( 01 )
Primer Capítulo:
" Me parece familiar "
🌻🌱☀️
Los rayos del sol todavía no empezaban a colarse por las ranuras entre las cortinas de su ventana cuando el sonido que más odia lo trajo de vuelta de los cómodos brazos del dios de los sueños.
Poniéndolo de un horrible mal humor.
Pues odiosamente, aquel sonido le recordaba que el tiempo de las vacaciones de verano había terminado.
Y ya que el año escolar anterior le había tocado asistir en el turno vespertino, ahora en su último año de secundaria, para su desgracia, le tocaba ir en el turno matutino.
Menos mal que tendría la dicha de compartir aquella infortuna con sus dos mejores amigos.
Él no era fanático de las mañanas, claramente, tampoco de levantarse temprano, en especial, y no es que fuera flojo, pero es que los días le parecían cada vez más largos, duraderos y pesados.
Y a él no le hacía ninguna gracia despertar antes que la vida misma, y lidear con la vida era una tarea demasiado cansada, sofocante y poco gratificante como para compensarlo.
Y no lo mal entiendan, Hyungwon no es ningún depresivo, pesimista o amargado, sencillamente es así para él.
No sabría decir desde cuándo, seguramente desde siempre.
Aún boca abajo, estiró su brazo hacia el buró derecho de su cama, averiguando a ciegas la ubicación de su reloj digital, y no más al tocarlo, lo silenció de un certero golpe que hizo doler su mano, pero sin hacer que se quejara demasiado.
Gruñó haciendo un berriche tan infantil y fuera de lugar para la imagen de adulto que el joven quiere dar, y se deshizo de las sábanas que lo cubrían hasta la nuca.
— Odio madrugar.
Murmuró infeliz, su rostro reflejaba todo menos gratitud y alegría. Ni si quiera porque era el emociante primer día de su último año de escuela secundaria como tanto insistía su madre.
De hecho, le daba igual.
Después de algunos minutos lidiando con su poca fuerza de voluntad y la dura necedad de cuestionarse si era muy necesario para su vida el seguir asistiendo a la escuela, por fin, forzosamente, se sentó en la orilla de la cama con su cabello revuelto apuntando a todas direcciones. Terminó por bañarse y vestir su formal uniforme escolar y una mejor actitud.
— Buenos días.
Probó el delicioso té de canela y laurel que su preciosa madre le preparó mientras él recibía los saludos matutinos de las dos mujeres que le esperaban para ser servido el desayuno.
Una de ellas, su mamá, Chae Yeojoo, vestida en su elegante ropa para el trabajo, una oficina de bienes raíces en las orillas de la capital, le miraba extrañamente sonriente y expectante, como si esperara alguna noticia, una novedad. Y su abuelita, quien los conocía demasiado bien, sólo sonreía mientras preparaba un plato de frutas con yogurt, su hija esperaba demasiado.
— ¿Cómo estás, hijo? ¿Cómo amaneció mi tortuguita? — Yeojoo acarició la cabeza de su hijo, peinando algunos cabellos rebeldes.
Hyungwon respondió, y preguntó lo mismo a ellas que, luego de unas cuantas palabras, le siguió un silencio, incómodo, gracias a la persistente mirada de su madre que lentamente se volvía una sonrisa casi maniática. Según Hyungwon.
Sólo se escuchaba el incesante "tic tac" del gigante reloj antiguo en la sala y, si ponías atención, el cantar de los pajarillos le acompañaba armoniosamente. Podría quedarse dormido de nueva cuenta, de no ser porque no debía.
Y la interminable sonrisa de su mamá estaba empezando a asustarlo.
— ¿Q-Qué pasa?
Pero pronto, Yeojoo desistió. Desvió la mirada haciendo un gesto, decepcionada.
— Oh, mi amor, vamos. ¿Ni una emoción? ¿Un poco de felicidad siquiera? — Yeojoo resopló. — Es tu último año, deberías estar contentísimo. Has logrado llegar hasta aquí.
— Lo estaré cuando por fin me gradué, mamá. Apenas logré aprobar.
Hyungwon no encontraba nada por lo cual estar orgulloso. No es que fuera del todo malo en sus materias, tampoco irresponsable con ellas, pero sus calificaciones no eran para nada extraordinarias.
Yeojoo suspiró ante el tono de voz de su niño. No sonaba triste, pero tampoco muy alegre que digamos. Estuvo por decirle algo, cuando su madre se adelantó.
— Es un gran logro, hijito. No deberías menospreciarte. Eres valioso, y cualquier cosa que hagas.
Y la mayor de las señoras Chae le sonrió con tanto amor que Hyungwon estaba recosiderando el levantarse puntual a la hora en que su endemoniada alarma se lo exigiera las siguientes mañanas.
De no haberlo hecho, tal vez se hubiera perdido de aquella amorosa sonrisa que su querida abuela le regalaba.
Levantándose temprano podía darse el tiempo de apreciar aquellos pequeños gestos.
— Gracias, íta. — Sus mejillas tomaron un color rosado y les sonrió a ambas mujeres para luego terminar de desayunar justo al tiempo en que el timbre de su casa sonó.
Su amigo Kihyun había quedado en pasar por él en su bicicleta.
Se despidió de su pequeña familia y luego de que le desearan un buen día, salió de la casa encontrándose con su pequeño amigo.
Aunque sólo en estatura. Ya que Yoo Kihyun era mayor que él por casi dos años.
No conocía muy bien la historia. A su amigo no le gustaba hablar de los detalles, pero al parecer, por algo que tenía que ver con su salud y revelación omega, se había quedado estancado en el mismo grado escolar, al menos durante un tiempo.
Con Hyungwon conduciendo la bicicleta y su amigo aferrándose a su espalda, emprendieron camino hacia su escuela secundaria, la única en el condado creada específicamente para estudiantes omegas. Donde las familias estaban más confiadas y seguras en dejar a sus hijos e hijas adolescentes en las manos de una institución preparada para los importantes, y a veces inoportunos, cambios que transcurren en los jóvenes en esa etapa de sus vidas, como las repentinas revelaciones de género y el celo, con la asesoría, instalaciones y servicio médico para los imprevistos.
En el camino, entre risas e historias de lo que habían hecho en su último fin de semana de vacaciones, se encontraron a su mejor amiga en común, Minji.
Que, como a Hyungwon le decían, una omega muy especial. Cosa que para él sólo era una forma de querer validarlos, ya que ambos no encajan con el estereotipo de omega lindo y complaciente.
Cosa que a su amigo Kihyun tampoco le parecía muy bien. Su personalidad no era totalmente la que se espera de un omega común, aunque lo pareciera.
O más bien, la que la sociedad de alfas y betas, con el tiempo, había moldeado para su propio beneficio, y era difícil deshacerse de los pensamientos retrógradas que se tenía tan arraigados.
Y bueno, si con especiales se refieren a que son hermosos, excelos y maravillosos, pues sí, ellos lo eran.
Por algo, los tres son mejores amigos.
Hyungwon maniobraba la bicicleta con el peso de Kihyun sobre ella. Él ya no pedaleaba, seguía la misma velocidad con la que Minji caminaba. Escuchaban el por qué su amiga estaba tan lejos de llegar a la escuela, pues ella vivía a unos cuantos pasos de distancia de la misma.
Minji había ido a la librería más grande y variada del condado que vendía toda clase de libros, novelas, revistas, y demás artículos. Y según lo que les platicaba, había valido totalmente la pena el haber madrugado, caminado, haber hecho fila y el haber gastado, no sólo su dinero, también su tiempo, en algo que había buscado desesperadamente. Ahora Minji sólo esperaba que aquella romántica y dramática novela que tanto había querido obtener valiera toda esa carga de pena.
Sobre la calle, cuando ya estaban por llegar a la grande e imponente fachada de la institución escolar, un montón de omegas se aglomeraron muy cerca de ellos.
— ¿Qué es todo este alboroto?
Preguntó Hyungwon, aunque de forma retórica, ya que claramente sus amigos no tendría aquella respuesta; sin embargo una de las chicas más cercanas del montón merodeando por ahí, le explicó sin problema alguno.
— Hay un chico en la entrada. Sin duda es un alfa sumamente guapo.
— ¿Y? ¿Cuál es el alboroto? ¿Qué está haciendo ese alfa ahí?
La chica miró a Hyungwon de forma confusa por un momento. ¿Cómo había perfectamente hablado sin abrir la boca?
No alcazaba a ver que atrás del omega en la bicicleta, había un segundo omega de cabello rojo sobre de ella.
