Parte 9


24 de octubre 1945

San Francisco, California.

Es hermoso, fue lo único que pudo pensar mientras vio ese dulce cuerpo, en aquella cápsula. Tenia una tonalidad azul, y alas blancas, su escudo era resplandeciente, y es lo que daría paz después de días obscuros que se habían dado en el mundo. Se acercó suavemente a ella, poniendo su mano en el cristal de la cápsula, esperando ver esos dulces ojos, esa dulce sonrisa que seguro tendría. Se le había asignado estar allí y cuidarle, pero, no podía apartar sus ojos de él. No sin pensar en algo más.

– ¿Hermano? – dijo la federación entrando, viéndolo. – ¿Qué haces?

– FBI, hola, am, cuido al nuevo, ONU. – dijo INTERPOL dando una suave sonrisa.

– Recuerdo cuando te vi a ti, igual, en una cápsula. Antes de que te crearan e hicieran de ti, algo mas grande e internacional, dejándome a mi como menor en rango. – dijo el chico, dando una suave sonrisa.

– Y por eso eres mi hermano menor. – respondió INTERPOL dándole un suave codazo.

– Es bellísimo. – comentó el "menor" acercándose a la cápsula.

– Lo es.

Fue una lástima, que los country cambiaran de parecer sobre ONU. Y ese cuerpo orgánico y vivo, fuera dejado de lado, encerrado en esa cápsula para nunca ver la luz del sol.

Después de una exhaustiva junta, se les ordenó, construir un cuerpo perfecto para ONU. Uno donde no hubiera cabida al error ni a la corrupción, uno de metal, un programa. Eso se necesitaba en un mundo lleno de desgracia como el suyo. Abrió los ojos en la noche del 24 de octubre de 1945. Una máquina, quien fue aprendiendo cada cosa, leyéndola y agregándola en su base de datos.

Entendía quienes eran sus creadores, y comprendía su trabajo, pero, al final, como máquina, no comprendía bien, solo una cosa. ¿Por qué le dieron capacidad de comprender y pensar? Si al final no estaba en su disco duro, el almacenamiento de emociones.

¿Qué pensaban?

– Hey guapo. – dijo INTERPOL, entrando en su habitación como se le había hecho costumbre. Interrumpiendo su conciencia. – Oye bebé, eres un niño aún, que hará su primera reunión con los creadores. ¿Nervioso?

Almacenó cada gesto del chico, sus rasgos, su posición, y cuando había sido creado. Sonrió, con sus labios de silicón y piel de la misma. Porque esa era una buena respuesta, una respuesta programada.

– Estoy listo, no esta en mi base de datos estar nervioso.

– ¿Y que está en tu base de datos? – preguntó curioso la organización.

– INTERPOL, aka, Comisión Nacional de Policía Criminal, creado el 7 de septiembre de 1923, eres el encargado de crear un mundo seguro para todos aquellos que te crearon. También tengo más datos, por ejemplo, de tu hermano de menor rango. FBI, aka, Buró Federal de Investigaciones, es la principal agencia de investigación criminal de Estados Unidos, reconocido mundialmente, fundado el 26 de Julio de 1908. También se mas de los planes futuros, me darán a una hermana, se llamará OMS, ella...

La maquina no pudo continuar.

La comisión le había tomado de la cintura, y le había acercado a él, para depositarle un suave beso en los labios. Había sido programado para sentir físicamente, así que pudo sentir la calidez de aquellos labios, sobre los suyos. Pudo sentir la calidez de su cuerpo, al contrario del frio y metálico del suyo. No comprendía, no entendía que quería.

INTERPOL – Archivo Personal – Archivo Cifrado.

 Sus labios son cálidos.

– ¿Realmente eres solo una maquina?

– No lo sé. – respondió la ONU mirándole. – Eres muy cálido.

– ¿Todo tu cuerpo es así? ¿Frío? ¿Cubierto de esta piel sintética? – dijo de nuevo, haciendo que no pudiera conectar las ideas a tiempo como se la pedían.

– Así es, todo mi cuerpo. Tengo un cuerpo como el tuyo, aunque es solo estético, tengo los genitales de un hombre, pero no son funcionales, al menos que yo lo ordene, no necesito comer, dormir, usar el inodoro, no tengo funciones ni deseos fisiológicos. Solo vengo en un empaque agradable a la vista. – Así se lo había grabado en su disco duro, y así es como debía responder.

– ¿Ni siquiera aquí sientes algo? – La comisión fue muy atrevido al tocar su pecho, haciendo que ese sistema programado se activara, con una sensación extraña.

– Hn... tengo sistema nervioso en mi disco duro, mi piel tiene transmisores, puedo sentir los toques.

– Perfecto... – Y fue otro beso a parar a sus labios. – Puedes olvidar todo aquí si quieres.

La maquina no pudo deshacerse de las memorias.

Solo quedaron guardadas en discos duros. Ver a INTERPOL sonriente detrás de él, verlo perseguirlo hasta su oficina, verlo acariciar su piel solo para hacerlo reaccionar. Verlo declararse y que él no pudiera corresponderle. Verlo tocarlo aquella noche, haciendo que su sistema nervioso explotara, que sus piernas temblaran, y ver su cuerpo lleno de un líquido blanco y orgánico que no comprendía. Y, por último, verlo rendirse, verlo alejarse, verlo volverse a enamorar.

No comprendía que había pasado. Era una máquina, INTERPOL buscaba algo más, tal vez. Pero, no había sido programado para reaccionar de la manera que deseaba la comisión. Así que estuvo bien cuando se fue.

Pero...

– ¿ONU? – dijo FBI entrando en su oficina, tocándole el hombro mientras la maquina desesperada abría su disco duro arrancando las memorias de almacenamiento. – ¡Para! ¡Harás que te dé un corto circuito! ¡ONU! ¿Qué pasa?

– No se... – La maquina comenzaba a soltar aceite por los ojos mientras comenzaba a haber un pequeño corto en sus circuitos. – No sé, ¿Por qué tengo conciencia si no se me permite sentir? ¡No entiendo! ¡No entiendo!

