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Prólogo
🐢🩷🐰
Ambos niños compartieron una mirada perpleja antes de observar nuevamente a la maestra del más pequeño.
- Quiero decir... Hyungwon, tú quieres mucho a tu hermano. Lo amas, ¿No es así?
La señorita Lim, educadora de Hyungwon en el preescolar, esperaba no estar confundiendo aún más a los dos niños. Ella simplemente le había mencionado a su compañera, otra educadora, que el hermano menor tenía un fuerte complejo con su hermano mayor; siempre queriendo hacer lo que el más grande hacía, o quería, siempre siguiéndolo a todas partes, siempre imitándolo.
Había olvidado que el hermano mayor, Hoseok, posee un gran sentido del oído. Y cuando él le había preguntado a qué se refería, con tanta seriedad en su tono de voz para ser un dulce niño de siete años, ella se vió tomada por sorpresa.
Aunque se trataba de un simple infante, la señorita Lim sabía que de simple, el niño no tenía mucho. Y es que sentía su cuerpo estremecerse cuando Son Hoseok le miraba como si en cualquier momento fuera a usar su voz (lo que era estúpido porque apenas es un niño), para obligarla a hacer o responder lo que él quisiera, o esperara cualquier mínimo movimiento de su parte para atacarla.
Y no sólo le pasaba a ella. Aunque eso no la hacía sentir menos inquieta.
Peor aún cuando se trataba sobre cualquier cosa respecto a Hyungwon, su hermano menor, su hermanito.
Para nadie es un secreto a que grupo de la jerarquía de género pertenecen aquellos niños.
O de cualquier persona en realidad.
Ya que este se sabe mediante un exámen médico que se hace al nacer y el resultado se muestra en el certificado de nacimiento.
Pero la revelación física del grupo correspondiente era un tema diferente.
Y de no saberlo, nadie pondría en duda en que definitivamente el mayor de los hermanos es un alfa.
Y uno muy posesivo y sobreprotector.
Cosa que a Hyungwon, al menos por ahora siendo niños, parecía no molestarle en absoluto, sino todo lo contrario.
Teniendo la total atención de su hermano mayor únicamente para él, Hyungwon sólo podía sonreír tan feliz y satisfecho, que sería demasiado cruel el que Hoseok no lo notara, o lo ignorara deliberadamente.
Pero Hoseok no lo hacía, y era conciente del grado de dependencia que su hermano menor le tiene, y rasgaba a propósito en las entrañas de esa dependencia para que Hyungwon no viera o necesitara a nadie más que a él.
Una vez, de esas pocas veces en que uno de los Son iba a recoger a sus hijos de sus respectivas escuelas, ya que ambos, madre y padre de los niños trabajan demasiado, notó como Hoseok gruñía por lo bajo apretando sus manitas cuando Hyungwon, sonriendo, lo ignoró por completo para correr alegremente hacía su padre abrazándolo y siendo sostenido por él.
El señor Son había alborotado el cabello de su hijo mayor y le dijo que no fuera celoso de su adorable hermanito. Que también, si Hoseok quisiera, podría ser cargado.
La señorita Lim sólo había sonreído. No había dicho nada al respecto, pero ella no pensó, ni estuvo de acuerdo, con que aquello fuera el motivo.
Y aún lo hacía.
De cualquier forma, se trataba de unos pequeños infantes de cuatro y siete años respectivamente. Se decía que sólo era ella y su mente retorcida de adulta que le hacía sobre analizar cosas que muy probablemente no existían.
Eran, excesivamente, muy unidos.
Ajá. ¿Y qué?
Hyungwon parpadeó y una enorme y brillante sonrisa se dibujó en su rostro. Haciendo sus mejillas verse aún más redondas y abultadas.
- Sí. - Dijo el pequeño Hyungwon. Sus ojitos brillosos antes de volverse medias lunas, abrazar a su hermano con toda la fuerza de sus tiernos brazos y agregar: - Yo amo a mi helmano mayol.
🍃🥀🍃
- ¿Estás hablando en serio, Yeojoo? Después de tantos años... De tantas cosas que pasamos juntos... Simplemente... - Son Namjoo ni si quiera podía pronunciar aquellas mismas palabras que su esposa.
