[03]
Pedido para: andykgb
Hecho en tiempo récord cariño, espero que te guste.
[03 – Malleus: Joven Maestro]
—Las penas con pan son más fáciles —escuchó una voz desconocida detrás de ella, que de inmediato la hizo ponerse a la defensiva—. No te preocupes, Amapola, no te haré nada.
La figura oculta tras una larga capa colocó frente a ella un pequeño trozo de chocolate. ¿Y por qué sabía su nombre?
Aquel bar era poco transitado, pero alguna razón aquella noche de tormenta nuevos clientes habían llegado—. Este sitio es tan lúgubre, cuando sea mío me encargaré de darle un toque femenino y llenarlo de vida.
La desconocida se tomó el atrevimiento de sentarse frente a ella. Amapola no tenía ánimos de nada, así que la dejó ser.
Estaba acostumbrada a convivir con gente que actuaba extraño. Miró el chocolate sobre la servilleta, sintió la tentación de probarlo, sabía mejor que el vaso de cerveza que ingería.
—. Es triste ver que tu corazón lleva un peso, ¿te molestaría contarme? Soy buena dando consejos de amor.
La aprendiz sintió el color invadir sus mejillas.
—N-no, es de su incumbencia.
—Oh, no hace falta que eleves la voz, yo no soy Sebek.
— ¿Cómo-?
— ¿Cómo sé el nombre de tu hermano menor? Llevas 20 minutos releyendo la carta que te envió sobre joven maestro —Amapola sintió la necesidad de apretar su pluma mágica en un acto de inseguridad—. Tranquila, no soy una amenaza, ahora dime, ¿Malleus Draconia es tan guapo como dicen?
La desconocida dejó caer la capucha de su capa color morado, revelando a una muchacha de gran belleza. Amapola no supo si enrojeció por lo hermosa que era ella o por la vergüenza que sintió al saberse acorralada, aquella extraña supo de su enamoramiento en cuestión de segundos.
—. Anda, responde, no tengo todo el día primor.
La de cabellos rosa neón sonrió con picardía, mientras sus ojos le transmitían una especie de tranquilidad.
—Yo... no debería contarle nada, no me es permitido hablar sobre Malleus-sama —mintió.
La contraria chasqueó la lengua molesta, levantó su mano para recoger el chocolate aún sin probar que le obsequió a Amapola y se levantó de la mesa.
—Que mal, iba a ofrecerte mi ayuda sin cobrar pero veo que no estás dispuesta, así que me retiro —Amapola la miró con el ceño fruncido, sin comprender lo que decía—. Lástima, este bocadillo tiene el poder de conceder cualquier deseo.
Fue a llevárselo a la boca, pero justo cuando estaba por degustarlo la voz de Amapola la detuvo. Muy bien, después de todo mi nombre sí significa la persuasión, pensó la enigmática mujer.
[...]
—Entonces, no puedo asistir a esa academia porque es únicamente varonil, y puedo visitarlos solamente durante los eventos especiales. Y, bueno, sé que el joven maestro no puede corresponderme, ¡sería una bazofia! El futuro rey del Valle de Espinas enamorado de una mortal y aparte una ordinaria plebeya.
—Pero dices que se preocupa por ti y que los acogió a ti y a tu hermano —Amapola se cubrió las mejillas sintiéndose avergonzada.
—Él debe serme indiferente, es su deber, yo solo soy una servidora que está muy agradecida con él y con Lilia-sama —lo pensó un momento, recordando un detalle—. Un momento, usted dijo que ese chocolate concedería cualquiera de mis deseos, entonces-
—Era mentira, solo quería reconfortarte un poco —la de cabello rosado le guiñó un ojo y se rascó detrás de la oreja con nerviosismo—. ¡P-pero, sí planeo ayudarte!
— ¿Y cómo? A menos que milagrosamente pueda convertirme en una princesa no tengo esperanza con el joven Malleus —murmuró Amapola sintiéndose desamparada.
— ¿Olvidas que soy experta en estos temas? Tú solo dejámelo a mí, ahora, ¿rosa palo o lavanda para para las cortinas? —sí, aquella mujer hizo que el bar se vaciara en cuando dejó delante del dueño un saco de tamaño mediano lleno de monedas de oro y otras joyas. Ahora estaban ellas solas en aquel lugar abandonado conversando sobre cómo podría Amapola acercarse a su amor imposible.
—No lo sé, a usted le gusta el rosa y los colores chillones, yo no sé nada sobre moda o decoración, en el valle solemos usar trajes tradicionales y ya —se cruzó de hombros mientras bebía otro trago de su cerveza.
— ¡Lo tengo! —El grito de la extraña hizo eco, logrando espantar a Amapola, quien derramó su cerveza—. Él no puede corresponderte aquí, pero qué dices si te corresponde en otro plano.
Sí, definitivamente estaba loca. Amapola le sonrió. Se levantó de su silla y caminó a la puerta.
La mujer la observó con cierto deje de frustración, chasqueó los dedos—. Detente.
No sabía qué tipo de magia era esa, pero la voz de la otra se hizo más profunda, casi ancestral. Tanto que la hizo detenerse en seco.
—. El amor magia poderosa y eterna, yo concedo los deseos del corazón y soy su fiel emisaria, ¡deja ese amor fluir! ¡Hearts on Me! Bajo mi hechizo haz caído, dejo mi estela para protegerte, lo que no pudo ser en el mundo terrenal que sea concedido en otro plano astral, y que en tus sueños puedas encontrar a tu ser amado.
