24 ; otros ojos I *
⚠️ Advertencia: Contenido explícito ⚠️
¿Juntos?
La rubia jadeó, cerrando los ojos en lo que arqueaba levemente la espalda.
El mayor atrapó el lóbulo de su oreja entre sus dientes y lamió y besó su cuello con vehemencia, encantado de escuchar a su chica gimiendo cada vez más fuerte. Bajó y bajó, mordiendo levemente una de sus clavículas para después atrapar uno de sus pezones entre sus labios. Con su otra mano acunó el otro pecho, mirándola a los ojos y exagerando el movimiento de su lengua.
Pero a la menor le gustaba más mirar desde arriba, por lo que de un momento a otro lo empujó para sentarse a horcajadas de su cuerpo, específicamente sobre su cintura. Se agachó y lamió la línea de su mandíbula, su cuello y después atrapó entre los dientes su pezón sensible y bajó el boxer del mayor, la única prenda de ropa que se interponía entre sus pieles.
El castaño se dejó querer, mordió el labio inferior en lo que miraba a su chica recorrer con lentitud todo el largo de su torso entre lamidas y mordidas. Mordió su labio interior cuando besó y pasó la lengua por los ligeros vellos debajo de su ombligo y siguió el recorrido hasta que se topó con su pene.
—Abre las piernas, amor.
El mayor obedeció con el pecho subiendo y bajando al sentir la lengua de la rubia en su sensible entrada.
—Sunah...
La rubia lamió y succionó el ano del mayor, sintiendo como su propia feminidad crecía poco a poco al ver la erótica imagen de su esposo sonrojado y abierto de piernas solo para ella.
Con sus manos separó más su trasero y volvió a lamer, esta vez metiendo la lengua al sentir como poco a poco se iba dilatando. Seokjin soltó un gemido y la menor aprovechó para meter su dedo corazón.
Sin poder evitarlo subió hasta llegar al rostro del mayor y besó sus labios con pasión, sin dejar de mover los ahora dos dedos en el interior del castaño.
—Te amo —Dijo la alfa entre besos.
—Yo mucho más —Seokjin llevó un mechón de cabello de Sunah hacia atrás de su oreja y volvió a los labios a los que se había vuelto adicto.
Después de atrapar el labio inferior de su esposo entre sus dientes, la rubia volvió a bajar y succionó sus testículos en lo que aceleraba el movimiento de los dedos.
—Alfa...
Sunah sonrió —Dime que quieres, cielo.
—Lléname —Respondió al instante —Por favor.
La alfa se paró sobre sus rodillas y el miembro de Seokjin respingó de nuevo. Su diosa estaba frente a él, sonrojada, excitada y erecta, solo para él.
—Voltéate mi amor —La rubia habló suave, disfrazando la orden, acariciando la piel del castaño.
Seokjin obedeció, levantando su trasero en lo que descansaba su cabeza en la almohada. Sunah, para comodidad de su esposo, puso una almohada en su abdomen para dar soporte. Jin se giró para ver qué era lo siguiente que haría pero el movimiento no le duró mucho, pues la rubia de nuevo lamió desde los testículos hasta su ano repetidas veces, y no pudo evitar gemir y regresar la cara a la almohada.
Sunah mordió suavemente una de sus nalgas en lo que se aseguraba que su clítoris ya se había alargado lo suficiente. Comenzó a masturbarse al escuchar los gemidos de Jin ahogados por la almohada.
—Sunah, por favor —Rogó —Lléname.
La rubia se puso el condón.
La pura idea de tener cachorros tan pronto espantaba a ambos y los condones nunca podían faltar.
—¿Listo, amor?
Seokjin hizo un ruido de aprobación y Sunah alineó su clítoris hinchado -con la misma forma de un pene normal- sobre su entrada y poco a poco lo fue introduciendo, tomándolo firmemente por la cintura. Su gran espalda se veía perfecta, sus hombros acentuaban la estrechez de su cintura y su piel era tan suave que quería llenarla de marcas y besos. No pudo evitar soltar un gemido al ver como su Seokjin la tomaba tan bien. Se inclinó y al tiempo que empezaba con las estocadas comenzó a lamer la marca de su cuello.
Ambos gimieron al mismo tiempo. Seokjin se sentía tan apretado y cálido que no quería salir de él. El castaño mordió su labio inferior al sentir en su espalda los pechos blandos de su alfa, moviéndose al ritmo de sus estocadas.
Se sentía increíble. El contacto de piel con piel, saber que tu pareja está disfrutando contigo. Los lobos en su interior locos, amando la unión que se formaba.
—Voltéate amor, ya se está haciendo el nudo.
Sunah se tiró a la cama sin salir del interior del omega. Seokjin se movió levemente y tomó por la cintura a su alfa y la pegó a él. Besó sus labios y la rubia le correspondió encantada, uniendo su lengua a la de él.
El castaño gimió en su boca, sintiendo el nudo crecer en su interior.
La rubia besó el cuello del mayor —Eres perfecto.
El nudo no dolía, pero no era la sensación más cómoda del mundo, mucho menos con un condón de por medio, que impedía el contacto que sus lobos tanto ansiaban. Seokjin pegó el cuerpo de su esposa al suyo cuando esta dejó las estocadas.
Volvieron a los besos y a las palabras de amor hasta que el nudo se deshizo y Sunah finalmente pudo salir de su interior. Se movió levemente para quitarse el condón, hacerle un nudo y tirarlo. Regresó y ambos se mantuvieron abrazados, amando cada segundo que pasaban juntos.
—Te amo tanto Sun.
—Yo mucho más Jin. No tienes idea cuánto.
