🔞Shanks x Laura🔞

Pedido por Yoreiass
Tema: tritón se enamora de humana Omega.
Bestia: Shanks como tritón.
Tipo de contenido sexual: normal.

Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual. Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia.

ENIGMA DEL MAR

El océano, vasto y misterioso, es un gigante comparado con la tierra firme. Aún nos queda mucho por descubrir; innumerables criaturas se ocultan en sus profundidades. Las leyendas hablan de bestias prehistóricas y seres mitológicos. Marineros de antaño aseguran haber avistado al Kraken, al Leviatán y a las sirenas. Los científicos, escépticos, argumentan que tales encuentros son improbables. No obstante, no se debe descartar la investigación, pues el mar es un enigma lleno de secretos aún por revelar. Es imperativo diseñar submarinos que resistan la aplastante presión abisal.

A medida que la tecnología avanza, las criaturas que reposan en el abismo permanecen ocultas, conscientes de que la humanidad aún no está lista para descubrirlas; especialmente aquellas entidades anfibias, mitad humanas, mitad pez, conocidas como sirenas y tritones.

Nuestro protagonista, Shanks, descansaba sobre una roca submarina, admirando la paleta de colores que ofrecían los corales y observando cómo los peces se resguardaban de los depredadores. Se le notaba aburrido, perdido en su mirada distante. En realidad, estaba evadiendo a su propia especie, pues las sirenas Omegas se encontraban en plena temporada de apareamiento y buscaban a un tritón para formar una familia.

Estas son las tribulaciones de ser un Alfa en su tribu. Shanks se siente distinto, desinteresado por las demás. Su cola ondeaba suavemente con la corriente marina. Sus sentidos se agudizaron al percibir una presencia cercana. Desvió la mirada para encontrarse con su mejor amigo, Benn Beckman. El tritón no estaba contento de ver a Shanks huyendo de su destino.

—Shanks —lo reprendió Beckman.

—Bien sabes que la diosa del mar aún no ha decidido quién será mi compañera —respondió Shanks con desgano.

—Si te ausentas, es lo esperado.

—¿Y quedarme a ver cómo se lanzan sobre mí? Beckman, soy bien conocido y todas ansían ser mi pareja —explicó, acomodándose en la roca—. Incluso llegué a luchar con un Rey Marino y perdí este brazo en el combate.

Beckman había sido testigo de aquel infortunio. Shanks, hábil espadachín, había sacrificado todo para proteger a un joven tritón, travieso pero de noble corazón. El hombre de cabellos plateados se acomodó junto a Shanks, compartiendo la contemplación de los corales.

—Quizás mi alma gemela esté en la superficie —murmuró Shanks con un suspiro.

—Shanks, somos tritones. No está en nuestra naturaleza unirnos con seres de otros mundos —respondió Beckman.

—¿Y quién lo ha decretado?

—Los ancestros, bribón —replicó Beckman en tono jocoso.

—¡Que se hunda la tradición! —exclamó Shanks, lanzándose desde la roca para nadar hacia la superficie, con Beckman en su estela—. Allá arriba, alguien me espera.

—¿Qué te hace pensar eso?

—... Es un presentimiento. Cada vez que miro hacia la luz, siento que…

Shanks enmudeció, invadido por una sensación inusitada que recorría su ser, un presentimiento que lo había acompañado en los últimos días, emanando desde la superficie. Con determinación, el tritón se dirigió hacia ese llamado desconocido, con Beckman a su zaga, preocupado por las posibles consecuencias.

Se adentraban en aguas peligrosas, el dominio de los tiburones blancos. Estos depredadores, aunque respetuosos con los tritones, podían ser impredecibles. Shanks emergió cautelosamente, observando a lo lejos un barco. Conocía bien esas embarcaciones con jaulas subacuáticas, refugios seguros para los turistas curiosos.

—¡Shanks! ¡Este lugar no es seguro! —advirtió Beckman.

—Solo un instante —respondió Shanks—. Mi destino me aguarda aquí.

