2.- Lluvia.

Al pasar los días, me di cuenta de lo difícil que era su vida, tenía que despertar cuando los primeros rayos del sol aparecían, después de tomar un baño con agua fría, pues era parte de lo que tenía indicado su padre, desayunaba un régimen estricto de alimentos, bajos en grasas y altos en proteínas que hacían aumentar la libido, algo que estaba mal, pues al llegar al celo la agonía que podría producirse era el doble gracias esos alimentos, era como si quisieran torturarlo hasta morir, al terminar de tomar su desayuno, estudiaba, piano, violín, 3 tipos de idiomas diferentes, matemáticas, historia y entre muchas más cosas, al finalizar tomaba el té, sin ni un pedazo de dulce o galleta, pues esto aumentaría su masa corporal la cual debería mantenerse lo más bajo que se pudiera, con un aspecto femenino, después de aquel pequeño receso, debía poner en orden los papales correspondientes de la empresa de su padre, al finalizar estaba la comida, la cual podría ser de su gusto, pero en porciones pequeñas, después de aquello podía descansar por una hora, en la cual se dedicaba a estar sentando en un jardín trasero, pero mi deber era mantenerlo fuera de los rayos del sol, su piel tenía que tener ese tono blanco que lo caracterizaba, después seguía con los estudios, en la cena solo se le servía una porción de fruta y después de un baño caliente se recostaba.

No tuve tiempo de poder cruzar palabras, no me lo permitía, siempre esquivaba cualquier pregunta o conversación, pero sin embargo al mirarlo podía notar, la tristeza en sus ojos y la oscuridad que lo acompañaba.

Antes de marcharme de aquella fría habitación él siempre tomaba mi mano.

—No te vayas aun, tengo miedo, vete cuando me haya dormido, por favor —aquella suplica era lo único que podía tener.

No decía nada, solo me sentaba a un costado de la cama y tomaba su mano, hasta que él se durmiera.

Fuera de esa habitación mi corazón dolía, entendía mi papel, había aprendido hacerlo, saber que hacer, mantenerme al margen de todo, ser callado, pero por más que lo supiera mi corazón, anhelaba respuestas.

—Alec, ¿Por qué tiene ese régimen?, si sigue así, podrá sufrir una desnutrición o un desmayo por cansancio —pregunté

—El joven amo se esfuerza el doble que cualquiera para ser aceptado en el mundo donde nació, nuestro deber no es cuestionarlo, es ser el apoyo que necesita —respondió

—Si entiendo, pero es muy cruel —pronuncié con tristeza

—¿Sabes el por qué tantos mayordomos han pasado por el cuidado del joven? —preguntó, por lo cual solo respondió moviendo mi cabeza —es que no importa, que tan inhumano seas, o que tan fuerte pueda ser tu deber, cuando vez a una persona suplicar, ser lastimada y odiada por sí misma, es inevitable no entrometerse, muchos de lo que llegaron le tomaron aprecio al joven, pues a muchos de nosotros nos ayudó, cuando se quedó a cargo de la casa, busco a personas para que ayudaran en aquel deber, fue entonces que fuimos ayudados por él, sacados de la calle y de la miseria, por lo cual es difícil no sentir empatía por su sufrimiento, pero por ello debimos aprender a solo observar, no te involucres más de lo que debes, o terminaras solo sufriendo —termino con una sonrisa.

No lo entendía del todo, pero poco a poco comencé a solo observar y fue entonces que el día llego, la etapa de celo.

El fuerte olor a flores muerta inundo el lugar, muchos de los trabajadores del lugar comenzaron a sentirse mal, así que, con mi deber de cuidarlo, fui a su habitación y lo encontré ahí tirado.

—Duele, duele, duele —se repetía mientras tocaba su cuerpo

—Necesita las pastillas, joven amo —indiqué intentando soportar aquel aroma

—No, necesito ayuda, Alec ya sabe que hacer —dijo con voz entre cortada

—Déjame ayudarle —pregunté tocando con suavidad su cuello

—Tu más que nadie el mundo, es al que menos quiero aquí —respondió su voz agonizaba

—¿Por qué?, ¿tanto me odia? —pregunte acariciando su cuello con suavidad

—¿Odiarte?, no... jamás podría hacer eso... tu eres tan puro... yo no quiero ensuciarte con mis manos —acarició mi rostro —soy feliz de que me hayas encontrado...

Cuando aquellas palabras que salieron de su boca, pude entender, él aun me recordaba, mis manos intentaron alcanzarlo y fue encantes que las puertas de aquel sueño se abrieron de golpe.

—Tómenlo y llévenlo, el Sir Laufey le tiene preparado una sorpresa —un hombre de aspecto frio pronunció, por lo cual otro hombre tomo su pequeño cuerpo, Loki se aferró a él, como si supiera que pasaría.

Mi piel se erizo como un lobo a punto de atacar.

—¿Dónde se llevan a mi amo? —pregunté con ferocidad en la voz

—Así que tú eres el nuevo, como es la primera vez para ti, lo diré solo por esta vez, el Sir Laufey, el señor de esta casa y dueño de aquel joven, cada vez que entra en celo, le tiene reservada una habitación especial, donde tiene reservada su cura —sonrió burlonamente —la cual es un grupo de alfas de elite de importancia para el Sir Laufey, para ponerlo en claro —volvió a sonreír —es la moneda de pago para sus deudas.

Mi mente se nublo y el primer golpe fue en automático, el tipo cayo con la boca llena de sangre, se limpió esta para luego reírse.

—No importa cuando te molestes, a tu joven amo le gusta.

Mire a Loki que era sostenido en los brazos de aquel hombre y solo me miro, con aquellos ojos verdes, en agonía y tristeza.

—Está bien Thor, en un par de días volveré, por lo cual por favor espérame.

No importa cuantas personas lo repitieran, yo sé muy bien que incluso con una sonrisa falsa, a él no le gustaba nada de lo que pasaba, estaba siendo sostenido por cadenas.

Y entonces aquellas palabras que alguna vez dije: "Yo te cuidare", resonaron en mi mente, el cielo se nublo y la lluvia cayo, cubriendo mis lágrimas.

—Te prometo amor mío, que yo te cuidare y se salvare... como aquella promesa...

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