Parte 13
Había una historia que solía pensar.
Una que me gustaba, aunque era trágica. Era como aquella cosa que no puedes dejar de escuchar, aunque te duela. Como aquel romance que no puedes dejar de amar, aunque te destruya, y aquella persona que no puedes olvidar, aunque te mate.
Me la contó la persona más hermosa que he conocido, y desde entonces no la he olvidado, porque a través de mis vidas siempre suelo recordarla. Es gracioso como siento tantos celos de esos country, tantos celos de sus lazos que los unen, tantos celos de su existencia simple. Pero, olvido todo ello solo al recordar esa bella historia de una oración que solía contarme.
Y ahora, al fin, es momento de que se cumpla dicha historia.
"Te he contado el día en el que la Luna se enamoró de un hombre, y destruyó todo a su paso..."
Esa era la historia, era simple, era vaga y te daba cosas para pensar.
Solía pensar que la Luna se enamoró del hombre porque lo veía todas las noches, celosa de como los ojos de este miraban las estrellas. Así que la Luna dejó de ser menguante y se hizo enorme, tan brillante y redonda que el hombre no pudo evitar enamorarse. Se amaban, el hombre recitaba poemas sin fin a la Luna, y la Luna alumbraba todas las noches para él.
Hasta que su amor creció tanto, que la Luna no soportó estar lejos de él. Así que decidió bajar a la tierra. Y eso destruyó todo, destruyó la tierra, destruyó la Luna y mató al humano.
Solía pensar mucho en esa historia, aunque ahora ya no puedo, porque me recuerda como lo perdí todo.
Y todo fue por mi culpa.
Tenía dos versiones de mí mismo, que crearon vida, que crearon todo. Pero, estas dos versiones eran distintas, pensaban diferente, querían cosas diferentes. Y esto se debía a mi incapacidad como dios de poder tener un fin fijo. Al final, era el dios que creó todo, en la nada. Que se creó a sí mismo, y con ello creo dos partes de sí, porque no podía decidir sobre su futuro, incluso, cuando este era manejado directamente por él.
Lo peor vino, cuando era una eterna pelea sin fin entre ambas partes. Ometecuhtli mi lado varonil, y Omecihuatl, mi lado femenino. Pero logré encontrarles una solución a las peleas sinfín que ambos tenían. Decidí ver algo bueno en el sinfín de violencia en ambos.
Gracias a mis propias diferencias, cree el balance con esas discusiones. El bien siempre tiene algo de mal, y el mal siempre tiene algo de bien. Mis ambas proyecciones de mí, comenzaron a adoptar este pensamiento, y lo adaptaron a su forma de ser. Por un momento, mis dos cuerpos se encontraban felices, así que decidieron trabajar en conjunto, y comenzar a crear su principal tarea, la creación.
Ambas partes de mi trabajaron duro y crearon a los cuatro Tezcatlipocas. Xipe Tótec el gran rojo, el gran dios de la abundancia, el amor y riqueza. Yaótl el negro, mejor conocido como Tezcatlipoca, dios del cielo y la tierra, además el protector de la fuente de vida. Quetzalcóatl, el blanco, dios de la vida y la sabiduría, y, por último, pero no menos importante, Huitzilopochtli, el azul, dios de la guerra.
Todo era hermoso, Xipe convivía con mis ambas mitades, hablando de diferentes cosas, Tezcatlipoca decidido a presumir sus habilidades, creando así la tierra, dejando caer gotas de la fuente de vida en dichas tierras volviéndolas fértiles. Pero por supuesto, Quetzalcóatl no quería quedarse detrás, así que utilizo dichas gotas para crear la vida en aquella tierra y agua, aire y cielo– En un chasqueo de dedos, les dio un propósito y la vida comenzó.
Por otro lado, Huitzilopochtli se encontraba aburrido de todo, ser un dios de la guerra no era fácil en ese entonces, solía desesperarse con facilidad, y terminar en fuertes batallas con los otros dioses por dicha frustración. Pero al final, gracias a Xipe, pudo controlar mejor sus arranques de ira, y volverse más estratégico y pacífico.
Fueron grandes años, digo fueron, porque todo cambio en el momento que Xipe influyó demasiado en mí. Tanto que ambas partes en mi comenzaron a cambiar.
Mis dos partes, mis dos alter egos, acabaron enamorándose. Pero no entre si como yo pensaría, sino, acabaron enamorándose de los dioses, y, no fue del mismo, fue de diferentes dioses.
Ometecuhtli quedo encantado con el brillo y poder de la gran serpiente, en sus colores y en su belleza, pero, principalmente en la alocada forma de ser de dicho dios. Amaba como podía ser tan relajado y sabio a la vez, como podía ser tan divertido y serio, y como sonreía, amaba su sonrisa. Le juró amor eterno con cada cielo azul que reflejaba a los humanos. Mi lado varonil estaba enamorado, haciendo que el cielo brillara, pero no era suficiente, así que comenzó a crear al dios del sol, Tonatiuh, para que su bello cielo claro, pudiera ser mas hermoso aun, solo para los ojos de Quetzalcóatl.
La gran serpiente acepto gustoso su amor, y ambos acabaron enamorándose por la influencia de Xipe en ellos. Pero, esto era un amor que no podría ser.
Omecihuatl, mi lado femenino, quedo encantada y profundamente enamorada de Tezcatlipoca, de aquel guerrero protector de la fuente de la vida, serio y amable, centrado y rebelde, sonriente y gentil, que la hizo ver la belleza en las simples cosas, que la enamoró con dulces historias y la enredó en amor con sus bellas acciones hacia ella. Enamorada, Omeci decidió crear algo especial para su amado, algo que adornara el bello cielo azul obscuro, así que decidió crear a Meztli, diosa de la Luna, quien adornaba el dulce cielo nocturno en la tierra, solo para los ojos de Tezcatlipoca.
Este aceptó su amor con alegría, jurándose estar siempre unidos, y con la bendición de Xipe, ambos, se unieron una eternidad, pero, este era un amor que no podía ser.
Fue bueno durante algunos años, todos los dioses eran felices, y mis ambas partes, estaban tan enamoradas, que decidieron crear a un sinfín de dioses, para vivir juntos y en paz en la inmensidad del universo. Pero, todo cambio un día.
Un día donde Quetzalcóatl y Tezcatlipoca vieron como mis dos partes, masculino y femenino, se unían y me creaban a mi completo. Había regresado a ser el gran Ometeótl, dios de la dualidad. Con rasgos tanto masculinos como femeninos, unos ojos brillantes y perfectos como los de una mujer, un cuerpo marcado como el de un hombre, una pequeña cintura como la de una dama, un mentón bien perfilado como el de un caballero, era un perfecto balance, era un dios, pero fue mi peor error mostrarles mi verdadero yo a ambos. Ya que ambos dioses, ese fatídico día, descubrieron que el dios que amaban con tantos celos y pasión, eran el mismo.