Sin importarles el sudor de sus cuerpos o cualquier otra cosa, ambos se refugiaron entre las sábanas y Sunah se apoyó en el pecho de su omega, sintiendo como su clítoris regresaba a su tamaño original.
Seokjin besó su coronilla repetidas veces y cerró sus ojos para intentar dormir.
—Cielo...
—¿Mmmh?
Sunah entrecerró los ojos —Hoy en la mañana fui al C.D.A. y cuando terminó la junta vi como Namjoon y Sunji estaban más cerca de lo normal.
—¿Tu Sunji y mi Namjoon? —La rubia asintió y Seokjin frunció el ceño.
—Te lo juro. Los vi agarrados de la mano y luego abrazados en lo que se iban en otra dirección, Jin.
Seokjin frunció el ceño—¿Tan así?
—Además, no se me olvida que Namjoon se volvió loco cuando Sunji se fue tras el rojo y no se fue a casa hasta que mi hermana ya estuviera dormida.
—Oh —Soltó —Por cierto ¿Ya te perdonó por la tacleada?
La rubia enterró el rostro en la piel del mayor—Ni me lo recuerdes que me siento peor. —Se sentó en la cama y se giró para ver a su esposo con el brazo flexionado sobre su cabeza —¡Pero ese no es el tema! Sunji y Namjoon se traen algo, Jin. Mi radar no falla.
—Te creo, claro que te creo. ¿Pero qué tiene de malo?
—¡Que no nos han dicho! ¿Ahora las parejas se deben mantener ocultas o porque ahora todos lo hacen?
Seokjin soltó una risa y acarició los rubios mechones de la alfa, invitándola a regresar a su pecho —Conozco a Namjoon, amor. Él es bastante reservado con sus sentimientos y aunque nunca lo he visto en una relación estoy seguro que sería igual. Dales su tiempo, tal vez y no saben que se traen todavía.
La menor regresó al pecho de su alfa y suspiró —Pero ¿Y si lastima a Sunji?
—Sunji es de las personas más fuertes que conozco. Un chico es lo que menos la lastimaría. Mi hermano menos —La abrazó más fuerte —Ya es más de media noche, debemos dormir linda.
—Está bien. Descansa mi amor.
—Igual, preciosa.
///
Jeongguk, como todos los días, madrugó. Después de la ducha preparó su café negro, usando solamente unos pantalones deportivos, el cabello húmedo recogido y una toalla colgando de su hombro.
Recogió el periódico que ya estaba en su puerta y se sentó en la barra de la cocina. Le dio un sorbo a su taza y entrecerró los ojos.
Jimin todo el día anterior se la pasó serio y ajeno a todo. Y la verdad odiaba eso. Quería platicar con él como siempre lo hacía. Competir, reír o al menos pelear, pero no hacía más que evitar el contacto visual y durante todo el desayuno, la comida y la cena solo comía a su lado sin decir una palabra. No se sentaron en la sala ni pasaron tiempo juntos, el albino regresaba a su cuarto cada que podía y el alfa se encerró en su estudio tratando de distraerse.
¿Había hecho algo mal? En la mañana estaban excelente. Lo había tenido entre sus brazos después de un momento difícil, había descubierto que al albino le gustaba recibir besos en la frente y aunque fue por un breve momento, cocinaron juntos.
Frunció el ceño e intentó recordar algo que pudo haberlo hecho enojar. ¿Lo descubrió mirando su cuerpo? Negó para sí mismo, sabiendo que había sido lo suficientemente despistado.
Pero ¿Y entonces? ¿Dijo algo malo?
No pudo evitar preocuparse un poco ¿Y si Jimin se estaba sintiendo mal de nuevo? Bloqueó el lazo cuando mencionó la ansiedad de MinRi en el enlace. ¿Lo hizo para evitar que sintiera su miedo y preocupación? Es decir, tenía sentido. Desde hacía un tiempo que no lo había bloqueado ¿Por qué lo haría ahora?
Su mente se llenó de ideas parecidas y para tranquilizarse decidió preparar el desayuno. Se acabó el café que quedaba en la taza de un sorbo y se puso de pie para comenzar a preparar todo.
Hizo pan tostado y huevos para dos. Sirvió los platos y después de ponerlos en la barra, subió en dirección a la habitación de Jimin. Pero antes se pasó a la suya para ponerse una camisa blanca y evitar cualquier incomodidad.
¿Se comportará igual que el día anterior? Se preguntó una y otra vez hasta que se detuvo en su habitación. Inhaló, exhaló y tocó suavemente la puerta.
—¿Ji?
—Adelante —Se escuchó fuerte y claro desde adentro.
Jeongguk tocó la perilla de la puerta, pero prefirió no abrir. Mordió su labio inferior y cerró los ojos, acercándose más a la puerta.
—Hice el desayuno, por si quieres bajar.
—Oh, claro —El albino abrió la puerta vistiendo un conjunto deportivo flojo y con el cabello hecho un desastre y la cara un poco hinchada.
Jeongguk sintió un vuelco en su corazón —¿Con qué lobo te peleaste? —Soltó una risa acariciando uno de los mechones blancos del menor, pero Jimin lo miró con el rostro serio, fingiendo sentirse irritado.
—Muy gracioso —Tomó los mechones que pudo para atárselo pero el alfa lo tomó por los brazos.
—No lo recojas, te ves adorable.
El pelinegro lo tomó por la mejilla y besó su frente para después sonreír y bajar las escaleras, con un Jimin sonriente pisándole los talones.
—¿Cómo te gusta el café? —Preguntó Jeongguk, recargado en la columna junto al baño, observando como Jimin se lavaba la cara.
—Muy dulce —Respondió en lo que pasaba una toalla por su cara y salía de la habitación con una sonrisa.