—¿En la superficie?

—Lo presiento desde hace días. No tengo dudas. Está en ese barco —aseveró con convicción.

Beckman quedó perplejo ante las palabras de Shanks. Si bien es cierto que los Alfas y Omegas pueden intuir la presencia de su pareja destinada, la idea de que un tritón se sienta atraído por un ser de otra especie parecía descabellada.

En el barco que observaban a escondidas, los marineros alistaban la jaula y dispersaban alimento en el océano para los tiburones. Una joven de cabello castaño y ojos marrones, protegidos tras unas gafas, vestía su equipo de buceo. Sus piernas temblaban, no solo por la presencia de los depredadores sino por un profundo respeto al mar.
Ella no dejaba de calcular la profundidad a la que se sumergiría.

—¡Jefa!

El llamado de una amiga hizo que sus gafas de buceo se precipitaran al suelo.

—Vamos, cálmate.

—¿Cómo esperas que me calme? —replicó con voz elevada—. ¡Tu plan y el de Golzy no me convencen en absoluto!

—Relájate, cerdita. Es hora de que enfrentes ese absurdo temor al océano —intervino la amiga de estética gótica.

—¡Menku! ¡Dime que estás de mi lado! —imploró Laura.

—Puede ser una locura, pero estarás cerca de las criaturas que más adoras.

—¡Estáis completamente locas!

Laura siempre había sentido fascinación por los tiburones, una chispa encendida desde la primera vez que vio "Tiburón" (Jaws). A pesar de ello, su respeto por estas criaturas y el vasto océano era inmenso. Ya estaba todo preparado para su inmersión en la jaula.

—Jefa, este es el mejor cumpleaños que podrías tener —animó Yumel—. Si a mí me regalaran una nave de Star Wars, estaría en éxtasis.

—... ¡No es comparable! —protestó Laura con reluctancia.

—¡Señorita! ¡Todo está listo! —anunció el capitán.

—Mantén la calma —sosegó Menku—. El capitán ya ha dicho que, si algo sale mal, solo tienes que tirar de la cuerda y te subirán.

La parte que más aterrorizaba a Laura era la posibilidad de que la cuerda de emergencia fallara. A pesar de sus temores, sabía que debía confiar en la experiencia de los profesionales que la acompañaban. Respiró hondo y se quitó las gafas de vista, agradecida de su ligera miopía, antes de entrar en la jaula. La tripulación cerró la compuerta y comenzó el descenso. Desde las profundidades, Laura miraba hacia arriba, donde sus amigas la animaban con fervor.

Ya sumergida, el oxígeno fluía a sus pulmones y la oscuridad la envolvía. La sensación era distinta a la de estar en la orilla de la playa. Solo podía oír el suave batir de los tiburones que se acercaban, movidos por la curiosidad hacia la intrusa. Laura se esforzaba por mantener la calma, consciente de la dificultad de estar tan cerca de criaturas tan majestuosas. Se apartaba cada vez que uno se aproximaba, cuidando de no tocar los barrotes que la separaban de sus poderosas mandíbulas.

El miedo y la emoción se entrelazaban. Los tiburones blancos, perceptivos, se acercaban con cautela. Uno, de más de cuatro metros, rozó la jaula con un golpe suave. Laura casi perdió el equilibrio, pero se aferró con fuerza. Su conocimiento sobre el comportamiento de estos animales era limitado; solo sabía que eran territoriales.

Miró hacia las profundidades, intentando medir la inmensidad del océano. Estuvo a punto de desmayarse, pero un golpe furioso contra la jaula la sacó de su trance. Perdió la compostura y tiró de la cuerda con todas sus fuerzas al ver la agresividad de los tiburones. Para su desgracia, la cuerda se rompió. El pánico se apoderó de ella al sentir que el oxígeno no llegaba adecuadamente a sus pulmones.

El tiburón más grande se lanzó hacia la jaula con ímpetu destructivo, pero se detuvo abruptamente, como si presintiera algo. Laura observó, atónita, aquel cambio de actitud. Pensó en la posibilidad de una orca cercana.