– ¡Has estado todo este tiempo, compartiendo tu amor y corazón con Tezcatlipoca! – gritó la gran serpiente, fúrico y con el corazón roto. – Incluso cuando unimos nuestras almas en la eternidad.
– Me juraste amor y unimos nuestras almas en el basto universo solo para que al final, tus besos, tu dulzura y tu existencia estuvieran siendo tocados por Quetzalcóatl al mismo tiempo. ¡Me mentiste! ¡Todas esas dulces palabras y acciones eran mentira! – gritó el guardián de la fuente, furioso, tanto que provoco una tragedia enorme.
La sensación de traición y desamor creció en ambos, y acabaron enfrentándose entre ellos. Durante esa pelea, Tezcatlipoca en un intento por matar a Quetzalcóatl uso una gota de la fuente, convirtiéndola en algo enorme y dañino, lanzándola contra él, pero, la gran serpiente logró evitar el golpe, era una lástima, que dicha gota fuera a caer en la tierra, y acabara con la vida como la habíamos conocido.
Quetzalcóatl fúrico estalló contra Tezcatlipoca ya que dicha acción causo la muerte y destrucción de el gran Pannotia, aquel supercontinente que reinaba en dichas tierras y gran amigo de la serpiente, murió. Pensé que todo acabaría, ya que ambos dioses estaban agotados después de años peleando, pero, cuando Xipe trato de calmarlos, enseñándoles la riqueza del perdón, fue Huitzilopochtli quien avivo las llamas de la ira, armando a ambos dioses, haciéndolos pelear a muerte.
– Quien gane se queda con Ometeótl y su corazón. – dijo el gran azul, fascinado con la guerra y la destrucción.
Y así fue, una batalla sinfín por mi corazón.
Mis dos yo, me conformaban, y mi corazón se había dividido en dos para amarlos, pero, la cosa es, que la mitad de un corazón no es suficiente para un dios. Ambos querían todo de mí, y yo dije mi condena ese día. Mientras ambos peleaban entre ellos. Dije al fin algo, en medio de ese caos.
"Dentro de 1000 lunas, diré a quien pertenece mi corazón, hasta entonces, declaro una tregua de paz."
Eso dije, y ambos estaban de acuerdo, con tal de que pudieran al fin recibir una respuesta.
Pero, eso fue el inicio de como acabaría destruido y sin rumbo.
Decidí bajar a la tierra, donde permanecería lejos de los dioses y podría pensar claramente. Aunque no pude hacerlo, nunca pude. Porque apenas toqué dichas tierras, me encontré en un gran lago, a una mujer mojando su cuerpo por diversión, si una mujer enorme y hermosa quien me miraba con impresión por mi gran tamaño. La mujer debía medir unos 20 metros de alto. Pero era tan hermosa que me quede prendado de ella desde ese momento.
No lo sabía en ese segundo, pero yo era la Luna, y me había enamorado del hombre, que en este caso era una mujer, una bella y enorme mujer, que cuidaba a los que vivían en ella. Era bellísima, con piel mestiza, con ojos verdes intensos, con cabello rojo y rizado, con suaves pecas en su nariz y mejillas, con un cuerpo espectacular, cubriéndolo con hierbas y telas.
Eres tú, eres la creación que nació del caos, eres... Pangea.
No tengo que decir mucho sobre lo que pasó. Acabé enamorándome de dicha mujer, porque era tan imperfecta que se me hacía perfecta. Un dios tiene todo, lo que quiera, pero Pangea era única, una forma de pensar única, una forma de reír y llorar, una forma de ver las cosas tan imaginativa y creativamente. Solía escucharla por horas y horas, escuchar cómo se imaginaba el universo, y solía cambiarlo a la forma que ella quería, para decir que era cierto.
Pasé día y noches con ella, las pasé tanto, que olvidé que era un dios. Olvidé mi enorme tamaño y me adapté al de ella, olvidé que era un ser omnipotente y omnipresente y me creí mortal, olvidé que ella solo era una creación, y yo... yo era un dios sin vida específica, ni muerte presente.
Pero, recordaría lo que era, en una trágica noche, cuando al fin las 1000 lunas habían pasado.
– Pangea ah... – recuerdo estar haciendo el amor con mi dulce mujer, ocultos entre los árboles, mientras la sostenía en mis brazos fuertemente, no quería dejarla ir.
– ¡Ometeótl! – gimió fuerte, abrazándose de mí. Para después mirarnos y soltar una tímida risa, culminando con un beso.
Terminamos y nos quedamos así, desnudos dándonos suaves besos entre platicas y caricias, dejando mus marcas en su bella piel mestiza, solo los dos, donde todos los dioses nos dejaron, juntitos, queriéndonos toda la vida.
Pero...
– ¿Es esta tu decisión acaso? – Tezcatlipoca y Quetzalcóatl me miraban y yo solo podía estar allí, mirándolos con sorpresa, mientras Tezcatlipoca me sujetaba con una mano y Quetzalcóatl miraba a Pangea con desprecio.
– Tu naciste de mi amigo, ¿Por qué diablos estas tan feliz entre los brazos de mi amante? – dijo la serpiente, a lo que Pangea tembló de miedo.
– Es mi amante. Es mi Ometeótl, es mío. – sentenció, entre miedo y dudas, entre todo, declaró su amor hacia mí. Y yo solo pude hacerme enorme como antes, queriendo protegerla, protegerla de la inminente ira de ambos.
– Ya no puedo amarlos. – contesté tomando a Pangea en mis manos. – No más. Lo lamento chicos, pero mi corazón pertenece por completo a Pangea.
La mirada de ambos, y la mirada que le dieron a Pangea fue clara, ambos eran dioses aun algo jóvenes e impulsivos, ambos estaban molestos, y ambos acabarían con todo mientras la ira los consumía. Creo que puedo decir que fue difícil. Alejarlos lo más que podía de la tierra para evitar que tocaran a Pangea. Pero, fue imposible al final.
Me descuide un momento, por mi lado derecho, solo fue un segundo, y ambos, atacaron directamente a mi preciosa Pangea, destruyéndola en pedazos. En mi dolor, en la venganza y celos de esos dioses, fue cuando dure 100 años en penas. Recorriendo las tierras que antes estaban unidas, llorando por mi querida Pangea.
Hasta que encontré su corazón. Era pequeño, tenía una forma rara, y una curva sin igual. Pero era allí, su bello corazón viviendo, allí, en aquel lago donde la conocí, allí, mi hermosa Pangea, allí donde nos enamoramos y juramos amor. Allí, donde juré protegerte y había fallado.
Ya me había lamentado mucho tiempo. Mucho, ya no podía seguirlo soportando más.
– Pangea, prometo proteger lo que me entregaste en vida. Cuidaré tu dulce corazón con mi vida, y estas tierras que tanto palpitaban por mí, ahora, las protegeré hasta que llegue el día de mi muerte eterna.
