🔞Doflamingo x Golzy🔞
Pedido por @shiori-k
Tema: mundo One Piece.
Humano.
Tipo de contenido sexual: intenso.
Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual. Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia.
LA NINFÓMANA
Golzy Rocksy era una joven gótica que disfrutaba leyendo novelas eróticas de temática vampírica. Ese mundo oscuro y misterioso la fascinaba, pero no tardó en darse cuenta de que muchas de esas historias seguían el mismo patrón que la saga de Crepúsculo.
—¡Ay, ojalá hubiera un libro de vampiros con la pasión y la intensidad de Cincuenta Sombras de Grey! —suspiró Golzy, acostada boca arriba en su cama, sintiendo un gran aburrimiento.
La morena deseaba encontrar a un Alfa que la dominara completamente, pero a la vez que le permitiera tener el control en ciertos momentos. Le gustaban los juegos de poder. Sí tenía a su Alfa particular, Donquixote Doflamingo, un hombre imponente y misterioso que la acogió en su hogar al descubrir que compartían gustos similares. Pero en ese momento, Doflamingo estaba en una importante reunión, dejando a Golzy sola y ansiosa por algo de acción.
Decidió levantarse e ir a la cocina a prepararse un delicioso bol de macedonia. Adoraba esa mezcla de sabores frescos y dulces que explotaban en su boca. Mientras caminaba por el largo pasillo lleno de cuadros de su Alfa, Golzy se detuvo frente a uno que mostraba a Doflamingo, de cabello despeinado y gafas de sol, su símbolo característico.
—Ay, ojalá estuvieras aquí conmigo para jugar un rato —murmuró esperando que su poderoso Alfa regresara pronto.
La llamada a Doflamingo no había surtido efecto. A veces, Golzy maldecía el hecho de que su abuela le hubiera dicho que tenía linaje de bruja en su sangre. «Y una mierda» se dijo a sí misma, recordando las palabras de su querida abuela.
La morena continuó su trayecto hacia la cocina. El delicioso olor de la comida inundaba el gran pasillo. Los cocineros que Doflamingo había contratado tenían un talento innato para la cocina. Golzy no podía quejarse de ello. Al llegar, no esperó a que la atendieran, pues se dirigió directamente al bol de frutas y luego a la despensa para coger un cuenco y preparar su aperitivo. Ella era una mujer independiente.
—¿Necesita azúcar, señorita Rocksy? —le preguntó uno de los cocineros.
—No, la fruta ya tiene su propio dulzor. Sería demasiado para mi paladar —respondió Golzy, lanzándole una mirada coqueta al hombre—. A menos que fuera una forma de cortejarme.
—N-No... Yo... —balbuceó el cocinero, visiblemente nervioso.
—Soy consciente de que soy una ninfómana —rio Golzy— pero ya tengo a mi hombre.
El cocinero, al igual que el resto del personal, prefirió no hacer ningún comentario, pues conocían bien la personalidad de la morena. Golzy siguió riendo por lo bajo y decidió marcharse de la cocina.
Sí la gótica era una ninfómana que disfrutaba del sexo y de experimentar nuevas experiencias. Sus amigas pensaban que estaba loca. Y quizás lo estaba, incluso tenía pensamientos de quemar iglesias en nombre de Satanás, aunque admitía tener miedo al fuego. Típico comportamiento de una bruja, según su propia percepción.
—Ay, maldigo a mi abuela por haberme otorgado esos poderes y esa mentalidad tan altruista —suspiró Golzy, recordando las enseñanzas de la anciana que tanto la habían marcado.
Antes de tomar el pomo de la puerta, los sentidos de Omega de Golzy se activaron. Podía percibir el intenso aroma de su Alfa en la habitación. Eso significaba que Doflamingo se encontraba dentro.
"¿Estaré oliendo bien?" se preguntó Golzy, acercando la mano a su boca y exhalando para comprobar su aliento. También olfateó un poco su ropa. Todo parecía en orden. Una sonrisa se formó en su rostro antes de entrar a la habitación.
—¡Hola, pajarraco! —lo saludó utilizando el mote cariñoso con el que solía llamarlo.
