño colibrí" hizo su primer Dulce o Truco y tocó con la roca a este mortal.
— ¿Enloqueciste acaso? —gritó el Dios mirando a su hijo con una emoción que pocas veces le había visto, molestia.
—Eso mismo le dije yo, pero o sea, mientras se recupera, me va a tocar a mí suplantarlo y pues, viniste justo cuando me iba a transformar—
— ¿Qué no habías olvidado cómo se hacía?
—Sí, y necesita practicar —intervino Hedo.
— ¿Bromeas? —Eros rió con ganas—. Se darán cuenta de inmediato de que eres una impostora, no sabes ni regular la densidad de tu cuerpo, déjale ese trabajo a los profesionales.
Bueno, tal vez Peito no tenía tan mala suerte después de todo...
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Sí, bueno... se supone que iba a ser un especial por el evento de Halloween pero ya en Missing Gouttelettes expliqué por qué eso no pudo ser (-culpa de mi señora madre-), así que lo poco que pude rescatar lo uní, lo modifiqué y salió ésto... antes planeaba que Eros y Peito tuvieran una relación tan turbia como la de Hímeros y Peito pero, terminé por hacer a Eros (Cupido) una bolita de algodón de azúcar y un hermano consentidor así que aquí está.
Espero que les haya gustado.
Aquí lo único bonito que pude rescatar de la serie de Hércules, obviamente lo modifiqué:
https://youtu.be/AKcIg5TI0bQ
ErxLee
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