Jeongguk puso el plato en el lugar junto a él y tomó la taza azul marino de Jimin frente a la barra —¿Cuántas de azúcar?
—No sé —Sonrió junto a él de ese lado de la barra —Yo me lo preparo, anda, tú siéntate.
El pelinegro asintió pero se desanimó un poco. Él quería prepararle el café, quería hacer un gesto lindo por él. Mordió uno de sus panes y mirando la espalda de Jimin, habló.
—¿Hay algo que quieras hacer hoy?
—No exactamente —Hizo un mohín, girándose para verlo —Estaba pensando en entrenar de nuevo, no quiero paralizarme de nuevo si llega a pasar algo.
—¿Ya entrenabas antes? —Preguntó con la mano sobre sus labios para ocultar la comida en su boca.
El omega asintió con una sonrisa —Con BoGum, mi hermano mayor. Por él sé que puedo cubrir mi olor y eso, entrenábamos juntos y le sacábamos el mayor provecho a nuestras habilidades, él, principalmente. Después del trauma no quise regresar a eso, principalmente por los recuerdos y culpabilidad.
Jeongguk entendió todo, excepto el final —¿Culpabilidad?
—Bueno, ya sabes, entrenamos mucho, pero al final no sirvió de nada.
Mierda —Lo siento.
—Está bien. Extraño el bosque pero no sé si puedo regresar.
—¿Qué tal esto? Vamos juntos después de que termine de trabajar. No estarás solo ni por un segundo y cuando quieras nos podemos regresar, sin presiones, enserio.
—¿Y si me arrepiento a medio camino? —Cuestionó.
—Nos regresamos —Contestó simple, encogiéndose de hombros.
—¿Y no te vas a molestar?
—¿Por qué lo haría? Lo único que me molestaría es que no te sintieras cómodo y te vieras obligado a estar en un lugar donde no quieres por mi culpa.
Apenas soltó la frase y sintió como si un balde de agua fría le hubiese caído encima.
El lazo. La frase que acababa de decir quedaba perfectamente con su situación. Jimin estaba en un enlace, en una casa y junto a una persona que no quería, donde no estaba cómodo y sí, él lo había obligado.
Dio un sorbo a su taza recién rellenada y se volvió a sentir la mierda que se sintió el día anterior.
Jimin sintió también el estado se shock del alfa, pero por su cara no quiso preguntar absolutamente nada. Agitó su taza con una cuchara y tomó asiento a su lado, tratando de buscar algo que decir.
—Me parece bien. Contigo no creo ponerme mal. Pero, bueno —Le echó un vistazo a la taza del alfa —¿Tú cómo tomas el café?
Jeongguk sonrió por lo bajo—Negro. Desde que recuerdo siempre lo he tomado así.
—Yo probé el café hasta que llegué aquí. Mi madre nunca me dejó tomar café, decía que la cafeína en mi cuerpo la iba a volver loca.
—¿Tan inquieto eras?
—No tienes idea.
Ambos sonrieron y el desayuno siguió normal, un tiempo callados, después los dos hablando apurados sobre algún tema en específico y luego los dos comiendo apurados para no se les terminara de enfriar la comida.
Jeongguk lavó los platos y Jimin los secó y guardó. Los dos se empujaban levemente, recargando su cuerpo con el ajeno con sonrisillas.
El albino subió y Jeongguk aprovechó para encerrarse en su estudio, pues tenía muchas cosas que planificar.
Jimin, por su lado, tomó la ducha tranquila, luego intentó leer un libro, pero se rindió con tres páginas, alegando que la lectura definitivamente no era su punto fuerte y que ya había hecho algo de provecho.
Se sentó en el tocador que le habían regalado y tomó la pequeña bolsa de maquillaje de uno de sus cajones, ahora con más cosas gracias a Seokjin y a Sunah.
Le gustaba mucho el maquillaje, pero no como para usarlo. Lo único que hacía era ponerse máscara de pestañas transparente en sus pestañas blancas para hacer lucir sus ojos más grandes y pintarse las uñas. No podía ponerse más pues el maquillaje líquido y el polvo que le había dado el castaño, a pesar de que era muy claro, no era blanco y parecía que se había puesto una mascarilla color beige.
Se puso un color rosa, parecido al nude en sus labios. También tenía un delineador para ojos pero nunca supo cómo hacerse el delineado correctamente, por lo que solo lo ignoró.
Se miró al espejo y sin ya nada más que ponerse, fue a su closet. Pantalones negros y camisa negra. Sencillo.
Se sentó en su cama, se ató el cabello en un pequeño chongo y descansó la guitarra en su regazo. Empezó con unos suaves acordes que después se convirtieron en su canción favorita. Esa canción de amor que era linda y triste a la vez.
Sin poder evitarlo, la imagen de Jeongguk sonriente apareció en su cabeza, haciéndole bufar.
Prefirió dejar la guitarra en su lugar y recostarse en la cama para poder, al menos, dormir otro rato.
Jimin, desde el descubrimiento que tuvo la mañana anterior, comenzó a mirar con otros ojos al alfa pelinegro.
Su lobo estaba empezando a cambiar. Ya pasaban mucho tiempo juntos y el lazo, de forma paulatina, estaba empezando a hacerse más fuerte.
Pero ¿Estaba mal? ¿Los sentimientos en su interior se habían creado porque eran verdaderos o porque su cuerpo reaccionaba por sí mismo al tratarse de su alfa?
Era última era una gran posibilidad. Como si tuviera el síndrome de Estocolmo o algo parecido. ¿Pero eso también afectaba a su mente? Por obviedad, en lo físico estaba presente y le afectaba demasiado. Su olor lo tranquilizaba, al grado que Jeongguk ni siquiera necesitaba soltar feromonas de ningún tipo. Sus brazos le daban el calor y la protección necesaria.