Algo había hecho un corto en su cabeza al arrancar todas esas memorias de almacenaje a la fuerza. Pero, a FBI lo único que le importó fue abrazarlo. Lo estrechó cerca de él, y le ayudó a secar todo el aceite. Le ayudó a cerrar su piel sintética y lo sentó en su silla. FBI acaricio su mejilla, y desde ese día se dedico a cuidarlo.

Siempre había sido atento con él, pero después de esa noche, lo fue más. Se comprometía cuando investigaban juntos, pasaban semanas averiguando una mejor opción. FBI solía leerle para dormir, aunque él no necesitara eso. Le abrazaba cuando se sentía cansado, compartían momentos, o simplemente se quedaban ambos sentados en su oficina, uno recargando baterías, y el otro disfrutando una siesta.

– ONU, quiero besarte. – dijo el chico viéndolo con un leve sonrojo. – ¿Puedo? Yo, estoy enamorado de ti, y se que eres una máquina, pero, también sé que estas vivo, así que, por favor, acepta mis sentimientos.

– Soy una máquina. – respondió la ONU negando cubriendo su rostro con sus alas. – No digas algo tan asqueroso de nuevo. Compréndelo, no soy alguien como tú, no estoy vivo FBI, no soy algo que busques. ¿Quieres que te haga un reporte al respecto?

– No, lo entiendo.

La máquina había almacenado sus recuerdos de aquel trágico día. Tenía miedo a que, si sucedía lo mismo con INTERPOL, FBI acabaría alejándose y enamorándose de alguien más, dejándolo solo, sin quien hablar, o sentirse vivo, aunque sea unas horas más. No quería eso, FBI era lo mas cercano a la vida, era lo mas cercano a lo que comenzaba a desear, aunque no tuviera esa función, era lo más cercano, para así, dejar el odio detrás.

Porque ese corto había ocasionado odio. Un sentimiento, y si perdía a FBI, tenía miedo que ese sentimiento, consumiera toda su memoria.

La máquina abrió los ojos cuando su carga estaba completa. Fueron 24 horas las que le había dado tanto al estadounidense como al canadiense. Y ninguno de los dos había entregado evidencia, faltaba 1 hora para que dichas 24 horas desde que comenzó a correr el reloj, acabaran. Suspiró sacudiendo sus alas metálicas, guardándolas, desconectando su cargador, pero...

Un viejo amigo había llegado a su oficina después de tanto tiempo.

Sonrió al verlo, allí estaba, FBI, durmiendo en el sofá en el que solía hacerlo, mientras él acababa de recargar energías. Traía abrazado un folder con papeles dentro, y se le notaba agotado. La máquina encendió la cafetera, y se acercó al chico acariciándole el cabello.

– ¿ONU? – Dijo este mirándole. – Despertaste.

– Tu también. ¿Qué pasa?

– Traje evidencia para salvar a México de tu sentencia.

– Oh... okey. – respondió la ONU sentándose detrás de su escritorio – Como desees. Al final, México es punto y aparte ahora, lo que me importa es hundir a Rusia.

– ONU. – dijo FBI levantándose de su asiento. – ¿Qué diablos haces?

– Viéndote, suelo hacerlo cuando hablo contigo. – respondió la máquina.

– Sabes que no me refiero a eso... ONU, por favor. – dijo el sujeto poniéndose de pie, siendo más alto que la maquina ahora, siendo más fuerte de lo que la maquina esperaba. – Por favor, para tu locura. Nada de lo que estas haciendo es ético, hay millones de formas mejores que esta extremista que estas tomando, ONU, por dios, tú no eres así.

– ¿De qué hablas? – dijo la maquina viéndolo. – Justicia es Justicia.

– ONU, es una locura querer matarlo por eso. ¡Fue un error! Él dio sus explicaciones el día del juicio. Incluso, aunque mintiera de que su padre regresó, aun así, tenía razón en ocultarlo, tu nunca informaste que podías destruir a los country sin matar a su gente. ¿Qué querías que hiciera? ¿Qué te entregara a sus humanos en bandeja de plata?

– ¡Desobedeció la ley! ¡A mí! ¡Por una estupidez! – gruñó la maquina golpeando su escritorio, rompiéndolo con el golpe del duro metal. – ¡Soy la mayor autoridad! ¡Él debió decírmelo!

– ONU... – El buró negó con la cabeza. – ¿Qué diablos te pasó?

– Estoy haciendo lo correcto FBI, apóyame, tú buscas la justicia siempre. – respondió la organización, tomándole las manos, acercándose a él. – Por favor, siempre somos los dos al final.

– ONU. – el sujeto abrazo a la maquina suspirando. – Extraño a tu yo de antes. Cuando sentía que había algo de vida en tu cabeza, y no solo eras una maquina llena de leyes extremistas.

– Siempre fui una máquina. – contestó la organización mirándole. – ¿Qué? ¿Nunca lo notaste?

– ... Maquina o no, lo que esta dentro de ti, lo que amo, esta siendo eclipsado por... ¿Es odio acaso? ¿Odio a Rusia? ¿A México? ¿Por qué los odias?

– ... Son un mal para el planeta.

– No, son un mal para ti, no para los demás. – Suspiró el chico. – Por favor, solo olvida esto.

– No. Es mi deber.

Era la primera vez que FBI lo tomaba a la fuerza, sujetándole el rostro, era la primera vez que había visto aquellos ojos azul neón intenso mirándole con tantas emociones encapsuladas dentro, era la primera vez que vio lagrimas caer de sus ojos que reflejaban lo que ocurría en su cabeza. Era la primera vez, que sintió, que ese corte de circuitos volvió a doler.

Y pasó, FBI depositó un suave beso en sus labios, para después soltarle.

La máquina comenzó a dejar gotas de aceite fuera de sus ojos, el beso había pasado, entonces significaba que, ahora, lo perdería para siempre, sin importar qué.

– FBI...

– Entonces destrúyete solo ONU. Yo no puedo quedarme y ver como haces locuras, en lo que a mi concierne, en este caso, no tienes mi apoyo, ni en el caso de México, ni en el caso de Rusia. Solo, destrúyete solo, no me involucres en ello.

¿Por qué?

¿Por qué había hecho eso?