Entonces, un canto resonó en las profundidades, una melodía que apaciguaba a las fieras. Laura divisó a lo lejos una silueta que se aproximaba. Parpadeó incrédula al distinguir a un tritón, un hombre con cola de pez.

Shanks, al percibir el peligro que corría la joven, no dudó en acudir en su ayuda. Los tiburones le mostraban respeto y no deseaban provocar su ira. Se acercaba cada vez más a la humana; su aroma era inconfundible, la pareja que estaba destinada a encontrar.

Laura, sintiendo una extraña punzada en su corazón, se acercó a los barrotes mientras Shanks hacía lo mismo. Estaba asombrada ante el poder que emanaba del tritón, a pesar de tener solo un brazo. Las tres cicatrices sobre su ojo imponían un aire de respeto.

Finalmente, la jaula comenzó a elevarse, alejándola del agua. La tripulación abrió la puerta y ayudó a Laura a salir, mientras ella recuperaba el aliento con agitación.

—¡Jefa! —exclamó Yumel, abrazando a su amiga entre sollozos—. ¡Creímos que te habíamos perdido! ¡No volveremos a obligarte a algo así!

—¿Estás bien? —preguntó Menku, preocupada.

—Vaya, casi presenciamos un desastre.

—¡Golzy!

—¿Qué? Solo intentaba aligerar el ambiente.

Laura mantenía su mirada fija en el mar, procesando los recientes acontecimientos. A lo lejos, podía distinguir la cabellera rojiza del tritón que, por un breve momento, se sumergió en las olas mientras el barco levaba anclas rumbo a tierra.

Shanks, con el deseo ardiente de estar junto a la humana Omega, confirmó su instinto. La emoción de tenerla cerca y poder llamarla suya se intensificó tanto que decidió seguir el barco. Sin embargo, Beckman lo detuvo, sujetándolo firmemente de la muñeca.

—¡No lo hagas! —le instó—. Has tomado demasiados riesgos.

—Beckman, ella es mi pareja destinada. No puedo hacer caso omiso a esto.

—Pero te ha visto, y podría hablar de ello con los humanos. Nuestra especie correría peligro.

—No… No lo hará —respondió Shanks con calma—. Por favor, Beckman. Cuando nuestras miradas se cruzaron, esa conexión... Sentí cómo todas mis escamas se fortalecían aún más.

Beckman se encontraba impotente ante la situación, consciente de que el anhelo de Shanks por la joven era un sentimiento demasiado poderoso para ser ignorado. Con resignación, soltó el agarre, permitiendo que el pelirrojo nadara velozmente hacia el barco, decidido a no perderla de vista.

Al llegar al muelle, Shanks observó cómo su Omega y sus amigas desembarcaban, dirigiéndose hacia el norte. El tritón escudriñó el entorno, buscando la manera de seguirles por tierra. Avistó un barco con ropa masculina colgada en sus cuerdas. Aprovechando la habilidad de los tritones de transformar su cola en piernas humanas al cumplir los dieciocho años, saltó discretamente a bordo y, tras mutar su forma, tomó prestadas las prendas con una silenciosa disculpa al dueño ausente.

Vestido apresuradamente, Shanks no quería perder de vista a Laura, quien junto a sus amigas, subía a un gran vehículo, posiblemente de regreso a casa. Intentó seguirla con torpeza, pero su mala fortuna le impidió alcanzar el autobús. Frustrado, chasqueó la lengua, pero su suerte cambió al aparecer otro autobús. Observando a los pasajeros pagar, buscó en sus bolsillos y, para su alivio, encontró algo de dinero.

El aroma de Laura era distintivo entre la multitud, y Shanks estaba decidido a no perderla. Ansiaba estar cerca de ella, tocar su delicada piel que tanto le atraía.

Minutos después, descendió del autobús y se percató de que habían entrado en un edificio. Según lo que había oído de sus hermanos, el lugar era un destino turístico, y los edificios altos solían ser hoteles o apartamentos. Sin embargo, como forastero, no podía entrar.

