28 ; otros ojos V

Pillow Talk

El albino abrió los ojos sintiendo los párpados pesados y muy cansados. Por alguna extraña razón se sentía cansado, a pesar de que por primera vez en mucho tiempo no se despertó varias veces en la madrugada. La luz del sol se colaba en la habitación y afianzó su agarre hacia Jeongguk.

Se tardó segundos en procesarlo, pero volvió a abrir los ojos y tocó el pecho desnudo de su alfa. Jeongguk estaba ahí, acostado, con sus brazos alrededor de él y con una media sonrisa en su rostro. No sabía si estaba despierto o no porque sus ojos estaban cerrados y su respiración era tranquila.

Con todo el cuidado del mundo se despegó de su pecho y corrió al baño. Hizo una mueca al ver su cara hinchada. Se lavó la cara y sus dientes. No se molestó en buscar su camisa blanca y después de orinar y lavarse las manos salió de la habitación para acostarse de nuevo con su alfa, pero para su mala suerte, Jeongguk ya estaba despierto y frente a la puerta, esperando por su turno. Jimin dio un paso hacia atrás por la sorpresa y Jeongguk sonrió.

—Buenos días, bonito.

El omega no dijo nada, mirando casi ofendido al alfa, que a excepción de su cabello ligeramente despeinado se veía increíble.

—Amor ¿Me dejas pasar? Me estoy orinando —Dijo con una sonrisilla.

Jimin se quitó de en medio de inmediato y se tiró a la cama. El alfa regresó un minuto después sonriente. Miró a su novio casi desparramado en la cama y levantó una ceja.

—¿Por qué ya no están mis marcas?

—Cicatrizo rápido —Sonrió.

El alfa se sentó en la cama y levantó una ceja con una sonrisa de lado mientras se acercaba al rostro del omega.

—¿Debería hacerlas de nuevo?

Jimin lo imitó —No sé, tu dime.

Los dos sonrieron y después de besarse y hablar por otro rato más, Jeongguk dejó que Jimin le hiciera trenzas. Cerró los ojos y se dejó consentir. El albino primero acarició su cabello y después empezó a trenzarlo mientras el alfa miraba a la nada con el rostro embobado por lo bien que se sentía.

Terminó acostado junto a Jimin, con dos trenzas pegadas como peinado y envuelto entre las sábanas junto a su novio.

—No sé si pararme o no —Jimin soltó después de bostezar. Los dos miraban al techo, uno con más flojera que el otro.

—Yo tampoco —Ahora fue Jeongguk quien bostezó, sonriendo después.

—Hoy no hay que hacer nada.

Jeongguk se giró para mirar al omega —Podemos sacar la grabadora y escuchar música o jugar a las cartas, o cocinar o transformarnos en el bosque.

—O...—Jimin levantó su dedo índice —Podemos quedarnos acostados.

—Podemos hacer varias de esas cosas acostados —Sonrió —¿Qué hora es?

—Once.

El pelinegro hizo un mohín —Ya es tarde.

El albino lo miró indignado —Claro que no.

—Amor, yo me levanto a las cinco.

—Porque estás loco —Dijo sonando obvio —Mejor ven —Se acurrucó en su almohada y cerró los ojos —Vamos a dormirnos otro rato.

Jeongguk frunció la ceja —¿Más?

—Sí —Dijo con una sonrisilla y los ojos cerrados.

—Ya dormimos mucho —Se quejó —Iré a hacer el desayuno.

—No te vayas —Dijo antes de abrazarse a su torso.

—Amor...

—No te vayas. Quédate hasta que me quede dormido.

Jeongguk sonrió ampliamente y llevó a Jimin a su pecho, donde el albino se trepó para esconderse en su cuello. El alfa acarició la espalda de su novio y después acarició su cabello de forma suave, y como ya se lo esperaba, el omega no tardó mucho en quedarse dormido. Lo siguió acariciando un rato más, hasta que ya no soportó más estar sin hacer nada y tomó una ducha.

Bajó a la cocina con el cabello recogido y vestido completamente de negro. Supuso que el omega no despertaría hasta en un rato más y terminó comiéndose varias frutas, conteniéndose un poco para alimentarse mejor a la hora de la comida junto a Jimin.

El albino terminó bajando después de las dos de la tarde, con el cabello revuelto, en ropa interior con la camisa de botones negra que Jeongguk había usado la noche anterior y la cara recién lavada.

—Huele delicioso —dijo sentándose en la barra, completamente descansado y sonriente.

—Estaba a nada de levantarte —Jungkook habló, agachado mirando hacia el horno.

—Que cruel —Sonrió —¿Qué preparaste?

—Pay de pollo.

Jimin frunció el ceño —¿...pay de qué?

—De pollo —Soltó una risilla, parándose derecho —Obviamente no es un pay dulce, amor. Tu pruébalo, se come con pasta. Ya casi está.

El peliblanco asintió y mientras se recogía el cabello en un pequeño chonguito miró a Jeongguk con el mandil puesto, dándole vuelta a la pasta en el sartén.

—Tan guapo —Pensó en voz alta y descansó su mentón con ambas manos, recargándose en la barra.

Algunas veces no le importaba mucho decir lo que pensaba. Era lindo verlo frustrado y haciendo todo por ocultar sus reacciones, justo como ahora, que estaba volteado con las manos en su rostro.

—Mimi..

—¿Mmh?

El alfa rodeó la cocina y se paró frente al albino, que giró su silla. Jimin no tardó en rodearlo por el cuello y Jeongguk en tomarlo por la cintura.

—Dame un beso —Pidió melosamente.

El albino sonrió de oreja a oreja y de inmediato besó los labios de su novio. El pelinegro lo llenó de besos cortos y dulces, intercalados con sonrisas avergonzadas y besos de esquimal.

—Tan lindo —Jimin acunó la mejilla del alfa y dejó un beso en su nariz, y luego de nuevo en sus labios —Tan guapo, tan precioso.

Jeongguk se encogió de hombros avergonzado y ocultó su sonrojo tapando los ojos del albino juguetonamente. No es que no fuera muy cariñoso o algo parecido, era que cuando se lo decía de nada y mirándolo a los ojos con cara de enamorado no podía evitar sentir un cosquilleo en su vientre y el rostro acalorado.

Y mierda, le apenaba mucho.

Jimin golpeó sus manos y brazos sin fuerza para quitarlo y observar sus reacciones tiernas y sus mejillas coloradas. Y claro, principalmente la sonrisa de conejo que tanto le gustaba.

Después de seguir jugueteando por segundos regresaron a los besos ligeramente más atrevidos. Jimin terminó sentada en la barra con las piernas separadas y con el alfa lamiendo su cuello, ya con las manos dentro de la camisa.

La alarma que le indicaba que ya era hora de sacar la tarta del horno fue ignorada completamente. Jimin abrazó a Jeongguk con sus piernas y el alfa besó sus labios de nuevo.

Por más que el pelinegro se intentó enfocar en lo que estaba haciendo, terminó juntando su frente con la de su novio y cerró sus ojos con fuerza.

—Ugh. Perdón, pero realmente quiero que pruebes el pay.