Le atraía con toda la extensión de la palabra. Sus ojos grandes y negros, el pequeño lunar bajo su labio inferior, su nariz grande, redonda y perfecta. Sus labios rosas que no eran ni delgados ni gruesos. Sus dientes de conejo, su largo cabello más oscuro que el mismísimo carbón, la cicatriz que adornaba su mejilla, las manos y brazos largos, casi siempre con venas resaltadas en ellos. Sus grandes piernas.
Pero ¿Y en su corazón? Jeongguk le gustaba. No solo el "gustar" de atracción física, también el sentimental. Lo notó cuando despertó de malas porque el alfa no durmió con él y cuando milagrosamente se sintió feliz cuando escuchó como giraba la cerradura de la puerta. Lo emocionado que se sintió cuando el alfa besó su frente, cuando lo elogió, cuando le pidió el abrazo. Le gustaba rodear su pequeña cintura con los brazos y sentir su respiración cálida en la cima de su cabeza. Lo mucho que lo extrañó cuando estuvo con los Kim y como se aceleró su corazón cuando le habló por el lazo.
Algo dentro de su interior le decía que no. Que esos "nuevos" sentimientos no eran por el lazo. Que eran verdaderos.
Pero, mierda. ¿Y sí se equivocaba?
Retrocedió el tiempo, y ahí estaba. No siempre le gustó o estuvo cómodo con la cercanía de Jeongguk. Recordó su cumpleaños, cuando el alfa lo abrazó para felicitarlo y se sintió tan raro que palmeó su espalda de forma incómoda en respuesta. Ahora hasta lo tomaba por las mejillas y acariciaba su cabello.
Cuando Jeongguk le dijo "bebé" por primera vez y tuvo como respuesta una mueca parecida a una sonrisa forzada. Ahora le decía "Precioso" y "Bonito" cada que podía y lo único con lo que le podía responder era un estúpido sonrojo que ni él podía evitar.
¿Por qué tener sentimientos era tan complicado?
Inconscientemente comparó sus sentimientos por Jeongguk con los que tuvo en su momento por Namjoon. Y, mierda, no se parecían en nada. Pero tenía sentido ¿No? No se iban a parecer en lo absoluto por las diferentes circunstancias que cada uno tenía. Namjoon fue su primer soporte y la razón por la que se atrevió a confiar en las demás personas, en pocas palabras su mejor amigo, pero por el otro lado, Jeongguk, a pesar de que empezaron horrible, ahora se había convertido en una parte importante de su día a día.
Pero algo que los diferenciaba era su lobo. Con Namjoon nunca se movió, nunca se emocionó, nunca dio vueltas en su interior. Era como si el lobo blanco hubiese estado dormido durante todo el tiempo que compartió con él. Pero con Jeongguk era una historia completamente distinta. Su lobo se volvió loco en su interior desde antes de estar enlazados, cuando lo miró a los ojos por primera vez. Desde ese día, por más que luchaba, su interior se derretía por él.
Trató de ponerse en una situación distinta, y fue ahí cuando metió a la fórmula a una persona externa. Namjoon con otra persona, Jeongguk con otra persona.
Pero oh, Namjoon ya estaba con una persona -aunque él mismo lo negara- y ¿Qué fue lo que ocurrió? Nada. No le dolió, no se sintió celoso. Se sorprendió, claro, pero nunca se enfadó o se sintió herido, por el contrario, se sintió feliz y le deseó todo lo mejor, más porque se trataba de una beta de su círculo de amigos.
Pero por el otro lado ¿Otro con Jeongguk? No. No le gustó para nada imaginarse al pelinegro besando la frente de otro omega o beta en lo que le sonreía con esa característica sonrisa suya.
Bufó. ¿Entonces no estuvo enamorado de Namjoon todo ese tiempo?
Dentro, muy dentro de él, sabía que no era así. Lo rápido que lo "superó" era una de las pruebas. Lo amaba. Claro que lo amaba. Tenía tantos sentimientos por él, pero amor, ese de pareja, no.
En su momento se sintió tan real y se confundió tanto que terminó cometiendo el error de confesar su "amor" sin haberse tomado el tiempo de saber que era exactamente lo que sentía. Que todo terminó en un beso, una pelea y meses de distanciamiento. En esos momentos se estaba sintiendo una mierda de persona, pero jamás quiso jugar con él, mucho menos mentirle.
Por fortuna, ya todo estaba bien. Volvieron a hablar. Las cosas volvieron a ser las de antes, con pláticas en el porche de su casa, soda de ponche en los vasos de vidrio de Yowon y risas y preguntas que hacían pensar a uno o al otro.
Entonces ¿Qué debía hacer ahora con el alfa pelinegro?
La única opción que le quedaba era esperar. Seguir pasando tiempo con él y poco a apoco ir descubriendo que era exactamente el alfa para él.
¿Un enamoramiento? ¿Un amor platónico?
Tenía literalmente todo el tiempo del mundo. Y ya pensaría que hacer cuando sus sentimientos fueran lo suficientemente claros.
Ahora, lo único que sabía, es que quería pasar tiempo con él.
Inhaló, apretó la liga que ataba su cabello y antes de que pudiera arrepentirse ya estaba tocando la puerta del despacho del alfa. Se acobardó, pero sin siquiera recibir una respuesta, el albino abrió la puerta y se asomó.
—¿Puedo?
Jeongguk levantó la vista y sonrió, haciendo un gesto con su mano invitándolo a pasar —. Claro bonito, tú siempre eres bienvenido.
Jimin sonrió y con la mirada gacha por lo avergonzada, caminó hacia el interior de la habitación.