La única opción que le quedaba era esperar hasta la noche, con la esperanza de que Laura saliera. Sus ruegos a la diosa del mar parecían haber sido escuchados, especialmente bajo la luna llena, que intensificaba los sentimientos de los Alfas y Omegas. Shanks se mantuvo a distancia, observando a Laura disfrutar de unas bebidas con sus amigas. El deseo de acercarse era abrumador, pero debía contenerse.

Por el contrario, Laura estaba experimentando una extraña sensación, moviendo incesantemente las piernas para calmar su inquietud. De repente, percibió un aroma embriagador y masculino. No podía ser otra cosa más que la presencia de un Alfa; Laura era plenamente consciente de su naturaleza.

—¿Estás bien, jefa? —preguntó Yumel.

—N-No… creo que es hora de volver al apartamento… para, ya sabes, tomar las pastillas —anunció, levantándose de su asiento.

—¿Estás experimentando los síntomas? —Menku comprendía bien su condición, ya que todas ellas eran iguales en ese aspecto.

—¿Por qué no te dejas llevar por un Alfa? Así te olvidas de ser virgen —intervino Golzy con naturalidad y picardía.

—No es algo que me haga mucha gracia —aclaró Laura—. Regresaré en aproximadamente una hora.

Realmente no deseaba estar en ese lugar y verse atrapada en el apartamento. Sus mejillas ardían y su respiración se agitaba ligeramente. Era difícil creer que este momento se acercaba. Laura no quería relacionarse con ningún Alfa, pero su mente comenzaba a divagar con la idea de un hombre fuerte y protector.

De vez en cuando, se apoyaba en la pared al sentir que sus piernas cedían, a punto de caer. La gente la observaba con curiosidad, reconociendo su naturaleza por la fragancia que desprendía. Era un perfume capaz de enloquecer a cualquier Alfa y despertar sus deseos de poseerla.

De repente, Laura percibió el aroma y sintió un pinchazo en el corazón, girándose rápidamente con un spray antivioladores en mano para enfrentar a su agresor. Su sorpresa fue mayúscula al encontrarse con el pelirrojo. La joven de cabellos castaños parpadeó varias veces, incrédula de que aquel tritón estuviera realmente allí. ¿O acaso todo era producto de su imaginación?

—Tu aroma... me está volviendo loco —dijo finalmente. Su voz profunda provocó que se intensificara la humedad entre sus piernas al tener frente a ella a un Alfa.

—¿Eres la causa de mi estado actual? —preguntó Laura.

—Por tu reacción, diría que sí. ¿Sabes? Siempre me sentí diferente al resto de mi especie, pero parece que la diosa de la luna me tenía reservada una sorpresa mucho mejor —expresó mientras se acercaba a ella.

Laura retrocedió temerosa ante la presencia de ese individuo desconocido. Aunque no lo conocía, una emoción poderosa la invadía. Con la espalda pegada a la pared, estuvo a punto de salir corriendo, pero Shanks la detuvo con su único brazo sano, dejándola paralizada en su lugar. El aroma de Alfa impregnaba el aire y provocaba que Laura tragara saliva nerviosamente. Shanks notó un pequeño bulto formándose en el cuello de la joven; era la glándula de los Omegas, indicativo de que estaban listos para ser mordidos por un Alfa y convertirse en su posesión definitiva.

—No estás siendo de mucha ayuda —murmuró Shanks con una risa suave.

—Yo... Yo no puedo estar contigo —afirmó Laura.

—¿Por qué? Eres hermosa y tu aroma… —Él acercó su rostro al de ella—, está poniendo duro mi miembro.

El impactante comentario dejó a la oji-pardo tan asustada que, con un esfuerzo sobrehumano, logró propinar un golpe contundente en la entrepierna de Shanks. El tritón gritó de dolor al no esperar tal respuesta y cayó al suelo, sujetando su zona íntima.

