🔞Smoker x Rose🔞
Pedido por Danyr520
Tema: mundo One Piece.
Bestia: Smoker humano y Rose hamster.
Tipo de contenido sexual: Daddy Kink.
Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual. Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia.
LINDA KEMONOMIMI
—¡¿Dónde está?!
El grito del capitán alertó a todos los marines presentes en el barco, quienes rápidamente formaron fila para recibirlo. Tashigi, su mano derecha, vio a Smoker, uno de los vicealmirantes, salir de su despacho con un humor de perros y una expresión de preocupación.
—¡S-Smoker-san! —lo llamó con cautela—. ¿Q-Qué le preocupa? —preguntó suavemente.
—¡¿Dónde está ella?!
Tashigi comprendió a quién se refería Smoker e intentó calmarlo.
—S-Seguramente está escondida; ya sabe, comiendo para que nadie la vea.
—¡No me importa, Tashigi! —gritó Smoker, con una vena palpitante en la sien, mientras miraba en cada rincón de la proa.
—S-Smoker-san sabe que Rose es insegura con su...
—¡No digas nada de su cuerpo! ¡Si alguien se atreve, lo tiraré por la borda!
Todos quedaron mudos. Smoker era muy protector con cierta Kemonomimi que le había cautivado el corazón desde que la vio por primera vez. Una criatura peculiar e inocente que no podía estar en manos de otros, salvo él, quien se consideraba su Alfa y ella su Omega. Entrar en un terreno peligroso como ese significaba la muerte para algunos.
Entonces Smoker escuchó unos pequeños sonidos de roedor. Vio en el suelo a una pequeña hámster de color cobrizo y ojos verdes esmeralda. El peli-blanco se alivió al encontrarla y la tomó con mucho cuidado entre sus manos.
—¿Dónde has estado? Me tenías preocupado —preguntó suavemente, mientras acariciaba la pequeña cabeza de la roedora.
A veces, Smoker tenía comportamientos casi bipolares.
—¿V-Ve? Le dije que estaría bien —balbuceó Tashigi con una sonrisa.
—¡Tashigi, ordena que estos idiotas hagan mil flexiones!
—¡¿Eh?! —exclamaron todos.
—S-Smoker-san...
—¡Es una orden!
—¡Sí, señor! ¡Hagan caso al vicealmirante! ¡No sean gandules!
Todos obedecieron la orden mientras Smoker regresaba a sus aposentos con la pequeña Rose. La Kemonomimi tenía la habilidad de convertirse en un hámster, ya que pertenecía a esa tribu. Ella se escondía de todo el mundo para comer con tranquilidad y evitar ser juzgada por su apariencia.
Una vez dentro, Smoker la dejó en la cama y tomó una silla para sentarse frente a ella. La roedora lo miraba con atención.
—¿Cuánto tiempo vas a estar así transformada?
Ella emitió un ruido y giró la cabeza, ignorándolo por completo.
—Oye, no deberías tratar así a tu Daddy —gruñó con voz ronca.
A Rose le dio un escalofrío y chilló bruscamente, como si le estuviera diciendo muchas barbaridades. Smoker solo rió.
—Rose, vuelve a tu estado natural. Así no podré abrazarte.
Ella infló los mofletes con molestia. No tuvo más remedio que transformarse, mostrando su cuerpo curvilíneo y redondeado, su barriga oculta bajo la ropa, sus pechos generosos, su cabello ondulado y cobrizo, sus ojos verdes esmeralda y esas pecas que tanto le gustaban a Smoker.
—¿Contento? —preguntó ella, intentando agachar sus orejas de hámster.
—Así me gusta verte, mi ratoncita. —Él se acercó para robarle un beso, pero ella se negó—. ¿He hecho algo que te molestara?
—Sabes bien que no me gusta que me llames cuando estoy intentando comer. Y menos aún, cuando se trata de mi cuerpo. No quiero que la gente piense que...
—Me da absolutamente igual lo que opinen los demás —la interrumpió—. A mí me gustas tú. Es a mí a quien debes escuchar.