Tomó de la cintura al albino y lo bajó de la mesa con facilidad, escuchándolo reír. Corrió y abrió el horno para verificar que todo estuviera bien mientras el omega volvía a tomar asiento en la silla giratoria.

Jimin lo miró servir los platos, sintiéndose más relajado que nunca. Quiso ofrecer su ayuda, pero mejor no lo hizo para verlo más tiempo. El alfa segundos después llevó los platos de la mesa, y en lugar de comer del suyo, miró a Jimin con emoción. El albino repentinamente avergonzado cortó con su tenedor un trozo de la tarta. Se la extendió al pelinegro, que sopló con vehemencia para que no estuviese muy caliente. Sonrieron y por fin, Jimin probó bocado.

—¡Está delicioso! —Dijo con la boca llena y la lengua quemada. Pero no le importó en lo absoluto, volviendo a partir un trozo de la tarta para volver a comer.

Jeongguk sonrió como conejo —Lo hice especialmente para ti, mi amor.

A veces Jeongguk odiaba lo meloso que podía ser. Principalmente porque creció en un hogar donde su madre era la cariñosa y su padre le decía uno que otro mote cariñoso, hasta ahí. Pero al ver las expresiones de Jimin al decirle mil y un cosas bonitas, ese sentimiento de amargura se le pasaba. Algunas veces lo hacía soltar una risa, otras veces lo hacía sonrojarse y hasta varias veces recibía golpes en la espalda o en el brazo porque se frustraba y no sabía cómo reaccionar. Sea cual sea su reacción siempre era lindo de ver y estaba seguro que jamás se cansaría de verlo.



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Namjoon soltó un suspiro inaudible.

Para el castaño era casi imposible creer lo compatible que era con Sunji. Sus hábitos y manías se complementaban muy bien a los de ella y su manera de ser de "conmigo es todo o nada" siempre la encontró fascinante.

Por ejemplo, rara vez leía acompañado, porque cualquier ruido o cosa de exterior lo podía distraer con facilidad y eso le molestaba mucho. Sunji era igual. Leían juntos y ninguno de sus movimientos se escuchaban en lo absoluto. Ni el pasar de las hojas, ni siquiera su respiración.

O cuando, por culpa de su brusquedad terminaba rompiendo cosas, Sunji siempre hallaba un modo de ayudarlo a reparar todo o hasta darle un uso distinto a las cosas del que ya tenían.

A ambos les gustaba más la comida salada y ejercitarse al aire libre. Les gustaban los tés calientes y la cerveza oscura helada. Dormir juntos pero separados en algún punto de la noche. Ambos tenían dos pies izquierdos a la hora de bailar pero lo hacían a su estilo de cualquier modo.

Sunji era una beta salvaje, hasta a veces algo bruta.

Actuaba sin analizar y vivía poniéndose en riesgo. Corriendo a territorios prohibidos, metiéndose a pozos para encontrar cosas sin tener idea de cómo saldría después. Ayudaba a sus padres con el cableado eléctrico sin tener una mínima idea y metiendo las manos sin saber cómo hacer las cosas. Hablaba antes de pensar, y después se mordía la lengua por el arrepentimiento. No le importaban las consecuencias de lo que hacía con tal de ser fiel a sí misma. Decir lo que pensaba, hacer lo que le nacía. Sunji sin duda era una mujer de acción.

En cambio, Namjoon era un hombre analítico. Antes de actuar pensaba en todas las posibles consecuencias que tendrían sus actos. Repetía lo que diría una y otra vez en su cabeza, calculaba sus movimientos antes de hacerlos.

Pero de la nada, el alfa ya tomaba más riesgos y Sunji ya se detenía antes de decir algo estúpido.
Sin darse cuenta ambos comenzaron a complementarse.

Namjoon cada que podía invitaba a Sunji a su hogar. A pesar de que adoraba su soledad y su espacio, amaba ver a la beta acostada en su sillón mientras leía un libro. O verla probar la sopa salada que había preparado para impresionarla. Verla acostada en su cama con el cabello recogido, con la pose más cómoda y con toda la confianza del mundo. Observarla robarse en su cara una de sus playeras para esa noche usarla de pijama en su casa. O como ese día, que la beta yacía en el sofá con las piernas cruzadas, leyendo un libro sobre lobos, con el rostro serio y con la cabeza recargada en su mano.

Ya tenía varios días con expresión decaída. No era como para alarmarse, pero era evidente, al menos para él, que ya no sonreía tan seguido. La pura idea de que él pudiera ser el causante le hizo negar con la cabeza varias veces. Sunji lo notó. Bajó el libro y observó al alfa con dos tazas, una café y la otra amarilla en sus manos. Té de tila, era obvio.

—Oppa ¿Todo bien? —Preguntó sin estar realmente preocupada.

Namjoon no asintió, caminó hacia el sofá frente a ella y dejó las tazas en la mesa que los separaba.

—La verdad es que quiero hablar contigo.

Sunji asintió, revisó la página del libro y lo dejó a su lado, prestándole toda su atención al alfa nervioso frente a ella.

—O bueno, preguntarte algo —se corrigió.

—Claro —Respondió tranquila.

El aura calmada de la beta empeoró el estado del alfa. De la nada la visualizó negándose a la idea de ir juntos a la ciudad, con una mirada que lo hacía sentir insignificante. Tal vez se molestaría por interferir en sus planes o tal vez buscaría una manera de negarse para no hacerlo sentir mal. O quien sabe, con Sunji nunca nada era seguro.

—Dime —Agregó la rubia al ver a Namjoon pensando de más, como solía hacer siempre.

—¿Puedo ir a la ciudad contigo? —Soltó de golpe, como lo haría la beta frente a él. Sunji abrió los ojos mucho más de lo que acostumbraba y se dejó caer en el respaldo del sofá. Namjoon, por los nervios, continuó.

—Pienso que es una buena oportunidad para ambos —Asintió para sí mismo —Y no quiero dejar de verte —La beta inhaló tan profundo que Namjoon ya no sabía qué hacer. Decidió continuar —Si no quieres buscaré una forma de irme sin interferir en tus planes o me esperaré a que regreses, pero la verdad es que enserio no quiero dejar de verte.

Sunji sintió la piel de gallina. Desde la cabeza hasta la punta de sus pies. Sonrió sin poder evitarlo y exhaló tan fuerte que el pecho le dolió.

—Quería pedirte que fueras conmigo —Dijo con una sonrisa casi imposible de borrar —Pero no lo hice porque no quería ser egoísta —Hizo una pequeña mueca —Y bueno, también porque me aterraba tu respuesta.

Namjoon parpadeó varias veces, sin saber qué decir.

—¿En serio? —Soltó casi sin voz.

Sunji asintió sin saber qué más agregar. Miró con sus ojos color avellana al alfa y después soltó una pequeña risa al verlo sonreír. Namjoon sonrió tan ampliamente que de manera automática la ocultó con sus manos.

Como si se hubiesen leído la mente, los dos se pusieron de pie y se abrazaron fuerte. Sunji se aferró a la cintura del alfa, descansando su cabeza en el pecho y Namjoon le correspondió, acariciando su cabello. Se separaron después de un minuto y se dieron un beso, luchando contra sí mismos para no sonreír e interrumpir la unión de sus labios.

