Loki sabía


Título: LAZARUS II

Autora: Clumsykitty

Fandom: MCU con un pellizco de Marvel Cómics.

Parejas: sorpresa sorpresa.

Disclaimer: Nada me pertenece aunque muera por ellos, todo es de Marvel y Mr. Lee entre otros, lo único mío es esta idea mía convertida en historia. Dicho está.

Warnings: Viene la continuación de Lazarus I, por lo que os recomiendo primero leer esa parte antes de adentraros a esta desquiciada historia. Como su homóloga, está dividida en libros que van en secuencia numérica pero no en orden de trama. Historias muy agridulces, crudas como violentas. No apta para corazones sensibles o mentes tiernas. Sobre aviso no hay engaño.

Gracias por leerme.



Loki sabía.


Tony podía darse cuenta por su mirada cínica y penetrante, sintiendo que la sangre le hervía ante la posibilidad de que le descubriera frente a Peter. Un secreto que deseaba mantener a toda costa porque estaba cargado de una culpa que jamás había desaparecido y no era el mejor momento para sacarlo a colación ahora que estaban enfrentando abiertamente a los Pendragón.



Todo había comenzado cuando paseando por el Parque Central con Steve, éste había recibido el choque involuntario de un niño que corría huyendo divertido de sus padres con unas piernas temblorosas al apenas si ser capaz de mantenerse de pie. El Capitán América le había sujetado a tiempo, impidiendo que cayera al suelo, cargándole después para reconfortarle por el susto que el pequeño se llevó. La forma en que su esposo había mirado al infante le trajo un desasosiego imposible de desaparecer con los días. Ellos ya habían acordado el tipo de vida que iban a llevar, conscientes del destino como Vengadores y sus implicaciones a nivel personal. Ambos adoraban los peligros, los retos como las peleas que bien podían cobrar sus vidas, no eran personas normales que pudieran llevar vidas normales. Los hijos estaban fuera de discusión.

Sin embargo, la mirada de Steve en esos momentos contó una historia diferente y Tony no pudo sino sentir remordimiento ante la idea de impedirle ser padre. Le tomó semanas armarse de coraje para hablar con él, a solas en su taller dentro de la torre en plena madrugada. Directo como solamente podía serlo el Hombre de Hierro, habló largo y tendido sobre la posibilidad de que ambos se convirtieran en padres porque ya había atestiguado como el capitán tenía esa inclinación aunque la sepultara por amor a él. Luego de discusiones, uno que otro grito y una reconciliación llena de bromas sin sentido, la pareja finalmente decidió que serían padres con todo lo que eso representaría en sus vidas, analizando las mejores opciones para conseguirlo. Lo harían de forma calmada, siempre teniendo en cuenta los pormenores del asunto que mantuvieron en secreto para el resto de los Vengadores hasta que no tuvieran una seguridad más que confirmada.

La primera opción había sido probar todos los métodos habidos y por haber de concepción artificial. Después a un vientre rentado. Todo falló. Ninguno de los dos conseguía compatibilidad genética, como si su ADN se negara a unirse a cualquier otro que no fuese su pareja. Tenía cierto toque de vanidad aquello pero se estaba convirtiendo en un problema para tener un hijo que llevara su sangre. La adopción vino después pero ningún orfanato ni casa hogar iba a darles un infante a un par de hombres que vivían en constante peligro y tenían por enemigos personajes que iban desde científicos desquiciados hasta extraterrestres mutantes. Ni el dinero ni la reputación Stark pudo hacer algo esta vez. Entonces Steve le dijo que lo mejor era dejar ya aquel asunto por la paz.

Pero Tony Stark no aceptaba una derrota.

Ese brillo en la mirada de su pareja era suficiente aliciente para seguir buscando cualquier posibilidad que les permitiera ser padres. Habían recorrido todo, no quedaba ya nada por hacer. Cuando vino el embarazo de Jane, Thor le comentó sobre la magia de Asgard para crear descendencia, un conocimiento milenario que dominaban sin problemas y que iba a auxiliar a su hermosa esposa durante la gestación. Tony lo pensó días y noches. Realmente lo meditó seriamente. Lo bueno, lo malo y lo pésimo de la idea. Pero por Steve, estaba dispuesto a bajar al infierno mismo y sacar al Diablo de su escondite si con eso le obsequiaba la alegría de ser padre. Así que abogó por la discreción del Dios del Trueno cuando le confesó su plan, recibiendo una mirada sorprendida seguida de un asentimiento silencioso de cabeza. Cubrir su ausencia durante unos días fue cosa de niños aunque le ganó una pelea con el Capitán América que le conocía de sobra como para no detectar la mentira en sus palabras.