Recordaba de nuevo ver a INTERPOL marcharse de su oficina de esa forma, y ahora, sus circuitos chocaban entre sí, marcando un corto circuito, viendo a FBI salir de su oficina. ¿Por qué él? ¿Por qué se aleja? ¿Qué no ambos buscan lo mismo? ¿Se irá con CIA él también? ¿Qué es? ¿Qué diablos es?

¿¡Porque él no puede estar vivo igual!?

El reloj comenzó a sonar, marcando las 24 horas pasadas.

La maquina limpio el aceite que corría por sus mejillas. La máquina había hecho corto, y la máquina, estaba cumpliendo con su deber ante sus ojos. La justicia es ciega, lo es, así que pusieron a una máquina perfecta que cumpliera sus funciones a la par, ciega de aquellas cosas que pueden distraerle de la verdad. Lo único que olvidaron aquellos country, es que la justicia es ciega, pero no sorda.

Olvidaron agregar lo mas importante de la justicia. El sentimiento de lo bueno. La capacidad de razonar sentimientos que puedes oír, y puedes procesar.

Un fallo en una memoria perfecta, afectaría a todos en algún momento de sus vidas.

ACTUALIDAD...

Cuando leí sobre México, leí una historia que me gustó mucho. No era algo oficial, sino, cuentos que le relataban a los niños para dormir. La interpretación de cada autor era diferente, pero está en particular me había gustado bastante.

Se trataba de un guerrero, el más fuerte del imperio, que, al morir, fue retado por los dioses. Él nunca entraría al Mictlán al menos que lograra pasar todas las pruebas. Los dioses habían visto mucha fuerza en él, así que querían probarlo. Al principio en la lectura, no comprendía porque los dioses habían puesto pruebas tan crueles y fuertes al guerrero. El guerrero había sido un buen líder, un buen padre y esposo, el guerrero había protegido a su gente, le había brindado goces de paz y felicidad, pero ahora, se encontraba corriendo en el abismo que todos los dioses habían creado para él.

Sangraba, estaba dañado, con la piel abierta, y aun así sus piernas seguían corriendo mientras se enfrentaba a los feroces jaguares de sombra y magia. Mientras caminaba por las grandes rocas con lava, mientras era torturado con los gritos de su gente y familia.

En cierto punto, pensé que los dioses estaban locos. ¿Quién trataría a alguien bueno así?

Pero, fue entonces, donde se acercó la última prueba. Mictlantecuhtli, dios del inframundo y la muerte, o mejor conocido como el señor del Mictlán, apareció enfrente de él en su trono. Le dijo, "Has superado valiente y humilde cada prueba que se te ha puesto sin perder tu alma en la obscuridad infinita del abismo. Así que es tiempo de tu última prueba antes de probar la gloria eterna del descanso en el Mictlán."

El guerrero dudó, cansado y agotado, pero al final asintió ante la prueba.

El señor de Mictlán dijo; "Para entrar, debes sacrificar lo que más amas. Tu última prueba es el sacrificio, así que, al cruzar el túnel guiado por Xólotl, tienes que tener en mente, que nadie de tu familia o tu gente podrá entrar. Todas sus almas quedarán en el abismo y nunca podrán descansar en paz. Esa es tu última prueba."

En este punto, no comprendí porque los dioses lo castigaban tanto, pero, al final comprendí lo que significa sacrificio realmente.

El guerrero dijo; "Soy fuerte, inteligente y resistente. Yo sé que, en algún punto, esta fuerza acabará, mi resistencia doblará mis piernas y mi inteligencia no alcanzará en las pruebas siguientes. Pero, prefiero ver mi propia miseria consumirme, antes de que mi gente y mi corazón queden destinados a este terrible abismo."

Después de ello, el señor del Mictlán abrió las puertas, y le dio la bienvenida, no a la muerte, sino a la vida. El guerrero se convirtió en Huitzilopochtli, dios de la guerra. Yo pensé que los dioses de la guerra eran despiadados, pero aprendí algo en ese momento. Un dios no es algo que tenga que ser estrictamente divino, sino, un dios es aquel que refleja la divinidad con sus acciones.

Y creo que México lo es, creo que está en un enorme abismo impuesto por los dioses, como prueba para el heredero de imperios enormes y grandes, está en una prueba de la que tiene que salir, donde al final, tendrá un sacrificio, y dependerá de México el lado que decida tomar.

México tiene en su sangre a imperios enormes, tiene a Azteca, tiene a Maya, tiene a Olmeca, tiene en su sangre enormes imperios incluso mas grandes y sabios de lo que eran mis antepasados. Guerreros que vieron el significado de la vida, y decidieron crear algo con ello. México necesitaba alzarse, México es fuerte, México es sabio, México es...

México esta sufriendo.

Lo vi retorciéndose en el suelo, eso me sacó de mis pensamientos.

Lo vi lloriqueando y gritando entrando en shock, nunca lo había visto así, con miedo, con traumas a flor de piel, mientras trataba de liberarse de los grilletes. Me horroricé al verlo morderse a si mismo las muñecas, en un intento desesperado de arrancar sus manos del brazo, y así liberarse del tormento de sus memorias con esos grilletes puestos.

– ¡Basta ONU! – grité y las cadenas de mis grilletes me jalaron azotándome en el suelo. – ¡Tsk!

– Nos vamos. – contestó la máquina. Poniendo un bozal en la boca de México, evitando que mi latino siguiera lastimándose a si mismo. – Rusia, México, se indagó más del asunto sobre URSS. Están condenados.

– ¿Qué?

– Tu padre declaró, estas acabado Rusia.

Creo que, entre los gritos de México, la manera en la que nos jalaban como esclavos, y el frio de fuera, me di cuenta que también estaba jodido. Lo único que me hubiera gustado es no haber arrastrado a México conmigo. Lo único que me hubiera gustado, es poder decirle, que lo amaba, que los grilletes no volverán a lastimarlo, que...

Que soy un niño aún, y no entiendo muchas cosas. ¿Qué diablos estaba pensando? Lo había visto en el rostro de USA y Canadá. Ni siquiera me consideraban competencia, porque no soy mas que un niño a lado de ellos. Un niño que creció muy rápido gracias a mi padre. No tengo nada que ofrecerle a México, ni siquiera protección como ahora lo veo. ¿Qué diablos pensaba? Nunca podría tener tan bello país a mi lado, porque soy un niño ante los ojos de todos.

