Capítulo Cinco
Fred...
Ya no sabía que más hacer para seguir manteniendo unida su familia, entendía ambos puntos de vista, el de su pareja y el de su hijo. Entendía que Gold prefería encerrarse para solucionar los problemas de la empresa, todo para mantener al anciano alejado de él y de Jr. Ya que...
No era secreto para los padres que gracias a la rebeldía de Golden, el abuelo había tomado cartas en el asunto amenazando a un pequeño Física de menos de 2 años de edad con llevárselo. Y Gold prefirió seguir trabajando antes que poner el riesgo a Gold Jr. Al menos era la excusa que tenía para la ausencia del albino en la casa.
Y sobre su hijo... Bueno, era obvio, se sentía dejado de lado, como si no fuera importante, Fred entendía a ambos. Eran su familia después de todo y por ello no dejaba de llorar debido a la desesperación. ¡Su familia no podía ser tan...! Ni siquiera encontraba palabras para poder describirlo...
Gold Jr bajaba las escaleras cuando escuchó los sollozos venir del comedor, alzó una ceja con curiosidad pero sólo bufó tomando las llaves, avisándole al viejo Jeffrey que saldría a casa de sus tíos y de Física. Pero antes de que pudiera salir por la enorme puerta, escuchó la voz del azabache, suspiró para girarse. Estaba demasiado confiado en que lloraba sólo por otra absurda pelea con su padre.
-N-No... No tienes que irte...-murmuró el mayor sin levantar su cabeza mientras intentaba callar el llanto, nunca se consideró alguien débil pero la situación de su familia no era fácil de sobrellevar- Por favor Jr... quédate conmigo hoy... por favor...
-Pero...
-Í-Íbamos a cenar juntos... ¿Recuerdas...?-preguntó limpiándose los ojos y le sonrió levemente tomando sus manos temblando un poco.
-Si... juntos, con papá...
-Acompañame tu... por favor...-pidió, abrazando a su hijo el cual ya estaba sobrepasando su altura, sonrió levemente.
El menor suspiró y sin decir nada simplemente asintió, correspondiendo algo débil al abrazo que le daba el azabache, cerrando lentamente sus ojos. Se había dado cuenta que lo lastimaba actuando de aquella manera con su padre, no quería oírlo llorar, le dolía oírlo mientras se culpaba de ser una familia disfuncional.
-Perdón...-murmuró el hijo, acariciando de manera sutil y suave el cabello oscuro de quien le había dado la vida.
-¿Por qué...?-preguntó Fred, sonriendo levemente al alzar un poco su mirada.
En esos momentos sus mejillas se ruborizaron un poco y rió, no alcanzando a oír la respuesta de su hijo por las disculpas que este le estaba pidiendo, el menor lo miró algo confundido por las risas que este estaba soltando en esos momentos.
-L-Lo siento hijo...-dijo sonriendo y limpiándose el rostro con sus manos- Es sólo que... en serio... te pareces demasiado a tu padre...
-Ya lo sé... me lo has dicho seguido...-respondió el menor- ¿Y... entonces vamos a cenar?-preguntó para cambiar de tema.
Fred asintió a lo dicho por su hijo, sonriendo mucho más calmado y tomando su mano, besándole la mejilla mientras le susurraba lo mucho que lo quería y que sin importar cuanto tiempo le tomase, haría que su familia se volviera más unida.
-Yo prometo intentar de hacerlo enojar-respondió con algo de sarcasmo, riendo tenuemente para entrar en la cocina.
Justo iban a comenzar a comer, cuando la voz del mayor se escuchó desde la puerta. Fred sonrió cuando lo vio y Jr sólo pudo suspirar para mostrarse tranquilo con la propuesta de su padre. No encontraba nada de malo el salir con su familia a cenar, además... No podía negarse cuando el albino básicamente le tocó el hombro rogándole que fueran juntos, y por sobre todo, por la sonrisa alegre del azabache.
Mientras que aquella familia salía a cenar, Física seguía haciendo sus tareas, mirando de vez en cuando la televisión donde estaban pasando su programa favorito, aunque fuera algo infantil y su padre se burlase un poco de él, pero no le molestaba, ya se había acostumbrado y sabía que su padre no era como los otros, no lo iba a juzgar ni a alzarle la mano por algo que hiciera o dijera mal.
Freddy los miraba desde lejos, intentando asegurarse de que ambos estuvieran haciendo sus cosas mientras preparaba unos cupcakes y otros dulces para el desayuno, pues la cena ya estaba casi lista y no quería quedarse sin hacer nada.
-¡Terminé y antes que tu!-exclamó el rubio de cabello más largo, riendo alegre y mostrando su cuaderno con la tarea ya lista.