Y lo hice.
Ante la negatoria de los dioses, ante las suplicas de Quetzalcóatl y Tezcatlipoca, decidí hacerlo, como decidí perdonarles. Bajé a la tierra, y borré todas mis memorias, me hice pequeño, y prometí algo, mis memorias regresarían cuando fuera el momento, cuando mi ser fuera un perfecto mestizaje, como lo fue Pangea, cuando me volviera suficientemente fuerte, como lo fue Pangea, y cuando fuera imperfecto y perfecto al mismo tiempo, como lo era Pangea.
Si lograba conseguir todo, mis memorias regresarían completamente a mí.
Pero, no podría tener mis poderes de regreso. Solo hasta que encontrara a alguien igual que Pangea, me refiero a alguien que me enseñara la belleza de lo malo y lo bueno, que tuviera sueños y deseos, que me hiciera sentir tranquilo conmigo, donde pudiera perdonarme. Aquel que me hiciera sonreír en el caos, y sanara cada una de mis heridas. Solo entonces, podría volver a ser un dios, y mi futuro sería incierto de nuevo.
Solo quiero eso, un momento donde pudiera perdonarme.
He vivido tantas vidas fingiendo ser un country, tantos imperios fallidos y no he logrado perdonarme. Estoy lleno de cicatrices, de historia recorriendo mis venas, olvidando cada día que soy un dios, olvidando sin regreso lo que fui, olvidando a Pangea, olvidando mi existencia.
Quiero perdonarme
Quiero encontrar a alguien donde pueda perdonarme.
PERDONARME.
– ¡Agh! – México se retorcía en el suelo sosteniendo su cabeza. – ¡Basta! – sus runas se encendían más y más, sus alas crecían tanto que estaban chocando con el techo, y esa cola crecía en longitud. – ¡Deja de meter tus penas y memorias en mi cabeza Ometeótl! ¡Déjame en paz!
– ¿México? – dije, acercándome a mi pequeña colonia, acariciándole el cabello. – México, está bien, está bien. Mírame. – Dije sosteniéndolo en mis brazos. – Todo estará bien.
– ¡Has que pare! – cuando miré esos ojos, solo pude ver un sinfín de galaxias y estrellas moviéndose a un ritmo tan rápido, que acabé mareándome. – ¡España! ¡Me esta matando! ¡Has que pare!
– México. – cubrí sus ojos abrazándolo, mientras sentía unas garras aferrándose a mi espalda, joder, sí que duele. – tsk... México, escúchame, el universo sinfín dentro de ti está despertando. No puedes seguir rechazando lo que eres, tienes que asimilarlo y aceptarlo, tienes que dejar de verlo como una tortura y comenzar a perdonarte, como lo hiciste antes. ¡México! ¡Comienza a perdonarte y asimilar tu verdadero tú!
– ¡Agh! ¡Pangea! – gritó fuerte comenzando a sollozar. – Pangea mi amor, protegí tu corazón lo mejor que pude.
– México, respira, vamos, respira con papá. – dije sosteniéndolo como cuando era un niño, en mi regazo. Solo lo hacía cuando sabía que estaba dormido y no sabía que lo cuidaba, solo así, solo podía hacerlo así.
– No puedo... perdonarme. – sollozo aferrándose a mí. – Si todos ustedes pudieran unirse, podría tenerla en mis brazos, de nuevo.
– Pangea murió México, ahora, eres alguien nuevo, siendo un dios o no. Mezcla a tu verdadero tú con la mejor versión de ti mismo, y se plenamente México. Solo hazlo pequeño, todo es pequeño, controla el dolor. Controla tus emociones, controla tus memorias. Puedes hacerlo.
– Tsk...
– Que seas un dios, y que lo sepas ahora, no cambia en nada quién eres. Si quieres realmente ser un country, tendrás que controlarte primero. Tú puedes hijo.
– Papá...
Escuchar su voz rota mientras se aferraba a mí, escondiendo entre lágrimas su rostro en mi pecho, me hizo recordar un momento, un momento donde vi esos ojos de galaxias alteradas, uno igual a este. Abrace con fuerza a México, no quiero recordarla, no ahora.
"¡España! ¡Agh!"
No quiero recordar, no me hagas recordar.
"¡Pangea! ¡Mi amor, lo lamento!"
Abrí mis ojos solo para ver a Mexica haciendo lo mismo, cuando esos ojos se pusieron igual de frenéticos tras la muerte de Azteca. Recuerdo haberla sostenido, y sin importar que era yo quien lo había asesinado, ella se aferró a mí, de esta forma, buscando comprensión. Pude ver su dolor, pude ver como se culpaba de perder a Azteca y a Pangea, pude verla llorar por su pasado y presente.
– México, está bien, papá te protege. – sonreí regresando a la realidad, acariciándole ese largo cabello, México nunca quiso escucharlo, y yo nunca quise dejar ese orgullo de lado, pero, si pudiera cambiar algo, me hubiera gustado tratarlos mejor, a cada una de mis colonias. Lamento que mi deseo por conquistar hubiera sido más grande que verlos a mi lado, podríamos ser un gran imperio si hubiéramos logrado ser una familia unida. – Papá va a protegerte de ti mismo. Y de todos esos dioses que están esperando tu ascenso.
No pasó mucho, y México desapareció sus alas y cola, apagando dichas grecas en su piel. Seguía abrazándome, pero estaba más tranquilo. Le acaricié una vez más el cabello, y este frotó su rostro en mi abrigo. Tomando el suyo que había dejado de lado, poniéndoselo. Lucia algo adorable como dicho abrigo era muy grande para él. Y por el olor a Vodka y colonia, estaba seguro que pertenecía a Rusia.
– México. ¿Cómo te sientes?
– Bien, papá, quiero pedirte un favor. – dijo mirándome. – No le digas a nadie mi verdadero nombre. Porque desde hoy rechazo el nombre de Ometeótl. Mi nombre es México, punto final. También, no quiero que le comentes a nadie quien soy. No hasta que yo este seguro de quien diablos soy, y ver como continuaré en esto.
– Okey, te lo prometo chaval. – contesté a lo que me dedico una suave sonrisa.
–Bien, ahora solo vayamos a revivir a ONU, es fundamental eso, o los humanos se darán cuenta de que ya no existe dicha Organización. Es clave para su vida, no hay que quitárselos.
Comentó levantándose y dándome la mano para que me levantara con él, lucia tan maduro, tan fuerte y capaz, ¿México?
– ¿México? – dije alzando una ceja. – ¿Desde cuando hablas tan claro?
– Desde que se me hinchan los huevos, carajo, puedo hablar bien siempre, pero por pendejos como tú, es que no me aguanto las ganas de mentarles su madre, solo vamos jefe, ya. – rio dándome una suave caricia – Estas bien chaneque ahora.