— Tal vez está en busca de un enlace. — Dijo Minji, antes de alejarse de sus amigos para acercarse al montón de chicos y chicas que, desde ahí, podían ver perfectamente al desconocido alfa, y suspirar por sus propias palabras junto a los que, emocionados, habían escuchado estando de acuerdo.
— ¡Por favor, Minji! — Kihyun bufó, exclamando incrédulo.
Su amiga es de esas personas que soñaban con algún día encontrar a lo que muchos llaman "destino", su alma gemela.
Por eso se había jurado mantenerse soltera. Siempre en alerta. En busca de estar enlazada con el amor verdadero.
Su amor verdadero.
No había un libro para ello, pero ella estaba convencida de que cuando viera a esa persona, lo sabría. Y sus aromas harían el resto del trabajo.
Sí, Minji es una romántica empedernida. Arresténla.
— Más bien la cárcel. — Dijo Hyungwon rompiendo la burbuja de fantasía romántica del montón de omegas que sonaban despiertos.
Al ser una escuela por y para omegas, algunas personas betas y, sobre todo, las alfas, tenían el acceso limitado, casi prohibido. A menos que fueran familiares de los estudiantes y ocurrido alguna emergencia, la seguridad era, sin excepción, demasiado estricta.
Él creía que era algo exagerado y hasta discriminante, pero... alguna vez, tuvieron que llamar a la policía por un incidente con unos estudiantes y un alfa que "sólo pasaba por ahí", en el concurrido horario escolar.
Tal vez sólo eran, extremadamente, cuidadosos al querer mantener la intachable reputación de la institución. Diera a como diera lugar.
De cualquier manera, se le hacía extraño tanta libertad por parte de los directivos en permitir que un alfa estuviera acechando tan cerca y por varios minutos, aún si fuera otro adolescente.
Bueno, aunque "acechar" no sería la palabra, del todo, correcta.
— Un prefecto investigó sobre él. — Mencionó Minji. Hyungwon sintió como el peso de Kihyun se desvanecía al bajar de la bicicleta. Había mascullado que quería tener una mejor vista del tipo y que Hyungwon, con su larguirucha existencia, no lo dejaba ver. — Al parecer es un estudiante de preparatoria, pero no de este condado, si no de la capital. Está esperando por alguien. Se trata de un familiar. Y la señora Kang está vigilandolo mientras espera.
Kihyun y Hyungwon fruncieron el ceño y miraron con completa atención hacia el misterioso chico y su alrededor.
Los omegas se habían dispersado, pero no dejaban de mantener el camino largo. Caminando lentamente. Pavoneándose ante el alfa para obtener un poco de su atención. Pero él ni se inmutaba. Pareciendo despreocupado mientras mantenía esa atención suya para él mismo y la pantalla de su celular.
Y, efectivamente, en la esquina consiguiente del portón de la entrada, la guardia de seguridad lo vigiliba con ojos agudos. Una mirada casi amenazante.
Hyungwon escuchó a Kihyun preguntarle a Minji como sabía toda aquella información, pero no alcanzó escuchar la respuesta de su amiga.
Las voces de sus mejores amigos se habían hecho tan lejanas que en algún punto dejó de oirlas, entenderlas.
Y es que él había regresado su vista al desconocido cuando aquel lentamente estaba alzando la mirada, dejando de lado lo que sea que estuviera haciendo en su celular y viéndolo. A la primera. Directamente a él. Su par de ojos conectados a los suyos y sintiendo aquella palpable conexión.
— Creo que... Me parece... familiar.
Susurró. Tan bajo que sus amigos, de no ser porque escucharon el estruendo de la bicicleta caer contra el pavimento de la calle, no se hubieran dado cuenta de lo que hacía.
Minji le llamó preocupada preguntándole si estaba bien mientras que Kihyun, levantando su bicicleta, le reclamaba que qué le pasaba y qué mierda tenía en contra de su adorada bicicleta que costaba más que cualquier cosa que Hyungwon tuviera.
Pero Hyungwon no se sentía dueño de sus acciones ni de su cuerpo. Sencillamente parecía moverse por si solo, acercándose a un alfa por instinto. Habiendo algo en ese instinto que le molestaba.
Y era el tener en cuenta que una parte de él sabía perfectamente lo que hacía.
Él conocía a ese alfa. Estaba seguro.
Y más aún lo estuvo cuando el chico, sin dejar de verle acercarse, le sonrió enormemente, como tanto júbilo, como si hubiera resuelto los misterios del universo.
Alguna vez Hyungwon había visto esa cariñosa sonrisa. Y no sólo en sus sueños.
Llegó hasta a él, deteniéndose a unos pasos antes de llegar a invidir la línea que divide los espacios de cada uno.
Un olor que recordaba vagamente salía del cuerpo del desconocido chico.
Ya no tan desconocido en realidad.
— ¿Hoseok? ¿Hermano?
El alfa no se contuvo y terminó por eliminar ese espacio entre ellos. Era demasiado. Tantos sentimientos. Y demasiada espera.
Lo abrazó tan apretadamente que el sorprendido y rígido cuerpo de Hyungwon se contrajo de asombro.
Al igual que su corazón.
Y derritiéndose de felicidad entre sus brazos, Hyungwon correspondió olvidándose de todos y de todo fuera de esos brazos. Respirando profundo. Llenándose de su olor a flores tropicales, y... ¿Qué era lo otro?
— Hola, mi Wonnie.
Cuando el cálido aliento chocó contra su oreja, lo estremeció por completo, haciendo de su tórax encogerse y expandirse. Exhalando.
La voz de su hermano mayor había sonado... perfecta y...
Algo...
Y su olor había sido...
Hyungwon, de pronto, sintió un dolor punzante en su pecho. Pero el delicioso aroma de su hermano lo distraía y confortaba. Dejando de lado el dolor extraño que había sentido.
Y lo mareaba. De la buena manera.
Una manera que le había hecho mucha falta.
Hace mucho tiempo atrás que habían sido separados. Y sabía que no podía culpar a nadie.
Pero por ahora esas cuestiones no le importaban.
No le importaba nada que no fuera su hermano y este momento.
Lo había extrañado demasiado.
Y demasiado, parecía tan poco.
🐰💮🐢
— Así que... el sexy alfa que tenía a toda la escuela hormonal... ¿Es tu hermano mayor?
Le preguntó uno de sus anteriores compañeros de aula, Woozi, recordaba que era su nombre.
— Sí, así es. — Dijo Hyungwon, con más orgullo del que hubiera querido expresar.
Y la pequeña multitud alrededor del banco de Hyungwon hizo una algarabía asombrada y muy animada dispuesta a saciar su curiosidad.
— Wow. Es que no puedo creer que tengas un hermano mayor tan guapo. Es un verdadero bombón. — Hyungwon entrecerró sus ojos haciéndose el indignado. — No me refiero a eso. Tambien eres agradable de ver, ¡Aghh! Pero puedes entenderlo, ¿No? Un alfa de ese tipo... — Woozi atrapó entre sus dientes su labio inferior soñando despierto. Notando la ceja curva de Hyungwon, se aclaró la garganta y continuó. — ¿Cuántos años tiene? Cuéntanos de él. Anda Hyungwon.
Y Hyungwon le sonrió, contento de contarles sobre lo que más lo hacía feliz en la vida. Era como si presumiera de un carísimo regalo de navidad para él.
Aunque, Hoseok, era mucho más valioso que todo eso. Incluso más que la navidad. Y él amaba la navidad.
— Bueno, su nombre es Son Hoseok y tiene unos tres años más que nosotros y... Y... Veamos...
Pero la navidad, como todos los años, había durado muy poco para su gusto.
Se quedó callado un par de segundos increíblemente eternos en los que los demás le miraban con la emoción desvaneciéndose con cada uno.
— ¿Qué? ¿Sólo nos puedes decir su nombre y edad?
La mayoría de sus compañeros se disolvieron por el salón, decepcionados, regresaron a sus asuntos. Hyungwon sentía su cara enrojecerse.
Bueno, ¿Cómo podrían culparlo? Hace más de... ¿Qué? ¿Nueve o diez años? En qué no habían vuelto a saber del otro.
— Ya déjalo, Woozi. — Defendió Kihyun. — Lo que pasa es que Hyungwon no había visto a su hermano en alrededor de una década. Ni si quiera podía hablar sobre él en casa.
— ¡Ajá! Y si lo hacía, mi abuelo peleaba con mi mamá. — Agregó Hyungwon. Sintiendo un poco de trizteza al reflexionar sobre ello. Y un poco de genuinos "por qué " rodearon su cabeza. Minji tomó la palabra.
