Capítulo Dieciocho
[Lo del dibujo pasó durante la tarde, 👀 lo iba a escribir, pero sentí que matarían a Henrick¿?]
En la noche, tal y como fue ordenado por Henrick, Física se fue a la habitación de este, sentándose en la cama bebiendo un poco de vino mientras esperaba al mayor, mantenía una expresión seria, relajada y bastante fría. No recordaba a sus padres. No recordaba a Gold Jr, no recordaba mucho de su vida, sólo sabía que tenía una familia a parte de su querido abuelo, pero... Era sorprendente lo mucho que había cambiado en tan sólo unas cuantas semanas. No sonreía, no reía, no cantaba...
No era él mismo, era la viva imagen de lo que Henrick quería que fuera, era la imagen de perfección que habían inculcado en Henrick, era la imagen de lo que Henrick quería que fueran Gold y Golden...
Si bien consiguió que Gold fuese más "hombre", no había conseguido que este fuese del todo fiel a su familia, no había conseguido que estuviese con él siempre... Pero, no iba a dejar que Física, o más bien, Henrick Jr, se fuera de su lado, tuviera que hacer, lo que tuviera que hacer.
—Estas aquí muy temprano...—Dijo el rubio mayor cuando entró en su habitación, sonriendo cuando vio a su nieto allí, sentado, bebiendo vino y esperándole con calma.
—Es lo que usted pidió—Respondió el menor, tranquilamente mientras dejaba la copa a un lado, levantándose y acercándose a él mientras mostraba su expresión tranquila—¿No es así?
—Exactamente...—Respondió, el mayor se quitó la corbata, mirando al menor con una sonrisa satisfecha por lo que había logrado hacer su trabajo con él.
—¿Que es lo que necesita?—Preguntó Henrick Jr, sintiendo la mano del mayor en su mejilla, dándole caricias suaves, pero que obviamente, no dejaba de ser algo perversa.
—Sígueme. Nos falta una cosa antes de terminar...
Juntos fueron a la oficina de Henrick, quien había estado ignorado los últimos mensajes y llamadas de Frank, quien le pedía y rogaba que pudieran verse, rogaba porque dejase a Física, rogaba porque pudieran verle... Detener la boda, pero daba igual.
"Quitate la ropa" Ordenó cuando llegaron, sonriendo cuando el menor le obedeció sin ninguna duda, dejando su ropa en el suelo sin mucha importancia, en su blanco cuerpo podían verse ligeras marcas, mordidas, azotes...
El anterior llamado Física se recostó en la cama, de pecho contra esta, alzando su cadera de manera tranquila y relajada, confiando en lo que sea que estuviese por hacer su abuelo. Henrick sonrió con la obediencia del menor, sacando de la chimenea, que tenía a un lado, una varilla de metal que había estado calentando, iba a marcar al menor.
La piel de este seguía siendo delicada y suave, el abuelo se puso encima suya, rozando su leve erección con el trasero del menor, besando su hombro y subiendo lento a su cuello, escuchando el suave suspiro que había soltado al contrario.
—Te falta la marca de los Golden...—Susurró, separándose lentamente y dirigiendo con rapidez la punta de aquella varilla a una de las nalgas del menor, quemando su piel.
Física mordió sus labios con fuerza, soltando pequeñas lágrimas debido al dolor que sintió en ese momento, aunque, no iba a negar que se sentía bien aquel dolor causado por su abuelo, era placentero incluso.
Henrick alejó aquel metal de la piel del contrario, apreciando la marca que le hizo al menor, dejando la varilla en el suelo, agachándose y pasando su lengua por la nueva cicatriz del contrario.
—Buen chico...—Susurró, acariciando sus piernas, sonriendo más satisfecho aún, por lo segundo que escuchó.
—Quiero hacerlo...—Susurró el rubio menor, alzando ligeramente su trasero—Necesito sentirle dentro señor...
—Muy bien, es tu premio por ser buen chico.
Respondió el mayor, acariciando su entrepierna, masturbándose lentamente para comenzar a erectarse mejor.
Mientras Henrick se encargaba de terminar de matar la poca inocencia de su nieto, Frank estaba hablando con Fred y Freddy, queriendo que ambos le diesen alguna idea para poder acercarse a Henrick, para poder ver a Física y ayudarlo a volver a ellos, a su familia que sin dudas, iba a cuidarlo y protegerlo nuevamente.
—No lo sé padre...—Dijo el azabache menor, suspirando mirando curioso a su esposo.
—¿A donde vas...?—Preguntó Frank al notar como Gold, vestido elegantemente, se acercaba a la salida de la mansión donde estaban viviendo.
—Tengo una reunión ahora, volveré luego—Respondió serio y tranquilo.
Cunado se despidió correctamente de Fred, pudo salir subiendo al auto, tomando aire y comenzando a conducir hacía la mansión de su infancia.
Hacía donde su padre y su sobrino estaban viviendo. Estaba con una ansiedad bastante grande, la necesidad de sentir ciertas cosas... Era algo que no podía soportar, era algo que su padre le había dejado como una maldición marcada a flor de piel en todo su cuerpo desde hace años...
Necesitaba a Henrick
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