Soltó una carcajada a lo que yo le di un golpe pequeño. Bueno, hay algo que no van a quitar nunca los dioses, esa manera loca y rebelde que tiene México al expresarse. Solo pude sonreír, porque allí estaba mi bella joya, mi colonia mas hermosa, mi colonia que se había vuelto estúpida y rebelde, pero al final, allí estaba, y estaba viva y bien.
No puedo pedir mas que eso.
– España, gracias. – dijo, acercándose a mí. – A veces no eres tan culero. – contestó, abrazándome. A lo cual yo respondí el abrazo. – Prometo que cuando te devore no te dolerá.
Y después solo sentía mis piernas temblar, al ver esos puntiagudos dientes rozar mi cuello, y sentir esa lengua de serpiente lamerme. ¿Qué está pasando?
– Cuando seas parte de mi imperio, te prometo, que brillaremos mas que nada, desaparecerás, pero, un nuevo country, uno solo nacerá, y yo podre amarlo eternamente. Si no tengo a Pangea, los tendré a ustedes por las buenas, o por las malas jefe, tu y mi padre tenían razón. Es tan exquisito el deseo de conquistar a los demás.
– ¿Qué? – pude lograr decir mirándolo. Joder que ahora que lo veo tiene la misma sonrisa cínica de Azteca, solo le falta estar manchado de sangre mientras se traga a sus enemigos para ser igual a su padre.
Pero en cambio, solo recibí una carcajada mientras se sostenía el estómago. ¿Qué diablos está pasando?
– ¡Debiste ver tu cara! ¡Ja! ¡Solo bromeo pinche España! – dijo riendo. – Te cagaste del miedo pinche jefe. Era una broma que planee con mi papá cuando estaba en el Mictlán, dijo que aquí esta su venganza por haberle cortado la cabeza. No le dolió, pero dijo que fue humillante. También dice que cuando mueras hará lo que sea para que vayas al Mictlán, y pueda cogerte a su gusto de nuevo una y otra vez. Oh, y mi mamá te manda saludos, dice que tenías un corazón gentil que escondías, y que, aunque fuiste un hijo de puta, agradece que hicieras que mataran a imperio después de lo que me hizo, incitando a que eliminaran a los Romanov, apoyando a URSS cuando lo asesinó. No eres tan malo jefe, después de todo, chaneque y viejito, pero pues, buen pedo, al fin y al cabo.
A este punto, ya no se si bromea o no.
A este punto, solo quiero alejarme lo mas que pueda de esos colmillos, alas y cola.
'0'0'0'0'0'0'0'0'0'0'0'0'
Hicimos una fila cuando mi México y España regresaron.
Una fila donde me tuve que colar en frente de Argentina para poder estar detrás de mi México. La fila era para algo simple, cuando creamos un nuevo organismo, generalmente necesita de nuestra vitalidad para poder nacer, solemos dar algo de saliva, lo más común, pero con ONU, él tiene que tener nuestra sangre, ya que gracias a que damos eso, puede ser fuerte, inteligente y capaz del trabajo.
Así que eso hacíamos, nos pinchaban un dedo, dejábamos caer la gota en el contenedor de la cápsula y era todo. Simple, y solo teníamos que hacer eso, pero yo solo podía acariciar las dulces piernas de mi México discretamente, mientras él pegaba sus caderas a mí, sí, creo que estamos a nuestro limite. Mas cuando me dedica esa mirada de deseo, y frota descaradamente su trasero contra mí.
– Россия. (Rusia) – dijo, susurrándome, y a este punto, solo quería quitarle el abrigo, y abrirlo de piernas contra esa estúpida cápsula.
– Мексика... – aprete un poco sus caderas y México mordió su labio. Creo que estoy algo confundido, no sé si yo seré el de abajo u arriba, pero, a este punto lucharé por ser el de arriba, necesito cogérmelo primero antes de que mi latino piense lo mismo.
México tuvo que despegarse de mi cuando fue su turno, y dejó una gota. Se que FBI notó como yo, como toda la carga de energía se fue al full cuando México dejo caer su gota de sangre, pero, por las miradas que nos lanzamos los tres, sabíamos que nadie comentaría nada del asunto. Aunque eso me saco de mis pensamientos de lujuria, y me preocupó. ¿Cómo diablos una gota de México había logrado eso? ...
Si es posible, entonces, lo que me había dicho España, eso que me dijo sobre México, sobre querer conquistarnos y ser más fuerte que todos, ¿Es verdad?
México tomó mi mano después de que yo di mi gota, y me jaló para sentarme con él. Rodee mi brazo alrededor de sus hombros, y dios, creo que estoy en el paraíso, lo tengo, al fin tengo a mi México, solo para mí. Puedo sentir su dulce cuerpo cerca del mío, y su dulce cabello chocando en mi hombro, es tan lindo, condenadamente lindo.
– Bien, son todos. – dijo después de un rato FBI, comenzando a configurar la cápsula. – Gracias a todos por esto, es lo mejor para nuestras vidas.
– Oh lo mejor para ti. – burlo OMS cruzada de brazos.
– Enciéndela. – dijo NASA, sujetando la cintura de OMS.
Y vimos esa cápsula iluminarse de nuevo, en minutos, tendríamos a ONU en nuestras filas. Y México, parecía interesado en ello. Verlo tan interesado, me hace recordar las palabras de España, y una pizca de duda se va directo a mi cabeza. ¿Qué es lo que realmente quieres México? Ahora que regresaste, me pregunto, cuáles son tus planes.
– México. – dije llamando su atención, y esa bella mirada fue a parar a mí. – ¿Puedo preguntarte algo?
– Simón Rusky, ¿Qué pasa? – dijo, dándome una leve sonrisa, a la cual soy débil, demasiado débil. ¡Maldición! ¿Desde cuando la madre Rusia es tan débil ante la sonrisa de un mexicano?
– ... Bésame.
Y dicho y hecho, México se acercó a mi besándome dulcemente, subiéndose a mis piernas. Podía sentir su aliento golpeando contra mis labios, sus piernas rozándose con las mías. Podía sentir sus manos acariciando mi pecho mientras seguía besándome. Joder, el paraíso, estoy en el paraíso. Aunque como era costumbre, nos interrumpieron, esta vez fue Perú quien golpeó la cabeza de México para que este se separara de mí y volviera a tomar su asiento.
– Estúpido come palomas. Si me dolió el zape – dijo, a lo que yo suspiré, de nuevo, no pude preguntarle de ello. Es como si estuviera actuando como idiota alrededor de él.
Debo preguntarle ya que es un tema realmente serio. Si lo que dijo España es verdad, y México tiene el deseo de conquistar, será mejor ayudarlo antes de que se vuelva un problema, será mejor ayudarlo de todas las maneras posibles, pero, ¿Cómo diablos le digo eso? ¿Cómo le digo que estoy preocupado de ello?