— Cierto, la familia de Hyungwon es complicada. Es como si él y su hermano no se conocieran.
Y no es que sus mejores amigos supieran previas cosas al respecto. Si no que, después de su conmovedor reencuentro con su hermano, Kihyun y Minji se acercaron a ellos con cautela, y ante su confusión, además de las miradas curiosas y murmullos de los demás omegas y la intervención de la guardia Kang, Hyungwon rápidamente presentó a su hermano mayor a sus amigos y viceversa, con el volumen suficientemente alto en su voz como para ser escuchado por los entrometidos.
Luego de despedirse, y de aceptar reunirse con su hermano al finalizar sus clases, mientras Kihyun encadenaba su bicicleta en el estacionamiento rack para después dirigirse al listado de asignación de grupos donde celebraron que, afortunadamente, compartirán aula un año más, Hyungwon les contó a sus dos amigos un breve resumen sobre la para nada trágica historia de como fue separado de su hermano mayor gracias a el divorcio de sus padres.
Y como desde un principio, el matrimonio Chae jamás aceptó el que sus padres se quisieran, y una vez divorciados, sus abuelos habían echo como si su padre nunca hubiese existido en la vida de su madre. Ni su hermano.
Él no lo entendía, pero tampoco se entrometía en cosas que sólo le correspondían a los adultos. Según su mamá y su, ahora difunto, abuelo.
— Pero ahora lo verás. Y podrás saber todo sobre él. Tienen una cita, ¿Verdad, Hyungwon? — Minji cambió el tema a uno que fuera más interesante y agradable, pero Hyungwon tenía la mirada perdida.
No era por los recelosos y complicados temas familiares, ni el hecho de que prácticamente no conocía a su hermano mayor, de eso, ya se aseguraría de cambiar. Si no que, a Hyungwon no le había agradado como sonaba la palabra "cita", como si algo estuviera incorrecto.
— ¿De verdad? Eso es tan lindo. — Canturroneo Hoshi, uno de los amigos de Woozi, quien estaba sentado sobre la mesa del banco del otro. — Mira, aquí tengo un lip gloss nuevo de sabor frambuesa. Deberías probártelo. — De su mochila, había sacado un pequeño tubo con tapa de brillante color rosa claro.
— Sí, deberías hacerlo. — Apoyó Kihyun, dándole una palmadita animada en el hombro delgado y un guiño sonriente.
Hyungwon vió el tubo por un instante antes de tomarlo y girar la rosca de la tapa. De ahí, salió un delgado palito color blanco y la punta barnizada del cremoso contenido. Olía muy bien, como un auténtico dulce de frambuesa.
Hyungwon estaba por barrer el lip gloss por sus labios cuando en voz alta se preguntó si no sería demasiado raro. El silencio de sus amigos lo atrapó. — Me refiero... ¿Hoseok no consideraría estás cosas raras? Sólo soy su hermano. ¿N-No? No es como... No sé.
Pero ninguno dijo nada, sus amigos se habían quedado en blanco. Con unos siendo hijos únicos y otros teniendo sólo hermanas, no podían entender si había un problema en verse bien para reunirse con alguien al que quieres mucho y haz extrañado. ¿Qué tenía de raro el que se tratara de un hermano mayor?
— No. No creo que sea raro. Hace mucho tiempo en que no se ven. Deberías sentirte y verte bien.
Y los demás fácilmente estuvieron de acuerdo en las palabras de Kihyun, a fin de cuentas, era el mayor de todos.
Sí. Todo estará bien.
✨🪞✨
Ahora era cuando se arrepentía de haber aceptado.
Y no porque no quisiera reunirse con su hermano.
Él salía de clases hasta las dos de la tarde y su hermano estaba esperándolo desde las siete de la mañana en el templo del parque central del condado.
Era demasiado tiempo, pero Hoseok había dicho que no le importaba siempre y cuando fuera por Hyungwon.
Hoseok ya había esperado tanto tiempo por el día en que volviera a ver a Hyungwon, ¿Qué eran unas cuantas horas más?
Pero eso Hyungwon no podría saberlo.
Hyungwon corría avenida tras avenida tratando de llegar en el menor tiempo posible al parque.
Odiando los momentos de espera en los semáforos cuando la luz se ponía verde y maldiciéndolos.
Aún ante todos sus esfuerzos y estrategias por acortar el camino, tardó veinte minutos en al menos visualizar el área verde del parque.
Justo al llegar, se detuvo un momento para recuperar el aire y regular su respiración. Sacó del bolsillo de su pantalón escolar un espejito que Minji amablemente se ofreció en prestarle para mirarse y asegurarse de verse bien. El gloss en sus labios ya no se veía tan húmedo, entonces decidió aplicarse más. Hoshi le había regalado el lip gloss. Sus palabras exactas fueron: "si yo me reuniera con un hermano mayor tan guapo y genial, querría estar a la altura. ¡Vamos! Debes verte más lindo".
Él no lo había entendido del todo, tampoco supo si ofenderse o no, pero los ánimos lo hicieron muy feliz. Y ahí estaba, haciendo lo que sus amigos le habían aconsejado. Mirándose y arreglándose ante el pequeño espejo, acomodándo las hebras rebeldes de su cabello castaño, que aprovecharon en alborotarse durante sus carreras, y maquillando sus labios.
Bueno, dejando de lado todo el asunto, Hyungwon nunca se había sentido tan bien y bonito. Él merecía sentirse así.
Él, se lo merecía.
Después de darse un último vistazo en el espejo, y guardar sus cosas en el bolsillo lateral de su mochila, caminó tranquilo hasta adentrarse en el epicentro del parque.
No cabía de la emoción. Iba a ver a su hermano. A su preciado Seokkie. Después de tanto tiempo, por fin se verían.
Palmeó unas cuantas veces sus propias mejillas con sus palmas, «por amor a la diosa», debía controlarse. Ya hasta podía percibir su propio olor inmaduro flotando a su alrededor.
Con pasos determinados, llegó hasta el lugar de encuentro y ahí lo primero que vió fue un colosal altar que es parte de la entrada del templo. Rodeándolo, caminó un poco más al fondo donde se encontraban las escaleras traseras. Ahí, sentado sobre el primer escalón de arriba hacia abajo, recargado contra la pared, Hoseok estaba esperándolo.
Hyungwon quiso acercarse y estrecharlo contra su cuerpo en un fuerte y apretado abrazo de oso, pero se dió cuenta de algo.
Su hermano mayor estaba dormido. Y tenía los audífonos puestos.
Hyungwon rió ante la despreocupada figura de su hermano dormido y se acercó cuidadosamente de no despertarlo, no sabiendo si hacerlo o no, hasta sentarse a un lado de él.
Pronto aquel olor que desconocía empezaba a colarse por sus fosas nasales. Y, lentamente, se acercó un poco más para restregar su nariz por el negro cabello de Hoseok. Olía tan, pero tan bien que su cuerpo vibró. Aunque no pudo darle nombre, se dijo que se trataba de la enorme felicidad que siente al volver estar cerca de su persona favorita.
Acercándose aún más, se tomó el tiempo de observarlo detenidamente.
Sus manos eran muchísimo más grandes de lo que las recordaba, y más fuertes, varoniles, casi callosas, aunque se sintieron suaves cuando las tocó en la mañana. Sus brazos gruesos y sus hombros anchos, que podían notarse tras su chaqueta deportiva. En el centro de su cuello, una llamativa y bien formada protuberancia, el perfil de su rostro tan definido y una mandíbula fuerte y ... masculina.
«Wow».
Y vaya. El chico frente a él no era para nada aquel hermano mayor al que había visto por última vez en la estación de trenes hace tanto tiempo atrás. Aunque no podía recordar aquel día completamente, además de la enorme tristeza que lo había cobijado ante la última mirada cristalina de su hermano mayor.
— ¿Hyungwon?
Y su corazón se detuvo, sorprendido ante lo cerca que se encontró del rostro de su hermano. Se alejó de un movimiento rápido del cuerpo de Hoseok, con los ojos completamente abiertos, no muy lejos a su posición inicial y aclaró su garganta.
Lo vió retirar los audífonos de sus oídos y frotar sus ojos con el dorso de su mano para luego estirarse. Desperezándose. Su playera bajo su desabrochada chaqueta se había levantado un poco. Dejando ver su cinturón y, por un momento... Hyungwon apartó la mirada, ya demás de enrojecida. Un pensamiento inapropiado cruzó su mente.
— H-Hoseok... Estabas dormido. No sabía... si despertarte o no.