—¿Estás segura, Sun?

—Muy segura ¿Tú?

—También —Sonrió —Hay que hablar con Jeongguk lo más pronto posible. Al parecer nadie se ha apuntado para su propuesta, y entre más pronto le digamos más rápido puede arreglar lo que sea que necesite.

—¿Por qué no vamos de una vez? ¿Crees que nos reciba aunque sea domingo? —Namjoon asintió —Entonces vamos.

El alfa miró el reloj, que marcaba las siete de la noche y asintió para sí mismo, sabiendo que Jeongguk sí estaría en casa. Abrió la puerta principal y Sunji salió primero.

Caminaron rumbo al bosque, la manera más fácil de llegar a casa del alfa. Si caminaban al este, literalmente junto al bosque y sin meterse hacia donde había una infinidad de árboles llegarían mucho más rápido que atravesando el pueblo entero.

Sunji miró la mano izquierda de Namjoon después de varios minutos de caminata y se sintió insegura de tomarla o no. Cuando extendió su mano, arriesgándose en el proceso, una voz conocida que gritaba a lo lejos la detuvo.

—¡Hijo!

Sunji se paralizó por completo al escuchar la voz de Yowon. Miró al piso sin saber exactamente qué hacer, cómo saludarla y cosas así. Namjoon, ajeno a todo, sonrió al ver a su madre caminar hacia ellos.

—Hola mamá.

—Hola querido.

Sunji se giró y sonrió ampliamente. Tal vez demasiado.

—Hola Yowon —Soltó nerviosa.

—Hola preciosa —Yowon le sonrió también, muy calmada —¿Cómo están en tu casa?

—Todos muy bien, gracias ¿Y ustedes?

—Bien, también, espero un día de estos nos visites.

—Claro —Sonrió, ya más por nervios —Encantada de ir.

—¿Y van a salir?

Namjoon reprendió a su madre solo con la mirada, sabiendo la intención del tono de voz que había usado. Yowon lo ignoró.

—Sí —Respondió la rubia —Vamos con Min-ah y Jeongguk-sshi.

—Oh, yo también iba para allá, pero estoy un poco ocupada ¿Me harían un gran favor? —Sunji asintió. Yowon sacó de su bolso una bolsa de plástico transparente con un pastillero y varias jeringas —¿Se lo pueden dar a Jimin?

Tanto Sunji como Namjoon fruncieron levemente el ceño.

Sunji asintió —Claro, claro. Yo se lo doy. ¿Quiere que le diga algo o...

—Oh no, ella ya lo sabe —sonrió —Gracias chicos. Los dejo para que sigan en su cita.

Namjoon y Sunji miraron a la omega con los ojos enormes. Yowon levantó las dos cejas y se despidió con la mano y regresó de donde había venido, caminando calmada y observando todo.

—Perdón —Dijo Namjoon avergonzado después de varios minutos.

—¿Por qué? ¿Por tu mamá? —El alfa asintió levemente —No te disculpes, no hizo nada malo, es un amor.

Namjoon asintió. No dijeron nada más en todo el camino. Sunji siguió a Namjoon, porque la verdad no sabía donde vivían Jimin y Jeongguk, pero por lo que veía, estaba algo lejos de los demás.

Una casa negra se veía entre varios árboles. Enorme e intimidante. No sabía qué pensar pero cuando Namjoon caminó directamente hacia ahí, supo que, en definitiva, era la casa del jefe del pueblo.

—Nunca había venido —Dijo Sunji al estar parada frente a la casa, pocos segundos después.

—Está enorme ¿verdad? —La rubia asintió —Daehyun se la diseñó y construyó en todo el tiempo que no estuvo —Sonrió —Anda, vamos.

La rubia asintió de nuevo y subieron las largas escaleras. Conforme pasaban la sala de estar que estaba en el porche, cada vez más fuerte se escuchaba la música. Cuando se pararon en la puerta, una risa, claramente de Jeongguk, resonó.

—¿Deberíamos irnos? —Preguntó Sunji, mirando al castaño.

Namjoon negó —Ya estamos aquí.

Se sorprendió por el nuevo timbre y lo hizo sonar solamente una vez. A los dos segundos, la música se detuvo. La puerta se abrió de inmediato y un Jimin con el cabello despeinado, las mejillas sonrojadas y ropa holgada y negra apareció.

Sonrió de oreja a oreja y abrió la puerta por completo.

—¡Hola! ¿Y eso que por fin se dignan a visitarnos?

Jeongguk al escuchar esas palabras, corrió hacia la puerta y se paró junto a Jimin, abriendo los ojos de más al ver al castaño y a la rubia sonrientes frente a la puerta.

—No es tanto una visita, vinimos a hablar con el supremo ¿Se puede?

Los dos asintieron efusivamente —Pasen, pasen.

Jimin y Jeongguk caminaron hacia la estancia, con Sunji y Namjoon pisándole los talones. El pelinegro paró el paso y se acercó a sus invitados.

—¿Es sobre.. —Namjoon asintió —Entonces necesito hablar en privado con cada uno, después ya pueden pasar los dos.

—Tú primero —Dijo Sunji con una sonrisa.

Namjoon asintió y siguió al pelinegro en dirección a su despacho. Cuando entró notó que casi seguía igual a como lo recordaba. El cuarto era blanco, luminoso y olía a menta recién triturada. Jeongguk se sentó en la silla negra principal, tras el escritorio de madera perfectamente pulida. Namjoon se sentó en una de las dos sillas cómodas al frente y suspiró al ver todos los papeles que su mejor amigo tenía sobre la mesa.

—Ven, ven —Jimin caminó a paso acelerado junto a Sunji hacia la sala —¿Te ofrezco algo de tomar?

Sunji tomó asiento en el sillón más grande —No, muchas gracias —Miró su mano y recordó lo que le tenía que entregar —Oh, Yowon me dio esto, es para ti.

El albino dejó de sonreír al ver lo que tenía la bolsa transparente que Sunji le extendía y asintió.

—Gracias —La tomó sin ganas, pero volvió a sonreír —Iré a guardarlo, ya vuelvo, siéntete como en casa.

Sunji asintió sonriente y observó la amplia sala de estar, luminosa y muy espaciosa después de ver a Jimin desaparecer por algo así como un pasillo. El albino no tardó mucho en regresar y sonriente se sentó en el mismo sofá que ella.

—Entonces —El omega levantó sus dos cejas —Lo tuyo y lo de Nam ¿Ya es oficial?

Sunji suspiró y se encogió de hombros.

—Más que oficial, es complicado —Las dos soltaron una risilla —Ya no sé ni qué pensar. No es un , pero tampoco es un no.

—Meh, eso de ponerse etiquetas es algo complicado. Con que ustedes estén bien, lo demás da igual.

Sunji asintió y detrás del albino vio una grabadora. De pronto se sintió mal por haber interrumpido un lindo momento.

—¿No los interrumpimos? —Dijo decaída.

—No, no —Jimin negó con su cabeza y también con sus manos —Gguk por fin se tomó el día libre y la verdad no estábamos haciendo mucho.

—...O sea si interrumpimos.

—¡Para nada! ¡Enserio! Siempre pueden venir, te lo juro. Además —Sonrió con sus mejillas algo coloradas —Nos queda muchísimo tiempo juntos.

