Levatine
Título: LAZARUS II
Autora: Clumsykitty
Fandom: MCU con un pellizco de Marvel Cómics.
Parejas: sorpresa sorpresa.
Disclaimer: Nada me pertenece aunque muera por ellos, todo es de Marvel y Mr. Lee entre otros, lo único mío es esta idea mía convertida en historia. Dicho está.
Warnings: Viene la continuación de Lazarus I, por lo que os recomiendo primero leer esa parte antes de adentraros a esta desquiciada historia. Como su homóloga, está dividida en libros que van en secuencia numérica pero no en orden de trama. Historias muy agridulces, crudas como violentas. No apta para corazones sensibles o mentes tiernas. Sobre aviso no hay engaño.
Gracias por leerme.
NOTOTA: éste es el último capítulo del último libro, gracias por llegar hasta aquí conmigo, solo resta el epílogo para despedirnos.
Libro X. El Libro Final.
Levatine.
Esto es lo más lejos que puedo ir
Nunca más lo mismo será otra vez
El camino vil me llama
El día que salí corriendo de la vida otra vez
Aunque gane esta vez
Seguirá siendo mi fin
Esperanzas que no terminan bien
Este es el fin para mí
Día y noche, el sonido era tan hermoso
Voluntades rotas, sonrisas congeladas
Cabalgando, con un corazón latiendo lágrimas
Día y noche camino solo
La luz clara y dorada del sol matutino se colaba por entre las largas cortinas combinadas entre aquellas translúcidas detrás de las muy gruesas con bordes dorados en su tela aterciopelada en color rojo, acompañando el claro sonido de unos pájaros cantores no muy lejos del balcón por donde entraban esos rayos, dibujando sobre los tapetes con runas juegos de figuras que iban estirándose conforme avanzaba aquel astro, vagamente rozando la enorme cama cubierta con finas pieles que abrigaban a dos figuras aún durmientes, ajenas a los horarios propios del día. Una cabellera rubia sobresalía por encima de aquel cúmulo de pieles, combinándose con otra negra cuyo dueño fue el primero en abrir sus verdes ojos con un ronroneo de molestia al darse cuenta que un nuevo día comenzaba y era hora de cumplir con los deberes reales.
-Thor...
Éste solo refunfuñó, enterrándose por completo en esos cabellos descompuestos con su nariz rozando un cuello delgado cuyo aroma de piel aspiró con una sonrisa adormilada, antes de reír ante el codazo más o menos gentil que recibió por parte de Loki, quien arqueó una ceja al girarse entre sus brazos para mirarle acusadoramente aunque se notaba a leguas que no tenía intención alguna de salir de la cama, tan cómodamente protegido por el ahora rey de Asgard, en una hermosa mañana y ambos desnudos bajo las pieles como prueba de una noche más que inquieta entre ambos. El Hijo de Odín abrió sus ojos, sonriendo descarado pero feliz con una mano dejando la cintura a la que se había aferrado para acariciar una mejilla, riendo divertido al tener que retirarla por una no muy amenazadora mordida que el pelinegro le dio.
-Buenos días, amor mío.
-Buenos días, Su Majestad.
Loki bufó antes de buscar sus labios para un beso que bien pudo haber durado más y conducir a otras cosas de no ser por las puertas que fueron abiertas de forma brusca por una tormenta que dos niños dirigían, el mayor de cabellos rubios y ojos verdes con una pequeña de cabellos negros y ojos azules que corrieron entre carcajadas aún en sus pijamas hacia la cama de sus padres, brincando jubilosos hasta quedar entre ambos, peleando por quien quedaba de qué lado mientras repartían besos sonoros a cada uno. Thor solamente se carcajeó, haciendo espacio para sus hijos a quienes observó tranquilamente con esa expresión propia de orgullo que el pelinegro notó, haciendo su sonrisa más dichosa igual que su corazón. El pequeño había quedado a su lado mientras que la niña junto a su esposo.
-¿Qué les he dicho sobre tocar la puerta? -preguntó a los dos infantes.
-Mmmm, no sé -respondió el niño mirándole con ojos grandes.
-Lurkyier...
-No debemos entrar sin avisar -recitó en su lugar la chiquilla, llevándose ambas manos a su boca.
-Bien hecho, Sybil.
-¡Pero ustedes son nuestros padres!