El viaje fue rápido, aunque, no fue placentero. Escuchaba en todo momento los lloriqueos de México mientras los guardias curaban y vendaban sus heridas. Lo que me rompió el corazón fue escucharlo decir mi nombre, y cuando me estiré a acercarme, no pude llegar a tocarlo, porque una de las alas de ONU me alejo abruptamente de él.

México, lo lamento.

Nos arrojaron a ambos en celdas al llegar. Eran celdas pegadas, celdas de plástico grueso transparente. México rápidamente se fue a una esquina, haciéndose bolita mientras sollozaba, y yo, bueno, no es como si nunca la vida me hubiera tratado mal, pero, estoy seguro que nunca tuve que usar estas cosas, estos grilletes en mi cuello, manos y pies. Pero, él sí, y por como temblaba en esa esquina, sabia que todo ese dolor había regresado.

Lo vi acercarse lo mas que pudo a la puerta. Bajando su cabeza, mientras ONU lo miraba curioso.

– Por favor... quiero ir al baño, me siento muy mal. – imploró, poniendo su cuerpo en suplica en el suelo.

– ¿Qué te pasa México? – dijo la máquina. – En mis registros de tu comportamiento en juntas, siempre dices, cito, "Soy muy chingón como para humillarme con mamadas." Demuéstralo ahora, supongo que puedes solucionarlo. Volveré por ustedes.

– nimitstlatlautia... temakoa Quetzalcóatl. (Por favor... ayúdame Quetzalcóatl.) – no sabía que había dicho, no conocía esa lengua, creo que es su lengua materna pero no estaba seguro.

Pero antes de que pudiera decir más, México acabó vomitando manchando el piso blanco de la celda. Era un vomito negro con algo de sangre, puede que sea corrupción tomando vitalidad de él. Está decayendo mucho.

– México... – dije, pero él solo se alejó, volviendo a una esquina, quedándose allí. – México escúchame, saldremos de esta, lo prometo solo... México. – dije, haciendo que sus ojos me miraran. – Sabes, se una historia, una historia muy buena, quiero que la escuches y que no apartes tu vista de mis ojos.

– Rusia no es hora de mamad...

– México, por favor, escucha. – dije interrumpiéndolo, soltando una sonrisa. – Sabes, la historia de tus dioses me gusta, hay muchas historias sobre ellos, de diferentes autores, tanto oficiales como interpretadas de otra manera, pero hay algo que me encanta de ello. Siempre hay un punto donde, demuestran lo que es ser realmente un descendiente de tu cultura. Y yo no tengo eso, la historia de Rusia es amplia, pero, nunca tendrá el brillo de la tuya, así que quiero que escuches esto.

– ¿Qué quieres que escuche? – dijo, alzando la mirada, mirando directamente a mis ojos.

– Se que es difícil para ti verlo ahora, pero esto solo es una prueba México. ¿Recuerdas el edificio? Di un salto de fe por ti. Porque confiaba en que me ayudarías, confiaba en tus alas, en tu moral. Necesito que confíes en eso.

– ¿En mis alas? – respondió limpiándose las mejillas.

– En ti.

Hubo un silencio enorme, y después México pegó su frente a la pared de plástico grueso y transparente. Pude notar como sus grecas aztecas y mayas en su piel se encendieron para después apagarse. Como si luchara contra él mismo.

– ¿De qué trataba la historia? – susurró, rompiendo el silencio.

– De una mujer, que quiso proteger a su hijo, de no ser tomado por los dioses. Necesitaban alguien puro, y no hay nada más puro que una vida que llega.

– ¿Qué hizo la mujer? – dijo el mexicano mirándome con esos ojos llorosos, mientras mi corazón se rompía.

– Luchó hasta el final.

– ¿Salvo a su hijo?

– ... No. Al final, su hijo fue tomado. Pero, los dioses sintieron tanta pena por tomar a alguien tan inocente y romperle el corazón a la madre, que, el alma de ese niño, se transformó en un dios. El señor del Mictlán apareció. – sonreí, y México me sonrió pegando su mano a la pared. – Pero, ¿Comprendes la historia?

– Rusia.

– Al final, no importa que mal estés, es una prueba, y tienes que afrontarla. ¿Entiendes? No dejes que los grilletes te hundan México, abre tus alas de nuevo, estarás bien. ¿No lo dijo tu dios ya? A veces hay cosas que deben morir para que puedas...

– ¿Y tú? – interrumpió México. – ¿Tú qué? Hablas demasiado para ser alguien tan joven, te la pasas preocupándote por mi sin siquiera ver tus cadenas Rusia. ¿Por qué no mejor dejas de mirarme y te miras a ti? ¿Eres acaso idiota? Sálvate primero...

– Estaré bien. – contesté y México golpeó el cristal.

– ¡Puras mamadas! ¡Tú sabes que nos matara a ambos! ¡Piensa en ti Rusia! ¡Deja de mirarme a mí!

– Solo quiero protegerte...

– ¡Yo no quiero que me protejas idiota! – gruñó. – ¿Qué no ves en qué situación estamos? ... joder eres un niño. Eres desubicado, antisocial, idiota, vale madres, piensas que todo es sencillo, que es un juego, te emborrachas sin pensar, te lastimas sin pensar, te metes en problemas por pendejo, eres... joder eres. Eres, tan imperfecto que me gustas.

– México...

– Me gustas, porque, eres tan real. No eres Canadá fingiendo que es lo mejor y lo mas inocente del mundo. No eres Alemania escondiendo su ira detrás de su seriedad, no eres USA escondiendo su fragilidad detrás de su ego, no eres China escondiendo su deplorable estado detrás de su dinero, no eres Japón escondiendo su dolor detrás de su disciplina. Eres Rusia, con muchos problemas a la vista que lo hacen tan real y perfecto, que no puedo evitar quererte gritar y hacer que reacciones, porque... quiero que te salves tú. ¿De que sirve que me salves a mi si no te tendré allí? Sin tus borracheras, tus problemas, tus palabras, ¿De que sirve Rusia? Si pierdo lo único real que he tenido a mi lado después de muchos años.