La beta recordó la tarde en casa de las Min y sonrió, señalando a su amigo directamente. Jimin la miró curioso.

—¿Sabías que hasta ahora nunca te había visto sonrojado?

—¿En serio? —Sonrió levemente mientras Sunji ya se acostaba en el sillón y descansaba la cabeza en su regazo —No me gusta sonrojarme, me siento tonto. Me hace lucir romántico e ingenuo cuando no lo soy. Literalmente soy lo opuesto a mis padres.

—Ay, Min-ah. Dices que no eres romántico porque no te oyes ni te ves a ti mismo. Cuánto que si le preguntas a Jeongguk-sshi si eres romántico te va a decir que sí.

Jimin entrecerró los ojos, acariciando el cabello rubio de la beta —Dudo.

—¿Tus padres eran empalagosos?

—Demasiado —Dijo en automático —Mi hermano y yo crecimos traumados por ver tanto afecto.

—¿Tanto así?

—Sunji —El omega miró hacia abajo para mirar directamente a la rubia a los ojos —Mis padres nunca se bañaban por separado.

La beta hizo un puchero —¡Eso es tierno!

—No si son tus papás.

Sunji negó con una sonrisa y recordó el libro que estaba leyendo. Específicamente el apartado donde narraban los tratos que los omegas recibían en diferentes zonas.

—Jimin ¿Puedo preguntarte algo?

—Sí, claro.

—Claro que no tienes que contestar si no quieres, pero ¿Cómo trataban a los omegas y a los betas en dónde vivías?

Jimin ladeó su cabeza —¿Sabes dónde vivía?

—En Haro ¿no? —Jimin asintió —Lo siento ¿Fue una pregunta grosera?

—No, no. Solo algo inesperada y difícil de responder —Hizo una mueca —Verás, mis padres siempre nos sobreprotegieron, a mis hermanos y a mí. A los betas los trataban bien, no tanto como a los alfas, pero definitivamente no los trataban mal. Mi papá, aunque nació y creció en Haro como un alfa casi de élite, nunca trató a mi madre o a mi de forma inferior. Pero me llegó a platicar que muy pocas veces había escuchado la voz de su padre porque no se le tenía permitido hablar. También sé por mi madre que ella y mi padre fueron amenazados, ya ni recuerdo ni con qué, pero prácticamente los obligaron a tener hijos. Ellos solamente querían uno y terminaron con cuatro. Los omegas eran vistos como sirvientes y máquinas para hacer bebés, por eso el pueblo siempre fue muy numeroso. La alfa vecina era una maldita y obligó a su omega a dar a luz a catorce cachorros ¿Te imaginas? —Negó y Sunji frunció el ceño con lástima —Te emparejaban en tu primer celo con un alfa casi siempre mayor y terminabas dando a luz por primera vez a los catorce años.

—Pero ¿y tú? —La pregunta salió por sí sola de la boca de la rubia, como si lo que acababa de preguntar fuera cualquier cosa. Jimin ni le dio importancia.

—Mi celo llegó hasta mis dieciocho. Ya demasiado grande, pero a mi madre le pasó igual, entonces no fue sorpresa que nunca dio indicios de tener celo —Sonrió sin mostrar los dientes —Canus puede parecer normal, pero te juro que para muchos omegas este es el paraíso.

La verdad es que Jimin hablaba muy poco de su pasado. Lo que contaba era casi siempre porque le preguntaban directamente. Otras veces solo contaba pequeñas anécdotas de su familia, pero al verlo con los ojos vidriosos terminaban cambiando el tema o evitando hacer preguntas, por más curiosos que se sintieran.

Sunji, al verlo bien, preguntó una cosa más.

—¿Allá tenías muchos amigos?

—No los llamaría así. Hablaba con pocas personas fuera de mi familia porque era muy raro que saliéramos, y cuando lo hacíamos siempre era con mi hermano mayor, blanco igual que yo, porque todos le tenían miedo.

—¿Por lo blanco?

Jimin negó —Por su tamaño. Si yo como omega tengo tamaño de alfa, imagínate él, que era un alfa.

—¿Estaba más grande que Jeongguk?

—Fácil. Gguk tal vez le llegaría por el pecho.

Sunji levantó las cejas —Mierda.

—Pero bueno —Jimin acarició el cabello directamente desde la raíz y Sunji cerró los ojos en automático, disfrutando el contacto —Mi primer amigo fue Seokjin.

La sonrisa de Sunji se intensificó —Jin oppa es muy amable.

El menor asintió —En fin ¿quieres algo de comer o algo?

—Oh no, muchas gracias.

Voces se escucharon desde el corredor y Sunji no tardó en sentarse adecuadamente. Jeongguk palmeó la espalda de Namjoon sin lucir feliz. Asintió en dirección a ellos y la rubia asintió de vuelta y se puso de pie. El pelinegro abrió la puerta del estudio con una sonrisa sin mostrar los dientes y después de lanzarle un beso a Jimin, entró al estudio y cerró. No pasaron ni dos segundos antes de que el alfa castaño levantara las cejas y señalara con su cabeza la puerta de la casa. El albino sonrió y caminó junto a Namjoon hacia la salida.

Su hogar, como era de esperarse, era grande y estaba alejada del resto del pueblo. Estaba un poco oculta entre pinos y árboles, pero no eran nada abundantes como lo estaban en el bosque. El color que predominaba en el exterior era el negro, como era de esperarse. Un porche, o algo así como un recibidor antes de entrar a la casa era lo primero que se podía observar de la casa, además de sus escaleras algo largas para entrar.

Nunca entendió porque la casa de Jeongguk tenía que ser tan grande. ¿Tres pisos para él solo? Bueno, prácticamente ya eran para dos, pero aun así era demasiado. Supuso que el supremo tenía que tener las mejores cosas, o algo así.

Jimin caminó hacía una de las mesas del porche, pero Namjoon siguió su camino hasta las escaleras, lejos de la puerta de entrada. Frunció el ceño, pero lo siguió, sentándose a su lado en exactamente la mitad del tramo de las escaleras. Poco espacio los separaba y los dos se quedaron ahí, sin decir ni una palabra.

El albino no sabía qué decir o hacer y Namjoon no sabía por dónde empezar. Principalmente porque no sabía exactamente si para su mejor amigo serían buenas o malas noticias. Tal vez y solo eran noticias, a secas.

El omega miró los escalones debajo de ellos y al aspirar el olor de madera del alfa junto a él no pudo evitar recordar por todo lo que habían pasado. De la nada se sintió pesado y con una gran carga en sus hombros porque después de mucho tiempo ya tenía claros sus sentimientos. La cuestión era ¿Debía hablar sobre eso ahora que estaban solos y tenían oportunidad? ¿O solo debía dejarlo pasar?
Lo último la verdad le pareció algo injusto pero no sabía si era correcto volver a hablar de ello.

—Siento que hace siglos no hablamos —Jimin fue la primera en decir una palabra, entre nostálgico e incómodo.

Namjoon soltó una risa nasal y lo miró —Hablamos ayer.

—Me refiero a una conversación decente. Ayer solo cruzamos varias palabras, estuve dando vueltas por todas partes.