—¿Qué haces? —Preguntó sentándose en una de las dos sillas frente al escritorio, donde el alfa leía y escribía algo.
Jeongguk levantó la vista de nuevo y sonrió.
—¿Recuerdas mi propuesta sobre ir a la ciudad? —Jimin asintió, apoyando su mentón en la palma de su mano —Bueno, lo pondré a prueba. Solo tres personas lo harán y veremos cómo sale todo al final.
—Es un buen plan —sonrió —¿Puedo quedarme un rato aquí contigo?
Jeongguk dejó todo lo que estaba haciendo y lo miró directamente —No tienes que preguntar, precioso. Puedes estar donde quieras. Esta también es tu casa.
—Aun así voy a preguntar —Respondió obvio —No sé si prefieres hacer tus cosas de líder sin compañía o algo así.
El alfa se recargó en el respaldo de su silla —Pero tú no eres una simple compañía —Contestó, sonando entre obvio y ofendido —Eres Jimin, siempre quiero estar contigo.
El albino miró hacia otra parte sin poder ocultar su sonrisa —¿Cómo puedes decir cosas así como si nada?
Se sentía avergonzado, pero tan, tan bien.
—Ay Jimin —Sonrió —Si supieras todo lo que realmente te quiero decir.
—¿Ah sí?
—Pero por el momento me callo —El pelinegro levantó levemente sus dos brazos en señal de rendición, antes de regresar su mirada al papeleo de su escritorio —Lo bueno es que ya estoy acabando de organizar el plan, cuando acabe ya podemos ir al bosque, si es que quieres, claro.
El albino asintió y se puso cómodo en la silla, observando al alfa con las facciones duras y sin expresión al ver algunos papeles de su escritorio. Fruncía el ceño, luego sonreía, después volvía al rostro serio de concentración y así sucesivamente.
Lucía tan guapo y masculino que Jimin no podía quitarle la mirada de encima.
Quería sentarse a su lado y ver como escribía o hasta sentarse en sus piernas y molestarlo solo para ver los dos dientes frontales asomarse de su enorme sonrisa. O acariciar su cabello y besar su coronilla para ayudarlo con el estrés. O abrazarlo por el torso y descansar en su cuerpo mientras él soltaba feromonas y seguía con su labor.
Pero no. No iba a cometer el mismo error dos veces. No iba a confesar un amor del que no estaba seguro, mucho menos hacer acciones que mostraran ese interés. En fin, estaría ilusionando a Jeongguk, y las cosas estaban tan bien como "amigos" que temía arruinar eso con un gesto precipitado.
Así que mejor ocultó su sonrisa y siguió admirándolo a su manera, a escondidas, luciendo pequeño en la silla frente al escritorio.
Cuando menos lo esperaba, el alfa se puso de pie, levantó sus brazos y comenzó a estirarse. Jimin hizo una cara de espanto cuando escuchó como los huesos le iban tronando poco a poco, depende el movimiento que hiciera con su cuerpo.
—Perdón.
Jimin negó, fingiendo no darle importancia, pero luciendo espantado y sorprendido.
—Te espero afuera.
Jeongguk soltó una risilla y prácticamente siguió al albino a la puerta. Jimin se sentó en la barra de la cocina y el alfa se paró junto a él.
—¿No vas a llevar agua o algo?
Jeongguk negó —No creo necesitar —sonrió levemente —¿Aún quieres ir?
¿Realmente quería ir al bosque? Que lo extrañaba era seguro ¿Pero ir tan pronto?
La imagen de Taesung mirándolo en cuclillas sobre una rama apreció en su cabeza de nuevo. Aunque sabía que ya no estaba ahí no podía evitar sentir miedo.
—Está bien si no quieres.
Jimin asintió con su cabeza de manera inconsciente y antes de que pudiera arrepentirse o tan siquiera darse cuenta, ya estaba afuera de la casa en camino al bosque.
Su pecho comenzó a acelerarse a medida que se acercaban al lugar. Su respiración salía irregular y un vacío en su estómago comenzó a crecer. Jeongguk sintió el nerviosismo como propio y con las cejas caídas paró su paso.
—¿Puedo? —el alfa señaló la mano izquierda del albino.
—Oh, claro.
Jimin sintió una pizca de alegría ajena al pronunciar esas palabras. El alfa entrelazó su mano con la suya, de una forma tan delicada que lo hizo sonreír de forma inconsciente.
Pero luego regresó su mirada al frente y las imágenes aparecieron de nuevo. Apretó más la mano del alfa y volvió a dar un paso, pero Jeongguk no lo siguió. Miró su brazo estirado y después lo miró a él, con la cara llena de preocupación.
—Jimin ¿Estás seguro?
Aunque la cabeza del albino se movió para indicar un "sí" todo su cuerpo gritaba un "no" rotundo. Las piernas estaban tensas, los brazos tiesos, el corazón estaba acelerado y su estómago dolía por el vacío.
Jeongguk prefirió soltarlo y caminó frente a él. Le dio la espalda y se agachó. Jimin frunció el ceño.
—Anda, sube.
Tenía que superar su repentino miedo de una vez por todas. Su alfa estaba con él, no le pasaría nada.
Subió a su espalda y de inmediato cerró sus ojos y enterró su cabeza en el hueco de su cuello. El alfa soltó feromonas y siguió con el recorrido cada vez más corto.
Suspiró inaudible al sentir relajación. Confianza. El omega ya estaba bien.
El camino siguió silencioso, pero cómodo. La ventaja que tenían era lo cercano que el bosque estaba de casa, por lo que en segundos ya estaban dentro del bosque.
—Todo está seguro, anda —Jeongguk soltó las piernas del albino y sonrió al verlo aferrado a su espalda.
