6 ; un largo cumpleaños III

C.D.A.

—Entonces se da por concluido el tema de la extensión del territorio, ¿Hay algo más que quieran agregar? —Habló el señor Jeon para luego mirar detenidamente a cada uno de los miembros del consejo.

El CDA -consejo de Alfas- es un grupo compuesto por alfas de las familias del pueblo, como los Kim, los Choi, los Kang, los Min, los Cha, y más.

Ese consejo se creó desde tiempos inmemorables para así saber que pasaba en el pueblo y que los Jeon, que lideraban toda la manada por ser la primera familia de lobos, pudieran ayudar a todos y al mismo tiempo evitar conflictos entre las familias.

El pueblo era mediano, poco menos de doscientas gentes en donde, como rara vez pasaba, todos se llevaban bien.

Ancianos con muchas historias que contar, niños con tanta energía que parecía que tuvieran baterías, mujeres con sonrisas caminando por el pueblo mientras saludaban a todos y hombres pasando el rato mientras descansaban de su trabajo. En pocas palabras, en el pueblo todos se conocían. De vez en cuando podías encontrarte con lobitos jugando entre las calles, parejas acarameladas en las plazas y hasta adolescentes entusiasmados por querer cazar su primera liebre.

Jeon Daehyun, el actual preboste de la manada, iba a dar por terminada la reunión del consejo, hasta que miró a Namjoon levantando firmemente su mano desde su asiento.

El pelinegro con escasas canas asintió, cediéndole la palabra al nuevo miembro del consejo.

—Alfa Jeon, me gustaría hacer una petición.

Jeongguk, que estaba a la derecha de su padre y a dos asientos de distancia del castaño, lo miró con curiosidad.

—Seungheon —El alfa se dirigió al castaño canoso frente a él —Has criado a un buen muchacho.

—Lo sé, Daehyun —habló el padre de Namjoon con el pecho en alto.

—Ustedes —señaló a todos los presentes con su dedo índice, elevando un poco la cabeza con aires de superioridad.

Jeongguk suspiró inaudible. Demonios que había heredado gestos de su padre.

—Espero que aprendan a pedir las cosas con respeto y no a exigirlas como tienden a hacer, créanme que así me ahorro la molestia de corregirlos. Quien diría que un muchacho de veintiséis años le ponga el ejemplo a un par de ancianos.

Namjoon no sabía qué hacer. Si debía bajar la mano, o sonreír, o bajar la cara o agradecer las palabras, o quedarse quieto.

Daehyun notó la incomodidad del castaño y se mordió la lengua.

—Lo siento muchacho, te escucho.

Namjoon soltó el aire que no sabía que había acumulado al notar las miradas amables que recibía de los alfas. Ninguna con rencor o de mala gana.

—Bueno, como hoy es el cumpleaños de Park Jimin, y el regreso de Jeongguk fue hace poco más de una semana ¿Por qué no hacemos una fiesta en la plaza principal, en el centro del pueblo?

Enseguida se escucharon murmullos en la sala, unos sonrieron y otros se acercaron al oído de su colega para decir algo. Jeongguk se sintió como una mierda al percatarse que ni siquiera sabía que era el cumpleaños de Jimin y para acabarla había peleado con él.

—Hijo ¿te gusta la idea?

El pelinegro dejó de mirar a la nada para concentrarse en la mirada atenta de su padre.

—Me encanta —Daehyun asintió y ninguno de los dos volvió a hablar.

—Mi mujer adora al niño Jimin, y seguro para el medio día ya le habrá hecho un traje para la ocasión —El alfa del clan Min habló con una sonrisa —Mi familia y yo ayudaremos con mucho gusto.

—Mi hija y sus amiguitas pueden avisarle al pueblo entero de la fiesta, así que para dar el aviso ya no nos tenemos que preocupar —ahora el señor Lee habló.

—Nosotros nos encargamos de la comida junto con los Cha, así que la panadería Choi el día de hoy cerrará sus puertas para encargarnos de todo.

—De la música los Kim nos encargamos.

El alfa de la manada sonrió.

—Pues ya está decidido. ¡Habrá una fiesta en la plaza principal! ¿A las cuatro les parece bien? Apenas son las nueve de la mañana, supongo que el tiempo es suficiente.

—Lo es, muchas gracias.

Namjoon hizo una reverencia de prácticamente noventa grados y se quedó ahí unos segundos.

—Jimin es muy importante para ti ¿verdad muchacho? —La señora Kang habló con su tono amable y humilde, justo a su lado.

Namjoon sonrió regresando a su postura normal, evitando a cualquier costa toparse con la mirada penetrante que le daba su mejor amigo.