"Si Len estuviera aquí, estaría aplaudiéndome", pensó Laura para sí misma. Sus piernas temblaban cada vez más, anhelando únicamente llegar al apartamento para sentirse segura. Por suerte, habían solicitado cuatro copias.

Al doblar a la izquierda, se topó con el establecimiento turístico. Aceleró al subir las escaleras mientras buscaba la tarjeta llave de su habitación en su bolso. Sin embargo, una mano agarró su muñeca, deteniéndola en seco.

—¿Cómo...?

—Los tritones somos ágiles, ya sea en el agua o en la tierra —aclaró Shanks.

—D-Déjame, por favor —suplicó Laura.

—Sabes que no podemos ignorar este deseo —continuaba Shanks. El contacto físico despertaba en él la necesidad de poseerla—. Dios, de verdad... eres tan hermosa.

—¡Estás siendo sarcástico! ¡No soy hermosa!

—... ¡Sí, es cierto! ¡No lo eres!

Laura sintió el impulso de golpearlo por su audacia y por ser un ser implacable. Sin embargo, el siguiente comentario la tomó por sorpresa, haciendo que su cuerpo se erizara y su pulso se acelerara:

—Si fueras una sirena, te perseguiría una y otra vez. Estaría orgulloso de tener a una dama tan hermosa.

—... M-Mientes.

—Escuchas mi voz, ¿verdad? —susurró Shanks. La proximidad era intensa, casi rozando sus labios—. Un tritón puede cautivar a cualquier criatura, especialmente a su Omega. Estamos destinados a estar juntos. Ven conmigo. Sé mi amante. Sé mi Omega. La madre de mis hijos. Sé mi sirena.

El corazón de Laura latía desbocado, siguiendo su instinto Omega que ansiaba ser poseída por aquel Alfa, ser suya eternamente. Sus piernas flaquearon y cayeron al suelo, siendo recogida por el fuerte brazo de Shanks, quien la llevó hacia el apartamento.

El recepcionista los observó, percibiendo la tensión entre ellos, y permitió que Shanks llevara a Laura a la habitación. El pelirrojo localizó la habitación de Laura rápidamente gracias a la tarjeta que ella portaba. La habitación era espaciosa y perfecta para cuatro personas de vacaciones, con un amplio salón, un baño y cuatro habitaciones separadas. Por el aroma que desprendía Laura, Shanks identificó cuál era su habitación.

Con una intensa necesidad de poseerla, Shanks la recostó en la cama con determinación. La postura de la chica provocaba al tritón de una forma irresistiblemente sensual, lo que lo llevó a gatear sobre la cama para colocarse sobre ella.

—Los tritones no... existís —articuló con dificultad la joven, sintiendo que su voz le fallaba.

—Todo lo contrario. Nos escondemos de tu especie para evitar ser objeto de vuestras investigaciones —explicaba Shanks.

—Si Tais o Bibianne estuvieran aquí... no lo creerían.

—No sé quiénes son, pero ahora estoy enfocado en ti —dijo él suavemente, apartando con delicadeza, aunque su Alfa exigía que fuera más agresivo, sus piernas para abrirse paso entre ellas—. Mi Omega —murmuró casi ronco—. Maldita sea... puedo oler cómo te excitas.

—¡Cállate!

Ambos, él y ella, luchan contra sus deseos, pero es inevitable ceder, ya que sus instintos claman por acción. Una Omega anhela ser poseída y un Alfa ansía tomar el control absoluto.

—¿C-Cómo es que estás en la tierra? —preguntó ella, intentando desviar la situación.

—He notado que te gusta hacer preguntas para retrasar lo inevitable —gruñó el tritón en un tono bajo. Su mano exploraba el cuerpo de la chica. El vestido corto le sentaba de maravilla, destacando sus sedosas piernas blancas que ansiaba marcar con mordiscos—. Los tritones adultos tenemos la ventaja de camuflarnos en la tierra sin que los humanos perciban nuestra presencia. Es nuestra forma de... atraer a nuestras presas con nuestro canto.

—Quédate... quieto...