Jimin se bajó de su espalda pero no quiso quitar la mirada del piso. La pura idea de ver una mata de pelo roja entre los árboles le dio pavor. Jeongguk por su lado, se tiró al suelo, llevando un brazo sobre su cabeza y el otro extendido a su lado.
—Ven, acuéstate aquí conmigo.
Al albino no le desagrado nada esa idea. No tuvo que pedírselo dos veces, pues en segundos ya estaba tirándose al piso y usando el brazo del alfa como almohada.
El alfa la miró y sonrió levemente —Cierra los ojos.
Jimin sintió un cosquilleo en su estómago —Gguk —Replicó.
—Confía en mi precioso, anda. Jamás dejaría que te pase algo.
El albino suspiró, pero asintió, cerrando los ojos.
—Trata de ignorar mi olor y concéntrate en el del bosque.
Se concentró. Inhaló suavemente y captó uno florar. Luego el peculiar olor de las hojas secas, el de animales pequeños vagando por ahí. El del aire. Después ya no solo percibió olores, sino esos sonidos que siempre ignoraba y pasaba por desapercibidos. Las hojas moverse a causa del viento, las ramas chocar, el que hacían los insectos.
Jeongguk sonrió —Ábrelos.
El alfa colocó una flor rosa frente al rostro del albino y después la colocó sobre su oreja, haciéndola resaltar por su cabello blanco. Jimin trató de no delatarse con sus expresiones.
—No me trates como a una mujer —el albino replicó, mirando hacía el lado contrario y juntando sus labios para evitar una evidente sonrisa, que Jeongguk no alcanzó a ver.
—Las flores le gustan a todo el mundo, pero no me cortes la inspiración —Habló el alfa y se aclaró la garganta antes de continuar —No quiero que mires este paraíso con miedo —Miró los árboles a su alrededor —Somos tan afortunados por haber nacido así, con la mitad de nuestro ser clavado a esto.
Jimin se pegó un poco más al cuerpo del alfa, escuchando con una tranquilidad y con una sonrisa todo lo que el alfa tenía para decir.
—Mi primer año en la ciudad fue algo difícil. Era un cachorro de diecinueve años solo en la ciudad. Me convertí en un adulto funcional con el paso del tiempo y poco a poco comencé a formar vínculos con las personas a mi alrededor.
Se acercó al albino solo para darle un beso en la frente y tocar su nariz con la mano izquierda, haciéndolo reír más. Jimin pensó que el alfa regresaría la vista al cielo, pero se equivocó. Lo tenía ahí, a centímetros de su rostro con los ojos clavados en los suyos.
—Estar en este bosque me recuerda quien soy.
Parecía que los ojos del alfa fueron creados juntando todas las estrellas del mundo. Brillaban frente a él como dos bolas de cristal con el universo dentro de ellas.
—También me recuerda a ti, porque aquí te conocí —Soltó una risa irónica —Y claro, el compromiso que tengo con todos. Todo el tiempo que estuve en la ciudad me idealizaba aquí —Jimin bajó su rostro avergonzado cuando el alfa volvió a mirar al cielo —Convirtiéndome en el lobo negro que soy en mi interior, respirando este aire, sintiendo este piso, mirando este cielo.
Suspiró.
—Canus lo es todo para mí. Y yo nací con el puro objetivo de dirigirlo.
Nacer para algo.
Jimin se recordó a sí misma, sentado en el piso en lo que recargaba su cabeza con ambos bracitos en el regazo de su madre. De pronto miró a BoGum tirado junto a él con las manos en la alfombra y sintió el olor a maple que emanaba de Sookha.
Solía pedirle a su madre entre pucheros que le contara historias y su favorita era la del universo.
"El universo, mi niño, fue creado solo para que tus ojos lo vean" solía decir tranquila en lo que pasaba la mano por las hebras de su cabello. Sabía que esa frase la había sacado de una canción que su padre le había mostrado, pero siempre se escuchaba mejor de sus labios.
Sonaría estúpido sí se lo dijera a alguien más, pero le gustaba creer que ese verso de la canción no se equivocaba. Que el universo realmente había nacido para él.
Sabía que Jeongguk había crecido con la constante carga de ser el supremo. Que no se podía dar el lujo de cometer un error, de equivocarse. Y claro, no pudo evitar sentirse mal. Imaginó al alfa siendo señalado por todos. Juzgándolo y hablando de él a sus espaldas. El día anterior había sentido la culpa que el alfa cargaba sobre sus hombros desde antes de verlo, y a pesar de que no sabía que es lo que había ocurrido en esa dichosa junta, sabía que Jeongguk estaba mal.
Culpa, enojo, preocupación, coraje eran solo unas de las tantas emociones que sintió como propias.
Jeongguk dejó de hablar. Y ambos solo miraban el cielo el uno junto al otro. Observaron como el cielo cambió de claro a obscuro y ahí fue cuando decidieron volver.
A pesar de que el alfa quería volver a sostener la mano del albino, esta vez no tenía una excusa para hacerlo. Como un idiota, pensó en una todo el recorrido. Pero ¿Por qué no simplemente hacerlo y ya? Podía rozar sus manos al caminar y sí las emociones de Jimin resultaban positivas, lo haría. Era un buen plan.
El alfa rozó la mano con la del omega, pero él, segundos después abrió la puerta de la casa.
Jeongguk soltó una risa seca para sí mismo y acompañó a Jimin al entrar.
—¿Y si nos tomamos una cerveza en lo que pongo la grabadora?
El albino sonrió de oreja a oreja —¡Por favor!
Jimin fue al refrigerador y el alfa corrió escaleras arriba para ir por la grabadora y algunos discos de rock que trajo de la ciudad. En minutos ya estaban los dos tumbados en el mismo sofá, moviendo la cabeza al ritmo de la música con su respectiva cerveza helada en mano.