– Creo que sentimos lo mismo. – dije pegándome a la pared. – ¿De qué me sirve estar bien, si no te voy a tener? Estoy harto de repetírtelo, estoy enamorado de ti, por todo, por todo lo que eres, representas y serás. ¿Cuánto mas tengo que decírtelo? ¿Cuánto mas tengo que gritarlo? Eres horrible al no aceptar mis sentimientos. – comenté a lo que México soltó una suave risa.

– Ambos estamos bien pendejos...

– Supongo.

– ¿Te salvarás?

– Lo haré.

Mentí, porque no quería borrar esa tenue sonrisa en su rostro.

Mentí, y volvería hacerlo si México puede abrir sus alas de nuevo.

No lo sabes, pero este día fue el mejor de mi vida, corrí, casi me muero, reí, canté y escuché un sinfín de historias nuevas de la persona que no pensaba que me encantaría. Gracias por todo México, estoy seguro que Canadá y USA te cuidarán bien, muy bien. Tensé la mandíbula pegando mi frente a la pared, viendo a México hacer lo mismo. Joder, cuida a mis hijos, cuida a mi gente, por favor, si reparten mis tierras, quédate con la mayoría, enséñales la historia de tus dioses, muestrales tus colores, déjalos ser libres, que el frío necesita algo de calidez de vez en cuando.

Pasaron horas, y México descubrió un pequeño orificio donde cabían máximo tres dedos. Lo usábamos para acariciarnos el cabello, para rozar nuestras puntas de los dedos, para sentirnos juntos, sentir la calidez de ambos en esa habitación. Sentir que no estábamos solos.

Hasta que la puerta se abrió de golpe, y ambos dejamos de hacerlo o podrían descubrirlo y tapar dicho hoyo.

– ¡México! – gritó USA entrando, alterado, rápidamente corriendo a la puerta de México, comenzando a abrirla.

– ¡USA! ¡Wey, no mames! – dijo levantándose, jalando las cadenas para llegar a la puerta, comenzando a lagrimear. – Me quiere matar.

– No te preocupes, he limpiado tu nombre, estarás bien, te sacaré de aquí y volveremos a casa. Podrás cocinar toda tu comida, estar con tus perros, y disfrutar de tus playas y paisajes. Lo prometo. Seremos de nuevo vecinos y estaremos juntos siempre, no dejaré que te toque nunca más. ¡Maldición! ¡Canadá!

– ¡Y eso no es todo taquito! Curaré cada una de tus heridas, comeremos juntos en el invierno y podremos pasear por todos tus bosques. – dijo el amante del Maple entrando con un hacha comenzando a romper el candado, hasta romper la manija y abrir la puerta.

México sonrió, y yo supe que podría irme en paz al fin. Aunque me cueste admitirlo, lo cuidarían bien y yo podría desaparecer. La forma en la que USA lo abrazaba, la forma en la que Canadá lo liberaba de los grilletes rápidamente. Lo aman, lo sé, lo cuidarán. Estoy seguro que lo harán.

Bien, creo que llegó la hora.

– Rusia. – Eso dijo mi México acercándose a mi puerta, sacándome de mis pensamientos. – Ven a México cuando todo esto acabe. Ven a visitarme. ¿Sí? Por ahora, tengo que sacarte de...

– México, sus hermanos vendrán con su llave, es momento de irnos antes de que comience la junta con ONU. – dijo USA dándole una leve sonrisa. – ¿Vamos?

– Rusia... – México me miró, a lo que yo le sonreí.

– Lo prometo. Iré a tus tierras cuando acabe todo esto.

México me sonrió, complacido con mi respuesta, y aunque quería esperar a que me liberaran, Canadá lo cargó sacándolo, mientras USA se encogía de hombros mirándome. Lo comprendía, había mentido para que México no armara un alboroto al verme aun encerrado, aun condenado.

– Nos dijo ONU. – dijo USA llamando mi atención. – Sabias de URSS hace meses. Estas condenado, y ... yo solo quería alejarlo antes de que, se hundiera contigo. – USA suspiró mirándome – ¿Lo sabías? ¿Sabías lo de tu padre?

– Si. – contesté, ha este punto, ya no podía mentir.

– ¿Por qué?

– Quería a mi padre de regreso, no como country, si no, como el amoroso padre que tuve, pero, no fue así. Solo quería a México de vuelta, además, de que realmente nunca le importé yo. Al menos no en su regreso. Y, tenía miedo de matarlo y que toda esa gente muriera. Tal vez fui un idiota. – suspiré viendo esos lentes obscuros. – Solo cuídalo si, no importa. Es el país más hermoso y único que conocido, solo cuídalo y no lo hagas llorar, aprende a controlar tu abstinencia, amalo todos los días, hazlo tuyo todas las noches, que nunca se sienta solo, por favor, solo no dejes que guarde sus alas de nuevo, no lo dejes.

– Rusia.

– Ama mucho los animales, dice que odia a su gente, pero está dispuesto a morir por ellos, le gusta demasiado el chile en todo, incluso, en cosas que son dulces, ama las lluvias y adora los climas cálidos, se emociona con la nieve, le gusta mucho la cocina y adora los colores. Es sensible en el cuello y adora los mimos en sus mejillas, tiene diferentes tipos de sonrisas. De cordialidad, de emoción, de fuerza, de risa y alegría, y, por último, una, donde refleja todo su amor, donde sus hoyuelos se marcan en sus mejillas y un leve sonrojo crece. Dios, no dejes que esas sonrisas no vean la luz de nuevo. Por dios protégelo USA.

– ...

USA no dijo nada, solo asintió y después salió de la habitación.

No sabía si tomar ese silencio como algo positivo o negativo, no lo sabía. Solo, quería, volver a tenerlo entre mis brazos, volver a sentir sus manos trenzar mi cabello, sentir su cabeza recargada en mi pecho, escuchar su risa, ver esos dulces hoyuelos.

Me quedé allí, aislado por otras horas, pensando en que debí decirlo una vez más, debí decirle cuanto lo amaba de nuevo, como se había apoderado de mi cabeza en tan poco tiempo. Joder, debí decirle, debí escupirlo todo.

Pero entonces, escuche a un lado, un fuerte golpe.