Y ella tampoco podía hacerlo otra vez. Es que nunca hubiera imaginado que su situación terminaría de esa forma.
- Sabes que es lo mejor. Hace tiempo que tú y yo ya no nos entendemos. - Su voz era calmada, pero estaba lejos de estarlo. Sus manos temblaban y no sabía cómo era que aún no se derrumbaba entre lágrimas. - Y no sólo se trata de nosotros. Los niños están pasándolo mal.
Namjoo se enderezó mirando a su esposa con incredulidad.
- No trates de meter a los niños en esto.
Yeojoo podía entender el por qué de la molestia en las palabras de su esposo, pero él debía recordar lo que era importante.
- Hyungwon tiene pesadillas y Hoseok no está siendo el mismo niño bueno de siempre. Nuestras peleas los están dañando. - Vió la mirada de su esposo flaquear, dándose un segundo. - La profesora de Hoseok me llamó está tarde. Está preocupada por su bajo rendimiento, y yo también. Y no puedo... No puedo permitir que nuestros hijos estén mal por nuestra culpa.
- ¿Y crees que separándonos estarán mejor? - Preguntó sin esperar una respuesta. - ¡Por favor! Ellos nunca han estado sin el otro...
- ¡Con ninguno, Namjoo! - Ella interrumpió estallando, pero logró recuperarse, de alguna forma. - ¡Prácticamente están solos! Nosotros... Nosotros nos pasamos más tiempo en el trabajo que con ellos. Y cuando estamos juntos, los cuatro, siempre el más mínimo desacuerdo nos hace discutir. Peleamos y nos gritamos frente a ellos sin detenernos a pensar que ahí están y que nos miran y nos escuchan. Nuestros hijos sólo... Ellos sólo... se asustan. - Yeojoo intentó limpiar las lágrimas con el dorso de su mano. Su rostro ya estaba húmedo cuando reparó en el impulso de sorber por su nariz. - Siento como los espasmos atacan sus cuerpitos olorosos a miedo. Los huelo mientras les miento cada vez que los abrazo y los consuelo diciéndoles que no volverá a pasar y ¿Para qué? Si vuelve a pasar, si los volvemos a lastimar.
Namjoo suspiró. Era verdad. Todo era verdad. Él no insistió.
- Esta bien. Hagámoslo. Vamos a separarnos. Pero Hoseok se va conmigo.
- ¿Cómo que él se... ¡Nam!
No le dió tiempo de terminar las dudas y los reclamos. Yeojoo lo vió alejarse. Su espalda se notaba rígida, tensa. Namjoo salió de la casa, dejándola, por primera vez, con la palabra en la boca.
Y Yeojoo se acercó a la silla más cercana de su comedor para desplomarse en ella. Agarrando su cara y llorar en silencio.
No quiso dar más lucha. Sabía que terminarían gritándose más cosas de las que luego se arrepentirían, hiriéndose sin ninguna necesidad. Y tal vez, está vez, no sería para finalmente pedirse disculpas, curarse con besos, y falsas promesas de no volver hacer lo que claramente ya hicieron. Nada sería suficiente. El respeto se había perdido. Además, Namjoo no estaba negociando. ¿Cómo demonios habían terminado así?
Ellos habían llegado del trabajo, atendieron y mimaron a sus hijos y luego simplemente... ¿Había vuelta atrás?
No. Tal vez, de verdad, el divorcio era lo mejor. Tal vez, sus padres siempre tuvieron la razón.
Namjoo exhaló y pensó quién era él para impedirle el divorcio a su esposa, si era eso lo que ella quería. Y ella tampoco podía impedirle nada.
Hoseok era hijo suyo.
Ahora sentía que podía agradecerle a Yeojoo el no haber querido ser marcada por él, e intentar una marca de apariamiento, un lazo, ya que ella había sido una fiel testigo de que la mordida sólo era algo más así como físico que otra cosa. Cosa de cuentos de hadas. Y al parecer, en este caso, sería un buen ejemplo de ello. Pero él como alfa... No, como hombre, y como su esposo... Él no podía verdaderamente sentir el "menos mal".
Sí, la separación, se volvería mucho más difícil, e incómoda para ambos, de haberse formado el lazo, pero hubiera habido una razón más para pelear con ella y demostrarle que no puede vivir sin sus peleas, sin poder besar su nariz arriesgándose a ser golpeado en el estómago.