Jeongguk cantaba con una sonrisa la letra de la canción, arrugando los ojos e inclinándose hacia atrás para darle más entusiasmo a su espectáculo.
—¡This story ain't over!
(¡Esta historia aún no acaba!)
Jimin lo miraba con una sonrisa, pues no entendía ni una palabra de lo que decía la canción, pero al ver al pelinegro tan feliz supuso que no decía nada malo. Le dio un trago a su cerveza y soltó una risa cuando éste se puso de pie y lo señaló, usando su cerveza como micrófono. Subió el pie a la mesa y señaló toda la sala, recordando cómo los artistas de la ciudad hacían lo mismo en sus conciertos. El omega siguió mirándolo, completamente perdida en los ojos radiantes del pelinegro frente a él.
Se veía tan él. Disfrutando el momento y cantando con su voz preciosa a todo pulmón.
Lo señalaba, se agachaba, después curveaba la espalda hacia atrás y se dejaba caer sobre sus rodillas. El albino nunca dejó de reír, hasta dejó de tomarse la cerveza para evitar escupirla de la risa. Jeongguk reía también, pero regresaba a su papel de artista y volvía a su presentación para impresionar al chico blanco entre el público, según él.
Cuando la canción terminó, volvió al sofá, sonrojado y avergonzado. Jimin levantó su cerveza y el alfa con una enorme sonrisa, lo imitó, haciéndolas chocar.
El disco continuó y de la nada las botellas ya estaban vacías en la mesa y la distancia entre los dos había disminuido. Sus piernas estaban juntas y la plática, sobre todo y nada, parecía que estaba llegando a su fin.
El alfa movió el flequillo que adornaba la frente de Jimin y de la nada una idea apareció en su cabeza.
—¿Te puedo peinar? —preguntó entusiasmado.
El albino frunció el ceño, pero asintió, quitándose el pequeño chongo de cabello en el proceso. Subió a su habitación, con una sonrisa guardó la pequeña floresilla rosa sobre su oreja y regresó en tiempo récord, con un peine entre sus manos. Se sentó de nuevo en el sofá, esta vez dándole la espalda y pasándole el peine por sobre su hombro.
El alfa lo tomó y comenzó a cepillar el cabello blanco y frágil del albino. En su mente, iba a pasar el peine por su suave cabello, iba a oler el shampoo frutal mezclado con su olor y lo iba a abrazar por la espalda en lo que Jimin se recargaba en su pecho.
Pero no, cuando bajó el peine se encontró con nudos y de pronto se congeló por miedo a hacerle daño. Jimin sonrió y se giró levemente.
—Dale duro, Ggukie —Sonrió —No me duele.
Jeongguk asintió sonrojado, tratando de no darle importancia al doble sentido. Justo como pensó, el aroma frutal del shampoo todavía se sentía fuerte. No pudo evitar sonreír durante todo el proceso que acarició el cabello. Comenzó a hacerle el pequeño chongo que siempre se hacía y, así como fue tomando los mechones del cabello, no pudo evitar mirar la mordida que había hecho.
Bloqueó el lazo. Jimin miró ligeramente a un lado extrañado, pero no dijo nada. Jeongguk tendría sus razones.
Era la primera vez que el pelinegro veía la marca del lazo así de cerca. La piel donde había encajado los dientes se veía aún más clara que el resto de la piel. Y más delgada, y más sensible.
Estaba enorme y ligeramente inclinada a la izquierda.
El instinto de los alfas era siempre reclamar a esa marca. Hacerla de nuevo, lamerla, tocarla. Pero no podía hacer eso. ¿Con qué cara besaría su nuca si la marca fue hecha a la fuerza? Como podía "reclamarlo" como su omega si Jimin estaba ahí, a su lado, obligado.
En su casa. En su sofá. En sus brazos.
Quería que Jimin viera todo eso como suyo también, pero ¿Cómo mierda lo iba a hacer si el prácticamente lo obligó a estar ahí? Él no hizo sus maletas, tocó su puerta y le pidió vivir con él. Sino que él destruyó su casa, tiró sus cosas. Si Jimin estaba ahí sentado frente a él es porque no tenía otro lugar en que quedarse.
Apostaría que si en esos momentos le regalaba una casa, el albino no dudaría en irse de su lado para regresar a su antigua vida.
¿Amigos? No. No eran amigos. Jimin solo quería llevar una vida tranquila con él porque no tenía otra opción.
—¿Jimin? —Su voz salió triste, pero Jimin ni lo notó.
—¿Mmh?
—Perdóname.
El albino sintió un cosquilleo por toda la columna cuando el alfa, con alguno de sus dedos, tocó la cicatriz en su nuca.
—Me siento una mierda porque después de todos estos meses es la primera vez que te pido perdón por cambiarte la vida, literalmente. No debí haberte marcado y enserio no me atrevo a verte a la cara.
La respiración del albino se fue haciendo cada vez más lenta. Sus hombros decayeron, pero no se movió. El lazo regresó a la normalidad y sintió el arrepentimiento de Jeongguk de golpe. Todo lo que decía era verdad. Sentía vergüenza, culpa y asco.
—No sabes lo mal que me siento por haberlo hecho —continuó —Sé que estás aquí por obligación y todo porque soy un gran imbécil. Por favor perdóname.
Jimin realmente no sabía que contestar. Jamás le respondería un "qué bueno que lo hiciste" "no me molesta" porque claro que le molestó y hasta en su momento casi llegó a odiarlo, aunque al final nunca pudo. Con ese gesto le dio a entender que él, como omega, no tenía voz. Que era un objeto, un premio que un alfa tenía. Independientemente de los sentimientos que ahora tenía por él.