Asgard le bendijo. Moría de miedo como de cierta locura. Estaba apostando por algo muy peligroso. Le suplicó a Thor que no dijera nada hasta que no estuviera seguro que la magia de su tierra hubiera funcionado. Eir ya le había advertido que los remanentes del Paladium como del virus Extremis bien podían ser un elemento en conflicto con el regalo que le había dejado en su interior. Debía proceder con sumo cuidado. En esos momentos apareció Víctor Von Doom atacando en varios puntos del planeta. Los Vengadores se vieron envueltos en peleas sangrientas y la fuerza de aquel enemigo provocó ciertos roces que terminaron en peleas internas que Fury trató de menguar sin mucho éxito. Steve trataba de mantener el orden, pidiendo la ayuda de Tony quien igualmente quiso hacer su mejor esfuerzo pero estaba distante en parte por lo que había hecho en Asgard, temiendo que aquel conflicto fuese a perjudicar su cuerpo. Von Doom escapó aunque no consiguió sus objetivos. Tanto el Capitán América como el Hombre de Hierro terminaron enfrascados en una discusión que ganó fuerza, terminando en una pelea donde el resto del equipo debió intervenir antes que las cosas empeoraran.

Tony se sintió frustrado, dejándolos a todos para ir a la oficina de Fury a presentar su renuncia como Vengador, pensando seriamente en viajar de nuevo al reino de Odín para devolver su regalo cuando Steve le alcanzó, sospechando de sus intenciones. Pelearon de nuevo, aunque esta vez fue más reclamos que diferencias. Quiso decirle a su pareja sobre lo que había hecho porque notaba que aquel secreto era la raíz de la discusión pero sin encontrar momento o palabras con que iniciar, insultando al capitán en lugar de calmarlo. Sin embargo, todo adquirió un matiz diferente cuando Rogers le sujetó el cuello con algo de violencia para estamparle un beso brutal. A veces tenían esos encuentros íntimos cargados de furia, no le extrañó, hasta lo agradeció porque siempre hablaban más tranquilos luego de eso. Lo que si le desconcertó fue que Steve no quisiera esperar a que volvieran a la torre como se lo sugirió antes de que lo estrellara contra la pulcra mesa de cristal reforzado del director de los Vengadores para tomarle ahí mismo.

Hasta entonces cayó en la cuenta que desde su partida hacia Asgard no había vuelto a hacer el amor con su esposo. Problemas y tensión sexual no eran buenos alicientes. Tony vio estrellas. La manera tan posesiva, demandante como imparable con la que Steve le poseyó le hizo pensar que su pareja se había transformado en una especie de macho alfa de espalda plateada. Apenas si pudo levantar escasos centímetros su rostro del escritorio, boca abajo con sus manos buscando algo de donde aferrarse porque sentía que iba a explotar de placer cargado de una adrenalina provocada por la misión reciente y las peleas, gritando sin poder evitarlo el nombre de Steve cuyo cuerpo fue una mole que no pudo combatir igual que sus embestidas. Tuvo varios orgasmos cuya evidencia quedaron sobre la alfombra y papeles esparcidos en el escritorio, sintiendo el corazón en las sienes y todo el cuerpo tembloroso para cuando al fin el Capitán América le concedió una pausa. Recordó su regalo Asgardiano, abriendo sus ojos como platos al haberlo olvidado, girándose hacia su esposo únicamente para volver a ser silenciado con un beso fogoso, con manos acomodando de mala gana sus ropas antes de ser levantado por un brazo celoso.

Pocas veces Tony se había sonrojado en su vida y aquella fue una de ellas, saliendo de la oficina de Fury dejando atrás la huella de su encuentro y peor, él sin haberse recuperado del todo. Cabellos descompuestos, respiración agitada con un rostro tan rojo como su armadura siendo llevado de esa manera por un imponente Steve que casi gritó que no deseaba que los molestaran en todo el resto del día. Hubiera querido hacerle una seña obscena a Clint por la mirada perversa que les lanzó pero su pareja caminó a zancadas para salir del cuartel rumbo a la torre donde Stark perdió la razón por completo. Su mente quedó en tal estado de éxtasis que el tiempo y el espacio dejaron de importar. Lo único que sintió fue a Steve, todo fue Steve. Al siguiente día despertó pasado el mediodía con un cuerpo muerto por tantos placeres expuestos gracias a las manos, labios y cierta parte muy bien dotada de su esposo que le impidió salir de la cama. Como ya lo sabía, hablaron más tranquilamente cuando el capitán volvió a la recámara trayéndole algo de comer.