Ahora, fue Hoseok quien se acercó. Lo suficiente como para que sus alientos se mezclaran y notara cada una de las pecas de Hyungwon perderse en un mar rosa. Agarró la barbilla de Hyungwon para hacer que le mirase, estremeciéndose ante la profundidad en la mirada oscura de Hoseok.
Hyungwon sintió una extraña anticipación cuando Hoseok se desvió a su boca, pero lo siguiente que Hoseok hizo no lo esperaba para nada.
No es que estuviera esperando algo.
Pasó el dedo pulgar por su labio inferior, embarrando el brilloso bálsamo fuera del borde y manchando la piel fuera de la boca de Hyungwon, revelando un pequeño lunar ahí.
— ¿Te maquillas?
— Hermano...
Hoseok chasqueó la lengua. — ¿Ya estás así de grandecito? Y tanto como para ser capaz de acercarte de esa forma a los alfas. — «¿Q-Qué? No. Yo estaba... Estaba...». — Está bien está vez porque soy tu hermano, pero jamás vuelvas a hacerlo. Con nadie. ¿Entendiste? ¿Acaso quieres llamar la atención? ¿Estás buscando que te lastimen?
Hyungwon parpadeó.
Los latidos de su corazón dolieron en sus oidos.
Las palabras de su hermano dolieron en su corazón.
El tono de su voz alfa, dolió en todo su cuerpo.
Hyungwon sintió la sensación de ocultarse, asentir sin parar, o querer salir corriendo. Pero, en cambio, no menos rígido, se levantó lentamente. Su cuerpo, tenso, tambaleaba, y sus ojos comenzaron a picar. — Esta bien, lo entiendo. Lo siento. No debí emocionarme tanto. Te he molestado. — Hyungwon se giró, dando un paso, dispuesto a irse.
Pero Hoseok rápidamente lo agarró del brazo, atrapando su cuerpo entre sus brazos. Sentándolo en su regazo y abrazándolo contra su pecho.
Y hubiera querido permanecer por más tiempo de aquella manera, de no ser porque los espasmos que salían del cuerpo de Hyungwon llamaron su atención.
Girándolo ante él, se dió cuenta de que Hyungwon estaba llorando. Y trataba inútilmente parar. Y sus intentos fallidos se manifestaban con leves hipidos.
Oh, su... su pequeño... estaba triste y llorando por su culpa.
— No, Hyungwon... Wonnie... No, no llores. — Acunó el rostro de Hyungwon entre sus palmas, y con sus dedos pulgares barrió las lágrimas tratando de limpiar la humedad del rostro pecoso de Hyungwon. Luego de sober por la nariz Hyungwon le miró. Sus ojos estaban tan brillosos como irritados. Hoseok sintió un puño de culpa encajarse en su estómago. De haber sido el niño alfa de antes, se habría agarrado a llorar junto a Hyungwon. — Lo siento. Lo siento mucho. Soy un imbécil. No debí hablarte así. No debí tratarte de esa forma.
— H-Hoseok... Yo... Yo quería... ¡Yo quería impresionar a Hoseok! ¡Verme lindo para mi hermano mayor! ¡Para mi hyung! — Hyungwon sollozó, sus lágrimas no se detenían y su nariz ya estaba completamente roja. Congestionada. Se veía muy frágil. Hoseok se sintió exactamente como un completo imbécil.
— Lo estás Hyungwon. — Dejó la infructuosa tarea de limpiar sus interminables lágrimas y optó por volver a abrazarlo. Hyungwon abrió los ojos, pero inmediatamente los cerró dándose la libertad de restregar su cara por el firme pecho de Hoseok. Importándole poco a los dos si la playera del mayor terminaba manchada y húmeda. El olor de Hoseok se concentraba ahí, Hyungwon lo respiró pausadamente. Hoseok estaba liberando sus feromonas dulces para calmarlo. Y funcionando. Su cuerpo reaccionaba naturalmente. ¿Qué le estaba pasando? Hyungwon no era así de sensible. Patético. Esta reacción de él en realidad lo había sorprendido. — Estas lindísimo. Tú no eres el que está mal. ¿Está bien? Yo sí. — Hyungwon exhaló. Estaba más tranquilo y su respiración dejaba de contraerse paulatinamente. — Me desconcertó verte tan precioso. Yo... Sé que no eres el mismo niño de antes. Que has crecido y básicamente ya no te conozco. Lo siento. Es tan inusual para mí verte así. De esta manera. Eres precioso. Demasiado. Un omega precioso y me dió mucho miedo. Lo siento tanto. ¿Me perdonas, cariño?
Hyungwon sintió sus latidos pesados.
— Hoseok... — Después de que Hoseok despejara su frente y le dejara un beso tierno ahí, haciéndolo dibujar una sonrisa sonrojada, Hyungwon alzó mirada. Estaba sintiéndose demasiado mimado, cálido y querido. Quería ver a su hermano decirle "cariño".
Hoseok lo vió. Ya no lloraba. Pero la cara de Hyungwon era un desastre rojo y húmedo. — Dímelo otra vez, por favor. — Hoseok sonrió.
— Sí. Estás precioso.
Hyungwon se rió.
«Tan hermoso»
Esa risa había vagado en las profundidades de su mente. Atormentando su corazón durante las frías noches.
— No, hermano, "cariño".
Al menos algo no había cambiado.
Algo que sólo Hoseok tenía.
Cuanto lo había extrañado.
🌸🌷🌸
— ¿Por qué quisiste venir a la librería más lejana, Hyungwon? Pasamos un total de tres librerías antes que esta. Y me muero de hambre.
Pero Hyungwon, hizo caso omiso. Al igual que a sus constantes quejas que lanzó durante todo el camino que transitaron para llegar a la condenada librería.
Al ser ignorado, Hoseok esbozó un puchero molesto y dejó que su hermano siguiera con lo que estaba haciendo.
Hyungwon sabía de Minji que en aquella librería encontraría lo que estaba buscando; los registros de las, absolutamente, todas las escuelas en todo el país. Ya que su hermano se mostraba totalmente desinteresado ante el tema, no le quedó de otra a Hyungwon que arrastrarlo a caminar bajo el sol de la tarde por todo el condado para averiguarlo él mismo.
— Mira, aquí está.
Hyungwon, de repente, puso el libro, en el que estaba muy concentrado husmeando, en la cara de su hermano; Hoseok no podía ver el contenido del dichoso libro.
— ¿Y qué es?
— La preparatoria a la que asistes. ¡Vaya, es tan genial, Hoseok! — Y así como lo había acercado, así lo había retirado. Pero a Hoseok poco le importó. Esa importancia se la estaban llevando los rugidos de su estómago. Hyungwon, repentinamente, pegó un grito adquiriendo la atención, no sólo de Hoseok, si no de toda la clientela de la librería. — ¡¿Pero qué?! ¡Aquí dice que únicamente pueden ingresar estudiantes con un mínimo promedio de 9.8! ¡Seokkie eres asombroso! ¡Tan inteligente!
— Ya, ya Hyungwon. Estás llamando mucho la atención. — Y el libro se le fue arrebatado de las manos, antes de que su hermano mirara hacia todos lados.
Hyungwon notó que su hermano tenía enrojecidas las puntas de sus, lindamente salidas, orejas.
— Es que eres tan genial. Mi promedio más alto fue de 7.5.
— Sólo fue suerte. Me escogieron por saber tres idiomas diferentes.
— Ah. — Hoseok estaba dejando el libro en su lugar cuando por poco y lo deja caer. — ¡¿Qué?! ¡¿Tres idiomas?! ¡¿Cómo qué tres idiomas?!
— ¡Shh! Basta Hyungwon. Estás exagerando. Haces que me dé muchísima vergüenza. Por favor. — Rogó, susurrándole mientras le cerraba la boca con una mano y con la otra sujetaba su cintura, abrazándolo por detrás. — No es la gran cosa. Recuerda que papá trabaja en una agencia internacional de periodismo. Vivimos varias veces en el extranjero todos estos años. Es más fácil aprender un idioma si lo estás escuchando todo el tiempo.
Hyungwon sintió el aliento de su hermano chocar contra su nuca. El lugar tabú de los omegas según la sociedad. Hoseok quitó su mano de la boca de Hyungwon, pero no dejó de sujetarlo. Ahora, con ambas manos. Recargó su barbilla en el hombro de Hyungwon.
Ante la cercanía, Hyungwon era conciente de los latidos del corazón de su hermano, chocando contra su espalda, retumbando fuera de su pecho, al igual que los suyos.
¿Qué era eso?
Su admiración y emoción siendo suplantadas por otra cosa que no sabía con exactitud qué era.