No tuve tiempo para aclarar mis ideas.
La capsula se abrió ante la mirada de todos. Y FBI tomo una bata de baño, acercándose mientras humo y el agua caían. Vi el cuerpo de FBI perderse entre el humo blanco, y después lo vimos. Allí estaba, dando sus primeros pasos. Era hermoso, no podía negarlo, lo fue aún más cuando abrió sus alas, y nos miró a todos. Su cuerpo era delicado y estético, su tonalidad azul, su bello rostro, y esas alas de bello plumaje blanco. Realmente era hermoso y atractivo, y ahora tenía esa mirada azul potente en todos.
Pero principalmente su mirada quedo prendada de la de México. Y este se la devolvía.
ONU frunció el ceño a lo que México le guiñó un ojo. Por el gesto de confusión en ONU, supe que algo se traían ambos, pero, ¿Qué pueden ocultar? ONU acaba de renacer, y... bueno, México también, pero ONU no es ningún descendiente de dioses y no ha estado haciendo lo mismo que México mientras estaba muerto. ¿O sí?
– Hola a todos. – dijo ONU tomando su cabeza. – Me siento muy extraño y no se exactamente que esta pasando, mis memorias están ajustándose.
– Tienes ahora un cuerpo orgánico, no eres una máquina. – contestó OMS comenzando a revisarlo, apartando a FBI del camino. – ¿Cómo te sientes?
– Algo mareado. – contestó dejando que su hermana lo examinara.
– Te llevaremos a descansar, pero, tienes que comenzar tus tareas desde el día de mañana, los humanos comenzaron a sospechar de ti. Si ellos descubrían que habías muerto por un tiempo, hubiera sido un gran problema, así que, bienvenido de regreso.
– Gracias. – dijo ONU, aun con el cabello empapado. – Quiero descansar.
– Te llevaré a tu habitación. – dijo INTERPOL, a lo que FBI acabo apartándolo. – ... Oh un idiota puede llevarte.
– Yo te llevaré. – dijo FBI cargando a ONU, llevándoselo.
– ¡Puedo caminar! – se quejó con sonrojo la organización, pero la federación hizo caso omiso.
Por la mirada de USA, sabía que FBI seria reprendido, pero, al parecer lo dejaría disfrutar por hoy esto. Después de ello, INTERPOL nos indicó que podíamos ir a descansar. OMS le ofreció a México una habitación para él, pero mi latino respondió de una manera que hizo reír a sus hermanos.
– No, no, estoy bien, me voy a dormir con mi Rusky, si lo que menos quiero es estar solo.
– ¡Te van a partir el culo weon! – dijo Chile de la mano de Alemania. Y yo me quede arqueando una ceja, Chile estaba algo gordo, no, hinchado, ¿Por qué esta hinchado? Miré a Alemania y este me hizo una seña, girando su dedo, al parecer no quiere hablar ahora, será mañana.
– ¡F por su culo! – contestó Argentina.
– ¡F! – gritaron sus hermanos a lo que España comenzó a escoltarlos a todos.
– ¡Ya déjenme en paz chingada madre! Como ustedes no cogen quieren arruinar al que sí, váyanse a la mierda.
– ¡Eres bien joto! – dijo Argentina imitando el acento de México. – eeeeeeeeeeh....
Y si, todos los latinos comenzaron a seguir el "eeh" de argentina moviendo las manos, para al final rematar con un "EEEEEEEEH... PUTO." y después, tomar a México, saltando a su alrededor, cantando y molestándolo. "Que lo vengan a ver, que lo vengan a ver, ese no es un país es una puta de cabaret"
España tuvo que quitarle a sus hermanos de encima, y mandarlos a todos a sus habitaciones. Agradecía la ayuda de España, pero no sabía si él era el indicado para escoltar a los latinos por su comportamiento. Porque México y yo vimos claramente como jaló a Canadá a su habitación mientras nosotros íbamos a la nuestra. Y no solo lo jaló, lo jaló mientras lo besaba retirándole el saco entrando en su habitación. Supongo que el lado lujurioso y cínico de todos ellos, vienen de su padrastro que ama conquistar abriendo las piernas a los demás country.
No digo que me queje, España es hermoso y puede hacer lo que quiera con su cuerpo.
– No mames, ¡Se está cogiendo a Maple! F por el culo de mi jefe, el maple es tierno, pero, su verga no. – dijo México mientras caminábamos por el pasillo.
– ¿Y tú como sabes? – pregunté molesto. Odio recordar que Canadá y USA han estado con mi México.
– Ah no mames, voy a ver si ya puso la marrana. – dijo, pero acabe por cargarlo y entrando en la habitación. Cerré con llave y escondí las llaves en un cajón alto, después, lo arrojé en la cama. – No mames Rusky espérate. Deja darme una ducha primero. Y así hacer que se te baje el coraje porque la neta si tengo miedo de que me rompas el Anastasio.
– Pero... ah, yo... – me sonrojé cubriendo mi boca. – Yo no quería.
– Rusky, yo también quiero hacerlo, también quiero estar contigo, y lo deseo igual que tú. Ya no tienes que tratar de ocultarlo, ya estamos los dos solin solitos aquí en el cuarto.
– Eres tan directo. – dije suspirando retirándome el saco. – México... – sonreí jalándolo del tobillo, poniéndolo debajo de mí, repartiéndole dulces besos en el cuello.
– ¡Rusia espera! Escucha, debo ducharme, piénsalo. No me he duchado en años, ni comido, ni dormido, ni nada, apesto a muerto la verdad. Aunque no luzca sucio, me siento sucio. ¿Entiendes?
– Creo que sí, perdona, solo que ha sido mucho tiempo y al fin estas aquí, te.ngo muchas preguntas que quiero hacerte, pero no sé cómo llegar a ellas porque solo estoy pensando en tomarte.
– Estamos igual, yo igual tengo muchas cosas que contarte. – sonrió – Hagamos esto, me daré un regaderazo y tú espérame en la cama. ¿Sí?
– Esta bien.
Ahora estaba muriendo.
Sabía que México estaba desnudo, sabía que estaba empapado y dulces gotas de agua recorrían su piel morena, su bello rostro y su... debo controlarme. No debo parecer tan desesperado, pero dios, es el amor de mi vida, que está desnudo a unos metros, y solo nos divide una puerta.
Una estúpida puerta de madera.
Pensé que podía controlarme, pero fue aun peor, porque deje de respirar cuando lo vi salir, solo usando la parte de arriba de mi pijama, que le llegaba a un poco mas arriba que media pierna. Me miró mientras enredaba la toalla en su cabello y me sonrió nervioso. Yo solo tragué saliva y me levante, ¿Qué diablos estoy haciendo?
– Tengo que ducharme. – dije, metiéndome de golpe a la ducha.
– Okey Rusky. – respondió.