Ella sabía bien que Smoker era una persona sincera ante todo. Nunca le había desagradado su cuerpo y siempre mostraba molestia cuando la gente hablaba a sus espaldas. Él era su Alfa y la protegería de cualquier desalmado.
—Yo no te cambiaría por nada —continuó, queriendo dejar claros sus sentimientos.
—... Eres raro.
—¿Eh?
—Eres el hombre más rudo y serio que he conocido, y aun así... te comportas como un enamorado conmigo. No es propio de tu personalidad —dijo con las mejillas sonrojadas.
—Bueno... No me gusta la cursilería, eso lo admito. Pero no puedo ignorar lo que siento, y más cuando se trata de la Omega que me gusta.
—N-No sigas —le sugirió, sabiendo a dónde iba.
—¿No puedo decir que me gustan tus pechos cuando...?
—¡Te he dicho que te calles! —le chilló, tomando la almohada para golpearlo, pero Smoker se disipó como humo gracias a su habilidad.
—Me gusta verte enojada —rió con diversión.
Rose dejó caer la almohada y cruzó los brazos, mirando a Smoker con una mezcla de frustración y cariño.
—Eres imposible —murmuró, aunque una pequeña sonrisa se asomaba en sus labios.
Smoker volvió a materializarse frente a ella, esta vez con una expresión más seria.
—Rose, sé que a veces soy un bruto, pero quiero que sepas que siempre te protegeré. No importa lo que digan los demás.
Ella suspiró, dejando que su guardia bajara un poco.
—Lo sé, Smoker. Solo... a veces es difícil. No quiero que la gente piense mal de ti por mi culpa.
—No me importa lo que piensen. Lo único que me importa es que estés bien —dijo, acercándose para tomar su mano.
Rose sintió el calor de su mano y se relajó un poco más. Sabía que Smoker era sincero y que, a pesar de su rudeza, tenía un corazón enorme.
—Gracias —susurró, apretando su mano.
Smoker sonrió levemente y la atrajo hacia él, envolviéndola en un abrazo protector.
—Siempre, mi ratoncita.
Rose se acurrucó en su pecho, sintiéndose segura y protegida. Sabía que, con Smoker a su lado, podía enfrentar cualquier cosa.
La mezcla de habano y perfume de Smoker inundó los sentidos de Rose. Era un aroma agradable que demostraba la verdadera esencia del macho Alfa. Ella escuchaba los suaves latidos del corazón de Smoker, relajándose bastante, mientras él acariciaba con suma delicadeza su cabeza y su espalda, incluso aprovechando para tocar sus orejas, una zona sensible.
—N-No... —Ella escondió más la cabeza, evitando los dedos de Smoker.
—Me gusta acariciarlas.
—L-Lo haces para provocarme.
—Puede ser... Quiero jugar un poco con mi baby —susurró cerca de su oído.
Las manos de Rose, apoyadas en el pecho de Smoker, lo alejaron un poco. El hombre tomó sus muñecas con mucha delicadeza y, antes de que la joven Kemonomimi pudiera hablar, sus labios fueron sellados con un beso. Su cara se volvió roja, casi del mismo color que su cabello.
Rose se quedó inmóvil por un momento, sorprendida por el beso de Smoker. Sin embargo, pronto se relajó y cerró los ojos, dejándose llevar por el momento. Cuando finalmente se separaron, ambos se miraron a los ojos, respirando con dificultad.
—Eres un tonto —murmuró Rose, aunque una sonrisa juguetona se asomaba en sus labios.
—Y tú eres mi tonta favorita —respondió Smoker, acariciando suavemente su mejilla.
Rose no pudo evitar reírse. A pesar de su rudeza y seriedad, Smoker siempre encontraba la manera de hacerla sentir especial y amada.
—¿Sabes? —dijo ella, apoyando su cabeza en su pecho nuevamente—. A veces me pregunto cómo es posible que alguien como tú se haya enamorado de alguien como yo.
Smoker la abrazó con más fuerza, como si quisiera protegerla de cualquier duda o inseguridad.
—No hay nadie como tú, Rose. Eres única y eso es lo que me encanta de ti.