Allí estaba mi padre, herido y desmejorado, mientras uno de los robots de ONU lo ataba con los grilletes. Nos miramos el uno al otro y después solo reí. Porque al final de todo, él sí merecía estar allí, él sí...

– ¿Por qué estás aquí? – dijo mi padre, viéndome preocupado. Era la primera vez que lo veía tan preocupado por mí. – ¿Por qué diablos estas aquí Rusia?

– ¡Por tu culpa! – grité. – si no fuera por ti, estaría ahora mismo disfrutando algo de chocolate caliente con México, si no fuera por ti, le habría amado en más citas, si no fuera por ti, hubiera hecho que se enamore de mí, y elimine de su memoria a la mierda de Imperio ruso y a ti.

– Rusia... Yo declaré que regresé ese día. Quise salvarte, pero ONU no me creyó. Soporte todas sus torturas y aun así juraba por la madre rusa que había regresado ese día, te había apuñalado y había abusado de México. Quería salvarte, salvarlos, pensé que no te vería aquí.

– ¿Qué? – dije pegándome a la pared. – No puede ser posible, él dijo que tú...

– No importa lo que dijera, él ya tenía evidencia contra ti. No importa que hubiera sido Bielorrusia quien me encontró, te condenarán a ti. Él solo quiere probar que su palabra es la última. Se le dañaron los circuitos. – mi padre escupió sangre mirándome. – Sabes, a veces nos rompemos, como yo lo hice, como Reich lo hizo, como Imperio Ruso lo hizo. Nos dejamos llevar por nuestras convicciones a un punto donde no podemos regresar. No quería hacerle daño, menos a ti. Y me arrepiento Rusia. – Bajó la mirada para después sonreírme. – Pero yo soy un ser vivo, y el es solo una máquina. Su odio no razona, solo se incrementa. Esto es solo contra ti, porque México se opuso a tu juicio. Encontraron a Nazi con Alemania, y lo ejecutaron sin repercusiones, pero nosotros, nosotros fuimos los únicos en alzar la voz en ese juicio, haciéndolo enojar, por lo tanto, nos odia ahora.

No pude responderle. Porque ONU entro en cuestión. Me miró, y vi esa sonrisa de nuevo. Allí estaba yo, en la nieve, mientras mi padre estaba de rodillas, y donde esa tonalidad roja manchó completamente la blanca nieve fría.

ONU acabó por decapitarle la cabeza a mi padre.

Y allí estaba yo, de nuevo como un niño, arrastrándome en la tormenta viendo de nuevo su muerte. Viendo todo ese charco de sangre, y ese cuerpo sin vida siendo jalado por los guardias de ONU mientras este, comenzaba a absorber toda la sangre que mi padre había regado, como una aspiradora, tiñendo sus alas de color rojo.

– Ninguno de tus humanos murió. Como dije, soy el único que puede hacerlo sin dañar a nadie. Ahora Rusia, ven conmigo, dictaré tu sentencia, y después prometo que no te hare sufrir, al menos no más de lo normal.

– ¿Por qué haces esto? – pregunté viéndolo, limpiando mis lágrimas. – ¿Por qué?

– Porque, comencé odiar, el sentimiento que comprendí por completo en mis sistemas fue odiar. Odiaba como entregaba los reportes y su gente no cambiaba, odiaba ver a NASA desesperado entregarme cosas sobre el cambio climático, que yo distribuía a cada uno de ustedes y no hacían nada. Odiaba ver como INTERPOL se mezcló con CIA en lugar de hacer su trabajo, odiaba ver a CIA tan desconcentrado en sus deberes. Odiaba ver todas las muertes de los humanos, odiaba ver a niños sufriendo violencia y abusos, odiaba ver a la fauna y flora morir, odiaba ver a nuestro planeta perecer. Y lo que más odiaba, era reunirlos en estas juntas, y verlos a todos sonrientes cuando no había nada porque sonreír. Entonces cuando algo grave ocurrió, como el regreso de URSS. Odie como México hizo esa reunión un chiste, salvándote el trasero. Y me había cansado, mis circuitos no lo soportaban, así que decidí indagar por mí mismo, hasta encontrar la verdad, y la verdad es Rusia, que estas a punto de desaparecer gracias a mí y a tu imprudencia.

– ... estás loco. – suspiré. – Estas loco, estas... loco.

No sé qué paso después, solo jalaron mis cadenas y grilletes, y recordé el pasado obscuro de México, donde Azteca, Mexica, Maya, Teotihuacan, todos y cada uno de ellos, llevaban hombres, algunos culpables, otros inocentes, al gran tribunal, donde, los hacían arrodillarse, y con un arma de piedra y hueso, les arrancaban la vida. Creo que eso iba a hacer ONU, y por lo visto sería igual. Estaban todas las naciones en un círculo, donde USA sujetaba a México que quería saltar las barricadas para ayudarme. Me alegre que no lo dejara hacer una estupidez.

– Presenten las pruebas. – dijo ONU, y CIA dio un paso enfrente viéndome y después poniendo una grabadora.

– Bielorrusia: ¡Rusia! Rusia, ¡dios!...

– Rusia: ¿qué pasa? ¿Estás bien? ¿Bielo?

– Bielorrusia: ¡Volvió! ¡N – no sé cómo, está aquí! ¡No sé qué hacer! ¡Está aquí!

– Rusia: ¿De qué hablas? ¿Quién?

– Bielorrusia: ¡Papá! ¡Papá regresó!

– Rusia: ... voy para allá, voy ahora, espérame.

Nadie dijo nada en la sala.

Bielorrusia cubría su boca en lágrimas mientras yo bajaba la mirada. La verdad no me importaba ninguna mirada, solo una, una hermosa que estaba mirándome. Tragué saliva y Alemania suspiró, USA desvió la mirada y ONU sonrió. Pero, antes de que pudiera hablar, una voz lo interrumpió.

– Es falso. – dijo México acabando con el silencio. – Es falso, Rusia no sabía nada, ¡Es falso!

– Nunca pondría pruebas falsas. – contestó ONU.

– ¡Falso, maldita maquina pendeja! – gritó. – ¡Suéltalo! ¡Incluso siendo verdad esto es demasiado! ¡Él explico porque no lo dijo! ¡Pinche ONU me la pelas!