—Si te vi. Estabas con tu alfa en todas partes.

—La última vez que hablamos me dijiste que lo de Sunji no era nada serio y mírate. Nos vienes a visitar por primera vez y con ella.

—Así es —Sonrió —Jeongguk me dijo que se tomó el día libre, perdón por venir sin avisar.

—No te disculpes, siempre eres bienvenido —Sonrió, ya sintiendo el ambiente un poco más ligero.

—Necesito hablar contigo, Minnie.

El peso en la espalda de la albino se incrementó.

—¿Puedo decirte algo antes de arrepentirme?

El alfa frunció el entrecejo —Claro.

—Quiero pedirte disculpas de algo que pasó antes, por a mediados de enero.

Namjoon sintió un dolor agudo en la boca del estómago —¿Algo sobre la confesión, la huida y yo siendo lo peor de universo?

—Ay, cállate —Soltó una risilla —Pero si, sobre eso.

—¿Pedirme disculpas?

El albino asintió mirando al frente —Creo que te usé sin darme cuenta. Ahora que tengo todo claro me siento muy mal por todo lo que te hice pasar. Te amo, sí, pero no de la forma en que creía.

Namjoon sonrió sin mostrar los dientes —Lo sé, enano.

El omega lo miró sorprendido —¿Lo sabes?

Namjoon asintió —Sé que nunca estuviste enamorado de mí. Solo estabas desesperado y te aferraste a mí.

—Perdón —Dijo desde el fondo de su corazón —Nunca quise jugar contigo.

—Yo lo sé. Créeme que lo sé.

—Gracias por escoger a Gguk —Golpeó levemente su brazo —Eres un muy buen amigo.

Namjoon sonrió para sí mismo, sin saber si eso último era verdad o no. De la nada las palabras se le acumularon en la garganta y ya sin saber cómo decirlo de una manera tranquila, miró hacía el frente y cerró ojos.

—Jimin me voy a ir a la ciudad —Soltó de golpe. Duró un par de segundos con los ojos cerrados y los labios apretados, sin saber cómo interpretar el silencio del omega. De la nada ya solo se escuchaba de fondo el sonido del bosque y nada más.

Abrió los ojos y sin mirarlo, continuó —El plan de Jeongguk parece una buena oportunidad —Asintió para sí mismo, volviendo a apretar los labios —Iré con Sunji.

Silencio.

El alfa se giró y vio a la albino con los ojos clavados en él. A excepción de sus cejas decaídas, su rostro estaba serio.

—Dime algo —Namjoon insistió, con una sonrisa triste mientras la empujaba levemente con su hombro.

Jimin negó levemente —No sé qué decir.

—Lo que sea está bien —Respondió ya sin la sonrisa, dejando ver claramente su semblante de tristeza.

El albino tardó unos segundos más en procesar todo —¿Cuánto tiempo? —Preguntó mirando al frente.

—Cuatro años.

—¡¿Cuatro?! —Abrió los ojos de más y se giró para mirarlo de frente —¡¿Regresarás a tus treinta?! —El castaño asintió —¿Y cuándo Tae tenga ocho? ¿Cuándo tú y Jeongguk se acaban de reencontrar?

—Jimin —En su tono de voz se notaba de inmediato lo decaído que se sentía.

El peliblanco negó —No quiero que te vayas —Dijo sincero.

—Enano...

—No te vayas —Pidió.

Esos meses habían sido muy difíciles y habían complicado y cambiado la unión que tenían, claro. Pero nada podía cambiar que Namjoon era, es y siempre sería su mejor amigo. Su ángel. El alfa que pacientemente lo había ayudado a confiar en las personas y a amarse a sí mismo. A dejar de odiarse por ser diferente.

Le dolía muchísimo pensar que Namjoon se iría.

Cuatro años, en realidad no era demasiado tiempo, pero si terminaba amando la ciudad había una gran posibilidad de que no regresara. Sabía que su novio no se opondría a que Namjoon se fuera y eso podía significar no volverlo a ver seguido, o tal vez hasta nunca más.

La pura idea de que Namjoon no regresara hizo que los ojos de Jimin se cristalizaran. Los hombros de Namjoon se decayeron y ladeó la cabeza con las cejas caídas.

—No me pidas eso.

—Nam...

—Han pasado meses, Jimin—El alfa endureció un poco sus facciones y habló ligeramente más fuerte, serio —Tus sentimientos no eran reales, pero los míos sí. Necesito superarte.

Jimin se quedó quieto, inclinándose ligeramente hacía atrás.

El alfa se arrepintió de inmediato de haber dicho eso. Miró hacía abajo y apretó los labios. El omega estaba prácticamente estupefacto frente a él, sin expresión en su cara.

—Pero no me estoy yendo por eso —Agregó tan rápido como pudo —Quiero aprender y traer cosas buenas al pueblo. Literalmente estoy matando dos pájaros de un tiro.

Sabía que no había usado las palabras correctas, pero el albino a su lado asintió con la mirada perdida.

—Entiendo.

El omega no se esperaba eso, en lo absoluto. Pensaba que lo de ellos había sido algo breve que ya había terminado definitivamente. Él estaba con Jeongguk y él con Sunji. Las palabras que acaba de decir no tenían ningún sentido en su lógica, pero cayó en cuenta que siempre estuvo equivocado.

Y hace segundos le estaba pidiendo que se quedara. Siendo un completo egoísta.

—Me voy en dos semanas —Dijo Namjoon, ya sin saber qué demonios decir.

—Entiendo —Repitió el albino en automático, con la mirada sin haberse despegado de la nada.

—Minni-

La puerta principal se escuchó, y como bala, Jimin se puso de pie. Subió los escalones con la mirada de Namjoon en su espalda. Tanto Sunji como Jeongguk fruncieron el ceño levemente al ver la cara del albino, pero no dijeron nada.

Namjoon se puso de pie también. El omega se despidió de Sunji, sonriendo de la manera más natural y verdadera que pudo, fallando en el intento. Se metió a la casa y se perdió en el interior mientras el castaño caminaba hacia ellos. Jeongguk siguió con la mirada dentro de la casa, claramente extrañado por el comportamiento de su novio, pero negó para sí mismo y se giró hacia sus amigos.

—Ahora sí, pasen los dos al despacho.

Sunji miró el rostro serio de Namjoon, pero prefirió no preguntar. Siguió a Jeongguk al despacho y se sentó de nuevo, escuchando los paso de Namjoon en su espalda. Cuando el castaño se sentó en la silla de alado, el alfa pelinegro se sentó en su silla y recargó los codos en su escritorio.

—Antes que todo, les quiero decir que si en el transcurso de esos cuatro años se quieren regresar lo pueden hacer, no hay ningún problema. Como ya les dije, el objetivo de este plan es beneficiar al pueblo —Abrió un cajón de su escritorio y buscando entre varios papeles, continuó hablando —Yo les voy a estar ayudando económicamente y durante estas dos semanas ya les tendré un lugar donde quedarse —Sacó unas hojas grapadas y las ojeó con prisa —¿Quieren vivir juntos?

El alfa los miró y Sunji y Namjoon parpadearon. Se miraron lentamente y asintieron pausadamente para luego mirar a su amigo nuevamente. Jeongguk levantó una ceja.