Me bañé lo más rápido que pude, porque tenía que controlarme, no podía salir con tremenda erección, no podía parecer un adolescente caliente esperando su primera vez en un motel. Cuando al fin el agua fría hizo efecto, y pude controlar mi libido, salí.
Vi a mi México, cubriéndose con las cobijas mientras jugaba con su celular. Pero, en el momento que me vio, y yo solo traía mi pantalón de mi pijama, se sonrojó y ambos no sabíamos que hacer. Me sentía de nuevo virgen, mirando a otro country sin saber cómo comenzar o algo.
– Rusia, ven. – dijo México con voz temblorosa, sentándose en la cama. – Acuéstate. Creo que, si yo soy el mayor, debería ser yo quien...
– No quiero ser el de abajo. – dije a lo que México se sonrojo dándose un facepalm.
– Ay, lo bueno que estas guapo porque estas bien pendejo. – contestó soltando una risa. – No es sobre eso, digo que, yo quiero consentirte. Así que solo déjame tomar la iniciativa, te dejare ser el de arriba, no te preocupes por ello. Pero después yo quiero ser el de arriba, ¿Trato?
– Suena justo, esta bien. – contesté recostándome.
Y recostarme en la cama fue la mejor cosa que pude haber hecho, porque sentí a México subirse encima, sentándose en mis caderas, dejando a propósito que su trasero quedara encima de mi bulto. Creo que fue allí cuando me di cuenta, que mi latino no estaba usando ninguna ropa interior.
– No usas...
– No tengo mi ropa aquí, le pediré a Arge o a Brasil que me presten, pero, por ahora, no creo que la necesite. Porque quiero estar desnudo contigo.
– México.
– No me vayas a ver, esto es vergonzoso. – dijo. Y desde ese punto, deje de pensar.
México se deslizo hacia abajo, besando mi pecho y abdomen desnudos, acariciando a su paso mis músculos, para acabar bajándome el pantalón y el bóxer con él, a media pierna. Me gusto ver su sonrojo y ver como sus ojos se abrían y se hacía hacia atrás, alejándose de mi parte media nervioso.
– No mames Rusia, me vas a matar con eso. Si el ganso está dormido, despierto me va a partir a la mitad. – no tengo idea que dijo, pero, no importaba, solo sonreí. – No te burles pendejo.
– No tienes por qué hacerlo si no quieres. – contesté a lo que México sonrió.
– Por hoy voy a dejar que hagas lo que quieras conmigo. – dijo, susurrándome en el oído. – Pero, la siguiente vez, será al revés, así que no te manches o me vengaré.
– Trato. – contesté robándole un beso, sintiendo sus dulces labios en los míos.
México se deslizó de nuevo para abajo, tomando mi miembro entre sus manos, no puedo creer que sus manos sean tan suaves y dulces. Besó la punta y aprete las sabanas mientras veía su boca abrirse y comenzar a chupar suavemente la cabeza, lamiendo a lo largo de mi falo, masajeándolo suave y delicado. Joder, ¿Es malo que me enoje por esto? Es demasiado bueno en esto, quiero reclamarle y decirle cuantas veces ha hecho esto, pero, también es bueno para mi si lo pienso.
Creo que me estaba mareando con los sonidos y el sentir los labios de México chupar perfectamente, apretándolos y lamiendo, a punto que estaba duro en segundos. México me estaba llevando al paraíso con sus labios.
– Hn, México...
Gemí, tomando su cabello, sujetándolo como si fuera una coleta mientras México aumentaba la velocidad de la mamada, acariciándome el abdomen, realmente es una hermosa vista, más cuando esos ojos potentes y brillantes se encuentran con los míos. Eres tan lindo cuando haces eso. No pude evitar soltar un gemido fuerte, cuando sus manos comenzaron a acariciar mis bolas y su lengua presionaba mi miembro contra su paladar, haciendo que poco a poco México fuera más a fondo, hasta un punto de casi chuparlo todo por completo.
– ¡Ah!, no pares. – gruñí, empujando la cabeza de mi dulce México más a fondo, en lo que él chupaba más rápido, sin parar. Joder que ya no necesito conocer el Mictlán, ya estoy en él. – México...
– Hazlo en mi boca. – dijo, volviendo a lamer y chupar rápido y sin medida, no entendía como una boca tan pequeña podía tomarlo hasta la garganta sin problemas.
Hice lo que me pidió, y acabé por correrme en su boca, sujetándole el cabello, mientras México tragaba, y lamía, dejándome limpio de cualquier rastro de semen.
– Gracias por el abono, mis tierras estarán fértiles. – sonrió y yo solo pude ponerme rojo a morir.
Oh, si no lo había dicho, los fluidos que tenemos, fertilizan nuestras tierras. Es por ello que beberlo nos hace bien, claro, que no es como si fuera fácil de conseguir, muchas naciones se niegan solo para no tener que dar los beneficios. Nuestra saliva también causa este efecto, pero no en la misma medida que lo hace el semen.
– Rusia... – dijo. Y me morí.
Lo veía allí, acomodando una almohada detrás de su cabeza y espalda, acomodándose, para después abrir sus piernas, invitándome a tocarlo. Solo podía apreciar su dulce sonrojo, su cabello alborotado cubriendo la almohada, ese dulce cabello negro, donde las puntas son de colores, como sus alas. Una de sus manos acariciaba su pecho y la otra estaba delicadamente masturbándose. Joder, que recuerdo cuando Grecia me contó que antes, podías ver a hermosos ayudantes masturbándose y tocándose sin parar porque el sexo era lo más normal del mundo. Bueno, si estuviéramos en esa época, México sería uno de esos chicos que solo pueden tocar los de más alto rango.
Mordí mi labio al ver sus piernas abiertas, tan abiertas, invitándome.
Me deslicé entre ellas, besando desde el tobillo, hasta el interior de su pierna derecha, mordiendo allí fuertemente, a lo que México encendió sus runas y vi esa sangre salir, pero era diferente. La sangre no fluía de manera normal, es como si México controlara el flujo de ella.
– Bébela, Rusky, es toda tuya. – dijo, a lo que ya no pude resistirme, y mordí más fuerte, sintiendo ese líquido vital en mí. No sé mucho sobre que pasó conmigo después de ello. Sentí mis ojos brillar, y me sentía tan fuerte y vital. Mi celular sonaba como loco, todo en Rusia estaba perfecto, incluso, mi inversión y economía crecieron de la nada. ¿Qué está pasando? ¿Por qué no puedo dejar de beberla? – ¡Ah! Rusia...
Lamí la herida separándome, y sentía mis ojos violetas brillar, mientras veía los ojos de México.
– México...
– Lo sé. – contestó, rodeándome con sus piernas por mi cintura. – ¿Lo sabes?
– España dijo que tú...