— ¿Cómo se dice? Es... ¿Pilograta? Eres un pilograta. — Su voz baja y lenta. Hoseok recorrió su cuello hasta respirar en su cabello castaño. Hyungwon sintió sobre su cabeza como Hoseok sonreía y soltaba una corta risita. Su hermano era un par de centímetros más alto que él.
— Políglota, tonto.
Como si una burbuja los encerrará, sólo se trataba de ellos dos juntos y sus cuerpos tocándose; sus respiraciones al mismo ritmo y sus olores... mezclándose.
— ¿Hyungwon?
Pero una voz que Hyungwon conoce muy bien, explotó lo que no había notado hasta ese momento. Minji estaba frente a ellos e intercalaba sus ojos entre cada uno. Su nariz se movió. Tenía una mirada extraña, evaluadora. Hasta que sonrió.
— Sabía que había escuchado tu voz por algún lado.
Hyungwon sonrió, o eso intentó. — H-Hola Minji. ¿Qué haces aquí?
Hoseok había deshecho el abrazo pero en cambio, cuando dió media vuelta, tomó la mano de Hyungwon, entrelazando sus dedos con los suyos y escondiendo el agarre tras su espalda.
— Comprando pan, ¿No es obvio? — Minji alzó su brazo, llevaba la característica bolsa de tela blanca de la librería con el nombre en rojo. Él entrecerró sus ojos y su amiga rió. — Vine con SangAh a comprar unos libros que necesita para sus clases. ¿La recuerdas?
— Ah, sí. La hija de tus padrinos. La chica por la cual nos cambias a Kiki y a mi.
— Ay, sí, claro. — Minji rodó los ojos y volvió a intercalar su mirada en ambos hermanos. Ignorado el dramatismo de su amigo, y dejando de lado lo que sea que haya visto, u olido, más aún cuando notó que el mayor le parecía, ligeramente, menos agradable que en la mañana. — Y ya que mencionas a Kihyun, él y yo te íbamos a buscar más tarde en tu casa. Ya sabes. — «Para que nos cuentes», decían sus ojos. — Pero ya había quedado con SangAh de estar con ella el día de hoy así que...
— ¡Oye, te estoy buscando! — Una chica de cabello guindo, largo y liso, apareció tras el sobresalto de Minji. — Te dije que no te distrayeras que no tardaría... pagando... Ah, hola Won-Won.
— ¿Won-Won? — Preguntó extrañado Hoseok, quien vió a Hyungwon con un ceño confuso.
— Sí, por Hyung-won. Won. — SangAh respondió por él. Aunque a la defensiva. — ¿Y tú quién eres alfa? ¿Te importa? Él es menor de edad.
Y SangAh estuvo por alejar a Hyungwon del alfa, sólo que este la esquivó pegándose en Hoseok.
— No, SangAh, espera. Él también lo es. — Defendió Hyungwon. SangAh contrajo su mirada en duda. — Y él es mi hermano mayor.
SangAh arqueó una ceja de un movimiento perfecto. — ¿Ah, sí?
— Es cierto. — Intervino Minji. — Larga historia. Won-Won tiene un hermano. ¡Yey!
SangAh miró a Minji a los ojos. La alfa notando como las mejillas de su menor se volvían rositas y su labio superior se escondía tras el inferior mientras se encogía de hombros. — Ok. Soy Im SangAh. — La chica alzó su mano hacia el alfa para un apretón. Hoseok dudó un segundo, pero terminó correspondiendo. — También soy... algo así como la hermana mayor de esta cachetona.
— Sang... —Minji se quejó, pero fue descomunalmente ignorada.
— Yo soy Son Hoseok.
— ¿Son? Tu apellido me es conocido.
Hoseok alzó las cejas y asintió. El de ella también si escarbaba en su mente, iba a preguntarle si tenía un familiar de nombre Changkyun, pero en cambio, apretó los dedos de Hyungwon entre los suyos y estiró de su mano para que se pegara más a su lado si eso se pudiera, evitando que la tal SangAh intentara apretar la mejilla de Hyungwon luego de mencionar sobre algo que a Hoseok no le gustó, compartir con alguien más su tiempo con su hermano no estaba a discusión. — Sí, bueno, si nos disculpan, nosotros ya nos tenemos que ir. Tenemos una cita.
Hyungwon parpadeó. — Ah, sí... — Hoseok dió la media vuelta sin esperar a nada más. Manteniendo el agarre de su mano con la de Hyungwon llevándolo con él. — Espera Ho... ¡Nos vemos Minji! ¡Chao SangAh!
— ¡Nos vemos mañana en la escuela Hyungwon!
Los hermanos permanecieron de esa forma, aún después de salir de la librería.
Ambas chicas parpadearon ante lo repentino.
SangAh sobreanalizando ciertos detalles. — No parece el comportamiento de un hermano común, ¿No crees?
— ¿Hmm? ¿A qué te refieres?
Y Minji sabía a qué se refería SangAh, pero era imposible. No quería hablar de algo tan... Ugh, pensó en la mirada del hermano de Hyungwon y el ligero rastro picante en su olor maduro. Feromonas posesivas alrededor de Hyungwon.
SangAh dejó caer uno de sus brazos sobre los hombros de una distraída Minji. — Ahhh... — La omega se puso rígida antes de rejalarse de nuevo. Su olor intensificándose. Tan sólo un poco. Por un instante. Sin poder hacer nada para evitarlo. Mandarinas y menta. — Debo dejar de hacerte caso en leer esas estúpidas novelas dramáticas contigo. Hay que irnos.
Alborotando el cabello de Minji, Sangha sonrió satisfecha al notar la mirada de muerte que le disparaba, aunque pareciendo poco amenazante, gracias a su notable usual puchero y el sonrojo que había provocado en ella.
Las cosas que provocaba en ella.
— Te vez tan linda haciendo esas caras, Minji. Adoro cuando estás toda confundida y haces esos ojos de venado. O de omega, mejor dicho. — Minji se sonrojo aún más.
¿A quien engañaba? SangAh era capaz de hacer cualquier cosa con tal de que Minji fuera feliz.
Hasta leer cien libros más de esa basura romántica que a Minji tanto le gustaba, si eso quería, sólo para poder hablar con alguien sobre el tema.
¿Podría ser Minji más distraída e ingenua?
Está bien. No le importaba.
Por ahora.
— ¡Yo no soy linda cuando me confundo! — Minji golpeó a SangAh con un manga que tomó de un estante cercano. — ¡¿Y qué es eso de ojos de omega?! Alfa arrogante. No somos criaturas adorables que puedas adiestrar... — SangAh se quejaba divertida, los golpecitos de Minji no eran hechos para hacerle verdadero daño.
Unos toques en su hombro interrumpieron la indignación de Minji. — Señorita, deje el escándalo, ¿Va a pagar por eso? Necesito su identificación. — Minji se giró lentamente, la encargada de la librería la miraba con los brazos cruzados. Minji sonrió inocente, en sus manos tenía un manga japonés erótico para mayores de veinte años. SangAh estalló de risa cuando Minji devolvió el manga demasiado avergonzada para existir.
📚🍊🌺
— Pero yo te he contado cada cosa de mi y todo lo que he pasado y hecho en todos estos años. Y yo de tí sólo sé a qué escuela vas.
Se quejó Hyungwon. Para después darle una gran mordida a su hamburguesa con tocino.
— Y que aprendí tres idiomas.
Dijo Hoseok, antes de acabarse el último trago de su soda.
— Hmjum. — Asintió moviendo su cabeza. — Alemam. Framme e imgleh.
— Traga primero, niño sin modales. — Hoseok se rió mientras robaba papas fritas de la charola de Hyungwon para comérselas. Hyungwon lo hizo, manteniendo la hamburguesa en una de sus manos.
— Vamos. Dime algo en francés.
— ¿Qué quieres que te diga?
— Lo que sea. — Con su mano libre, acercó el popote a sus labios, dando un gran sorbo a su soda sabor manzana verde. — ¡Ya sé! ¿Y si me enseñas a decir insultos?
Hoseok soltó una risa corta rodando los ojos.
— ¿En serio? ¿Insultos? ¿Sabes que sé hablar tres idiomas y quieres que te enseñe insultos?
— Podrían ser muy útiles. — Hyungwon alzó sus hombros cerrando los ojos y dándole las últimas mordidas al resto de su hamburguesa. — Bueno, entonces no me enseñes nada.
Hoseok exhaló resignado. La oración fue tan naturalmente dicha que Hyungwon apenas la entendió.
— ¡Wow! — Hyungwon lo miró con tanta fascinación que Hoseok podría ver las estrellas en sus ojos y chisporroteando fuera de sus orbes café. — Espera. No me insultaste. ¿O, sí?