—No puedo. Estás complicando las cosas. Mírame —suplicó. Laura, que mantenía los ojos cerrados, los abrió para encontrarse con un evidente bulto en los pantalones del tritón—. Me duele y no sabes cuánto deseo poseerte con fuerza y marcar tu glándula, que ruega ser mía.

—No sigas con esos comentarios —le interrumpió Laura.

—Oh, eres una Omega resistente —se rió Shanks con sarcasmo—. Seguro que tienes alguna debilidad.

Laura estaba a punto de decir algo, pero se vio sorprendida cuando el tritón la besó con una pasión desenfrenada. Sus lenguas se entrelazaron, y ella, algo inexperta en ese terreno, seguía el ritmo con torpeza. Shanks tenía el control total, lo que la excitaba aún más. Un gemido escapó de los labios de Laura al sentir la virilidad del tritón rozar su intimidad, protegida solo por sus bragas. Esto provocó que el tritón comenzara un movimiento rítmico y vigoroso.

Ella abrazó a la criatura, anhelando que continuara, pues el éxtasis que ambos experimentaban era satisfactorio. Sin interrumpir los besos, sus cuerpos se unían en un vaivén arrollador hasta que los pulmones de Laura suplicaron por aire. Shanks se separó brevemente, pero no permitió que descansara, pues con posesión absoluta mordió su cuello con intensidad.

—P-Para… —suplicó entre jadeos y gemidos.

—No es lo que tu cuerpo está pidiendo… —murmuró el tritón.

—He dicho que... ¡Ah!

Shanks abrió sus ojos como platos al sentir la humedad en sus pantalones. A pesar de no haber eyaculado en ningún momento, se apartó del cuerpo de la joven, notando cómo sus bragas estaban empapadas con la esencia vaginal de Laura. Ella continuaba jadeando, con ojos suplicantes y deseosos, adoptando una expresión lujuriosa y una postura erótica con el vestido levantado, estimulando el instinto Alfa de Shanks.

—Te veniste, ¿verdad? —preguntó, antes de reír—. Qué receptiva es mi Omega.

Laura decidió no responder y cubrió su rostro avergonzada.

—No hagas eso. Estás volviéndote adorable y tentadora al taparte —le dijo Shanks mientras se deshacía de los pantalones.

—N-No te desnudes...

—Es demasiado tarde —susurró él. Ahora se encontraba completamente desnudo frente a ella.

Ella entreabrió los dedos y contempló el pecho esculpido de Shanks. Era innegable que era una criatura impresionante a la vista de cualquier mujer, ya fuera Omega o no. Instintivamente, sintió el impulso de cerrar las piernas al notar nuevamente esa sensación. El pelirrojo se dio cuenta y utilizó eso como un juego para provocar a la joven. Sus colmillos hacían surcos en las rodillas de Laura, dándole incluso ligeras lamidas casi sensuales.

Pero esto era demasiado para ella.
El aroma Alfa embriagaba todos sus sentidos y, en un acto impulsivo, decidió liberarse de la influencia de su Omega abriendo más las piernas, tomando por sorpresa al pelirrojo.

—S-Sé amable... por favor…

La amabilidad era un concepto ajeno entre esas criaturas catalogadas como Alfas. Un grito sofocado escapó de Laura al sentir los colmillos prominentes de Shanks en su cuello; no cerca de su glándula, pues quería esperar el momento adecuado para estar completamente unidos. El pelirrojo despojó con ferocidad sus ropas, dejándola desnuda ante sus ojos. Sus senos, juveniles, grandes y ligeramente caídos, sus muslos bien formados, y un ligero michelín en su vientre mostraban que su figura no era delgada.

A Shanks le encantaba lo que veía.
Se enfocó en su pecho izquierdo, ligeramente más prominente, y en su sexo, ambos necesitados de atención. Los Omegas podían lubricar más rápidamente que los Betas, pero a los Alfas les gustaba jugar y torturar antes de la penetración. Los gemidos de Laura llenaban la habitación, sus manos aferrándose con fuerza al cabello de Shanks.