– Nunca le haría daño a nadie, menos a ti. – comentó besándome. – Pero tengo que decirte algo, solo que tengo miedo de que no me sostengas de nuevo si lo digo.
– ¿Qué pasa? – contesté, lamiendo su labio, deslizándome a morder su cuello, sintiendo un cosquilleo enorme en mi espalda.
– ¡Ah! – Gimió jalando mi cabello. – Pinche Rusia, firmaste un acuerdo de no morderme. Hnn...
– Tú juraste no dejarme, y me dejaste solo por años. – contesté, lamiendo su herida, acomodándome bien entre sus piernas. – Estamos a mano.
– No mames, no en seco, por favor... – México era todo menos un pasivo sumiso. Se quejaba, mandaba, te maldecía y hacia realmente lo que quisiera en la cama. Creo que adoro eso de él. – Prepárame bien, chingada madre.
– Deja de quejarte México. – reí, a lo que este me jaló besándome.
Nos quedamos así, entre risas y besos, así, entre maldiciones y mordidas juguetonas que hacían vibrar nuestra piel, así, amándonos de la manera más rara y loca que lo había hecho. Con mis parejas anteriores, me importaba mucho mi propio placer, donde supiera que podría quitarme la frustración sexual, con México, solo aumenta más y más mi deseo, pero, sin frustración. México me hace hacerle esto y lo otro, me complace a mí, me pregunta si me duele o está bien, le preocupa mi placer como yo me preocupo por el de él, al igual que este cómodo en todo sentido conmigo.
No lo sé, ¿Es esto realmente conectarte con alguien? ¿Es esto lo que quieren de vuelta Canadá y USA? ¿Es esto lo que volvió loco a mi padre? Porque si es así, ahora los comprendo, es algo que no quiero perder nunca en mi vida.
México se retorcía debajo de mí, apretando la almohada, mordiéndola, mientras sus piernas temblaban de placer. La razón por la que temblaban, era porque yo lamía y penetraba con mis dedos dicha entrada suya. Como países, no tenemos el problema de los humanos y su sinfín de enfermedades. Nosotros no nos enfermamos de virus, nos enfermamos con corrupción o perdidas de tierras, deforestación, incendios, temblores etc.
– ¡Rusia! – gimió más, mientras mi mano lo masturbaba y seguía lamiendo, dilatando poco a poco esa entrada. En resumen, puedo lamer y beber cada fluido de México sin asco, porque todo esto hace fértil mis tierras y puedo tener buenas cosechas y buena fauna y flora. – Ya para hn... métela ya.
– Aun no estas suficientemente dilatado México. – dije, lamiendo más, metiendo otro dedo, a lo que México apenas podía controlar sus piernas temblorosas, para que mantuviera las caderas aun alzadas.
– Rusia... ya no puedo... por favor.
Ignoré su pedido, si la metía ahora, solo lo lastimaría, quiero prepararlo bien, me importa su cuerpo y su placer, quiero que no sienta dolor, solo se sienta en el paraíso como yo. Seguí metiendo mis dedos, y cuando pude meter tres a cuatro dedos, di una suave palmada en su nalga derecha acomodándome, en lo que México tiernamente se abrazó más de la almohada alzando el trasero.
– Si te pasas de verga te arranco el pito con los dientes. – sentenció.
– "No tienes los huevos". – dije, en español, a lo que México acabó sonrojándose.
– Ya cógeme maldita sea.
Y lo hice, ante mi México gruñón, la metí poco a poco.
Deje que se acostumbrara mientras profanaba dicha entrada que se estrechaba y amoldaba alrededor de mi cada vez que me introducía más a fondo. Gruñí mordiéndome el labio, mientras México soltó un pequeño grito empujando mis caderas.
– No mames no respiro. – dijo, comenzando a jadear. – Verga...
– Esta bien, tranquilo, respira conmigo. – dije, calmándolo, besándole la espalda. – Comienza a acostumbrarte.
– Para ti es muy fácil decirlo, tu no tiene pinches treinta y cinco centímetros rompiéndote el culo. ¡Ah! No más, me va a llegar hasta la garganta joder.
– Exagerado. – reí, a lo que México deslizó su mano y me apretó las bolas. Por supuesto que grité de dolor, pero creo que comprendía y estábamos a mano. – tsk...
– Por mamoncito. – dijo soltándome. – Esta posición no, no puedo, quiero verte.
– Solo un momento bebé, es la posición más fácil para ti, solo deja que te acostumbres.
– ¡Hn! ¡Ah! ¡Rusia!
Creo que pasaron horas, en las que no podía detener mis caderas, no podía detenerme de penetrarlo una y otra vez, mientras México clavaba sus uñas en mi espalda, gimiendo alto, mordiéndome y fundiéndose conmigo. Podía notar esas dulces caderas latinas moviéndose a la par de las mías, viendo como sus piernas me apretaban para que no me alejara, sintiendo sus besos tan apasionados, tan suaves y hermosos. Sintiendo sus brazos rodeándome a morir, sintiendo como mordía y tomaba de mí, como yo de él. Hubo un punto, donde me tumbó en la cama, quedando el encima, y tenía la vista más hermosa del mundo. Un México con el cabello enredado y revuelto, mirándome mientras su dulce cuerpo se movía en círculos y rebotaba encima de mí, montándome de la manera más sensual y más placentera que había sentido. Fue aún mejor cuando sus gemidos fueron en aumento mientras sostenía esa cintura pequeña y esas caderas bailarinas encima de mí.
Pero, por si no creyera aun que México es un ángel, acabé por ver esas alas hermosas y coloridas salir, entre el éxtasis de ambos a punto de llegar al orgasmo. Joder, ¿Qué tan hermoso puedes llegar a ser? No quiero que pares, no quiero que esta noche acabe, quiero tenerte siempre así, jadeando y gritando mi nombre sin descanso.
– ¡Ah! ¡Estoy cerca! – Dijo, y lo tomé como una señal para tomar sus caderas y sostenerlo, comenzando a embestir fuerte y rápido contra él.
México se sujetó de mí, abrazándome mientras no solo gemía, gritaba tan fuerte que sentía en cualquier momento a ONU, NASA, INTERPOL, FBI, cruzando esa puerta para que nos calláramos. Pero, afortunadamente no pasó, y que bueno, porque no iba a parar de hacerlo. Penetré tanto como quise, mientras México explotó en éxtasis, corriéndose en mi abdomen mientras yo me corría dentro, abrazándolo. Deje que ambos disfrutáramos el orgasmo y al final, bese sus dulces mejillas, mientras este jadeaba vencido encima de mí, dejándose caer abrazándome.
– ¿Ya tan cansado? Vamos comenzando taquito. – dije a lo que México me miró.
– Me voy a vengar de que me rompieras el culo. – susurro entre jadeos. – Pero a huevo que quiero otra ronda, cógeme sin parar.