Ella sonrió, sintiéndose más segura y querida que nunca. Sabía que, con Smoker a su lado, podía enfrentar cualquier desafío que la vida le presentara.
—Gracias, Smoker. Por todo.
—Siempre, mi ratoncita. Siempre.
¿Qué más podía pedir? Ya tenía al hombre de sus sueños. Su felicidad parecía completa, como un rompecabezas perfectamente ensamblado.
Pero un suave jadeo escapó de sus labios cuando sintió las manos fuertes de Smoker posarse en su trasero El rostro de Rose se encendió con un rubor intenso, como si fuera el atardecer en su piel. Smoker era un hombre de contrastes: rudo en ocasiones, tierno en otras, pero con una veta de pasión que fluía como un río subterráneo.
—S-Smoker —susurró Rose, su voz temblorosa como una hoja al viento cuando él comenzó a acariciarla con más intensidad.
—Sabes que me hechizas —murmuró él cual lobo—. Resistirme a ti es como intentar detener la marea.
—Es... es pleno día —protestó débilmente Rose, mientras él trazaba un camino de besos por su cuello, encendiendo chispas en su piel—. Alguien podría oírnos y... ni siquiera estoy en época de celo.
—¿Acaso el amor necesita horarios? —preguntó Smoker, empujándola suavemente hacia la cama, sus ojos brillando con deseo y ternura.
—S-Smoker... —repitió ella, su nombre es una mezcla de súplica y anticipación.
—Puedo sentir tu deseo, baby —susurró él, acariciando su mejilla—. Es como música para mis sentidos. ¿Te gusta cuando te demuestro cuánto te amo?
Rose sintió que su corazón latía con fuerza, como un tambor desenfrenado en su pecho. La mirada intensa de Smoker la envolvía, haciéndola sentir vulnerable y poderosa al mismo tiempo.
—Yo... —comenzó ella, su voz apenas tenía un susurro—. Sabes que sí que me encanta.
Smoker sonrió con una sonrisa que mezclaba ternura y deseo en partes iguales. Sus dedos trazaron el contorno de su rostro, como si estuviera memorizando cada curva, cada línea.
—Eres hermosa, Rose —murmuró—. No solo por fuera, sino por dentro. Tu alma brilla con una luz que me ciega.
Rose sintió que se derretía bajo sus palabras, bajo su toque. Cerró los ojos, dejándose llevar por la sensación.
—Smoker, yo... —comenzó pero las palabras se ahogaron en su garganta cuando sintió los labios de él rozar los suyos.
El beso fue suave al principio, como el aleteo de una mariposa, pero pronto se volvió más intenso, más apasionado. Rose enredó sus dedos en el cabello de Smoker, acercándolo más.
Cuando finalmente se separaron, ambos jadeaban suavemente. Smoker apoyó su frente en la de ella con sus ojos cerrados.
—Te amo, Rose —susurró—. Más que nada en este mundo.
—Y yo a ti, Smoker —respondió ella, su voz cargada de emoción—. Siempre.
En ese momento, el mundo exterior dejó de existir. Solo estaban ellos dos, envueltos en su burbuja de amor y pasión, perdidos en la mirada del otro, en el calor de sus cuerpos. El tiempo pareció detenerse, congelando ese instante perfecto para siempre.
Los besos y las caricias seguían continuando, escuchando los leves gemidos de Rose mientras ella se aferraba a la espalda del Alfa. Ancha y perfecta para abrazar. Leves mordidas sentía en su cuello porque a Smoker le gustaba marcar su territorio no deseando que su Omega se fuera con otro.
Poco a poco las ropas de Rose iban desapareciendo quedándose desnuda. Ella todavía cubre su cuerpo con los brazos por temor a su cuerpo curvilíneo y redondeado a causa de su pequeña obesidad. No obstante, eso a Smoker le importaba poco porque le gusta tener entre sus manos más carne de lo habitual.
Sus lamidas son provocativas; la espalda de Rose está arqueada para recibir ese trato. Ella soltó un chillido agudo al sentir la boca caliente de Smoker torturar su pecho izquierdo, jugando con su pezón y areola; con el otro, lo masajeaba con su mano.
—S-Smoker —gimoteó.