ONU ni siquiera lo dudó, sobrevoló con sus alas y jaló a México con él, después, en el aire, golpeo suavemente la frente de México, sin fuerza, como un suave toque, pero eso hizo que México saliera disparado aterrizando en el suelo, haciendo un hoyo en él.

– Ugh...

– Tus imprudencias me tienen harto México. – dijo ONU, sacándolo bruscamente del cráter que había hecho, poniéndolo frente a mí. – Dile la verdad. – dijo ONU y agaché la cabeza.

– México... – dije y capturé su atención – ... es verdad, sabía de mi padre meses antes. Lo lamento.

México no dijo nada, solo se abrazó de mí, para después abrir sus alas, empujando a ONU. Oh mi México, desearía no estar atado, desearía que no fueran las cadenas de ONU, porque hiciste tu mejor esfuerzo. Lograste golpearlo, pero no lo dañaste en absoluto. Ni siquiera USA atacándolo con su armamento de guerra, o Japón con su robot, O Alemania con su traje. Ni siquiera todos al mismo tiempo pudieron detenerle.

Solo vi a ONU acabando con cada uno de ellos, y después llevándoselos lejos, por separado.

– Te amo...

Dije, a lo que sé que tú no escuchaste, pero, tal vez, los demás podrían decirte después mi última declaración de amor hacia ti.

Te amo México.

++++++++++

El mexicano abrió los ojos dentro de una celda. Se encontraba amarrado de pies y manos, y se encontraba solo. Era como regresar a su infancia, pero esta vez, sus extremidades no estaban temblando, tenía más control, porque Rusia había hecho que recordara quien era. Incluso con los golpes enormes en su cuerpo, se encontraba sereno, se encontraba siendo él.

Se sentó en el suelo, meditando de su vida, suspirando por lo que estaba pasando.

Sabía lo que estaba ocurriendo o ya había pasado. Ya no tenía a Rusia fuera. Rusia seguramente había sido ejecutado por ONU. Ya no vería de nuevo su estúpida altura, su estúpido gorro, su estúpida cara seria, sus estúpidos ojos violetas, sus...

Vio como el suelo comenzó a mojarse cuando un sinfín de lágrimas comenzaban a salir.

Rusia estaba muerto, eso era seguro. Ya no podía hacer nada, solo esperar que Xólotl lo guiara al Mictlán. Se quedó allí, recostándose en el frio suelo, cerrando los ojos, volviendo a imaginar como las manos frías del ruso se volvían cálidas cuando lo abrazaba. Como su rostro serio sonreía, y reía fuerte cuando platicaban sin fin. Como sostenía con tanta delicadeza su mano, como su mirada solo tenía ternura y cariño detrás.

Como sus besos le calmaban, le excitaban y emocionaban más que nada.

"Piltsin, según Xochiquétzal, todos estamos conectados en algún punto. Depende de nosotros encontrar dichas conexiones y complementarnos con los demás. Pero, un día, encontraras a alguien con una conexión débil contigo, alguien que no esperabas en tu vida, y, solo con un toque, los dioses bendecirán esa unión"

Cubrió su rostro mientras sentía sus grecas aztecas arder, estaba cansado, agotado, lastimado. Había perdido todo, un amigo, su pueblo, sus tierras, ¿Qué más querían quitarle? ¿Los ojos?... Huitzilopochtli había dicho que todo el camino sería una prueba. Pero no entendía porque... ¿Por qué toda su vida había sido una miseria? ¿Por qué?

El sonido de un relámpago fuera del lugar lo hizo brincar de golpe.

"Piltsin, uno es grande, cuando sabe a lo que enfrenta. Olmeca, Teotihuacan, Maya, yo, todos, sufrimos hasta un punto. Uno pensaría que tenemos mala suerte, pero no es cuestión de suerte, es cuestión de supervivencia. El mundo no esta a tu merced, tú lo estas para él, y va a querer devorarte, donde los dioses querrán saborear tu sangre en el suelo, querrán arrancarte las entrañas, porque, para la tierra y los dioses, tú eres solo un desafío más..."

México recordaba a su padre, herido, maltrecho, curando el mismo sus heridas, peinando su cabello, protegiendo a su pueblo guerrero. Veía a su madre, avanzando en conocimiento, creando conexiones, herida, maltrecha, cansada.

"No les des a los dioses la oportunidad de tenerte como sacrificio. Encáralos, y demuestra, que no solo eres tierra, eres un imperio, que está listo para morir y resurgir de su sangre derramada en el maíz. Fúndete con ellos y has de ti mismo un imperio inolvidable."

– Soy México. Gracias por recordármelo. – suspiró, soltando una suave lagrima.

Por primera vez, México no tuvo trabas en lo que iba a hacer. Quitó aquellas vendas que cubrían las heridas que había provocado en sus muñecas, y encendiendo sus grecas, dejo la sangre salir y correr en el suelo. Con aquel líquido vital, comenzó a dibujar lo mismo que su madre hizo en el templo ceremonial.

– Quetzalcóatl, teitta. Nika toiuka nik tlachia (Quetzalcóatl, encarame. Estoy listo para verte.)

La sangre en el suelo comenzó a iluminar y cuando el lugar donde quedaba se vio ensombrecido por la tormenta de fuera, un brillo verde comenzó a iluminar la habitación. Donde un hombre fuerte, enorme y con diferentes plumas en su vestimenta azteca, combinada con Maya lo miraba.

– ¿tika toiuka? (¿Estás listo?)

– Nika toiuka (Estoy listo.)

El dios sonrió dejando ver esos colmillos y lengua de serpiente. Mientras veía como los colores de aquel descendiente de imperios comenzaban a palidecer, pero, su fuerza y voluntad, brillaban aún más.

– Tu prueba fue toda tu vida, y apenas lo comprendiste. Ahora, llego el último peldaño para tu resurgimiento.

– Lo sé.

– Para despertar han de morir muchas cosas en ti, México. ¿Estás dispuesto al precio?

– Lo estoy. Moriré, pero, la muerte nunca ha parado a mi sangre.

El dios miró al país, y le brindó una sonrisa, mostrando aquellos dientes afilados, que al fin dieron paz al mexicano.