-De todas maneras, no deben entrar así.
-Vamos, Loki -intervino el Dios del Trueno- No han hecho nada malo.
-Y por cosas como éstas es que se están haciendo unos herederos malcriados.
-¿Verdad que no somos malcriados, papi? -Sybil miró inocente a su padre quien besó sus cabellos.
-No, mi cielo.
-Thor...
-¿Qué tal si se cambian y desayunamos? -ofreció éste.
-¡Wooo sí! ¡Vamos Sybil! -Lurkyier saltó cual gacela de la cama.
-¡Papaaaaaa mira mi hermano me dejaaaaaa! -la pequeña le imitó aunque no con la misma velocidad, ambos saliendo corriendo descalzos de la recámara.
-¿Ésa es tu manera de criar a nuestros hijos?
-También te amo, cariño.
Loki rodó sus ojos, aunque sonrió, escapando a tiempo de esos brazos que intentaron atraparle de vuelta a la cama, tomando una bata que se colocó, cubriendo las marcas indecorosas de su cuerpo al tiempo que se ponía de pie con una mirada de ojos azules recorriendo su figura y preguntándose qué tan malo sería perderse el desayuno como ciertos deberes matutinos en la corte al perderse en tan exquisita visión que despertaba en él ciertos impulsos. Una almohada estampándose contra su rostro cortó con esos pensamientos impropios, haciéndole reír y tomando la almohada para acomodarla bajo su cabeza, suspirando al ver desaparecer a su consorte por una habitación.
-Vamos, Loki.
-El sol ya ha despuntado por el horizonte, rey de Asgard -respondió el otro desde la habitación.
-Por mí, puede ir y venir.
-Las Nornas nos protejan de la pereza de nuestro regente.
-Es tu culpa, me tientas a cada instante.
El pelinegro salió ya vestido y arreglado, cruzándose de brazos al recargarse en el marco de la amplia puerta que había dejado abierta.
-Creo que pediré a Lady Eir alguna poción castrante.
-¿Hay alguna falta en sentirme atraído por mi hermoso Jotun?
-Pobre de ti si no lo hicieras así. Mueve ese trasero, tenemos cosas qué hacer y no comiences con tus torpes retóricas sobre la evasión de responsabilidades en favor de la felicidad matrimonial porque no te funcionará.
-Adoro cuando despiertas de tan buen humor.
Aunque Loki hubiese querido seguirle el juego a su terca pareja, sus dos hijos estaban hambrientos y eso era algo que no podían ignorar, como tampoco los deberes que el día anterior habían dejado pendientes por estar de melosos. Sybil ya estaba trepada en la mesa puesta, tratando de alcanzar con sus pequeñas manos algo de fruta para cuando los dos reyes de Asgard entraron, saludando a Lady Sif como al resto de los Maestros Guerreros y miembros de la corte Aesir, deleitados con las travesuras de la pequeña siempre protegida por su hermano mayor, cuyas maldades también sacaban carcajadas incluso al muy serio Hogun. La pequeña princesa fue retirada de la mesa por las cariñosas manos de Frigga, quien la sentó en su regazo, saludando a ambos con unos comentarios que sonrojaron a uno y divirtieron al otro.
-Buenos días, Majestades.
Tomando la mano de Lurkyier, Thor le sentó junto a ellos, escuchando las breves noticias del reino mientras desayunaban, dando algunas órdenes o pidiendo opinión a sus amigos en ciertos asuntos que concernían a otros reinos. Fandral prometió darle su lección de combate de espadas al travieso príncipe heredero, mientras que Sif haría lo propio enseñando a montar a la sonriente Sybil quien la admiraba desde que viera un combate entre ella y su imponente padre con éste cayendo graciosamente al suelo tras ser vencido. Loki tenía que salir para recibir unos embajadores de Alfheim y de Vanaheim, siempre había mucho que hacer, apenas si el día les alcanzaba para estar al corriente en sus responsabilidades, no se diga el criar a tan inquietos hijos que cuando no estaban dejando escapar algún pequeño dragón mágico, creaban algo de caos en la corte. Era ya casi mediodía cuando una comitiva a caballo llegó hasta donde Heimdall, pues el Hijo de Odín tenía asuntos que resolver en Midgard, su presencia era requerida. Loki le despidió antes de abrirse el pasaje del Bifrost, hechizando su armadura para que no fuese dañada tan pronto.