—Háblenlo después —Dejó los documentos en su escritorio y volvió a apoyarse en él —Como experiencia, les recomiendo buscar un trabajo para ingresos extra, a mí me ayudó muchísimo cuando viví allá. Y otra cosa, es muy diferente vivir con humanos.

—¿Diferente? —Preguntó la rubia.

—Peligroso —Contestó Namjoon.

Jeongguk asintió —No saben de nuestra existencia y es mejor dejarlo así. No le digan a absolutamente a nadie y mucho menos se les ocurra transformarse, es demasiado peligroso.

—¿Es posible durar tanto sin transformarse?

—Claro —Sonrió —Mi récord son cinco años. Si se transforman, en el peor de los casos los pueden matar. Dudo que los humanos no quieran cazar un lobo tres veces más grande de lo normal.

Sunji y Namjoon asintieron.

—Los quiero ver el martes después de la junta del consejo. Piénselo muy bien y ese día me dan su respuesta definitiva, y si es un sí, si prefieren vivir juntos o no.

Los dos asintieron nuevamente.

—Excelente —Sonrió —¿Se quedan a cenar?

Sunji sonrió, pero después recordó la escena de hace rato con Jimin, al mismo tiempo que Namjoon negaba.

—Mejor otro día Kookie —Se encogió de hombros —Sun y yo tenemos mucho de que hablar sobre esto.

—Entiendo —Los tres se pusieron de pie —Los acompaño.

Namjoon dejó que Sunji se adelantara y se acercó a Jeongguk antes de salir por la puerta principal.

—Jimin necesita espacio —Dijo por lo bajo, para después salir.

El alfa pelinegro no dijo nada. Salió también y sonrió cuando sus dos invitados se pararon derechos frente a él.

—Entonces nos vemos en dos días —Sunji hizo una reverencia en forma de despedida, que después fue imitada por Namjoon.

Jeongguk asintió con una sonrisa, inclinándose un poco también. Namjoon rodeó a Sunji por los hombros y después de sonreírse, bajaron las escaleras para volver.

Sunji mentiría si dijera que su plática con Jeongguk no la había asustado. Era demasiado tiempo sin transformarse y lejos de su familia, pero realmente quería ir. Ser una maestra de verdad y apoyar a todos los cachorros del pueblo. Leer nuevos libros, salir de ese ambiente.

Le asustaba, pero no le importaba.

Rodeó la cintura de Namjoon a su lado, amando su olor a madera y el alfa sonrió, acercándola más a él.

—Nena —La llamó con una voz tranquila —¿Puedes quedarte a dormir?

Sunji sonrió y asintió varias veces.

Cómo vivían en direcciones opuestas, paró el paso. Namjoon, por inercia, paró también.

—Entonces iré por unas cosas, ahorita llego.

El alfa asintió, presumiendo sus hoyuelos mientras sonreía. Siguió su paso hasta que Sunji se dio la vuelta y caminó en dirección a su casa.

La rubia tardó pocos minutos en llegar, y cuando cruzó la puerta se encontró con Sunah, quien la abrazó fuerte apenas la vio.

—Oh, no sabía que estabas aquí —La beta respondió el abrazo de su hermana mayor, y ella la despeinó apenas se soltaron.

—Vine de pasada.

—Mañana ven a cenar ¿Sí?

—¿Puedo traer a Jin?

Iba a decir "obviamente" pero se calló. Planeaba decirle a su familia lo de su ida a la ciudad y planeaba incluir a Namjoon en la noticia, pero si Seokjin se enteraba por ella y no por su hermano definitivamente no sería algo bueno. Aunque si se lo pensaba mejor, Sunah terminaría diciéndoselo de todos modos, eso era seguro.

—Cómo quieras —Terminó respondiendo.

Tal vez lo mejor era no incluir a Namjoon en las noticias.

Sunah asintió sonriente y Sunji subió a su habitación para alistar las cosas que se llevaría para pasar la noche con Namjoon. Trató de ordenar todos sus pensamientos y cuando terminó y se fue en marcha a casa del alfa, con cada paso que daba sus nervios aumentaban.

Namjoon la recibió con un beso, cenaron sonrientes y cuando Namjoon estaba con las manos sobre su cabeza, acostado en el lado izquierdo de la cama, Sunji ya no pudo más.

—Namjoon ¿Qué somos?

El castaño se atragantó con su propia saliva y se sentó de golpe, mirando a la beta sentada frente a él en el otro lado de la cama, ya con su pijama puesta.

—¿A que te refieres?

—¿A qué otra cosa me podría estar refiriendo? —No se escuchó grosera, triste o herida, pero si seria, muy seria —¿Qué somos?

Namjoon abrió la boca, pero no salió ni una palabra.

Mierda, Sunji lo había tomado desprevenido en todos los sentidos. Definitivamente no eran amigos, pero no le había preguntado por ser su novia aún. Andaban juntos a escondidas, pero la noche anterior prácticamente ya le había dicho a sus amigos que se le iba a declarar formalmente. Pero ¿Cómo responder a eso? ¿Eran futuros novios? ¿Dos licántropos que se gustaban?

Sunji apretó los labios y miró sus manos.

—Nam —De nuevo lo llamó por su nombre —Puedes ser sincero. No voy a recoger mis cosas y me voy a ir. Tampoco me voy a ofender y te dejaré de hablar. Pero necesito aclarar mis sentimientos y sincronizarme contigo. Nos vamos a ir a la ciudad juntos y por lo que hablamos hay una gran probabilidad de que vivamos juntos. Créeme que no te lo pregunto por intensa o algo así —Se encogió de hombros —Nunca he esperado que me preguntes si quiero ser tu novia como en la primaria o algo así, pero solo quiero saber si alguna vez ya nos vamos a tomar de la mano en público o si dejaremos de hacer todo a escondidas. Supongo que quieres que todo esto vaya lento, y está bien, pero quiero saber qué estamos esperando o qué estás esperando. ¿Estar listo...? ¿Superar a Jimin...?

—¿Nos oíste?

—No. —Sunji apretó los labios —No los oí —Namjoon sintió que la había cagado —Solo que no estoy tonta ni ciega. No llevo este mes enamorada de ti. Me gustas desde hace un buen tiempo, y te repito, no estoy ciega.

—Sunji, no es lo crees.

La beta se encogió de hombros —No estoy creyendo nada. Sé que te gusto, sé que me quieres, no sé si estás enamorado de mí, p-

—Lo estoy.

—Pero sé que te dolió ver a Jimin y a Jeongguk-sshi ayer, y tal vez también hoy.

Namjoon negó para sí mismo —Es muy complicado.

—Solo quiero saber qué le diré a mi familia mañana. Sí iré con mi amigo, mi novio o simplemente no incluirte en la noticia —Dijo rápido y con el tono de voz ligeramente más fuerte.

Namjoon soltó un suspiro que Sunji no supo cómo interpretar.