Doflamingo no respondió el saludo. Estaba sentado en el sofá con la mirada fija en unos documentos. No parecía estar de muy buen humor.
Golzy decidió mantener silencio y caminar hasta la cama para comer tranquilamente su apetitosa macedonia. Sus ojos grises no dejaban de observar a Doflamingo, quien permanecía impasible en su lugar.
—Odio esto —se quejó el hombre.
—¿Se puede saber qué te pasa? —preguntó Golzy.
—No debes preocuparte —le aconsejó Doflamingo—. Son solo asuntos del Gobierno.
Golzy observó a Doflamingo con preocupación. Odiaba verlo tan serio y concentrado en esos documentos del Gobierno. Quería aliviar la tensión que se sentía en el ambiente.
—Vamos, pajarraco, no te pongas así —dijo, acercándose a él y acariciando suavemente su brazo—. ¿Por qué no dejas eso por un rato y vienes a la cama conmigo? Podríamos relajarnos juntos.
Doflamingo la miró de reojo, su expresión aún seria. Pero Golzy sabía cómo llegar a él. Lentamente, se sentó en su regazo, enredando sus dedos en el cabello rubio del hombre.
—Sé que son asuntos importantes, pero también merecemos un momento para nosotros —susurró acercando sus labios a los de él.
Doflamingo soltó un suspiro y finalmente cedió rodeando la cintura de Golzy con sus fuertes brazos. Sus besos se volvieron apasionados, dejando de lado los problemas por un momento.
La gótica sonrió satisfecha. Le encantaba cuando lograba sacar a su Alfa de ese modo de trabajo obsesivo. Ahora, solo importaban ellos dos y la conexión que compartían.
De repente, Golzy sintió la mano de Doflamingo en su cuello, casi como una asfixia erótica. Ella sonrió aún más, incluso llegando a reír. El pelirrubio hizo lo mismo, siguiéndole el juego a su gótica favorita.
—Nunca cambiarás, ¿verdad? —preguntó él, mordiendo con atrevimiento el labio inferior de Golzy, pintado con un oscuro labial.
—Es que me gusta —gimoteó ella, deleitándose con las acciones de su Alfa.
El hombre, de más de tres metros de altura, se levantó con Golzy encima para caminar hasta la cama y recostarla. Desde esa posición, podía ver cómo su pequeña Omega se volvía sumisa. Sin embargo, ella agarró su abrigo de plumas para atraerlo más hacia sí.
—No me dejes a medias, ¿lo has comprendido? —dijo Golzy, con un tono demandante.
—Perfectamente, pequeña —rio Doflamingo, dispuesto a complacer los deseos de su dominante y apasionada compañera.
Doflamingo se inclinó sobre Golzy, sus ojos brillando con deseo. Sus manos recorrieron el cuerpo de la gótica, acariciando cada curva. Golzy se retorcía bajo su toque, ansiosa por más.
—Eres tan hermosa, mi pequeña Omega —susurró él, besando y mordisqueando su cuello. Golzy soltó un gemido de placer, enredando sus dedos en el cabello rubio de su Alfa.
—Entonces demuéstrame cuánto me deseas —lo desafió Golzy, con una mirada llena de lujuria.
Doflamingo gruñó y la besó con fiereza, sus manos aferrándose a sus caderas. Golzy respondió con la misma intensidad, dejándose llevar por la pasión que los consumía.
Sus ropas comenzaron a estorbar, siendo rápidamente retiradas en un torbellino de besos y caricias. Pronto, sus pieles desnudas se encontraron, piel contra piel, en una danza erótica y salvaje.
Ambos disfrutaban plenamente del momento. El intenso olor que desprendían los excitaba aún más, arrancándoles ocasionales gruñidos de placer. Doflamingo no paraba de lamer y morder a su joven compañera, deleitándose en cada uno de sus gemidos mientras ella acariciaba con pasión su cabello.
Hasta que Golzy se atrevió a tomar el miembro viril de Doflamingo y comenzar a masturbarlo. El pelirrubio solo se rio, sabiendo que a su gótica le gustaba jugar con fuego. Él no se quedó atrás y tomó el control, jugando y acariciando los erguidos pezones de Golzy.