No se atrevió a decirle sobre Asgard, porque no quería ilusionarlo y luego ver aquellos ojos azules perder ese brillo de esperanza. Pero aclararon el resto entre sus quejas sobre su estado. Afortunadamente eso le ganó un esposo que le consintió el resto del día los más nimios caprichos. Así era Steve. Los días pasaron y ambos volvieron a esa dinámica de pareja que trajo más equilibrio al equipo, disculpándose con Fury por arruinar su oficina. Tony casi juró que la magia no había resultado cuando una mañana despertó con unas náuseas horripilantes, aunque lo adjudicó a los inventos gastronómicos de Rhodey la noche anterior. Cuando los vómitos duraron más de tres días, empezó a considerar otra posibilidad. El Capitán América estaba ausente, afortunadamente. Una misión corta pero había dejado al coronel a cargo de Tony por conocerle sus manías de no dormir ni comer cuando trabajaba en el taller.

Entonces una tarde tuvo un desmayo en pleno taller. Había enviado a Rhodey al cuartel a entregar nuevas armas, estaba únicamente con Skyfall quien tuvo la discreción de no llamar a los paramédicos porque sabía cuál había sido la causa de su desvanecimiento. Tony volvió en sí para escuchar el diagnóstico de la IA. Un hijo. De Steve. De ambos. Se quedó tumbado en el frío suelo del taller asimilando la noticia hasta que escuchó los pasos de su pareja que cobraron fuerza cuando le divisó a lo lejos, casi rompiendo el teclado de acceso a su taller para correr a examinarle. Stark sonrió al verle palidecer, preguntándole una y otra vez qué había sucedido. Era la ocasión perfecta, el ambiente perfecto. Casi lloró o mejor dicho, lo hizo cuando la mirada de Rogers pasó de la incredulidad al reconocimiento, adquiriendo un matiz que le hizo a su corazón dar un vuelco. Todo había valido la pena únicamente por esa dicha que alcanzó el amor de su vida al saber que sería padre gracias a una magia milenaria y la terquedad reconocida de su muy amado Hombre de Hierro.

Hubiese querido mantenerlo en secreto pero con Wanda y Vision era imposible, no decir del par de maestros asesinos entrenados para olfatear secretos a kilómetros de distancia. Thor ya lo sabía, así que fue solamente cuestión de comunicarlo al resto del grupo y a Fury quien tuvo algunas palabras para Tony, nada serio porque Steve entró en su modo ultra protector. Hicieron planes, muchos incoherentes como imposibles. La lista de nombres fue exagerada como risible. Los Vengadores se pusieron a tono con su esposo, convirtiéndose en mamás gallinas en su máxima expresión, casi a punto de hacerle enojar pero la verdad fue que estaba más que complacido de sentirse en una familia tan cariñosa como protectora. Todos estaban felices aunque aún les costara trabajo creer que alguien como él fuese capaz de haber hecho algo como transmutar su cuerpo para darle descendencia a su pareja. Así era el amor.

La versión oficial fue que habían contratado un vientre que al fin había tenido la compatibilidad para concebir un hijo de Steve, cuyo ADN fue el ganador. Tenía más sentido que fuese el Capitán América. Tony, por su parte, volvió a su mansión en Malibú a donde pasaría el resto de su embarazo bajo el celoso cuidado de Skyfall como de su médico particular, la obstetra genetista Amelia Cruz, a la que Steve había localizado con el fin de asegurarse de que nada malo fuese ocurrirle a sus dos tesoros como les llamó. Ella se convirtió de manera oficial en la madre biológica de su bebé, para desviar la atención de la prensa siempre pendiente de sus movimientos. Los apodos cariñosos aparecieron con mayor fuerza. La científica sudamericana aceptó aquel empleo supersecreto, haciendo migas casi de inmediato con Bruce Banner y también con Stark quien juró que todo saldría a pedir de boca.

Entonces Doom atacó.

Luego de su último encuentro, su rabia contra los Vengadores fue tal que consiguió aprisionarlos en un tren con rumbo a Nueva York cargado de varias bombas de hidrógeno, ojivas nucleares y dinamita como en la vieja escuela. Amelia trató de hacer entrar en razón a Tony cuando éste pidió su traje para ir a rescatarles. Tenía razón pero no pudo con el terror ante la idea de perder a Steve, como al resto del equipo. Pero sobre todo a su esposo. Doom estaba confiado en que Stark estaba convaleciente porque así lo habían hecho creer y era su única posibilidad para romper con los sistemas de seguridad del tren bala antes de que América del Norte desapareciera del mapa junto con los superhéroes cuya condición física parecía ser fatal. La armadura roja y plateada salió a toda velocidad desde Malibú hasta Nueva Jersey donde detuvo el convoy a una velocidad infame. El mareo que apareció tuvo que esperar porque Von Doom tenía sorpresas preparadas para él. Quimeras. Monstruos creados genéticamente con el fin de proteger el tren. La tragedia tocó a su puerta con puño de acero.