Las emociones se agolpaban en ella. Por un lado, la lengua de él acariciando su pezón o succionándolo, y por otro, sus dedos estimulando su clítoris e incluso aventurándose a explorar su interior. De alguna manera, disfrutaba que ese tritón la controlara, un patrón típico de los Omegas.

La cama se convertía en un caos mientras la pasión los embargaba, el sudor no cesaba. Laura sentía sus pechos sensibles y doloridos por la boca juguetona de Shanks, quien no dudaba en marcarla como suya con mordidas para que los demás Alfas supieran que ya era reclamada.

—¡Dios! —gimoteó Laura cuando Shanks tocó su punto G.

Shanks dejó de lado los juegos preliminares, su virilidad clamaba por poseerla. Laura casi babeaba al contemplar su pene firme y preparado para penetrarla, aunque estaba nerviosa ya que era su primera vez. El pelirrojo lo notó.

—Seré suave... al principio.

—Eso no ayuda... ¡Ah! —gimió al sentir aquel miembro en su interior—. ¡Maldito!

Ella esperaba una disculpa, pero para su sorpresa, el tritón comenzó a moverse con violencia, perdiendo el control por completo. Sentir sus paredes vaginales aprisionando su miembro era una experiencia maravillosa para la criatura; podía notar cómo se hinchaba al observar la expresión lujuriosa en el rostro de Laura, con la lengua fuera y los ojos cargados de deseo. Nunca hubiera imaginado que las humanas pudieran ser tan fascinantes, y el hecho de que lo excitara de esa manera le producía una satisfacción indescriptible.

Las manos de Laura se aferraban con fuerza a las sábanas mientras soltaba gemidos de locura. Aquel miembro la golpeaba con fuerza, llegando hasta su cérvix con una intensidad bestial que la hacía temer que la partiría en cualquier momento. A pesar de lo que Golzy le había contado sobre el comportamiento de los Alfas, experimentar esa ferocidad era completamente distinto. No quería que se detuviera; de hecho, estaba suplicando que continuara.

—¡Más! ¡Quiero más!

—Ah, y tú que supuestamente no querías —se rió sarcásticamente—. Dios, tengo la polla tan dura que no quiero dejar de follarte.

—¡Yo tampoco! —exclamó Laura, con lágrimas de emoción deslizándose por su rostro.

El éxtasis dominaba la habitación mientras Shanks y Laura se entregaban en un torbellino de deseo y pasión desenfrenada. Los movimientos del tritón, cargados de vigor y ardor, llevaban a Laura a las alturas del placer una y otra vez. Shanks la tomaba con firmeza, explorando cada rincón de su anatomía con una intensidad abrumadora.

En un frenesí de deseo desenfrenado, Shanks colocó a Laura en posición de "perrito", permitiéndole disfrutar de una penetración profunda y estimulante. Sus gemidos se fusionaban con el sonido de la lujuria que llenaba la habitación, mientras él la poseía con salvaje determinación.

Después, Shanks instruyó a Laura para que se sentara sobre él, permitiéndole tomar el control y disfrutar de una vista maravillosa de su entrega mutua. Con movimientos cadenciosos, Laura se movía sobre él, buscando el ángulo perfecto que los llevara al clímax compartido.

La pasión no cesaba; cambiaron a la posición del "misionero", donde Shanks se situó encima de Laura, mirándola a los ojos mientras se fundían en una danza íntima y apasionada. Cada embestida estaba cargada de deseo y conexión, llevándolos a un estado de éxtasis inimaginable.

Sin detenerse en su búsqueda de placer mutuo, Shanks y Laura probaron la posición del "cuchara", acurrucados uno junto al otro en un abrazo apasionado que les permitía una intimidad profunda y emotiva. Cada roce, cada susurro, cada movimiento, los acercaba más a un entendimiento carnal y espiritual único entre ellos.