—Me encantan tus deliciosos gemidos. Me pones súper cachondo —susurró Doflamingo, lamiéndose los labios con diversión.
—No pares, joder —suplicó Golzy, sintiendo los expertos dedos de su Alfa acariciar su sexo húmedo y anhelante.
Este juego le estaba fascinando a Doflamingo. Escuchar los gemidos y súplicas de su querida Omega lo deleitaba. Ambos se complacían mutuamente, sus voces entrelazándose en la habitación. Aunque las paredes eran insonoras, a Golzy no le importaba que alguien más pudiera oírlos. Prefería que todos los Omegas supieran que ella era de Doflamingo y de nadie más.
La joven sintió cómo sus muñecas eran apresadas por los hilos de la Fruta del Diablo de Doflamingo. Estaba inmovilizada, incapaz de moverse. Miró a su Alfa con ojos suplicantes, pero él solo se rio.
—No seas cruel —imploró Golzy.
—Tú has empezado este juego —respondió Doflamingo, con una mirada llena de dominio—. Ahora debes aprender a estar quieta y disfrutar.
A pesar de su aparente crueldad, Golzy sabía que Doflamingo la cuidaría y complacería. Ella se entregaba a él con confianza, deseando experimentar la pasión y la conexión que compartían.
Doflamingo bajó su cabeza entre las piernas de Golzy, repartiendo besos y caricias sobre su intimidad. Los gemidos de la morena llenaron la habitación mientras él la complacía con su lengua y sus labios. Ella se retorcía de placer, entregándose por completo a las atenciones de su Alfa.
Los pensamientos de Golzy eran un torbellino de deseo y lujuria, pero también de profunda confianza en Doflamingo. Él la conocía como nadie más y sabía cómo llevarla al éxtasis.
—Eres tan hermosa cuando te abandonas al placer —murmuró Doflamingo, mirándola con ojos ardientes.
Golzy lo atrajo hacia sí besándolo con pasión.
—Entonces no me hagas esperar más. Fóllame.
Doflamingo y Golzy se entregaron el uno al otro con pasión desenfrenada, explorando sus cuerpos y placeres en una danza íntima. Sus gemidos y suspiros se mezclaban, creando una sinfonía de amor y lujuria.
Golzy clavaba sus uñas en la espalda de Doflamingo, mientras él la embestía con fuerza, perdidos en el placer que compartían. Los gemidos y suspiros llenaban la habitación, acrecentando la lujuria que los envolvía.
Cuando alcanzaron el clímax juntos, Golzy se sintió completa y protegida en los brazos de su Alfa. Doflamingo la abrazó con delicadeza, besando su frente con ternura. En esos momentos, nada más importaba, solo ellos dos y la conexión que compartían.
Exhaustos pero satisfechos, se acurrucaron bajo las sábanas, disfrutando de la tranquilidad y el calor de sus cuerpos entrelazados. Golzy sonrió sintiéndose afortunada de tener a Doflamingo en su vida, a pesar de sus excentricidades. Él era su mundo y ella, su todo.
Doflamingo acariciaba suavemente el cabello de Golzy, admirando la belleza de su compañera. A pesar de sus excentricidades y comportamientos intensos, él realmente se preocupaba por ella.
—¿En qué piensas, pajarraco? —preguntó Golzy, mirándolo con sus ojos grises.
—En lo afortunado que soy de tenerte a mi lado —respondió él, dándole un suave beso en los labios.
Golzy sonrió sintiéndose amada y valorada. Sabía que, bajo esa fachada de dureza, Doflamingo ocultaba un corazón que solo le pertenecía a ella.
Permanecieron así simplemente disfrutando de la compañía del otro, sin necesidad de palabras. El vínculo que compartían iba más allá de lo físico, era una conexión profunda que los unía cada vez más.
Finalmente, Golzy se acurrucó más cerca de Doflamingo, deseando quedarse así para siempre, protegida y amada por su poderoso Alfa.
Soy consciente que ha sido corto, pero he tenido falta de inspiración. 😅
Aún así, espero que le hayan gustado. ♥️
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