—No estoy aquí obligado —fue lo primero que respondió, haciendo que Jeongguk levantara la vista tras él —Me podría ir en cualquier momento, pude haber movido cielo y tierra para que pagaras por lo que me hiciste, sin importarme tú fueras el próximo jefe.
—Me lo merecía —respondió ahora cabizbajo —¿Por qué no lo hiciste?
Jimin se encogió de hombros, sin saber exactamente la respuesta a eso.
—Namjoon me habló tanto de ti que terminé tomándote cariño, supongo. Dentro de mí sé que no me marcaste con el fin de provocarme un mal, que solo eres un alfa que no pensó en sus acciones y me llevaste de encuentro contigo. Jamás me has obligado a tocarte o te has aprovechado de mí. No eres malo—suspiró —Pero eso no justifica lo que me hiciste. Realmente hiciste algo horrible y sin nombre, Jeongguk. Lo que más teme una persona de mi clase.
—En serio lo s-
—Pero no me arruinaste la vida y ya no hay nada que podamos hacer —se giró, encontrándose con los ojos brillosos del alfa, mirándolo con toda la culpabilidad del mundo —Sinceramente no sé si algún día te pueda perdonar, lo más probable es que no, pero lo mejor es que ya no pensemos en eso —Se encogió de hombros —Ya lo hiciste Gguk. Ya qué.
Jeongguk no esperaba esa respuesta. De hecho ni siquiera sabía exactamente qué esperar. Pero se sintió más mierda que antes. Ese "Ya qué" le llegó al fondo de sus entrañas.
Porque tenía toda la razón ¿De qué le servía disculparse? Ya la había cagado. Una disculpa no rompería su lazo como si fuera magia, mucho menos lo haría más cercano a él.
Tan solo quería que Jimin supiera que estaba arrepentido y que no se quedara con una idea errónea de él.
O bueno, no sería tan errónea después de todo.
Jimin, inconscientemente, volvió a sentirse como la primera vez. Pequeño, sin voz ni voto.
Pero el alfa se disculpó. Eso era algo bueno y confirmaba su teoría que Jeongguk realmente se había arrepentido de eso y que no era tan idiota después de todo.
Pero bah, eso no cambiaba sus actos.
El albino se puso de pie, dejando a Jeongguk sorprendido y arrepentido al mismo tiempo.
—Voy a mi cuarto —habló serio, con un muy ligero tono de molestia oculto entre sus palabras.
Jeongguk entró en crisis. Demonios, no quería que la conversación acabara ahí y que el omega volviera a ocultarse por quien sabe cuánto tiempo en su habitación, esta vez molesto.
No, el alfa no lo permitiría. Mucho menos ahora que le acaba de decir que no estaba con él por obligación.
—Jimin...
Ninguno de los dos había notado que ya no había música de fondo. Un silencio sepulcral estaba en la habitación que hizo que el ambiente se sintiera aún peor.
—¿Puedes por favor darme tu camisa? —esa pregunta tomó por sorpresa al alfa —Sospecho que hoy tendré pesadillas.
—Puedo también ir a tu cuarto y llenar tus almohadas de mi olor...
—Gracias —lo cortó, serio —Pero con tu camisa en suficiente.
—No. Enserio Jimin no voy a dejar que te vayas así. Estamos muy bien ahora, lo siento enserio por sacar el tema pero tenía que decirlo. Pero por favor bonito, estás enojada, no te vayas así.
El albino tampoco quería que un día tan bonito terminara así, pero no iba a fingir que no le había afectado la conversación y quedarse en la sala completamente incómodo y sin ganas de verlo.
—No estoy enojado, Gguk. Solo necesito mi espacio, al menos por hoy. Sé que no sacaste el tema por diversión pero... —suspiró —Ahora solo quiero estar solo. Mañana estaré como si nada hubiera pasado, te lo prometo.
—Aun así —Insistió.
—Esta vez tú cree en mí.
¿Cómo le iba a decir que no si le decía cosas así y lo miraba con esos ojos claros? Simplemente ¿Cómo?
Cuando el alfa asintió y tomó el borde de su camisa, el albino desvió la mirada. Estaba herido, no quería sonrojarse o sonreír, por lo que tenía que evitarse a toda costa mirar al alfa así. Resignado, solo extendió su brazo para tomar la camisa, pero en lugar de sentir la tela, sintió un beso en sus nudillos.
Iba a decir algo, pero la tela hizo contacto con su mano y como si tratase de una bala, se dirigió de inmediato a su habitación, dejando al alfa con las cejas decaídas, ojos preocupados y hombros decaídos.
Se tiró en su cama y tapó su cara con la almohada.
Los besos en las manos, después de los de la frente, eran sus favoritos, pues su padre tenía ese gesto con su madre cada que podía.
Miró la camisa y sin perder tiempo se la puso a una almohada. Se colocó la pijama, se lavó los dientes, se desmaquilló y abrazó la almohada con ese olor a menta recién triturada.
No. No quería verlo, pero al mismo tiempo no quería estar sin él. Así que, molesti, abrazó con más fuerza a Jeongguk. Sin saber que en su rostro ya se había formado por sí sola una leve sonrisa.
7.6k palabras, damn
Si no les gusto el cap me voy a suicidar :3
Cadena de Fs para lxs nammin shippers
Nunca he leído y mucho menos escrito lemon hetero pero con los papeles invertidos, menos en omegaverse, espero no haberla cagado mucho ksksksksks
Las mujeres alfa tienen un clítoris de entre 10 y 20 centímetros que simula un pene. Unos capítulos más adelante hay una guía omegaverse.
Dato:Jeongguk nunca trae el cabello suelto. Le da calor.
-una hiena muy feliz
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