-Encárgate de esos impertinentes mortales, se sienten invencibles por sus artilugios y pierden de vista lo frágil de sus cuerpos.
-Les diré tu recado.
-También dile a Stark que no olvido su deuda.
Thor rió, robando un beso de aquellos finos labios. -Ni él tampoco, ¿algo más, mi hermoso consorte?
-Un obsequio... cuatro en realidad.
-Procura que Asgard esté de pie para cuando vuelva.
-Tú procura regresar en una pieza -el pelinegro depositó un beso en Mjolnir en la mano del rubio- Cuida de este ingenuo por mí.
Una vez que desapareció el Asgardiano, Loki regresó a salvar al palacio de las travesuras de sus inquietos hijos, teniendo una pausa cuando tomaron su siesta vespertina que les recargó de energías para ir a correr por los campos verdes del palacio, persiguiendo unas escurridizas sílfides. El pelinegro les cuidaba, sentado entre los altos pastos junto a Frigga quien le contó una nueva anécdota sobre esa infancia suya cuando la pequeña Sybil hizo un pequeño y fugaz truco de magia. Sin duda, seguiría los pasos de su madre Jotun mientras que su hermano mayor estaba convirtiéndose un guerrero Asesir aunque el ojiverde se juró que no sería un tonto musculoso como su padre, de eso se encargaría. Frigga solamente rió, comentando sobre lo cambiante que era el futuro antes de llamar a sus nietos para la visita a su abuelo.
Odín dormía en esa habitación cerrada y custodiada por sus dos cuervos además de los Einjerhars de confianza. El Sueño de Odín que siempre necesitaba cada cuando. Lurkyier y Sybil adoraban ir a verle, contándole sus últimas aventuras como acusando a sus padres de que los reprendían en sus travesuras. Cada uno al lado del Padre de Todos, abrazándolo con cariño, tumbados sobre las gruesas pieles debajo del manto dorado que le protegía. A veces se quedaban dormidos y su abuela les cuidaba mientras el pelinegro atendía los deberes restantes del día hasta que fuese la hora de la cena, despertándoles una vez más para que llenaran esos estómagos sin fondo, hicieran más de las suyas antes de tirar de su madre hacia sus habitaciones para que les leyera una historia de la misma forma que una vez la reina de Asgard lo hiciera con él.
Era ya noche cuando Thor volvió a casa, con esa sonrisa que decía lo mucho que había disfrutado de la batalla, como constaba su aspecto maltrecho, aunque sin heridas de qué lamentarse. Una vez que el rubio estuvo limpio, fue a buscar a su consorte que ya dormía plácidamente en la cama, pero al sentir su abrazo y beso sobre un hombro sonrió, no sin antes amonestarle por haberse tardado tanto con alguna broma de por medio. Loki le atrajo a él, con un beso fogoso que esta vez no fue interrumpido, desapareciendo con su magia la ropa que les estorbaba para sentir aquella piel con esos músculos bien marcados envolviendo su propio cuerpo. Risas, más besos cada vez más atrevidos como juguetones. Miradas brillantes llenas de cariño mutuo en una danza de cuerpos desnudos, jadeos que se convirtieron en gemidos y el placer llevándoles lejos de Asgard.
-Te amo, Loki -susurró Thor, acariciando su mejilla.
-¿Sólo eso?
El Dios del Trueno rió, iniciando de nuevo aquel juego hasta que cayeron exhaustos con la noche comenzando a ser madrugada. Loki observó detenidamente ese rostro de facciones gruesas, delineándolo con un dedo, apoyado en el pecho fornido de su esposo al que besó en sus labios, sonriendo antes de levantarse, tomando una bata y saliendo descalzo de ahí, caminando tranquilamente hacia la sala del trono donde tomó asiento al pie del mismo. El pelinegro suspiró mirando alrededor con una sonrisa el símbolo que ahora se ostentaba por encima de aquel asiento de oro, una combinación de la marca de Thor y la suya. Esos pequeños asientos reservados para sus hijos o el fuego tibio que se quemaba en el centro del gran salón, apenas si iluminando la estancia en donde se encontraba.
Loki suspiró de nuevo, tratando de contener la risa de alegría que fue convirtiéndose en un quieto sollozo, esos ojos verdes se llenaron de lágrimas gruesas rodando por sus mejillas.