— Uy. Me descubristes.
— ¡Hermano! ¡¿Qué me dijiste?!
Ambos hermanos rieron juntos. Hoseok no había dejado de tener esa muy inusual sonrisa en su rostro. No recordaba un día entero en que le doliera la cara de tanto sonreír. Menos reír. Hasta esa tarde.
— No. No era eso. Nunca podría insultarte. — Hyungwon sonrió enternecido, pero con sospecha. — Te dije: Dès la première bouchée, tu t'es taché le visage*... Manchaste tu cara desde la primera mordida que le diste a tu comida.
— ¿Qué? — Y fue para Hoseok tan graciosamente lindo ver cómo Hyungwon contraía su cara en una mueca avergonzada mientras la tocaba a tientas con sus manos, y abriendo por completo sus brillosos ojos al descubrir la combinación de salsa de tomate y mostaza embarrada sobre la piel de sus mejillas. — ¡Hoseok! ¿Por qué no me dijiste antes? ¡Que vergüenza!
Hoseok rio tomando una servilleta y ofreciéndola a Hyungwon.
— Te veías muy bonito de esa forma. Comías como si nadie más te viera. Parecías muy feliz. Y bonito.
Hyungwon giró a verlo luego de que aceptará la servilleta y sacara el espejito de su mochila que estaba reposando a un lado suyo en el mullido asiento del local de comida rápida.
— Dejame adivinar... Debes ser muy popular, ¿No? Seguramente, las chicas alfa también te persiguen.
— ¿Qué? Claro que no. — Hoseok no entendió a qué venía eso.
Y Hyungwon, mientras se limpiaba la cara, entrecerró los ojos en dirección a su hermano. «Ay ajá.»
— Umm. El labial se ha ido.
Dijo Hyungwon mirándose con cuidado la piel de sus labios atraves del espejito. Exponiéndolos y tocándolos ocasionalmente. Estirándolos con la llema de sus dedos. Su boca, notoria, era muy gordita.
Hoseok respiró, tratando de eliminar de su sistema el impulso de morder el dedo pulgar con el que exactamente había deslizado el brillo labial de la boca de Hyungwon.
— ¿Siempre lo usas? — Preguntó. Sin poder medir el reproche en su voz.
Hyungwon había sacado el labial de su mochila, volviendo a untarlo por toda el área correspondiente.
— Sí. Especialmente en mis citas. — Bromeó. Mientras terminaba de maquillarse, y nuevamente guardaba sus cosas, esperó algún comentario tonto de su hermano mayor. Pero el hecho de que Hoseok se mantuviera callado y lo viera con ojos profundos y una ceja alzada, hizo que se sintiera nervioso. La diversión ante su pequeña mentira borrándose de su cara. — Hermano...
— No tienes edad para tener citas. — Le dijo, pareciendo circunspecto. Y su voz siendo todo lo contrario. La palabra "citas" entendiéndose diferente de alguna manera.
Hyungwon se sorprendió.
— ¿Qué? ¡Claro que sí! Estoy por cumplir quince años, por favor.
— Eso es ser...
— ¡Y tú no eres tan mayor, hyung! — Lo acusó. — No tienes derecho a decirme algo así.
Ahora el sorprendido era Hoseok.
— ¿Cómo? ¡Estoy más cerca de ser un adulto que tú! Te recuerdo que en marzo cumplo dieciocho años. Así que sí. Sí tengo derecho.
Hyungwon rodó los ojos.
— Oh, discúlpeme mi señor, mismísimo Taejo de Joseon.
El celular de Hoseok comenzó a emitir un estruendoso sonido. La mirada de su hermano cayendo. Hyungwon no entendía qué pasaba. Sonaba como...
— Ya me tengo que ir. — Dijo Hoseok. — Es hora. El último tren está por partir. — «Ahh, una maldita alarma». Hyungwon quería hacer pucheros y armar un berrinche como un niño de cinco años al que por primera vez se le negaba un capricho. «¿Tan pronto? ¿Ya era hora de separarnos otra vez?» Y su disgusto fue encontrado por el olfato de Hoseok. Húmedo y terroso, como la lluvia cuando choca contra el suelo caliente de asfalto, a petricor. Hyungwon siempre había soltado esos olores tan simples, pero tan raros en omegas que, normalmente, eran dulces, como los postres de vainilla o las frutas en su mejor momento. Cuando niños, mayormente, el olor de Hyungwon le hacía pensar en la ropa recién lavada, olor a sol. — Aún me quedan cuarenta minutos. — Hyungwon le vió esperanzado y Hoseok sintió un pinchazo en su corazón. — Vamos. Voy a llevarte a casa.
Y dicho eso, Hoseok se levantó esperando a que Hyungwon tomara su mochila, y luego, ambos salieron del local. Hoseok unos pasos adelante. Así, durante dos calles, hasta que Hoseok se vió sorprendido ante el fuerte abrazo que Hyungwon le daba desde la espalda. Apretándolo lo más que podía con sus delgados brazos mientras escondía su rostro en el hombro de Hoseok.
— Pero ya es tarde. ¿Por qué no te quedas conmigo?
— ¿Q-Quedarme contigo? — Hoseok sintió su respiración querer ir ridículamente más rápido.
— S-Sí. Bueno... con nosotros. En casa de los abuelos. — Hoseok resopló. — Podría prestarte una pijama. Pasarías a saludar a mamá y... — La risa de su hermano mayor lo interrumpió. Hyungwon sacó su rostro del hombro de Hoseok. — ¿Qué es tan gracioso?
— Recordé tus pijamas, Wonnie. No, no creo que me queden tus pijamas de tortuguitas, o eran ranitas.
Hyungwon enrojeció de vergüenza. — Obviamente ya no tengo esa ropa de dormir. — Mentira. Era conciente de las dos pijamas verdes de tortugas tiernas y ranas graciosas guardadas en el cajón de su clóset. También tenía una de conejitos blancos que su abuelo le había regalado, pero no la usaba porque le quedaba muy grande. Holgada, especialmente.
— Me gustaría, Wonnie. Pero no puedo. Mañana... Tengo clases muy temprano así que...
El silencio entre ellos fue abrumador.
Hyungwon suspiró. Su mente hizo "click" ante la llegada de una idea.
— Entonces, ¿Puedo tener tu número celular? Por favor. Dame tu número. ¿Sí?
Hoseok sonrió ante el sonido de la súplica de Hyungwon. Cerró los ojos y se giró. El agarre de Hyungwon quedando en su espalda, y su cara sobre su clavícula. Hoseok tomó sus hombros y lo apartó un poco. Nuevamente, besó su frente y lo abrazó por el cuello. — Claro que sí, Wonnie. — «Puedes tener lo que sea de mí.» Quería hacerle saber, pero dudó en cuanto lo pensó. No sabría que tan extraño sonaría en voz alta. — Dame tu celular para enviártelo.
Hyungwon sonrió apenado.
Ohh, ya podría ponerle nombre a ese olor desconocido que desprendía Hoseok. Era muy parecido a eso que el abuelo algunas veces bebía y terminaba muy colorado de su cara, y diciendo cosas graciosas. "Achispado" decía su mamá.
«A vino.» Pensó. Su hermano ya se ha revelado. Su esencia maduró.
Y ese era el nuevo olor de su hermano.
Y a Hyungwon le gustaba mucho.
— ¿No? — Preguntó confundido Hoseok.
— Es que... Bueno, aún no tengo. Estoy ahorrando dinero para poder comprarme uno. ¡Quiero uno así como el tuyo! — Dijo con una sonrisa grande. — Pero tengo una agenda por aquí. Lo anoto y cuando lo compre lo primero que haré será llamarte. Serás mi primer contacto.
Hoseok le sonrió orgulloso. Y asintiendo, lo soltó para que pudiera alcanzar la mochila sobre su espalda y que sacará de ahí lo que necesitaba. Una pequeña libreta color verde con la cara de la rana Keroppi sobre la pasta, y una pluma negra con un corazón de brillantina sobre el extremo continuo a la punta. Kihyun se la había regalado hace un tiempo atrás. Hoseok le dictó cada uno de los dígitos del número de su contacto, riendo bajito al ver como escribía su nombre, "Hoseokkie" y un corazón en vez del punto sobre la "i". Pensó que era lindo y todo lo que sea que Hyungwon hiciera, como llevaba haciéndolo todo el día.
Más bien, desde siempre, lo había pensado así.
En cambio Hyungwon se preguntaba desde cuándo era tan cursi al escribir.
— Pero tienes que hacerme un favor.
