ONE SHOT - CISNE NEGRO
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Está si es la segunda parte de Bailarin, la de bellas artes solo habia sido el punto de vista de los humanos de esta historia Omegaverse.
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El cisne negro
El sonido de las manecillas del reloj golpeaba en la habitación. Había llegado solo para darle una noticia al ruso, pero, por azares del destino acabo mirando una puesta en escena en Moscú.
El ruso bailaría hoy.
Era el lago de los cisnes, así que camino a su asiento, mirándose en el reflejo del espejo que había en el pasillo. Mirando su ropa negra en absoluto. Sonrió caminando más rápido, hasta llegar y tomar asiento.
"El señor Rusia sabe que está aquí, nos pidió que le diera nos este lugar. Y nos dijo que si jugaría con él de nuevo en un escenario... Dijo que usted entendería"
Una suave sonrisa se dibujo en el mexicano viendo como la puesta en escena comenzaba, esa hermosa música que te transporta a esa historia rusa. El gran lago de los cisnes de Piotr Ilich Chaikovski.
La música te envolvía haciendo que tu piel se enchinara, el ballet te transportaba a un lugar único y la belleza de los movimientos estaban cautivando al mexicano hasta que solo una belleza lo conquistó.
Allí, con esas plumas blancas, ese maquillaje de alas. Allí, dando ese gran salto obteniendo toda la atención, allí, haciendo que la orquesta se inclinaría con la música al gran cisne en escena. Una sonrisa se formó en el rostro del de sangre Azteca y camino lejos de los asientos, para ir tras bambalinas y retirar su abrigo, bufanda y camiseta, quedando en ese pantalón negro con las botas. Dejando ver ese torso moreno desnudo y suavemente trabajado, un cuerpo esculpido y delicado.
Los bailarines se quedaron quietos, órdenes del líder en no tocar a cierto moreno que llegaría.
— Será mejor que sea bueno, sino será una vergüenza. — dijo la capital del ruso acercándose al rostro del latino, pintando en su rostro con negro, una clase de antifaz con los trazos de plumas negras.
— Será culpa de tu papá. — respondió el mexicano acercándose a la salida.
Justo donde el ruso estaba a punto de hacer un gran salto, es cuando el mexicano salió a escena, haciendo el salto con él, sacando esas alas, alas que maquilló el mismo de negro, ese plumaje uniéndose a las plumas blancas del ruso.
Fueron movimientos sincronizados y rapidos, el bien luchando contra el mal, el cisne blanco luchando con el intruso cisne negro.
Hasta que al final, ambos caen a una muerte en conjunto, envueltos en su propia batalla. Una caída, con el redoble de tambores, acabando la puesta en escena. La multitud enloquece mientras la mirada violeta se encuentra con la mirada galáctica del mexicano.
— ¿A qué has venido realmente? — pregunta el ruso mirándole. — nuestra danza de vida o muerte dijiste que la dejaríamos en Bellas Artes. ¿Porque has traído a tu cisne negro a Moscú?
— Estoy encinta. — sonrió el mexicano. — Un Omega no puede estar lejos de su alfa.
— ...
— Aún así, al igual que mis plumas, solo vine a darte un roce con ellas. Y a decirte, que, un cisne negro no necesita uno blanco que lo proteja. Renuncia a tus derechos sobre él. Traje los papeles, solo firmalos.
Fue un golpe al estómago, con la música, mientras el mexicano se levantaba y daba una reverencia al público ocultando esas alas. Aquellas alas benditas llevas de talento se cerraban, como el deseo de una familia en el ruso.
Mientras sonaba el choque de copas celebrando el gran debut, el ruso perseguía por los pasillos al latino quien se negaba en mirarle.
— No puedes apartarte. No después de esa danza, no después de lo que vivimos y dijimos. Me tienes aquí, a tu Merced, como nadie lo ha hecho. Me tienes aquí, esclavo de tus deseos, esclavo de tus decisiones, dónde te seguiré al fin del mundo cuál perro persiguiendo a su dueño. Fue mi error, quizás, esa noche estrellada y tu bello Bellas Artes que me deje llevar por la belleza de tu danza y tus curvas asentuadas. Pero como soy capaz de cometer un error, soy capaz de responsabilizarme. Déjame estar contigo.
— No ganas nada al estar con un bailarín de calles, Rusia. Lo tuyo es el ballet en hermosos teatros, lo mío, es danzas en la calle escuchando risas. Soy un tercermundista, arruinaras todo de tu vida.
— Arruinaré todo de mi vida si no te tengo. Olvida el ballet en el teatro, déjame bailar por las calles contigo, olvida los lujos, déjame reír cerca de las playas cálidas, olvida el primer mundo, déjame ser feliz en la seguridad de tu pecho.
— ¿Y si no es más que un Omega?
— Le protegeré más que a mi vida.
— ¿Y si es un beta?
— Será líder por convicción no por naturaleza.
— ¿Qué tal de un alfa?
— Lo educaré para ser el mejor exponente de su clase.
— Estás demente.
— Solo por ti. Antes solo era un bailarín que cuidaba sus tierras. Ahora me siento intoxicado por una cultura que arrancaba corazones. Que ahora veo heredaste porque desde que estuve contigo, no siento mi corazón latir como lo hace cuando estoy cerca de ti.
— No pensé que el invierno conquistaría mis playas. - sonrió el mexicano acercándose lentamente- amame... Hazlo ya.
Y así lo hicieron, de nuevo, en un salón de baile, dónde a unos metros había una fiesta celebrando el triunfo de la puesta, dónde el cisne negro abrió sus piernas dando paso a su alfa, derritiéndose con el entre gemidos y jadeos, mientras ese Vaivén de caderas lo hacía llegar a la cima del éxtasis.
Su joven amante, con gestos de lujuria en su rostro, mordió su nuca al fin reclamando lo como suyo, sintiendo como el mexicano le daba la bienvenida a su vida estrechando se al rededor de él, jadeando como loco, mientras en un frenesí que parecía no tener fin, seguían hasta alcanzar el bendito orgasmo.
Una vez alcanzado, el Omega tembló al sentir el nudo formándose en la base, un gesto de dolor soltó pero satisfecho acepto a su alfa, sumiso a su conducta primitiva. Solo jadeos podían escucharse mientras ambos intentaban recuperar el aliento.
Era un momento íntimo, el nudo, dónde estaban unidos asegurando que la fecundación fuera un éxito que ya había ocurrido un mes atras.
Pero, al parecer, hacerlo en un lugar público nunca fue buena idea.
— Papá, ¿Ya vienes... - la capital hizo un rostro de sorprendido enorme —Joder ese nudo es demasiado grande, ¡Lo vas a romper!
— ¡Largo de aquí Moscú!
— Por dios de todos los omegas tenía que ser uno hombre, eres marica.
— Y no es gripe rojito, ahora, a chingar a su madre que si me pudiera mover ya te estaría dando vergazos. A la verga de aquí pinche wscuincle baboso, que no ves que apenas soporto el dolor de esa cosa en el culo para que vengas con tus imprudencias.
Y con una risa del ruso, ambos supieron que eran tal para cual.
Un bailarín.
Y un cisne negro.
Unidos pa crear una melodía única...
......Y ya es todo wey.
Al final nace un chilpayate bien bonito y le ponen Boris. Solo quería darle conclusión a bailarín. Pienso hacer como en bailarín, la versión de los humanos al ver esto, como hilo de twitter jaja.
Saludos. OuO
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