Amapola comenzó a flotar, mientras la inconciencia se apoderaba de su cuerpo, sintió los párpados pesados, y el sueño la invadió. No supo nada más.
[...]
— ¿Señorita Amapola?
— ¡Malleus-sama! ¿Cómo llegó usted aquí? Si hace un momento yo estaba...
Amapola se miró frente al espejo, estaban en el Valle de Espinas, ella llevaba puesto un vestido tradicional de su nación, un vestido que solo la realeza tenía el privilegio de portar, sintió sus mejillas calentarse.
Sin más, hizo una reverencia y agachó la cabeza con notable disgusto.
—. Perdone esta ofensa, joven maestro, las plebeyas como yo no deberían usar este tipo de ropa, por favor indíqueme el camino a mi habitación, nunca había estado en esta parte del castillo.
Malleus la miró con una ligera sonrisa
— ¿Aun no lo entiendes? —el dorm head se acercó a ella y sujetó su mano, depositando un beso sobre esta—. Estamos en el valle de los sueños, Amapola, aquí todo es posible.
El hada, con solo imaginarlo, los hizo aparecer en las afueras del castillo.
—No lo entiendo, ¿acaso...? —comenzó a atar cabos, claro, a eso se refería la loca cuando le dijo todo ese discurso de lo que no podía ser y demás—. Lord Malleus, es que acaso, ¿es posible venir aquí con un hechizo?
El mayor se llevó una mano a la barbilla, pensativo, alejándose un poco de ella.
—Si con venir aquí te refieres a dormir, sí, aunque solo magos muy poderosos tienen conciencia dentro de este lugar, pero, tú estás en MÍ sueño, y eso tiene que ser por intervención mágica, puedo preguntar, ¿cómo llegaste aquí, Amapola? —la sonrisa coqueta de Malleus la desestabilizaba mucho, pero este no era el momento de sentir mariposas en el estómago.
Su mente le decía que si contaba toda la verdad quedaría en ridículo, pero algo dentro de ella le pedía a gritos que confesara todo lo que ocultaba, era como un calor en su corazón. Se metió las manos en los bolsillos, topándose con un paquetito pequeño en uno de estos, lo sacó, este estaba acompañado de una notita.
"Las penas con pan son más fáciles, suerte. LC". Miró aquello todavía incrédula, era, era...
— ¿Qué es eso? —preguntó Draconia. Ella guardó la nota en su bolsillo y abrió el paquete donde aguardaba aquel dulce, comiendo la mitad y ofreciéndole la otra a Malleus.
Se sintió segura, muy segura.
Pasaron un rato conversando, Amapola le contó todo a Malleus con lujo de detalles, y de no ser porque era bastante distraída, se habría dado cuenta del pequeño sonrojo del dragón faérico, durante toda la charla, ambos compartieron de toda la comida que sus mentes podían imaginar, e incluso bailaron al son del violín de Malleus, fue muy bonito.
—Y-yo, sé que es imposible que algo ocurra entre nosotros, estoy segura de que este sentimiento es meramente platónico, pero me siento bien de haberme liberado de esa carga.
La mano del contrario se apoderó de la suya, Amapola lo miró a los ojos, aquellos ojos verdes que la habían enamorado—. Tienes razón.
Crack. Ese fue su corazón rompiéndose.
—Hay muchos impedimentos y, aunque me siento halagado, no son correspondidos tus sentimientos, lo siento, Amapola —ella bajó la cabeza, triste y apenada—. Tal vez lo nuestro no pueda ser, pero toma esto como parte de mi gratitud, sé que algún día conocerás a alguien que te ame con locura, Amapola, pero mientras, puedes contar conmigo para cuidarte y ser tú confidente, lo prometo.
Ella agradeció sus palabras, no era mucho, pero estaba contenta. Tal vez encuentre a alguien a quien amar, tal vez no, pero se sentía feliz de poder compartir aquel lazo con Malleus.
Se puede amar desde la libertad.... Escuchó que le susurraron al oído, miró en todas direcciones, en busca de la voz de aquella que se hacía llamar LC, pero no la encontró.
—Comenzamos a despertar —le explicó Malleus, empezando a ser más consiente del mundo exterior. Él la miró a los ojos, y con lentitud se acercó a su cara, depositando un suave beso sobre su mejilla—. Hasta pronto, señorita Amapola.
Amapola sintió que podía morir ahí mismo.
[...]
—Y... ¿Quién hizo un buen trabajo, quien hizo un buen trabajo...? —canturreó la desconocida con una sonrisa de oreja a oreja.
—Muchas gracias, siento como si me hubieran liberado —Amapola se sentó sobre la cama, aun un poco desorientada.
—De nada, fue placer poder ayudarte, por cierto, nunca te dije mi nombre, soy Le Celestine, y muy pronto, este será mi templo del amor —Le Celestine hizo una reverencia, desapareciendo en ese instante, Amapola miró el lugar extrañada, había hecho varios cambios mientras ella estuvo dormida, ya había pintado y decorado las paredes en tiempo record.
Se levantó de la cama y se dirigió a la salida, con una sensación de júbilo recorriendo todo su cuerpo. Tal vez algún día, tal vez...
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Aquí damos un salto al pasado, antes de que Le Café Célestin existiera, ¿qué tal les pareció?
Me está gustando bastante esta historia, en próximo post voy a introducir uno de mis ships, eh.
ErxLee
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