— ¿Ajá? — Hyungwon lo miró.
— De hecho, no debes decirle a nadie que vine a verte. — Hyungwon le frunció el ceño. — A nadie. ¿Puedes?
«¿No decirle a nadie? ¿Y mamá...?»
— Pero, mamá...
— A nadie. — Repitió Hoseok. Su voz, luego, tornándose dulce. — Será nuestro secreto, cariño. De los dos.
Hyungwon guardó sus cosas y volteó a verlo con una sonrisa.
— Esta bien.
📱📩⏳
Hoseokkie
[ Así que... Ya lograste comprar un celular ]
Decía el mensaje de texto que llegó a su, recién adquirido, celular color rojo.
Ya habían pasado algunas semanas desde la vez en que se habían visto, y Hyungwon, durante ese tiempo, había ahorrado más dinero de su mesada, sumándolo junto a otros ahorros, para comprarse su lujoso celular. Más inteligente que él, según Kihyun.
Hyungwon estaba acostado sobre toda la extensión del sofá más largo de la sala. Su abuela ya hace un rato había subido a dormir a su habitación y su mamá estaba muy entretenida haciendo las cuentas de la casa en la mesa del comedor.
Hyungwonnie
[ Sí, por fin. Moría por tenerlo y llamarte ]
Hoseokkie
[ Pero hasta ahora no me has llamado ]
Hyungwon se pensó que decir. Cierto. Pero es que cómo le explicaba que cada vez que quería hacerlo, los nervios lo acorralaban y terminaba por mandarle simples y sencillos mensajes.
Escribiendo...
Escribiendo...
Hoseokkie
[ ¿Qué estás haciendo? ¿Ya cenaste? ]
Hyungwon respiró y soltó un suspiró. «Ahh, como si leyera mi mente.» Hoseok cambiaba el tema de conversación siempre que Hyungwon tardaba en responder.
Hyungwonnie.
[ Nada estoy acostado. Aburrido en realidad. Ya hice mis deberes... Y cené uuclhhhdjd ]
Enviado.
— Para eso querías un celular nuevo, ¿Eh? ¿Con quién mensajeas tanto?
Hyungwon se sobresaltó. La voz de su mamá lo había austado, haciendo que soltara el celular y cayera sobre su cara. Hyungwon se reincorporó sobando su pequeña nariz en un intento por mitigar el dolor.
— Mamá... Con nadie. E-Es Kihyun.
Yeojoo entrecerró los ojos a su hijo, pero no insistió. Y sin poder intentar decirle nada, ya que el celular de ella empezó a sonar y vibrar. Yeojoo rodó los ojos al ver de quién se trataba.
— Iré a fuera a contestar, cielo.
Su mamá se acercó dejando un beso sobre su cabeza y salió de la sala, perdiéndose por la puerta del patio trasero.
Hyungwon respiró una vez que Yeojoo se fue. ¿Por qué le incómodaba ocultar a su hermano de su mamá? Hoseok había dicho que era algo entre los dos. Hyungwon lo entendió como las insignificantes travesuras que hacían de pequeños. No debería significar nada malo. Es Hoseok. Su hermano. No había nada de malo en ello. Eso se decía, pero no podía aplacar ese sentimiento de culpa al estar ocultándole cosas a su mamá.
Subió a su cuarto antes de que Yeojoo regresara y tratara de hablar sobre cosas que él no quería. Había visto en ella que no estaba convencida con la respuesta que le dió.
Estaba a punto de escribir un nuevo mensaje, cuando su celular se apagó.
Batería baja.
Fue corriendo al enchufe y conectó el cable a su celular. Rayos, estaba totalmente muerto. ¿Cuánto tiempo estuvo hablando con Hoseok?
Mientras, se daría un baño y lavaría sus dientes. Bostezó, dándole mucho sueño para nada repentino. Ya era un poco tarde, y su cuerpo, bien enterado, le reclamaba dormir y cobrar cuanto antes la siesta que no tomó ese día a media tarde.
Secaba su cabello cuando se le ocurrió revisar su celular. Una sensación de necesidad lo había atacado. Cuarenta y dos por ciento de carga. Buuh.
Decidió ir por un vaso de agua, luego tenía esos golpes de sed durante la noche y le daba tremenda flojera bajar a la cocina cuando ya estaba cómodamente acostado.
Bajando, uno por uno los escalones, alcanzó a escuchar la voz de su mamá.
— Namjoo, durante todo este tiempo sólo nos hemos visto un par de veces... Sí, o sea... No, no es eso... ¿Tiempo perdido? ¿Fue mi culpa? Oh, por favor tú... Sí la oportunidad de tu vida. Ajá... ¿Sabes qué? Hablemos después... Adiós... Sí, ajá. ¿Cómo? No... Sí. También yo.
— ¿Era papá?
Preguntó Hyungwon confundidamente ilusionado. Ya estaba lo suficientemente cerca como para haber escuchado el característico sonido de fin de llamada. Su madre poco había notado que él se encontraba ahí. Escuchando.
— Ese imbécil se lleva de mis brazos a mi querido Seokkie. Y ahora, tan sencillo para él querer regresar... Y lo peor es que... Ahh... Sí, sí quiero. — Yeojoo murmuraba sin parar, agarrando su cabellera sin hacerse daño. Hyungwon volvió a intentar. Está vez teniendo éxito. Pero su madre seguía perdida. — ¿Eh? ¿Qué pasa amor?
— A mi nada. ¿Y a tí? Estás hablando sola.
Yeojoo exhaló. Estaba enredándose en sus propios sentimientos y contradictorias desiciones, que no contempló, siquiera, mencionarle a su bebé las posibilidades de recuperar lo que nunca debió perder en primer lugar.
Últimamente, Hyungwon despertaba con una enorme sonrisa. Con unos ánimos que no había visto emerger de su niño en mucho años. Al menos, no antes desde que su ex marido e hijo dejaran de estar en sus vidas... Tal vez él... Hyungwon, inconcientemente, ¿Podía sentir que su padre estaba cerca? No, pfft. Que tonta. Hyungwon no podría saber lo que pasaba con su ex marido. Hyungwon no lo había vuelto a ver desde entonces. No había nada que él supiera.
— Amor... — Yeojoo palmeó el sillón a un lado de ella, indicándole a su hijo que se sentara. Una vez que Hyungwon lo hizo, tomó las manos de su hijo entre las suyas y lo miró. — ¿Qué pensarías de tu padre y yo volviendo?
— ¿Qué? — Yeojoo se asustó, pero luego vió que Hyungwon sonreía en grande. — ¡¿Hablas en serio?! — La más pura felicidad en su rostro. Su olor cálido, como día soleado.
Entonces a Yeojoo le sorprendió la enorme emoción de su hijo, pero consideró que era lo normal. ¡Por supuesto! Se reencontraría con su padre, vería nuevamente a su hermano. Se trataba de su familia. Junta. Otra vez. Y no todos los hijos reaccionaban igual. Y eso, le gustó. Terminó por convencerla. Si su hijo era feliz... Si serían felices... Sonrió. — Sí. Habló en serio. Pero, debes saber que no sucedara pronto. Hay cosas que necesitan tiempo. — Respondió con cautela. Cariñosa, pero firme. Ya era completamente innecesario cuestionar lo que su hijo pensaría al respecto. Estaba más que dicho.
Hyungwon estaba de acuerdo.
Estaba feliz.
Su hermano y él estarían juntos de nuevo.
⭐🌙💓
Hoseok no estaba feliz.
Para nada.
Quería seguir durmiendo, mañana madrugaría.
Y su celular no dejaba de vibrar sobre su mesita de noche.
Si se trataba de Changkyun y sus estúpidas crisis existenciales lo mandaría directo a la mierda.
Estiró su mano alcanzando su celular y mirando la pantalla... Oh, bien, se trataba de Hyungwon.
— Wonnie...
— ¡¿Lo sabías verdad?! — Hoseok alejó el celular de su oreja ante el ansioso grito de Hyungwon. — ¡Por eso querías que lo mantuviera en secreto! ¡¿Por qué no me lo dijiste?! — El celular seguía lejos y podía perfectamente escuchar los gritos eufóricos de su hermano.
— Hyungwon, tranquilízate. — Con su celular de vuelta a su oreja, Hoseok se levantó recargándose sobre la cabecera de su cama. — Es... — Desvió su mirada al reloj sobre el escritorio en su habitación. — Es la una de la madrugada, y estaba dormido. No te entendí nada. — No era del todo mentira, pero lo hizo, perfectamente.