—Me enamoré de Jimin hace años, después de hacernos amigos —Negó para sí mismo —Es más, ni siquiera le llamaría un enamoramiento, era más como un amor imposible. Pero jamás le dije nada y lo traté como siempre lo había hecho. Él ni lo había notado y era obvio que no me veía de esa manera. Hace varios meses me confesé y terminamos dejando de ser amigos. Hace poco volvimos a hablarnos, digamos que nos reconciliamos y volvimos a ser amigos y hasta ahí. Si, la verdad sí me duele un poco verlo con Gguk porque él es mi mejor amigo y no tiene ni idea de lo que sentí por Jimin. Lo sigo queriendo muchísimo como el gran amigo y la increíble persona que es, pero hasta ahí. Ya no lo veo de esa forma, y aunque estoy muy confundido y soy un desastre, sé y estoy seguro que estoy enamorado de ti. Así que, mañana tú dirás que irás a la ciudad con tu novio y yo diré que iré con mi novia. Mañana vamos a pasear por todo el pueblo tomados de la mano y hasta abrazados.

Los hombros de Sunji cayeron.

—Somos novios, nena. Desde hace tiempo, solo que soy tan imbécil que ni siquiera me había dado cuenta de eso.

—¿Entonces qué día va a ser nuestro aniversario?

—Pues hoy, el día que tu tonto novio notó que tiene una hermosa novia.

La beta sonrió sin ganas. Recordó las mentiras que el castaño le había dicho unos meses atrás cuando le preguntó por Jimin.

Se acostó sin decir nada y Namjoon no tardó en pegarse a ella y acurrucarse.

Intentó cerrar los ojos y dormir, pero los ojos de Namjoon en su memoria se lo impidieron.
Ese "¿Nos oíste?" Que había soltado casi con terror la estaba llenando de dudas.

Jimin dejándolo con la palabra en la boca, luego verlo despedirse de ella con una sonrisa forzada. La confesión de Namjoon hacia Jimin hace unos meses, todo eso comenzó a atormentar su cabeza.

Namjoon acababa de decirle que estaba enamorado de ella, y aunque por un lado se alegraba, no podía mentirse a sí misma.

La verdad es que no le creía.



///



Jeongguk entró a su casa y sin poder evitarlo, lo hizo con una extraña sensación en su pecho. Las emociones de Jimin estaban extremadamente confusas por el lazo. Posiblemente porque Namjoon ya le había dado la noticia de su partida. Caminó escaleras arriba y entró en su propia habitación, encontrándose con su omega hecho un ovillo bajo las sábanas.

Se acostó junto a él, y por su indiferencia no supo si había hecho bien o mal. Aún si quería estar con él y escucharlo y apoyarlo cuando lo necesitara, temía que su mejor amigo tuviera razón y que realmente Jimin necesitara espacio, en completa soledad.

Él también tenía momentos así, y era cuando Jimin entraba para mejorar el día con uno de sus besos de mariposa, esquimal o uno suave en sus labios. Él quería ser ese soporte para él también. Se giró para mirar su espalda y lentamente se pegó un poco más a su cuerpo y descansó su mano sobre su hombro. El albino no lo tomó, pero tampoco lo quitó, volviendo todo confuso para el alfa.

Jeongguk se quedó ahí, mirando el blanco cabello desparramado y su mente comenzó a divagar.

¿Qué tan mal Jimin había tomado la noticia de Namjoon si ni siquiera se despidió de él? Lo dejó sentado, hablando solo. Luego le habló de forma linda y con una risa fingida a la beta y después se metió a la cama.

¿Qué palabras usó? ¿Cómo respondió?

No quería ser un celoso pero todo lo relacionado a ellos dos... no le encantaba.

Le creaba un poco de inseguridad.

Acarició el cabello de la albino y como arte de magia se percató que jamás habló de eso con Jimin.

El día que lo encontró hinchado y triste sentado en la puerta y murmurando que ya no era amigo de Namjoon regresó a su mente. No le preguntó nada y no cerró por si se escapaba en la madrugada. Namjoon le dijo al día siguiente que había oído mal o algo así. Nunca se volvió a tocar el tema. Supuso que Jimin no sabía que él había escuchado su plática con el castaño, y no solo esto, también los besos.

Aunque por un lado le gustaba y le alegraba mucho que desde la "visita" de Taesung se habían vuelto cercanos de nuevo, la verdad es que por alguna razón no quería que volvieran a ser igual de unidos que antes, como cuando eran como uña y carne.

Se sentía una mierda, pero no podía engañarse a sí mismo.

Quiso girar levemente al albino y pedirle con voz suave que le platicara todo. Desde sus sentimientos reales hacia él, todo lo que pasó ese día en el cuarto de Namjoon y la plática de hacía varios minutos. Pero no lo hizo. Siguió acariciando la seda que Jimin tenía por cabello y soltó un suspiro inaudible para el omega.

Él estaba a su lado. Jimin es su novio, su pareja, su omega, su hombre. Su pasado no importaba. Si le interesaba, claro, pero entendió que si Jimin nunca lo había sacado en una conversación era o porque no quería hablar de ello, no estaba cómodo, no se le había ocurrido o simplemente no tenía relevancia.

Jimin abrazó el brazo de Jeongguk en su pecho, ya sin saber cómo sentirse.

Pero Jeongguk no tenía la culpa, así que en lugar de seguir abrazando el brazo de su novio, se giró. Los dos estaban acostados uno frente al otro. Los ojos del alfa se veían apagados y con una media sonrisa, casi de lástima, siguió acariciando su cabello.

—¿Quieres que te traiga la cena? —Dijo el alfa con la voz baja.

Jimin negó, regresándole la misma sonrisa —La verdad no tengo mucha hambre.

Jeongguk se acercó —Ven aquí.

Jimin se bajó un poco para quedar directamente en el pecho de su novio. El alfa no tardó en rodearlo y soltar feromonas. Besó la coronilla del albino y después de varios segundos habló.

—Yo también estoy muy triste y no quiero que se vaya.

Jimin cerró los ojos. Si a él, con cinco años de amistad, le dolía la partida del castaño, no podía ni imaginarse en la forma que su novio se sentía. Pues se habían visto crecer y se acaban de reencontrar después de mucho tiempo.

—¿Y si ya no quiere regresar?

Jeongguk lo abrazó más fuerte y le dejó otro beso —Entonces lo vamos a apoyar y le vamos a desear lo mejor —Sonrió para sí mismo —Pero estoy seguro que eso no va a pasar porque Nam y también Sunji son como tú y yo. Amamos demasiado a nuestro lobo, y también al pueblo. Tal vez ni aguanten los cuatro años y regresen antes.

Jimin hizo una mueca —Me da coraje y mucha tristeza porque te acabas de reencontrar con él.

—Me siento igual. También porque ustedes ya son amigos de nuevo —dijo sincero —Pero pienso en que al menos lo alcancé a ver un par de meses. Luego regresará y ya nadie se irá a ninguna parte. Todo esto es temporal ¿Sí?

Jimin asintió y se dio vuelta, dejando que el alfa se pegara a su cuerpo por detrás. Como las luces estaban apagadas, Jeongguk no tardó en cerrar los ojos para intentar dormir. Jimin seguía con la mirada en la nada, sin ni una pizca de sueño.

Pensó en Namjoon, en su novio y en él mismo. Pasó mucho tiempo, no estaba seguro si fueron minutos o hasta horas, pero inconscientemente y por lo bajo, soltó una pregunta.