Pero valiendo totalmente la pena.
Porque entonces ella se sonrojaría y dibujaría en su rostro esa sonrisa que tanto lo había enamorado.
Y entonces Namjoo se degustaría con ese aroma frutal de su esposa que sólo él puede percibir.
Que tontería. ¿Cómo demonios terminaron así? Habían tenido un buen día. Estaban de buen humor. Llegó a su casa, Yeojoo lo recibió con una sonrisa y un beso, y entonces... ¿Qué pasó?
¿Acaso era todo?
Ella... es una beta y... Y por un demonio que no le importaba. Era su alma gemela. Lo sabía. Ella lo tiene, en sus manos. Y lo tiene muy mal. Tan mal que haría cualquier cosa que ella le pidiera. Como el divorcio, claro está. Tal vez no era suficiente.
Exhaló, más profundo esta vez.
Logró ver su vaho caliente desapareciendo en el aire.
Que raro.
¿En qué momento la noche se había vuelto inusualmente fría?
Después de frotar sus brazos con sus palmas en un acto por mantener su calor corporal, que en realidad no había disminuido casi nada, sacó su segundo celular, ese que usa para los contactos y asuntos del trabajo, de su bolsillo del saco.
Poniéndolo en su oreja, esperó a que su jefe respondiera la llamada.
-Buenas noches, Señor Im. Ya tomé una desición. Pero tengo una condición. Mi hijo mayor vendrá conmigo.
🪻🪻🪻
- Wow. Realmente nada ha cambiado. - Dijo el chico para si mismo antes de fruncir el ceño. No había notado las enormes macetas en un lateral de la casa. - Excepto esto. ¿No era el abuelo alérgico a la lavanda? - Se preguntó en voz alta, luego de tomar entre sus dedos la planta y agacharse a oler su agradable aroma más de cerca. Aunque terminó estornudando. El poder de su olfato había aumentado después de que se reveló como lo que indudablemente era, un alfa. Y a veces le molestaba. Tantos olores. Había aprendido a poder ignorarlos la mayor parte del tiempo. Pero no terminaba de cansarle.
Se incorporó, dejando atrás aquella casa que no había visitado en muchos años. En donde su pequeño hermano Hyungwon vivía con la madre de ambos. Y sus abuelos.
Pero él sólo podía pensar, y extrañar profundamente, a uno de aquellos integrantes de los que, anteriormente, conformaban su familia.
Nunca había entendido el por qué de que su abuelo lo tratase con tanta indiferencia.
Con su abuela no era de aquella forma, pero no significaba que se sintiera del todo querido por ella.
Sus padres lo amaban. Claro que sí. Lo sabía. Pero entre esa línea siempre notó una clara diferencia con su... con Hyungwon.
Todos estaban encantados con él.
Lo trataban muy bien. Demasiado amorosos. Y protectores.
Cosa que no, no le molestaba.
De hecho, la verdad sea dicha, él era feliz de cualquier manera.
Porque él no necesitó de eso. No necesitaba de eso.
Y él estaba bien así. Viendo a su hermano ser amado, cuidado y protegido.
Al final del día, Hyungwon siempre buscaba su compañía. Su atención.
A él.
Y Hoseok estaba conforme con eso. Más que eso, en realidad.
Pero en todos esos años... estando separados... él no había estado del todo bien.
Y su padre había sido lo suficientemente comprensivo y permisivo en dejarlo regresar antes.
Había prometido alcanzarlo lo más pronto que su trabajo se lo permitiera.
Pero ya habían pasado meses de eso, y Hoseok no pudo evitar desesperarse; habían quedado en que ambos, juntos, irían a ver a su madre y a Hyungwon.
Cruzando la calle, se podía ver con claridad el canal de agua, aunque seco, sin la bien conocida agua limpia que lo recorría.
Recuerda que hace tiempo, cuando apenas tenía ocho años, una vez que logró convencer a su padre de ir al condado, con la excusa de que quería pasear por el festival de primavera, se acercó para ver el fluir del agua como nunca su madre se lo habría permitido.
