Parte Única.

Dos horas.

Habían pasado exactamente dos horas de haber visto esa foto. Hubiera preferido no hacerlo, pero ¿cómo iba yo a saber que me encontraría con eso?

Carolina no era así, bueno, no creí que lo fuera. Sabía que algo como eso vendría, desde que ella dijo que tenía pareja, pero me imaginé que tardaría un poco más en mostrar y sacar a la luz de quién se trataba.

Me llegó de sorpresa, e inconscientemente mientras me recostaba en mi cama mis dedos presionaron la opción de "me gusta" en su publicación. Reí ante eso, pero después caí en cuenta de que se sentía realmente mal.

Porque el chico de la fotografía no era yo. La persona que la rodeaba con sus brazos, la que apoyaba su rostro en su hombro, no era yo.

Yo no era su novio.

Y peor, me sentía impotente porque yo estuve a punto de serlo.

Había mencionado en anteriores entrevistas que juntos congeniábamos muy bien y días antes había vuelto a decir algo similar. Entre ella y yo había química, desde un principio. Todos en el elenco y producción lo sabían y eso, era buenísimo para nuestros personajes, pero nuestra química traspasaba las cámaras, porque algo nos unía, había un lazo entre ambos, no se podía explicar pero lo sentíamos y era maravilloso.

Maravilloso hasta el punto de darme cuenta de que cada vez que ella sonreía yo no podía evitar hacerlo también. Que si ella se encontraba mal yo hacía lo posible para animarla.

Maravilloso como la belleza de Carolina me atrapaba por completo y sin darme cuenta de por qué o cómo simplemente un día supe que me había enamorado.

Enamorado de esa sonrisa, de esa personalidad tan poco común que tenía. De sus bromas sin sentido, e incluso de sus momentos de enojo, pues yo podía pasar horas viendo como su ceño se fruncía y decir que observarla en esos instantes era mi actividad favorita del día.

Maravilloso hasta el punto de darme cuenta de que el día en el que nos besamos - un beso fuera de cámara, sin ser Nina y Gastón - supe que ella sentía lo mismo que yo.

Pero muy aparte de describir aquello supe que también había miedo. ¿Miedo de qué? No pregunte, y eso fue el más grande error que pude cometer. Porque creí que su miedo era la aceptación, las críticas, miedo a no poder sobrellevarlo, a perder la amistad que habíamos formado, a fracasar en ello y romper el lazo que nos unía. Cuando en realidad todos esos no eran los miedos de Carolina, sino los míos.

Su único miedo era que yo me dejara llevar por todo a lo que le temía y que no me animara a hacer realidad nuestra relación. Porque lo veía en sus ojos cada vez que cruzábamos miradas, había necesidad de intentar, me hacía saber que pasara lo que pasara ella estaría para mí. Pero lo ignoré. Porque el miedo fue mucho más fuerte y simplemente me comporté como un cobarde.

Así que nos distanciamos, o bueno, yo lo hice en realidad. Ella intentó, muchísimo pero yo seguía en una batalla conmigo mismo sin poner en orden mis sentimientos, así que supongo se cansó y también se alejó.

No la culpo, pues yo fue el causante de ello. No quise afrontar mis sentimientos por miedo a perderla pero de igual manera la aleje al no afrontarlos.

Vaya mierda, vaya Agustín que tan idiota fuiste y sigues siendo ahora.

El techo de mi departamento se había convertido en mi mejor amigo, pues siempre pasaba horas mirándolo y hablando sobre cómo pude ser tan imbecil.

Sin darme cuenta estaba llorando, e inconscientemente reí, porque ahora ella tenía pareja, porque se cansó de esperar, de seguir intentando con alguien que no podía aclarar sus sentimientos, porque por más que ames a una persona si esta no muestra el mínimo interés te cuestionas en si vale la pena o no intentar un poco más.

Así que entiendo a Carolina, pero ahora que todo en mí está aclarado y necesite de ver una foto que me destrozara por dentro para hacerlo, se que puedo esperar.

Porque el lazo que nos une sigue presente y así pase el tiempo nunca se irá.

Y bueno, yo aprendí a ser paciente después de todo.

—
Escribí esto hace tiempo y hoy al fin me decidí a publicarlo, espero les guste.