—Sabes bien qué debes llamarme de la otra manera.
—D-Daddy —lo dijo con mucha vergüenza.
—Esa es mi niña.
El cuerpo de Rose temblaba de anticipación mientras Smoker continuaba devastándola. Sintió que sus dedos apretaban sus caderas, acercándola más a su poderoso cuerpo. El sabor de su dominio se mezclaba con el aroma de su pasión llenaba el aire, alimentando su deseo.
Pero incluso en medio de su intenso encuentro, un destello de vacilación cruzó la mente de Rose. No podía negar el abrumador placer que corría por sus venas, pero todavía había una parte de ella que se preguntaba si realmente estaba lista para ese nivel de sumisión.
Smoker percibió su reticencia y se detuvo un momento, mirándola a los ojos.
—¿Estás bien, baby? —preguntó con la voz llena de preocupación y deseo.
Rose asintió, intentando dejar de lado sus dudas.
—Sí —suspiró, con determinación en sus palabras—. Quiero esto.
Una sonrisa burlona se dibujó en la comisura de los labios de Smoker mientras se acercaba más y le besaba apasionadamente los labios. Sus lenguas danzaban al unísono mientras sus cuerpos se movían juntos con un ritmo embriagador.
Las manos de Smoker recorrieron el cuerpo de Rose, trazando las curvas que ella consideraba poco atractivas. Se rió en voz baja, una risa que le provocó escalofríos en la espalda.
—¿Crees que eres demasiado para mí? —le susurró al oído, con la voz llena de sarcasmo.
Rose dudó un momento, sin saber cómo responder. Siempre se había preocupado por su apariencia, pero Smoker parecía ver algo diferente. Era una sensación extraña: sentirse deseada a pesar de sus defectos percibidos.
Con una mezcla de reticencia y curiosidad, asintió lentamente.
—Supongo que no —admitió con un dejo de desafío.
Smoker sonrió con picardía antes de inclinarse para capturar uno de los pezones de Rose entre sus labios. Lo chupó suavemente al principio antes de aumentar la presión, lo que la hizo jadear y arquear la espalda. La sensación envió oleadas de placer por todo su cuerpo.
—¿Te gusta eso? —preguntó Smoker con una sonrisa mientras cambiaba al otro pezón.
Rose gimió en respuesta, incapaz de formar palabras mientras él continuaba atormentando y provocando su sensible piel. La mezcla de dolor y placer era embriagadora, empujándola cada vez más cerca del borde.
Los labios de Smoker recorrieron el cuello de Rose, dejando un rastro de besos húmedos a su paso. Llegó a sus pechos, ahuecándolos con firmeza con las manos mientras tiraba de los sensibles botones. Rose gimió en voz alta, sus caderas se sacudieron contra él, ansiando más.
—Estás tan jodidamente buenorra —gruñó Smoker, con la voz llena de deseo—. No puedo esperar a follarte hasta que grites mi nombre.
La vacilación de Rose resurgió, pero la dejó de lado una vez más. Eso era lo que quería: entregarse por completo a la presencia dominante de Smoker. Quería sentir su tacto y saborear sus besos por todo su cuerpo.
—Por favor, Daddy —suplicó, con la voz cargada de necesidad—. Dame todo lo que tienes.
Smoker sonrió con sorna, sabiendo exactamente cómo sacarle los nervios a Rose. Se inclinó y le susurró al oído; su aliento caliente le provocó escalofríos en la columna.
—Oh, baby —murmuró seductoramente—. No tienes idea de lo que te espera.
Con esas palabras colgando entre ellos como una descarga eléctrica, Smoker desvió su atención hacia la mitad inferior de Rose. Le abrió bien las piernas y enterró la cara entre ellas, inhalando profundamente.
La lengua de Smoker salió disparada y acarició el clítoris hinchado de Rose. Podía sentir el calor que irradiaba su centro, una mezcla embriagadora de excitación y desesperación. Sus labios se curvaron en una sonrisa maliciosa mientras la provocaba con besos suaves, disfrutando de la forma en que ella se retorcía debajo de él.