Jamás pidió la ayuda de Jane Foster, pero ella apareció porque al igual que él, su esposo estaba dentro de aquel tren cargado de promesas de muerte. Tony le suplicó que no se acercara cuando terminó estampado en el puente con una quimera que trataba de abrirle la armadura. Realmente le suplicó y todos los dioses fueron testigos de sus ruegos. Pero ella no escuchó, tratando de completar los códigos que romperían los rieles del tren mientras él buscaba quitarse de encima la horda de monstruos cayendo sobre él. Era lógico que una de aquellas bestias la ubicara y le atacara. Nadie pudo detener aquellas garras que abrieron su vientre y luego su pecho, arrancando su corazón al tiempo que los rieles explotaron. Con un grito de rabia, Tony quiso vengarse. Doom le salió al paso, clavando una garra envenenada contra su pecho. Apenas si lo pudo esquivar, sintiendo el ardor en su piel cuando la punta de la garra penetró su armadura. Relámpagos vinieron a cobrarse la vida del barón mientras él caía al mar, perdiendo la consciencia.

Amelia demostró porque era la eminencia que era. Pero no todo fueron noticias positivas. Tony y su hijo estaban a salvo, esa fue la buena noticia. La mala, que el veneno había entrado en contacto con la sangre que alimentaba a su bebé. Su Peter. El veneno era una creación mejorada de los arácnidos, teniendo un efecto inmediato. La magia de Asgard había impedido que sucediera de esa manera, más no podía detener la mutación que sufrió su pequeño, un crecimiento acelerado al adquirir genes propios de la araña cuyo veneno le había infectado. Con la muerte de Jane y aquella noticia, todo se volvió deprimente para él. Steve realmente fue un héroe al no dejarle caer, haciendo todo lo posible por hacerle sonreír mientras buscaban desesperados una cura en tanto su hijo adelantaba su desarrollo, naciendo antes de tiempo con poderes derivados del veneno, la magia Asgardiana y los genes de ambos.

Una vez más, el millonario hizo su mejor esfuerzo, trabajando codo a codo con Banner y Cho para modificar el virus Extremis como vacuna para su hijo. Peter comenzó a mostrar señales de desaceleración metabólica, su crecimiento estaba alcanzando un punto de equilibrio. Tanto él como Steve podían respirar tranquilos por un tiempo, gozando de un hijo que mostró el talento nato de Tony para las ciencias como la fuerza y corazón de un capitán que no cabía de felicidad, aunque fuese de esa manera. Stark llegó a creer que se ahogarían de tantos bocetos que su esposo hizo de Peter, el consentido de los Vengadores, incluido el Dios del Trueno que perdió el carácter jovial pero no su voluntad de seguir ayudándoles. No pudo ser de otra manera. Todo pareció que volvía a la normalidad, que podrían salir adelante luego de todas las tragedias y que él tendría una pequeña familia como jamás la imaginó.

Pero no. El Ragnarok llegó.

Era culpa de Loki aunque Thor y Sif lo negaran. Y por ese malnacido había perdido a Steve. Por eso no podía soportar que le mirara de esa manera. Aquel hechicero con su forma Jotun sabía la verdad, sabía que él era en verdad la madre de Peter y podía decírselo en cualquier momento. Tony no podía permitírselo. Había demasiado dolor en esa verdad. Porque en lugar de haberse llevado lejos a las quimeras que lo atacaron para abatirlas tranquilamente sobre el océano usando sus centinelas aguardando en la torre, se había quedado ahí sobre el puente donde Jane llegó para auxiliarle. En lugar de haber enviado las fuerzas de SHIELD a detener el tren, había querido hacerlo él mismo por no confiar en nadie más, siendo atacado por Doom y ese veneno que robó años de vida a su hijo. Odiaba a Loki con todas sus fuerzas, quizá más que el mismísimo Myrddin.

-No podrás mantener esa mentira por mucho tiempo –le dijo el Jotun leyendo sus pensamientos- Cada vez hay menos espacio donde ocultarse.

-Debes estar satisfecho, ¿cierto? Nos tienes a tus pies.

-Yo no asesiné a Steve Rogers.

-¡No, solamente provocaste su muerte! ¿Y para qué? ¡Dime!

-Yo no lo hice.

-Vete a la mierda, Loki. Ojalá te pudras en el peor de los infiernos.

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