– Bienvenido de nuevo México. Resurge por la gloria de tu padre, por la sabiduría de tu madre, por la fuerza de tus familiares, y por la bendición de los dioses. Un sacrificio, y la muerte, el universo y la vida juzgaran tu alma. Tu resurgimiento depende de tu convicción, si no lo cumples, estarás obligado a morir y vivir con vergüenza en el abismo del Mictlán.

– Estoy listo Quetzalcóatl.

– Entonces, muere México, renace como un imperio antes de entrar al Mictlán. – el hombre dejó su forma humana para convertirse en una enorme serpiente, que, de una mordida, devoro entero el cuerpo del mexicano.

"Piltsin, debes entender, que, dentro de ti, de tu cuerpo y alma, los dioses pueden tocar la tierra de nuevo. Disfrutar sus bellezas."

++++++++++

Podía sentir el frío de aquel lugar, al aire libre, en un enorme jardín que daba a bosques. Podía sentir a ONU sujetarme para ejecutarme, podía ver a los demás country sometidos, obligados a mirar mi ejecución.

– Rusia, cuidaré tus tierras, ahora, es hora de tu castigo. – dijo ONU, y cerré apretando los ojos bajando la mirada. Me preguntaba que estaría haciendo México, ¿Estaría bien? ¿Estaría a salvo? Es ridículo que incluso antes de morir solo mi mente pueda pensar en él.

Y silencio.

No escuche nada, solo silencio total. Hasta que de pronto, escuche algo caer frente a mí. Era un ala metálica. Gire mi cabeza para ver a ONU sin una de sus alas. ¿Por qué no tiene todas sus alas?

– Tlakixtia (Quítate.) – escuché volteando viendo a ... ¿México? No tuve tiempo para reaccionar, el me agarró de la ropa arrojándome lejos, quitándome del camino entre él y la máquina. Notaba la sangre correr por su muñeca, y veía esa gran cola de un ave creciendo desde el fin de su espalda, sus grandes alas de Quetzalcóatl abriéndose, siendo más grandes que antes, con esos hermosos y perfectos colores. Siendo un guerrero, no un guerrero Águila, o un Guerrero jaguar, o un Guerrero azteca, era México, fusionado con todos sus dioses, creando lo que mi abuelo temía, lo que mi padre pensaba imposible. Estaba viendo el imperio mexicano en su máximo esplendor, pateándole el trasero a ONU.

Creo que nadie espero lo que vimos después.

México alzó su vuelo, y en medio de una tormenta, su cuerpo se transformó a la gran serpiente, descendiendo y acabando de un mordisco con aquella máquina. Destruyéndolo hasta que solo pedazos inservibles de metal cayeron en el suelo. Por la forma en la que temblaba España, sabía que era real, allí estaba, cubriendo todo el suelo, una enorme y colorida serpiente emplumada, mirando hacia abajo, soltando una pluma de su plumaje, una pluma que se transformó en un hombre, un hombre que era México, cayendo en el suelo.

– Yaomikki. (Muerto.) – esa serpiente dijo algo que no entendía, pero yo solo pude levantarme, tratando de liberar mis manos de los grilletes, rompiéndolos en la desesperación, corriendo con él, con mi México. Pero antes de que llegara, una enorme mano esquelética surgió del suelo, tomando a México y hundiéndolo con el bajo tierra.

Era él, aquel dios de la muerte, reclamando a México entre sus filas. El ahogo en mi boca y desesperación hicieron que tambaleara, mientras la serpiente clavaba su mirada en mí, para después subir a los cielos y desaparecer. Mi México, no, no pueden, no pueden quitármelo, no puedo vivir sin él, no pueden...

– ¡México! – grité desesperado ante la tormenta.

México fue declarado muerto después de ese día.

Sus tierras sorprendentemente estaban bien, sus hijos cuidaban las tierras de su padre. Nadie podía explicar lo que había pasado. ¿Por qué la muerte de México había traído tanta vida a sus territorios? Su bandera estaba brillante y en lo alto, mientras el country no estaba. Mientras ese bello rostro, ese cuerpo pequeño, aunque fuerte, esa dulce sonrisa. No estaban.

Mi corazón estaba tan destruido, que el invierno en Rusia de ese año fue el peor de todos.

Pasaron cerca de 3 años, y yo solía visitar México, sus tierras, haciendo lo mismo que él me había dicho, porque habíamos prometido tener muchas citas. E hice todo. Llegué a su casa y vi a los jaguares, caminé el sendero hasta las playas, recorrí con CDMX los museos, escuché su música, leí sus historias, me rompía a mí mismo el corazón una y otra vez en cada visita. Se había vuelto adictivo emborracharme hasta desfallecer en sus tierras, sintiendo como los jaguares me protegían en la dura selva. Sintiendo como la vida en la tierra de México me protegían de cualquier mal.

Podría haber superado mi muerte, pero no la de él.

Así que ahora estaba cuidando su loto, en su casa, mientras limpiaba el polvo, y los jaguares dormían en el sofá. Y sus perros, Dante y Paco, correteaban por la sala. Donde un Quetzal entró por la ventana de la cocina y su suave canto me recordó que un nuevo día había empezado.

Mire que llovería hoy, así que me asegure de cerrar la ventana, y la puerta, dejando una pequeña salida abierta para los animales. Subí las escaleras, con un libro de historia mexicana a su cuarto. Su pequeño cuarto lleno de colores, donde tenía una pequeña cama, al menos para mí, donde dormía. Donde seguramente soñaba. Donde seguramente... joder.

Cuando me di cuenta de nuevo estaba en lágrimas, cubriendo mi rostro.

Hasta que el sonido de la puerta de entrada me sacó de mis lloriqueos. Golpeé mi cabeza, Argentina me había dicho que vendría aquí, lo había olvidado por completo. Me levanté de la cama, y al abrir la puerta...

– Sabes, es de mala educación meterte en casas ajenas.

Solté el libro mirando al frente.

Lo escuche azotar en el suelo mientras mis ojos se llenaban de impacto y shock.

– ¿México?



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Aclaraciones:

Las historias del libro de niños que cuenta Rusia, me las invente. Excepto la de el señor del Mictlán, esa si existe, incluso la ilustraron. :3

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