—Por favor, Daddy —gimió Rose, con una mezcla de placer y desesperación en su voz—. Necesito tu boca sobre mí.
Smoker se rió entre dientes con picardía, mientras sus dedos trazaban círculos perezosos a lo largo de la parte interna de los muslos de Rose.
—Eres muy impaciente, ¿no? —se burló, con la voz llena de sarcasmo—. ¿Crees que te voy a dar lo que quieres sin luchar?
Rose se mordió el labio, dividida entre querer más y contenerse. Siempre había dudado a la hora de ceder el control, pero había algo en Smoker que la hacía desearlo.
—Por favor —volvió a suplicar, con desesperación en sus palabras—. No puedo soportarlo más.
Smoker sonrió y se apartó lentamente de los suaves pliegues de Rose. Sus ojos se clavaron en los de ella, desafiándola a mirarlo a los ojos.
—¿Crees que puedes con ello? —se burló, con una sonrisa burlona en los labios.
Rose dudó un momento, su mente se llenó de deseos contradictorios. Nunca antes había experimentado ese nivel de dominio, y la idea de entregarse por completo la excitaba y aterrorizaba al mismo tiempo. Pero había algo en Smoker que la hacía desearlo: la forma en que él traspasaba sus límites, la desafiaba y la hacía sentir viva de maneras que nunca pensó que fueran posibles.
Con una mezcla de renuencia y determinación, Rose asintió lentamente.
—A la mierda —murmuró en voz baja—. Estoy lista.
Smoker se rió entre dientes antes de alcanzar la botella de lubricante que estaba en la mesita de noche. Echó una cantidad generosa sobre sus dedos, cubriéndolos de lubricante. Mientras se colocaba entre las piernas de Rose, sus ojos no se apartaban de los de ella en ningún momento.
—¿Quieres que te folle duro? —preguntó Smoker con voz cargada de sarcasmo mientras rozaba su entrada.
Los ojos de Rose se abrieron de par en par ante la sugerencia de Smoker, una mezcla de miedo y deseo recorrió sus venas. Dudó por un momento, contemplando las consecuencias de sus palabras. La idea de ser follada brutalmente por él la emocionaba y la aterrorizaba al mismo tiempo.
—¿Quieres que te folle sin miramientos? —repitió Smoker, con la voz llena de sarcasmo mientras rozaba su entrada—. ¿Estás segura de que estás lista para eso, baby?
Rose se mordió el labio, dividida entre el deseo de huir de la intensidad y el anhelo de la pasión pura que Smoker prometía. En el fondo, sabía que eso era lo que deseaba: el placer sin filtros que solo él podía proporcionar.
—Lo quiero —respondió finalmente, con la voz cargada de determinación—. Quiero que me tomes fuerte y rápido.
Smoker sonrió con picardía antes de presionar su pene contra los suaves pliegues de Rose. Los acarició sin piedad, acercándose cada vez más a su palpitante clítoris.
—Oh, mierda —gimió Rose suavemente, agarrando las sábanas con fuerza—. Por favor. No puedo soportarlo más.
Smoker sonrió con sorna, sus ojos brillaban con una mezcla de satisfacción y diversión.
—Oh, baby —se burló, con la voz llena de sarcasmo—. No tienes idea de lo que te espera.
El corazón de Rose se aceleró en su pecho cuando Smoker presionó la cabeza de su pene contra su entrada. Podía sentir el calor que irradiaba, enviando escalofríos por su columna vertebral. Su vacilación y renuencia lucharon contra el deseo abrumador que corría por sus venas.
—Por favor —volvió a suplicar, con la voz cargada de desesperación—. Te necesito dentro de mí.
Smoker se rió entre dientes antes de avanzar lentamente, centímetro a centímetro, con una angustiosa erección. Rose jadeó cuando él la llenó por completo, estirándose y llenando cada parte de ella. La sensación era intensa y abrumadora, una mezcla de placer e incomodidad que le daba vueltas la cabeza.
—Mierda —gimió Rose, agarrándose con fuerza a Smoker por los hombros—. No pares. No pares nunca.