-¡Felicidades!-gritó el castaño desde la cocina riendo levemente- Ahora ven por tu premio antes de que papá lo haga por ti.
-¡Si!
Alegremente el menor se levantó para ir corriendo a tomar el pastelillo con decoraciones de colores y un unicornio de dulce decorando la punta. Pero gracias a esa distracción, al rubio de ojos grises se le ocurrió algo que en cierto modo era algo malvado.
Bloqueo todo canal donde pudieran transmitir algo relacionado con los unicornios y se levantó, mirando a su pareja y a su hijo hablar alegremente. Sonrió, era la familia que siempre había querido tener, aunque a veces se hicieran ese tipo de bromas.
Para Golden fue divertido oír el grito desesperado, de pánico y el drama que se armó Física cuando no pudo sintonizar su programa favorito. Pero a diferencia de su hijo que pasó cerca de una hora en su drama, Freddy sólo suspiró para pedirle de favor que dejase de hacer eso, o sino su hijo terminaría o volviéndose loco o haciéndose un dramático de primera.
-Tu sabes cual es la contraseña~-mencionó con cierta burla mirando los ojos azules algo acuosos de su único hijo.
-¿Lo sé?-preguntó dudoso, había intentado con cada código posible. Sus cumpleaños, sus fechas de nacimiento, números favoritos, signos del zodiaco, comidas, juegos y juguetes. Y eso incluía los sexuales que conocía de sus padres.
-Claro que si pequeño~-la sonrisa burlona de su padre fue cambiando poco a poco a una comprensiva y relajada, recordándole lo que habían estado hablando hace algunas horas.
-Y-Yo...
-¿Quien te gusta?-preguntó directamente Freddy, como si supiera de que estuvieran hablando ambos rubios, pero lejos de mirarlos con una sonrisa burlona, juguetona, etc... era con una expresión seria.
-N-No es nadie...-respondió el menor desviando la mirada, antes de que pudieran decirle algo más, salió del comedor/cocina y fue hacía el sofá, escribiendo el nombre de su primo con timidez y sus mejillas algo ruborizadas.
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A la mañana siguiente, ambos chicos se dirigieron a la escuela juntos, en el auto del albino, el rubio menor preguntó sin dudarlo de porque ambos estaban tan tranquilos, se les veía muy felices. Pero no hizo falta respuesta, pues lo notó en la mirada de su primo que las cosas estaban yendo por buen camino al fin.
Al bajarse del auto ambos jóvenes se despidieron del mayor, entrando tranquilamente en la escuela. Desde allí pudieron notar a la siempre enérgica y sonriente Gloria algo deprimida mirando a la nada apoyándose en uno de los arboles que adornaba la entrada de la escuela.
Se acercaron a ella, siendo Gold Jr el primero en hablar.
-¿Sucede algo?
La de cabellos granate pareció volver en si de un profundo pensamiento, pasó una mano por sus ojos y les sonrió levemente asintiendo.
-Si, sólo un chico se me confesó y... bueno, tuve que rechazarlo...-mencionó sonriendo con pena.
Pero... aunque Jr se tragó aquella excusa y la invitó a comer algo en la cafetería de la escuela, Física les miraba desde un lado, sonriendo también y respondiendo a las preguntas que le hacían o agregando algún comentario divertido para hacer reír.
Algo raro pasaba con la morena, no sabía porque tenía aquel mal presentimiento en su pecho. Sujetó por instinto la larga coleta que tenia, pasando sus finos dedos por entre su cabello, como intentando calmarse de algo que su subconsciente había pensado...
O, quizás hubiera quedado mejor la palabra...
Recordar...
Pero bueno, Física Hendrick Golden Fazbear era un bebé cuando las cosas sucedieron. Ni aunque quisiera podría recordar algo concreto para poder explicarse.
¿Por qué no puede volver a ser?
...
Quisiera que el tiempo se detuviera...
Porque temo convertirme en adulto...
-¡Hey, Física!-gritaron Gloria y Gold Jr, agitando sus manos delante de los ojos azules del rubio, se habían callado hace como unos cinco minutos cuando notaron las lágrimas en las mejillas del otro.
-¿Q-Que sucede...?-preguntó el afectado algo confundido.
-Yo...-la morena parecía querer hablar y decirle algo importante, pero...
-Estabas llorando-interrumpió el de cabellos rubio opaco con seriedad-¿Te sientes bien?
-Si... tranquilos ¡Vamos a comer antes de que comiencen las clases!
Gritó riendo, se limpió las lágrimas y tomó de las manos a los otros dos, para llevarlos corriendo hacía la cafetería entre risas y algunas bromas por las quejas de estos dos.
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