Y un momento de silencio se extendió. Iba a verificar que la llamada no se había cortado o algo cuando, nuevamente, escuchó la respiración de Hyungwon.
— Lo siento. Es que... No podía esperar. Mi celular se descargó y cuando por fin pude encenderlo, lo primero que pensé en hacer fue en... llamarte.
— Entonces... Por fin lo hiciste.
— ¿Qué hice?
Y de nuevo, silencio. A excepción de los suspiros de la noche.
— Ah, sí.
Hoseok exhaló. El frío que sintió cuando la sábana resbaló de su torso desnudo al incorporarse se había rendido ante el calor que le provocaba el sonido de la voz de Hyungwon.
Y ahora con su respiración tras la bocina del celular... Hoseok quisó maldecir el poder de su oído. Era como si Hyungwon estuviera ahí.
Con él.
Haciéndole ese mal en el que Hoseok no quería indagar.
— Entonces, ¿Qué cenaste? — Hoseok optó por iniciar una conversación que le distrajera. — El platillo que escribiste no lo conozco.
Hyungwon frunció el ceño confundido, luego, recordó.
— Ja. Ja. Se me cayó el celular en la cara. — Escuchó a Hoseok reír un poco. — Sopa con pollo. — Hyungwon respondió. — ¿Y tú?
— Arroz frito.
Y un tercer silencio los dividió.
Todo era tan raro.
— ¿Cariño? ¿Sigues ahí?
«Cariño», la palabra dió un par de vueltas por la mente de Hyungwon.
— Sí.
— Entonces dime algo.
Hyungwon resopló. «¿Qué es esta sensación?»
— Nunca respondes a nada de lo que yo te pregunto. Y eres muy bueno desviando el tema.
Hyungwon escuchó la risa prolongada de Hoseok. Tan clara en su oído. Como si su hermano estuviera a un lado suyo.
Las cosquillas viajando desde su tímpano, estremeciendo todo su cuerpo, se refugiaron en su corazón.
— Está bien, está bien. Sí. Lo supe desde el principio. Volví de América hace un tiempo, y papá... Bueno, él tenía que arreglar unos asuntos del trabajo primero. Debía esperarlo para ir ambos a verlos. A tí y a mamá. Pero yo... Ya quería verte.
Hyungwon escuchó claramente cada una de las palabras de su hermano. La voz alfa de Hoseok haciendo algo en él. La primera vez lo había asustado, el enojo en sus palabras haciéndole llorar, pero, ahora, era... No podía pensar. No realmente.
— Yo, quiero, verte.
— Entonces, — Hoseok tragó saliva, sintiéndose nervioso de repente — ¿Debería estar ahí, contigo? ¿Ahora?
Hyungwon cerró los ojos. Dió vuelta entre sus sábanas, sintiendo como su corazón se revolcaba dentro de su pecho que se calentaba. Recostando su cuerpo, tomó una respiración no muy seguro de su respuesta. Era como si él no tuviera el control de si mismo.
— Sí.
Hoseok sonrió, satisfecho con la respuesta. Pero más allá de eso, entender la voz omega de Hyungwon le hizo, de cierta manera, feliz.
Sin cuestionárselo demasiado, ser el primero en escucharla, era algo que le hizo sentir bien.
Pero imaginar ser el último era algo que ciertamente... Sí. Le gustaba. Y mucho.
Aterradora y equivocadamente.
🍀✨🌷
— Mamá, es que, no me gusta usar esta cosa. La odio. — Nuevamente se quejaba Hyungwon mirando el espejo con horror, en como el collar que su papá anteriormente había comprado para él era ajustado en su cuello; Yeojoo se esmeraba en no dejar el collar flojo pero evitando que fuera demasiado asfixiante para su su hijo.
— Lo siento mi amor.
— Dijo, lamentándolo. — A mí tampoco me gusta que lo uses. Pero es por tu seguridad. La capital es enorme y está llena de alfas, la vida ahí es muy diferente a la de aquí en el condado. Estaré más tranquila si lo usas.
— Pero me encontraré con Hoseok y él me estará cuidando. — Insistió Hyungwon. El sabía que Hoseok lo haría.
— Hoseok no siempre estará al pendiente de ti y de tu cuidado. Habrá cosas que deberás hacer tú solo. — Hyungwon resopló. Una vez dejando el collar bien puesto, Yeojoo lo tomó de los hombros y le dió una sonrisa cariñosa que Hyungwon miró por el espejo. — Ya amor, quita esa carita. De igual forma, si aciertas en ti exámen, lo tendrás que usar, es un requisito de la preparatoria. — Hyungwon suspiró resignado. — Y de hecho, sí. — Dijo su mamá de repente. — Mejor piensa en que hoy es tu exámen de admisión. Y que lo harás de maravilla. — Le ánimo, pero no funcionó. Ahora Hyungwon se sentía sumamente nervioso.
Siempre había sido su sueño, asistir a la misma escuela que su hermano. Ir juntos. Temía arruinar su única oportunidad en la vida.
— Pero, ¿Y si no? ¿Y si lo hago mal? — Preguntó bajando la mirada. — ¿Qué pasará si no acierto? Decepcionaré a Hoseok... — Miró de nuevo al espejo, encontrando la mirada de su mamá. — Um, los decepcionaré.
— No lo harás. Todo estará bien. — Giró el cuerpo de su hijo para abrazarlo. Hyungwon correspondió su acción, sintiendo los matices en el aroma maternal de su mamá. — Te aseguro que Hoseok, tanto como tu padre y yo, ya estamos muy orgullosos, por lo que has logrado este año. Te graduaste con un porcentaje de nueve. Sinceramente, creí que lo harías apenas rascando la nota.
— Mamá...
Yeojoo rió con ternura. — Ay, mi vida. Vas a aprobar. Lo harás. Y si no, hay otras escuelas que estarán súper contentas de tenerte. Aunque claro, si esa es la escuela que quieres, podrías intentarlo el otro año. Tu padre y yo no tenemos ningún problema. Sobre todo tu padre. Pero, no será necesario. Ya verás.
Hyungwon sonrió. A pesar del malestar en su estómago.
Yeojoo no sabía que, si no aprobaba, esa sería la única vez en que Hyungwon intentaría aplicar en esa preparatoria en específico.
Siendo el último año escolar de su hermano antes de ingresar a la universidad, sin él, no tenía verdaderos motivos para esforzarce tanto en el exámen de admisión. Al menos, no en esa institución.
— Esta bien. — Deshaciendo el abrazo, Yeojoo acunó la cara de su hijo con una mano y con la otra acarició su cabeza en acto maternal.
— Bueno, hay que irnos o se nos hará tarde. Por cierto, Hoseok te traerá de regreso. Tu padre y él se quedarán a cenar.
Hyungwon abrió los ojos. Tratando de esconder la verdadera alegría que nacía en él al saber que pasaría un poco más de tiempo a solas con su Hoseok.
Ya no era suficiente verlo un par de horas después de la cena cada ciertos días.
Hoseokkie
[ ¿Ya están ahí? ]
Luego de despedirse de su mamá y por fin bajar del auto, Hyungwon se adentro en la banqueta de la calle y tecleó en su celular.
Hyungwonnie
[ Sí, mamá acaba de dejarme en la entrada ]
Hoseokkie
[ Ok. No te muevas de ahí ]
Hyungwon vió el mensaje y, sin responder, guardó su celular en el bolsillo de su chaqueta. Se entretuvo en observar la fachada de su futura escuela. Tan colosal y... terrorífica. ¿Así se ve una escuela para cerebritos?
Había investigado cada cosa sobre ella, y le parecía tan de ensueño, pero, ahora, viéndola en vivo y en directo, lo hizo sentir... minúsculo.
Ahh, pero era tanto su deseo.
Y no se trataba de la escuela en sí.
Me voy a lamentar en unas horas haber hecho esto de madrugada. Bueno, de hecho, tengo toda la noche *jsja :(.
Pero bueno.
Ya lo tenía preparado pero había, muchas, cosas que revisar. Aún así, no estoy del todo satisfecha. Siento que escribí demasiado y en realidad no puse nada que fuera interesante.
En fin.
*Google traductor. No estoy del todo segura si este bien escrito 😕. Sorry not sorry.
Y, sí. Así de largos serán los tres capítulos restantes.
No más casi entre diez mil y quince mil palabras. >u<"
El epílogo no tanto. Más bien como el prólogo.
Si se ve medio feo... lo siento. Lo checaré tan pronto como mañana me sienta con ganas de vivir.
Bye, bye, mi cerebro está frito.
c:
Ya medio lo arreglé. Una disculpa. :c Me da el TOC y me pongo indecisa.
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