Las embestidas de Smoker se hicieron más fuertes, cada una empujando a Rose más cerca del borde. Sus uñas se clavaron en su espalda, dejando marcas rojas a su paso mientras ella se rendía al abrumador placer que recorría su cuerpo. El dolor y el placer se entrelazaban, creando un cóctel embriagador que la hacía gemir incontrolablemente.
—Joder, Daddy —jadeó, con la voz llena de desesperación—. Por favor, lo necesito. Necesito que tu polla entre más profundamente en mí.
Smoker le sonrió con sorna, sus ojos brillaban con una mezcla de satisfacción y diversión. Disfrutaba del poder que tenía sobre Rose, del control que tenía sobre su placer.
—Eres mía —gruñó, con voz desbordante de dominio—. Y me aseguraré de que sientas cada centímetro de mí.
Con eso, Smoker intensificó el ritmo y embistió a Rose sin descanso. El sonido de piel contra piel resonó por toda la habitación, llenando el aire con una sinfonía de lujuria y deseo.
Rose arqueó la espalda, instándolo a que la penetrara aún más. Ansiaba esa intensidad pura, esa sensación de estar completamente consumida por la pasión.
—¡Sí! —gritó, incapaz de contenerse más—. ¡Fóllame como si lo sintieras!
Con eso, Smoker cambió la posición de Rose, poniéndola a cuatro patas. Se colocó detrás de ella y agarró un mechón de su cabello, tirándolo hacia atrás con brusquedad.
—Abre más las piernas —le ordenó con brusquedad—. Quiero sentir cada centímetro de ti.
Rose obedeció y abrió más su cuerpo mientras Smoker se alineaba con su entrada chorreante. Podía sentir el calor que irradiaba mientras presionaba contra sus estrechas paredes.
Su Alfa se está volviendo muy dominante porque no dejaba de azotarle las nalgas con diligencia y ella jadeaba. Siendo una Kemonomimi no podía negar que le gustaba el trato de Smoker. Un hombre apasionado al que le gusta el sexo tanto como a ella, por él.
El corazón de Rose se aceleró en su pecho mientras Smoker continuaba azotándola con una mezcla de dominación y alegría. Cada palmada enviaba oleadas de placer que recorrían su cuerpo, encendiendo un fuego en lo más profundo de su ser. No podía negar la excitación que surgía por sus venas, incluso cuando la vacilación y la renuencia carcomían los bordes de su mente.
Las manos de Smoker recorrieron la espalda de Rose, dejando un rastro de besos apasionados a lo largo del camino. Su tacto era exigente y tierno a la vez, una dicotomía que coincidía con las emociones conflictivas que se arremolinaban en el interior de Rose. Ella quería resistirse a su dominio, afirmarse y reclamar el control de este encuentro, pero había una innegable atracción hacia la rendición a todos sus caprichos.
Ya la pobre Kemonomimi tipo hámster puede sentir sus paredes estrecharse aún más, ante la llegada del orgasmo. Sus manos agarran con firmeza las sábanas hasta que un gemido alto y largo se pronunció en la habitación al sentir el semen caliente de Smoker llenar su vagina.
Smoker también estaba jadeando, mientras se separaba de ella viendo cómo su cuerpo cayó de golpe en la cama. La figura de Rose resaltaba con mucho brillo a causa del sudor. El hombre se inclinó para besar con dulzura sus pequeños michelines de su espalda; la peli-cobrizo suspiraba porque estaba teniendo cosquillas.
—Estás sacando un lado pervertido que me gusta —confesó Smoker sonriendo de un lado.
—P-Por tu culpa —musitó ella.
—Tal vez. —Él la abrazó por detrás, mientras va aspirando el dulce aroma de su Omega.
Rose cerró los ojos con cierto cansancio, mientras seguía recibiendo las caricias de su Alfa. Este trato después del acto sexual le gustaba mucho porque se sentía amada y respetada por él.
—Eres tan dulce —murmuró Rose.
—Solo lo seré contigo. No se lo digas a nadie.
Ella rió dulcemente.
—Recibido, capitán.
Espero que les haya gustado. ♥️
No sé el motivo porque Wattpad no me deja mencionar a alguien. Me da que es un problema de la app del móvil. 😂🥲
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