—¿Por qué nunca me preguntaste porque Namjoon y yo dejamos de ser amigos?

Pasaron los segundos y Jimin no volvió a decir nada porque pensó que Jeongguk ya se había dormido. Pero las manos inquietas en su abdomen le dijeron que no.

—Porque no sé si me incumbe —Dijo con un hilo de voz.

—Ah —Soltó el albino en automático.

Jeongguk abrió sus ojos y miró la espalda del albino, sin saber de dónde había salido eso. Por un lado quería preguntarle el porqué, pero tampoco lo quería forzar, por más curiosidad que tuviese.

Jimin mordió su labio. La verdad es que le quería contar, Jeongguk ya se había ganado su confianza pero no era algo que lo involucraba solo a él, también Namjoon estaba implicado y temía que eso cambiara - o peor aún- arruinara su amistad con él.

Además, si le contaba todo ¿Realmente le creería? ¿Se sentiría engañado y lo tacharía de infiel?

Cerró los ojos y comenzó a arrepentirse por haber preguntado algo así. Intentó dormir pero Jeongguk lo soltó, se paró de la cama y encendió la luz.

Jimin se sentó con el ceño fruncido y el alfa se sentó también, frente a él.

—Te diré por qué no pregunté.

Jimin lo miró extrañado y repentinamente nervioso, pero asintió levemente.

—En enero, exactamente el veinte, fui a buscar a Namjoon para ir a la junta del consejo. Entré a su casa y te olí —El albino sintió un vacío en su estómago —Subí a su cuarto para saludarlos pero no lo hice. Porque antes de abrir la puerta los escuché reírse... y después besarse.

Jimin sintió sus ojos picar y cubrió su boca. Jeongguk sonrió sin ganas, pero continuó.

—Escuché como Nam se declaraba y a ti, idear un plan para escaparse. Entonces me fui, corrí al consejo y al final anuncié que Namjoon me haría un favor en la ciudad. Lo siguiente que recuerdo es a ti sentado aquí afuera. Pensé que era parte de su plan y no te pregunté.

Jimin negó varias veces.

—Tampoco cerré la puerta con llave. Luego al día siguiente vi a Nam, le dije que los oí y le pregunté por qué todavía no se iban. Me dijo que escuché mal, que él no te quería y que no se iban a ir.

El albino cerró los ojos y Jeongguk apretó sus labios, cambiando la forma en que estaba sentado.

—Jimin, cuando me disculpé por marcarte fue de verdad. Sentí como una puñalada cuando los escuché, no porque me sentí engañado por ti ni por él, sino porque en ese mero instante caí en cuenta que prácticamente arruiné tu vida —Dijo ya sin el tono triste que tenía, ahora era uno dolido —Porque ya estabas enamorado, y no de cualquiera, lo estabas de Nam, de mi hermano. Por eso jamás me interpondría en su felicidad y haría todo para ayudarlos —Se encogió de hombros —Pero luego Nam me dice que oí mal y sé que él jamás me mentiría. Jimin, no sé que creer.

El omega llevó las manos a su pecho y respiró hondo. Tenía un nudo en la garganta y de pronto quería llorar. Principalmente porque jamás se le había pasado por la mente que eso ocurriría. Que Jeongguk los había escuchado, mucho menos en la forma que lo tomó. Realmente jamás se hubiese esperado eso del Jeongguk de esos meses. Aunque no había pasado demasiado tiempo sentía que ese día había sido hace una eternidad. Habían pasado tantas cosas después y tanto él como Jeongguk habían cambiado demasiado.

Literalmente había pasado de escaparse en las noches de la casa a escaparse de su cama para meterse en la de él.

Escucharlo decir que él lo había apoyado y volver a escuchar su disculpa lo dejó sin palabras.

Porque el alfa no era tan egoísta como creía en ese entonces.

Abrió la boca para decir lo que verdaderamente pasó, pero ¿Cómo comenzaba? ¿Por dónde?

—Ese día —Su voz salió más temblorosa de lo que pensaba —No escuchaste todo. Esa mañana, o tarde le dije que estaba enamorado de él y me dijo que él también. Cuando empecé a decir lo del plan de escaparnos que dices, Nam me calló y se arrepintió de todo. Yo me sentí herido, y enojado le pedí que escogiera entre tú y yo, y te escogió a ti. Yo le pedí, le rogué que nos fuéramos a la ciudad pero me dijo que no podía hacerte eso porque eres su hermano, y porque me querías —Limpió una lágrima y siguió hablando bajo la mirada atónita del alfa —Me corrió de su casa con la voz de mando y no volvimos a dirigirnos la palabra. Pasó el tiempo y entendí que nunca vi a Nam de esa manera. Cuando me marcaste, Gguk, me hice creer a mi mismo que estaba enamorado de él para así tomarlo de excusa para odiarte.

Soltó demasiado sincero, y a Jeongguk se le cristalizaron los ojos. Levantó su rodilla y la acercó a su cara, aún con la mirada en el albino, que se veía triste como él.

—Pero sin Nam ya no tenía a dónde más ir y tú y yo con el paso de los días comenzamos a unirnos más y antes de que me diera cuenta ya estaba viéndote con otros ojos —Jimin sonrió con lágrimas en sus ojos —Ojos de amor.

Jeongguk sonrió también, mordiendo su labio.

—Y me dio miedo. Muchísimo miedo. Hasta que tuve el coraje de aceptarlo y corrí a tus brazos. Y estoy muy feliz de haberlo hecho, Ggukie.

Los sentimientos en el lazo eran un total caos.

—Nunca hubo un Nam y yo —Dijo para que Jeongguk no pensara de más —Solo esos cinco minutos, te j-

—No tienes que explicarme nada, Ji—Dijo rápido cuando el albino se comenzó a desesperar. De prisa se acercó a él y lo abrazó fuerte. Jimin lo abrazó aún más y se mecieron por pocos segundos.

El alfa se separó y lo tomó de la mejilla —Me odio muchísimo por todo lo que te hice pasar. Ahora también a Nam...

—Te mintió porque te ama.

El pelinegro asintió —Yo lo sé —Sonrió levemente —Ay Jimin, debí haberte cortejado como cualquier alfa. Perdóname, de verdad.

Jimin asintió repetidas veces y al ver el rostro lleno de culpabilidad del alfa, lo volvió a abrazar.

—Ya, ya. Claro que te perdono —Sonrió, ya con felicidad —Ya estamos juntos y felices. Ya nada más importa.

Y el alfa sonrió. Esas palabras no habían quitado el peso que llevaba encima, en realidad nada lo haría, pero con el perdón del albino el peso se había sentido un poco más ligero. Cayó una lágrima por su mejilla y abrazó más fuerte a su novio, porque el omega había dicho que estaban juntos y felices, y sí, tenía toda la razón.

Namjoon me estresa un chingo, lo amo pero neta a veces se pasa de pendejo♥

Dato interesante: En netflix hay un drama llamado "¿Era amor?" y la protagonista es la actriz que en mi mente es Yowon, por si tienen curiosidad lol, ni papel ni el look que tiene la actriz me gustan en lo absoluto pero meh

Ya saben que les amo muchhoooooo, hiena<3

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