La habitación resonaba con el sonido de sus gemidos, susurros y respiraciones entrecortadas mientras exploraban juntos la cima del placer, entregándose el uno al otro en un torbellino de pasión y desenfreno que marcaba el inicio de una intensa conexión entre el tritón y la joven Omega, en un vínculo carnal profundo y ardiente.

Dentro de la habitación, la pasión y el deseo entre Shanks y Laura seguían ardiendo intensamente, mientras el tiempo parecía detenerse en un torbellino de emociones y sensaciones. Habían superado una hora de encuentro carnal, explorando cada rincón del placer en un éxtasis compartido, y sin límites que los contuvieran.

Shanks, entregado a la lujuria que lo embriagaba, dedicó tiempo exquisito a los preliminares, explorando cada centímetro de la piel de Laura con besos ardientes y caricias seductoras. La joven Omega, sintiéndose más atrevida y entregada que nunca, se aventuró por primera vez en el mundo de la felación, explorando con ternura y pasión los deleites de la oralidad.

A su vez, Shanks, ansioso por brindarle a Laura un placer sin igual, se entregó a la cunnilingus con maestría y dedicación, llevando a la joven a nuevas alturas de éxtasis con cada caricia de su lengua y succión apasionada. Cada gemido y suspiro se entretejían en un sinfín de sensaciones que los llevaban al límite del placer.

Con el deseo ardiendo en cada poro de su piel, Shanks llevó a Laura al clímax una y otra vez, explorando juntos los límites de su pasión desenfrenada. Entre gemidos y susurros de éxtasis, se adentraron en un baile sensual y salvaje, donde el deseo y la entrega los consumían por completo.

Finalmente, al llegar al punto culminante de su unión carnal, Shanks, en un acto de entrega total, mordió la glándula Omega de Laura con intensidad y pasión, sellando su conexión de unión en un mar de placer y éxtasis compartido. Un remolino de sensaciones los envolvió mientras alcanzaban el clímax juntos, fundiéndose en un éxtasis absoluto y dejando una marca imborrable en sus almas y cuerpos entrelazados.

La habitación resonaba con los gemidos y susurros de dos almas consumidas por el deseo y la pasión, creando un vínculo profundo y ardiente en un mar de placer compartido que los llevaba a un estado de éxtasis y entrega absoluta.

—Cada luna llena te visitaré para entregarnos como esta noche. Y algún día, vendrás conmigo al océano.

Al despertar al día siguiente, Laura se encontró exhausta y cubierta de sudor. Recordó lo sucedido: había tenido un encuentro íntimo con el tritón. Shanks no estaba en su cama, lo que le causó un sobresalto en el corazón al pensar que había sido abandonada. Emitió un quejido al sentir una punzada en su cuello y, al mirarse en el espejo, descubrió una gran marca de mordida, una entre varias que adornaban su cuerpo.

"¿Dónde estará?", se preguntó. Se vistió apresuradamente y salió de la habitación, cuidando de no despertar a sus amigas que dormían tranquilamente. Afortunadamente, no habían estado presentes durante su encuentro con Shanks. Se percató de que no conocía su nombre, y él tampoco sabía el de ella.

El océano estaba lejos, así que tomó el autobús para llegar hasta allí, sin la certeza de encontrar al hombre. Supuestamente, estaban unidos por el vínculo de la noche anterior. Ocultó la mordida para evitar miradas indiscretas.

Al llegar a la playa, esperó unos minutos a ver si él aparecía. Nada. Quizás estaba lejos. Sin embargo, Laura era consciente de que a él no le gustaba mostrarse ante los humanos. De repente, divisó a lo lejos una cabellera pelirroja que la observaba con interés. Sintió una punzada en el corazón, un impulso que la incitaba a nadar hacia él y dejarse llevar al vasto océano. Pero eso significaría dejarlo todo atrás.

Ojos negros y pardos se encontraron, llenos de curiosidad. Ambos anhelaban el momento de su próximo encuentro.

Creo que me emocioné demasiado escribiendo esto jajajajaja.

Espero que te haya gustado y también al resto de lectores. ♥️

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