Y lo hice, seguí tomando a México hasta morir, hasta que el sol comenzaba apenas a asomarse, y hasta que ambos quedáramos secos, jadeantes, mirándonos el uno al otro. México sonrió, y algo débil se acercó a mi acurrucándose entre mis brazos. Yo solo sonreí, besando su frente, ya cansado, al fin durmiendo.
Joder, que noche, que bendita noche.
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– ¡FBI espera!
La federación tuvo que contener sus deseos, cuando las manos de la organización lo apartaban. Tenía razón, querer tomarlo ahora, era demasiado para él, apenas estaba acostumbrándose a su cuerpo orgánico, no era sensato querer abrirle las piernas. Pero, por otro lado, había llorado sin parar su muerte, y le había extrañado a morir. Quería tenerlo, quería tenerlo cerca. A diferencia de los country, ellos si eran mortales, podrían desaparecer en cualquier momento si los humanos así lo deseaban. No podían revivir como lo hizo México.
Así que el deseo de no morir solo, iba en aumento, aun mas que los country.
– ONU... – susurró la federación besándole la mejilla. – No quiero separarme de ti. Cuando él te mató, yo solo me perdí. No tenia idea de que hacer, o hacia donde ir, incluso, quería, no, deseaba, que USA terminara conmigo. Pero él también estaba demasiado deprimido como para que le importara yo por esos años.
– FBI, n–no es que yo no quiera, ahora tengo deseos también ¿Sabes? ... solo que dame un momento. – dijo la ONU, sonrojándose apartando la mirada. – Yo sé que te amaba antes, y sé que te amo ahora, fuiste mi todo en un momento, incluso siendo una máquina, lo sabía. No podía vivir sin ti. Por supuesto que quiero estar contigo. Solo que, hay algo más importante ahora. Algo que necesito que me ayudes a vigilar y controlar.
– ¿Vigilar y controlar? ¿Qué pasa? – arqueó una ceja el americano.
– ... Cuando todos depositan una gota de sangre para mí, puedo ver su desarrollo y conocerlos mejor. Estar conectados con ellos y comprender el porqué de sus leyes. Pero, México.
– ¿México? ¿Qué tiene México?
– Vi... toda su vida. – dijo la ONU tomando su cabeza. – Se que suena loco, pero, FBI, vi la creación del universo, vi a unos seres enormes, vi a ... vi a Pangea. ¿Cómo México pudo conocer al country madre? Nadie de los country incluso las naciones más viejas, la conocieron, nadie la conoció. ¿Por qué México tiene los recuerdos del country madre?
– ... No tengo idea.
– Y no solo eso, vi sus deseos, vi a todos esos seres. Quieren un imperio, exigen un imperio. Tengo miedo de que México quiera hacerle algo a los demás. Y tal vez no me agraden mucho, pero, no quiero una guerra.
– ¿Crees que México está planeando conquistar a todos los country? – dijo la federación recargándose en la pared, encendiendo un cigarrillo.
– Ni siquiera creo que México sea un country a este punto. – suspiró la organización. – Solo hay que vigilarlo, no sabemos de lo que es capaz. A veces México es como un lobo. Puedes verlo herido, a punto de morir, pero, si te acercas lo suficiente, soltará una enorme mordida para consumirte. No sé cómo actuar con esto, no quiero que parezca que le guardo rencor a México. Porque no lo hago, matarme fue lo mejor que pudo haber hecho por mí, pero ahora, creo que necesito devolver el favor y tratar de vigilarlo para que no cometa ninguna estupidez.
– No entiendo ONU, ¿Por qué no crees que es un country?
– Ningún country podría tener esas memorias. Tengo que hablar con España, él conoció a sus padres, él puede darme más detalles de México. Porque a veces México, es peligroso cuando menos te lo esperas.
Y como si fuera un augurio, un latino se levantó tambaleando de la cama.
Se colocó un abrigo en sus hombros y salió del cuarto sin hacer ruido, dejando a su amante dormido detrás.
México caminaba por los pasillos, apoyándose de la pared. Hasta el punto donde sus piernas temblorosas, decidieron ceder, y hacerlo caer en el suelo.
– Pinche Tripalosky. – soltó al aire, sacando sus alas, comenzando a volar hasta llegar a dicha sala.
Al llegar, se encontró con todos sus hermanos. Latinoamérica reunida, fumándose unos cigarrillos mientras lo veían llegar. Aún era de madrugada, y aun la noche reinaba más que la luz, así que esos ojos brillaban, esas alas iluminadas atraían las miradas de todos. Sus hermanos suspiraron apagando sus cigarrillos, y México sonrió, bajando al suelo, guardando sus alas.
El mexicano camino un poco a ellos, apoyándose en una pared mirándolos. Y después sonrió, a lo que Perú, aquel descendiente de los Incas, sacaba una honda apuntándole. A lo que el descendiente de los Aztecas saco un macuahuitl.
– Desde que te vi llegar, supe que había algo en tu mirada, que mi padre me advirtió de los tuyos. Solo voy a preguntar una vez, y necesito que me respondas con sinceridad, ¿Sigues siendo mi hermanastro?
– Si pudiera seguro los cambiaria por unos tacos. – respondió el mexicano dejando caer su arma. – Pero no me darían ni unos tacos de suaperro por ustedes.
– Sigue siendo el mismo pelotudo. – dijo Argentina dándole palmaditas a Perú.
– ¿Por qué nos necesitabas? – suspiró Perú.
– Saben, morir me abrió una diferente perspectiva a las cosas, a nuestra vida. Si se dan cuenta, todos nosotros somos dichosos de recursos, tantos que podríamos morir y nunca acabárnoslos. Pero, aun así, morimos de hambre y somos vistos como la clase mas baja. Entonces me parece irónico eso, ¿Por qué diablos no somos primer mundo? ¿Por qué diablos luchamos por su atención y sus inversiones? Ellos deberían ser los que deben estar arrodillándose por nosotros, no al revés.
El silencio inundó la sala y todos los latinos comenzaron a verse entre sí, para acabar viendo al mexicano.
– ¿Qué propones? – preguntó el peruano bajando el arma.
– Un imperio, solo eso palomita.
Y apenas la palabra imperio fue mencionada, las alas coloridas brotaron, y los relámpagos fuera se hicieron presentes, azotando una enorme tormenta.
– Solo beban una gota de mi sangre, y seamos el imperio que siempre hemos querido ser, es tiempo de que Latinoamérica resurja en su gloria.
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ACLARACIONES:
– Toda la historia de la creación es mi propia interpretación, la verdad no sigue ninguna cosa real con la verdadera representación de historia de los dioses.
– Ya había escrito hard, pero, por alguna razón me era difícil escribir de ellos, así que decidí hacerlo como muy simple, aun así, espero sea de su agrado.
– Perú no es como México, aunque el igual tiene fuerte ascendencia, no tiene las habilidades de México.
– Chile no está gordo, es otra cosa.
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