-Si tan solo fuese real...
Esta vez su risa fue más fuerte, notando como todo aquel hermoso y ensoñador escenario iba desapareciendo para dejar paso únicamente a una oscuridad susurrante de maldiciones en un lenguaje incomprensible pero que dejaba sentir su furia y caos. Cayó de rodillas, con un cuerpo que parecía estar desvaneciéndose en un vapor verde claro al tiempo que se aferró por la espalda al cuerpo de Peter James Stark-Rogers, bajo la atónita mirada de Lyer, quien ya se había acercado al chico, con sus manos estirándose como si le hubiera querido ayudar, pero estaba solamente ahí, congelada sin saber qué hacer. Loki pasó un brazo alrededor del cuello del adolescente, acariciando esa frente de forma maternal antes de besar su fría sien.
-Es una maravilla que un chico tan inocente posea el amor más incondicional, ¿no te parece, querida hermana?
-Loki...
-Tan... desinteresado, expresando su deseo con un simple no sé -más lágrimas cayeron por las mejillas del hechicero, quien apoyó su mentón sobre el hombro ajeno- Obsequiándome a mí la singular oportunidad de tener lo que siempre quise tener con solo estirar mi mano y ordenar que se haga realidad. Hay que ser o muy tonto o tener una fe ciega para otorgar tal regalo.
-Loki -Lyer se arrodilló frente a ellos, estaba temblando- Lo siento.
-¿Por qué? Peter simplemente ha deseado que haya felicidad, y la ha depositado en mí. En mí, querida hermana. De todas las personas que pudo haber elegido, entre todos los poderosos seres que pudiesen tener más sensatez para recibir semejante bendición, este niño me ha elegido a mí.
Loki se carcajeó, pero fue más un llanto quebrado que otra cosa, levantando su mirada hacia su hermana mayor quien estaba a punto de tener iguales lágrimas.
-Puedo tener la vida anhelada, está ahí. Y torceré todo a mi favor. Peter me lo ha concedido. Lyer, hermana, ¿quién no sueña con algo así? Incluso el Dios de las Mentiras puede caer de rodillas como lo he hecho ante la tentación. Pero tú y yo sabemos cómo terminaría la historia. No importa cuánto me esfuerce, cuánto haga por hacer lo correcto, siempre terminaré perdiendo. Es que nunca nací para tener estrella.
-Loki...
-Siento con fuerza lo que Peter ha dicho -el ojiverde miró el rostro pálido de ojos cerrados- De la misma forma que ahora yo veo con claridad todo.
-Lo siento tanto, nunca quise lastimaros.
-Oh, Lyer.
-Perdonadme.
-Me hiciste un favor, hermana mía. De no haber caído tan bajo contigo, ahora no estaría aquí llorando destrozado, pero con la firme seguridad de lo que hay que hacer.
-¿Hacer?
El pelinegro asintió. -Henos aquí, las últimas tres motitas del caos, el Corazón del Universo, el Axis y la pregunta más importante de todas esperando por su respuesta.
-Ya no quiero la respuesta.
-Ninguno de los tres quiso nada, pero aun así fuimos prácticamente condenados a llevar esta carga, ya sea por accidente o designio, ahora somos casi como dioses, con el poder de cambiarlo todo. Ni siquiera los Dioses Proemios tuvieron tal suerte.
-Loki...
-Peter me hizo el mejor regalo de mi vida, ahora debo retribuirle porque jamás dejó de tener fe en mí, aunque supiera de la oscuridad de mi alma y mis deseos retorcidos. Peter me dio el cariño que nadie más cuando más lo necesitaba y me enseñó que aun siendo lo peor, soy digno de un sueño hermoso. Hay que compartir ese sueño, Lyer...
Loki lloró amargamente, como despidiéndose de algo al tiempo que se aferró con fuerza del cuerpo del adolescente, sin despegar su mentón apoyado en aquel hombro.
-Yo jamás seré feliz, no tengo esa naturaleza. Por ello sé lo que desea nuestro padre el caos primordial ciego y loco. Sin embargo, querida hermana, ya no tengo fuerzas. Estoy agotado, ya no puedo más. Por eso estás aquí, eres la pregunta y la respuesta. Eres a quien necesito para terminar.
-¿De qué habláis?