Imaginó que de haberlo visto, su madre hubiera pegado tremendo grito asustada y después de abrazarlo, darle besos y preguntarle si estaba bien, calmada, le habría estirado de su oreja, según ella, como reprimenda y recordatorio para no hacerlo de nuevo.
Dejando a su padre entretenido comprándole palomitas, Hoseok puso en marcha el plan original.
Ir a buscar a Wonnie.
Llevaba consigo una caja de las galletas favoritas de Hyungwon, "El misterio del conejito", no se podía saber el sabor de dichas galletas hasta que se probaban.
Pero no había nadie en casa de los abuelos Chae. Debió suponerlo. Seguramente, su madre estaría trabajando. Y los abuelos debieron llevar a Hyungwon a divertirse al festival.
Que mala suerte. No los había visto.
Esperó un rato. Pero ya no podía tardar demasiado. Quizás su padre ya estaba como loco buscándole.
Estuvo por irse y dejar la caja junto a la puerta de entrada.
En eso, escuchó un par de voces acercándose.
Una, era la que más esperaba escuchar. La de Hyungwon.
- ¿Y si te comerás todo eso, mi amor?
- Sí, íta. Y el algodón de azúcal. Y también las manzanas con calamelo. ¡Quielo compatil todo con Seokkie! ¡Quielo que coma conmigo!
- Pero amor, Hoseok no está aquí. Él está con su padre.
De eso, le siguió un silencio. Hoseok se había escondido entre la oscuridad de la cochera que, por algún desconocido motivo, estaba abierta.
- Pelo... yo quielo a... ¡Quielo a mi helmano! ¡Lo quielo aquí conmigo! ¡A mi hyung!
Hyungwon chilló, entre hipidos y sorbidos. Había comenzado a llorar.
Y Hoseok también.
Paralizado, enmudeció su llanto con sus manos presionando su boca. Su cuerpo se contraía por la fuerza del sollozo.
No había podido evitarlo. Ni parar.
Dolió. Lo extrañaba tanto.
Pero los fuegos artificiales comenzaron a explotar en el cielo y fueron suficiente motivo para que Hyungwon, distrayéndose con los colores brillantes, dejara de llorar.
Entonces Hoseok se permitió sollozar. Con el ruido de las coloridas explosiones en el cielo, bien podía pasar desapercibido.
Dejó la caja de las galletas por ahí, y sigiloso, salió de su escondite.
Se dió la oportunidad de verlo por última vez.
Y ahí estaba, a un lado de la abuela, con su nariz roja y sus ojos encharcados, pero sonriendo. Llevaba puesto un traje típico, un hanbok color crema y celeste con detalles en verde, y en sus brazos llevaba los empaques y bolsas de toda la comida chatarra que comería.
Solito.
Bueno, sin él.
Hoseok limpió sus lágrimas y se fue con una sonrisa en su rostro. No había sido lo que había planeado, pero no importaba.
Su sonrisa lo valía.
- ¡Mila, íta!
Hyungwon corrió hacia la cochera.
- ¡Espera, amor! ¿A dónde...
- El mistelio del conejito.
- ¿Q-Qué? Eso es... ¡No Won, no las toques! No sabemos quién las... dejó.
Pero Hyungwon ya había abierto la caja y comido una galleta en forma de cara de conejo y orejas largas.
Hyungwon sonrió entre mordidas.
- ¡Son de flambuesa!
Pero, esta vez, Hoseok se aseguraría.
No volvería a irse.
No sin antes reencontrarse con su pequeño.
Nada, ni nadie, lo impediría.
Hace muchísimo tiempo atrás, en mis inicios leyendo manga hetero, me encontré con uno, AAAAAAAAHH SUPER BONITO!!. Aunque me saqué de onda con ciertos temas en la historia xdxd dejé eso de lado y me la leí todita.
Fue la primera historia que leí sobre hermanos y le tengo un cariño enorme. Me gusta demasiado.
Y me estoy basando en esa joyita para escribir esto. Jsjs ya que no puedo dejar de ver 2won por todas partes y está historia es lindísima. No es tal cual lo que voy a escribir, pero como quiera.
Y si quieren leer el manga se llama "True Love" y es muy probable de que se spolien esta historia.
xdxd
Y no, el manga no es »Universo ABO, Omegaverse, vaya«, pero yo lo hago así porque quiero, porque puedo y porque se me da la gana.
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