—Mucho.

—Y con eso, doy por terminada la reunión del consejo del día siete de enero.

Los alfas se pararon de sus asientos y el silencio abandonó la sala.

Namjoon, después de hablar un poco con su padre, sintió una mano muy conocida en su hombro.

—¿Vamos al bosque?

El castaño asintió sin mirarlo, y juntos, caminaron en silencio hacia el bosque.

Jeongguk subió a la copa del pino con agilidad, mientras Namjoon ya lo miraba desde arriba.

—Sé que no lo merezco —Se sentó junto a su mejor amigo apenas llegó a la cima —Pero quiero darle un bonito regalo de cumpleaños. Quiero hacerlo sonreír aunque sea una vez.

Namjoon bajó la mirada, sintiéndose el peor amigo del mundo.

—Ayer, o mejor dicho, en la madrugada, peleamos muy fuerte —Continuó mientras arrancaba unas cuantas hojas que tenía cerca —No me deja dormir con él, Nam. Entonces no dije nada y llevo todo este tiempo durmiendo en el sofá.

Namjoon lo miraba con suma atención.

—Me despertó para que regresara a mi cama en lo que él se iba de nuevo y le levanté la voz y, como es costumbre, lo arruiné todo.

—¿Qué hiciste?

—Le prohibí salir y bloqueó sus sentimientos y me llamó asquerosamente egoísta con una cara que jamás voy a olvidar.

Namjoon cerró los ojos y contuvo un suspiro, Jimin podía ser brutalmente honesto cuando se lo proponía.

—Dale tiempo Kookie.

—Me odia Namjoon —Arrojó las hojas que había cortado y miró a su mejor amigo con tristeza.

—No lo hace.

—Namjoon, lo busque tres horas por todo el bosque, fui a su casa, a sus alrededores pero no lo encontré. Hermano me aterré como nunca, ¿y que si le pasaba algo? ¿Y si se había ido?

—Estuvo conmigo, no tienes de qué preocuparte —Habló el castaño con pequeñas pausas.

Mientras Jeongguk buscaba aterrado un rastro de su pareja en el bosque, él lo tenía en su cama, en su habitación, en su casa.

Jeongguk llevó la palma de su mano a su frente.
—Soy un imbécil, es tu mejor amigo, era obvio que iría contigo, no sé cómo no se me ocurrió.

—¿Por qué no seguiste su rastro? Te sabes su olor de memoria.

Jeongguk entrecerró sus ojos y ladeó la cabeza mientras miraba al cielo.
—Tú mejor que nadie sabes que por ser Park puede bloquear su olor. Además, Jimin bloqueó su lobo y no puedo sentirlo, así que de una u otra forma siempre pierdo todo rastro de él. Es... difícil de explicar.

—Mira Jeongguk, Jimin ha sufrido mucho —El pelinegro miró con detenimiento a Namjoon —Su pasado es muy triste y horrible y que lo trates de dominar y le levantes la voz le trae de nuevo todos los recuerdos amargos.

El menor abrió la boca con sorpresa.

—Y-yo no tenía idea.

—Lo sé, y no soy nadie para contarte, él, si lo decide, lo hará en su momento, pero créeme cuando te digo que son muchas las cosas que tiene que cargar —Namjoon cuidó sus palabras, asegurándose de no hablar de más —Sólo sé el Jeongguk que todos admiran con él ¿sí?

Jeongguk frunció el ceño con confusión, pero asintiendo de todos modos.

—¿Qué regalo podría darle para hacerlo feliz? —Regresó la plática al punto inicial, intentando pensar en algo bueno.

Namjoon torció sus labios, pensando en una buena respuesta.
Jimin ahora no estaba en buenos términos con el alfa y cualquier movimiento en falso podría arruinar absolutamente todo.

—Dile que la fiesta del pueblo tú la organizaste para él.

Jeongguk frunció el ceño.
—No Namjoon, ese fuiste tú.

El castaño levantó sus dos hombros con indiferencia —Pero él no lo sabe.

—No Namjoon, no le mentiré. Mejor otra cosa, algo que pueda hacer por él.

—¿Algo como una habitación?

Jeongguk sonrió de oreja a oreja al escuchar a su mejor amigo.

—¡Sí! Ya sabes, así podré al menos saber que está a salvo en casa y al mismo tiempo no lo molestaré con mi presencia.

—Jeongguk...

El pelinegro negó con una sonrisa al ver la expresión de pena del alfa.

—Vamos a ayudar ¿sí? Ve a contarle a Jimin lo que planeaste y te veré luego.

Y sin darle oportunidad de responder, Jeongguk bajó del árbol y corrió a la plaza principal.

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