-Te nombraron la Valkiria de la Desesperanza, pero no por las razones que ellos idearon -el pelinegro le miró con ojos entrecerrados y húmedos- Por nuestra madre Farbauti, termina con esto. Y no temas, todo va a estar bien.
-N-No... no, no...
-Poco estuvimos juntos, pero fuiste en verdad una hermana conmigo.
-Loki...
-Quiero descansar, Lyer. Ya no quiero perder más.
-No me pidas eso.
-Fui todo y nada, hice todo y no gané nada. Pero con esto, siempre seré victorioso. Ahora hazlo...hazlo... estamos listos.
Lyer tembló, sintiendo luego de eones de tiempo la añeja y olvidada sensación de llorar, observando al ojiverde acomodarse contra Peter. La joven valkiria rechinó sus dientes y con un grito desgarrador, se lanzó contra ellos, tomando el mango de la espada que descansaba sobre el círculo cada vez más fracturado y manchado de sangre, empujando con todas sus fuerzas para atravesar ambos corazones a los que clavó sobre aquellos símbolos mágicos. El caos a su alrededor se agitó cual tornado, tragándolos por completo, extinguiendo aquel minúsculo punto de luz, dejando nada en su lugar.
En el principio, no existía nada. Era la Nada.
La oscuridad del caos.
Y entonces...
B A N G
Una explosión trajo la luz y con ello, la vida. Múltiples universos, algunos nacieron y murieron al instante, otros se acabarían siendo jóvenes, otros seguirían un paso más lento. Uno de ellos tuvo una flecha del tiempo corriendo hacia el futuro, brotando de aquella enorme explosión, calentándose a temperaturas inconcebibles con formas imprecisas que se lanzaron a todas direcciones. Ese universo fue enfriándose con el paso de millones de años, comenzando a formar material estelar del cual brotaron las primeras estrellas, los primeros agujeros negros... cúmulos empezaron a crear galaxias, y algunos fragmentos de roca candente crearon los primeros mundos mientras el espacio y el tiempo se doblaban en diferentes direcciones de múltiples dimensiones.
Hubo Dioses Proemios, Celestiales como Vigilantes. Seres poderosos que más tarde formaron el Tribunal Viviente. Nació Yggdrasil, se conformaron los Nueve Reinos con sus historias. Aparecieron los Aesir, los Vanes, los elfos y los enanos. En algún punto distante de ese universo, en una galaxia de espiral apareció la vida en un planeta que unos llamaron Midgard, otros Tierra que fueron poblándose con seres de capacidades singulares, algunos habitando los misteriosos mares, otros conquistando los cielos. Humanos con capacidades mejoradas que nombraron mutantes, algunos científicos que al sufrir un accidente se convirtieron en los Cuatro Fantásticos. Un chico de Brooklyn enfermizo se convirtió en el Capitán América. Un hombre de ciencias bañado en rayos Gamma sería Hulk. Otro más, millonario y vanidoso, terminaría convirtiéndose en el Hombre de Hierro.
Vengadores.
Por supuesto también habría problemas, pero fueron resolviéndolos, haciendo de esos tropiezos grandes hazañas, transformando debilidades en fortalezas. Encontrándose con héroes similares que viajaban en una nave llamada Milano, apodados los Guardianes de la Galaxia. Siendo un solo equipo gracias a la intervención de un hechicero supremo, el doctor Stephen Strange. Venciendo villanos que ansiaban destruir un mundo, conquistarlo o torcer el universo a su antojo. Pero al final del día, vencerían una y otra vez, porque estaban unidos, eran una familia, se tenían uno al otro. Ese universo contaría muchas veces diferentes historias como ésas que llenarían las bibliotecas de diferentes puntos del universo. Sus tristezas y alegrías, sus errores y sus aciertos. Todo un universo lleno de aventuras, en diferentes variantes.
Donde Loki Laufeyson y Peter James Stark-Rogers jamás existieron.
Aunque gane esta vez
Seguirá siendo mi fin
Esperanzas que no terminan bien
Este es el fin para mí
Día y noche, el corazón está ansioso
Voluntades rotas, sonrisas congeladas
Cabalgando, con un corazón latiendo lágrimas
Día y noche camino solo
Y si gano esta vez
Seguirá siendo mi fin
Esperanzas que no terminan bien
Este es el fin para mí
FIN DEL LIBRO DIEZ.
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